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𝟬𝟰𝟰 | little firefly

044. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗬 𝗙𝗢𝗨𝗥 ──

── 𝗅𝗂𝗍𝗍𝗅𝖾 𝖿𝗂𝗋𝖾𝖿𝗅𝗒 🐝•˖* 📼 ☄️

"Hubiera deseado tomar una foto tuya, porque estoy empezando a olvidar tu rostro"

─ Tienes el cabello rojo igual que yo, eso es muy cool. Casi no hay pelirrojos en el mundo, de hecho sólo el dos por ciento de la población lo es. Lo leí en un libro. ─dije cuando ella me miro con el ceño fruncido. Podría jurar que hay algo familiar el ella.

─ Increible, ¿no?, firefly.

─ ¿Porque me llamas así?

La mayor se encogió de hombros.─ No lo sé, mi padre me lo decía a mi, y suena bonito en ti.

─ Me pones muchos apodos, también está el de...

─ ¿Caperucita roja─asentí ─. Sí, es mi favorito...

Me desperté en el autobús en movimiento, limpie las pequeñas lágrimas que estaban en mis ojos, y camine por el pasillo hasta quedar junto a Tara.

Ya que compartí asiento con ella durante la primera hora de viaje, al menos hasta que me empecé a caer de sueño, y decidí irme a la parte trasera del autobús para dormir por un rato.

─ ¿Qué pasó? ─inquirió la chica Chambler, señalando mis ojos.

─ Siempre lagrimeo al despertar. ─mentí, es decir, si, lagrimeo al despertar, pero hoy particularmente había llorado.

─ ¿Estás bien, Moony? ─preguntó Gleen desde su asiento, mirándome con genuina preocupación.

─ Tal vez ellos estén atrás ─comenté con una sonrisita, intentando cambiar de tema─. Tal vez mi papá, mi tío Merle y Carol regresaron...tomaron el mapa, y estén viniendo en este instante.

─ ¿Lo dices porque quieres ver a tu papá o a tú novio? ─interrogó el coreano, mientras yo me acomodaba junto a la ventana, para ir viendo el camino.

─ Por mi papá, claro está, uh, y por Judith...y por Sophia...no le digan que la puse al final ─pedí, haciendo un ruidito ─. Porque si no, ella me asesinara. Y yo se que ustedes no me quieren muerta.

─ ¡Yo si! ─exclamó Abraham desde el asiento del conductor, para luego echarse a reír.

─ Ellos nos alcanzaran ─me aseguró Maggie, para luego girar en su asiento y ver a Eugene ─ ¿Cuánto tiempo tardará después de llegar a la terminal y hacer lo tuyo? 

─ Pues ─empezó a contestar el científico ─, depende de ciertos factores, como la densidad de los infectados en puntos estratégicos de impacto.

─ Espera, me perdí, ¿hablas de misiles o algo asó? ─le inquirí con curiosidad.

Él se quedó callado por unos segundos, y luego soltó:

─ Es clasificado.

─ Clasificado mis ovarios ─refunfuñe, soy muy impaciente para esperar llegar y que ahí nos revelen todo, si nos lo revelan, claro ─. Es increíble que aún sigas con eso. ─rodé los ojos.

─ ¿Y si sobrevivimos todos?

─ ¿Los secretos importaran? ─contraataque.

─ Tal vez si ─me respondió ─. En fin, la velocidad de la normalización depende de factores como los patrones climatológicos globales que fueron moderados sin la suposición que los autos, aviones, barcos y trenes no expulsaron hidrocarburos a la atmosfera. No olviden que hablamos de patógenos transmitidos por el aire.

─ ¿Y porque ese corte? ─le preguntó Gleen, así, de la nada.

¿Pero que tenía que ver?

─ Porque me gusta. Y por ahora, nadie se acercar a él con pretensión de cortarlo , ¡¿Me oyó, señorita Espinosa?

─ Si, fuerte y claro. ─contestó la latina, riendo desde su sitio.

─ Pueden reírse todo lo que quieran.

─ No nos estamos burlando. ─medio Maggie.

─ Ustedes no, pero Tara y yo, si. ─informe, riendome a carcajadas con la nombrada, mientras chocabamos los cinco.

─ Pues al hombre más listo que conocí le encantaba mi corte de pelo. Mi ex jefe, T. Books Ellis ─contó.

¿Donde escuche ese nombre antes? No lo recuerdo.

─ Es el director del Proyecto Genoma Humano. Dijo que mi corte me hacía ver como un tipo chistoso. Y lo soy, pero no soy Sansón.

Pero antes que pueda decirle que cuando duerma, lo dejare con el mismo corte que tiene tío Merle, se escuchó un fuerte ruido, y el bus en donde estábamos, parecía perder el control, nos deslizamos por varios metros, hasta que esté se estrelló.

Lo último que recuerdo es ver a Tara intentandome proteger con su propio cuerpo.





















Empecé a abrir los ojos poco a poco, no sé cuanto tiempo estuve inconsciente, lo único que se, es que lo primero que hice el tratar de levantarme para ayudar a los demás.

Y aquello me hizo ahogar un grito de dolor al apoyar mi pierna derecha en el suelo. Un trozo estaba incrustado en ella.

Intente no soltar quejidos, para que no se preocuparán por mi, aunque duele como la mierda.

Simplemente, rompí un trozo de mi camiseta, lo enrrolle y luego até en la parte superior, justo arriba de donde se encontraba el vidrio, y después, quité el cristal.

La verdad no escuche que decían los demás, estaban recien saliendo del aturdimiento que dejo el accidente. Aún no me explicó que paso.

─ ¿Los demás, estan bien? ─preguntó Gleen, y le respondieron con un "si", menos yo, que estaba lo suficientemente ocupada, supervisando mi herida y viendo que está no se agrave, lo último que necesitan ellos es que una niña tonta se desangre.

Necesitan cuidar al científico, a Eugene, el sabe como arreglar al mundo, yo no.

─ ¡Sam! ¡Sam! ─grito con desespero ─ ¿Estás bien?

─ ¡La tengo! ─informó Tara, llegando a mi lado y tomando mi rostro con sus manos.

─ Tara, no nos desconozcamos, además, tengo novio. Aunque este podría ser un amor prohibi...

─ ¡No tiene heridas graves! ─me interrumpio, informardolé a Gleen sobre mi estado, para luego mirarme a mi con el ceño fruncido ─. No eres mi tipo, Sam, lo siento.

─ Auch, está es la segunda mujer que me lo dice ─solté, viendo por detrás del hombro de Tara ─,  hay fuego en el motor, debemos salir.

─ Ya sé ─habló Gleen, acercándose a Abraham ─. Bien, tú y yo abrimos paso, después, Maggie y Rosita saldrán, y atacamos todos. 

─ ¡Bien! ¡Prepárese! ─ordenó el ex-sargento, para luego mirarnos a nosotras ─. Tara, Samara, cubran a Eugene, salgan

─ Okey. ─acepté.

Tome mis cuchillos, ya que para facilitarme el viaje, mis flechas las desarme, solo me planeaba defender con mis cuchillos y una pistola.

Además, en mi mochila yo no tenía casi nada, la mayoría de mis cosas se las deje a Sophia, lo hice para viajar ligera.

Nunca pensé que pasaría esto. Solo me coloqué mi carcaj  vacío y me coloqué el arco, lo demás lo deje, en mi mochila, luego vuelvo por él, no podre salir con mi mochila. Primero matamos a los caminantes, luego regreso por mis cosas y el botiquín y lo demás útil en este autobús.

En fin, vi a Gleen y Abraham salir, luego Rosita y Maggie. 

─ Yo ayudo a salir a Eugene, sal tú. ─me dijo Tara, mirando de reojo a mi pierna, así que yo salí, y ayude a matar caminantes.

Mientras mi pierna luchaba su propia batalla.

Vaya, Tara si se había dado cuenta de mi herida.

─ ¡Cuidado! ─le dije a Eugene, empuñando mi cuchillo en un caminante antes que lo mordieran.

En poco tiempo, ya habíamos terminado de matar a los caminantes, así que me senté en el suelo, para no forzar mi pierna.

Rosita también se había puesto de rodillas en el suelo, estaba cansada.

─ Revisa si Eugene está herido. ─ordenó Abraham, quien estaba entre aturdido y molesto.

─ Estoy bien, solo unos cortes. ─aseguró el nombrado.

─ ¡Revísalo! ─reiteró el pelirrojo.

Rosita a regañadientes y sin ganas, se levanto del suelo y fue a revisar a Eugene.

─ ¿Esa es tú sangre? ─le pregunté a Abraham, al ver su mano ensangrentada.

─ Si, solo son cortes insignificantes, en serio. Pero sangran mucho los malditos. ─me respondió.

─ El botiquín está en el autobus. ─comentó Maggie.

─ Si, también debemos curar a Mara. ─murmuró Tara, y con eso solo hizo que Gleen saltara y viniera corriendo hacia mi.

Se dió cuenta de mi herida.

─ Estoy bien.

─ No lo estás. ─me regaño el coreano.

─ Iré a ver que tenemos en el botiquín. ─dijo Maggie con decisión, luego de ver mi herida.

Pero cuando apenas se dirigía al autobús, esté se empezó a quemar por completo.

─ No pararemos ─vociferó Abraham, tomando su maletín ─. La misión no se acabo, debemos seguir adelante.

─ Haré de abogado del diablo ─señaló Eugene, deteniendo a pelirrojo enojon ─. Pero acabamos de tener un choque violento. Pasamos mucho tiempo despejando la carretera, y la iglesia está solo a 25 kilómetros. 

─ No nos detendremos. No retrocediéremos ─grito ─. Un soldado que se detiene, pierde la guerra. Si la carretera nos detiene, el plan se acaba, y lo saben. 

Nadie cuestionó.

─ Seguiremos adelante porque tenemos que hacerlo. No hay otra alternativa. ¡Nadie va a volver!

─ Hey, hey ─lo detuvo Gleen, yéndose de mi lado para detener a Abraham ─. ¿Estás bien?

─ Estoy perfecto como un roble.

─ Un roble anciano. ─murmuré.

─ Iremos contigo. Enserio, amigo. Pero necesito saber si estás bien.

─ No nos podemos detener, el mundo está en juego. Esté choqué me dolio, no te lo voy a negar. Estoy estresado y abatido, y es una desgracia perder el vehículo. Pero si tenemos que seguir, estoy bien. 

─ Entonces seguiremos. 

─ Conseguiremos las cosas en el camino, como siempre, pero...

─ Tampoco soy un insensible, Rosita ─Abraham lo interrumpió ─. Tengo unas cuantas vendas en mi bolso ─él miró a los esposo Rhee ─, curen a su cachorra.

Todo el mundo giro a verme, yo no respondí nada porque me había dado cuenta de algo.

Me paré como pude, escuché los regaños de Glenn. Pero no me importaba, el dolor había pasado a segundo plano.

─ No, no, no. ─chille, queriéndome acercar al vehículo en llamas, pero fui detenida por Glenn

─ No entiendo. ─murmuró Tara.

─ M-mi diario...ahí estaba la foto con mi padre...la carta...la carta...

─ Tú padre va a volver, Daryl va a volver. ─aseguró Chambler.

─ No hablaba de ese padre...si no, de mi verdadero padre.





















SE HABÍA HECHO DE NOCHE; afortunadamente, habíamos encontrado una biblioteca en un pequeño pueblo, es aquí donde pasaremos la noche.

Obviamente, primero revisamos y verificamos que no hubiera caminantes dentro. Y bueno, ahora cada uno hacía algo, menos yo, ya que al parecer todo este grupo, incluyendo a Abraham, me obligó a quedarme quieta y callada. La primera de ellas sí obedecí, la última... no.

Bueno, Tara hervía una lata de sopa, Rosita terminaba de coser a Abraham, y ahora era mi turno.

La chica Espinosa enterraba la aguja en mi piel y aseguraba que no quedaría una gran cicatriz, aunque la verdad no me importaba tanto aquello; ya tengo tantas cicatrices internas... es igual que una externa.

¿Qué daño le hace una raya más al tigre?

─ Glenn, es a mi a quien están suturando, pero parece que tú el que siente la aguja entrar en su piel. ─le dije al coreano, que estaba junto a mi, tomando mi mano, disque para que no llore y me desmaye por el dolor.

Además, me obligaba a mirar a otro lado que no sea mi pierna, en serio, Glennie está desquiciado.

─¿Cómo era tu padre? ─me inquirió Rosita.

Sabía que pretendía, ella quería que no piense en el dolor de mi pierna, ya que recién iba en el punto dos, y me tiene que hacer como doce puntadas.

─ Uh, bueno ─empecé ─, me daba amor a su rara manera, en mi familia no eran de mucho contacto físico, ni decir te quiero y esas cosas.

─ ¿Saben cuánto luchamos para que ella se deje abrazar? ─me acusó Gleen.

─ Y Sam, la carta ─habló Tara, desde la pequeña fogata ─, ¿no la habías leído en todo este tiempo?

Yo negué. ─ Un millón de veces, pero la guardaba como recuerdo. Me lo escribió desde la guerra, me llegó mucho después, esa me la sé de memoria.

Ninguno de los presentes pidió que la diga, supongo que para no hacerme sentir incomoda o algo así, pero de todas formas, lo hice. Vociferé la carta de mi padre:


Querida firefly:

Se que siempre te ha gustado la sinceridad, y tambien se que eres muy inteligente para darte cuenta de que pasa. Así que no te voy a mentir, no ahora.

Tal vez regrese, o al tal vez. Las cosas se han complicado aquí donde estoy, pero no me voy a rendir, el capitán es el último que abandona el barco, y ese es mi labor en la guerra.

No planeaba escribir, porque no sabía qué poner aquí, pero un amigo me insistió en que lo haga, dijo que si no regresamos, era mejor decir adiós a las personas que más amamos.

Así que ─no te reías de tu padre ─, esté es mi intento de decir adiós. 

Pequeña, eres mi todo aunque no lo demuestre, cuando naciste y te vi por primera vez, quedé sorprendido al darme cuenta que una cosa tan chiquita podía emanar tanto amor, el amor que a mi me hacia falta.

Eres una líder innata, las personas te seguirán, y tu las guiaras, y lo harás bien, lo sé. Serás alguien grande en la vida, pero no cambias tu manera de ser por algo o por alguien, nunca lo hagas.

No quiero alargar más esta carta, así que, te amo. No lo he dicho en persona, pero en verdad lo hago, little firefly.

Adiós.


Lágrimas brotaban de mis ojos al instante que termine de decir la carta. Rosita ya había terminado, y Glenn estaba abrazándome.

Me quede ahí, entre sus brazos, me sentía segura, protegida. Así que me permití llorar lo que fuera necesario.

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