𝟬𝟮𝟵 | Samara Dixon
029. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬 𝗡𝗜𝗡𝗘 ──
── 𝖲𝖺𝗆𝖺𝗋𝖺 𝖣𝗂𝗑𝗈𝗇 •˖* 📼 ☄️
(recuerden, voten y comenten. <3)
narrador omnisciente . . .
Samara se encontraba muy molesta, estaba más que claro.
Daryl entró junto a Merle a la prisión. El primero de ellos esperaba que la niña viniera y le diera una bienvenida, claro, no efusivamente, porque Sam no era así, pero al menos algo.
Pero lo único que recibió fue un ceño fruncido de la pelirroja.
─ Sam... ─llamó Daryl, llegando junto a la niña.
Los únicos presentes, Rick, Glenn y Maggie, miraron expectantes la reacción de la niña.
─ Sam. ─volvió a hablar, esta vez intentando poner su mano en el hombro de la niña.
Pero esta rápidamente sacó su cuchillo y lo apuntó directo a la yugular de Daryl.
Merle, por su lado, se demoró un poco en procesar que esa era la niña con la que conversó en aquel tejado en Atlanta, mientras Daryl se quedó completamente quieto, viendo fijamente a Sam. Internamente, estaba orgulloso porque él le había enseñado a usar cuchillos a la menor.
─ ¿Qué haces aquí? ─preguntó Sam, sin mover el cuchillo que tenía en manos y apuntaba al cuello de Daryl─, te habías ido, ¿no?
Ella vio cómo Merle se reía por lo bajo.
─ ¡Tú no te rías o mi otro cuchillo cortará tu mano restante! ─chilló, para volver a ver a Daryl─, ¿por qué? ¿No dijiste que seríamos una familia? ─preguntó con enojo─, una disfuncional, pero al fin y al cabo es una familia, y la familia no se abandona. ¡¿Por qué volviste?!
Sí, Daryl y paciencia no pueden ir en la misma oración, al menos no ahora.
El ballestero, con una agilidad increíble, tomó la muñeca de Sam y le quitó el cuchillo. Antes de que la niña pudiera tomar su otro cuchillo, también se lo quitó.
─ ¡Suéltame ballestero apesto!
─ ¡¿Sabes porque regrese?! ─bramó Daryl, tratando de lidiar con la fuerza que ejercía la niña para zafarse ─ ¡Carajo, regrese por ti! ¿Entiendes?
─ ¡Mientes! ¡No te creo! ¡No, no entiendo! ¡Mientes!
Sam tiro un codazo a Daryl, mientras Merle se divertía con el espectáculo.
Pero paró de reír cuando Daryl y Sam giraron a verlo casi imitando al exorcista, y en al mismo tiempo dijeron:
─ ¡Deja de reírte, Merle!
Ambos siguieron peleando, hasta que algo que dijo Daryl, hizo parar a Sam.
─ ¡Maldita sea, mocosa! ─exclamó ─ ¡Maldita sea, regrese porque eres mi hija!
La niña paro, viendo al hombre como si no lo creyera. Y cuando todo el campamento pensó que Sam le daría un abrazo a Daryl cuando se acercó a él, quedaron sorprendidos al verla tirarle puñetazos en el abdomen.
─ ¡Esto por dejarme! ─lo golpeaba, obviamente sus puñitos era una fuerza que Daryl podía soportar ─ ¡La familia no se abandona!
─ Wanda junior tiene razón. ─intervino Merle.
La niña se quedo quieta, procesando todo unos segundos, hasta que con temor soltó:
─ Tú te irás, todo el mundo se va ─murmuró, mirando a Daryl.
─ No me iré. ─le contestó el ballestero.
─ ¿Lo prometes?
─ No puedo.
─ ¿Porque?
─ Porque no puedo mentirte. No se que va a pasar, y nadie puede decirte no contrario.
Daryl había dicho algo realista y no había mentido, y eso le gusto a la pequeña.
─ Ven aquí ─dijo Sam, dándole un fuerte abrazo, pero luego de un ratito, se separo ─, ya, eso fue mucho, tengo una reputación que mantener.
─ Wow, hermano, no me dijiste que la mocosa era tan genial ─soltó Merle, acercándose a Daryl y a Sam ─, ¿Cómo te llamas?
La niña rodó los ojos. ─ ¿Es enserio?
─ Vamos, se me va a caer la mano de tanto esperar.
─ Samara Potter.
─ Error.
─ ¿Me estás diciendo que no sé mi nombre? ─se cruzó de brazos, mirando con curiosidad a Merle, que se ponía de cuclillas ante ella.
Aquello dejo impresionado a todos, incluso a Daryl.
─ No, no sabes tú nombre ─dijo, rebuscando algo en sus bolsillos ─. Tú nombre es Samara Dixon, y esto ─le entrego una muñequera de cuero, que contaba con una cruz en el medio ─, es tú regalo de entrada a la familia.
─ Ow, él malévolo cucarachón se nos puso sentimental.
─ Definitivamente esta niña debe llevar nuestro apellido, hermano.
Samara Dixon, suena bien, y se siente aún mejor.
narra Samara Dixon . . .
─ No nos iremos. ─sentenció Rick, colocándose su arma en la espalda.
─ No podemos quedarnos aquí. ─repuso Hershell.
─ ¿Y si hay otro francotirador? ─preguntó Maggie, mientras yo le ayudaba a recargar sus armas y colocarlas y su cinturón ─. Una tabla de madera no servirá para protegernos.
─ Ni siquiera podemos salir. ─comenté.
─ No a la luz del día. ─siguió Carol.
─ Si Rick dice que no vamos a huir, no lo haremos. ─sentenció Glenn, mientras ahora yo me dirigía a él para surtirlo de algunas balas.
─ No ─negó Merle, desde el otro lado de la reja.
Si, él estaba en otro pabellón, así lo había decido la mayoría solo por seguridad.
─ Es mejor vivir como ratas.
─ ¿Tienes una idea mejor? ─Rick se giro y le pregunto al mayor de los hermanos Dixon.
─ Si ─dijo con obviedad ─. Deberíamos habernos ido anoche y vivir para luchar otro día. Pero se nos fue esa oportunidad, ¿no?. Seguro ya tiene gente en los caminos que salen de aquí.
─ No le tenemos miedo a ese imbécil. ─soltó Daryl desde arriba.
─ Pues deberían ─le respondió a su hermano ─. ¿Lo del camión y la reja?, eso no es más que tocar el timbre para él.
¿Acaso no vio a Rick ladeando la cabeza? Es muy peligroso.
─ Quizá tengamos muros fuertes, pero el tiene armas, y gente. Y si controla los terrenos altos, diablos. Podría hacernos morir de hambre.
Maggie miró a Merle, y luego a Rick.
─ Pongámoslo en otro bloque de celdas.
─ No ─negó Daryl ─. Él tiene razón.
La ojiverde muy enojada se giró a gritarle a Merle. ─ ¡Tú tienes la culpa!. Fuiste tú quien inició esto.
─ Maggs, no importa quien tiene la culpa. Ahora lo importante es saber como se solucionara esto. ─dije, caminando hasta Carl.
─ Para mí ─él señor Greene alzo la voz ─, deberíamos irnos. Ya mataron a Axel. No podemos quedarnos aquí sentados.
Rick no dijo ni una sola palabra, y solo giro sobre si mismo y empezó a caminar.
─ ¡Vuelve aquí! ─grito Hershell, levantándose de golpe y manteniendo el equilibrio con sus muletas.
Rick paró su caminar, y espero a que Hershell llegará junto a él.
─ Te estás desmoronando, Rick. Todos lo hemos visto. Y entendemos porqué.
Carl tomó mi mano, y la apretó, así que lo único que pude hacer fue permanecer con él agarre.
Considerando todo lo que sufrió, Carl es un chico fuerte, o tal vez solo oculta su dolor. Nadie debería pasar por eso.
─ Pero ahora no es el momento ─continuó el anciano ─. Una vez dijiste que esto no es una democracia. Ahora tienes que hacerlo valer. Puse la vida de mi familia es tus manos. ¡Aclara tus ideas, y haz algo!
Es cierto, Rick es él líder, pero como todas las personas, es humano, y necesita descansar.
─ Rick tiene permitido quebrarse ─murmuré, girando a ver a Carl ─, y tú también. Algún día todo te sobrepasará, y será en un mal momento, lo sé porque lo he vivido.
─ Nada me va a sobrepasar, Mara. ─me aseguró él.
─ Solo digo ─le di una media sonrisa ─. Si necesitas con quien desahogarte, o un hombro en el cual llorar, me tienes a mi, a John, incluso a Sophia aunque no lo creas.
─ ¿Qué haces? ─preguntó Sophia, mientras se dejaba caer junto a mí , pero lo que me sorprendió es verla acompañada de John.
─ Vaya, parecen siameses. Ustedes dos se llevan demasiado bien. ─sonreí, intentando disimular que me había sorprendido su llegada y dejando de "jugar con mis manos". No quería preguntas.
─ Me cae mejor que tu novio. ─soltó Sophia sin siquiera mirar a John, quien estalló en una risa fuerte y un poco forzada.
─ ¡¿Qué?! ─repitió John, poniendo voz chillona mientras fingía asombro ─ ¿Desde cuándo Carl es su novio? ¿Y por qué no me invitaron a la boda? Yo quería ser padrino.
─ Carl no es mi novio. ─murmuré, sintiendo mis mejillas arder. Claro, justo ahora que Carl no estaba, ellos iban a comenzar con sus bromas. Como siempre.
─ Pero pronto lo será. Deja todo en mis manos. ─aseguró John, hinchando el pecho como si acabara de salvar al mundo ─. He tenido largas y profundas conversaciones con tu futuro novio, esposo y padre de tus hijos. El chico está más que listo.
─ Exagerado. ─refunfuñé, cruzando los brazos ─. Yo no voy a tener hijos. No si el mundo sigue como está.
─ ¿No bebés? ─interrumpió Sophia, alzando una ceja ─ ¿Ni uno? Porque te imagino con tres, todos con el mismo ceño fruncido de Carl. ¡Serían terroríficos!
─ ¿Por qué no mejor me imaginas con un perro? ─respondí ─. Al menos no se quejaría tanto como ustedes.
Sophia se rio, pero pronto su expresión se suavizó un poco. ─ Bien, bien, no hablaremos de Carl. Pero entonces, Samara Dixon, hablemos de ti. ─se inclinó un poco hacia mí, como si estuviera a punto de descubrir un gran secreto ─ ¿Qué hacías? Vi que te frotabas las manos hace rato. Siempre lo haces, pero nunca te he preguntado por qué.
Suspiré, porque sabía que no iban a dejarlo pasar. ─ Hago esto. ─Extendí mis manos, haciendo que ambos se inclinaran hacia mí como si estuviera a punto de mostrarles algo mágico ─. Trazo una cruz con mi dedo índice en la palma de mi mano.
─ ¿Religión?
Asentí. ─ La religión es lo único que me mantiene cuerda últimamente. ─murmuré.
─ Yo solía ir a la iglesia con mi mamá ─contó John, apoyando la barbilla en su mano ─. Pero cuando estaba en King County durante las clases, nunca iba. A mi papá no le gusta la iglesia. Aunque yo sí creo que hay alguien ahí arriba... aunque sea mirando y diciendo: "Uf, qué desastre hice".
No pude evitar reírme un poco. Sophia, sin embargo, hizo un gesto de desdén. ─ A mí ni me miren. Mi padre ni nos dejaba salir de casa, menos para ir a la iglesia. Para él, él era el único dios en nuestra vida. ─El tono amargo en su voz me hizo mirarla de reojo, pero ella se encogió de hombros como si no le importara.
─ De alguna manera, todos tuvimos una infancia difícil. ─murmuré, sintiendo que el peso de las palabras era más fuerte de lo que debería.
─ Y si seguimos vivos, vamos a tener una adolescencia más difícil aún. ─suspiró John, jugando con un mechón de su cabello.
─ Y si pasamos esa etapa, una vida adulta miserable. ─soltó Sophia, imitando su tono dramático.
El silencio que siguió fue raro. No incómodo, pero sí lleno de algo que no queríamos decir. Al final, Sophia rompió el momento como solo ella podía hacerlo.
─ ¿Y si dejamos de hablar de cosas tristes y jugamos a algo? ─preguntó, dando un salto que casi me tira al suelo. ─ ¡Verdad o reto!
─ ¿Verdad o reto? ─preguntó John, arqueando una ceja. ─ ¿Tienes ocho años, Sophia?
─ No, pero tú actúas como si los tuvieras, así que es perfecto. ─replicó Sophia con una sonrisa maliciosa.
─ Esto va a terminar mal. ─murmuré, aunque en el fondo, sabía que necesitábamos esto. Necesitábamos un respiro, aunque fuera pequeño. Aunque fuera estúpido.
Porque en el apocalipsis, no había tiempo para ser niños. Pero a veces, intentarlo era lo único que nos mantenía vivos.
La mayoría de nosotros estaba en guardia, específicamente yo tenía en mis manos un arma apoyada en las rendijas de la reja, para así poder disparar a cualquier movimiento extraño que Carl divisa con sus binoculares.
─ ¿Crees que John y Sophia hagan buena pareja? ─preguntó en un murmullo.
─ No creo, la verdad no lo creo. Me dan vibes de mejores amigos, Carlitos.
─ Recuérdame matar a John. ─pidió.
─ Anotado.
Gire a ver al del sombrero, y por su cara, sabía que algo había visto afuera.
─ ¿Que?
Él no hablo, solo me paso los binoculares, los cuales use para ver donde ahora apuntaba. Y lo único que pude divisar, fue un extraño caminante con un especie de cadena al cuello, y detrás del errante, una persona.
─ Psst ─le hice un ruidito a Maggie, que me giro a ver desde su poscisión ─. Hay algo extraño afuera.
La vi usar su franco, y luego de unos segundos nos giro a ver.
─ Es Andrea.
¿Andrea está viva?
─ Traigan a Rick y a los otros. ─nos ordenó Maggie, así que salimos disparados a los pabellones.
Llegamos a donde los demás, y les informamos de todo. Rick nos ordeno que tomemos nuestras armas y que volvamos a nuestras posiciones, así que lo hicimos, solo que a diferencia de antes, ahora nos acompañaban Sophia y John.
─ Pensé que Andrea había muerto cuando salimos de la granja. ─comentó Sophia, que era más alta que yo, así que se apoyaba en mis hombros, mientras yo estaba de rodillas, observando por la mira de mi arma cualquier movimiento en falso de Andrea.
─ Andrea es la chica que llego con Michonne ─habló John ─, la vi un par de veces antes de escaparme de Woodbury.
─ No es mi persona favorita. ─solté, sin dejar de apuntar, viendo como ahora Rick sometía a Andrea y le palmeaba el cuerpo para ver que no porte más armas.
Salimos de nuestros sitios, y seguimos al grupo.
Lo primero que vi al llegar, fue como la rubia abrazaba a Carol, que aún no creía que Andrea estuviera viva.
─ Hershell...dios mío ─exclamó, mirando la falta de pierna del hombre ─. No puedo creerlo ─miró a todos lado ─. ¿Dónde está Shane?
─ Mi padre murió. ─se adelanto a decir John, que por cierto, nadie le había contado exactamente que había pasado con su papá.
Andrea miro con perplejidad al niño Walsh, probablemente al igual que yo creía que Shane no podía reproducirse.
─ ¿Y Lori? ─preguntó, mirando a todos lados.
Y las caras largas de Rick y Carl no se hicieron esperar, haciendo que esas sea la respuesta que ella necesitaba.
─ Tuvo una niña, pero no sobrevivió. ─conté, haciendo que Andrea notara mi presencia.
─ Y-yo lo siento... Sam... mírate, cuando has crecido. ─se acercó a mi y me dio un abrazo.
Extraño, y más viniendo de ella, pero de todas formas, la abracé de vuelta.
─ T-dog tampoco sobrevivió. ─murmuré en medio del abrazo.
─ Lo siento tanto ─se separo de mi y nos miró a todos ─. Rick...yo...¿Viven todos aquí?
─ Si, en las celdas. ─respondió Glenn.
─ ¿Por allí? ─apuntó al otro pabellón, y recibió un asentimiento de cabeza de parte del coreano ─. Voy a entrar.
Se adelanto a decir, pero rápidamente Rick la freno.
─ No te lo permito.
─ No soy su enemiga, Rick.
─ ¡Teníamos ese campo y ese patio, hasta que tu novio destruyo la reja con un camión y abrió fuego! ─bramó Grimes mayor.
─ Dijo que dispararon ustedes primero.
─ Miente.
Vaya, vaya, el gobernador y Andrea son pareja.
─ Mató a un prisionero que sobrevivió aquí, Axel. ─comentó Sophia, a la cual por su tono de voz, tampoco le caía muy bien Andrea.
─ Nos caía bien, era uno de nosotros. ─terminó de decir Daryl.
─ Yo no sabía nada ─nos aseguró Andrea ─. Apenas me entere, vine aquí. ¡Ni siquiera supe que estuvieron en Woodbury hasta después del tiroteo!
─ Eso fue días atrás. ─soltó Glenn molesto.
─ Se los dije ─trataba de que le creamos ─, vine en cuanto pude.
Michonne se apoyo en la pared, haciendo un ruido que hizo girar a Andrea.
─ ¿Qué les dijiste?
─ Nada. ─respondió la morena.
─ No lo entiendo ─negó Andrea, girándose otra vez a ver a todos ─. ¿¡Salí de Atlanta con ustedes y ahora soy una extraña?!
─ Casi mata a Michonne ─narró Glenn entre dientes ─, ¡Y casi nos mata a nosotros...
─ ¡Él tenía el dedo en el gatillo! ─señalo a Merle ─ ¡¿No fue él quien los secuestro?! ¿Quién te golpeo? Miren...no puedo justificar ni explicar que hizo Philip.
Ahora se porque se hace llamar "El gobernador", con ese nombre hasta que me hago llamar Voldemort.
─ Estoy aquí para unificarnos. Tenemos que solucionar esto.
─ No hay nada que solucionar ─sentenció Rick, tomando su papel de líder ─. Tenemos que matarlo. No sé como o cuando, pero lo haremos.
─ Podemos solucionarlo ─repitió Andrea ─. Hay lugar de sobra en Woodbury para todos ustedes.
─ Ja ─rio Merle ─. Tú sabes que no es así.
Ante el ambiente pesado que se formo, Hershell decidió intermediar.
─ ¿Qué te hace creer que ese hombre quiere negociar? ¿Él dijo eso?
─ No.
─ ¿Entonces porque viniste? ─le interrogo Rick.
Andrea se toco el puente de la nariz con nerviosismo. ─ Porque se prepara para una guerra. La gente está aterrada. Los ven como asesinos. Se entrenan para atacar...
─ Te diré qué ─Daryl la interrumpió ─. La próxima vez que veas a Philip, dile que le sacaré el otro ojo.
─ Ya hemos soportado demasiado. Si quiere guerra ─habló Glenn muy serio ─, la tendrá.
─ Rick ─llamó Andrea ─, si no te sientas y buscas una solución, no sé que puede pasar. Él tiene un pueblo entero.
Y este grupo me tiene a mi...no sé de que sirva, pero soy mejor que todo un ejercito, ¿verdad?
─ Mírense, ya perdieron tanto. No pueden seguir solos.
─ Si tanto quieres que termine, ayúdanos a entrar. ─me crucé de brazos.
─ No. ─negó Andrea.
─ Entonces no hay más que hablar. ─dijo Rick, saliendo del lugar.
─ ¡Hay gente inocente! ─termino de decir Andrea, pero nuestro líder ya se había ido.
Los del grupo se empezaron a dispersar.
─ ¿Confían en ella? ─preguntó John.
─ No. ─sentenciamos Carl, Sophia y yo al mismo tiempo.
Andrea estaba apunto de irse, pero la detuve.
─ ¡Hey! ─llamé desde arriba, cagando en mis brazo a Judith ─, no creo que debas irte sin conocer a este demonio despiadado que se alimenta de mi alma todas las noches, y no exageró.
Ella con una sonrisa en rostro subió hasta donde yo estaba.
─ ¿Puedo cargarla?
─ Claro.
Se la tendí, pasándola con cuidado a sus brazos.
─ Es muy linda. ─murmuró ella.
─ Déjame adivinar, Daryl o tú le pusieron demonio. ─me miró.
─ De hecho, Daryl le puso destructora, yo le puse demonio.
Ella soltó una risita.─ ¿Cuál es su nombre real?
─ Judith, Carl lo escogió.
Andrea meció a la bebe en sus brazos por unos segundos, hasta que preguntó.
─ ¿Qué le paso a Lori?
─ Tuvo un parto difícil. Creímos que todo salió bien, pero...por la noche se convirtió, llegué a tiempo para salvar a Judith y...
─ Lo siento tanto, Sam.
─ No fui yo quien disparó, fue Carl, y eso duele más.
─ ¿Y Shane?
─ Rick lo mató. La noche que dejamos la granja. Al parecer Shane creo todo lo de Randall, ya que él quería matar a Rick.
─ Shane amaba a Rick.
Yo suspire. ─ Shane amaba a Lori.
Andrea negó levemente. ─ Rick está frio. Inestable.
─ Cualquiera luego de pasar lo qué él paso.
Andrea asintió, volviendo a colocar a Judith en mis brazos.
─ Debes hacer algo con el Gobernador. ─dije.
─ Lo sé, y eso hago.
─ No me entiendes.
Ella me miró con curiosidad.
─ Escuche que son pareja. Y también escuche que es un tipo listo. Deberías acostarte con él, darle la mejor noche de su vida, y mientras duermes, bam, termina con está guerra.
Se que está mal usar el cuerpo de una mujer para conseguir un fin, pero tal vez está sea la oportunidad en la que sea usa la frase "El fin justifica los medios"
Vaya, en que persona me estoy convirtiendo.
─ Ya no eres la niña alegre de la granja que recordaba.
─ No hay tiempo de ser niños.
Yo estaba sentada en el suelo, apretada entre Daryl y Merle. Bueno, más como atrapada, porque ninguno de los dos tenía consideración por el espacio personal. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Eran mi familia... o algo así. Aunque una familia rara y maloliente.
─ Tío Merle. ─me burlé.
─ Niña, ¿te he dicho ya cuánto odio que me llames así? ─gruñó él, pero se notaba que le gustaba. Se le escapó una sonrisa antes de que pudiera evitarlo.
─ Claro que no lo odias. Lo amas. Lo sé, lo siento, lo huelo. Aunque a decir verdad, lo único que realmente huelo es el hedor que traes encima. ─me tapé la nariz con dramatismo y me recosté contra Daryl, porque siempre que molestaba a Merle necesitaba un "escudo humano".
─ El mal olor viene de familia, Wanda junior. ─disparó Merle sin perder un segundo.
─ Claro que no, yo soy un miembro vip, no apesto.
─ No sé, mocosa. Creo que tiene un punto. ─Daryl alzó los hombros, fingiendo que hablaba en serio.
─ ¡Ustedes dos me caen tan mal! ─gruñí, cruzándome de brazos y sacándoles la lengua como una campeona del drama.
─ Lástima que nos tendrás que aguantar para siempre. ─Merle soltó una carcajada, esa risa que siempre suena como si estuviera planeando algo malo.
─ ¿Para siempre? ─repetí, y lo miré con los ojos entrecerrados.
─ Lo que escuchaste. No te vas a librar de nosotros tan pronto, niña. ─se recostó hacia atrás como si eso sellara el trato.
Por alguna razón, eso me dejó pensando. La forma en la que lo dijo, como si realmente creyera que siempre estaríamos juntos, como si de verdad fuéramos una familia. Aunque me la pasara molestándolos (y ellos a mí), era extraño, pero me hacía sentir segura.
─ Entonces no me voy a quejar tanto. ─murmuré al final, más para mí misma que para ellos.
─ ¿Qué fue lo que dijo? ─preguntó Merle, girándose hacia Daryl con una sonrisa burlona.
─ Nada. Pero mírala, se puso sentimental. ─Daryl me dio un pequeño empujón con el hombro, lo justo para que me tambaleara un poco pero sin tirarme.
─ ¡Cállense los dos! ─chillé, pero estaba sonriendo, aunque me moría de ganas de ocultarlo.
Sí, podía ser la familia más disfuncional y rara del mundo, pero era la mía. Y, por mucho que me quejara, espero que no me falten nunca.
Espero que se queden conmigo por mucho tiempo más . . .
▬ palabras; 3758
▬ With love, Lucy Rhee
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