𝟬𝟳𝟯 | Salem
073. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡𝗧𝗬-𝗧𝗛𝗥𝗘𝗘──
── 𝗌𝖺𝗅𝖾𝗆🐝•˖* 📼 ☄️
♯➘₊̣̇🐝🌻 ▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗡𝗢𝗧𝗘 ೃ࿔
Listooo, capitulos nuevos desde ahora. Claro, aun quedaran algunas escenas que definen al fanfic, pero en general sera contenido nuevo ;)
Nunca había pensado que Carl, por lo menos una vez, no se pondría de mi lado. Bueno, en realidad no es como si me hubiera apuñalado por la espalda, pero ya saben, estoy acostumbrada a que él siempre me apoye en todo lo que yo diga, incluso si era una locura. Sin embargo, ahora estaba insistiendo en que le dé una oportunidad a Cameron. Aunque no lo parezca, él siempre fue más sentimental que yo, y muchas veces más prudente que yo.
Por eso no entendía por qué me pedía eso.
Es alguien nuevo, apenas lo conoces. Empiezo a pensar que se golpeó la cabeza o que su amor por John lo está cegando. En cualquiera de los casos, espero lograr persuadirlo al menos un poco para no ponerlo en peligro, y para que no me obligue a hacer una unión con alguien que no quiero. Es decir, no odio a Cameron, pero... simplemente me rehúso.
Mi papá tenía otro hijo.
Mi mamá estaba viva.
Tengo un gemelo.
Mucho que procesar en tan poco tiempo.
─ Solo háblale, no es tan difícil.
Gire y lo miré con los ojos entrecerrados. ─ Basta. Es difícil para mí.
─ Muchas veces hablas incluso sola.
─ Pero no hablo con alguien que apareció de la nada.
─ De hecho...
─ Cállate, Carl.
Él levanta las manos en señal de inocencia, retrocediendo un paso como si yo fuera a golpearlo o algo por el estilo. La verdad, eso me causó risa. Sonríe un poco mientras seguíamos avanzando.
Mis botas resonaban en el suelo, en realidad yo lo hacía con todo propósito. El bosque parecía estar en silencio, y probablemente se quería así. Yo no quería tener silencio, paz. Mi mente estaba trabajando mucho y necesitaba algo en qué enfocarme para no terminar loca. Así que, con el tacón de mi punta, de vez en cuando le daba un toque al piso.
─ Regresaré a Alexandria, sigan con lo que sea que hacen.
Su voz me tomó por sorpresa. Levanté la mirada de mis botas, lo vi. Él movía las manos como tratando de restarle importancia a lo que acababa de decir. Tenía toda la mejilla hinchada, algunos rastros de sangre, que aunque mínima, seguía ahí, supongo gracias al golpe que le di.
─ Bueno, si eso quieres. ─me encogí de hombros.
Las palabras habían salido de mí antes que pudiera medirlas.
De todas formas, aún no podía arreglar. Tampoco sé si quería hacerlo pronto. Tomé la mano de Carl y seguí caminando hacia Hilltop, en este momento, me importaba más Daryl que tratar de mejorar una relación que ni siquiera empezó.
Mi novio me regañó con la mirada, apretó un poco mi mano.
Estoy siendo muy idiota estos últimos días, ¿no?
─ Sam... ─llamó Carl, aunque eso sonó más como un regaño.
─ Él quiere irse, ¿no?
Y sigo.
─ Tú dijiste que cuando alguien quiere irse, se va sin hacer ruido. Él nos avisó ─dijo Enid, mientras señalaba a Cameron a la distancia ─. Pudo irse antes. Incluso pudo quedarse en Alexandria, pero vino. Vino por ti. Porque no creo que viniera porque Carl le pareció guapo.
─ Hey. ─se quejó él.
─ Espera, ¿por qué estás apoyando esto?
─ Sé que ahora último no soy de confiar rápido en las personas, pero él no es un hombre de Negan, es hijo de una mujer que te caía bien hasta el momento que te enteraste que es tu mamá, y sobre todo, porque es tu hermano. ¿Si muere camino a Alexandria? ¿Vivirías con la culpa?
─ No hay pruebas de ADN para asegurar ninguna de tus dos afirmaciones.
─ Lo pelirrojo del cabello, el hecho de que reconoció a tu papá, y que es tan terco como tú, vino a buscarte. Como decías: ¿Personas ayudan a personas?
─ No aplica ─señalé, un poco más irritada ─. Vámonos, se nos irá la luz, debemos llegar temprano.
Seguí caminando. Ahora Cameron y yo íbamos por caminos distintos. Siempre había sido así y no creo que cambie pronto. Desde que nacimos estuvimos condenados a ir por diferentes rumbos. Él viviendo con Marianne, yo con mi papá. Hace unos años, hubiera deseado que esto sea diferente, hubiera deseado que en otro mundo nosotros siguiéramos por el mismo camino. No me hubiera sentido tan sola en aquella granja llena de fantasmas, gritos y peleas.
En otro tiempo, hubiera tenido con Cameron lo que tengo con John.
Algo dentro mío se removió y en serio me sentí horrible. Últimamente dejé de ser yo y me convertí en esto. Y aunque no soy un monstruo como Emma o Negan, tampoco quiero ser alguien que alejaría a mi yo de pequeña. No quería que la Sam de diez años me mire y comience a correr.
No era insensible, no me gustaba serlo.
─ Si escuchan gritos, golpes, no vengan. ─digo, antes de comenzar a caminar hacia Cameron.
Ya estaba algo lejos. Así que cuando me di cuenta de que no lo alcanzaría a este ritmo, me puse a correr mientras pensaba en qué demonios le diría. Es decir, soy consciente de que no tiene la culpa, y que en parte sí fui muy tonta al tratarlo así. Pero apenas lo conozco. No crecí con él. No sé cómo es, ni dónde estuvo este tiempo.
─ ¡Camarón! ─llamé cuando me cansé de correr.
No giró. No se detuvo. Solo siguió con su camino.
Sí, esto me lo merezco yo.
─ ¡Camarón!
Seguía sin responder, así que me detuve de caminar. Primero, porque nunca lo alcanzaría. Segundo, porque estaba muy cansada como para seguir corriendo. Apoyé mis manos en las rodillas para poder respirar un poco. Mi pecho subía y bajaba, empezaba a pensar que no era solo por el cansancio y tenía algo más profundo. Ya saben qué dicen, el cuerpo refleja la mente o algo por el estilo.
─ ¡Cameron!
Se detuvo unos segundos, pero no se giró. Sus hombros se tensaron y apretó sus manos en puños, luego, siguió caminando. Supe que esto no llegaría a ningún lado pronto, así que tomé una bocanada más de aire y comencé a correr. Papá y tío Merle siempre dijeron que corría rápido cuando me lo proponía. Y efectivamente, además, como él no cambiaba su ritmo de caminata, logré pasarlo y ponerme frente a él.
─ No deberías irte solo y... quizá estoy siendo muy idiota contigo.
Las palabras salieron de mi boca muy rápido. Miré al suelo e hice una muequita de lado, posando mi mirada en mis botas.
¿Arrepentida?
Quizá un poco.
─ No debí golpearte ─subí mi mirada ─. Fue un poco extremo, aunque mi tío en verdad me hubiera dado un premio por eso. Deberías conocer a mi tío, y a mi papá. Primero debo encontrarlos.
Sí. Estaba usando humor para tratar de mejorar la situación, pero parecía que solo iba de mal en peor. Cameron estaba tan serio que parecía que él me golpearía ahora. No sé cuáles sean sus límites, pero si fue criado por Marianne, no creo que grite ni nada por el estilo.
─ "Cameron, no quiero saber de ti, y me voy de Alexandria para no verte a ti ni a nuestra madre". Eso tenías que decir si no querías verme ─espetó, cruzándose de brazos, apretando los dientes ─. No golpearme e irte. Encima ─suspiró, pasando una de sus manos por su pelirrojo cabello ─, fui igual o más idiota que tú por venir a buscarte.
─ Bueno, otra cosa que tenemos en común. Ambos somos idiotas ─me encogí de hombros ─. Nunca había dicho idiota tantas veces.
─ ¿Cómo puedes hablar tan tranquila?
─ ¿Tranquila? ─reí por su comentario ─. No he tenido tranquilidad desde que Emma me hizo este corte. No desde que Negan mató a mi gente. Y no tendré paz si te vas a Alexandria solo.
─ Me odias. Y ya sufrí por mamá, no lo haré por ti.
Apreté mis labios.
Sí, me lo merecía.
─ Marianne me dijo una vez: "Personas ayudan a personas". Tú creciste escuchando esa frase, es por eso que viniste aquí. Y yo... crecí con esa frase corriendo por mis venas sin que nadie me la dijera, y justo por eso estoy yéndome, necesito ayudar a alguien ─le dije con sinceridad, sin pensar en discursos ni tratar de persuadirlo ─. He tenido una semana de mierda, he perdido a gente, y me enteré de muchas cosas. No justifica lo que hice o dije. No estaba lista para conocerte, Cameron. Y para ser honesta, ahora mismo no sé si lo quiero. ¿Odiarte? No te odio. Creo que no puedo odiar a nadie. ¿Enojada? Sí, pero no contigo.
─ Al menos eres honesta.
─ Quizá en otro momento te hubiera abrazado y hubiera saltado de felicidad. Necesito tiempo. Ambos lo necesitamos ─confesé ─. Pero ahora no tengo tiempo, necesito encontrar la forma de persuadir a Carl, tengo que encontrar el lugar de los Salvadores...
Frunció el ceño. ─ ¿Quieres vengarte de todos por lo que le hicieron a tu gente?
─ Solo quiero a mi papá. Emma lo tiene, y descubrí de lo que es capaz.
Sacudí mi cabeza. Ni siquiera sabía por qué estaba contándole todo a él, simplemente no tenía sentido. Así que tomé aire y pensé en lo que haría.
─ Ve con nosotros. Quédate junto a Enid en Hilltop, Maggie te recibirá y Glenn te interrogará.
─ Carl no sabe que te irás de ahí también.
─ Bueno, Carl no vino solo por amor a mí. ─alcé las cejas.
Carl sabía lo que hacía. Sabía que al venir aquí no solo se aseguraba de que yo estuviera segura y no intentara nada estúpido, sino también encontraba una pista para ir con los Salvadores. Era simple. Hace poco fueron a quitarnos todo a nosotros en Alexandria, pronto a Hilltop. No tenías que ser un genio para averiguarlo. Sin embargo, nada era seguro. Así que su venida aquí fue para matar dos pájaros de un tiro.
─ Mi plan es que yo entre con Enid a Hilltop, y cuando Carl se vaya, y antes que Glenn me note, salir a buscar a Emma.
─ Iré contigo, no debes hacerlo sola, y quiero verla... ─yo lo miré ─. No me malinterpretes, ella te hizo daño. Desde que tuvo su pelea con mamá ya no la quiero, pero... lo que sí quiero es ayudarte a encontrarla y hacer con ella lo que tú quieras, como asesinarla, o torturarla, o darle uno de esos golpes tuyos.
─ ¿Alguna vez superarás el golpe que te di?
─ No, pero podemos hacer una tregua ─estiró su mano ─. No intentaremos nada. Si la vida quiere que nos unamos, lo haremos. Seremos lo que sea, amigos, hermanos. Pero si no, tampoco nos odiaremos. Al fin y al cabo, estuvimos juntos nueve meses, ¿no?
Lo pensé un poco. Parecía razonable.
─ Si tuviera un señor caminante para que haga de notario y selle este trato. ─bromeé, tomando su mano y apretándola un poco.
Comenzamos a caminar hacia Carl y Enid, que si siguieron caminando, en este momento deben estar lejos de nosotros. Aun así, avanzamos en silencio una gran parte.
El bosque se sentía mejor.
─ ¿Y me puedo quedar en Hilltop?
─ Creería yo que sí, solo dile a Maggie que: "Samara abrió la Cámara de los Secretos", ella te ayudará luego de eso ─dije, viendo cómo me veía extrañado y sorprendido ─. Con Glenn y Sasha será difícil, pero tu marca de nacimiento y Enid te ayudarán con ambos. Sobrevivirás.
─ Gracias por esto....
─ Gracias a ti por darme otra oportunidad, Camaron.
─ Estoy a punto de tirarte un ladrillo.
Felizmente él no me decía Sammy.
─ ¿Por qué siempre tenemos mala suerte? ─soltó Enid, resoplando mientras veía lo que teníamos al frente.
Habían llegado a Hilltop. Bueno, en realidad estábamos muy cerca, escondidos entre los árboles del bosque cercano para no levantar sospechas, pues los Salvadores estaban saliendo de la comunidad. Muy probablemente habían venido a pedir la cuota de víveres y suministros, pues cargaban cajas y cajas a un par de camiones que esperaban afuera, junto a las puertas.
─ La verdad es que no creo que Negan se encuentre aquí, su camioneta es negra, y no veo nada parecido ─comentó Carl.
─ Ni tampoco veo la de Emma, no sé cómo le hizo, pero su camioneta es roja ─murmuré, aunque creo que el único que me escuchó, o me prestó atención, fue Cameron, que se encontraba a mi lado.
─ Espera... ¿no viniste a dar solo un paseo? ─soltó Enid luego de unos minutos, mirando a mi novio─. No viniste a buscarnos.
─ ¿Recién te das cuenta? ─pregunté, sin mirarlos aún; estaba viendo cómo podía seguirlos sin morir en el intento.
No le pregunté a Carl por qué había venido. Como le dije antes a Cameron, ya tenía una ligera sospecha de las intenciones de mi novio. Así que solo me dediqué a analizar mi entorno. Bien podría subirme a uno de esos camiones. Soy pequeña, soy ágil. Podría esconderme entre las cajas. Al llegar al Santuario tendría que recurrir a... usar armas, claro. Pero si me encuentro rápido con Negan, podría tratar de usar nuestro antiguo vínculo. Debe servir de algo, ¿no?
─ Sí, salí por ustedes... pero también por otra cosa ─comenzó a hablar. Así que giré a verlo. Él se encogía de hombros, pero casi al instante se puso muy erguido, seguro de su punto ─. No podía dejar que se salgan con la suya. Saben que no puedo. Sabes que no puedo.
Me miró.
─ Sé que quieres ver a Maggie y Glenn, pero Mara, ven conmigo.
Las palabras que salieron de su boca me hicieron quedar helada por unos segundos. Lo miré de pies a cabeza, como si tratara de buscar algún signo de broma o algo por el estilo. Carl suele ser una persona prudente. Era absolutamente raro que me invitara a ir a una aventura donde ambos podríamos salir lastimados. Siempre creí que me enteraría de sus locuras cuando ya las hiciera, incluso mucho después, porque siempre dice que quiere mantenerme a salvo.
Esto era algo nuevo. Era un cambio que me gustaba. No por el hecho de que ambos nos pusiéramos en peligro, sino porque me incluía en sus cosas. Además, los dos hacemos un buen dúo de lucha.
Aunque recuerdo cuando nos enfrentamos a esos caminantes en la prisión.
Él confiando en mí, y yo confiando en él.
─ Podemos matarlos, juntos. Matar a Emma, a Negan, tú también quieres eso ─me señaló ─. Por lo que le hicieron a Beth, a Abraham, por lo que le quitó a nuestro grupo.
Me detuve unos minutos a pensarlo. Esto traía abajo todos mis planes. En verdad quería hacerlo, pero no con él. Era muy peligroso. No tenemos muchas armas, las dudas invaden mi cabeza. Aunque claro, sus propósitos no eran muy lejanos a los míos, que involucraban rescatar a mi padre.
─ Si... en caso lo logramos ─balbuceé, dando unos pasos en su dirección, quedando frente a él, a pocos centímetros ─, ¿cómo escaparemos?
─ No me importa.
─ Pero a mí sí ─respondí en voz calmada─. Y a ti también te debe importar. Tienes una hermana pequeña que te necesita. Yo también tengo gente que me necesita, o quiero creer que sí. Tengo una pequeña que me dice mamá... tenemos que regresar por ellos, o no tendría sentido lo que hacemos.
Carl se acercó incluso un poco más a mí, tomando el borde de mi rostro con sus manos, uniendo sus labios con los míos, moviéndonos sincronizadamente en el acto, haciendo que este fuera un delicado, tierno y manipulador beso. Es decir, igual lo disfruté, pero no pude evitar pensar en los peligros. Así que me separé de él poco a poco, uniendo nuestras frentes, sintiendo nuestras respiraciones mezclarse...
─ No quiero que vayas.
─ ¿Y tú sí irías?
─ No. Claro que no. Deben buscar un mejor camino, ser prudentes. ─mentí.
Claramente, aunque a decir verdad, era la primera vez que lo hacía tan rápido y tan convincente. Tanto que él soltó un suspiro que percibí como resignación, como si aceptara que no me haría cambiar de opinión, aunque poco después apareció una chispa en su mirada.
─ Sam...
No tuve otra opción. Conseguiré la forma de hacer que él esté a salvo.
─ Lo resolveremos juntos. ─aseguré, viéndolo asentir de inmediato.
Plantó un beso en mi frente, para después girarse y despedirse de Enid. Yo misma hice lo mismo con Cameron. Claro, no fue un abrazo; en realidad, ambos nos despedimos diciendo un "adiós" y agitando la mano. Luego fui hasta Enid, advirtiéndole que se cuidaran.
─ ¿Me cuido de los salvadores? ─inquirió Cameron.
─ No, cuídate de Glenn ─me despedí, entregándole mi mochila, donde le dije que había algo de ropa mía que le podría servir, y las fotos que debía poner en la tumba de Beth. Yo me quedaba con el resto, como las municiones de mi revólver.
Vi a Cameron y Enid irse juntos, rodeando a los Salvadores, escondiéndose entre los árboles para buscar un muro por donde trepar y entrar. Era la única forma en la que podían entrar por ahora.
─ Ven, amor. ─llamó Carl, tomando mi mano para irnos.
Nos escabullimos entre los camiones, subiendo a uno de ellos cuando tuvimos la oportunidad. Nos escondimos en el fondo, entre las cajas, para evitar ser notados.
De pronto, escuchamos unos ruidos. Alguien había subido al camión. Carl y yo nos hicimos lo más chiquitos que pudimos, para así no ser descubiertos. Sin embargo, al notar que se trataba de alguien conocido, y que el camión ya estaba en marcha, salimos con un poco más de confianza.
─ Hola. ─saludé a Jesús.
─ Supongo que Glenn no lo sabe. Se hubiera vuelto el doble de loco que cuando saliste a Alexandria hace días. ─comentó con una sonrisa.
El camión donde nos encontrábamos había avanzado por una gran y larga carretera desde hace ya un tiempo, aunque en este último tramo solo había curvas y curvas. Cada vez la pista parecía ser más angosta, así que supongo que estamos a punto de llegar al santuario.
Durante todo el camino, estuve en el borde del vehículo, sentada, detallando cada punto por el que pasábamos, tratando de recordarlo para así trazar un mapa mental el cual podré usar luego.
Si salgo con vida.
─ Creo que estamos cerca. ─dije, en un intento de disipar mis negativos pensamientos.
Además, me puse a analizar que ahora el conductor del camión reducía la velocidad del mismo. Lo que indicaba que se está quedando sin gasolina, o que ya está a punto de entrar a su guarida.
─ Deberíamos saltar ─soltó Jesus, tomándonos por sorpresa, haciendo que lo mirara con algo de miedo ─, luego podemos seguir a pie, será mejor así.
─ ¿Saltar? ─pregunté con algo de temor, incluso creo que mi voz salió temblorosa.
─ Sí, ¿cómo lo haríamos? ─interrogó mi novio con completa confusión, quien al igual que yo, veía a Jesus como si estuviera loco.
Aunque no parecía muy asustado, yo era la que estaba asustada por eso, por el impacto que tendría mi cuerpo contra el suelo al saltar del vehículo en movimiento. A pesar de que he tenido muchas ideas locas, saltar de un camión en movimiento no era una de ellas.
─ Lo que lastima no es la caída, sino tratar de evitarla ─comenzó a explicarnos, como si eso fuera cosa de todos los días para él ─. Deben correr o rodar, no vamos tan rápido. Y ellos no podrán vernos, iremos detrás de uno de los autos.
─ ¿Y qué tal si lo arruino? ─pregunté, genuinamente tenía miedo de arruinar esto, además que yo no podía irme.
Necesitaba encontrar a Emma, y salvar a mi papá. Evitar que ella le hiciera algo malo. No podía quedarme aquí, bajar y tratar de apelar a la suerte para tener un camino que seguir. Prefiero seguir con mi plan inicial.
Aunque... puedo usar esto a mi favor.
─ Lo harás bien ─me aseguró, para luego mirar a Carl ─. Ambos lo harán bien, pero debemos hacerlo ya.
─ Dame un segundo.
Yo asentí.
Fui hasta Carl. Me quedé muy cerca de él, usé viejos trucos y coloqué una de mis manos en su mejilla.
─ Hemos llegado muy lejos. Odio admitirlo, pero Jesus tiene razón, es más inteligente bajar por aquí y seguir a pie. Entramos por algún hueco que debe tener por ahí y asesinamos a Negan. Si salimos de este camión, estaremos frente a muchos y no tendremos donde correr.
Carl me miró, pareció pensarlo.
─ Mara...
─ Por favor.
─ Bien.
─ Bien ─repitió Carl, girando a ver al hombre ─. Lo haremos. Pero, ¿puedes mostrarnos primero?
Jesus asintió, nos dijo que observemos, y finalmente saltó, dando una voltereta en el suelo, y luego levantándose como si nada, escondiéndose detrás de un montón de cosas que había en el camino para que los conductores no lo vieran por los espejos retrovisores. Desde ahí, él esperó que nosotros saltemos, incluso nos llamó con un movimiento de mano. Era nuestro turno.
─ Ve primero, luego me ayudas a levantarme. Ya conoces mi tobillo torpe. ─murmuré.
─ Te amo ─dejó un beso en mis labios ─. Hasta las estrellas.
─ Te amo. Hasta las estrellas.
Carl repitió lo que hizo Jesus, le salió demasiado bien que si regreso viva le pienso preguntar si de chiquito saltaba de vehículos en movimiento o algo así. Lo vi levantarse y esconderse detrás de un basurero abandonado.
Desde aquí, yo sonreí, luego agité mi mano en señal de despedida.
A juzgar por su rostro, pude ver que estaba entre querer matarme y estar muy preocupado por mí. De todas formas, volví adentro del camión, escondiéndome lo más atrás que pude. Guardé mi revólver pues encontré una mejor arma aquí dentro, más grande, con más capacidad de balas y un mejor agarre si me tocaba luchar. Esperé un poco dentro, preparándome mentalmente para lo que yo haría.
Casi diez minutos después, sentí cómo el camión se detuvo.
─ Descarguen y metan el botín adentro, quiero relajarme de una buena vez.
La voz de Negan se logró escuchar, me sorprendí un poco aunque no era muy descabellado pensar eso. Estaba lista para seguir con mi plan.
Negan estaba junto a un hombre más, estaban conversando algo que sinceramente no me importa, porque estaba más concentrada en saber cuál sería mi primer movimiento cuando abran las puertas, saquen las cajas y me vean aquí.
Un hombre comenzó a atar las tiras que hacían de puerta en el camión, sujetándolas a cada lado con un par de tirantes, dejando libre la puerta. El primero de los Salvadores tomó una caja, la cual terminó cediendo por el peso, además, por el corte que Jesus había hecho, así que las botellas de licor que había dentro terminaron esparcidas por el suelo.
Pero aquello también ocasionó que el primero de ellos me viera, haciéndome sorprender por unos microsegundos, pero al instante tuve la reacción de disparar.
Mi segunda muerte.
Al escuchar el disparo y al ver caer el cuerpo de uno de sus compañeros, un hombre más entra. Al parecer no estaba preparado para encontrarse conmigo, así que aproveché una vez más para disparar. Era él o yo. ¿Así se justifica una muerte?
No estoy segura.
Tercera muerte.
Avancé hasta el borde del camión, para este punto todo el mundo ya podía verme. No estaba muy convencida a quién pretendía disparar, pues comencé a apuntar a todos lados tratando de cubrir más área.
─ ¿No me recibirán con globos y pastel? Qué decepción. ─exclamé en voz muy alta y firme para que me escuchen─. ¡Arrojen sus armas! ¡Y manos donde pueda verlas! ¡Solo quiero a Negan!
Segundos después, un silbido se escuchó. Se trataba del mismísimo diablo. Llegaba a mi lado con una sonrisa en el rostro y los ojos tan relajados que parecía que me esperaba. Detrás de él, aquella pelirroja que se ha ganado mi odio, también sonriente, aunque ella se notaba más burlona que Negan.
─ Demonios ─soltó él, haciendo una mueca─. Eres muy adorable. ¿Esas armas las tomaste porque se te ve bien? ─preguntó sin inmutarse, tomando a uno de sus hombres y colocándolo frente a él a modo de escudo humano─. Es por eso, ¿no? ¡Sammy! ¡En verdad me asustaron!
Uno de sus hombres intentó acercarse a mí, pero eso tan solo ocasionó que me pusiera nerviosa y terminara disparando una ráfaga de balas en dirección de los dos sujetos que se me acercaron.
Cuarta y quinta muerte.
Me distraje tanto al asesinar a aquellos salvadores que no me di cuenta que Dwight ya estaba muy cerca mío. En un abrir y cerrar de ojos él había tomado mi arma, la sacudió bruscamente, quitándomela de las manos. Antes que pudiera siquiera golpearlo, él golpeó una de mis piernas y me tiró al suelo. Se puso encima mío.
Empecé a patalear, tirar golpes, tratar de zafarme de alguna manera. Aunque todos mis intentos de huir se detuvieron cuando vi a mi papá, y aunque estaba vivo, el alivio no me invadió. Verlo en aquel estado seguía siendo raro, triste. Quería salir de aquí con él.
─ Papá... ─balbuceé.
Aquellos segundos en los que miré a mi padre fueron suficientes para que Emma entrara en acción, pues llegó a mi lado, tomándome de brazos con mucha fuerza, obligándome a levantarme. Solo en ese momento me pude zafar del hombre que tenía encima mío.
─ Emma, deja a la chica ─la pelirroja me soltó ─. No es forma de tratar a los invitados. Vamos, Sammy, te mostraré el lugar.
Yo pretendí acercarme a Negan, pero de inmediato, Emma me tomó del brazo.
─ ¿Creíste que te librarías de mí, Marianne? ─espetó en voz baja, y sentí que dijo eso con un odio absoluto ─. ¿Después que me usaste?
No sabía de qué hablaba, yo no la he visto desde que era una pequeña niña, antes que los muertos revivieran y se comieran a los humanos. No entendía cómo había cambiado tanto, de dónde sacó tanto odio.
─ Verás cómo se castiga a la gente en el Santuario.
─ Mi nombre es Samara, no Marianne. ─le respondí, sin inmutarme.
Parecía que no tenía instinto de supervivencia o algo.
─ Marianne, Samara, Cameron. No me importa ─soltó, mirándome a los ojos ─. ¿Ves a Dwight? A él lo castigaron quemándole mitad del rostro, ¿cuál usaremos para ti?
─ Emma. ─llamó Negan, casi con impaciencia.
Yo giré a verlo. Era mi única oportunidad, porque si Emma no le había hecho nada a mi padre, podría usar mi tiempo aquí para poder salir con él, escapar por fin.
─ Emma, yo no pido las cosas dos veces.
─ Dijiste que me ayudarías con mi hermana ─sonrió la pelirroja, mirando a Negan ─, y me debes un favor, recuerda. Así que ahora quiero al hombre de ahí ─señaló a mi papá ─, y esta pelirroja.
Negan suspiró, y cuando estaba a punto de hablar, lo miré y dije casi con desespero. Creo que nunca en mi vida le había suplicado a nadie con la mirada, no así.
─ ¡Negan! ─chillé ─. Ella dijo que si no llegaba le haría daño a mi papá.
Él pareció sorprendido, pero también mi papá, quienes me miraban con absoluta sorpresa. Ninguno de los dos al parecer sabía de lo que estaba hablando.
─ Llévatela de una vez. ─soltó Negan con despreocupación, mientras Emma comenzaba a tirar de mí, dando a su vez una orden para que traigan a Daryl cuando ella lo indique.
Caí en su trampa.
Durante todo el camino por el que ella me llevó, no pude evitar que muchas ideas pasaran por mi mente. Iba desde lo más simple hasta la peor tortura que puede existir. Además, tenía muchas dudas, como por qué ella me llamaba Marianne. Claramente soy Samara, ella me conoce desde que era niña, y aunque pasáramos tiempo separadas, es imposible que se olvide de eso. Bueno, quizá lo haga por molestar. Mi segundo nombre es Marianne, aunque nunca me gustó, pues mis abuelos siempre lo usaban para regañarme, y ahora no me gusta porque me recordaba a mi verdadera madre. Duele un poco, claro, pero todo comienza a tener sentido.
─ Hay varios castigos, personalmente me gusta "Cacería de brujas" ─soltó Emma con emoción, como si se tratara de un simple juego de niños─. Mi versión original de esto Negan la prohibió, porque dice que para que realmente sea un castigo, deben terminar vivos, y quemarlos, como hicieron en Salem con las brujas, no los dejaba vivos. Así que cambié un poco...
─ No puedo esperar a saber cuál fue tu genial cambio. ─suspiré con tranquilidad, aunque por dentro, estaba muriéndome de miedo.
Al menos esto no terminaría en muerte.
─ ¿Ves eso? ─señaló una pequeña estructura.
Era como un pequeño escenario, como de esos que ponían en el pueblo para tener pequeños conciertos o concursos de pasteles. Aunque no creo que esto sea algo lindo como eso, y más porque estaba rodeado como si fuera un ring de box, y que en medio tenía una zona más elevada del resto, con un palo muy grande en el medio... y una cuerda atada.
─ ¿Sabías que ahorcarme también es matar? ─inquirí, pues parecía una horca aquello que tenía al frente mío.
─ Claro que lo sé.
Como si este fuera un acto preparado ─o algo que solían hacer muy seguido─. Pues uno de los salvadores que la ayudaba, se subió a la plataforma, para luego extenderle la mano a Emma y ayudarla a subir, y lo mismo hizo aquel hombre conmigo, me extendió sus manos, y tuve que aceptarlas, no tenía otra opción.
Una vez estuve arriba, Emma me miró.
─ Sube a la plataforma, cariño. ─me dijo, así que obedecí.
Sin saber qué me esperaba.
Yo obedecí, subiendo dos escalones que llevaban a la parte más alta de este escenario extraño.
─ Igualdad de género. Hombres y mujeres, ninguna mujer es más débil que un hombre y viceversa.
A cada segundo pienso que ella está más loca.
Se acercó a mí, tomando cada uno de mis brazos y dejándolos suspendidos en el aire, para luego comenzarlos a atar con la soga. Me dolía un poco el agarre, pero no me quejé, supongo que no tenía muchas opciones.
─ ¡Traigan a Daryl y a los siete de la corte! ─llamó ella, como si se tratara de una especie de teatro, en el que llamaba a los actores para su siguiente acto.
No pasó mucho hasta que aparecieron todo un grupo de enigmáticos salvadores, además de mi padre, tal y como Emma mandó.
El grupo de salvadores eran cuatro mujeres y tres hombres, que podía apostar que rondaban entre los dieciséis y dieciocho años, no les podía poner más. Cada uno de ellos comenzó a subir a la plataforma, colocándose detrás mío, pero no podía ver, pues girar me dificultaba un poco, aunque sí podía hacerlo.
Pero a decir verdad, no me enfoqué demasiado en ellos, pues tal vez este castigo era dejarme aquí bajo el sol, sin comida ni agua por un tiempo. Y desde los diez estoy acostumbrada a comer y tomar muy poco, este es mi reto, señores. Nací lista para esto.
Solo miré a papá, que me veía con algo de miedo, pero era algo que solo yo podía notar, pues es la típica mirada Dixon, inexpresiva para personas que no los conoce.
De pronto, de lo que solo miraba a mi padre, algo ocurrió, algo cambió de repente, la mirada de él cambió a una de horror, y quiso correr hacia mí, pero alguien lo detuvo. Mi cuerpo se removió, pues un fuerte golpe se sintió en mis piernas, y luego otro en mi brazo, uno más en mi abdomen, y luego otro, y otro.
─ ¡Déjenla! ─gritó papá con enojo, mientras intentaba golpear a los dos salvadores que ahora lo sometían.
No tenía opción de correr, mis manos estaban atadas fuertemente, no tenía opción a zafarme.
Sentía los golpes llegar a mi cuerpo y no podía hacer nada para detenerlo, ni siquiera podía bloquear o responder. Comenzaba a doler como el infierno, mi estómago parecía que estaba destruyéndose con cada golpe más, mi pierna derecha estaba recibiendo impacto tras otro, mis brazos no recibían golpes, pero al estar atados arriba y mi cuerpo moverse tan bruscamente, dolía, dolía y dolía.
Sentía la cuerda quemar contra mis muñecas, sentía la sangre salir de mi boca gracias a los golpes en el estómago.
Intenté que no duela, intenté apagar el dolor.
No pude, nunca podría. Me importaban tanto las cosas como para dejar de sentir. Me importaban tanto las personas como para tratar de apagarme. Así que hice lo único que tenía permitido en este momento: ver a mi padre.
Mi mirada conectó con la de él. Sentía el mundo dar vueltas, mis ojos empañándose, pero lo miré, y él correspondió.
En algún punto, me olvidé de los golpes, algo en mí cambió, yo cambié.
Tal vez lo hice hace tiempo, tal vez lo intentaba ocultar, o atrasar. Pero yo había cambiado. Ya no era la niña pelirroja que soñaba con cambiar el mundo y salvar a todas las personas con las que se encontraba. Ahora tengo mis manos manchadas de sangre, y un gran sentimiento de venganza creciendo en mi interior.
Sinceramente, no sé cómo terminé aquí. Estaba en una habitación, parecía una antigua, pero no me refiero a que sea horrible, tenga las paredes manchadas y el techo cayéndose. Todo lo contrario, era muy bonita, solo que parecía una de esas habitaciones que hay en las mansiones antiguas. Incluso el papel tapiz de las paredes tenía un estilo muy rústico, sin embargo, había cosas colgadas por todo el lugar que me hacían dudar que un adulto durmiera aquí. Había bandas de música, incluso algunos libros tirados por ahí.
Estaba sentada en una cama. Mi ropa estaba aún manchada de sangre y en la parte de las piernas estaba desgarrada.
Me dolía mucho el cuerpo cuando intentaba moverme, por eso no sé cómo logré llegar aquí, estoy muy segura que el hombre que está frente a mí tiene que ver algo con eso. Sí, Negan estaba sentado al otro lado de la cama, mirándome como si intentara decirme algo, pero su nueva faceta de asesino, líder y sea lo que sea ahora no le permitirá hablarme de la manera en la que lo hacía antes.
─ Es tarde, dormirás aquí.
─ ¿Es todo lo que me dirás? ─pregunté, tratando de moverme un poco pero fallando en el intento ─. Se supone que controlas las cosas aquí, ¿por qué le permites hacer eso a ella?
─ ¿Y qué? ¿Pensabas manipularme a mí?
─ No, pero...
─ Emma me dio a mí la mejor noche de sexo de mi vida. La mejor chupada. Muchas veces.
Hice una mueca. ─ Creí que amabas a una sola mujer.
─ Esa mujer ya no existe.
Ambos nos quedamos en silencio. No sé qué esté pensando él, pero yo solo seguía pensando en mi papá, en dónde debe estar ahora. El dolor ya no me importaba, Emma tampoco y Negan mucho menos. Tenía más problemas de los que ocuparme ahora, podía romperme después. Puedo soportar, claro que puedo soportar.
Vi cómo Negan se levantó, se acercó a mí y colocó una de sus manos en mi hombro, sin embargo, no dijo nada más. Se mantuvo ahí por exactamente treinta y cuatro segundos. Después de eso, se dirigió a la puerta, y como si estuviera cronometrado, Dennis apareció.
A juzgar por su expresión, no sabía que yo estaba aquí, no es su habitación, sino en el Santuario.
Negan se fue y cerró la puerta, dejándome con su hijo aquí.
Esta era su habitación.
─ Así que tú fuiste la... ─paró de hablar, pero ambos sabíamos a qué se refería ─. Lo siento.
─ No es tu culpa. ─sonreí de lado.
No dijo nada. Fue hasta lo que parecía ser un armario. Removió unas cosas y comenzó a tomarlas, colocándolas entre sus brazos. Desde donde me encontraba, vi cómo ahí había una camiseta, vendas, alcohol (creo), algodón y algo que claramente eran pastillas. Una vez se sintió satisfecho con lo que tenía ahí, regresó a mí, colocó todo torpemente en la cama y me miró.
─ ¿Puedo tocarte?
Eso me tomó por sorpresa.
No creí que aún recordara eso.
─ Puedes.
Me ayudó a quitarme la chaqueta con cuidado, luego bajó las tiras de mi overol. Comenzó a limpiar las heridas más expuestas, que eran las de mis muñecas, que estaban prácticamente al rojo vivo por el roce de las cuerdas. Tomó mi mano con cuidado, el algodón, ya empapado en alcohol, lo pasó por aquel lugar. Me removí por el ardor.
Cuando acabó, vendó mis muñecas.
No hablamos en todo este tiempo, solo me ofreció ropa limpia, una que no estuviera llena de sangre. Se giró, así que lo entendí. Me quité mi camiseta amarilla y la cambié por esta de color negro con un estampado de The Beatles.
Evité detenerme en ver mis heridas, no quería llorar, pero se sentían ahí. En mis piernas, en mi pecho, en los brazos.
Volví a colocar los tirantes de mi overol, el cual, aunque tenía algunas gotas de sangre en la parte del abdomen, la chaqueta roja había sufrido más que otra prenda. De todas formas, no me quitaría mi overol.
─ Gracias.
─ Aún no me des las gracias.
─ ¿Qué más harás? ─no pude evitar preguntar.
─ Vamos a ver a Daryl.
Mi mirada cambió. No creí que él me esté diciendo eso. Mis ojos se iluminaron y vi esto como un escape, una salida, una luz al final del túnel... pero se rompió al instante. Supongo que nada puede ser perfecto.
─ Quisiera ayudarlos a salir, pero no puedo. Menos hoy ─comenzó a explicarme ─. Mi padre tendrá una de sus noches, habrá mucha guardia.
─ ¿Y cómo me llevarás a verlo?
─ Seremos cuidadosos.
Asentí.
Él me contó que debíamos esperar un poco más, debía pasar la medianoche para ir sin correr riesgos, y que si alguien nos veía, decía que él podía encargarse con los Salvadores del otro turno. No pregunté más, así que simplemente me quedé esperando en silencio.
Ninguno de los dos quería hablar.
Cuando llegó la hora, él me ayudó a levantarme. Hace un rato no me dolía tanto como ahora, hacía muecas de dolor al moverme pero no me quejé mucho. Dennis estaba siendo muy cuidadoso conmigo como para ahora ser una carga, así que intenté caminar lo mejor posible todo el camino hacia ese horrible lugar donde estaba encerrado mi papá. Un lugar oscuro, carente de luz, una celda donde ni siquiera llega la luz del sol.
─ No puedo abrir la celda, pero pueden hablar. Te espero cerca.
Se fue, probablemente me esperaría en el pasillo anterior a este.
Apoyé mi espalda en la pared y me deslicé hasta llegar al suelo, miré a mis botas un segundo. No sabía qué decir sin romperme en el intento, extrañaba tanto a papá que tenerlo aquí tan cerca sin poder abrazarlo era la peor tortura de todas. Miré mis manos vendadas y me enfoqué en eso unos segundos. Entonces, pegué mi cabeza a la puerta.
─ Papá. ─llamé.
Pasaron varios segundos hasta que escuché cómo algo se removía dentro, ni siquiera me molesté en moverme, sabía que no podía verlo.
─ Estoy bien.
─ Pequeño dragón.
─ Lo prometo. Estoy bien.
Las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, pero no hice sonido alguno, no quería preocuparlo. Ambos nos quedamos callados por un largo rato. Me mordí el labio inferior tratando de calmarme, no era momento de derrumbarme.
─ Voy a salir. Por ti.
─ Lo sé. ─mi voz ya salía entrecortada por el llanto.
─ Perdóname. No pude hacer nada ─dijo, y como si su mente recién procesara que yo estoy aquí y todo lo que pasó en la tarde, se apoyó bruscamente en la puerta─. Me vengaré, lo juro. Por cada golpe... ¿Cómo estás, Samara?
Nunca decía mi nombre, así que supongo que está muy preocupado.
─ Lo llevo bien. Estoy bien, preocúpate por ti ahora, ¿sí?
─ No me jodas. Te escucho llorar. ─no lo dijo con malicia, de hecho, extrañaba mucho su manera de hablar.
─ Bueno, uno de los dos tenía que ser sentimental.
Dije, pasando mi mano por la pequeña rendija que había debajo de la puerta de metal. Apenas entraba mi mano, pero necesitaba tocarlo casi tanto como necesito respirar. Él no tardó mucho en colocar su mano sobre la mía. No hizo nada más, no dejó caricias, tan solo la posó sobre la mía y se quedó así.
Comencé a llorar, no como antes, me permití soltar sollozos. Dolor de mis heridas, dolor de solo poder tocarlo así. Las lágrimas caían sin control, y traté todo lo posible de no hacerlo tan fuerte por si alguien venía.
─ Te quiero, papá.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com