𝟬𝟲𝟰 | red is my color
064. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗦𝗜𝗫𝗧𝗬-𝗙𝗢𝗨𝗥 ──
── 𝗋𝖾𝖽 𝗂𝗌 𝗆𝗒 𝖼𝗈𝗅𝗈𝗋 🐝•˖* 📼 ☄️
ESTABA SENTADA ENTRE MAGGIE Y GLENN EN LA REUNIÓN. Escuchábamos atentamente las palabras de Rick luego del viaje que hizo con los demás del grupo; él nos había contado sobre el plan que tenía y simplemente se lo hacía saber a los demás ciudadanos para ver sus opiniones.
─ Podemos cooperar con Hilltop ─Rick Grimes continuaba con su discurso ─. Maggie logró hacer un trato. Ellos nos darán comida: huevos, mantequilla, verduras. Pero no las regalarán. Estos salvadores casi matan a Sasha, Daryl y Abraham en la carretera. Tarde o temprano nos habrían encontrado, así como lo hicieron con los lobos, como hizo Jesús. Ellos habrían matado a uno de nosotros, o a varios, para tratar de someternos. Nosotros habríamos dado pelea, pero entonces, de esta manera, mal alimentados, hubiéramos perdido. Este es el único modo de asegurarnos y hacer lo posible para ganar. Y tenemos que ganar. Haremos esto por Hilltop, y para proteger este lugar, alimentar este lugar, pero debe ser una decisión grupal. Si alguien se opone, este es el momento de hablar.
Yo pensaba que ya pronto acabaría esto, pues nadie parecía estar en desacuerdo con Rick, pero estaba equivocada; hay alguien que difería en la decisión de nuestro líder.
Morgan.
─ ¿Seguro que se podrá? ¿De verdad ganaremos?
Rick lo miró. ─ Lo que este grupo hizo, lo que aprendimos, lo que somos entre todos, sí, seguro. ─aseguró con convicción.
Y la verdad, yo también lo creo, podemos ganar.
─ Entonces con decirles eso bastará.
─ Ellos no se someterán. ─negó Rick, contrariado un poco por la opinión de Morgan.
─ Esto no es someter, es una opción. Una salida para ellos y para nosotros.
Apreté mis labios; yo no podía quedarme sentada ni callada sabiendo que lo que él decía era una locura. Ya he pasado por muchas cosas como para saber que charlar con los salvadores era una pésima idea.
Así que me levanté del asiento. ─ Rick lo explicó, solo estamos tomando ventaja al elegir ser el cazador y no la presa. No podemos dejar viva a esa gente.
Él me miró de pies a cabeza.
─ Samara, ¿verdad? ─preguntó y yo asentí, cruzándome de brazos mientras lo miraba fijamente ─. Hasta donde sé, nunca arrebataste una vida, y no eres partidaria de eso.
Yo solté un suspiro, mientras jugaba con mis dedos. ─ Tienes razón, pero si tengo que elegir entre salvar a mi gente o matar a los salvadores, elegiré salvar a mi gente.
─ Donde hay vida, hay una posibilidad.
─ Sí, posibilidad de ser la presa ─le recordé ─. Esto podría ser como lo que pasó con los lobos; la gente terminaría muriendo, y eso no es el plan, nunca es el plan. Por lo que nos han contado, los Salvadores no son de los tipos que hablan con una taza de té y galletas.
─ Nadie está atrapado en eso. ─reiteró Morgan, mientras Glenn me obligaba a sentarme, mirándome con orgullo, al igual que logré ver cómo mi padre y tío Merle me miraban orgullosos.
Glenn tampoco es partidario de la muerte, pero hay momentos en los que es necesario para salvar a los que amamos.
─ Morgan ─llamó Rick, tratando de hacer entender a su amigo que esto es lo mejor ─, ellos siempre van a volver.
─ También cuando estén muertos.
─ Los detendremos, así como lo hemos hecho antes.
─ No me refiero a los caminantes.
Rick suspiró, mirando a todos los presentes, y dijo:
─ Morgan quiere hablar con ellos antes, y yo creo que sería un error, pero yo no decido. Hablaré con los que aún están en sus casas, y también con los que están de guardia. Pero, ¿quién más quiere acercarse a los salvadores y hablar?
De inmediato Aaron se levantó. ─ No voy a permitir... que vuelva a pasar lo que pasó. Yo no.
Sí, él se sentía culpable por lo que pasó la última vez.
─ Creo que está decidido. Sabemos bien cómo es esto, no nos van a intimidar, viviremos matándolos a todos ─explicó, mientras caminaba firmemente a la salida ─. No están obligados a asesinar, pero si se quedaran aquí, tendrán que aceptarlo.
La asamblea se había dado por terminada; salí de la reunión y, fuera, Aaron me llamó, así que le di una seña a Glenn y Maggie para que así se adelantarán a la casa.
─ Lo hiciste muy bien ahí adentro ─me felicito mientras sonreía. En un futuro podrías ser la líder de este lugar.
─ Rick es un buen líder.
─ Pero toda corona se hereda.
Seguimos caminando por las calles, pues su casa estaba en el camino a la mía, así que nos acompañamos a lo largo del trayecto.
─ Vi que aunque aceptaste lo de matar, estabas nerviosa por ello; tus dedos se movían.
─ Sí, no he arrebatado una vida, pero sé que en este mundo es necesario hacerlo, o vendrán por nosotros. Debemos ser más rápidos que ellos para salvarnos, para salvar a los nuestros.
─ Los niños no tendrían que hacerlo.
─ Pues ya no somos niños, también pelearemos por este lugar, por esta gente.
Él sonrió. ─ Nunca te gusta estar sentada. Si ves una injusticia, saltas; si tu gente está en peligro, peleas; si no estás de acuerdo con algo, levantas tu voz.
─ Me crié con libros donde quedarse sentados y callar no es una opción; aprendí mucho de eso, también aprendí de personas. Además, de grande quiero ser la mujer de la que mi gente estaría orgullosa, de la que yo estaría orgullosa. De mirar atrás y saber que hice algo bien, que cambié al menos un poquito al mundo.
─Serás una gran mujer, y espero estar ahí para verlo.
─ Pues claro que estarás, o créeme que te invoco con la ouija para que lo hagas.
Lo hice reír a carcajadas, y luego de eso, nos despedimos, pues había llegado a la puerta de mi casa, donde apenas entré, encontré a Glenn y Maggie que hablaban del plan de Rick para ir con los salvadores.
─ Hará falta alguien que vigile el perímetro, esa podría ser yo─le decía ella a su esposo, quien lo parecía muy contesto con la premisa de que su esposa salga. Más seguro
─ Ya no sé qué significa seguro. ─suspiró Glenn, dándome un pequeño movimiento de cabeza para que me siente a su lado.
─Sí. Yo hice ese trato, no fue mi idea, pero causé todo esto, debo ir.
─ Y yo iré con ustedes, de paso, puedo cuidar a Maggie, protegeríamos nuestras espaldas ─dije, viendo a Maggie asentir, de acuerdo conmigo. Mi papá aceptará, o eso creo; si no, lo molestaré hasta que acepte, y él no tiene mucha paciencia, así que ya estoy dentro.
─ Está decidido, Sam viene conmigo; estaremos más seguras si estamos las dos. Beth no irá; se quedará protegiendo este lugar.
─ Sí, Carl y John tampoco irán, Sophia menos. ─conté.
─ ¿Le dijiste a Carl que irás? ─preguntó, y sabía más o menos a dónde iba todo esto, pues el coreano era capaz de ir donde Carl y decirle que lo ayude a que yo no vaya.
─ No, aún no ─negué ─. Pero le avisaré.
─ Muy bien, Samara, solo se le avisa por educación. ─sonrió Maggie con diversión.
─ Ah, pero nosotros los hombres sí le debemos pedir permiso. ─Glenn frunció el ceño y se cruzó de brazos como niño chiquito.
─ Ustedes nos piden permiso porque quieren. ─me burlé.
Antes que él pueda seguir haciendo su berrinche, chillo diciendo: ─ ¡Maggie, no se lo diste!
─ ¿Darme qué?─pregunté con curiosidad.
Los esposos Rhee sonrieron a más no poder; ella sacó algo de su bolsillo y lo puso volteado frente a mí. Yo, con algo de miedo, tomé lo que parecía ser una fotografía, lo volteé y casi lloro de la emoción.
─ Es un pequeño frijolito ─chillé con emoción ─, está pequeñito, pero será muy lindo, inteligente, y le enseñaré de Harry Potter, y si no le gusta, le silbaré una melodiosa canción y a los doce lo mando con los demonios...
─¿Qué? ─preguntó Glenn. Deja de usar referencias de cosas que no hemos visto, apenas sabemos de Harry Potter, y solo porque nos obligaste a leerlo.
─ A ti, Maggie ya los había leído.
─ Es que yo soy una mujer de cultura, ¡no comootros!
─ ¡¿Por qué se unen para molestarme?! ─preguntó indignado ─. Renuncio.
Él se levantó y empezó a subir dramáticamente las escaleras, mientras Maggie y yo reíamos a carcajadas.
no sé que sería de mi vida sin él . . .
ESTABA SENTADA EN LA PUERTA DEL GARAJE DE MI CASA, ya había dormido unas horas, y sé que debería dormir más si mañana iría con los demás, pero no podía dormir, así que me puse a avanzar un poco del regalo de Carl mientras pensaba en varias cosas.
De pronto, un ruido me hizo girar; no era nada más ni nada menos que John Walsh. Él acaba de bajar del segundo piso de mi casa, ¿qué habrá hecho?
Claro, es obvio, yo lo sé. Había ido a pasar tiempo con su novia antes de dormir, lo sé porque, aunque lo hace cada día, se termina equivocando de ventana y salta a la mía.
─ Hola, Romeo. ─lo molesté cuando pasó por mi lado.
─ Hey,no me hagas hablar de lo que estás haciendo para Carl.
─ Nunca le he dado un regalo; creo que ahora que puedo hacerle algo lindo, lo haré, no importa qué tanto se burlen los Dixon de esto.
─ ¿Te puedo ayudar?
─ Claro. ─sonreí, viéndolo sentarse a mi lado, tomando los palitos.
Él comenzó a tejer como un experto, tan rápido como Beth; lo hacía ver tan fácil, pues empezaba a avanzar muy rápido.
─ Si te preguntas cómo sé, es por mamá; ella me enseñó esto, entre muchas otras cosas.
─ Hubiera querido conocer a tu madre; se nota que era buena persona e inteligente.
─ Ella te hubiera adorado, eres ese tipo de amigas que le gustaría que yo tuviera. ─sonrió, recordando a su madre con felicidad.
Luego de avanzar un poco de líneas, me paso el tejido.
─ Anda, agarrarás práctica poco a poco.
─ Ow, qué tierna es Samara haciéndole una bufanda a su novio ─dijo Sophia, apareciendo a nuestro lado con una fingida sonrisa ─. Si alguna vez me ven haciendo eso, tírenme un ladrillo.
─ No la molestes, está bien que quiera hacer eso. No la escuches, no sabe lo que dice. ─medió John, para luego cubrir mis orejas con sus manos.
─ Sí saben que no soy una bebé, ¿verdad? ─les hice recordar a ambos.
─ Eres la cachorra de la manada, obedece...
Saqué sus manos de mis oídos, y yo lo miré con una seriedad absoluta.
─ ¡Se está volviendo salvaje! ─chilló John.
Sophia y yo reímos a carcajadas, empezando a burlarnos del chico Walsh por varias cosas del pasado; recordábamos momentos felices que tuvimos antes de todo esto.
─ Extraño pasar tiempo juntos. ─termino por decir Sophia.
─ Y yo. Lastima que nuestro grupo se separo. ─murmuré con melancolía.
y lo que falta aún . . .
CON AYUDA DE JESUS HABÍAMOS HECHO UN PLAN, una especie de mapa del lugar según lo que él se acordaba. Rick nos había explicado todo a los presentes, y ahora estábamos aquí, a pocos kilómetros del lugar donde ejecutaremos todo.
Nuestro grupo ya había estudiado el perímetro; se habían separado en grupos para hacerlo. Luego, en una hora especificada, todos volvimos a reunirnos, y ahora nos tocaba hacer la segunda parte del plan.
Es por eso que esperamos hasta estas horas; ya era medianoche, y parte del grupo se había ido a matar a los salvadores.
Le había dicho a mi padre que quería ir, pero tanto él como tío Merle me lo prohibieron, y además, Glenn insistió en que yo vine a estar con Maggie, nada más.
Aunque creoque todos ellos lo hacían por otra cosa. Ellos lo hacían porque no querían que arrebatara una vida, o yo qué sé.
Aún intentan protegerme del mundo. . .
─ ¿En qué piensas?
─ En lo que le dije a Morgan. ─le respondí a Maggie, mientras me sentaba en el capot del vehículo.
─ ¿Por qué?
─ Porque siempre me creo capaz de matar a gente por mi familia, o por mí, pero cuando me paso... eso ─recordé aquella noche, en la John, terminó inconsciente por salvarme de esos hombres ─, no tuve el valor de dispararle. Yo solo lloré en los brazos de mis amigos; John fue quien lo mató.
─ Va a doler ─habló Maggie, colocando su mano sobre la mía ─, pero en el momento, no lo pensamos, simplemente lo hacemos. Lo hacemos para sobrevivir, y sé que no debe ser así, pero el mundo cambió. Solo debemos vivir con lo que hagamos y tratar que eso no nos cambie. Recuerda, Sam, matar nunca debe estar bien.
─ Lo sé, y gracias por todo esto. ─le sonreí de vuelta; las hermanas Greene siempre daban los mejores consejos.
De pronto, escuchamos una alarma sonar a lo lejos; al parecer provenía del lugar donde los salvadores estaban. Maggie y yo nos miramos; sabíamos que debíamos ir a ayudar, así que bajamos de donde nos encontrábamos sentadas, viendo a Carol empezar a irse.
─ Están en problemas, quédense aquí. ─nos ordenó, mientras seguía caminando.
─ Iremos contigo. ─señaló Maggie, empezando a caminar detrás de la mujer Peletier sin importarle lo que hubiera dicho.
Era verdad, no podíamos quedarnos aquí sin hacer nada; necesitaban ayuda ahí adentro, no aquí afuera.
─ Samara, ya, quédate con ella. ─me gritó en una orden.
─ No. ─respondimos Maggs y yo al mismo tiempo, haciendo que Carol girase muy molesta a vernos. Bueno, primero enfrentó a la castaña.
─ ¡Maldita sea, Maggie! ─la detuvo, tomándola del brazo cuando ella quiso seguir avanzando.
─ Tengo que hacerlo. ─alegó.
─ No, claro que no.
─Sí ─le respondió Maggie en un grito, moviendo su brazo bruscamente, haciendo que Carol la soltara ─, sí tengo que hacerlo.
─ ¿Qué diablos haces aquí?
─ ¿Qué más se supone que haga?
─ ¡Se supone que debes cambiar! ─exclamó la Peletier.
─ Yo iré también. ─dijo Maggie con seriedad, dispuesta a no dar un paso al costado.
─ ¡Cuidado! ─chillé de pronto, tomando mi cuchillo y matando al caminante que casi atrapa a Maggie por detrás.
─ Ustedes se quedan aquí. ─puntualizó Carol con autoritarismo.
─ Carol, entiende, debemos ir, ellos necesitan nuestra ayuda. ─dije con mucha seriedad, sacando una M16, cortesía de papá.
De un momento al otro, vimos cómo Carol levantó su arma y apuntó a detrás de nosotras, así que giramos para ver de qué se trataba, y nos terminamos encontrando con un hombre que pretendía dispararnos.
Carol fue más rápida, pues disparó al hombre que estaba a punto de atacarnos, pero solo lo dejó herido, y luego nos llamó para irnos, y nosotras no le obedecimos.
Maggie y yo nos miramos entre sí; yo sabía qué quería hacer ella, así que me quedé en mi sitio, solo mirando al suelo.
─ Maldita sea, chicas, vamos. ─nos pidió, pero otra vez, ninguna le hizo caso.
─ No hasta liquidarlo. ─expuso Maggie, apuntando al hombre a la cabeza, para así arrebatarle la vida por completo antes que nos ataque a nosotras o a los nuestros.
Y en un segundo al otro, sentí varios pasos a nuestro alrededor. Estaba a punto de levantar mi arma para protegernos, pero cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde; un grupo nos apuntaba con sus armas, directo a nuestras cabezas.
─ ¡Alto! ─le gritó a Maggie, cuando esta seguía apuntando al que supongo es amigo de estas mujeres ─, o las mato, a ambas.
La castaña no tuvo más remedio que levantar ambas manos ante las amenazas de las mujeres.
─ Bien, ahora, escúchenme: armas y cuchillos al suelo.
Miré a Maggie con algo de miedo, y ella me dio un pequeño gesto, que era un asentimiento de cabeza, y esa mirada me tranquilizó un poco, así que empecé a dejar mis cosas en el suelo, haciéndolo muy despacio, ya que tenía miedo de que con cualquier movimiento él me disparara.
─ Bonita chaqueta. ─me dijo una mujer de mucho mayor, oh, sí, y ella también era la que me apuntaba.
─ Se la quitaremos antes de dispararles; el rojo es mi color. —dijo otra de las mujeres que se encontraban aquí.
no, el rojo solo es mi color . . .
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com