𝟬𝟰𝟮 | strangers
042. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗬 𝗧𝗪𝗢 ──
── 𝗌𝗍𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾𝗋𝗌 🐝•˖* 📼 ☄️
(no dejen en flop, comenten y voten <3)
Judith estaba en mis brazos; la bebé había decidido que era un buen lugar para poder vivir, tener una familia, hijos, mascotas, una casa. Ella simplemente no se apartaba de mí por nada del mundo; solo quería estar conmigo. Apenas soporto estar en los brazos de su hermano por dos minutos; luego busco los míos. Así que me condene hasta la eternidad, y me resigne, dándole su biberón mientras la mecía. Sé que no era leche, pero era agua; al menos estará hidratada.
─ Tú también deberías tomar un poco. ─señaló Sophia, cruzándose de brazos mientras caminábamos por carretera.
─ ¿Qué les dije? ─les pregunté, no solo a mi amiga, sino a John y Carl, que estaban a punto de abrir sus bocas ─. No soy una bebé, sé cuando debo beber agua y cuando no.
Los tres sintieron aquello como un regaño y se avergonzaron un poco. Carl se acercó y pasó sus brazos por mi espalda, bueno, casi lo hace. Desde el incidente, es poco el contacto físico que quiero en mí. Así que se alejó un poco.
─ Necesitamos encontrar un lugar; ya hemos caminado mucho. ─comentó Sophia.
─ Y un lugar con comida, porque ya he visto cómo me miran las ardillas cuando les robo las bellotas de sus árboles. ─murmuré.
─ ¿Que los Dixon no exterminaron a todas las ardillas del mundo? ─inquirió John.
─ Aún hay ardillas sobrevivientes. ─solté, con una voz graciosa.
─ ¡Y ardillas gigantes! ─exclamó Tara, pasando rápidamente por nuestro lado.
La noche había comenzado; el aire frío me hacía temblar de vez en cuando, incluso cuando el grupo se había encargado de encender una pequeña fogata para así poder pasar la noche, pues saldríamos en la madrugada. ¿A dónde? Excelente pregunta, ni siquiera nosotros sabemos.
─ Ni malvaviscos ni nada. ─refunfuñe, dejándome cubrir por Carl, que se las arreglaba con una chaqueta abrigarnos a su hermana y a mi.
─ Cuando pueda te conseguiré malvaviscos. ─bromeó mi ojiazul, dejándose caer a mi lado, para acurrucarse contra mi hombro.
─ Agh, el amor de ustedes dos me enferma...pero los quiero. ─afirmó Sophia, llegando a nuestro lado.
Si, nos habíamos agrupado por afinidad para pasar la noche, mientras Merle y Gleen hacían guardia. Si, esos dos ya aprendieron a respirar el mismo aire sin matarse.
─ Pues lastima que ustedes dos no sientas nada por el otro ─señale a Sophia y John ─. Ya le dije a Carl que tengamos una relación poliamorosa para que Sophia no se quede soltera, pero él no quiere.
Lo mire con falso odio.
─ Yo no te iba a compartir. ─se excusó Carl.
─ Grimes, ella es mía. Por ley. ─amenazó Sophia.
─ ¿Qué ley? ─le interrogo mi novio.
─ La ley de DDMA. ─respondió la rubia con obviedad, mientras yo negaba con una sonrisa.
─ ¿La que de que?
─ Derechos De Mejores Amigas, idiota. Eso quiere decir que si quiero llevarme a Mara a las tres de la mañana a seducir caminantes, lo haré.
Carl abrió y cerro la boca, confundido, indignado. ─ Claro que no lo harás.
─ Hellooo ─Sophia alargo la última "o" ─, si lo haré, es más, Judith, Sam y yo iremos a seducir caminantes ahora.
─ Chicas, mejor lo hacen mañana ─hablo tío Merle, pasando por nuestro lado ─. En está zona no están los caminantes guapos.
─ ¡No las alientes! ─chilló Carl, mientras Sophia y yo reíamos, al igual que Judith.
Al día siguiente, nos encontrábamos caminando por el bosque. Esta vez no era yo quien cargaba a Judith, era Rick, y solo porque la bebé estaba dormida. Así que pude aprovechar para jugar con los demás chicos. Bueno, John solo comentaba lo suficiente; estaba raro.
─ Veo veo...algo rojo. ─anuncié.
Sophia se llevo ambas manos a la boca. ─ ¿A Carl lo visitó Andrés?
─ ¿Quien es Andrés? ─preguntó John.
─ Él que viene a apuñalarte cada mes ─contestó Carl ─. Me molestaron con eso hace unos años, y créeme, estoy tan perdido como ahora.
El lado bueno...o tal vez no, es que no me viene la regla, Beth dice que es por nuestra alimentación, que eventualmente se nos quitará a todas.
Continuamos con nuestro recorrido, cuando de pronto escuchamos unos gritos.
─ ¡Auxilio! ¡Ayúdenme por favor!
Los cuatro nos miramos entre si, no sabía que iban a decidir ellos, pero antes que alguien pueda negarme ir, empecé a correr en dirección a los gritos.
Es mejor pedir perdón que pedir permiso.
─ ¡Samara hija de p...hija de Daryl, regresa ya! ─grito Merle a mis espaldas.
Pero no me detuve, seguí corriendo. Cuando llegue, había un hombre de traje y tez morena subido en una gran roca, gritaba y se retorcía, tratando de librarse de los caminantes que intentaban alcanzarlo.
Para esté punto, Carl había llegado a mi lado, y juntos nos pusimos a acabar con los caminantes.
Yo con mis flechas, y él con su arma
─ ¡Ya está despejado, estén alerta! ─nos dijo Rick, mientras yo era arrastrada por papá hacia atrás.
─ Tú, mocosa, no vuelvas a hacer eso. Estas castigada. ─sentenció con severidad, usando el tono de padre regañón que usa cuando me porto mal.
Es decir, casi siempre.
─ Si, mándame a mi habitación sin comer. ─reté, colocando mis dos manos en la cintura.
No teníamos comida, ni habitación.
─ Buscaré un castigo, hasta eso, quiero que estés como un perrito detrás mío, y no está a discusión.
─ Quiero un abogado.
─ Y yo un concierto privado de Chayanne, nadie obtiene lo que quiere.
─ Puedes bajar. ─la voz nos hizo de Rick nos hizo prestarle atención. Le hablaba al nuevo hombre, que llevaba un collarín de color blanco en el cuello de la camisa.
─ Esto no acaba aquí, mocosa. ─amenazó papá.
─ ¿Estás bien? ─le preguntó Rick.
Él hombre levanto su dedo indicé, y estaba a punto de responder, claro, si no hubiera vomitado, haciéndome desviar la mirada
─ Perdonen ─se disculpo ─, y gracias. Me llamo Gabriel.
─ ¿Estás armado? ─le empezó a interrogar nuestro líder.
Gabriel, soltó una risilla de incredulidad, para luego mirarnos a todos y decir: ─ ¿A ustedes les parece?
─ Mi tío sabe matar caminantes con un cepillo de dientes, tal vez tu tengas algo parecido. ─dije, y él hombre sonrió, pensando que era una broma, pero por mi expresión, le hice saber que no lo era.
Así que decidió seguir hablando.
─ No, no tengo ningún arma. Me protege la palabra de Dios.
─ Pues no parecía. ─murmuró papá.
Él moreno sonrió en dirección a mi padre. ─ Pedí ayuda, y vinieron a ayudarme. Y...¿de casualidad tiene un poco de comida?...el poco que tenía se cayó...
Sophia rebusco en sus bolsillos, y le extendió al hombre un pequeña bolsita.
─ Son unas cuantas nueces, son la ración de Sam. Ella no puede comerlas, es alérgica.
El grupo me miró. Sep, descubrí que soy alérgica a ciertas nueces.
─ Gracias ─nos sonrió el hombre, para luego mirar por encima de nuestros hombros ─. Qué bonita bebe ─alagó, y luego dejo al grupo en un silencio sepulcral ─ ¿tienen un campamento?
─ No, ¿y tú? ─preguntó Rick, intimidando al hombre.
─ T-tengo una iglesia.
─ Pon las manos sobre la cabeza. ─pidió Rick con algo de molestia.
Rick empezaba a revisar al hombre, para así verificar que no tuviera ningún arma, y asegurarse que no es peligroso.
─ ¿Cuántos caminantes has matado? ─interrogó el mayor de los Grimes.
Aquí viene su acto. Sus tres preguntas. Ya es icónico.
─ De hecho, a ninguno.
─ Voltea. ─ordenó, y él hombre obedecía.
─ ¿A cuantas personas mataste?
─ A ninguna.
─ ¿Porque? ─inquirió Rick.
─ Y necesitamos una respuesta que no sea "Porque Dios aborrece la violencia" ─me crucé de brazos, haciendo que él hombre me mirara con brevedad.
El grupo no se sorprendió por mis palabras, porque ya sabían que fui muy apegada a Hershell y que mi abuela me crio en la fe, una rara fe.
─ ¿Qué hiciste? ─volvió Rick al interrogatorio, cuando Gabriel asintió, dando a entender que lo que dije antes era lo que iba a responder ─. Todos hicimos algo.
─ Soy un pecador. Me confieso todo los días. Pero solo lo hago ante Dios, no con desconocidos.
─ ¿Mencionaste una iglesia? ─inquirió Michonne, haciéndome sonreír.
Mientras Rick Grimes y el resto estaban interrogando al padre Gabriel y asegurándose de que no sea un potencial asesino en serie, yo veía a John desde una distancia prudente (dos metros).
Quizá pasó hace mucho tiempo, pero jamás me olvidaría de la mirada de Voldemort, ya saben, en la granja. ¿Shane Walsh? ¿El de la mirada perdida y con cara de odiar el mundo y a todos sus habitantes?
Bueno, John parecía ir por ese camino.
No puedo culparlo, hay cosas en la vida que te cambian, pero desde que conocí a John, lo vi como una persona alegre, amable, y aunque lo sigue siendo, parece alguien completamente diferente. Se siente culpable, incluso cuando le dije que no fue su culpa lo que nos pasó, que yo estaba bien (no lo estaba), pero quería que se sintiera mejor.
Lo cual eventualmente fue una mala idea porque se dio cuenta de que yo era una terrible mentirosa.
─ Hey ─dije a modo de saludo, acelerando mis pasos para poder llegar a su lado, enlazando mi brazo con el suyo ─. Suelo ser torpe y lo sabes.
Esto no era deliberado, y él lo sabía. Me di cuenta cuando frunció el ceño y se quedó mirando nuestros brazos. Sabía que estos días estuve evitando contacto alguno con cualquier ser humano, y que yo haga esto fue... no lo sé, un momento entre nosotros.
─ Podemos escondernos juntos del mundo si quieres. ─me encogí de hombros, mirándolo de reojo.
─ ¿qué viniste aquí? Creí que estarías con los demás.
─ Dijiste que era la hermana menor que siempre quisiste tener. Las hermanas menores son molestas, te acostumbrarás.
─ Sam. ─llamó en un tono de regaño.
─ Me preocupo, ¿sí? ─inquirí ─. No puedo evitarlo, es parte de mi naturaleza ayudar a la gente, y más si es alguien que me importa mucho.
─ Estoy bien. ─soltó, rompiendo el agarre de nuestros brazos, y avanzando más rápido que yo para poder dejarme atrás.
─ Yo también lo estoy.
Nos quedamos en silencio por un largo tiempo; logré alcanzarlo luego de un tiempo. La verdad es que no quería recordar esa noche, pero tendría que hacerlo; eventualmente tendríamos que hablar de eso para poder superarlo.
─ ¿Es por lo de... esa noche?
─ Claro que es por lo de esa noche. No pude salvarte, yo no hice nada. Tú eres quien me salvó, yendo hacia esos hombres. ─soltó, molesto.
Acelere un poco, me puse frente a él y luego giré sobre mis talones.
─ Me salvaste, John. Nos diste tiempo, hiciste lo mejor que pudiste. Ellos eran adultos, nosotros, niños. ¿Qué podíamos hacer contra ellos?
─ Me sentí inútil, ahí en el suelo, viendo cómo tú te encaminabas hacia ese...
─ No hablemos de eso, no ahora ─dije, haciendo una mueca ─. Rick pronto conseguirá un lugar; tú y yo podremos conversar de esto, llorar, sanar juntos. Por ahora, podemos no cerrarnos, no ponernos un caparazón y dejarnos ayudar.
─ Estuve meses sin acercarme a esa puerta ─empezó a contar el padre Gabriel cuando el grupo que entró a revisar el lugar, salió ─, si había alguien adentro, pues, sería una gran sorpresa.
─ Gracias por esto. ─le sonrió Carl al padre, mientras el me abrazaba a mi y yo sostenía a su hermana en mis brazos.
─ Atrás hay un autobús pequeño ─informó Abraham, que había revisado los alrededores ─. No arranca, pero podremos repararlo en uno o dos días, el padre dice que no lo quiere. Parece que ya conseguimos transporte. Entiendes lo que hay en juego, ¿verdad?
─ Si, lo entiendo. ─asintió Rick.
Y de inmediato, Michonne saltó. ─ ¿Ahora que podemos descansar?
─ Si paramos ahora, nos retrasamos, y si nos retrasamos, nos jodemos.
─ Sin provisiones no podemos hacer nada.
─ Exacto ─Rick apoyó a Michonne ─. Comida, agua y municiones.
─ ¡Y libros si encuentran! ─añadí, mientras veía a todos entrar.
─ El autobús no se irá a ningún lado. ─murmuró papá, despeinando mi pelo.
─ Yo haré lo que Rick y papá digan. ─me encogí de hombros, entrando con la bebé hacia la iglesia.
Dentro, escuchábamos como Rick interrogaba al padre en busca de información sobre los alrededores, sobre tiendas para conseguir suministros.
─ Si, Tyresse se puede quedar a cuidar a los chicos. ─dijo Sasha, señalándonos.
─ ¿Estás de acuerdo? ─le preguntó Rick a Ty.
─ Claro, si necesitas que la cuide ─señaló a la bebe que yo cargaba en brazos ─, o si necesitas que haga algo por ella, cuenta conmigo. Además, necesito un poco de las ocurrencias de Sam que tanto me hicieron falta estos días.
─ Lo sé, todos me extrañaron, tendrán su dosis de Sam, no se peleen, hay Sam para compartir. ─solté con gracia, haciendo sonreír a los presentes.
─ Estás loca. ─Sophia me sacó la lengua.
─ ¡Hey! ¡Tú también! ¡Somos las hermanas locas!
Ni siquiera yo sé cómo logré convencer a los Dixon de dejarme ir a buscar suministros con Glenn y Maggie. Es más, aún no sé cómo Glenn y Maggie me dejaron ir con ellos. Era extraño, siempre esperé que me dijeran que no y me ataran a la cruz de la iglesia y me rezaran como a un dios... Bueno, eso no, pero en definitiva no esperé un permiso.
Estábamos revisando esta zona, a ver si había una tienda que valiera la pena entrar, porque todas parecían estar saqueadas.
─ Me duele dejar a Ty, pero aún nos queda mucho tiempo y años por delante para darle su dosis de Sam.
─ Eres egocéntrica, ¿te lo han dicho?
─ ¿Yo? ¿Egocéntrica? Pf, no.
─ ¿Slytherin?
─ Ravenclaw, de hecho. Sin embargo, todo el mundo dice que soy Slytherin, aunque me gusta pensar que tengo segunda casa en Gryffindor y que soy una descendiente de los Potter.
─ Tu verdadero apellido, ¿no? ─inquirió Tara y yo asentí ─. Ahora que lo pienso, no sé mucho de ti.
─ Bueno, no hay mucho que contar ─me encogí de hombros mientras seguía avanzando, viendo a Glenn y Maggie caminar adelante de nosotras ─. Soy hija única, mamá muerta, papá muerto, familia muerta. Bueno, mi mamá murió cuando nací yo, mi papá en el campo de batalla cuando tenía unos ocho años.
─ Escuché que vivías en una granja.
─ Sí, vivía ahí. Lugar grande, animales, muchos lugares para estar sola... aunque no siempre fue así. Mi abuela me llevaba al hospital con ella cada vez que podía, y cuando crecí un poco, Emma iba a cuidarme.
─ ¿Emma? ─preguntó Maggie desde adelante ─. Nunca escuché de ella.
─ Oh, Emma era pelirroja como yo, dulce, amable, ella era...
─ Sammy, ¿entras conmigo? ─preguntó Glenn, señalando la tienda de armas que teníamos al frente.
Primero, quise matarlo porque usó aquel apodo que odio, y segundo, casi me desmayo cuando me invitó a investigar con él. Eso no sucede todos los días, más cuando trata de protegerme hasta de los rayos del sol.
─ Claro, detrás tuyo, alemán.
─ Coreano, y no me hagas arrepentirme.
Ambos entramos, dejando a Tara y Maggie atrás. Comencé a investigar, cuidando que no haya ningún caminante. Una vez vimos el lugar limpio, buscamos armas, municiones y básicamente cualquier cosa que pueda servir. Aunque, como todo aquí, había sido saqueado, apenas encontré un par de silenciadores, y estaban escondidos detrás de un refrigerador.
Estaba buscando más cosas escondidas detrás de otras cosas, pero pegué un brinco al escuchar un gran estruendo cerca mío, incluso un grito de Glenn. Apunté con mi arma hacia ahí, pero luego fruncí el ceño cuando vi que solo eran unas cajas las que asustaron al chico. Comencé a reír, pero Glenn se levantó y me tiró un zape y luego cubrió mi boca.
─ Ni una sola palabra o cuento todos tus secretos.
Levanta las manos en señal de inocencia, aguantando la risa. Luego de unos minutos, salimos de la tienda, viendo a las dos mujeres muy preocupadas. Mientras tanto, yo me cubría la boca, tratando de estar lo más seria posible.
─ ¿Un caminante? ─preguntó Tara, frunciendo el ceño al verme.
El coreano abrió y cerró la boca. ─ Sí... era eso... un caminante.
─ Sam, ¿estás bien? ─inquirió Maggie, mientras Glenn se acercó a tirarme otro zape.
─ ¡Ya no puedo! ─solté, estallando en una carcajada.
─ Unas cajas apiladas y un trapeador, tropecé ─confesó, y apenas lo hizo, Tara soltó una carcajada ─ ¡Dejen de reírse! Uf ─refunfuñó, para luego pasarnos una caja de municiones.
─ Y-yo... ─dije entre risas ─. Encontré un par de silenciadores en un refrigerador.
─ No hay nada en el mundo que no esté oculto. ─recordó Glenn, mirando con aquella cara de querer asesinarme.
─Sí ─dije, siguiéndole el paso cuando empezó a caminar ─, tienes razón. Mi papá, cuando se baña, abajo de todo eso oculta un rostro humano.
─ No, pero quiero creer que así es. ─bromee.
Habían conseguido alimentos, y Carol se había ocupado de cocinarlos, así que ahora todos estábamos con un plato en mano, disfrutando de nuestra primera comida decente luego de varios días.
Carl quiso sentarse junto a mi, pero John y Sophia ya estaban a mi lado.
Y mi novio tuvo que tomar la decisión de empujar a Sophia, o a John, obviamente empujo a su mejor amigo para sentarse junto a mi, porque si lo llegaba a hacer a la rubia, ella le sacaba un ojo.
─ Quiero hacer un brindis ─habló Abraham, haciendo que todos en la sala dejáramos de hablar, así que levante mi mirada y le preste atención ─. Cuando veo a todos en esta sala...veo sobrevivientes. Cada uno de ustedes se gano ese titulo. ─alzó su copa ─. Por los sobrevivientes.
Todos empezaron a alzar sus copas, menos nosotros cuatro, que bebíamos jugo de uvas,
─ ¿Esto es todo lo que desean ser? ─nos pregunto Abraham de pronto ─ ¿Levantarse a la mañana, luchar contra los muertos, buscar comida, dormir con los dos ojos abiertos y al otro día lo mismo?. Si quieren pueden hacerlo, son fuertes, son listos. La cosa es que para ustedes, para lo que pueden hacer...eso sería rendirse ─continuó con su discurso, mientras me ponía a rojita al sentir que Carl dejaba besos en mis mejillas ─. Si Eugene llega a Washington, hará que los muertos mueran y que los vivos recuperen su mundo. Ese no es un mal negocio por hacer un simple viaje. Eugene, ¿Qué hay en Washington?
─ Una infraestructura pensada para soportar pandemias cualquier tipo de magnitud, hay comida, combustible, refugios, reinicio. ─contesto el nombrado, como si de una maquina se tratara.
─ No importa como se haga, no importa cuanto tiempo de demoré en reiniciar, estarán ahí, estarás seguros. Vengan con nosotros, salven al mundo por esa bebe ─apunto a Judith ─, o por esos adolescentes que no deberían estar con armas en las manos ─nos señaló a nosotros cuatro─. Háganlo por ustedes mismos. Por toda esa gente que perdieron.
Rick soltó una pequeña risa ante los balbuceos de Judith. ─ ¿Qué dijiste? ─pregunto a la bebé, que al parecer entendía lo que decíamos ─. Ella dice que irá. Si ella va, yo voy.
Y nosotros iremos donde vaya Rick. Aunque tengo mis sospechas hacia Eugene, estaremos juntos, y aunque sea una trampa, como Terminus, lograremos salir.
Todo el mundo empezó a celebrar, comer, beber.
─ Sabes que te oculto algo, ¿no? ─me preguntó Sophia y yo asentí ─. ¿Te acuerdas de las cosas locas que decía Lizzie y de los ratones que encontramos en las rejas de la prisión?
─ Si, lo recuerdo ─aseguré ─ ¿pero que tiene que ver eso contigo o con lo que te paso?
─ Lizzie era la que los alimentaba...m-mi mamá salió con Tyresse, y yo me quede con Lizzie y Mica, las deje unos segundos, y...y Lizzie mató a su hermana, iba a hacerlo con Judith...yo...yo tuve que matara a Lizzie...
Carl y John también habían escuchado aquello. Compartí miradas con los chicos, y luego le dimos un abrazo grupal a la menor Peletier, que no se resistió para nada.
─ Gracias por salvar a mi hermana. ─murmuró Carl.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com