𝟬𝟰𝟴 | Mara Dixon
048. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗬 𝗘𝗜𝗚𝗛𝗧 ──
── 𝗆𝖺𝗋𝖺 𝖽𝗂𝗑𝗈𝗇🐝•˖* 📼 ☄️
John insistió en que yo fuera quien revise al hombre mientras él seguía apuntando. En un principio no supe por qué lo hizo, pero luego me di cuenta de que si algo ocurrió, yo no tendría el valor de disparar; me conocía tan bien el maldito.
Y es raro, nunca esperé llevarme tan bien con alguien, pero aquí estaba. John es el mejor amigo de Carl desde la cuna prácticamente, pero cuando yo lo conocí, hicimos un click, supongo, porque teníamos muchas cosas en común, como ser frikis que leen y ven cosas que solo el uno por ciento de la población conoce. Además de nuestro pasado, ambos crecimos con padres que nos querían a su extraña y retorcida manera. Son muchas cosas en común.
Pero en fin, regresando a la actualidad, no hubo contratiempos con Aaron─el cual es el nombre del hombre─; él colaboró en todo momento, y luego se dejó guiar hacia el granero, donde yo entré primero.
Siento que si hubiera querido, hubiera derribado a John o algo así, pero no lo hizo.
─ Señoras y señores, niños y niñas, ancianos... cof... cof... tío Merle. Eh... bueno.
─ Habla ahora o haré la demostración de cómo mató a alguien con un cepillo de dientes. ─suelta, mi tío, mientras yo suelto un suspiro.
─ Encontramos a alguien afuera, se llama Aaron.
Dije, mientras John empujaba al hombre para que entrara. Apenas hizo acto de presencia, todos los presentes entraron en alerta. Papá fue el primero en salir del granero para revisar si había más afuera, y tío Merle tomó mi mano con fuerza y tiró de ella como si tuviera cuatro años. Y ni en ese entonces alguien me tomaba de la mano; crecí sola. Se pasa.
─ Que tú no tengas mano no significa que no sepas que a los demás no les duele la suya. ─me queje.
─ No estás en posición de hablar, Wanda. Estarás castigada.
─ Cuando tengamos una casa castigada.
Para que hable tan pronto.
─ Lo vimos afuera, estaba solo. ─explicó John mientras se colocaba junto a Carl, al menos él sí podía decidir dónde estaba, porque si tuviéramos cadenas, mi tío ya me hubiera atado con ellas a un tronco.
─Sí, tomamos su arma y su mochila. ─terminé de contar, mientras tío Merle por fin se daba cuenta de que no tenía cinco años y me soltó, así que me coloqué junto a mi novio. Segundos después, mi mejor amiga se unió a nosotros.
A pesar de que le dijimos que ya habíamos revisado, mi padre no se fiaba de aquel hombre, así que lo volvió a revisar.
─ Hola ─saludó Aaron, y de inmediato, Judith rompió en llanto, así que Rick me la pasó, para que así la calmara . Es un placer. ─dio un paso, pero fue regresado por un tirón, cortesía de papá.
Lo sé, tan amable como siempre.
─ Dame su arma. ─pidió Rick, así que John sacó de su bolsillo la pistola que le quitó a Aaron, y luego se la dio al mayor Grimes ─ ¿Te puedo ayudar? ─le preguntó.
─ Dice que tiene un campamento ─comenté, mientras caminaba de un lado al otro, calmando a la bebé que tenía en brazos ─, no está muy lejos, o eso dice. No presentó indicios de mentir.
Dije, ya que me fijé demasiado en su lenguaje corporal mientras nos contaba a John y a mí sobre su comunidad.
─ Tambien nos dijo que debemos hacer una audición para entrar, le dijimos que aún no hacemos coreografías grupales, y solo se rió. ─contó John con ligereza, haciendome reír por lo bajo.
No solo a mí, sino también a Sophia, así que entre ambas luchábamos por no soltar carcajadas.
─ "Audición" no es la mejor palabra ─se adelantó a decir Aaron ─; puede sonar como una competencia de baile, de hecho es lo que dijo el chico ─se refería a John, que hizo varios chistes mientras nos contaba sobre su campamento ─. Aunque de todas formas, las competencias los viernes...
A nadie le causó risa su chiste... Bueno, a mi mejor amiga... Que digo mi mejor amiga, a mi hermana y a mí nos causó mucha gracia, pero somos discretas, o eso creemos nosotras.
Él negó al ver que su intento de romper el hielo salió mal; en su lugar, prosiguió. ─ Y no es un campamento. Es una comunidad, y creo que todos serían muy útiles ahí. Pero no lo decido yo;mi trabajo solo es convencerlos de que vengan conmigo.
Como en una secta, me gusta.
─ Lo sé ─dijo ante el silencio incómodo y las caras de seriedad de mi grupo ─. Yo tampoco iría, no hasta saber exactamente en qué me metería; John, ¿le darías a Rick mi mochila?
Mi amigo obedeció.
─ Hay un sobre, adelante ─indicó, y Rick revisó justo ahí, sacando el objeto Me resultaría imposible convencerlos de acompañarme si solo hablo de la comunidad, así que traje eso, y me disculpo de antemano por la calidad de las fotos; encontramos una cámara antigua...
─ Nos importan una mierda las fotos. ─refunfuñó tío Merle.
─ Tienes absolutamente toda la razón. ─dijo con nerviosismo, para luego volver a Rick. La primera foto es lo que quería mostrarles, porque a nadie le importará lo que diga, si no saben que estarán seguros. Si se nos une, lo estará.
─¿Un hogar? ─pregunté casi en un balbuceo.
─ Sam. ─regañó Rick, así que volví a enfocarme en mecer a Judith.
─ Sí, como un hogar, Mara, esa es la idea ─me dijo Aaron, para luego seguir dirigiéndose a todos ─. Cada panel en ese muro tiene más de cuatro metros de alto y cuatro de ancho, de puro acero sólido, y están forjadas con vigas de acero laminado y tuberías cuadradas; nada que esté vivo o muerto pasa sin permiso. Como dije, la seguridad es obviamente importante, y solo hay un recurso más crítico para nuestra supervivencia: las personas. Juntos, somos fuertes. Y ustedes pueden hacernos más fuertes...
Todos los de mi grupo se miraron entre sí, y ya sabíamos que pasaría, y más si Rick ahora se acercaba a paso firme a Aaron, así que cubrí los ojos de Judith; no debe ver violencia.
─ En la siguiente foto ─prosiguió el hombre ─, verán el interior; nuestra comunidad fue construida por...
Dejó de hablar y cayó al suelo por el fuerte golpe propiciado por Rick.
─ Si yo hubiera hecho eso, me castigaban. ─Señale.
─ ¡Mara!
La voz de la mayoría de adultos regañándome se escuchó.
─ ¡Esto es absurdo! ─le replique a Rick, un poco enojada. Él no nos estaba atacando, no nos apuntó, y estaba sola.
─ Es mejor estar seguros ─me dijo, para luego ver a John y Carl ─. Vacíen su mochila, vamos a ver quién es en realidad.
─ Está bien, papá. ─acepto, Carl, empezando a vaciar la mochila.
─ Quiero ojos en todos lados ─Rick se dirigió al grupo ─. Seguro vendrán por nosotros. No sabemos cómo o cuándo, pero vendrán.
─ Rick ─dije, dejando a Judith dormida encima de su manta ─. John y yo no lo habíamos visto; de haber querido, nos hubiera disparado. Sin embargo, nos dijo "Hola", y los asesinos no saludan, asesinan.
─ ¿Alguno pudo ver algo? ─Rick me ignoró por completo.
─ Hay demasiados escondites. ─contó Sophia desde una ventana del granero; sí, ella, al igual que el resto, se había puesto a mirar por los alrededores.
─ De acuerdo, sigan observando ─camino hacia nosotros, que revisábamos la mochila ─. ¿Qué encontraron?
─ Nunca había visto una como esta. ─le dijo Carl a su padre, mientras le daba la pistola naranja.
─ ¿Es una de bengala, verdad? ─inquirí y Rick asintió y yéndose, así que ante la cara de signo de interrogación de mi novio, le expliqué por qué sabía eso . Había en las ambulancias del hospital donde mi abuela trabajaba.
─ Sí pues, Carl, ¿cómo no vas a saber que era? ─desaprobó Sophia en un tono cómico.
Spoiler: ella tampoco sabía, pero le gustaba burlarse de Carl; nunca perdía las buenas costumbres.
Aún recuerdo cuando éramos niños.
─ Ven. ─mi mejor amiga me tomó de la mano y me llevó junto al resto, y nos quedamos viendo como Aaron despertaba poco a poco.
─ Qué buen puñetazo, Rick. ─Felicito aún desde el suelo.
─ Siéntanlo. ─pidió Grimes.
─ Lo mejor es que...
─ Está bien ─le dijo Aaron a Maggie, así que lo ayudaron a sentarse ─. Son precavidos, lo comprendo totalmente.
─ ¿Cuántas personas más hay ahí afuera?─interrogó Rick. Tienes una pistola de bengala para alertar a los de tu grupo. ¿Cuántos son?
─ ¿Y eso importa? ─preguntó Aaron, enfureciendo más a nuestro líder que en estos días tenía la paciencia escondida entre su barba.
─Sí ─contestó tensando la mandíbula Sí importa.
─ Está bien, yo sé que sí importa cuántas personas hay afuera... pero ¿importa cuántas personas te diga que hay? ─suspiro ─. Porque estoy seguro de que no importa qué número diga... ocho... treinta y dos... cuatrocientos cuarenta y cuatro. Cero. No importa qué número te diga, no vas a confiar en mí.
¿Acaso esto es un "bienvenido a los juegos mentales"?
─ Es difícil confiar en alguien que sonríe tras recibir un golpe. ─contraatacó Rick.
─ ¿Y en alguien que les deja botellas de agua en la ruta?
Nos miramos entre todos. Nos han estado siguiendo todo este maldito tiempo. Esto es... terrorífico.
─¿Desde cuándo lo hacen? ─inquirió papá con preocupación y enojo.
─ Lo suficiente para ver que casi ignoraron a un grupo de errantes que los seguían. Lo suficiente para ver que, pese a no tener comida ni agua, nunca se atacaron entre ustedes. Son sobrevivientes y son personas. Como dije, y espero que no me peguen por repetirlo: no hay recurso más importante que ese, las personas.
Pero nada de la explicación de Aaron sirvió para calmar a nuestro líder.
─ ¿Cuántas personas hay afuera? ─volvió a preguntar Rick con firmeza.
─ Una ─respondió Aaron, pero aquello no convenció a Grimes mayor Sabía que no me creerías. Si no es con palabras ni imágenes, ¿cómo puedo convencerte de que esto es real? ¿Y si los llevo? ─ ¿A todos? ─preguntó animado, esperanzado que Rick acepte ─. Si partimos ahora, llegaremos para el almuerzo.
─ No habrá lugar para los diecisiete en el auto que usaron tú y tu amigo para llegar aquí. ─cuestionó Rick.
─ Vinimos por separado. Si encontramos un grupo, nos aseguramos de que todos vayan; no dejamos a nadie atrás. Hay sitio para todos.
─ ¿Y estacionaron a kilómetros de aquí, verdad? ─preguntó Sophia con obviedad.
─ Al este sobre Ridge, después del cruce con la Ruta 16. Quisimos dejarlo más cerca, pero la ruta quedó bloqueada tras la tormenta.
─ Sí, veo que pensaste en todo. ─dijo Rick, aún sin creer nada de lo que dice Aaron.
─ Si quisiera emboscarlos, lo haría aquí. Quemaría el granero mientras duermen y los mataría mientras salen por el único acceso. Confíen en mí.
Yo confío en él, suena tonto, pero no ha dado indicios de lo contrario.
─ Iré a ver los autos.
─ Y nosotras vamos contigo. ─dijo Sophia, incluyéndome al plan de Michonne, y yo solo asentí.
─ No hay ningún auto. ─sentenció Rick.
─ Pues solo hay un modo de averiguarlo.
─ No necesito averiguarlo.
─ Pues yo si ─replicó Michonne ─. Tu sabes lo que sabes, y estás muy seguro, pero yo no.
─ Ni yo. ─comentó Maggie.
─ Vamos, Rick ─Beth habló por primera vez desde que Aaron vino─. Dejar pasar esta oportunidad, rechazar un lugar para vivir donde Carl, Sam, Sophia, John y Judith podrían crecer... solo porque estás enojado con el mundo, no es correcto. Debemos averiguar de qué se trata; sabemos cuidarnos.
─ Yo iré. ─aseguró Glenn, apoyando a su cuñada.
Así que Rick no tuvo más remedio; todo el grupo quería ir. Le indico a nuestra gente qué hacer, y a los demás los mando en grupos a vigilar la zona. Como era costumbre, los tres adolescentes y yo fuimos a vigilar desde afuera los alrededores.
Convencí a papá de ir con Rick y los demás al auto donde transportaban a Aaron. Él no se pudo negar, estoy con Glenn, y básicamente me deja ir con el coreano a cualquier parte.
Ya era de noche, y habíamos colocado a Aaron al centro; Michonne y yo estábamos cada una en una ventana, Glenn iba de conductor y Rick de copiloto.
─ Solo no choques. ─le pedí a Glenn con burla, mientras lo vi rodar los ojos por el espejo retrovisor.
─ Intento conseguir los cincuenta estados ─comentó Aaron cuando Rick tomó unas placas que había en la guantera ─; los pondré en la pared de mi casa.
Yo fruncí el ceño. ─ ¿Tienes tu propia casa?
─ Sí, está en las fotos, Mara. ─me llamo, y tomé el sobre amarillo, pasando entre las fotografías.
Había paneles solares, muros, casas; parecía un hogar... pero se sentía tan irreal.
─ Rick ─llamé ─. ¿Le hiciste las preguntas?
Él negó, dándome un pequeño gesto con la cabeza, indicándome que yo podía hacerlas.
Me giré a ver a Aaron.
─ ¿Cuántos caminantes has matado? ─pregunté.
Él frunció el ceño.
─¿Qué?
─ Solo dime ─pedí ─, un número, ¿a cuántos caminantes has matado?
─ Unos cuantos.
─¿Y a cuántas personas asesinaste?─interrogué.
─ A dos.
─ ¿Por?
─ Porque quisieron matarme. ─me respondió.
Antes de que termine con el interrogatorio, Rick mostró un artefacto extraño que no podía reconocer que era; sin embargo, mi suegro lucía alterado.
─ ¿Nos escuchabas?─preguntó Glenn.
─ Ya dije que los observe, sí, también los escuché. ─confesó Aaron.
─ Su grupo nos debió escuchar, sabe de nuestro plan, ¡esto está mal! ─gritó Rick.
─ ¡Rayos! ─exclamó Glenn, chocándose con un caminante, pero no se detuvo.
─ ¡Glenn! ─chillé.
─ ¡Los nuestros vienen atrás, nos hubieras chocado! ─explicó, mientras yo me sujetaba del asiento, girándome sobre mí misma, buscando la caravana donde iban los nuestros.
─¿Dónde están? ─pregunté alarmada, mientras Glenn seguía chocándose con los señores caminantes.
Atravesamos un gran tramo; nuestras ventanas eran cubiertas de tripas y sangre. Rick fue el primero en salir, luego Michonne y Glenn.
─ ¡No los veo! ─gritó Rick.
─ ¡Demos la vuelta y busquémoslos! ─opinó Glenn, y todos volvieron al auto, no sin antes limpiar un poco de tripas de las ventanas.
─ Diablos. ─farfulla al ver que el vehículo no encendía.
Michonne volvió a salir, mientras Aaron gritaba alarmado, diciendo que debemos irnos.
─ ¿Qué es eso? ─preguntó Glenn, mirando al cielo.
Una bengala.
─ Rayos.
─¿Qué pasó? ─le pregunté a Aaron ante su desespero.
─ Ábranme, se acabó, necesito irme. ─dijo entre dientes, tratando de salir, pero tenía las manos atadas.
─ ¿Qué sucede? ─gritó Rick.
Aaron pateó la puerta y, empujando a Michonne, salió corriendo.
─ ¡Samara! ─escuché que Glenn llamó, sin embargo, yo había salido tras Aaron.
Él no tenía armas, tenía las manos atadas; sería inhumano dejarlo así, a su suerte. Además, los nuestros pensarán que la bengala la lanzamos nosotros, así que siento que esta vez no fui tan imprudente...no tanto.
Saqué mis cuchillos y empecé a matar a caminantes como una loca. Despejé parte de mi camino.
Seguí avanzando; me había separado mucho de mi grupo, así que tomé mi arma por si aparecían más caminantes, aunque no es que tuviera muchas balas, pero algo era algo. Es más peligroso enfrentarme a los errantes cuerpo a cuerpo.
En eso, corrí hacia Aaron, al ver que gritaba y luchaba contra un caminante.
Disparé y luego lo obligué a girarse, desaté sus manos.
─ Ve a salvar a tu compañero; yo debo ir con los míos.
Él no se movía.
─ ¡¿Quieres que te de un calcetin para que seas libre?! ¡Vamos, vete! ─chillé.
─ Solo lo lograremos juntos. ─me dijo.
─ Dios santo, Sam, aquí estás ─Glenn salió de entre las plantas, y me envolvió en un abrazo ─. Si te perdías, los Dixon me mataban.
Y no era broma.
Finalmente nos encontramos con Rick y Michonne, así que todos juntos fuimos a donde vimos la bengala, pasando por un callejón oscuro hasta que vimos a mi papá haciendo una señal, indicándonos que todos estaban ahí.
Maggie salió y se lanzó a los brazos de Glenn, y Rick espero a que su hijo fuera donde él, pero en su lugar, vino hacia mi y me abrazo muy fuerte, levantandome ligeramente del suelo.
Yo tomé sus mejillas y lo besé.
─¿Todos están bien?─pregunté.
─Sí. ─Ve —sonrió, mientras me separaba de él para seguir saludando al resto.
─ ¡Eric!─gritó Aaron.
─ ¡Aquí!─respondió alguien desde dentro.
Sophia salió a mi encuentro, y vimos adentro a Aaron besándose con el tal Eric.
─ Estan teniendo su momento. ─me murmuró Sophia ─. Yo tambien quiero mi momento.
─ Y lo tendrás. —Le aseguré.
Nuestro líder entró y le pidió a Aaron hablar; Sophia también se fue a escuchar qué diría, mientras yo me acerqué a Eric.
─ Toma ─le ofrecí, sacando un antibiótico de mi mochila y ofreciéndoselo, pero se negó ─. Yo me rompí la pierna a los seis; aún recuerdo cuánto dolía.
─¿Cuál es tu nombre?─me preguntó, formando una sonrisa.
─ Mara Dixon.
Pete y cirujano.
Eso es lo que escuché en la conversación que tenían Noah y Aaron. Aquel nombre me hacía recordar algo, más bien a alguien, pero conociendo mi suerte y que el mundo se fue a la mierda hace mucho, no creo que sea él.
Bueno, eso fue antes de que la caravana se parara.
─ Vaya ─refunfuñó Abraham ─, píntala de rojo y ponle una escalera.
─ Estoy teniendo un déjà vu. ─murmuré.
─ ¡Arriba GREATMS! ─grito Tara.
─ ¿Crees que si nos lo tatuamos, mágicamente la caravana enciende por el poder de GREATMS. ─inquirí, mientras todos nos veían como si estuviéramos locas.
─ Discúlpenlas ─medió Rosita ─, chiste interno de GREATMS.
─ ¡¿Pero qué es GREATMS?!─chilló Sophia, exasperada.
─ Solo falta una batería. ─informó Glenn luego de revisar el vehículo.
─¿Y dónde carajos encontraremos una batería?─preguntó Abraham, furioso.
─ Justo aquí. ─informó Glenn, caminando hacia la entrada y levantando un pequeño tablón donde había una batería.
─ ¿Cómo sabías eso?
Dale.
Respondí en mi mente, y al parecer Glenn y yo pensamos lo mismo, ya que sonreímos en complicidad.
Es aquí donde me pongo a pensar en la gente que he perdido en todos estos años. . .
Carl se acercó a mí junto a Judith, Sophia y John; entre todos me abrazaron.
─ Ya estaremos seguros. ─dijo John.
─ Todo lo malo que pasamos quedará atrás. ─mi mejor amiga murmuró.
─ Y podremos vivir nuestro amor en un lugar bueno, podremos descansar. ─aseguró mi novio.
─ ¿Van a vivir más su amor? ─preguntó Sophia indignada. Pues estaré lejos de ustedes; ya me cansé que coman enfrente de los pobres.
Los cuatro reímos, bueno, cinco, si contamos a la pequeña Judith sonriendo y lanzándose a mis brazos.
─ Celosa. ─le dije, negando divertida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com