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15៹ ،، EMMISARY

   A la mañana siguiente, Avy y Liam habían decido amanecer en la casa de los Cullen por no querer ni siquiera acercarse a su hogar por temas familiares llamados su hermano mayor y la espía de su cuñada. Mientras Avy estaba raramente en calma fue interrumpida por la llegada inesperada de un visitante. Avy estaba en la cocina con Esme cuando escuchó un golpe en la puerta principal. Los vampiros no solían tocar la puerta cuando iban a entrar, los Cullen tenían unas costumbres raras y atrevidas respecto a querer aparecer de sorpresa para provocar algo en las personas por sorprender.

—¿Esperamos a alguien? —preguntó, mirando a Esme, quien negó con una expresión preocupada.

Cuando Carlisle abrió la puerta, todos en la casa se tensaron. En el umbral estaba un hombre que Avy no reconoció de inmediato, pero algo en su presencia le puso la piel de gallina. Era alto, con cabello oscuro y ojos que parecían observar demasiado.

—Aro envía saludos —dijo el hombre, su voz suave pero cargada de una amenaza implícita. Miraba a los ojos a Avy y la chica sintió que todo en su interior se iba congelando poco a poco, sabía todo lo que significaba, estaba cometiendo demasiados pecados para los volturis. Para ellos no era natural que tantos humanos tuvieran conocimiento sobre los vampiros y el mundo sobrenatural.

Carlisle mantuvo su expresión neutral.

—¿Qué quiere?

El hombre sonrió, un gesto que no alcanzó sus ojos.

—Solo un recordatorio amistoso. Los Volturi no olvidan, y estamos... atentos a sus acciones. Recuerden que sus decisiones van en contra de nuestra naturaleza.

Avy sintió que su corazón se aceleraba. La tensión en el ambiente era palpable, como una cuerda a punto de romperse.

Cuando el hombre finalmente se fue, Carlisle cerró la puerta con un suspiro.

—¿Quién era ese? —preguntó Avy, incapaz de contener su curiosidad con miedo.

—Un emisario de los Volturi —respondió Carlisle, volviéndose hacia ella—. Parece que quieren asegurarse de que sepamos que nos están observando.

Avy apretó los labios, sintiendo una mezcla de miedo y frustración.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora?

Carlisle la miró con una expresión grave.

—Lo que mejor sabemos hacer, desaparecer, y ustedes con nosotros.

Esa noche, mientras todos se retiraban a sus actividades, Liam había dejado a Avy en casa de los Black mientras él iba a discutir con Billy de negocios que le había dejado su padre, Avy se encontró una vez más en el bosque. Había algo en la oscuridad que no solo la llamaba, sino que hasta sentía que en algún momento le podría dar las respuestas que ocupaba, como un susurro que no podía ignorar. Mientras caminaba, escuchó un crujido detrás de ella.

—¿Pensaste que no te seguiría? —La voz de Jacob rompió el silencio, haciendo que se detuviera.

Avy giró para enfrentarlo, notando la intensidad en sus ojos oscuros.

—¿Qué haces aquí? O mejor dicho ¿Qué te hace pensar que me escondo de ti?

Jacob se acercó, sus movimientos seguros pero tranquilos.

—Sentí que necesitabas compañía. Y supongo que no me equivoqué.

Avy lo observó, tratando de descifrar sus intenciones.

—No estoy de humor para charlas profundas, Jacob.

—No vine a hablar.

Había algo en su tono, algo que hizo que Avy sintiera un escalofrío recorrer su espalda. Pero no era miedo; era otra cosa, algo que no quería admitir en voz alta.

Jacob dio un paso más cerca, y por un momento, el mundo pareció detenerse.

—A veces, huir no es la respuesta —dijo en voz baja, sus ojos clavados en los de ella.

Avy sintió que su corazón latía con fuerza. Había tantas emociones, tantos secretos y peligros, que casi se sentía abrumada. Pero en este momento, bajo la luz de la luna y con Jacob tan cerca, todo lo demás parecía desvanecerse.

Era solo el comienzo de algo mucho más grande lo que amenazaba ahora, y no sabía si la respuesta era huir con Carlisle o quedarse y ver que pasaba en su hogar, tenían que buscar una alternativa pronto. Seguía mirando a Jacob, sintiendo en su estómago un revoltijo como si su conversación en la playa no hubiera significada nada, el cuerpo de Jacob tenía algo que la orillaba a querer lazársele encima o simplemente gritarle que lo amaba por todo el cariño que recogió para él desde que eran unos niños. El viento soplaba entre los árboles, pero el verdadero huracán estaba dentro de Avy. Cada palabra que él le decía, cada mirada cargada de emociones, la hacía sentir como si todo lo demás en el mundo se desdibujara, quedando solo él y la conexión intensa que compartían.

—No puedes hacerlo sola —dijo Jacob, su voz profunda y cargada de una mezcla de frustración y preocupación.

Avy no respondió de inmediato. En cambio, bajó la mirada a sus manos, que jugueteaban con un hilo suelto en su chaqueta. Sabía que Jacob tenía razón, pero la idea de atarse a alguien, de depender completamente de él o de cualquier otra persona, la asfixiaba.

—No es solo por mí —continuó Jacob, inclinándose ligeramente hacia ella—. Es por ti. Avy, tienes una manera de cargar el mundo sobre tus hombros, y no siempre es tu responsabilidad.

Ella levantó la mirada y se encontró con sus ojos. Eran tan oscuros como la noche, pero había una calidez en ellos, algo que siempre lograba derretir las barreras que ella intentaba construir.

—Jacob, no quiero que esto suene egoísta —empezó, con la voz quebrándose apenas—, pero hay algo en mí que no puedo ignorar. Algo que me dice que no puedo quedarme aquí, en esta colina, pretendiendo que no siento curiosidad por lo que Carlisle está ofreciéndome, considerando el peligro que corro aquí.

Jacob apretó los labios, y por un momento, Avy pensó que iba a discutir. Pero en lugar de eso, dejó escapar un largo suspiro.

—Siempre supe que él te atraía, de alguna forma, así fuera solo la propuesta de sacarte de este lugar —admitió, con una sonrisa amarga—. Pero no pensé que sería suficiente para que escaparas.

Avy sintió que algo dentro de ella se rompía. ¿Qué tenían exactamente? Sabía que Jacob era su refugio, su hogar, su ancla en medio de la tormenta. Pero también sabía que había algo más, algo que no podía ignorar.

—No estoy eligiendo entre ustedes, Jake —dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. Estoy eligiendo entre quedarme estática o explorar algo que podría darme respuestas, admás de no quedarme  a morir.

—Yo podría protegerte. 

—Son los vulturi, Jake, solo estarán en paz si les ofrezco un plan que les beneficie.

Jacob la miró en silencio por un largo momento antes de asentir, aunque su expresión seguía siendo una mezcla de dolor y aceptación.

—Solo quiero que estés bien, Avy. Incluso si eso significa que yo no pueda mantenerte a salvo.

Las palabras golpearon su corazón con más fuerza de la que esperaba. Sin pensarlo, se inclinó hacia él y lo abrazó con fuerza, como si quisiera capturar este momento y guardarlo para siempre.

Cuando finalmente se separaron, Avy bajó la mirada, sintiendo que las lágrimas amenazaban con escapar.

—Te quiero —susurró, y era cierto. Lo quería y amaba con una pureza que le asustaba, una intensidad que no podía negar. Pero sabía que no era suficiente para apagar la curiosidad que la consumía por dentro.

Jacob sonrió débilmente.

—Lo sé. Mi alma también te quiere.

Horas después, Avy se encontró sentada en el asiento del copiloto del auto de Carlisle. El motor estaba apagado, y el silencio entre ellos era cómodo, casi íntimo. Estaban estacionados en un claro del bosque, lejos de cualquier camino principal, donde solo el murmullo del viento entre los árboles acompañaba su conversación.

Carlisle, como siempre, estaba impecable, pero había algo diferente en su expresión. Parecía más humano, más vulnerable, como si supiera que esta conversación era crucial.

—No esperaba tu llamada tan pronto —dijo, rompiendo el silencio mientras giraba ligeramente en su asiento para mirarla.

Avy sonrió con un toque de nerviosismo, jugueteando con el borde de su abrigo.

—No podía esperar. He tomado una decisión.

Carlisle no dijo nada, pero sus ojos dorados la escrutaron con atención, como si tratara de descifrarla antes de que hablara.

—No voy a huir —dijo Avy finalmente, con la voz firme—. Me quedo. Pero quiero algo de ti.

Carlisle arqueó una ceja, intrigado.

—¿Qué sería eso?

—Quiero que nos veamos una vez a la semana —respondió, sintiendo que sus palabras sonaban extrañas al decirlas en voz alta—. Quiero que me mantengas informada sobre todo lo que pasa. Si algo cambia, si los Volturi hacen algún movimiento... quiero saberlo. Mientras, yo pasaré cerca de la tribu, buscaré información o haré algún trato que les interese a los vulturi para ganar nuestra seguridad.

Carlisle se quedó en silencio por un momento, procesando lo que ella decía. Finalmente, asintió con una ligera sonrisa.

—Es razonable. Y, de hecho, me alegra que quieras mantenerte cerca.

Avy sintió que su corazón se aceleraba al escuchar sus palabras. Había algo en su tono, en la forma en que la miraba, que la hacía sentir expuesta pero también segura.

—No estoy segura de por qué confío en ti, Carlisle —admitió, con una sonrisa nerviosa—. Pero hay algo en ti que me hace pensar que tal vez pueda encontrar algunas respuestas aquí.

Carlisle la miró con una mezcla de calidez y determinación.

—Espero no defraudarte, Avy. Porque, te lo aseguro, me importas más de lo que podrías imaginar..., y tu familia.

El silencio los inundó, hasta que Carlisle soltó un comentario que Albane no esperaba: —No le hables de nuestros encuentros a Bella, por favor, ella está más afuera de esto que tú y Liam. Edward busca protegerla.

—Sabes que eso la va a matar Carlisle.

—No hay ninguna otra alternativa.

El silencio que siguió estuvo cargado de significados que ninguno se atrevió a verbalizar. Cuando finalmente se despidieron y Avy salió del auto, supo que algo había cambiado.

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