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𝟬𝟯𝟰 | 30 day without accidents

034. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗛𝗜𝗥𝗧𝗬 𝗙𝗢𝗨𝗥 ──

── 30 𝖽𝖺𝗒𝗌 𝗐𝗂𝗍𝗁𝗈𝗎𝗍 𝖺𝖼𝖼𝗂𝖽𝖾𝗇𝗍𝗌 •˖* 📼 ☄️

(dicen por ahi que por cada persona que lee y no vota, un hada muere. ¿¡acaso quieren que un hada muera!? )

Este tiempo con los hermanos Dixon había servido para aprender a ser una familia... bueno, no sé cómo es una familia de verdad, pero lo estábamos intentando, los tres. Incluso tío Merle, quien al menos una vez al día se acercaba a mí para preguntar a su rara forma cómo me encontraba, mientras Daryl seguía enseñándome a usar una ballesta.

Sophia y yo seguíamos siendo Sophia y yo. A diferencia de Carl y John, nosotras no pasamos todo el día unidas por la cadera; al contrario, siempre estamos distanciadas, pero en las noches, o cuando tenemos un tiempo libre, estamos juntas y tenemos nuestro tiempo de calidad.

Carl, ¿qué puedo decir de Carl? Aún me estoy acostumbrando a la idea de que tenemos una relación, que somos novios y no aquellos niños que estaban en el campamento tratando de convivir. Siento esas cosas que dicen, los elefantes en el estómago, pero sigo sin querer que él me abrace y deje besos en mis mejillas. Es raro. Quizá para mí. Aunque lo intento, no quiero hacerlo sentir mal con el "hey, a tres metros de mí". Creo que él me entendería si le digo que no me siento cómoda, pero quiero hacer algo lindo por él.

─ ¿Lo hago bien?

La voz de Luke me sacó de mis pensamientos. Era un niño de cachetes muy lindos, rulitos y con ganas de aprender todo lo que yo enseño. Es mi favorito del grupo de niños... oh, sí, no conté. Digamos que un día decidí ser revolucionaria, hice un grupo ilegal donde enseño a los niños a usar armas, cómo desarmarlas, cómo llevarlas, y sobre todo, cómo ser responsables con ellas.

Primero quiero que conozcan bien las armas, no les pienso dar balas; la mayoría de ellos no pasan los diez años. Son niños, al igual que yo, pero deben aprender a vivir en este mundo, uno que no está hecho para ellos.

─ Lo haces bien. ─Sonreí, viendo cómo, a pesar de hacerlo lento, había acertado con muchas de las piezas del revólver.

─ Una vez tengan su arma, no las pongan en el bolsillo trasero de su pantalón. ─Aconsejé.

Los menores me miraron con el ceño fruncido, pero luego, como si fuera una gran idea, una de ellas me preguntó:

─ ¿Por qué? ¿Así te la pueden quitar y está a la vista de todos? ─Inquirió Mica.

─ No ─negué con una sonrisa ─. Si no es porque si lo ponen ahí, corren el riesgo de perder una nalga ─bromee, haciendo reír a todo el grupo ─. Nos vemos mañana. Recuerden...

─ Nada de esto a nadie. ─entonaron todos a la vez, levantándose mientras yo terminaba de guardar y ocultar las cosas que usábamos en una caja.

Creo que esto es una buena acción.





































─ ¿Ya dije que los odio? ─pregunté, frotándome los ojos con mi mano libre, ya que la otra había sido secuestrada por Carl, que tiraba de mí, guiándome hacia afuera─. Los odiaré a ustedes, y a sus hijos, y a los hijos de sus hijos.

Claro, a nuestro lado estaba John, que era nuestro fiel acompañante, y él que se encarga de decirnos que no tengamos sobredosis de amor.

¿Sophia? Bueno, mi mejor amiga está ayudando con el inventario de nuestras provisiones, lo hace seguido junto con su madre, y en estos tiempos, eso es una tarea muy importante.

─ Tú nos adoras ─suelta John─. ¡Camina más rápido!

─ ¡Ni siquiera pude quitarme el pijama!

─ ¡Te ves bien!

Fruncí el ceño, enojada. Miré mi ropa. Estaba con un buzo gris suelto y una sudadera de color azul. Estaba horrible como para salir al mundo, pero estos dos chicos que tengo a mi lado no me dejaron ni siquiera atarme bien las zapatillas, simplemente me sacaron a rastras de la cama.

─ Esto es un atropello.

─ Tómalo como venganza de la vez que no nos dejaste dormir por explicarnos tus teorías sobre la era de los merodeadores.

─ Tienes que admitir que te gustó mi teoría de Pandora y Regulus. ─dije, mientras me resignaba a ser arrastrada por ellos.

─ A mí me gustó la teoría, pero a mi amigo le gustaste tú.

─ ¡John!

Los tres nos quedamos callados. Carl estaba muy rojo, así que preferimos no hablar. Seguimos con nuestro camino, estoy segura que durante todo este tiempo me he dormido al menos unas dos veces.

─ ¡No nos despertaste! ─exclamó Carl desde nuestra posición, dirigiéndose a su padre, que se encontraba junto a los corrales.

─ Los cuatro se quedaron la noche entera leyendo historietas y libros con una linterna. ─Nos sonrió, comprendiendo la situación de nuestra tardanza.

Es cierto, Sophia, Carl, John y yo nos quedamos leyendo juntos en la celda que comparto con la menor Peletier, y encima nos quedamos dormidos en el piso.

─ ¿Qué le pasa a Violet? ─preguntó el chico Grimes.

Yo fruncí el ceño. ─Quedamos que se llamaría Papita Frita.

─ ¿Su nombre no era Felipazo? ─John preguntó.

─ Chicos, les dije que no les pongan nombres. Ya no son cerditos, son comida. ─Nos regañó Rick.

─ Solo pensábamos en darles nombre hasta que llegara su triste destino... ─recibí una mirada de reprimenda del mayor Grimes, así que dejé de hablar─. Está bien, sin nombres.

─ Pero, no sé qué le pasa ─miró al cerdito, que estaba tumbado en una esquina, sin ganas de hacer nada─. Quizá esté enferma. Quizá no sea nada. ¡Siéntete mejor, Papita Frita!

─ ¡Ja, mi nombre es mejor! ─celebré.

─ ¡Se supone que eres mi padre, deberías escoger el nombre que yo elegí! ─reclamó Carl.

─ No, debería escoger el nombre que yo le di, es el mejor. Todo mal, padrino. ─negó John con indignación. 

─ En vez de seguir peleándose, vamos a trabajar. ─nos dijo, interrumpiendo la guerra de miradas que teníamos los tres por la elección del nombre del cerdito.

─ Los dejo solos, debo ir con papá y tío Merle. ─me excusé, para no limpiar el corral ni plantar vegetales.






































Llegué al comedor, siguiendo a mi papá de cerca, mientras él intentaba hacer su mejor cara de "esta vez no me hablen". Casi nunca le funcionaba, bueno, al principio sí, porque la nueva gente le tenía miedo, pero luego de un tiempo, ese truco ya no le funcionaba, pero seguía intentándolo.

─ Buenos días, Sam ─saludaba un señor, pasando a nuestro lado─. Buenos días, Daryl.

Papá apenas asintió.

─ Wow, eres una celebridad.

─ Cállate.

─ No, en serio ─dije, con riesgo a ganarme un zape─. Deberías considerar cobrar por autógrafos o algo así, algo tipo "precio negociable".

─ Podría hacer otros negocios si no tendría que encargarme de ti.

─ Ey, ey ─me quejé, frunciendo el ceño─. Es injusto. Yo cazo también, ¿recuerdas?

─ Sí, pero yo termino siempre el trabajo. Seamos sinceros, si dependiéramos de ti, tendríamos mascotas y no comida. ¿Recuerdas el incidente con el ciervo?

─ Pudo ser James Potter.

─ No me hagas hablar, Wanda.

─ ¡Tú no! ─señalé.

Mi queja lo hizo soltar una risa burlona. Ambos seguimos caminando luego de eso, porque si seguíamos con la conversación, nunca nos callaríamos, no sabemos hacerlo. Ninguno de los dos sabe perder. Además, de todas formas no hubiéramos podido seguir, porque durante todo el tramo hacia la comida, nos llenaron de saludos y gracias.

A veces eso me hacía sentir bien, puedo soportarlo, pero papá aún no lo tolera.

─ Raro, ¿no?

─ ¿Qué cosa?

─ Que les caigas bien.

─ Estoy considerando devolverte al orfanato.

Finalmente, llegamos donde Carol, así que inhalé profundamente. Ya comenzaba mi show de cada mañana.

─ Huele bien. ─dije con una sonrisa, ante el aroma tan maravilloso que emanaba la comida de Carol.

Y claro, para que me toque doble porción si mis encantos surgen efecto.

─ Solo para que sepas, ya me caías bien, Sam.

─ ¿Eso significa doble porción?

─ Significa una papita extra, si me haces un favor y dejas de intentar negociar conmigo cada mañana. ─Me lanzó una papita en el plato como si fuera un premio.

─ Gracias. ─sonreí.

Mi papá tomó su porción en silencio mientras Carol no perdía la oportunidad de bromear con él.

─ Rick ha traído muchos.

─ No últimamente. ─Sophia apareció de la nada, metiéndose en la conversación como siempre.

─ Le ofreciste santuario a esta gente, Daryl. Ahora vas a tener que acostumbrarte a las muestras de cariño. ─Carol sonrió mientras servía otra porción.

─ Créeme, me estoy acostumbrando a recibir amor. ─me miro de reojo.

─ Por cierto, necesito que veas algo. ¿Patrick, puedes encargarte? ─Carol cambió de tema rápidamente, mirando a su hijo.

─ ¡Mamá! ─Sophia protestó con indignación ─. ¿Y yo? ¿Por qué yo no puedo quedarme en la parrilla?

─ Por la misma razón que no le pido a Sam que lo haga: porque queman todo.

Sophia y yo nos miramos con idéntica indignación.

─ Ey, eso fue hace años. ─Sophia intentó defenderse.

─ Fue el la semana pasada. ─Carol le dio la espátula a Patrick sin siquiera parpadear.

Antes de que mi papá y Carol pudieran irse, un chico con lentes los detuvo.

─ Señor Dixon, señorita Dixon ─dijo con nerviosismo ─. Quería agradecerles por el venado de ayer. Fue un gran gesto. Me gustaría estrechar sus manos... claro, si están de acuerdo.

Mi papá se limpió los dedos en su camisa (siempre tan refinado) y estrechó la mano del chico. Cuando llegó mi turno, lo hice con más entusiasmo, solo para hacer sentir mejor a Patrick, es buen chico.

Sophia y yo nos juntamos.

─ En verdad, me siento indignada, mi propia madre no confía en mi para cocinar. ─se seguía quejando Sophia, tomando su porción y caminando junto a mi a una de las mesas vacías, mientras veíamos como nuestros padres se iban.

─ La última vez quemamos el agua, literalmente. Solo nos dejaron cuidado una olla de agua, y quemamos la olla...y el agua. ─me reí mientras contaba y recordaba el momento.

─ Fue un gran día ─ella también reía ─. Por cierto ─susurro, acercándose más a mi para que yo fuera la única que oyera lo que tenía que decir ─, ¿Ayer le enseñaste a los niños...?

─ Si, lo hice.

Sophia era la única que sabía de mi misión secreta, incluso me había ayudado un par de veces, y me cubría con Carl y los demás para no ser descubierta.

─ Lizzie no me da buena espina. ─refunfuño.

─ Hey, solo porque no te agrade, no significa que dejare de ayudarle. Es decir, si, me da un poco de mala vibra, pero no dejare de enseñarle a sobrevivir.

─ ¡Wanda junior! ─aquel llamado me hizo levantarme y dejar a Sophia detrás, porque sabía que si no iba rápido, iba a pasar algo terrible.

Me acerque al mayor, mientras me moría de vergüenza al ver a la gente riéndose ante el apodo que tío Merle usa para llamarme.

─ ¿Qué pasó ahora? ─le dije cuando llegué a su lado.

─ Estás dominando la ballesta de mi hermano. ─Merle me miró con una sonrisa de orgullo ─. Ayer en la cacería lo probaste y...

─ ¿Y?

─ Voy a salir a buscarte una. No puedes robarle la suya a Daryl.

Mi cara se iluminó de inmediato.

─ ¿En serio?

Mi propia ballesta, no puedo esperar a tenerla entre mis brazos.

─ Oh, si, una cosa más ─adopto un semblante serio ─. Si vuelvo a enterarme que dormirse en la misma celda que Woody falso, estarás castigada, y él estará tres metros bajo tierra.

─ Bien. ─suspire, para luego regresar con Sophia a terminar mi desayuno.





































Sophia y yo observábamos desde lejos cómo un grupo se preparaba para salir en una expedición. Las mochilas llenas de suministros rebotaban en sus espaldas, mientras los murmullos de instrucciones se mezclaban con el ruido metálico de las armas al ajustarse.

─ Siempre me da cosa verlos irse. ─murmuré, cruzando los brazos.

─ Sí, como si esperáramos que algo terrible pase cada vez.  ─respondió Sophia con voz suave, sus ojos siguiendo al grupo hasta que desaparecieron entre las puertas de la cerca.

Sacudí la cabeza, intentando quitarme ese peso del pecho, y seguimos caminando hacia nuestros "compañeros de crimen". Cuando llegamos, nos encontramos a Carl y John recibiendo uno de esos sermones típicos de Rick. Bueno, más bien, soportándolo.

─ Voy a revisar las trampas ─les decía Rick, en ese tono suyo que no daba lugar a discusión ─. Ustedes no. Lean cómics, tal vez un libro. Pasen tiempo con Patrick, quizá les lea en voz alta.

Carl resopló, cruzándose de brazos. ─Eso es para niños.

Le di un pequeño zape en la cabeza, incapaz de contenerme. ─¡Hey! Yo también les leo, y no me quejo. Además, tú eres un niño, por si se te olvidó.

Rick apenas pudo disimular una sonrisa antes de marcharse.

─Los dejo. Y, por favor, compórtense.

Una vez que estuvimos solos, John soltó un bostezo tan exagerado que parecía más un rugido.

─ Ya se me fue el sueño.

─ A mí me duele todo el cuerpo .─se quejó, encorvándose dramáticamente como si fuese un anciano.

─ No volvemos a dormir en el piso. ─sentenció Sophia, con una expresión de determinación digna de una promesa solemne.

Mientras caminábamos en busca del resto del grupo, encontramos a Patrick jugueteando con una pelota de fútbol. Nos recibió con una sonrisa tímida y alzó la pelota como si nos estuviera invitando al juego.

─ ¿Quieren jugar?

Los cuatro asentimos sin pensarlo dos veces.

─ Bien ─dijo John, poniéndose en plan entrenador ─. Chicas, la pelota debe ir al arco, esas dos latas allá. No se puede tocar con las manos. Básicamente, no la arruinen.

Carl se rió y agregó con sarcasmo: ─¿Entendieron? No se tocan las pelotas con las manos. Es regla básica.

─ ¿Te crees gracioso? ─le respondí, levantando una ceja ─. Yo crecí en una granja rodeada de chicos que jugaban como bestias. ¿Crees que no puedo ganarles?

─ Nunca he jugado fútbol, pero no me gusta perder. ─intervino Sophia, cruzándose de brazos.

─ ¿Cómo nos dividimos? ─preguntó Patrick.

─ Sophia y yo en uno, y ustedes tres en otro. ─dije decidida.

Ninguno de los presentes refuto, pero cuando estábamos a punto de empezar con el partido, escuchamos algo que nos llamo la atención de parte del resto de los niños, que saludaban a caminantes en la reja.

¿Qué está pasado?

─ ¡Hola, Nick! ─saludaban muy contentos a los errantes.

¿Qué se traen?

─ ¿Les ponen nombre? ─preguntó Carl con enojo en su voz.

─ Es que...─empezó a contar Mica ─, uno de ellos tenía una identificación con un nombre, así que lo hicimos con todos. 

Tenían nombres cuando estaban vivos ─gruñó Carl, su voz cargada de furia contenida ─. Ahora están muertos. No son personas.

─ Solo son diferentes. ─comentó Lizzie, que es la hermana mayor de Mica.

─ ¿De qué demonios hablas? ─soltó mi novio, uh, eso sonó raro ─. No hablan. No piensan. Se comen a las personas. Matan a las personas.

─ Las personas lo hacen, y tienen nombres.

Me lleno de rabia aquello que dijo, pero en vez de responder al modo de Carl, de una forma grosera y con enojo, decidí irme por el lado amable, tal vez de esa forma ella comprenda.

─ Lizzie, las personas eligen hacer el bien o el mal, no es lo mismo. ─intente mediar las cosas, sin levantar mi tono de voz.

─ ¿No viste lo que sucede? ─John se unió a la discusión, apoyando a Carl, y básicamente a todos. Lo que decía Lizzie, y lo que hacían los niños, era incorrecto ─ ¿Vieron a alguien morir así?

─ Si, lo hice.

─ No son personas, no son mascotas, no les pongan nombres. ─termino de decir Carl.

Lizzie miro a sus amigos, soltando un largo suspiro, dijo:

 ─ Se supone que vayamos a leer. ─se empezó a ir junto a su grupo.

Mica, por su parte, se quedo atrás para dirigirse a Patrick y a mi.

─ ¿Vendrán a leernos cuentos? ─preguntó con la ternura que la caracterizaba.

─ Claro. ─respondimos Patrick y yo al mismo tiempo, haciendo que una gran sonrisa apareciera en el rostro de la pequeña rubia, que se fue dando saltitos.

Cuando Mica se fue saltando feliz, Carl y John estallaron en risas, apuntando a Patrick con los dedos.

─ Bien, a veces soy inmaduro ─admitió, levantando ambos brazos en forma de inocencia ─. ¿Pero porque no le dicen nada a ella?

Los tres que estaban a mi lado se miraron entre si.

─ Sam es una cerebrito come libros, ya estamos acostumbrados. ─Sophia se encogió de hombros, respondiendo por los tres.

─ Bien, me iré a leer, nos vemos después. ─Patrick se empezó a ir, despidiéndose con la mano.

─ ¡Diles que iré en un rato! ─le grite al chico de lentes antes que se me perdiera de vista.

─ No fútbol, ¿verdad? ─nos preguntó John, y ambas negamos ─. Bien, entonces ya saben que toca.

Los cuatro nos dejamos caer en el suelo, esperando a que John sacara las cartas para jugar póker.

─ ¿Listas para perder? ─nos preguntó John, sonriendo con superioridad.

Sophia y yo compartimos una mirada.

─ Corrección, estamos listas para ganar. ─aseguré.

Le conté a tío Merle que Carl y John me estaban ganado en póker, y toda una tarde se ocupo de enseñarme a jugarlo, porque a palabras de él "Ninguna sobrina mía será derrotada en póker"

Y todos sus consejos, se los brinde a Sophia. Porque no importaba si ella ganaba, el chiste era que ellos dos no ganen.

[...]

─ Nos aplastaron.

─ Como a hormigas.

Dijeron ambos amigos, mientras Sophia y yo chocábamos las palmas, celebrando nuestro triunfo ante ellos.

─ No debieron subestimarnos. ─dije con una sonrisa triunfante.

─ Ahora nos deben todas sus historietas, más las gomitas que Michonne les trajo. ─Sophia empezaba a reclamar nuestro premio.

─ Se las damos en la noche, necesitamos un tiempo para despedirnos de ellas. ─lloriqueo John, secándose una falsa lágrimas.





































Apoyaba mi mejilla en el hombro de Carl mientras ambos observábamos a Judith. La pequeña se había quedado dormida hace apenas unos minutos, su respiración tranquila y rítmica llenaba el cuarto con una calma que, honestamente, era rara de encontrar en nuestro mundo. Carl acariciaba distraídamente brazo, encima de mi ropa. 

─ ¿Crees que ella sueñe con cosas lindas? ¿O con caminantes? ─preguntó Carl de repente, rompiendo el silencio.

─ Creo que con cosas lindas, pero siempre lleva un revolver en la mano, por si acaso. ─respondí en voz baja, para así no despertarla.

─ Ahora no puedo dejar de imaginar a mi hermana bebe con un revolver en la mano.

Me acomode un poco contra el, solo pasando el rato, cuando de pronto el me pregunto:

─ ¿Me acompañas a la biblioteca? 

─ ¿Te aburriste de mi o me quieres mantener vigilada.

─ Ninguna de las dos.

─ ¿No creías que es para niños?

─ Tal vez necesite leer un poco. 

─ ¿Tu?

─ Amo leer. ─suelta.

─ Carl, lo último que leíste fue un mapa, y dijiste que solo era una libro con dibujos muy grandes. ─contraataque.

Luego de muchas burlas hacía el, accedí. Así que él tomo mi mano y juntos nos fuimos a la biblioteca. Sin embargo, cuando llegamos al lugar, nos dimos cuenta que esto no era solo un simple circulo de lectura.

─ Señora, ¿puedo ir de guardia? ─preguntó mi adorado niño de rulitos, Luke.

─ Claro. ─respondió Carol.

Luke con la luz verde de parte de la mujer, se levanto y fue a la puerta.

─ Hoy hablaremos de cuchillos ─empezó a hablar, sacando una pequeña caja donde estaban las armas que les mostraría ─. Cómo usarlos, cómo manejarlos adecuadamente, cómo estar seguros con ellos y cómo salvar sus vidas...

─ Señora, ¿puedo retirarme? ─inquirió Patrick, con un tono de voz extraño, y desde mi posición, podía ver como estaba más pálido de lo que normalmente es.

Carl y yo compartimos una mirada, es decir, no podía decir nada contra lo que hacia Carol, sería hipócrita de mi parte hacerlo, yo hago lo mismo, les enseño a los niños como sobrevivir.

─ ¿Qué pasa? ─le preguntó Carol.

─ No me siento muy bien.

─ A veces tendrás que soportarlo, ¿Qué si te encuentras solo ahí afuera? ¿Te rendirás solo porque te sientes mal?

─ No ─dijo con un poco de pena ─, pero no quiero vomitar encima de alguien.

─ Bien, ve.

Patrick se fue.

Por su parte, Carl seguía sujetando mi mano, llevándome cada vez más cerca del grupo de niños, aunque aún nos manteníamos escondidos detrás de los estantes, .

─ Hoy aprenderemos como usar un cuchillo, como cortar y hacia donde apuntar...

Carol dejo de hablar, porque nos vio, nos asomamos demasiado y revelamos nuestra ubicación.

─ Sam, Carl, por favor, no le digan a sus padres. ─suplicó.

Carl tiro de mi mano, no me dio tiempo de decir nada, simplemente nos fuimos.

Carol no hace nada malo, simplemente le enseña a los niños a sobrevivir, no debería ser reprendida por ello.


























▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝

Recién me doy cuenta. Si Judith es hija biológica de Shane...sería media hermana de John...

palabras; 3529.
▬ With love, Lucy Rhee

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