𝟬𝟬𝟮 | a twisted mind
002. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗢 ──
── 𝗂 𝗍𝗐𝗂𝗌𝗍𝖾𝖽 𝗆𝗂𝗇𝖽 •˖* 📼 ☄️
Rick y yo nos quedamos viendo por unos segundos, ya que la comunicación que teníamos con el desconocido, se corto por unos minutos. Él se encontraba insistiendo y pidiendo que conteste la radio otra vez, mientras yo abrazaba mis piernas, tratando de tatarear alguna canción de Taylor Swift para que los gruñidos de los caminantes no resuenen más en mi cabeza.
Era eso o la canción de cuna que siempre suena dentro de mí. Taylor es mejor opción en este momento.
─ ¿Hola? ¿Hola? ─preguntó Rick repetidas veces por la radio, pues quería volver a comunicarse con ese rayito de esperanza que apareció en nuestro camino.
─ Ahí estas. La niña me tenía preocupado...ah sí, y tu también ─contestó la voz desde la radio.
─ ¿En donde estás? ¿Afuera? ¿Puedes verme ahora? ─preguntó Rick, bombardeando con demasiadas preguntas al hombre de la radio.
─ Sí, te puedo ver. ─aseguró, pero en un tono poco esperanzador ─. Están rodeados de caminantes.
─ Que novedad. ─bufé, rodando los ojos.
─ ¿Hay buenas noticias? ─interrogó Rick.
¿Usted qué cree?
Una horda de caminantes rodeándonos, vaya, el mejor día de mi vida. Es más, en este preciso momento deberíamos celebrar. Yo traigo globos en mi mochila, hacemos confeti con tripas de caminante.
─ Escucha, quien quiera que sea, no me importa decirte que estoy un poco preocupado. ─confesó Grimes.
─ ¡Ay! hombre ─exclamó, como si estuviera aquí, sintiendo lo que nosotros ─, deberías verlo desde donde yo estoy; definitivamente te daría un ataque al corazón.
Hice una muequita antes de gatear por el suelo solo para llegar y arrebatar la radio que estaba en las manos de Rick.
─ Tú, si, "Él que todo lo ve" ─canturreé por la radio ─ no estas ayudando mucho si sigues diciendo cosas malas. Yo tengo esperanza de que saldremos. ¿Como? No lo sé, pero lo haremos.
Y apenas dije eso, Grimes sonrió mientras volvía a tomar la radio. Oh no, no, no, usted no me contagio sus buenas vibras y sus esperanzas...¿O si?
─ ¿Algún consejo? ─pidió Rick.
─ Sí, correr. ─sugirió esa voz.
─ Oh vamos, pregúntale si mejor nos sentamos a charlar con los caminantes. Todo se arregla hablando ¿Verdad?
─ Pequeña, no están loco como suena ─habló él hombre detrás de la linea. ─ Yo puedo ser sus ojos. Aún hay un uno sobre su tanque, pero los otros ya bajaron y se están comiendo al caballo. ¿Me siguen escuchando?
─ Spirit nos salvo la vida ─musite, recordando al caballo, que sufrió el mismo fin que el mío.
Comida de caminante.
─ Si, te escuchamos. ─contestó Rick.
─ Bien, en la calle al otro lado del tanque hay menos de ellos. Tendrán una oportunidad si se mueven ahora que están distraídos. ¿Tienen municiones?
Bueno, sí saco cuentas, en este momento tengo cuatro balas, pues antes de salvar al señor Grimes tenía el cargador lleno, pero con él use dos balas, así que solo me quedan cuatro.
─ En la bolsa que se me cayó también hay armas, ¿crees que puedo llegar a ellas? ─consultó Grimes.
─ Olvídate del bolso, tienes una hija, no es una opción ahora. ¿Qué tienes contigo?
¿Hija? ¿Tan fea me vio?
─ Espera. ─pidió Rick.
Él se puso a recargar su arma y fijarse cuantas balas le quedan, mientras yo me levante al notar un pequeño brillo en el bolsillo del cuerpo de militar que minutos antes yo había... ¿Rematado?
Lo tomó suavemente, sabía que era. Lo cargué como a un huevito de pollito mientras giraba para que el hombre me viera, y cuando lo hizo, me pidió que guarde la calma y no me ponga nerviosa hasta que él tomara la granada.
─ ¿Eso sirve? ─pregunté y él asintió... y tengo cuatro balas. ─informé por último.
─ Tenemos dos pistolas, con quince y cuatro tiros. ─contó Rick por la radio.
─ Hagan que cada tiro cuente, y bajen por la derecha, continúen en esa dirección. Encontrarán un callejón a unos 45 metros. Vayan ahí.
─ Oye, ¿cómo te llamas? ─preguntó Rick.
─ ¿No me escuchaste? ¡Se les acaba el tiempo! ─dijo esa voz antes de cortar.
En ese preciso momento, Grimes se puso de cuclillas ante mí, mirandome con seriedad para darme las próximas instrucciones:
─ Sam, necesito que me obedezcas, ¿si? ─preguntó, y obviamente yo asentí, mi vida también está en juego ─. Te cargaré, y tu con la pistola me cubrirás la espalda.
─ Sé caminar y correr; lo hago muy bien. ─aseguré.
─ Sam...
Yo rodeé los ojos y asentí. Sabía que con él no tenía muchas opciones, aunque le diga que no, igualmente me cargará como un saco de papas, y como no quiero ser una carga, obedeceré. Así que cuando lo vi salir, era momento.
Tal como dijo nuestro ángel de la guarda, había un caminante ahí arriba en el tanque. Él señor Rick se dio un palazo en la cabeza y lo mandó a volar lejos de nosotros, y luego bajó del tanque. Luego de eso se giró hacia mí, esperando a que termine de deslizarme por el tanque cuesta abajo para llegar a sus brazos.
Grimes me alzó y empezó a correr.
Sin embargo, al parecer, su pequeña mente de oficial bueno no comprendió qué significaba "haz que cada bala cuente", porque apenas pudo, disparó a cuanto caminante se le pasaba por el frente, incluso cuando estaba muy lejos. Solté un suspiro y me limité a cuidar su espalda tal y como me pidió, pero ningún caminante se acercaba lo suficiente como para representar una amenaza.
A unos metros más allá, Rick giró en un callejón y ¡casi le dispara a nuestro ángel guardián!
No me lo imagine tan chino.
¿Cómo me lo imagine?
Bueno...como alguno de mis miles de amores platónicos de libros o series. ¿Acaso no sería genial que un calvo sin nariz sea nuestro salvador?
─ ¡Hey, soy yo! ─exclamó él chico, antes de empezar a correr ─. ¡Vámonos! ¡Vamos!
Rick corrió por el callejón conmigo aún en brazos...disparando una y otra vez.
¿Acaso tiene balas infinitas?.
El nuevo chico comenzó a trepar unas escaleras, y cuando nosotros llegamos junto a esta, Rick por fin me dejó bajar, y de inmediato comencé a trepar. Cuando llegué al último escalón, el nuevo me ofreció su mano para subir, así que acepté. Segundos después, Grimes ya estaba a nuestro lado.
Los dos mayores se apoyaron en la pared, a recobrar el aliento.
─ ¿Ya están bien, abuelas? ─pregunté mientras veía los miles de caminantes que ahora inundaron el callejón.
El chico de gorra se apoyó en las barandillas esta vez, para así dirigirse a Rick.
─ Buena puntería, Clint Eastwood ─bufó el joven ─ ¿Eres él nuevo sheriff, vienes a limpiar la ciudad?
─ No era mi intención. ─respondió Rick, muy apenado.
─ Lo que tú digas, pero aún así, sigues siendo un idiota... sin ofender a tu padre, pequeña. ─dijo, girando a verme con una pequeña expresión de arrepentimiento.
─ No es mi padre, yo le salve la vida y luego él me secuestro. ─expliqué, moviendo mis manos de una forma muy graciosa, tratando de explicar lo extraño de nuestra relación.
Luego de mi pequeño acto, el señor Grimes se giró a ver al chico que salvó nuestras vidas.
─ Rick. Gracias ─se presentó, extendiéndole la mano.
─ Glenn. De nada. ─dijo aceptando el apretón de manos. Pero luego se giró a ver a mí ─ ¿Y tu nombre?
─ Lolita Pérez ─respondió Rick por mi, y yo negué divertida.
─ Samara Potter. ─corregí.
Pero nuestras presentaciones fueron interrumpidas por los gruñidos fuertes de los señores caminantes que estaban de bajo de nosotros.
Puedo jurar que escuche a uno de ellos decir "Secuestremos al sheriff por disparar a nuestros compañeros"
En fin, Glenn puso un pie en el primer peldaño de la nueva escalera, la que da a la azotea del edificio. La observo por unos segundos y luego giro a vernos.
─ El lado bueno es que la caída nos matará. Soy tipo que ve el vaso medio lleno. ─se encogió de hombros.
─ Estás equivocado. La caída no nos matará porque será amortiguada por los señores caminantes, que luego nos comerán ─solté, y ambos giraron a verme ─. Soy de las que ven vaso medio vacío. ¿Así se dice?
Vi a Glenn estremecerse, y luego comenzar a subir por fin las escaleras, seguido de mí, y por último Rick. Yo no me iba a arriesgar que la escalera se rompiera y Grimes cayera encima mío, por eso lo mandé al final.
Pero bueno, una vez arriba, empezamos a seguir a Glenn por el techo, dando un pequeño salto en un pequeño muro para poder pasar.
─ ¿Tú hiciste la barricada del callejón? ─preguntó Rick.
─ Fue otra persona; supongo que la ciudad quedó tomada, y el que lo hizo pensó que no muchos la atravesarían.
─ En el tanque, ¿por qué te arriesgaste a ayudarnos? ─cuestione.
─ Por la misma razón que tu ayudaste a tu maniático secuestrador ─respondió Glenn mientras abría una escotilla. ─ Tal vez sea muy tonto, o muy inocente al pensar que alguien haría los mismo por mi, tal vez sea más tonto que tú ─esto último lo dijo dirigiéndose a Rick.
Bajé detrás de Glenn, y me ayudo a terminar de hacerlo. Pasamos por unas puertas, siguiéndolo, y mientras corrí, lo vi tomar su radio.
─ Regresé con unos invitados. Y hay cuatro caminantes en el callejón. ─informó a ¿Dios?, si tal vez se nuestro "Ángel guardián" se comunica con su superior.
Y como ya lo había dicho, cuatro caminantes aparecieron, pero con ellos, dos hombres con bates salieron a destrozarles los cráneos.
─ ¡Vamos! ─pidió Glenn, corriendo y entrando por la misma puerta que salieron aquellos hombres.
Apenas entraron, los nuevos ni nos saludaron. Una mujer de cabello rubio estaba muy enojada, se abalanzo contra el señor Grimes y lo acorraló contra una pared, apuntándole a la cabeza con su arma.
─ Hijo de perra, deberíamos matarte. ─exclamó la rubia, mientras seguía apuntando a mi secuestrador.
De inmediato y como un reflejo, yo también saqué mi arma y apunté a la mujer sin inmutarme siquiera un poco.
Solo sentí la necesidad de salvar a Rick.
─ Cálmate, Andrea. Retrocede. ─pidió un hombre.
─ Sam, baja el arma. ─pidió Glenn detrás mío.
─ ¿Bromeas? Estamos muertos por este imbécil estúpido. ─exclamó ¿Andrea? en un grito de desesperación
Al menos que le quite el seguro a su arma, si va a amenazar a Rick, que lo haga bien.
─ Bajá el arma o disparo. ─amenacé, colocando mi dedo en el gatillo.
Aunque obviamente nunca me atrevería a matar a alguien, no lo pienso ni como último recurso. Arrebatar una vida humana no es algo de lo que estaría orgulloso, o algo de lo que papá está orgulloso. Quiero hacer las cosas bien si es que pienso seguir viva.
Regresando a la actualidad, él mismo hombre que antes le había pedido a Andrea que baje el arma, le pidió una vez más que lo hiciera.
─ Oh, dispárale de una vez ─soltó el hombre latino ─, y tú también, niña, si vas a disparar, hazlo ya.
Andrea dejó de apuntarle, así que yo también lo hice.
─ Muertos, todos nosotros estamos muertos. Todo por tu culpa. ─la rubia señaló a Rick, llevándose las manos a la cabeza. Ella lucía más asustada que enojada.
─ Creo que no entiendo. ─habló Grimes y yo negué con la cabeza, desaprobando lo dicho por él.
─ Perdónelo, aún no se pone al corriente con mis lecciones del nuevo mundo. Juro que lo reprobaré en supervivencia tres. ─dije.
─ Mira ─habló el latino, tomando del brazo a Rick y empujándolo hasta otro cuarto, conmigo pisándole los talones. ─ ¿Sabes qué es lo necesario para eso? ¡Sobrevivir! ¿Y para sobrevivir? Entrar y salir a escondidas, sin hacer ruido. Y definitivamente no disparar en la calle sin razón.
─ Cada caminante a kilómetros de distancia lo oyó.─regaño un moreno, mientras veíamos a los miles de caminantes que ya se abalanzaban por las puertas de la tienda de ropa, que es donde él latino nos había conducido.
─ Y vienen por su almuerzo. ─musité para mí misma, pero al parecer todos me escucharon; sentí sus miradas juzgonas encima mío.
─ Oh dios ─exclamó una mujer morena, al ver como ya empezaban a quebrar los cristales de las las mamparas de la tienda.
─ ¿Que demonios hacías ahí afuera? ─le preguntó Andrea a Rick.
─ Quería contactar al helicóptero. ─respondió Grimes y todos lo miraron como si estuviera loco.
─ ¿Helicóptero? eso es basura. No hay helicópteros. ─bramó el moreno, como si lo que le hubiéramos dicho sería un completa broma.
─ Perseguías una alucinación, eso suele pasar.─argumento una mujer.
─ Yo lo vi. ─aseguró Rick.
─ Yo también lo vi, lo juro ─apoyé a Grimes ─. Dicen que nos niños y los borrachos nunca mienten, pues yo soy una niña.
─ Oye, T-dog, prueba la radio. ¿Puedes contactar a los otros? ─pidió el latino, pasando de mi comentario.
─ ¿Otros? ─inquirió el sheriff ─ ¿El centro de refugiados?
─ Sí, el centro de refugiados. Nos espera mientras cocinan galletas. ─habló la morena con un claro sarcasmo.
─ Yo se lo dije. ─apunté a Rick, quien solo frunció el ceño.
─ No tengo señal ─informó T-dog, maldiciendo en silencio, pero de inmediato un foquito se prendió en su cabeza, así que dijo: ─ Quizá en el techo pueda decepcionar un poco...
Pero ni siquiera pudo terminar de hablar, pues varios disparos comenzaron a escucharse desde arriba.
─ Oh no ─negó Andrea, como si el universo le estuviera jugando una broma de mal gusto. ─ ¿Es Dixon?
─ ¿Qué hace ese loco? ─cuestionó otra mujer, empezando a correr hacia lo que supongo es la azotea.
─ Vamos. ─llamó Glenn, así que Rick y yo lo seguimos.
Todos empezamos a correr por las escaleras. Hasta que finalmente salimos al techo.
─ ¡Oye Dixon, estás loco! ─regañó Morales al hombre que disparaba desde el techo a los caminantes de abajo, pero a este no le importó; en su lugar solo soltó una risa macabra.
─ ¡Maldición! ─exclamó la rubia.
─ ¡Oye! ¡Tengan más respeto con el hombre armado! ─pidió, bajando de un salto del pequeño murito donde se encontraba ─. Es sentido común.
T-Dog se acercó a él, hecho una furia. ─ ¡Estas gastando balas que no tenemos, y los atraes hacia nosotros, tranquilízate, hermano!
─ Ya tuve suficiente de recibir ordenes de ese vendedor de tacos ─bramó Dixon ─. ¿Y ahora las debo recibir de ti? ¿Qué sigue? ¿Qué la mocosa roja que está ahí me ordene cosas?
─ No estaría mal. ─murmuré, cruzándome de brazos.
─ Eso no pasará, hermano ─soltó Dixon ─. Ese día no llegará.
─ ¿"Ese día no llegara"? ─preguntó T-dog furioso ─ ¿Tienes algo contra mi, hermano? ¡Dímelo!
─ Oye T-dog, olvídalo ─pidió el latino, tratando de mediar la situación, y ahora se giro a ver a Dixon ─. Merle, tranquilo, ¿Bien? Ya tenemos muchos problemas.
Pero al parecer ambos lo ignoraron olímpicamente.
─ ¿Quieres saber de qué día habló? ─preguntó Merle, acercándose cada vez más al moreno.
─ Sí. ─le respondió este, también plantándole cara.
─ Te diré cuándo será el día. "Sr. Simpático" ─se burlo ─. Será el día en que yo reciba ordenes de un negro.
T-dog estuvo apuntó de tirarle un puñetazo a Merle, pero este último actuó más rápido, y con la parte trasera de su arma le dio el primer golpe. Parecía tener mucha fuerza a pesar de ser calvo y viejo...tal vez calvo no tenga nada que ver, pero es calvo.
Glenn de inmediato me puso detrás de él y Rick se fue a "Intentar ayudar", pero de reojo pude ver como un puñetazo le cayó a él, dejandolo en el suelo.
Merle seguía golpeando a T-dog, con los gritos de las mujeres de fondo, que pedían que ya paré. Ante esto, aquel señor latino intento intervenir, pero no lo logro, en su lugar solo se hizo acreedor de un puñetazo en el estomago con la firma de Dixon.
Aquel hombre calvo tomo su arma y apuntó a T-dog, ya que lo tenía sometido en el piso.
─ ¡No no no! ─Andrea negó.
─ No los veas, Sammy. ─pidió Glenn.
─ Veía las películas de Saw para dormir ─musite, viendo la pelea con mucha atención.
Merle le escupió en la cara a T-dog, mientras le dejaba palmaditas en el pecho, más como una especie de burla. Pero así como Grimes cayó al suelo, también se levanto, acto de que Dixon no vio.
─ ¡Sí! ¡Muy bien! Tendremos una pequeña reunión ─exclamó Merle. ─ ¿Les parece? Hablaremos de quien manda, yo voto por mi. ¿Alguien más?
¿Debería levantar la mano?
─ ¿Alguien más? ─preguntó soltando otra risa macabra ─. Hora de la democracia. Levanten las manos los que estén a favor, claro, solo los que tienen la edad aceptable para votar.
Tonto, se refería a mi, así que solo me limité a sacarle la lengua.
─ ¡Vamos, voten! ¿Todos a favor? ─volvió a preguntar, y todos bajo el miedo que este infundía, alzaron la mano ─. Significa que soy el jefe, ¿verdad? Si. ¿Alguien más? ¿Nadie?
─ Si. ─respondió Rick antes de tirarle un derechazo y en un movimiento rápido, puso en su muñeca unas esposas, que luego ato a la tubería que había al lado, dejando totalmente indefenso a Merle.
─ Vaya, crecen tan rapido ─dije con falsa nostalgia ─ parece como si fuera hoy en la mañana que no sabía que era un caminante.
Rick lo tomo del cuello de la camiseta.
─ ¿Quién demonios eres? ─preguntó Merle, claramente molesto.
─ Yo soy el oficial amigable, pero no debes tener miedo de mi, deberías temer de ella. ─me apuntó con la cabeza. ─ Escucha Merle, las cosas ahora son diferentes. Ya no hay más negros entre nosotros, tampoco hay estúpida basura blanca. Solo hay carne oscura y carne blanca. Nosotros y los muertos, solo sobreviviremos juntos, no separados.
─ Vete al demonio. ─maldijo Merle.
─ Veo que sueles no comprender.
─ ¿Si? Bueno, vete al demonio otra vez.
─ Más respeto al hombre armado ─soltó Rick, apuntándole con su arma, y dándole una cucharada de su propia medicina ─. Es sentido común.
─ No lo harías. Eres policía. ─masculló Merle.
─ Ahora solo soy un hombre que busca a su esposa e hijo ─respondió y yo me encogí de hombros, yo no pertenezco a esa ecuación ─ Y que ahora también tiene a una niña a la que juro proteger. Cualquiera que se interponga en mi camino, perderá.
O tal vez si, sí entro en esa ecuación.
─ Te daré un momento para que lo pienses ─dijo Rick antes de buscar por los bolsillos de Merle algo, sacando una bolsita con polvito blanco ─. Te quedo un poco en la nariz. Oye, Sam. ─llamó Rick extendiéndome la bolsita e indicándome con su cabeza el borde de la azotea.
─ ¿Qué harás? ¿Arrestarme...─pero paró de hablar cuando vio lo que yo hacía.
Me puse de puntitas para alcanzar el borde y vacié el contenido por la borda.
─ ¡¿Qué haces?! ¡Hey, mocosa, ¡eso era mío!
─ Ellos te dicen gracias ─le conté a Merle, guiñandole un ojo solo para molestarlo ─, cuando tengas otro poco se los das.
Vi como Andrea se posicionó a mi lado, para así también ver lo que había abajo.
─ Dios mío, allá abajo parece Times Square. ─masculló con horror, al ver gran cantidad de errantes.
─ ¿Cómo está la señal? ─inquirió Morales.
─ Pues...como el cerebro de Dixon, débil. ─respondió T-dog con simpleza, haciendo que Merle le mostrara el dedo del medio.
─ Sigue intentado ─insistió Rick.
─ ¿Para que? No pueden hacer nada. Absolutamente nada. ─respondió Andrea antes de irse del barandal.
─ No hay más que unas cuantas personas fuera de la ciudad, no hay tal centro de refugiados, ese es un sueño imposible. ─le respondió Morales, rompiendo mis jóvenes esperanzas de que los militares nos esperen con galletas.
─ Yo les deseó mucha suerte ─habló Dixon, haciéndome cerrar los ojos. ─ por lo que me dijeron las calles no son seguras de este lado de la ciudad. ¿No es así, pechos de azúcar? ─preguntó dirigiéndose a la rubia, pero esta lo ignoro. ─ Oye, dulzura. ¿Por qué no me quitas estas esposas y vamos a algún lado? De todos modos vamos a morir.
─ Prefiero eso. ─aseguró Andrea, residiendo con brusquedad.
─ Lesbiana, típico. Ya me lo imaginaba ─soltó Merle.
─ Las calles no son seguras.
─ ¿Enserio Rick? ─pregunté, mientras caminaba para sentarme junto a Glenn ─ ¿No estábamos aquí por diversión?
─ Y tu niña, que tanto hablas. ¿Tienes alguna sugerencia? ─preguntó Andrea, que al parecer ya se había casado de mis comentarios.
─ Tengo un par, pero simples muggles como ustedes no los aceptarían. ─respondí.
─ Sam, si tienes ideas debes decirlas. ─insistió Rick, pero yo solo negué, así que él pensó por unos segundos ─ ¿Y por las alcantarillas?
─ Puede ser buena idea. ─aseguró Morales, girando a ver a Glenn ─ Fíjate por el callejón si hay alguna tapa de alcantarilla.
Glenn se paró y corrió al lugar indicado, luego de unos segundos, regreso y negó.
─ No, tal vez debes estar del otro lado, donde están los caminantes. ─informó él.
─ O tal vez no ─respondió Jackie ─. Estos son edificios viejos, suele tener túneles de drenajes, por las inundaciones, están e los sótanos.
─ ¿Cómo sabes eso? ─pregunté con curiosidad, siempre me gusta aprender más.
─ Es mi trabajo, o al menos lo era. ─me respondió, mientras yo asentía con una ligera sonrisa.
Rick decidió que era mejor idea que me quedará aquí arriba, con T-dog y Merle, ya que sería más peligroso bajar a los túneles.
─ ¿Hay alguien ahí? ─volvió a preguntar T-dog por la radio. ¿"Volvió"? si, porque es la vez mil que lo hace ─. ¿Hola, alguien me escucha? Quiero escuchar la voz de alguien, estoy cansado de escuchar la mía.
Si, la verdad es que yo también. Es que estoy acostumbrada a charlar sola con los animales o a discutir sobre mi abuela cual fue el episodio más triste de Grey's Anatomy. Pero platicar con otras personas, no es mi fuerte.
─ Si, bueno, ya somos dos, o tres si contamos a la mocosa roja ─soltó Merle ─. ¿Por qué no dejas esa basura? Me estas dando dolor de cabeza.
─ Entonces porque no te quitas la cabeza del trasero, tal vez así es dolor desaparezca. ─contestó T-dog, harto de los comentarios de Dixon.
─ ¡Basta ya! ─regañé a los dos adultos ─. Ustedes dos ya me hartaron. Tú ─señale a T-dog ─, no hay señal, acéptalo. Y tú, Merle, piensa positivo, al menos una vez.
─ Mocosa, quítame las esposas y seré Doña Positiva para ti. ─Dixon trató de negociar.
─ Haré algo que nunca hago ─dije, resignándome a que tendré que estar con ellos durante un rato ─, conversar con personas. Pero debo advertir que cuando empiezo no paro. Elijan un tema, podemos armar un debate. O un círculo de apoyo, así como "alcohólicos anónimos".
─ Bien, hay que debatir de...─Merle hizo un ademán de pensar ─ las abejitas y las flores, sin censu...
─ ¡Ni pienses terminar esa oración! ─amenazó T-dog.
─ Bien, hablemos de algo que todos aman, la familia. ¿O también es un tema +18? ─le preguntó a T-dog, pero este solo soltó un largo suspiro.
─ ¿Qué quieres saber? ─pregunté a Dixon.
─ Lo que quieras contar, niña, con tal de no escuchar otra vez su voz. ─señaló al moreno con la mano libre, cualquier cosa.
─ Vivía en una granja con mis abuelos. Mi padre era militar y murió en el servicio. Me educaron en casa y entre pollos, solo tenía dos amigos, a uno solo lo veía de vez en cuando, cada vez que acompañaba a mi abuela al hospital
─ ¿Estaba enferma? ─inquirió Merle, y para mi sorpresa...¿le interesa mi historia?
Yo negué: ─ No, era ella doctora, pero solo iba pocas veces; ya era jubilada, pero amaba su trabajo. Pero regresando a mi amigo, él iba para ver a su mamá; ella sí estaba enferma. ─conté.
─ ¿Y el otro?
─ Era un año mayor que yo, era mi vecino ─resalte la última palabra, viendo cómo T-dog se levantaba para irse al otro lado del edificio a captar más señal ─, nuestras granjas eran vecinas, pero algo lejos de todas formas... Lo veía cuando mi abuelo se iba a trabajar, a él no le caía muy bien mi amigo. ─hice una muequita, moviendo mis zapatos para distraerme.
─ Ah esta mocosa le gustan los mayores ─exclamó Merle.
─ Solo era mi amigo, más como un hermano mayor, él si iba a la escuela, así que le hacia la tarea.
─ Entonces te usaba ─rodó los ojos ─, no eres tan inteligente como pensaba Wanda junior.
─ Al menos se que tienes buenos gustos cinematográficos. ─dije parándome del suelo, soltando un largo suspiro.
─ ¿Ahora que pasa? ¿Te aburriste de hablar?
No, no me aburrí de hablar, pero es posible que vuelva a ver a mi familia pronto. ¿Existirá el cielo y el infierno?
Bueno, mi abuela creía en eso, y yo también, al menos de cierta manera. Nunca me consideré una fiel creyente; Dios no escuchó mis peticiones, pero de alguna manera me hicieron creer que si existe, tal vez tenía cosas más importantes que hacer que escuchar a una niña pidiendo que su padre regrese vivo a casa.
─ No creo que salgamos, hay muchos por todas partes. ─contesté mordiendo mi labio inferior.
─ Niña ─llamó y esta vez lo miró a los ojos ─, yo ya soy un adulto...
─ ¿En serio? No me había dado cuenta. ─bromee.
─ Respétame que soy tu mayor. ─regaño apuntándome con el dedo.
─ Demasiado mayor diría yo.
─ Ignorare que dijiste eso ─dijo frunciendo el ceño, haciendo que todas sus arrugas salgan a la luz...perdón, y pensar que solo hace unas horas me debatía en si dirigirme a Rick como "Señor Grimes". ─ Ya viví demasiado, y si dices algo como "De eso no tengo duda", juro que me corto la muñeca y con mi mano buena te tiro por la azotea.
─ Bien, bien, entendí su punto, no lo volveré a interrumpir.
─ Tu por otro lado eres una mocosa que apenas conoce la vida, y aunque el mundo sea una mierda, debes vivir y experimentar tanto como puedas, de eso se trata. Pero aún así, bienvenida al mundo real, es una mierda, pero te va a gustar.
Los adultos ya habían subido otra vez, pues su pequeña aventura a las alcantarillas no dio resultado. Lo que hizo que terminemos como al principio, en nada.
─ Hay una zona de construcción ─habló Rick, quitándose los binoculares y pasándoselos a Morales ─ esos camiones siempre tienen llaves a mano.
─ Nunca pasaran a los caminantes. ─murmuro el latino.
─ Tú nos sacaste del tanque. ─le habló Grimes a Glenn, haciendo que todos giremos a ver al coreano, para ver si como antes, él ahora tenía una salida divina.
─ Si, pero se estaban alimentando del caballo, estaban distraídos ─contestó, cruzandosé de brazos.
─ Nos salvamos por ti Spirit ─susurre en una voz casi inaudible para todos.
─ ¿Los podemos distraer otra vez? ─preguntó él ex sheriff, frunciendo el ceño.
─ Si ─contesté sonriente ─ Glenn ─llamé y me giro a ver, esperando la gran idea del año ─ ¿Que tan bien mueves las caderas?
─ ¡Sam! ─regaño ─ y solo para que lo sepas, las muevo muy bien.
─ Los atrae el sonido, ¿verdad? ─nos pregunto Rick.
─ Si, como los perros. Escuchan un sonido y vienen ─contestó Glenn.
─ ¿Algo más?
─ Ellos te ven, te huelen, y si te atrapan te comen. ─contestó esta vez Morales.
─ ¿Nos pueden diferenciar por el olor?
─ Claro ─conteste, recordando una plan muy alocado que hice con mis abuelos ─ ellos huelen a Cedric Diggory, nosotros no.
─ ¿Que? ─preguntó Rick confundido.
─ Que ellos huelen a muerto ─explicó Glenn moviendo sus manos ─ Cedric esta muerto y...¿Acaso nadie vio Harry Potter?
─ Antes que me hagan callar, esta vez tengo una idea ─aseguré ─. Y es muy seria, y funciona.
Luego de explicarles mi plan, Rick lo acepto, así que bajamos a buscar las cosas necesarias. Bueno, tal vez el señor Grimes es el único que acepto mi plan, pues los demás me miraron como si fuera una completa loca.
─ ¿Cómo es que a tu pequeña y retorcidamente se le ocurrió esto? ─preguntó Glenn, señalando todo lo que trajimos.
─ Detente ─pidió Morales a Rick, que estaba pasándole guantes a Glenn y a las chicas ─ ¿Bien? Piensalo un poco.
─ Va a funcionar, mis abuelos y yo lo probamos, y pasamos entre ellos. ─aseguré, recordando lo que mi abuelo había hecho para que podamos escapar de la granja...
─ Si funciono, ¿Por qué ellos no están aquí contigo? ─preguntó Andrea en un tono de enojo.
Mi buen humor se fue por la borda de un momento al otro; a mi mente vinieron todos los recuerdos de aquella noche, como el último grito de mi abuela... Mis piernas comenzaron a temblar, así que escape hacia las escaleras para que no me vieran así. Es más, pueden dejarme aquí y huir si quieren.
─ Es una niña, Andrea. ─se escuchó decir a Glenn, quien me empezó a seguir.
Cuando llegue a los escalones, me senté y empecé a secar mis lágrimas con el dorso de mi mano.
─ Sam... Andrea no lo decía en serio. ─habló Glenn, sentándose junto a mí.
─ Ella tiene razón, mi abuela murió así, todo iba tan bien, pero empezó a llover, y mi abuela se puso nerviosa y no lo logro. ─conté entre sollozos.
─ Pues, Rick es valiente. ─aseguró.
─ ¿Y tu? ─pregunté girándome para verlo.
─ Yo puedo tomar un poco de suerte liquida. ─contestó parándose y ofreciéndome una mano para yo también hacerlo ─ La autora de esta idea debe estar presente para asegurarse que todo salga bien.
Lo medite unos segundos y finalmente tome su mano.
Rick había aceptado mi idea. Cuando Glenn y yo llegamos luego que este me consolara, ya veíamos a Grimes a punto de abrir el estomago de un señor caminante. Sin embargo, cuando pensé que ya lo iban a hacer, Grimes se puso de cuclillas ante el cuerpo, buscando algo entre sus bolsillos... haciendo que yo tenga un deja vú.
Cuando encontró lo que buscaba, sonrió de lado y mostró una billetera, de donde sacó los documentos de este cádaver.
─ Wayne Dunlap ─narró Rick ─. Licencia de Georgia. Nació en 1979. Al morir solo tenía veintiocho dólares en el bolsillo y la fotografía de una chica bonita: "Con amor, de Rachel..."
[...]
Mi abuelo le iba a abrir el estomago al caminante con un hacha, pero cuando estuvo a punto de hacerlo se detuvo.
─ ¿Qué pasa? ─pregunté, sin entender porque se detuvo.
─ No conocemos a este hombre ─contestó el mayor Potter, poniéndose de cuclillas ante el cadáver, buscando algo entre sus bolsillos ─. Caleb Holland nació en 1986; al morir solo tenía diez dólares en su bolsillo y la foto de su pareja ─termino de leer ─. Si salimos de aquí, le deberemos la vida a Caleb Holland. Las personas importan. Mara, no importa si estamos en medio de un apocalipsis.
Mi abuelo tomó nuevamente el hacha y empezó a abrir su estomago, dando repetidos golpes.
En ese momento sí se comportó como un buen abuelo, pero... ¿en realidad había cambiado?
[...]
Rick ahora tiraba golpes al estomago del caminante, abriendo y mostrando las tripas del caminante de Wayne Dunlap, que ahora nos salvara la vida.
Yo solo hice muequitas, mientras los demás soltaban quejidos de asco.
─ ¿Todos tienen guantes? ─preguntó Grimes y los presentes asintieron.
─ Que nada toque su piel ni los ojos ─acoté, acercándome a Glenn.
Rick fue el primero en untarse de tripas y sangre, por otro lado, yo tome un poco de tripas en mis manos, para luego untárselas a él, sintiendo como todo su cuerpo tembló con el toque mis pequeñas manitas.
─ ¿Se siente bien, verdad? ─pregunte, sonriendo de lado con clara malicia.
─ Estas loca ─acusó.
─ Desde que nací. ─contesté mientras seguí cubriéndolo y recubriéndolo de tripas, muchas tripas.
─ ¡Dios, esto es muy malo! ─chilló Glenn.
─ Piensa en otra cosa, como perritos y gatitos. ─recomendó Rick.
─ Perritos y gatitos muertos. ─bromé, haciendo que Glenn palidezca por unos segundos, y luego se gire a vomitar en la cubeta que tenía cerca.
─ ¡Eres cruel! ─regaño Andrea.
─ ¿Soy la única? ─contraataque.
Luego todos seguimos con el trabajo de empanizar a los dos val
Luego seguimos con el trabajo, y despues de unos minutos, Rick pregunto:
─ ¿Olemos como ellos?
─ Definitivamente ─respondí haciendo una mueca.
─ Bien, si lo logramos estén preparados ─ordeno Grimes.
─ ¿Y Merle? ─inquirí.
Rick busco algo en su bolsillo y luego llamó a T-dog, para pasarle las llaves de las esposas.
─ Creo que necesitan más entrañas. ─dije.
─ ¡No! ─exclamo Glenn, pero ya era tarde, Rick ya volvía a tomar el hacha para seguir destripando al errante.
Comencé a correr detrás de los adultos, para así llegar al techo, de donde podríamos observar a Rick y Glenn hacer su gran hazaña. Y sé que antes dije que no era religiosa, pero rezaré por ellos; espero que Dios sí escuche a esta niña, al menos una vez.
─ Oigan ¿Qué sucede? ─fue lo primero que escuchamos de Merle cuando llegamos a la azotea.
─ ¡T-dog, vuelve a probar con esa radio! ─ordenó Morales, corriendo a ver por las barandillas del borde.
Me puse de puntillas para observar mejor, y luego apunté a donde los hombres estaban ─ ¡Por ahí!
Pero Dios quiere que esta escena la recree otra vez.
Dios solo quiere verme sufrir.
Nubes negras comenzaron a aparecer sobre nuestras cabezas, terminando con el espectacular cielo despejado que teníamos hace tan solo unos minutos.
─ ¡Esperen! ─gritó Merle haciéndome girar ─ ¿Ese idiota anda en la calle con las llaves de mis esposas?
Pero como respuesta, T-dog le mostró que él tenía las llaves, haciendo que Merle frunciera el ceño, enojado por el hecho de que el moreno tuviera aquel objeto que le daría a él libertad.
Volví a ver el cielo, y observé como este ya estaba completamente nublado.
─ Va a llov...─ni pude terminar de hablar, y gotas de lluvia ya caían en mi rostro ─. No lo lograrán ─dije empezando a hiperventilar.
─ Demonios ─masculló Morales, que me vio y volvió a hablar ─. Pasara rápido, estas lluvias son pasajeras, cálmate, Sam ¿Sí?
─ Sí... ─balbuceé, viendo abajo, tratando de regular mi respiración.
Ellos ya habían empezado a correr y a ser perseguidos por caminantes, afortunadamente lograron llegar al camión y subir ahí, pero cuando pense que iban a regresar por nosotros, vimos cómo el camión en donde estaban giraba, conduciendo hasta el lado contrario de donde nos encontrabamos... alejados.
─ Nos dejan ─habló Andrea, en un tono de decepción.
No puede ser...o tal vez si, pero Rick...
Al fin y al cabo, solo soy una niña que conoció hace poco; no tiene ninguna responsabilidad conmigo; tampoco es que me había encariñado con él (creo).
Cuando ya estaba perdiendo las esperanzas, una voz en la radio me las devolvió. Haciendome sonreír.
─ ¡Las puertas elevadizas que dan a la calle, estén ahí y prepárense! ─habló Glenn por la radio.
Los adultos tomaron sus cosas rápidamente.
─ ¡Bien, vámonos! ─grito Morales, empezando a correr, haciendo que Jackie, Andrea y yo bajemos primero, mientras él esperaba en la puerta a T-dog, que supongo que ya estaba liberando a Merle.
─ ¡Ven aquí! ─exclamó Andrea, girando sobre si misma y subiendo las escaleras hasta llegar a mi, para luego alzarme en brazos y bajar a toda prisa ─. Ibas muy lento ─explico mientras corría.
Cuando llegamos abajo, la rubia me bajo para ayudar a Jackie con las cadenas, para así abrir la puerta corrediza entre las dos y salir lo más rápido posible.
─ Shh ─pidió Morales cuando escuchamos las alarmas de un auto. ─ ¿Que es eso?
Yo sonreí, aferrándome a los tirantes de mi mochila ─ La distracción.
─ ¡Espérenme! ─escuchamos gritar a T-dog, muy desesperado. Él llegó a nuestro lado y se puso a ayudar a tirar de las cadenas ─ ¡Ya vienen!
Una vez abierta, empezaron a tirar sus cosas adentro. Rick me tendió la mano para subir y acepté; sin embargo, aún no me acomode; solo me giré para ayudar a meter las cosas que Andrea me tiraba.
─ ¡Acelera! ─pidió Morales, agarrando las puertas del camión.
Rick encendió el carro y avanzó un poco mientras Andrea terminaba de subir. Pero justo ese movimiento hizo que algo se cayera. Sentí claramente el sonido de metal cayendo, y cuando mi vista fue hasta el piso, me di cuenta que era la pequeña plaquita que guardaba en mi mochila. Giré rápidamente y me di cuenta que el cierre estaba roto, así que por eso se cayó.
No me importo que la puerta del camión cerrandose casi me golpea, salte hacia el piso. Los adultos se demoraron en captar que yo salte, pero cuando lo hicieron ya habían acelerado.
Gateé a buscar la placa; ni siquiera me di cuenta de que ya tenía caminantes a pocos metros de mí.
Una vez consegui lo que quería, recien me preocupe por mi. Mire a todos lados con desesperación. Vi el camión detenerse una cuadra más adelante en la curva. Comencé a correr, pero me espanté cuando un auto rojo casi me atropelló.
¿Está borracho?
─ ¡Sube! ─gritó Glenn, y yo sin pensarlo entré rápidamente al lugar del copiloto.
Apenas lo hice él aceleró, y vi cómo el camión también lo hizo. Supongo que vieron cuando subí.
─ ¡Casi me mata!
─ ¡Estas loca!
─ Tenía que salvar lo único que me queda de papá. ─murmuré, mientras Glenn hacía maniobras para escapar de los caminantes.
No dijo nada más hasta que salimos a la carretera, y es más, creí que cuando ya no estuvieramos siendo perseguidos por caminantes me regañaría o algo parecido, pero no lo hizo. En su lugar pisó el acelerador a todo lo que daba.
Me tuve que sujetar al asiento para no estrellarme con el tablero del auto; incluso tuve que ponerme el cinturón para no morir.
─ ¡Anda, Sammy, disfrutalo!
─ ¡Creo que el loco eres tú! ─grite ─ ¡Y no me digas Sammy!
Merlín, no sé si llegue viva.
▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝
Gracias por el apoyo, banda <3
▬▬ with love, Lucy Rhee
▬▬ palabras; 5647.
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