Truyen2U.Net quay lại rồi đây! Các bạn truy cập Truyen2U.Com. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟬𝟮𝟱 | when the dead come knocking

025. ┊໒ ⸼۰𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬 𝗙𝗜𝗩𝗘──

── 𝗐𝗁𝖾𝗇 𝗍𝗁𝖾 𝖽𝖾𝖺𝖽 𝖼𝗈𝗆𝖾 𝗄𝗇𝗈𝖼𝗄𝗂𝗇𝗀 •˖* 📼 ☄️

(recuerden, voten, comenten y diganme que opinan de John <3)

De un momento al otro, logramos ver cómo ella sacó su arma, pues los caminantes estaban empezando a acercarse mucho. En ese momento, noté cómo cojeaba; al parecer, tenía la pierna lastimada.

─ Tú abres, yo la ayudo, ¿va? ─le mencioné mi plan a Carl, pero él me dio una mirada de reprimenda, para inmediatamente después ver a su progenitor.

─ ¿La ayudaremos?

Rick no nos dio respuesta. Así que yo estuve a dos segundos de hacer esas cosas que siempre hago por impulso; sin embargo, el señor Grimes se dio la vuelta, llegando a nuestro lado. Al parecer sí accedería a ayudar...o tal vez solo nos arrastraría hasta dentro de la prisión.

Sea lo que sea que iba a hacer, quedó en el olvido cuando vimos a la mujer desvanecerse frente a nosotros. Y por si fuera poco, mis niveles de preocupación escaparon de sus límites cuando, a lo lejos, por los arbustos, vi lo que parecía ser unos brazos de un humano. Sabía que era un humano y no un no muerto porque su piel no parecía la de un caminante; era pálida, pero no al punto de lucir así...muerta.

De pronto, el disparo que dio Carl me hizo reaccionar.

─ ¡Carl! ─llamó su padre, y el nombrado le tiró el manojo de llaves.

Rick Grimes abrió la puerta tan rápido como pudo, mientras yo palmeaba a ambos lados de mis piernas. Daryl me había dado un porta armas y aún no me acostumbraba a saber dónde estaba mi revólver. De todas formas, me tardé apenas unos segundos en tomar mi arma, solo que, a diferencia de los Grimes, yo no me puse a matar caminantes; tenía que saciar mi curiosidad.

Escuché que Carl gritó mi nombre, pero no me importó.

─ Sal ahora o una linda bala atravesará tu trasero. ─murmuré, al ver aquellos zapatos sobresalir de los arbustos.

Daryl en ese momento estaría muy orgulloso de mí; siempre suele utilizar trasero en todas sus frases. Al menos cuando se trata de mí: "Dragón, levanta el trasero de ahí". "Mueve más rápido el trasero; esa ardilla que maté se movía más rápido que tú".

─ Si sigues tratando tan mal a la gente, no harás amigos. ─respondió aquel niño.

Estaba sentando entre los arbustos, sujetando con sus manos una zona de su pierna derecha. Parecía herido, o incluso que lo habían mordido. No estaba muy segura, pero no me daba buena espina. Quizá pueda ser peligroso que entre...pero está herido. No sé.

─ No necesito amigos ─respondí mientras le seguía apuntando ─ ¿Te mordieron?

─ No te importa.

─ Claro que no, pero están metiendo a tu amiga ahí adentro, y si tú quieres ir con ella, deberás contestar.

─ ¡Samara Marianne Potter! ─escuché que Carl gritó mi nombre, llegando rápidamente a mi lado. ─ ¡Vamos a cerrar las rejas...

Gire a ver a Carl, primero con miedo, mucho miedo. Había dicho mi nombre completo, y eso solo significaba cosas malas. Sin embargo, cuando paro de hablar, él puso cara de haber encontrado el mejor tesoro del mundo. No entendía por qué.

─ ¿Carl? ─preguntó el niño desde el suelo. ─ ¡Amigo! ¿Conoces a esta loca? ¡Me amenazo! ¡Es una salvaje!

No estoy entendiendo. No entiendo nada, y odio no entender.

─ ¿Lo conoces? ─pregunté, pasando mi mirada de Carl al niño grosero que está tirado en el suelo.

Él no me respondió. De hecho, me ignora. Carl solo se enfocaba en el nuevo chico; lo veía, parecía alegrarse, lo cual era raro, porque no suele estar tan feliz desde lo que pasó con Lori.

─ ¡John!

Quedé congelada en mi sitio.

─ Mara, ayúdame. ─pidió Carl.

Yo lo miré, claramente indignada. En un principio, no tenía ni idea de quién diablos era John, pero cuando recordé aquella conversación que tuve con Carl y Sophia en la granja, lo recordé. Miré la cadenita que tenía en mi cuello, aquella que Shane me había dado. Él era su hijo.

Me acerqué a ellos, pasé mi brazo por la espalda de John, ayudándolo a caminar hasta la entrada de la prisión, donde Hershell nos dijo que Rick había entrado. Así que una vez nos metimos, tuve que ayudar a John a mantenerse de pie mientras Carl iba a cerrar la reja.

Yo no le agradaba, él no me agradaba. Pero compartíamos algo, y no hablo de Carl Grimes.





















Daryl se había enterado de que había salido de la prisión. De hecho, Rick me había traicionado y le había dicho a Dixon que cierta pelirroja salió y se fue al bosque. Claramente estaba exagerando, pero él no lo entendió así. Supongo que en su mente fue algo así como "Sam se fue, se escapó, casi no vuelve, blah, blah, blah".

─ Mocosa, estás castigada. ─sentenció Daryl, mientras Rick se encargaba de la mujer y del niño nuevo.

─ No me puedes castigar. ─murmuré, frunciendo el ceño.

─ Oh, claro que puedo.

─ No.

─ Te quitaré tus armas. ─habló con voz firme.

─ No puedes, porque si hay un ataque, puedo morir. ─dije con obviedad.

─ Te tendré de cabeza en una de las torres de vigilancia.

─ Me puedo morir.

─ Te daré de comer una ardilla ─me señaló.

─ Ya no hay ardillas, las cazaste todas. ─me crucé de brazos.

─ Una semana sin Sophia y sin Carl.

Abrí la boca, muy indignada. ─ ¡Le contaré a Rick sobre esto! ¡Es una injusticia! Aunque Rick me traicionó y...

─ Sí, bueno, la castigas después; ahora viene conmigo. ─sonrió Sophia, tirando de mi brazo muy animada.

Me llevó hasta las celdas, donde no pude evitar formar una sonrisa al ver a Carol, ahí, vivita y coleante. Esto era un milagro; todos pensamos que ella había muerto. Aunque está un poco débil, está viva, es lo importante.

Corrí hacia ella y le di un abrazo, uno que ella correspondió, y solo nos separamos al ver a Rick en el umbral de la puerta.

─ Gracias a Dios. ─masculló Rick, yendo a abrazar a la mujer.

─ ¿Cómo? ─preguntó Hershell, quien ahora también la abrazaba.

─ La encontramos en una celda, desmayada y deshidratada. ─contó Daryl.

Beth también se acercó; tenía a la bebé en brazos. En ese instante, Carol hizo un ruidito de felicidad al ver a la pequeña, pero luego se dio cuenta de algo.

Lori no estaba.

Como si no pudiera creerlo, giró a ver a Rick en busca de respuestas, pero la simple mirada de tristeza de este le respondió.

Rick y Carol sollozaron. Yo busqué rápidamente con la mirada a Carl, y ya tenía los ojos vidriosos, así que me acerqué a él, y apenas lo hice, tiró de mí, llevándome lejos del grupo. Me dejé arrastrar, ni siquiera me quejé. Pasaron largos minutos en los que me llevó lo más lejos posible, y cuando ni una sola alma podía vernos o escucharnos, por fin se detuvo. Se sentó en un par de cajas, y ahí pude el dolor en su mirada.

─ Duele, Mara, aún sigue doliendo. ─murmuró entre sollozos.

─ Lo sé. ─respondí.

─ ¿C-cuándo se acabará? ─sorbió su nariz.

Yo suspiré. ─ El dolor nunca se va; sí, sé que suena pesimista, pero es la verdad. Nunca se va, solo te vas acostumbrando a vivir con él.

─ No podré ser feliz, nunca.

─ Claro que lo serás; debes sonreír por aquellos que ya no pueden hacerlo. Yo sonrío por mi abuela, mi abuelo, mi papá, Dale, Mark Sloan, por Andrea, Amy, Jimmy, Patricia, Jim, por T-Dog, por Lori. Yo sé que desde un lugar muy hermoso ellos nos ven y sonríen cada vez que nosotros lo hacemos; ellos nos acompañarán por el resto de nuestras vidas.

Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, se tomó unos segundos para calmarse y finalmente dijo: ─ Hablas muy bonito.

─ He perdido muchas personas; saber cómo consolarme a mí misma tuvo que ser una prioridad. ─lo miré, sonriendo de lado.

─ Nunca me perderás a mi . . .

Solo espero que eso sea cierto, Carl





















Carl se había tomado muy en serio su trabajo de supervisar a Michonne, la nueva mujer. Prácticamente tenía su pistola apuntándole en la cabeza para que no se le ocurriera hacer nada raro mientras la curaban.

Hershell era quien lo hacía; estaba ocupándose de la herida de bala que tenía la pierna de Michonne. Yo, por mi parte, estaba curando la herida de John, que fue solo una bala que rozó su pierna; solo era sangre, dolor y unos dos o tres puntos de sutura. No era difícil, pero sí divertido.

─ ¡Carl! ─se quejó John, mientras yo sonreía maliciosamente ─ ¡Este demonio me odia! ¡Auch!

─ No te muevas. ─pedí, usando cada gota de control que hay en mi organismo para no clavarle la aguja en uno de sus ojos; es más dramático que yo y que Glenn juntos, lo cual ya es decir mucho. Incluso le gana a Sophia.

─ ¡Auch! ─se volvió a quejar.

Solté un gran suspiro, para luego pellizcarle el brazo, y mientras él se quejaba, terminé de hacerle el último punto de sutura.

─ Listo, terminé, puedes dejar de llorar. ─me levanté, tomando las cosas que traje para ayudarlos.

─ ¿Por qué hiciste eso? ─preguntó Carl, aunque fue más un regaño que otra cosa.

─ Porque se quejaba demasiado por la pierna, y se movía mucho. Así que hice que tuviera dolor en otra parte para que olvide el de la pierna ─expliqué y él asintió. ─ Aunque también hubiera funcionado si lo hacía reír, ¡pero dijo que era un demonio!

John entrecerró los ojos, juzgándome con la mirada. ─ Gracias.





















Vi cómo Daryl le decía algo a Carl, y luego dejaba palmaditas en su hombro. Al menos no se están matando; eso, para mí, ya es un gran progreso.

Rick llamó a su hijo, y Daryl aprovechó ese momento para venir hacia mí. Era extraño, es decir, en estos días se acercó mucho a mí. Es extraño porque no se siente como Glenn o Maggie; con él es diferente... pero no entiendo por qué. Se preocupa por mí (aunque lo niegue), pero Rick, Glenn y Maggie también se preocupan por mí... ¿por qué se siente diferente?

─ ¿Seguro que no puedo ir? ─inquirí, con la esperanza de que un "sí" saliera de su boca.

─ No.

Yo suspiré, asintiendo.

Oh, sí. Glenn y Maggie habían sido secuestrados. Fueron a buscar comida y cosas para Judith, pero alguien se los llevó. Así que quería rescatarlos. Los quiero mucho a ambos y no quería que nada les pasara. No quiero perder a más personas. No puedo perder a más personas.

─ Mira, tú te quedarás cuidando el fuerte y cuidando a todos. Te enseñé cómo se hace ─puso una de sus manos en mi hombro ─. Traeré al chino y a Maggie.

─ Coreano. ─ corregí.

─ Japonés. ─repuso, antes de posar su mano en mi cabeza y despeinarme. ─ cuídate.

─ Tú también.

Papá.

Daryl subió al auto, y yo me despedí con la mano de Rick, quien me correspondió con el mismo gesto.

Miré al cielo un segundo, pidiéndole a un ser superior que los cuidara. De pronto, mi pedido fue interrumpido por Carl Grimes, quien tenía una sonrisa en su rostro. Lo cual, en estos días, era muy raro.

─ Mi hermana ya tiene nombre. ─ sonrió orgulloso.

─ ¿Cuál? ─ pregunté con entusiasmo.

¿Será Luna? ¿Será Sam? ¿Será...?

─ Judith.

Yo sonreí al escuchar el nombre.

─ Me gusta, así podremos llamarla Jude, Juddy...

─ Apuesto a que le pondrás muchos apodos.

─ Si, además, le enseñare sobre Harry Potter, no dejaré que sea una muggle como tú. ─señale.

Él negó repetidas veces ─ Me alegra que te guste. Ahora, vamos a que Sophia conozca a John.

─ ¿Quieres desatar la tercera guerra mundial?

─ Pues no hay nada mejor que hacer. ─se encogió de hombros.





















Sophia entrecerró los ojos, analizando de pies a cabeza a John luego de que Carl los había presentado. Fue muy raro ese encuentro, incluso a mí me dio miedo que, de pronto, ella saltara contra John y lo asesinara. Sin embargo, fue muy civilizada, y antes de hacer algo, vino hacia mí.

─ ¿Lo odiamos?

Lo pensé por unos segundos. ─ No, pero está a prueba.

Sentimos la pesada mirada de los dos niños sobre nosotras, así que no pudimos terminar de hablar sobre todo lo que pensábamos del nuevo.

─ ¿Ya terminaron de psicoanalizarme? ─preguntó John, con los brazos cruzados.

─ Oh, vaya, sabes más palabras que Carl ─señalé, ganándome una mala mirada del nombrado. ─. Si conoces a Harry Potter, prometo nunca más psicoanalizarte.

Él me miró por unos segundos, como si pensara seriamente en mi oferta.

─ ¿Ravenclaw? ─John enarcó una ceja.

─ Aunque a veces Slytherin ─gracias al mucho tiempo que empecé a pasar con Daryl ─, pero sí, soy Ravenclaw. ─respondí, para luego pensar en las pocas cosas que sé de él hasta ahora ─ ¿Tú eres Slytherin?

─ Sí ─asintió, sonriendo levemente ante mi acierto ─. Carl es Gryffindor y apuesto mi pierna derecha a que Sophia es Slytherin. Tiene cara de querer matarme.

─ Bien, ¿podemos cambiar a Carl por John? ─me preguntó mi mejor amiga, antes de volver a dirigirse al chico Walsh─. ¿Taylor Swift?

─ Mi canción favorita es Blank Space. ─se encogió de hombros.

Yo abrí y cerré la boca, señalando a Carl y John una y otra vez.

─ ¡¿Como terminaron siendo amigos?! ─exclamé, habían tocado una fibra en mi, y me estaba emocionando por el descubrimiento ─ ¡Carl no sabe ni quién es Taylor! 

─ Créeme, Sam, intente que la escuche, pero es un simple muggle, ¿Qué se puede esperar de él?

─ Gracias, John. ─soltó Carl con sarcasmo.

Y así, sin esperarlo mucho, pasamos toda la tarde conversando de cosas banales, conversaciones típicas de niños, con burlas y demás. Por un par de horas nos olvidamos que estamos en medio de un apocalipsis.

Donde no hay tiempo para ser niños . . . 





















El sol había abandonado el cielo, dejándonos a todos a merced de la luna y las estrellas. Cada uno de nosotros (los más jóvenes) nos habíamos ido a hacer algo diferente. Sophia estaba cuidando a su madre; ella temía que si la dejaba sola podría morir, así que se le pegó como chicle. Carl estaba vigilando a Judith, y yo...había seguido a John. Lo había perseguido por toda la prisión, y me quedé observándolo desde lejos cuando lo vi parar.

Él está triste, y me imagino el porqué. Escuché parte de la conversación que tuvo con Carl, donde este último le dijo que su padre había sido mordido y había muerto por caminantes. Aunque todos sabíamos que eso no era así. Sin embargo, cuando intenté reclamarle, él me dijo que de nada servía remover el pasado.

Así que como apenas lo conozco, decidí no intervenir. No contar la verdad, me refiero. Porque sí intervine, a mi manera. Vine aquí, siguiéndolo. Nadie necesitaba estar solo ni hundirse. Sé que nuestro encuentro durante todo el día no fue el mejor, pero somos niños; si nos ayudamos entre nosotros, ¿qué nos queda?

─ Pensé que ya estarías durmiendo o algo así. ─murmuró él, sin despegar la vista del cielo nocturno.

─ No suelo dormir temprano ─le respondí, haciendo una muequita mientras lo miraba ─. Además, que saque mis cosas de la celda, para que así puedas dormir con Carl.

─ No tenías que hacerlo.

─ Ronca ─solté, en un intento de ser graciosa y sacarle una sonrisa. En ese momento, funcionó, incluso me invitó a sentarme a su lado ─. Mucho, mucho.

─ Mientes, ya dormí muchas veces con él, ¿pero sabes qué sí hace? ─me preguntó ─. Se mueve mucho cuando duerme y te roba la manta.

─ Eso no lo sabía. ─sonreí, logrando ver sus ojos; estaban algo hinchados, claramente estuvo llorando.

Era normal enterarse de que había perdido un padre...o dos, supongo. Creo que su madre también murió, aunque no estoy tan segura de eso. De todas formas, nos hicimos compañía por un rato más.

─ ¿Conocías a mi papá? ─me preguntó, mirándome, con esos ojos llenos de esperanza, rogando que mi respuesta sea un sí ─ Shane, Shane Walsh.

Yo asentí. ─ Algo así... No fue mucho tiempo, pero sí, lo llegué a conocer.

─ ¿Y qué te pareció?

─ Era un buen hombre.

No mentía. Shane me parecía ser un buen hombre, aunque luego adoptó actitudes extrañas; sin él, mi historia con esta gente no hubiera comenzado jamás. Yo hubiera muerto, o algo peor, hubiera conocido a personas malas... Quizá yo hubiera sido una persona mala.

─ La primera noche que me quedé en el campamento, la primera vez que conocí a la mayoría...me quise ir. Sentía que ese no era mi lugar, así que salí a hurtadillas de la tienda de los Grimes, y cuando pensé que podía irme, Shane me detuvo y me convenció de no hacerlo. De alguna manera, me ayudó. Hizo que yo estuviera aquí, porque si me hubiera ido aquella noche, tal vez ahora no estaría viva, o no hubiera conocido a estas personas.

John sonrió ante mi relato:─ No eres un monstruo.

─ Intento ser buena persona.

─ Eres buena persona.

─ Intentó serlo, e intento seguir viva y convertirme en una gran mujer, disfrutar del mundo; se lo prometí a alguien.

─ ¿Tu mamá?

Reí por lo bajo. ─ No...mi mamá murió cuando yo nací. Una linda y amable mujer me hizo prometerlo, que no importa donde esté, yo debo vivir y disfrutar, porque sobrevivir no es vivir.

─ ¿Y ahora dónde está esa mujer?

─ Espero que esté bien, solo un milagro podía salvarla. Rece mucho por ella, o por su alma, pero preferiblemente porque ella este viva.

─ Esperemos eso. ─sonrió mientras.

En ese momento, recordé algo. Me quedé callada por unos minutos, tocando mi pecho, aquel lugar donde estaba la cadenita con el número veintidós que Shane me dio en el pasado. La llevé todo este tiempo; siempre me gusta conservar algo de las personas. Supongo que para John esto será bueno, así que la desabroche, la tome entre mis manitas y la mire por última vez.

Estiré mi mano y se la ofrecí a John. Sus ojos se iluminaron; había reconocido la cadenita. Incluso sonrió.

─ Shane me la dio, dijo que era la fecha de algo especial. Creo que se refería a ti, y también creo que debes tenerla.

─ Es la fecha de mi cumpleaños. ─murmuró mientras se la colocaba.

─ Ahora, hagamos que esta noche algo triste y oscuro se convierta en algo mejor. ¿Alguna vez contaste estrellas?

─ ¿Contar estrellas?

─ Una estrella para Shane, así recordarás a tu papá cada vez que lo veas. Quizá incluso, desde el más allá, nos está viendo. Tu papá y mi papá podían llevarse bien y burlarse de nosotros; siempre nos cuidarían por medio de las estrellas.

─ Una estrella para papá...gracias. 

había hecho un nuevo amigo . . .

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com