𝟬𝟱𝟬 | They made me not feel alone
050. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗬 𝗙𝗜𝗙𝗧𝗬 ──
── 𝖳𝗁𝖾𝗒 𝗆𝖺𝖽𝖾 𝗆𝖾 𝗇𝗈𝗍 𝖿𝖾𝖾𝗅 𝖺𝗅𝗈𝗇𝖾 🐝•˖* 📼 ☄️
CARL Y YO NOS ENCONTRABAMOS CAMINANDO DETRÁS DE RON, luego de obtener el permiso por parte de Rick para venir a su casa y conocer al resto de adolescentes de aquí, que a palabras de Jessie, no son muchos, por eso entre ellos son amigos. Además, el castaño está muy emocionado por mostrarnos el lugar y a sus amigos.
Yo me encontraba muy tranquila, a decir verdad, demasiado tranquila, pues luego de encontrarme con Ron, la idea de conocer a personas nuevas no se me hacía muy aterradora.
Lo cual era todo lo opuesto con Carl, pues él se encontraba muy nervioso, así que de lo que estaba cerca de Ron, me aproxime a mi novio y, disimuladamente, tomé su mano y entrelacé nuestros dedos, dándole una sonrisa por lo bajo.
─ Venimos aquí después de la escuela; pueden venir cuando quieran. ─dijo el chico Anderson, caminando por delante de nosotros.
Mis ojos se iluminaron, y vi a Carl sonreír por mi emoción. Él sabe que desde muy pequeña yo he sido amante de las lecturas, números y demás, pero tuve que dejarlo porque los muertos vivientes atacaron.
─ ¿Tienen una escuela? ─inquirí, dando brinquitos por la emoción.
Pues aquí, en Alexandria, sí tendría que estudiar como es debido.
─ Bájale una rayita a tus brincos, Einstein ─bromeó mi amigo, rodando los ojos; él sabía que en el hospital yo andaba con libros en mi mochila ─, en realidad es una cochera; los más pequeños van en la mañana, nosotros vamos en la tarde. Quizás ustedes vengan, ¿no?
─ Puede ser. ─respondió Carl, divagando, y no creo que sea porque quiere ser grosero o algo por el estilo.
Yo, por otro lado...─ ¡Sí! ¡Claro que iremos! ─chillé, mientras llegábamos a su cuarto, que se encontraba al final del largo pasillo del segundo piso.
Ron fue quien entró primero, mientras el chico Grimes se aferraba al agarre de nuestras manos, analizando el lugar.
─ Chicos, él es Carl, y ella es Mara ─nos presentó, para luego mirarnos a nosotros dos─. Ellos son Mikey, y ella es Enid.
─ Hola.
─ Hola.
Ambos chicos nos saludaron; sin embargo, ambos tuvieron diferentes reacciones al hacerlo, pues mientras Mikey lo hizo con una amigable sonrisa, Enid ni se molestó en levantar la vista de su historieta; solo lo dijo por educación, o al menos así lo vi yo.
─ Enid también viene de afuera ─nos empezó a explicar Ron con amabilidad, tratando de hacer ameno el momento, creo que más para cubrir a su amiga ─. Llegó hace ocho meses.
─ Oh. ─soltó Carl, soltando mi mano y girándose a ver a la chica.
Fruncí el ceño, me quedé mirando mi mano solitaria por más tiempo del necesario.
¿Por qué lo hizo?
Quizá estaba pensando mucho en esa simple acción, pero Sophia se había encargado de asustarme lo suficiente como para no pensar mal de eso. Es decir, Carl no ha conocido más chicas... y yo no soy tan linda como Enid... mejor me callo.
Adiós pensamientos malos.
─Sí era de ustedes. ─balbuceo Grimes.
─ Sí, lo sentimos ─Ron soltó unas risitas, pasando su mano derecha por la nuca, algo avergonzado ─. No sabíamos que ustedes tenían esa casa.
─ Sí, íbamos ahí a escuchar música y demás cosas; esa es de Enid. ─informó Mikey.
─ Carl ─llamó el mayor de los hermanos Anderson ─, ¿quieres jugar?. Mikey tiene un billar en su casa, aunque a su papá... es un poco estricto con eso.
─ Está bien ─medió el mencionado, colocando sus manos en las caderas con mucha relajación ─, él salió.
Mire a Carl, esperando que respondiera a qué le gustaría hacer para integrarse al grupo; sin embargo, lo noté algo extraño.
Yo estaba relajada, pues conocía a Ron, y Mikey se ve muy amable... De Enid no hablemos por ahora, pero, por el lado de Carl, él solo había conocido a dos chicos de su edad, Sophia y John, y con este último, literalmente ha vivido desde que eran bebés, así que no cuenta mucho como hacer amigos.
─ Perdona, tal vez fuimos muy rápido ─se disculpó Ron al entender que pasaba ─. Si quieres podemos quedarnos aquí, sin decir nada.
─ No hay drama.
Carl miró al suelo, y luego pareció entrar en confianza.
─ Bueno... juguemos algún videojuego. ─sonrio levemente.
─ Bien ─felicito Ron, haciendo un juego de manos, en forma de celebración ─, super sí.
─ ¿Vienes, Mara? ─Carl me ofreció su mano para ir con él, pero yo negué.
─ Ella seguro querrá leer; tengo los libros de Harry Potter en esa repisa...
Apenas Ron terminó de decir eso, mi sonrisa se iluminó, y si no fuera porque Enid me miraba raro, yo hubiera chillado de la emoción y dado varios brinquitos.
Vi a los chicos sentarse frente a un televisor, conectando el videojuego y turnándose para jugar, pues solo tenían dos mandos.
Yo fui hasta la repisa señalada por mi amigo de la infancia, luego me paré de puntillas y saqué el libro de La Orden del Fénix, para luego sentarme en la cama, viendo de reojo cómo Enid leía El misterio del príncipe.
─ No te caigo muy bien, ¿verdad?
─ Amistad a primera mirada de odio ─soltó, girando a verme por primera vez ─. ¿No has oído de eso? Es genial.
Aquello no me molestó, más bien, rompió la pared de hielo que había entre nosotras, o eso creo. Ella no sonrió ni nada que me diera una señal, solo decidí continuar con esto para no quedar mal.
─ Son los mejores inicios para una amistad. ─dije, rodando los ojos.
RON ME HABÍA DICHO QUE ESTABA BIEN SI ME LLEVABA UN PAR DE LIBROS DE SU CUARTO, así que eso hice, y ahora leía amenamente en la tranquilidad de mi hogar; sin embargo, mi mirada fue desviada hacia la ventana, al ver cómo Enid comenzaba a trepar por los muros, con ayuda de unas varillas.
Así que dejé mi lectura de lado, me acomodé los tirantes de mi overol y fui hasta el muro por el que ella salió, usando de la misma manera las varillas que había dejado.
Usando el entrenamiento por los Dixon, para que así ella no pueda sentirme acercarme, y casi lo logro, si no hubiera sido porque me resbalé con una piedra.
Maldita piedra.
Afortunadamente, no tuve raspones en mis rodillas, pues estaba con mi overol de pantalones cortos. Yo caí encima de varias hojas, así que las tenía pegadas, varias de ellas, por mis piernas.
─ ¿Te obsesionaste conmigo, Samara? ─enarcó una ceja, saliendo de la nada.
─ Me aburro adentro; desde que comenzó esto, siempre he estado afuera. ─Me encogí de hombros.
Y no era completamente mentira, pues aún no vamos mucho tiempo en Alexandria, pero extraño el exterior. Lo único que me mantenía adentro era que no sabía cómo trepar los muros, pero al ver a Enid, eso cambió.
─ Pero apenas llevas unos días. ─murmuró, empezando a caminar, yo con él siguiéndole los pasos.
─ Creo que es la costumbre; además, mi...
─ ¿Complejo de héroe? ─preguntó ella, girando a verme, colocando sus dos manos en sus caderas.
─ Bien... ¿cómo lo sabes?
─ Intuición. ─se encogió de hombros.
─ Ron te contó de mí, ¿verdad?
─ Mucho, a decir verdad. ─soltó un suspiro, mirando a todos lados.
Mientras ella analizaba los alrededores, yo vi un hermoso árbol cercano, y eso me hizo recordar a mi infancia, así que empecé a trepar en él, con la agilidad que no recordaba que tenía.
─ Si te caes, no te ayudaré a levantarte.
─ ¿Perdón? ─pregunté indignada, pero no de mala manera ─, yo trepo árboles desde la cuna.
Cuando llegué a la parte más alta del árbol, me apoyé en la rama y me colgué de cabeza, sacándole la lengua a Enid desde ahí.
─ Deberías conocer a Sophia ─ murmuré desde mi posición ─, apuesto a que se llevarán bien.
─ Claro. ─soltó, como si fuera algo sin importancia.
─ Y a John... Por cierto, ¿dónde vives?
─ Bueno, vivo a unas casas de los Anderson, pero en una casa común, donde están personas sin familia.
Formé una muequita con mis labios; debe ser triste no tener familia... Ella se parece demasiado a mí al principio de todo esto, eso nos podría hacer muy buenas amigas, pues en parte conozco aquel sentimiento.
─ Si quieres, podríamos ser familia. ─le ofrecí, haciéndome mire con confusión.
─ Recién me conoces.
─ ¿Quién dice que para ser familia debemos conocernos por varios años?
La hice sonreír. Era un avance.
─ Oh, sí, la próxima vez que quieras salir de los muros, avísame, no lo hagas sola. Estar sola apesta.
La pequeña Mara sabe que estar sola apesta.
YO ESTABA LEYENDO, creo que eso hago casi todo el tiempo, pero es que debo ponerme al día de todo lo que no pude leer durante estos años, pero yo no estaba sola.
Sabía a Carl ama leer cómics, así que como ahora Enid es mi amiga, le pedí prestados algunos, y ahora estoy leyendo con mi novio en la sala de mi casa, pues Glenn y Maggie, antes de irse, insistieron en que no nos quedemos en mi cuarto.
Ahora mismo mi novio estaba acostado, apoyando su cabeza en mis piernas.
─ ¿Algún día dejarás de leer? ─inquirió él después de mucho tiempo de solo silencio y lectura.
─ ¿Algún día dejarás de quererme? ─contraataca, y él negó rápidamente.
─ No, nunca lo haría. Dios, Mara, no digas eso.
─ La misma respuesta es para mi pasión por la lectura. ─Murmuré, pero en eso lo vi levantarse, se sentó y me miró fijamente por varios segundos.
Al menos hasta que pasó uno de sus brazos por mi cintura, atrayéndome a él de un solo movimiento... No sabía que tenía tanta fuerza, así que solo me quedé embobada viéndolo.
Apolo, estoy tan enamorada de él.
─¿Algún día dejarás de quererme? ─preguntó él, al igual que yo hace unos minutos.
─ Jamás. ─no dude en decir, acercándome incluso más a él, pasando mis brazos por su cuello y quedando a solo centímetros de su boca.
Vi como sus ojos brillaron por aquel acercamiento, y eso solo me hizo sonreír sin dudarlo, así que no divagué y uní sus labios con los míos.
Nuestros labios danzaban sincronizadamente, haciendo de este un casto beso. Nos gustaba mucho estar ahí; no sé por qué antes dudé de Carl. Enid probablemente será una buena amiga para él.
Estábamos solo compartiendo este hermoso momento, al menos hasta que sentimos como comenzábamos a ser empapados por chorros de agua.
─ ¡Beth!─chillé, viendo cómo la rubia estaba usando una botella hueca para mojarnos.
─ Perdonen, chicos ─se disculpo, mientras nos seguía mojando ─. Pero Daryl, Merle y Glenn me obligaron a esto.
AL DÍA SIGUIENTE, tuvimos nuestro primer día de clases, pero ni la profesora ni la persona que seamos los chicos que vivimos fuera por tanto tiempo, pues ella nos dejó un montón de tarea, la cual ahora resolvíamos en un pequeño círculo de estudios que habíamos creado.
El único que no nos acompañaba era Mikey, quien tuvo que irse a ayudar a su padre en unos trabajos.
Además, habíamos presentado a Sophia y a John con los demás chicos, así que ahora todos seguíamos con las tareas.
─ ¿Cuál es el propósito de conocer la Segunda Guerra Mundial en estos tiempos?─inquirió John, girando sus apuntes y mirándolos de todos los ángulos, como si de esa forma entendiera mejor el tema.
─ No sé, pero si hay nazis, la historia debe estar buena. ─soltó Enid, mientras terminaba el pequeño ensayo que nos habían pedido.
─ ¡Yo estoy a punto de morir con álgebra!─chilló mi mejor amiga con frustración, haciendo un puchero.
─ ¡Yo! ─se le unió Ron.
─ ¡Y yo! ─aseguró Carl, mientras yo permanecía callada, ya que las tareas que involucraban números, ya las había terminado.
Felizmente no perdí mi don con las matemáticas.
─ Hey... ─Sophia giró como si del exorcista se tratara, un momento, hay alguien aquí que no ha dicho nada... ¡Tú! ─me señaló.
En un movimiento rápido, Carl me tomo de brazos y Sophia me robo mi tarea.
─ ¡Traición! ─chillé, aunque como dije en algún momento, me encantaba el hecho que mi novio y mi mejor amiga se llevaran bien. ─ ¿Ustedes dos trabajando juntos? ¿Qué sigue? ¿Qué John ya no sea fan de Harry Potter?
─ ¡Que Merlin no lo quiera! ─pidió el nombrado, haciendo reír ligeramente a Enid.
─ La tarea aquí es de todos. Lo que es de uno, es de todos. ─murmuró Sophia, colocando mi tarea al centro, para que así todos puedan copiar.
─ Ya se de quien me robare matemáticas. ─aseguró Enid, mirándome con malicia.
El ambiente se quedo en silencio, está era como una red criminal de contrabando de tareas, cada uno tenía un fuerte en las materias, y ayudaba al resto.
Carl, por ejemplo, era bueno en literatura, lo cual me sorprende, porque se que odia mucho leer. John parecía entender mejor geometría, y así.
Sin embargo, el ameno silencio fue quebrantado por una propuesta de Enid.
─ ¿Quieren salir al bosque?
El primero que salto fue Ron, y no precisamente de emoción.
─ No podemos salir, Enid. ─sentencio él, como si estuviera espantado por la simple idea de imaginarse el exterior.
─ Samara, ni lo pienses ─acuso Carl en mi dirección, al ver mi expresión ─, no vamos a salir, adentro es seguro, acabamos de llegar...
Sophia parecia pensarlo, sin embargo, no dijo nada. Y luego esta John, que parecía estar embobado mirando a Enid, y no sabía si quería salir o no.
Todos terminamos con nuestras tareas luego de un rato, no se volvió a hablar del tema de salir.
Carl y John se fueron a cenar a su casa; Enid se despidió, y Sophia dijo que iba a ir a buscar a su mamá, que se había ofrecido a hornear para los ancianos.
Yo me quedé un rato con Ron, pero no tardé mucho en irme, aunque, antes de hacerlo, la señora Jessie me detuvo.
─ Mara. ─Me sonrió por unos segundos, pero luego su expresión se aligeró, haciendo una pequeña mueca.
─ ¿Sí? ─pregunté; esto parecía ser algo serio.
¿Ocurrió algún problema?
─ Escuche lo que dijeron... lo de salir al bosque. ─murmuró.
─ O ─me encogí de hombros, pero entonces también me entró miedo ─, no le diga a nadie, por favor. Prometo que no vamos a salir...
─ No diré nada a nadie, pero yo te quería pedir un favor─me dijo, e hice un ruidito con la boca para indicarle que siga hablando─, ¿puedes cuidar a mi hijo? Si salen...
─ Yo lo cuidaré. ─aseguré, dándole tranquilidad a Jessie y despidiéndome de ella para así poder ir a mi casa.
¿Cómo no voy a proteger a Ron?
Aunque... me tenía intranquila el hecho de que viviera en una burbuja de cristal dentro de los muros, no sabe usar un arma, y puedo jurar que tampoco un cuchillo.
YA ERA DE NOCHE, cerca de medianoche a decir verdad, y aún me acostumbro a tener un reloj en mi cuarto.
Pero bueno, yo me encontraba leyendo uno de los varios libros que Deanna había dejado para mí, pues ella insistió en que me los quedara, ya que el día en que tuvo la entrevista conmigo, notó como mi vista siempre saltaba a su biblioteca. Así que no me niegue a este pequeño regalo.
Pasé al siguiente capítulo de este libro, pero noté que se me dificultaba leerlo, pues la luz de la luna ya no era suficiente para seguir leyendo, así que leí lo que estaba cerca de la ventana, pero cambié a mi escritorio, prendiendo la lámpara de este y comenzando a navegar en este mundo fantástico de la literatura clásica.
Luego de un tiempo, terminé mi meta personal de avanzar hasta la mitad del libro, así que saqué mi nuevo diario, que era un libro con páginas en blanco que Aaron me había regalado.
En eso, escuché como algo golpeó mi ventana, y luego otro; era una piedrita, pero esta vez cayó encima de mi escritorio
Al notar que eso obviamente no era algo de la madre naturaleza, saqué mi cabeza por la ventana y me encontré con Enid abajo.
─ Princesa, ¿dejas caer tu cabello? ─me pregunto en voz baja y con un tono muy juegueton, y pude notar como tenía la nochila colgaba en sus brazos ─. Vamos, tú eres la única que tenía ganas de salir, además, me dijiste que la proxima que salga de los muros, te avise.
Mordí mi labio inferior, pensando en eso por unos segundos. Aunque no tarde en decidirme, así que dije:
─ Bien, dame un segundo.
Volví hacia dentro de mi habitación, tomando mi mochila, que ahora estaba vacía en un rincón de mi closet. Comencé a meter varios objetos, entre ellos un cuchillo, un par de botellas de agua que tenía, una chaqueta y galletas que Beth había horneado para nuestra cena. Además de mi regalo, claro está.
Una vez que tenía todo listo, pasé los tirantes de mi mochila por mis brazos y comencé a salir por la ventana, pues si salía por la puerta principal, corría el riesgo de que tío Merle me escuchara.
Llegué rápidamente a tierra firme, y ninguna de las dos habló por miedo a que alguien se dé cuenta de nuestra huida.
Una vez ambas salimos de los muros, por fin, y con confianza, pudimos hablar.
─ ¿Y a dónde vamos? ─interrogué, ajustando los tirantes de mi mochila, para que así no quede tan suelta.
─ ¿Te apetece nadar a la luz de la luna?
─ Te recuerdo que tengo novio. ─bromee, claro que aceptaba la propuesta.
En este instante no me importaban mucho los caminantes, solo el momento ameno que pasaría con una nueva amiga.
La verdad, hubiera ido a llamar a Sophia, pero cuando fui a recoger mis galletas, mostró algo de desconfianza con respecto a Enid, y mucho más a lo de salir, así que preferí no llamarla.
Pero mañana le hablaré sobre esto, y de lo buena onda que es la castaña; podríamos ser un gran trío de amigas.
─¿Es lejos? ─le pregunté.
─ Algo, pero creo que vale la pena. ─se encogió de hombros.
LLEGAMOS AL LUGAR, y yo estaba boquiabierta. En todo este tiempo, estando afuera y de un lado al otro, nunca me había puesto a detallar la naturaleza, los árboles, los lagos... Todo en general era tan bonito.
La ondulación de las olas en el agua era leve, moviéndose hasta la orilla suavemente con el aire nocturno, y se veía magnífico cuando los rayos de luna se reflejaban en el agua.
Nos sentamos al borde de este, en una gran piedra, nos quitamos las botas y metimos nuestros pies al agua, para luego sacar algunas cosas de nuestras mochilas. Ella dejó trozos de chocolate al centro y yo dejé galletas.
Cada una sacó algo para leer; yo saqué mi nuevo diario, en el cual había escrito sobre Emma, sobre mi papá, mis abuelos.
No quiero olvidar las historias sobre mi pasado.
─¿Quién es Emma?─preguntó Enid después de un rato.
─ ¿Cómo...?
─ Lo balbuceaste entre dientes mientras escribías. ─Se encogió de hombros.
Dejé mi diario de lado, apoyando mis manos en la fría roca, mirando a la luna que había sobre nosotras.
─ Era mi niñera, bueno, solo iba algunas veces a casa, pero un día dejo de venir, simplemente nunca más la vi. A mi abuela no le caía bien ─dije, contando lo que recordaba, ya que aquello fue hace mucho, y desde ahí, varias cosas habían pasado ─, es decir, al principio si ─sonreí, recordando con mucho cariño a la chica ─. Ella tenía dieciseis en ese entonces, la recomendaron como niñera, era pelirroja igual que yo, y contraba unas historias increíbles.
─ La querías mucho.
─Sí... ¿sabes? ─inquirí. Ella me decía Caperucita Roja, y un día me regaló una pequeña capa roja; fue lo mejor, la usaba todos los días... Pero, vamos, no hablemos solo de mí. ¿Qué hay de ti?
─ No hay mucho que contar, mejor─se levantó─. Regresemos antes de que el hijo de Deanna y los demás hagan sus rondas nocturnas.
Yo asentí, dispuesta a no abrumarla.
UN DÍA DESPUÉS, fui a ver a mi mejor amiga. Le iba a contar todo sobre mi pequeña aventura de anoche, pues no suelo ocultarle nada.
─ ¡Hola! ─chillé, haciéndole dar un brinquito por el susto; sin embargo, luego volvió a lo que estaba haciendo, con una expresión muy seria ─ ¿Qué pasó?
─ Nada. ─respondió.
─ Te conozco, estás disgustada por algo, dime por qué. ─pedí, rodando los ojos, la conozco desde hace mucho tiempo.
Ella giró y me dijo. ─ ¿Te divertiste con tu nueva mejor amiga anoche?
Empecé a reír como una desquiciada, ocasionando su confusión.
─ ¡Estás celosa! ─la acusé entre risas, mientras ella negaba repetidas veces, poniéndose tan roja como mi cabello.
─ Claro que no.
─ Lo estás.
─ No.
─ Si lo estás.
─Sí lo estoy ─confesó, para luego suspirar ─. Ayer te vi salir con ella, ¡Y sin mí! ¡Yo! ¡Tu amiga del alma! ¡Tu hermana gemela malvada!
─ Tú ayer me dijiste que no querías salir, y que desconfiabas de Enid. ─defendí.
─ Pero eso no quería decir que te vayas sola con ella ─esta vez ni ella misma podía aguantar la risa ─. Sé que nunca me dejarías, pero no habíamos tenido más amigas, y eres la única que se adaptó rápido a lo de tener amigos.
─ Es que ya conocía a Ron, y Enid, cuando la conocí, me dijo: "Amistad a primera mirada de odio" ─conté con tranquilidad ─. Te va a caer bien.
─ Le quería tirar un puñetazo.
─ Yo al principio ─aseguré ─, pero es buena onda, y sabe robar chocolate.
─ Listo, me convenciste... Sea lo que sea, estoy adentro. No importa cuán peligroso sea.
Yo asentí. Las dos estuvimos en completo silencio por un rato, solo disfrutando de la compañía de la otra. Cuando creí que aquí acabaría nuestra charla sobre Enid, Sophia habló:
─ Sam, sé que confías en la gente, pero aunque seamos amigas de Enid, cuídate de ella.
─¿Te hice algo? ─inquirí.
─ No, pero tú y Carl...
─ ¿Qué tiene?
─ Ella es una chica.
─ Merlin, si yo pensara en eso, Carl tendría que estar celoso de John ─dije de inmediato ─. Él solo es mi amigo, así como Enid será su amiga. Apenas se conocen.
─ Yo solo te digo.
FUI HASTA LA CASA DE RICK, me las arregle para entrar hasta la habitación de Carl, donde lo encontre a él dormida junto a su mejor amigo, y a juzgar por el ambiente, tuvieron una buena noche de pasión...leyendo historietas.
─ Par de esposas, ya, levantense. ─llame, moviéndolos a ambos para que así se despierten.
Pero no lo hicieron, así que use mi arma secreta.
─ Daryl y Merle están aquí...
─ ¿Donde?
─ ¡Moto Cristo en su Jesucleta!
Soltaron ambos aterrados por el hecho que los hermanos Dixon estén aquí.
─ Vamos, tendremos una aventura de media noche, los demás nos esperan abajo. ─les dije una vez me miraron.
─ Mara, ya lo hablamos. ─sentenció Carl con severidad.
─ Nada, viene o voy a llorar ─amenacé,cruzandome de brazos ─, y todos sabemos que odian verme llorar.
─ Si muero, será tu culpa. ─me acusó John.
Si muere, será mi culpa . . .
INCLUSO HABÍAMOS HECHO A RON SALIR DE ALEXANDRIA. Estar todos aquí era como un sueño, por fin, podía decir que hacíamos algo divertido, esto se sentía tan bien, como si no hubiera caminantes, como si la sociedad no se haya ido por la borda, y simplemente éramos un grupo de adolescentes saliendo a escondidas de los adultos.
El frío se sentía en nuestros huesos, pero no nos importaba mucho ahora, este era un momento inolvidable.
Sonreí viendo a los chicos, y luego empece a soltar muchas carcajadas al ver a Enid empujar a John al agua, sin culpa alguna. Casi de inmediato mi foquito interno y malvado se prendió, y empuje a Carl, no podía quedarme atrás.
─ ¡Me vengaré, es una promesa, amor! ─grito mi novio apenas sacó su cabeza del agua del lago, me sentía tan feliz.
─ ¡No te preocupes, Woody falso, yo me vengo por ti! ─escuche asegurar a Sophia detrás mío, y lo único que supe después, es que yo estaba completamente sumergida dentro del agua fría, con ella junto a mi, porque si yo caigo, ella cae conmigo.
Como pudimos, entre las dos nos las arreglamos para nadar hasta la orilla, jalando a Enid de los tobillos, haciéndola soltar una pequeño grito al estar dentro del agua.
Los chicos iban a salir para empujar a Ron, sin embargo, las carcajadas de todos estallaron cuando el Anderson se lanzo solito al agua.
Nade hasta Carl, que paso sus manos por mi cintura, para luego unir sus labios con los míos.
Luego nos soltamos, ya que empezamos a jugar guerritas de agua, salpicándonos y hundiéndonos unos a otros.
Probablemente terminemos enfermos, con gripa o algo así, pero eso era lo de menos.
Ellos hicieron que no me sintiera sola . . .
A veces olvidamos lo que es ser adolescentes en este mundo actual. Se que todo esto solo serán historias algún día, que solo estarán en nuestra memoria como un buen recuerdo, se que todos viviremos cosas que tal vez sean duras, y nos hagan perder esta chispa que llevamos dentro.
Pero ahora, en estos momentos, no son solo historias, esto esta pasando, esto era real.
No seremos solo una simple historia más, al menos no para nosotros.
Nade hasta la orilla, sentandome en la roca con una sonrisa melancólica y la mirada alegre. Podía verlo, no estoy sola en mundo, tal vez nunca lo estuve, pero no puede verlo hasta que perdí muchas cosas, muchas personas.
Veía a mis amigos reír y jugar con el agua, y en ese momento, me sentí dichosa al estar con personas que aprecio disfrutando el presente.
ya que no sabemos que nos espera en el futuro . . .
▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝
Cuenta la leyenda que cuando Lux hace capitulos felices, vienen muchos tristes. I'm just saying.
(la leyenda sigue siendo cierta)
▬ palabras; 4468
▬ With love, Lucy Rhee
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com