29 | La Decisión
Olivia
Nunca me ha costado tanto despertarme en la mañana. Fue terriblemente difícil. Pero entrar a trabajar fue un millón de veces peor.
Todo en lo que puedo pensar es en él. Su olor está a mi alrededor. Lo siento alrededor de mí. Sería el mejor sentimiento si lo pudiera disfrutar en mi propio mundo. Pero estoy rodeada por un salón de niños de ocho años, y no es lugar para estar pensando en él o anoche.
No lo puedo evitar. Hasta cuando me siento atrás del salón para la junta de la mañana me sonrojo. En parte culpo a la silla para niños, pero tampoco puedo negar la sensibilidad entre mis piernas. Un recuerdo inmediato de anoche resplandece en mi cerebro. En particular uno de Nico sujetando mi cintura al entrar dentro de mí.
Cubro mi cara, tratando de hacer la imagen a un lado. Cepillo mi cabello hacia atrás, el salón sintiéndose como cien grados, y me encuentro con los mismos nudos que no pude contener en la mañana, recordándome de mi cabello despeinado. Dios, estoy hecha un completo desastre.
Me recuerda a esa película Infidelidad, cuando Diane Lane recuerda su encuentro sexual con Olivier Martinez durante un viaje en tren a su casa. Recuerdo haberla visto de más joven y por alguna razón siempre se quedó conmigo a través de los años. La manera en que ella estaba prácticamente retorciéndose en su asiento mientras tenía flashbacks vívidos, una mezcla de euforia y culpa en su rostro.
Nunca pensé que sería posible sentirse de esa manera, pero es exactamente cómo me siento ahora. Sólo que no tuve un amorío trascendental. Sólo me acosté con mi novio, sin embargo fue por primera vez. Lo que me hace sentir más loca porque estoy teniendo el mismo nivel de efectos secundarios que ella tuvo. No me tomes mal, no me arrepiento de anoche ni por un segundo. Fue una de las mejores noches de mi vida. Sólo me arrepiento que estoy metida aquí en este salón, cuando quisiera correr de regreso a los brazos de mi amante.
Trato de calmarme y enfocarme a lo que la Sra. Gutiérrez está diciendo. Realmente espero que no haya notado mi comportamiento errático. No la culparía si piensa que estoy en drogas. De alguna manera, supongo que lo estoy. Mis niveles de dopamina deben estar subiendo y bajando como una montaña rusa en un ciclo sin fin.
Cuando ella me llama a un lado después de la junta de mañana, estoy casi esperando que me entregue una carta de despido cuando señala hacia una hoja sobre su escritorio.
"Esto llegó esta mañana," dice, y me alivio al instante cuando veo que es un boletín de calificaciones de los estudiantes.
Está dividido por materia, y ojeo la sección de lectura ya que esa es mi área de enfoque con los niños. Según el boletín, en promedio el nivel de lectura del salón ha incrementado una nota completa en el último trimestre. Pestañeo varias veces sólo para asegurarme que estoy viendo correctamente, y mi cerebro no ha de repente mal funcionado debido a un desbalance químico.
La Sra. Gutiérrez se ríe y cuando volteo a mirarla está sonriendo ampliamente. "¿Por qué estás tan sorprendida? Has estado haciendo muy buen trabajo con ellos."
"No lo puedo creer," digo, ojeando los resultados de estudiantes individuales por nombre. Mi corazón se expande cuando paro en el de Abel. Él tiene el mayor grado de mejoría de todos.
"Créelo. Los números no mienten. De hecho, la directora de la escuela quiere programar una junta contigo la semana que entra para ver si podemos rotarte a diferentes salones y discutir otras maneras de implementar estos aprendizajes."
"Claro," respondo automáticamente, aunque mi mente todavía está dando vueltas.
"Muy bien. Le dejaré saber. Felicidades, Olivia. Sigue con el buen trabajo, realmente estás haciendo una diferencia."
"Gracias," digo, mis ojos aún pegados al reporte.
Ella se ríe de nuevo de mi reacción. "Ten, quédatelo," ella dice, entregándomelo. "Pediré otra copia."
Murmuro otro gracias y lo doblo dentro de mi bolsillo. Creo que lo voy a enmarcar y poner en la pared de mi habitación. Ciertamente es mi logro más grande.
Decido leer con Abel hoy. Sé que a este punto probablemente ya no necesita mi ayuda, pero no he leído con él en mucho tiempo, y lo necesito ver por mí misma. Tal vez de esta manera será real.
Nos dirigimos afuera del salón y mi cuerpo protesta otra vez cuando me siento en el piso. Estos últimos días realmente han sido tan intensos.
Ni siquiera tengo que pedirle a Abel que empiece a leer. Sólo agarra el libro y lo hace él mismo. Así que me siento asombrada y trato de contener mis emociones cuando no pronuncia mal ni una palabra. Estoy tan orgullosa de él.
Pero mis emociones me alcanzan cuando escucho pasos acercándose a nosotros, y levanto la cabeza para ver que es ningún otro que el guapo de mi novio. Mi boca literalmente cae abierta al observar su pelo despeinado y sonrisa de lotería.
Se ve sorprendido de verme aquí afuera en el pasillo y casi se detiene cuando ve que estoy con un estudiante. Pero señalo con la mano para que siga adelante, dejándole saber que está bien.
Se arrodilla enfrente de mí, sonriendo al acariciar mi mejilla con su pulgar. Lo hace solamente una vez, pero es suficiente para acelerar mi corazón.
"Hola," dice suavemente.
"Hola," respondo.
Nos miramos fijamente como un par de niños hasta que consigo regresar a la realidad. "Él es Abel," digo, señalando hacia él.
"Hola hombrecito," Nico lo saluda, mirando en su dirección por primera vez. "¿Estás cuidando a mi novia por mí?"
Abel asiente con la cabeza y me mira con ojos grandes. "¿Él es tu novio?"
"Sí. Estamos en la misma universidad. Nico está en el equipo de fútbol."
"Vaya," Abel dice, con toda la expresión de un niño impresionable.
"Perdón por interrumpir. No pensé que estarías en el pasillo. Te iba a esperar afuera pero llegué temprano," Nico me dice.
"Está bien," Abel responde por mí. "Puedes leer con nosotros si quieres."
Nico sonríe y se mueve al otro lado de él. "Claro. Muéstrame lo que tienes."
Justo así, Abel empieza a leer de nuevo. Lo hace con ganas también, como queriendo probar sus habilidades, y me siento como una mamá orgullosa. Nico me guiña el ojo mientras Abel continúa leyendo, y me derrite el corazón que está aquí conmigo, siendo parte de esto.
Una vez que terminamos, Nico me espera mientras me dirijo adentro del salón con Abel para recoger mis pertenencias y despedirme de la Sra. Gutiérrez y del resto de los estudiantes. Nico me ayuda a ponerme mi abrigo y luego me guía hacia la salida de la escuela. Llegamos a su auto en el estacionamiento, y abre la puerta para el asiento trasero, alzándome adentro y siguiendo detrás de mí.
Antes que tenga la oportunidad de preguntarle qué estamos haciendo aquí en vez de al frente, me acerca a él y me besa tan tiernamente como la primera vez.
"Dios, esta mañana fue tortura," dice contra mi cuello.
"Dímelo a mí. No pensé que lo fuera a sobrevivir."
"¿Por qué no me despertaste? Te hubiera traído," Nico dice, sonando lastimado.
"No quería molestarte y pensé que deberías descansar más para el partido de hoy. Nos acostamos tarde anoche."
Retrocede para mirarme y ahueca mi cara con su mano. "Bebé, casi tuve un ataque al corazón cuando me desperté y no estabas. Sabía que tenías que trabajar, pero pensé que tal vez estabas molesta."
"¿No leíste mi nota?" le pregunto sorprendido.
"¿Me dejaste una nota?"
"Sí, sobre tu mesa de noche. También te mandé un texto."
"Soy un idiota. Entré en pánico y no pensé en buscar uno. Además, mi teléfono está fuera de servicio," dice, mirándome con cara de culpable.
"Lo rompiste, ¿no es cierto?" pregunto, tratando de mantener una expresión normal. Ya lo había sospechado cuando mis llamadas fueron directo al buzón anoche y su celular no estaba por ninguna parte esta mañana.
"Fue más como que se cayó de mi bolsillo y se golpeó contra el piso," dice con una sonrisa avergonzada.
"¡Nico! ¿En serio?" me río.
"¡Lo siento! Candy Crush me hizo hacerlo, te lo juro."
"¡Sí claro! ¿Y todas las fotos que tomaste en Washington?" pregunto, ya lamentando su pérdida. Tomó unas fotos muy lindas de nosotros.
"No te preocupes, están en la nube. Y en mi portátil. Las estaba mirando hace unos días. Mandé imprimir unas para nosotros."
Juro que nunca me puedo enojar con él. "Bueno, gracias por venir a recogerme. Fue muy lindo de tu parte," digo, besándolo en la mejilla.
"¿Estás bien entonces? ¿Cómo te estás sintiendo?" pregunta todavía preocupado.
"Sí, estoy bien. Sólo que sigo teniendo estos flashbacks extremadamente picantes."
"¿Tú también?" Nico pregunta sorprendido.
Asiento con la cabeza y siento mis mejillas calentarse al admitirlo. Aún ahora que lo miro tengo otro de él gimiendo mientras mis piernas se envuelven alrededor de él.
"Dios, Olivia. No puedes mirarme así y esperar que te lleve a clase esta tarde."
Le quiero suplicar que no me lleve. Ahora que está junto a mí, quiero regresar a la cama con él. "Perdón, no puedo dejar de pensar en ello. Es como si todavía te pudiera sentir."
Nico maldice y sus ojos se oscurecen al mirarme. "¿Te gustó anoche?" pregunta, su mano deslizándose alrededor de mi cintura.
"Sí, fue perfecto. Para la próxima sólo hay que asegurarnos que nuestras agendas estén despejadas la mañana siguiente."
Él se ríe entre dientes. "¿Cómo esta noche?"
"Sí, exactamente como esta noche."
"Dios, quisiera llevarte a casa ahora mismo," dice, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
"Lo sé, pero no podemos perder más clases."
Mira hacia su reloj y gime. "Van a ser las ocho horas más largas de mi vida."
Me río y él me mete dentro de su pecho. Suspiro contenta, dejando que su calor me envuelva.
"Olivia, también quería disculparme por anoche," dice después de unos minutos.
Lo miro curiosamente, pensando que no tiene nada de qué disculparse. "No debí haber reaccionado de esa manera cuando me dijiste sobre Boston. Tienes razón. Sólo tú sabes lo que es mejor para ti, y no debería estar diciéndote qué hacer. Es tu decisión, ¿de acuerdo? Y te apoyaré sin importar lo que escojas. Sólo no quiero que te arrepientas o tengas resentimientos."
"No lo haré," le aseguro.
"Sólo tómate tu tiempo. Es una decisión grande, y no quiero que te sientas presionada por mí o tu mamá o nadie."
"Gracias, Nico. Significa mucho."
Él trae mi mano hacia su boca y besa mis nudillos. Sus acciones sólo están cimentando mi decisión aún más, y después de esta mañana ya sé lo que quiero.
"Bien. Ahora vámonos a la universidad antes que cambie de opinión y tome un desvío."
Una vez que llegamos, nos dirigimos a la cafetería ya que es la hora del almuerzo. Sorprendentemente, mi hermano está sentando en la mesa que normalmente ocupamos, y enfrente de ellos están Benja y Gael. Están hablando animadamente y al principio pienso que se están peleando. Pero al acercarnos, me doy cuenta que están discutiendo jugadas de fútbol, y hasta Gael está dando su opinión a pesar que no está en el equipo.
Tomo asiento con cautela junto a mi hermano y Nico se sienta al otro lado de mí, su expresión igual de perpleja que la mía.
La mesa queda en silencio cuando los chicos paran de hablar para mirarnos.
"¿Qué les dije? Les toca, chicos," Gael dice con suficiencia.
Mi hermano y Benja gruñen, alcanzando dentro de sus bolsillos y entregándole dinero.
"¿Cuál fue la apuesta?" pregunto.
"Si te aparecerías hoy o no," Gael responde. "Sabía que eras demasiado responsable."
"¿Tú estabas en esto también?" le pregunto a mi hermano asombrada.
"Pensé que sería dinero fácil," se encoge de hombros.
"Me decepcionas, hermano," Benja le dice a Nico. "Pensé que eras mejor que eso."
Inhalo fuertemente, sin poder creer que esta conversación está sucediendo.
"¿Ah sí? ¿Dónde está Samantha?" Nico replica.
"Hombre, esa chica es como una yegua salvaje que no puede ser domada. No tengo control sobre ello."
"Excusas, hombre. Sólo admítelo. Sé que estás obsesionado con ella."
"Un caballero nunca cuenta."
"Sí, sólo se queda dormido desnudo después de engancharse con ella en las casas de otras personas. Muy discreto, Benja," Nico bromea.
Todos se ríen menos Benja, y estoy tan contenta que Nico logró cambiar el tema.
"Oye, Nico. Tienes que escuchar esta jugada," Andrés dice.
Los chicos regresan al tema de fútbol como si no acabaran de estar discutiendo nuestras vidas personales. No sé qué es más increíble. El hecho que mi hermano les dijo sobre nosotros o que estoy actualmente sentada entre él y Nico en una mesa y no están atacándose entre ellos, pero teniendo una conversación amable.
Sonrío, pensando en lo lejos que han llegado. Lo lejos que yo he llegado. Y mientras miro alrededor de la mesa, me doy cuenta que no hay ningún otro lugar en la que prefiriera estar. No lo cambiaría por nada en el mundo.
Miro hacia Nico y me sonríe. Sé que piensa que necesito más tiempo para tomar mi decisión, pero ya he decidido, y sé con certeza que no hay absolutamente nada que me haría cambiar de opinión.
"Me quedo."
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