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𝟬𝟭𝟰 | new baby

014. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗨𝗥𝗧𝗘𝗘𝗡 ──

── 𝗇𝖾𝗐 𝖻𝖺𝖻𝗒 •˖* 📼 ☄️

Saben, yo estaba segura que la locura de Shane-Voldemort se debía a Sophia, es decir, no a ella en sí, sino a su búsqueda. Pero ahora que apareció, él sigue igual de molesto. Mi mente intentó defenderlo, pero no pude. Sí, sé que Hershell dijo que nos vayamos de sus tierras, pero reclamarle al señor Grimes de la manera en que lo hizo... no es justo.

Bueno, quitando al señor tenebroso de los asuntos de hoy, Sophia estaba aquí, viva; eso es lo que en verdad importaba. Su madre la llenaba de amor, y yo... bueno, me encuentro existiendo, aunque ahora mismo estoy yendo a la casa Greene, pues Maggie dijo que quería hablar conmigo.

─ ¿Qué haremos luego? ─escuche que Maggie dijo aquello con la voz entrecortada, así que me asome por la puerta, siendo testigo de cómo Glenn le dejaba un tierno beso en la frente.

─ No sé. ─respondió el coreano.

Toqué la puerta, y la chica Greene con un movimiento de mano me indicó que podía entrar. Glenn pasó por mi lado, despeinando mi cabello antes de irse. Supongo que tiene que ayudar con el funeral... o funerales.

─ Dijiste que querías hablar conmigo. ─murmuré mientras me balanceaba sobre mis talones.

Ella tenía los ojos hinchados por llorar, supongo que por la conversación que había tenido con Glenn.

Luego de unos segundos, extendió sus brazos en mi dirección, como si quisiera darme un abrazo. Así que lo pensé, pero no quería ser grosera. Me acerqué a ella y dejé que me diera un abrazo, que fue muy corto... y no se sintió tan mal, pero no volvería a dar otro si me dan a elegir. Creo que lo noto, por eso terminó el gesto y puso sus manos en mis mejillas.

─ Seguro ya sabes que mi papá no quiere que se queden ─contó y yo asentí ─. Mi papá seguro no se va a oponer, pero... puedes quedarte con nosotras.

Claro que me encantaría quedarme, pero... el señor Grimes se iría, la señora Grimes, Carl y Sophia no estarían. No podría dejar a Glenn, ni a T-dog, ni siquiera a Shane, y mucho menos al molestoso y apestoso de Daryl.

─ Maggs, gracias por la oferta, pero ellos me cuidaron desde que me conocieron, no los puedo dejar ─expliqué, y ella con una media sonrisa, asintió ─. Espera, ¿eso es lo que hablaste con Glenn?

Negó con la cabeza: ─ Aún no se lo digo. ¿Qué crees que diga?

─ Pues, la verdad no lo sé, pero le gustas ─conté, para después llevarme ambas manos a la boca ─. Ups, él me va a matar.

Ella soltó una risilla, al menos antes de ver por la ventana.

El pequeño e improvisado funeral había comenzado.





















Paso un buen rato desde los funerales. Luego de eso cada uno se fue a hacer algo; en el caso de los adultos, ellos terminarían de quemar los cuerpos de los caminantes que no eran familia o conocían a los Greene.

Yo quise ir, pero no me dejaron. Sin embargo, vi como Glenn le dijo algo a la señora Grimes, y esta última empezó a correr, pasando por mi lado como un rayo.

─ Sam, ¿puedes ir con Carl? ─preguntó.

─ Sí, pero, ¿qué pasó?

─ Ahora no, linda, ve con Carl. ─insistió la señora Grimes, así que asentí.

Me encaminé y me encontré con la señora Peletier, llegando con Sophia hacia nosotros. Todo era muy extraño y no querían contarnos nada.

─ ¿Pueden quedarse juntas? ─preguntó la mayor Peletier, y yo asentí ─. Iré a ayudar.

Odio cuando no nos cuentan qué pasa, no es que no vayamos a entender, y no nos pueden proteger de los problemas siempre, al menos no a mí. Me apellido Potter, eso debe decirles algo.

─ Vamos donde Carl. ─me encogí de hombros, mirando a Sophia y luego señalando las tiendas de campaña.

Avanzamos un largo tramo, pero antes de llegar a la tienda de los Grimes, ella me detuvo.

─ Quería devolverte esto ─habló de pronto, sacando el arma que yo le había dado aquella vez en el bosque ─. Es tuya.

Ella estiro su mano en mi dirección, ofreciéndome el arma, pero yo la rechace de inmediato. Es decir, tiene un significado especial para mí, pero también la que me dio el señor Grimes... De alguna manera, la que me dio él, no quería devolverla por nada del mundo.

─ Ahora es tuya. Debes tener una, y ya la disparaste, ¿verdad?

─ Sí ─sonrió ─. Tres veces, falle una, pero quién cuenta.

─ Por cierto, ¿dónde te encontró Daryl? ─pregunté, mientras entrabamos a la tienda donde Carl estaba sentado.

─ Me escondí en una casa, dentro de un congelador averiado. ─contó.

─ Hola, si, yo también estoy bien. ─comentó Carl, con un claro sarcasmo, y claro, frunciendo su pequeño ceño.

Vi como Sophia rodó los ojos ─ No te preocupes Carl, no te robare a tu novia.

─ No es mi novio. ─me quejé, poniendo mis manos en la cintura en señal de protesta.

─ No, pero sé que él ya pensó en todo un futuro a tu lado, ¿O no?

─ Claro que no. ─se quejó esta vez el menor Grimes, aunque luego trato de esconder una ligera sonrisa y sus mejillas tan rojas como mi cabello.

─ Claro que sí. ─replicó Peletier, sacando la lengua en dirección a Carl, quien le respondió con el mismo gesto.

─ Ay, tenían que ser niños. ─mascullé, y ambos giraron a verme.

─ Eres un año menor que nosotros. ─se quejaron al mismo tiempo.

─ Sí, par de ancianos. ─les saqué esta vez yo la lengua.

Y ahí es donde las carcajadas estallaron.

Cuando logramos calmarnos, los tres nos sentamos en el suelo, empezando a comer los dulces que Sophia había traído. Dijo que los encontró donde se escondió.

─ ¿Soy la única que piensa que Shane ya entró a la fase de locura? ─inquirí.

─ No, yo también lo pienso. ─apoyó la rubia.

─ Tal vez solo este así porque el no tiene a John. ─defendió Carl, y ambas lo miramos con confusión.

─ ¿Qué es un John? ─enarque una ceja; no entendía por qué mencionó ese nombre; nunca escuché que Walsh lo dijera alguna vez.

─ John Walsh, mi mejor amigo y el hijo de Shane. ─explicó.

─ ¿Shane logro reproducirse? ─interrogue.

─ Mara...─dijo Carl como en un regaño.

─ ¿Qué pasó con el tal John? ─preguntó esta vez Sophia, y yo miré a Carl, pues aún me parece extraño que Shane tuviera hijos y yo apenas me enterara.

─ No sé, cuando empezó todo, él se supone que estaba en Georgia con su mamá. De ahí no supimos más sobre él. ─narró el niño de ojos azules, un tanto triste mientras lo contaba.

─ Nunca me imaginé a Shane como padre. ─aseguré.

─ Bueno, a John le gustaba la época de clases, ya que solo en ese tiempo venía a King Country. ─explicó Carl, un poco más animado, recordando, supongo, los momentos que pasó con su amigo.

─ Yo veía a mis amigos o en el hospital en él que trabajaba mi abuela, o cruzando el sendero que llevaba a su granja. ─conté.

─ ¿Fui la única que tuvo amigos normales? ─ella frunció el ceño, metiéndose unos cuantos dulces a la boca.

─ Las vacas, los caballos y en general los animales son mejores que los humanos. ─aseguré y ambos abrieron sus bocas en señal de indignación ─ Ay, los cerditos son los más adorables.

─ ¡Para! ─pidieron ambos a la vez.

─ Uhh, también traje esto ─exclamó Soph, sacando un pequeño estuche de sus bolsillos ─. Dijiste que te gustaba tejer con estos hilos... bueno, creo que son estos hilos.

Reconocí de inmediato; eran hilos encerados de diferentes colores; eran varios rollitos.

─ ¡Gracias! ─chille, dando brinquitos, para finalmente abrazarla ─ ¿De casualidad ahí en tu sombrero mágico no tienes chicles o libros de Harry Potter?

─ Desgraciadamente solo tengo una jirafa. ─respondió con falso arrepentimiento, siguiéndome el juego.

─ Claro, olvídense que yo estoy aquí. ─refunfuñó Carl.

─ ¿Escuchaste eso? ─inquirió la rubia.

─ ¿Escuchar qué? ─bromee.

Y luego estallamos a carcajadas al ver como Carl se ponía todo enojado y rojo.





















La noche había venido tan rápido que me sorprendí cuando nos llamaron a cenar a la casa Greene. Así que, junto con Sophia y Carl, atendimos el llamado y nos sentamos en la mesa. En el momento en que lo hicimos, los adultos que colaboraban comenzaron a servir las cosas en medio de la mesa, y a nosotros tres, los más pequeños, no pidieron ayudar con los cubiertos.

─ Ya deberían de haber regresado. ─comentó Andrea, llegando junto a Shane para así cenar.

─ Sí, quizá se quedaron por ahí ─planteó el calvo Walsh ─. Los buscaremos por la mañana. Gracias. ─le dijo esto último a la señora Patricia, que le pasó un plato de ensalada.

─ Gracias, mamá ─habló Sophia, tomando una pequeña canasta donde habían panes ─. Toma, Sam.

─ Uhh. Gracias. ─dije, pasándole la misma canasta a Carl, pero no me hizo caso, así que solo la deje frente a él.

Su mirada estaba algo perdida, tal vez porque el señor Rick fue a buscar al señor Greene y él aún no regresó.

─ Carl, no te pongas mal, ¿si? ─pidió Shane al ver al menor Grimes algo cabizbajo ─. Tu padre es el más terrible hijo de...

─ No se permiten maldiciones en la casa. ─interrumpió la señora Patricia, con una mirada de regaño.

─ Lo siento. ─se disculpó Shane

─ ¡Lori, a cenar! ─llamó la señora Peletier.

Pero nadie respondió; entonces Maggie se apresuró a informar: ─ Ella no esta aquí.

─ ¿Dónde está? ─inquirió Dale, algo extrañado por aquello.

Es cierto, hace un largo rato no veo a la señora Grimes. Y me preocupé un poquito cuando ante la pregunta de Dale, nadie respondió.

¿Acaso nadie vio a Lori?

─ Carl, ¿Cuándo viste a tu mamá por última vez? ─interrogó Shane, y Carl de inmediato giró a verme.

─ En la tarde. ─contestó el menor a mi lado.

─ Sí, es cierto, la última vez que la vi estaba viniendo aquí. ─comenté.

─ Se preocupó por Rick, me pidió que cuidara a Sam y a Carl. ─informó Andrea... y eso explica porque nos estuvo observando toda la tarde.

─ ¿Fue a buscarlos? ─dijo Dale, deduciendo la situación.

─ Eso no me lo dijo. ─aseguró Andrea.

─ No entren en pánico. Seguro está por aquí. ─Shane intentó tranquilizar la situación, pero él se paró de pronto, dando a entender que sí hay que preocuparse.

Carl se paró y empezó a caminar detrás de Shane, así que yo hice lo mismo. Todos lo hicieron; fuimos a buscarla, recorriendo la propiedad, pero nada. Lo que ponía muy nervioso al menor de los Grimes.

Después de un rato de búsqueda, nos reunimos junto a las carpas donde dormíamos. Ninguno había encontrado a la señora Grimes.

─ No está en el granero. ─contó Shane, llegando junto a nosotros.

─ Busque fuera de la casa y sus alrededores; tampoco está. ─comentó T-dog.

─ ¿Dónde está? ─chilló Carl con preocupación.

─ Daryl dice que las llaves y un auto faltan ─informó Carol, llegando agitada ─. Seguro fue al pueblo a buscarlos; debió ir sola.

Carl se llevó la mano a la boca y empezó a llorar.

─ Oye, Carl...─Andrea intentó tranquilizarlo, pero no sirvió. Él solo empezó a correr en dirección a... quien sabe donde.

─ Yo voy. ─dije, y los adultos asintieron.

Así que empecé a correr para así alcanzar a Carl y no perderlo de vista.

Yo no había recorrido mucho, cuando escuchamos como un auto empezó a acelerar de forma brusca. Shane había salido a toda velocidad. Por un segundo Carl había dejado de correr para ver lo que pasaba, pero cuando acabó, su poca cordura mental dejó de funcionar.

Unos minutos pasaron, y él por fin paró, dejándose caer en el suelo, junto a un árbol, para así seguir llorando.

Y era entendible, era su madre. En este mundo ya no sabes si volverás a ver a alguien que quieres.

─ Carl...─llamé con la voz más dulce y calmada que me pudo haber salido, pero él solo se cubría su rostro con ambas manos mientras sollozaba.

Caminé con mucho cuidado, para luego apoyar una de mis rodillas en el suelo, y luego la otra. Quedando arrodillada a su lado. Coloqué una de mis manos en su hombro, dejando palmaditas en este; así vi que las personas calman a otras personas.

─ La señora Grimes es fuerte, va a regresar bien. ─aseguré, pero en realidad yo estaba preocupada. Es decir, ella está embarazada.

─ ¿Tu crees? ─inquirió, dejando ver un poco de sus ojos, que ya estaban rojos de tanto llorar.

─ Sí. ─empecé a tomar sus manos, para así retirarlas de su rostro ─. Además, tus padres son las personas más fuertes que conozco. Ellos regresarán.

Limpie con cuidado las lágrimas de sus mejillas con las mangas de mi camiseta. Y cuando menos lo esperé, él se lanzó a mí, abrazándome, así que yo termine correspondiendo. Era lo mínimo que podía hacer.

Así nos quedamos, abrazados por...¿minutos?...¿Horas?...¿años?

Finalmente, nos separamos poco a poco. Carl ya se había calmado un poco.

Nos quedamos un rato solos mirándonos; claro, de vez en cuando dábamos miradas a la entrada de la granja, para ver si al fin regresaban.

De pronto, me tiré en el suelo, quedando boca arriba, y él imitó mi acción.

─ ¿Sabes? ─pregunté ─. Quisiera estar hecha de estrellas.

─ ¿Hecha de estrellas? ─inquirió con algo de confusión.

─ Es algo que solía decir mi abuela: me relacionaban con las estrellas. Y cada domingo en la noche me repetía la misma frase, "Mira las estrellas". Ve su belleza y en esa belleza, mírate a ti misma" ─cite ─. Cada vez que iba al pueblo para las misas dominicales, veía a las niñas con sus vestiditos bien planchados, de la mano de sus madres. Yo me sentía fatal, es decir, nunca conocí a mi madre y nunca fui la niña linda en un grupo...

─ Tu eres linda ─masculló, interrumpiéndome. Lo vi ponerse rojo, pero no dejo de hablar ─ eres la niña más bonita de este grupo.

─ Dilo enfrente de Sophia y pierde un diente. ─dije divertida, antes de suspirar ─. Yo debería estar consolándote, no tú a mí.

─ No importa, me distraes de pensar en cosas malas.

─ Tu padre me enseñó a tener pensamientos positivos.

─ Mi papá te quiere mucho.

─ Es un gran hombre. ─aseguré, buscando con la mirada alguna de las constelaciones que me sabía de memoria, pero no encontré ninguna, así que solo me limité a seguir observando el cielo nocturno.

Rogándole a un ser divino que todos los que se fueron regresen a salvo, incluso Shane.





















El motor de un auto se escuchó a lo lejos, y nos hizo pegar un brinco del suelo. Así que ambos comenzamos a correr hacia aquel vehículo. Como estabamos lejos, no llegamos a tiempo para ver el principio de todo esto, de todas formas, nada justificaría que Shane y Lori estén peleando, más si Lori está embarazada.

─ Debía asegurarme que tú y el bebe estén bien. ─se excusaba Walsh.

La cara de confusión de Carl era magnífica; si tuviera una cámara le tomaría una y mil fotos. Aunque ahora no era momento de burlarme, así que caminé con él, abriéndonos paso entre los adultos.

─ ¿Tendrás un bebé? ─fue lo primero que preguntó al ver a su madre. ─ ¿Por qué no me dijiste? ─habló algo molesto.

Lori abrió y cerró la boca, queriendo responder algo, pero no supo que decir.

─ ¿Está bien, señora Grimes? ─pregunté, señalando el pequeño hilo de sangre que bajaba por el contorno de su rostro.

─ Lo averiguaremos ─intervino Dale ─. Vamos, Lori, te revisaremos.

Caminamos hasta la casa, donde obligamos a la señora Grimes a sentarse a descansar. Yo quise irme, porque sabía que iba a tener "La charla" con Carl, pero ella quiso que me quede, así que me senté en el sofá junto a ella. Pasándole unos algodones para que así pueda limpiarse la sangre.

─ Lamento haberme ido así. ─se disculpaba tanto con su hijo como conmigo, al parecer a estas horas del partido a ella y al señor Grimes se les olvidaba que yo no era su hija o algo así.

─ Está bien. ─aceptó Carl.

─ Solo quiso velar por la seguridad de su familia. ─dije ─ y la admiro por ello.

La mujer me dio una media sonrisa.

─ Yo no tenía miedo. ─soltó el menor Grimes.

Uy, sí, claro. El hombro de mi camiseta lleno de lágrimas y mocos no dice lo mismo.

─ ¿Cuándo volverá papá?

─ Esperemos que pronto ─respondió ella no muy convencida.

─ Quiero estar cuando le digas sobre el bebé. ─pidió Carl, acomodándose su sombrero.

─ Cariño, él ya lo sabe. Solo buscábamos el momento justo para decirte a ti.

─ ¿Es niño o niña? ─inquirió el ojiazul.

─ Bueno, eso no lo sabremos hasta que nazca. Pero en circunstancias normales debemos esperar 18 semanas para saber el sexo del bebe con una ecografía ─expliqué, dejando boquiabiertos a los adultos, claro, y a Carl.

─ ¿Cómo lo sabes? ─preguntó Dale.

─ Mi abuela era obstetra; pasé mucho tiempo en el hospital. ─respondí, encogiéndome de hombros.

─ Pero... ¿puedo sentir cómo se mueve? ─preguntó Carl con esperanzas que le dijeran que sí.

─ ¿Puedo yo matarle las ilusiones? ─pedí, haciendo reír a los presentes.

─ No, al principio no se siente aún. ─le respondió su madre, haciendo que él haga un corto puchero ─. Seguro tienes muchas preguntas.

Se giró a ver a Dale y Andrea.

─ Nunca hablamos de esto. Creo que lo olvidamos.

Carl miró a Dale con la esperanza de obtener respuestas.

─ No me mires a mi muchacho, eso lo tiene que hacer tu padre.

Shane apareció de la nada en el marco de la puerta, haciéndome sobresaltar por lo repentino de su llegada.

─ ¡Por María, José y el burro! ─exclamé, tocando mi pecho con dramatismo ─ ¿te teletransportas o que?

Walsh rodó los ojos, ignorándome, para luego hablar: ─ Oye, amigo ─se dirigió a Carl ─. Escucha, lo siento. Pensé que lo sabías.

Pero Carl sonrió; al parecer, la revelación espontánea no lo enojó. ─ Seré hermano mayor. ─dijo con orgullo.

─ Es super, ¿no?

─ Sí que lo es ─aseguró Walsh, pero yo solo podía ver cómo Lori estaba enojado con él. ─. Escuchen niños... ¿Les importaría que hable a solas con Lori?

Yo iba a intervenir, pero Andrea habló primero: ─ Quizá más tarde, cuando Lori haya descansado.

Así que Shane no se aguantó las ganas de hablar. ─ Lori, tenía que traerte de regreso, si no, no hubieras venido.

Un silencio incomodo inundó la habitación.

Shane dio unos pasos, apoyándose en el sofá donde estábamos sentados. ─ Puedes... Escucharme, por favor, ¿está bien?

─ Niños ─la señora Grimes nos vio ─ ¿nos dan unos minutos?

─ Claro ─aceptó Carl ─. Busquemos a Sophia, Sam.

Yo asentí, levantándome y siguiéndolo.





















Un nuevo día había comenzado, y ni rastros de Glenn, Hershel y Rick. Sentía una inquietud constante en el aire, como si todos estuviéramos conteniendo la respiración, esperando algo, cualquier cosa, que rompiera el silencio de la granja. Con ese pensamiento en mente, me decidí a ir a ver cómo estaba Beth. Sabía que Maggie había estado junto a su hermana todo el tiempo, y aunque intentaba mantenerse fuerte, no podía ocultar la sombra de preocupación en sus ojos. Ella había creído que si hablaba con Beth o le contaba algo divertido, tal vez lograría que sonriera.

A pesar de que Maggie no quiso contarme lo que pasaba realmente, me bastó con mirar a Beth para darme cuenta: estaba en shock (o algo así). Lo que había ocurrido en el granero la había destrozado, aunque nadie lo dijera en voz alta.

Maggie, tratando de mantener la calma, me pidió que fuera por un libro. Al principio pensé que quería distraer a su hermana, pero rápidamente entendí que solo quería que me alejara. No quería que viera el estado en el que estaba Beth, ese tonto pensamiento de "los niños no deberían ver eso".

Me refugié en la sala de la casa Greene, agarré un libro al azar y comencé a leerlo. Carl y Sophia estaban sentados cerca de mí. El silencio era pesado, incómodo, roto solo por el crujir de las hojas del libro al pasar las páginas. Pero cuando escuchamos el sonido de motores acercándose, todos saltamos al mismo tiempo. 

Sin pensarlo, salimos corriendo hacia el patio. La emoción en los ojos de Carl fue inmediata cuando vio la camioneta acercándose. Soltó la mano de su madre y corrió hacia su padre, su pequeño cuerpo chocando contra el de Rick en un abrazo. Por un momento, todo pareció volver a la normalidad.

Por otro lado, vi a Maggie correr hacia Glenn, quien la abrazó brevemente, casi con torpeza, antes de apartarla. Algo no estaba bien. Fruncí el ceño, notando la tensión en su rostro. 

Raro...

Pensaba mientras seguía observando.

Antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, Hershel irrumpió en la escena, su voz autoritaria y rápida.

─Patricia, prepara todo para una cirugía. ─ordenó sin perder un segundo, caminando hacia la casa con paso firme. Patricia lo siguió de inmediato, sin hacer preguntas. Algo grave había pasado.

Mi cuerpo actuó antes que mi mente, y en cuanto vi a Glenn, corrí hacia él, buscando el consuelo que me ofrecía su presencia. Me abrazó con fuerza, como siempre, y su mano revolvió mi cabello.

─ ¿Qué es eso? ─señalé hacia la parte trasera de la camioneta, donde había algo (o alguien) que no había notado antes.

Glenn soltó un suspiro, miró hacia donde yo señalaba y luego respondió, con una seriedad inusual en su voz:

─ Es Randall.

Me quedé en silencio, intentando procesar lo que veía. Entrecerré los ojos, y poco a poco, la imagen se hizo más clara. Ahí, atado y con los ojos vendados, estaba un adolescente en muy mal estado. Sus heridas eran visibles desde la distancia, y la sensación de que las cosas solo iban a empeorar me invadió de golpe.





















─ La verdad, es que yo siempre le aposte a Hershell. ─dije, caminando junto a Sophia. Y recordando como el mayor Greene le cerro la boca a Shane.

─ De ahora en adelante te seguiré. Siempre apoyas al equipo vencedor. Si el mundo no hubiera sido infestado de caminantes, me haría millonaria contigo.

Ambas nos pusimos a reír, dejándonos caer cerca del un pequeño jardín, donde habían flores creciendo.

─ Te vi ayer, muy cerca de Carl. ─contó Sophia.

─ ¿y....?

─ ¿Te gusta? ─inquirió muy divertida.

─ Iugh, no. Es hombre. ─respondí sin pensarlo.

─ Oh vamos, soy tu amiga, no tienes que ocultarlo.

─ Es la verdad. Carl es solo un amigo. ─aseguré, acariciando las flores con las yemas de mis dedos.

─ Síndrome de Adrien Agreste. Típico en niñas de tu edad.



















▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝

Sophia le sabe al pop.

Y solo para que se den un idea, John Walsh estará interpretado con Jaeden Martell (Bill en It)

En fin, lxs amo y les agradezco el apoyo que le han dado al fic <3

palabras; 3871 
▬ With love, Lucy Rhee.

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