𝟬𝟱𝟮 | nightmare society
052. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗥𝗧𝗬 𝗙𝗜𝗙𝗧𝗬 𝗧𝗪𝗢 ──
── 𝗇𝗂𝗀𝗁𝗍𝗆𝖺𝗋𝖾 𝗌𝗈𝖼𝗂𝖾𝗍𝗒 🐝•˖* 📼 ☄️
Ya era casi medianoche. La parte más difícil de nuestro plan para conquistar el mundo era lograr sacar a Ron Anderson de su casa sin ser descubierto. La verdad no es que él se negara a acompañarnos, porque ya lo logramos meter al lado oscuro. El problema era su padre, pues si él nos llegaba a oír, todos estábamos muertos. El señor Anderson no es el amable doctor que yo solía conocer; el apocalipsis nos cambia a todos, pero no pensé que así.
Pero ahora no me pondré a analizar psicológicamente al señor Anderson; yo lo único que quería es que Ron baje ya de su habitación.
¿Dónde están los demás?
Pues Sophia se adelantó con Carl y John, llevándolos a la cabaña; esta vez ya marcamos el camino de forma eficiente. Ellos tres se fueron juntos, pues ya que viven en la misma casa, era más fácil huir juntos para esta reunión secreta sin adultos.
─ ¡Hasta que por fin!─exclamó Enid en un susurro, viendo cómo Ron bajaba lentamente por la pared de su casa, tal y como le enseñamos . Casi nos hacemos viejas esperando a que vengas.
─ No...me...juzguen. . ─soltó el castaño, terminando de bajar, un poco agitado por el esfuerzo, pues recuerdo lo flojo que puede llegar a ser.
─ Ustedes dos, cállense, hablamos después, que alguien nos puede oír o ver. ─regañe dijo, corriendo con ellos detrás mío.
Los tres salimos de los muros; habíamos entrenado a Ron en estos días, aunque bueno, aún no deja que le enseñemos a usar armas, pero que salga de noche es un gran avance, y además, no tiene por qué preocuparse, nosotras lo defenderemos.
Una vez fuera, encendí la linterna para no tropezar con algo. Los alrededores de Alexandria eran tranquilos; rara vez nos encontrábamos con caminantes, y cuando lo hacíamos, usábamos técnicas de distracción para alejarlos y luego solo matarlos con ayuda de los cuchillos.
─ Me sorprende que tu hermano no te escuche escaparte. ─comenté, mirando a Ron.
─ Él hiberna por las noches. ─se burló de su hermano menor, mientras Enid pasaba su brazo por el mío, entrelazándolos.
─ Me alegro que todo entre Woody, falso y tú saliera bien ─opinó la chica mientras avanzábamos ─. En realidad, que saliera bien todo esto.
─¿A qué te refieres?─inquirió Ron.
─ Ya sabes, este grupo raro que formamos, cero adultos, en medio del apocalipsis. Por fin me siento normal luego de... lo de mis padres. ─Esto último, Enid lo dijo en voz muy bajita.
─ Seremos amigos por siempre, no nos podremos librar el uno del otro. La sociedad de las pesadillas no se puede separar. ─asegure.
─ Solo la muerte nos podrá separar. ─sonrió Enid.
─ Ni eso. ─le sonreí de vuelta.
─ Si Carl se muere o terminan, llámame, estoy disponible. ─me guiña el ojo.
Seguimos caminando, tratando de no hacer ruido, pero ver a Ron muy asustado, mirando a todos lados como si fuera a aparecer un fantasma, nos hizo reír, dificultándonos la tarea de mantenernos callados.
─ ¡Eres muy cruel! ─señale entre risas, apuntando a Enid mientras entrabamos a la cabaña.
Pues, ella, casi todo el camino había venido contándole historias de terror cien por ciento verdaderas, basadas en el bosque por el que caminábamos...y bueno, aquello dejo espantado a Ron, que nos insistió en volver.
─ Ya llegamos, miedoso, entra, es seguro adentro. ─señalo la castaña entre risas, casi empujando a Ron dentro.
Giré sobre mis talones luego de cerrar la puerta, para correr donde mi novio y envolver mis brazos en su cuello, para así plantar un beso en sus labios, o muchos a decir verdad.
─ Puaj, aquí no. ─soltó Sophia con falso asco.
Carl y yo reímos, pero aún sin separarnos, nos tiramos a los cojines que teníamos aquí en la cabaña.
─ ¿Trajeron lo que acordamos? ─inquirió mi mejor amiga, como si se tratara de un especie de jefe de la mafia, pidiendo su cuota.
─ ¿Dulces y chocolates rancios? ─pregunté con gracia ─. Claro que si. Además ─miré a todos ─, espero que traigan buenas historias, porque hoy inicia la sociedad de las pesadillas.
─ Así como la sociedad de los poetas muertos ─menciono Ron ─, ¿no? ─inquirió y yo asentí ─. Como al aburrida pelicula que Mara le ponía a las personas de quimio.
─ ¡Les gustaba! ─me defendí, pues si, yo era un alma vieja, que amaba ver películas antiguas.
─ ¿crees que uno de nosotros se pegue un tiro, así como Neil?
─ ¡Anulo cualquier maldición! ─exclamé, para luego sonreír como desquiciada por el botín que Enid y Sophia sacaban ─. Las amo.
─ ¿Más que a mi? ─inquirió mi novio, muy confiado en mi respuesta.
─ Bueno...tú no trajiste una bolsa entera de dulces...
─ ¡Mara! ─me regaño, pasando su brazo por mi cintura, atrayendome más a él mientras volvía a su animo de antes, puras risas.
─ Bien ─soltó Ron de la nada, y alertando a todos por el tono serio en que lo dijo ─, ¿cuando nos vamos?
─ Recién llegamos. ─recordó Sophia.
─ ¿No tienen miedo? ─nos preguntó, y todos los demás negamos repetidas veces ─. Ustedes salen porque si, no tiene miedo a ser mordidos.
─ Estamos juntos, además, cada uno lleva un arma, tú deberías aprender a usar una ─dije, acomodandome mejor entre los brazo de carl, leyendo el relato de terror que había traído para esta noche ─. No arruinemos el momento, empecemos con esto, iniciare yo con una historia del Olimpo ─sonreí, sacando mi libreta ─. ¿Listos?
─ Listos. ─sonrieron los demás.
─ La historia comienza en...
ENTRE A MI CUARTO, pasando por la ventana, y apenas mis pies tocaron tierra fierme, la luz de mi habitación se encendió, haciendo que yo palidezca y quede congelada al instante.
─ ¿Donde estabas? ─me preguntó Beth, cruzandosé de brazos, haciendo que yo suelte un suspiro de alivio al saber que no era mi papá o Gleen, o mi tío.
─ Fui a ver a unas ardillas, les decía que corran tan rápido como puedan, salven sus vidas, huyan de los hermanos Dixon. ─mentí, claramente, y eso lo sabía la rubia, por eso no me esforze en crear una historia creíble.
─ ¿Fuiste a ver a Carl? ─inquirió, enarcando una ceja.
─ No.
Mentí, otra vez.
Lo sé, no debería mentirle, Beth es una de las personas en las que más confió, pero se que se lo contará a Maggie, y está se lo contará a Gleen, y si el coreano lo sabe, todo Alexandría lo sabra.
─ Dime la verdad o gritaré para que todos vengan aquí. ─me amenazó.
Me mordí los labios, pensándolo por un rato. Ella se sentó en mi cama, y yo junto a ella.
─ Los chicos y yo salimos por las noches a una pequeña cabaña que convertimos en nuestra guarida; somos cuidadosos, lo juro. ─aseguré, para luego fruncir mi ceño al verla sonreír.
─ Algo así me imaginé ─sonrió con orgullo por sus suposiciones. Pero, dejen de hacerlo, al menos estos días; Glenn y un grupo iniciarán con las expediciones, y ya saben...
─ Si nos encuentra, nos mata.
ESTABA MECIENDO A JUDITH EN MIS BRAZOS; me había levantado muy temprano para ir por ella a su casa, ya que ella es la primera en levantarse. No miento, es un mi gallo.
Antes de irme, le dejé una nota a Rick para que no se preocupara, y me la traje. Decía algo así como:
Secuestre a tu bebe,
no te preocupes.
Pero bueno, ahora mismo estaba jugando con la pequeña en el sofá de la sala, esperando a que Beth termine de hacer los hot cakes.
─ ¿Tío Merle desayuno? ─inquirí, recordando que él salió temprano con el grupo de Gleen a la expedición.
─ Se llevó una manzana. ─respondió la rubia, mientras se movía hábilmente con el sartén en mano.
Me volví a enfocar en la bebé; esta vez, me fui a la mesa con ella, colocándola encima de mis piernas. Le coloqué el babero y le empecé a dar de la papilla que era exclusivamente para ella.
─ Qué linda bebé ─dije, al ver que en poco tiempo se terminaba su comida, sin berrinches ni nada parecido ─. Beth, mira qué grande está.
Sonreí, mientras la rubia se sentaba al frente mío, dejando mis hot cakes y mi jugo cerca.
─ Cada día se parece más a Lori. ─señale, recordando con melancolía a la señora Grimes.
Fue una de las mejores personas que conocí, me protegió y me enseñó muchas cosas. Hubiera deseado que estuviera aquí para ver a sus hijos.
─ Vaya que sí ─sonrió Beth, para luego verme con aquella mirada, típica de ella. Lori estaría orgullosa de ti; has cuidado muy bien a Judith.
─ No tan bien como lo haría su madre; además, tuve mucha ayuda: Carl, Carol, Sophia, Tyresse, Rick, tú. ─enumere.
─ Lori te enseñó a cuidar a su hija en un mundo sin ella, y lo has hecho increíble, Sam. No te quites el mérito.
Me quedé mirando a Judith, que empezaba a jugar con el collar que su hermano me regaló; no podía evitar pensar que daría lo que fuera para que ella estuviera bien. No solo por la promesa que le hice a Lori, sino porque la amo con locura.
─ Así que te gusta Enid ─sonreí, mirando al cielo ─. Es bonita, e inteligente, y probablemente mejor con las armas que tú.
─ Lo sé, es increíble, ¿no? ─soltó en un tono de chico enamorado.
Hace poco habíamos salido de la escuela; Sophia fue obligada a ayudar con los ancianos, cortesía de Carol.
Carl no sé dónde anda, así que John y yo nos pusimos a leer el texto de literatura que nos dejaron. Era muy largo el libro, así que nos divertíamos imitando las voces, al menos como creíamos que eran las de los personajes.
Además, nos encontrábamos acostados en el césped, mirando al cielo y leyendo. En momentos como estos ─díganme loca─, pero extrañaba estar afuera.
Aunque ahora es mejor, sabemos que tenemos un lugar seguro al que volver.
─ Te puedo ayudar con Enid ─ofrecí, para luego hacer una muequita ─. Iba a ir a decirle a ella que se venga a vivir a mi casa; tenemos un cuarto libre, y en la casa en la que ella está, anda muy sola.
─¿Harías eso?
─ No lo hago solo por ti, lo hago por Enid ─sonreí ─. Me recuerda a mí antes de conocer a Rick; además, es una buena amiga. Quiero ser su Rick Grimes.
Me levanté del suelo, dejando el libro en las manos de John.
─ Haz un resumen para mí y te ayudaré a conquistar a Enid. ─empecé a negociar.
─ Pero tú amas leer.
─ Pero no escribir resúmenes. ─sonreí, girando en mis talones, encaminándome a la casa común.
Poco después llegué; afortunadamente, estaba sola, a excepción de Enid, que es la que me abrió.
─ ¿Te llegó mi nota? ¿Aceptaste mi propuesta?
Ella pasó la mano por su cabello, un poco nerviosa.
─ Sí quiero... pero no quiero que tengas problemas con Sophia. ─murmuró.
─ No habrá problemas ─sonreí, entrando a su ahora antiguo cuarto, ayudándola con sus cosas, aunque la mayoría eran cómics y VHS de películas antiguas.
ENTRE AL CUARTO DE ROSITA, donde la encontré hablando con Tara, ambas acostadas en la cama de la latina.
Las dos chicas giraron a verme; más que sorprendidas por mi repentina aparición, se encontraban preocupadas.
─ ¿Qué pasó, Sammy? ─preguntó Tara, quien le robó el apodo a Glenn.
Ahora mismo no tenía cabeza para regañarla por decirme así. Parecerá tonto, pero es que tuve una crisis de mediana edad.
─ Parezco una niña tonta usando overoles y zapatillas. ─solté, señalando con mis manos la vestimenta que ahora portaba.
De pequeña siempre me ha gustado usar overoles; no lo sé, se me hacen cómodos, frescos y no batallas mucho en elegir con qué combinarlos, pues quedan muy bien con todo.
Pero ver a Sophia, ahora llegando a Alexandria y aprovechando para cambiar su forma de vestir a blusas campesinas, vaqueros y hermosas botas, me hizo tener mi crisis.
Es decir, no la envidio, se ve muy bonita, pero eso solo me hizo pensar en que yo me sigo viendo como una bebé al lado de todos mis amigos en general.
─ Ven aquí ─Rosita abrió sus brazos, así que me acerqué a ella, sentándome muy cerca y dejándome envolver por sus brazos, acomodándome entre ellos ─. Eres hermosa tal y como eres; lo que usas es lo que te gusta, Mar.
─ Pero...
─ Nada de peros, anda ─me dijo, separándome de sus brazos, y esta vez mirándome fijamente ─. Tara y yo podemos ayudarte a sentirte a gusto con tu ropa. Sin embargo, ¿tú estás de acuerdo en eso?
Yo hice una muequita, lo pensé un poco y asentí repetidas veces.
─ Mira ─Tara y ella se levantaron de la cama y se dirigieron al armario de la latina ─. No tengo algo aquí... uh.
Rosita lanzó una especie de camiseta estrecha de color negro a la cámara, para luego seguir rebuscando mientras comentaba cosas al oído con Tara.
─ Y aquí no tenemos algo, pero puedes robarle camisas a cuadros a tu novio, que sirva para algo. ─soltó Ros en un tono muy gracioso, haciéndome sentir mejor.
─ ¡Y Beth dejó unas botas vaqueras que no le quedaban! ─exclamó Tara. ¡Con gusto ella te lo dará!
─ Sí, y así sigues con tu estilo, pero con un aire más fresco; solo es evolución, no cambio. Si cambias, dejarías de ser tú, y eso no es lo que queremos. ─explicó la latina, buscando algo más, solo que esta vez en su escritorio.
Tara, por otro lado, salió corriendo de aquí, pero segundos después apareció con un montón de pulseras.
─ Escoge la que gustes ─me dijo Tara con una tierna sonrisa en el rostro ─. Son perfectas para ti.
─ Y yo te daré un bien preciado ─soltó Rosita, haciendo que la mire con atención ─, pendientes en aros, como los míos.
Yo me sentía más que emocionada, tomando las cosas que me dieron y metiéndolas en mis bolsillos.
Antes de irme les agradecí a ambas, y les di un gran abrazo antes de irme.
Irme a robarle una camisa a Carl. . .
FUI HASTA EL CUARTO DE SOPHIA, ya que la rubia me ignoró en la tarde, pues luego de conseguir todas las cosas que me sugirieron Tara y Rosita, la busqué, y la encontré, pero luego huyó, y solo pensé que estaba ocupada, pero después pasó otra vez, y creo que ya es raro.
─¿Pasa algo? ─inquirí, cerrando la puerta detrás de mí; tenía miedo de que estuviera enferma o algo así.
─ ¡Llevaste a vivir a Enid a tu casa! ─chilló.
─Sí...
─¿Sí?─preguntó, como si fuera una mala broma. Mara, soy tu mejor amiga.
─ Te ofrecí el cuarto, pero Carol no quiso ─recordé, un tanto confundida por su actitud Ni mi padre, dijeron que seríamos un desmadre viviendo cuarto a cuarto.
─ Ahora no podré ir. ─refunfuñó, cruzándose de brazos.
─ No exageres, Soph. ─Sonreí, sabiendo por dónde iba esto.
Siempre habíamos sido las dos contra el mundo; claro, estaban John y Carl, pero éramos solo dos chicas. Ahora seríamos tres, y la idea le aterraba a la rubia Peletier.
─ Claro que podrás ir, incluso podríamos hacer pijamas las tres, ¿no suena divertido?─anime ─. Enid es buena, amable, inteligente y prepara los mejores vasos de agua.
─ Mejor di que quieres otra mejor amiga ¡Vendeme y comprate un conejo mejor! ─se empezó a burlar, sin poder contener las risas.
─ Ven aquí ─extendí mis brazos, a los cuales ella fué y correspondió a mi abrazo ─. Seremos las tres mosqueteras, las tres chicas superpoderosas, el mejor trío, así como Izzie, Meredith y Cristina...o, no se me ocurren otros trios.
Estuvimos así unos segundos más, hasta que nos dejamos caer en su cama, mirando el techo.
─¿Qué hay entre tú y Ron? ─pregunté con curiosidad, ya que los había visto más juntos de lo necesario en estos días.
─ Nada. ─respondió muy rápido y empezando a ponerse nerviosa.
─ He visto cómo lo miras, usas la misma mirada que yo uso con Carl, la misma de la que te burlabas.
─ ¡Cállate!
─ ¡No! ─exclamé con diversión, mi momento había llegado ─ ¡Aceptalo o nunca pararé!
─ Jamás.
─ Vamos.
─ No.
─ Sophia... ─dije en tono de regaño.
Ella rodó los ojos y tomó una gran bocanada de aire.
─ Si, me gusta...pero solo un poquito.
SOPHIA Y YO SALIMOS ANTE LOS GRITOS QUE SE ESCUCHABAN; al parecer eran Glenn y Aiden.
Lo que más me sorprendió fue ver ver al coreano ahí, muy enojado.
Si lo hicieron enojar, deberían temer. Glenn es una masita, pero si llegan a su límite, puede partirte la cara con su dedo meñique.
─ Busquen otro trabajo, no están listos para explorar. ─soltó Aiden, caminando detrás de Glenn, tío Merle y Tara.
─ ¿Qué está pasando? ─inquirí en voz baja, acercándome junto con Sophia.
─ No lo sé, pero debimos haber traído palomitas. ─bromeó la chica a mi costado.
─ Yo diría que es al revés. ─soltó Glenn muy enojado, haciendo que ambas prestemos atención al pleito que había frente a nosotras.
─ Oye ─llamó Aiden, deteniendo el paso del coreano cucha, así es como trabajamos aquí.
─ ¡Es una mierda cómo trabajan aquí!escupió tío Merle ¡Ataban caminantes!
─ ¡Mato a nuestro amigo! ─se excusó Aiden, mientras Sophia y yo tratábamos de entender qué pasaba.
─ ¿Qué pensabas? ─le cuestionó el mayor de los Dixon ─. ¿Atar al caminante y torturarlo? ─ preguntó con rabia ─. ¿Querías que te diga "Auch, deja de torturarme, por favor"?
Dijo, esto último con una voz burlona.
─ No voy a discutir esto ─señaló Aiden, haciendo que Glenn se ponga frente a él ─. Ahí afuera deben obedecerme.
─ Y estaremos muertos como tu último grupo. ─bramó Glenn, solo alimentando la furia del hijo de Deanna . Quien se acercaba a él con mucha soberbia, creyéndose superior al.
─ Repite lo que dijiste. ─pidió Aiden con rabia, y en un tono de provocación, dándole empujoncitos a Glenn, como si esto fuera un juego de niños.
Aiden es un idiota con letras mayúsculas, que al menos actúe como alguien de su edad, ¿no?
─ Vamos, chico rudo. ─volvió a provocar Aiden, y créanme, mi tío Merle lo hubiera derribado de un golpe, pero la mirada del Dixon era de expectativa al ver a Glenn enojado.
─ Así no impresionas a nadie ─soltó Rhee, sosteniendo firmemente la mirada. Vete ya.
─ ¡Aiden! ─gritó Deanna, llegando aquí; supongo que fue alertada por los gritos y por la gente que se había amontonado aquí ─. ¿Qué sucede?
─ A este tipo no le gusta como trabajamos ─acusó Aiden, apuntando al coreano, para luego girar como niño chiquito y ver a su madre. ─ ¿Por qué les permitiste entrar?
─ Porque sabemos bien qué hacer afuera. Hasta nuestros niños que tienen la mitad de tu edad lo saben. ─se defendió el coreano, para después, y con unos buenos reflejos, esquivar el golpe que Aiden le propició.
Intenté acercarme, pero unos brazos me detuvieron; era Carl, quien rodeaba mi cintura para así evitar que me uniera a la pelea.
Poco después, dejé de removerme al ver que papá, uniéndose a la pelea, golpeaba a Nicholas. Aunque segundos después fue detenido por Rick, quien también tranquilizó a tío Merle, que estaba a punto de matar a alguien..
─ Préstenme mucha atención gritó Deanna a su gente, en un tono de líder. Rick y su grupo son parte de la comunidad, son pares, en todo sentido. ¿Está claro? ─preguntó, específicamente dirigiéndose a su hijo, que no respondió ante su pregunta ─. ¿Entendido?
─ Está claro. ─respondió su hijo a regañadientes.
─ Quiero que todos ustedes entreguen sus armas, y ustedes dos. ─dijo señalando a Aiden y Nicholas las verán conmigo.
¡Ja! Quiero ver eso, espero que les tiren un crucio o algo así.
─¿En qué estabas pensando? ─preguntó Carl, mirándome con preocupación ─. Créeme, sé del poder de tus puños, pero ellos te llevan como ochenta kilos.
Yo iba a responder algo, pero luego vi las manos de Carl cubiertas de sangre. ─ ¿Qué te pasó?
Tomé sus brazos y empecé a revisarlos, fijándome en que no tuvieran ningún rasguño o algo así.
─ Solo salí y me encontré con caminantes; mi papá también estaba ahí─sonrió, y yo no entendí el porqué, al menos hasta que él me dijo ─. Eres muy linda cuando te preocupas por mí.
─ Te mostrare el poder de mis puños si sigues diciendo babosadas.
▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝
Tara y Beth son besties, Lucy me lo confirmo.
(te adoro, Mara)
▬▬ with love, Lucy Rhee
▬▬ palabras; 3523.
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