── chapter five 𑁤.ᐟ
chapter five .ᐟ
Bienvenido a Tommen.
ELLIE KAVANAGH
El despertador sonó como si alguien me gritara directamente en el oído. Me giré para apagarlo sin mirar la hora. Ya lo sabía. Era lunes. El primer lunes del curso. El lunes en el que oficialmente dejábamos de ser niños y nos veíamos obligados a madurar.
Genial.
Me quedé unos segundos mirando el techo, intentando convencerme de que no pasaba nada, que era solo el instituto y que todo seguiría igual.
Mentira.
Me levanté y empecé a vestirme con el uniforme, apartando las medias que tenía preparadas por si hacía frío.
Los veranos en Cork solían ser frescos, pero llevábamos semanas sufriendo un calor infernal.
Mientras me peinaba, pensé en lo de ayer. En la casa del árbol. En su hombro.
En él.
Suspiré, y eso me hizo enfadar. No pensaba suspirar por Tadgh Lynch. No esta mañana, al menos.
Bajé a la cocina con paso firme, decidida a actuar como si todo estuviera perfectamente bajo control.
Claro que eso se fue a la mierda cuando lo vi ya sentado, desayunando como si fuera su casa. Bueno, técnicamente ahora también era su casa.
—Buenos días —saludó mi madre, que estaba preparando unas tostadas.
—Buenos días —contesté, lanzándole una mirada rápida a Tadgh.
Me la devolvió con una de esas sonrisas suyas que parecían inocentes, pero no lo eran.
Me senté lo más lejos posible de él sin parecer ridícula. Lo conseguí. Creo.
—Ellie, cariño, ¿puedes ir a despertar a Johnny? Es raro que aún o haya bajado —pidió mamá, sirviendo el desayuno.
Era raro que Johnny aún no había bajado, porque normalmente era él quien nos arrastraba a todos con su ansiedad de llegar puntual.
Asentí y subí las escaleras con el zumo en la mano, recorriendo los pasillos de la parte superior hasta llegar a la puerta de mi hermano mayor.
Di dos golpes a la puerta antes de hablar.
—Johnny, si estás con Shan y os pillo en algo raro, voy a traumatizarme de por vida. Tienes tres segundos.
—¡Por dios, Ellie! —se quejó desde dentro, justo antes de abrir—. Ya te he dicho que no hables así de ella. Acabo de volver de correr, ¿vale? No de correrme.
—¡Guarro! —fruncí el ceño—. No le digas esas cosas a tu hermana pequeña, ¿quieres?
—¡Si solo he dicho que he vuelto!
Rodé los ojos, pero no pude evitar sonreír. Verle despeinado, sudando y con esa cara de dormido después de entrenar me recordó a cuando éramos más pequeños, cuando yo me colaba en su cuarto para despertarle antes de ir al colegio solo porque me gustaba que desayunáramos juntos.
—Bueno, pues baja ya, mamá te reclama.
—¿Para que os lleve a ti y a tu novi...?
—No te atrevas a terminar esa frase si no quieres que la familia sufra la pérdida de la futura estrella —le interrumpí—. Vas a llevarnos a todos, no nos metas solo a Tadgh y a mi.
—¿Y no os puede llevar Joey?
—Mamá me ha dicho que fueras tú —le recordé, dándole un golpecito en el brazo—. Así que, si quieres quejarte, se lo dices a ella. Yo solo soy la mensajera.
El chico asintió, callándose alguna cosa que quería decir antes de soltar:
—Está bien, enana. Voy.
Y esa simple respuesta, acompañada de una palmadita en el hombro, me bastó para saber que el primer día no iba a ser tan horrible si lo tenía a él cerca.
El camino a Tommen fue una mezcla de silencio y comentarios sarcásticos que entre Johnny y yo. Tadgh iba junto a mi en el asiento trasero, como si no quisiera formar parte de ninguna conversación. No le culpaba, ninguno de nosotros estaba especialmente animado.
Cuando Johnny aparcó frente al instituto, el ambiente en el coche se volvió tenso. Ya estábamos aquí. Ya no había marcha atrás.
—Vale, bajad —dijo Johnny, soltando un suspiro exagerado como si acabara de hacer una misión heroica.
—¿Y tú no entras? —pregunté, quitándome el cinturón.
—Claro que entro. Yo también tengo clase.
—Qué dedicado te has vuelto ahora —murmuré, rodando los ojos.
Antes de que nadie pudiera decir algo más, alguien abrió la puerta del conductor, sacándo a Johnny del interior del coche.
—Buenos días, familia disfuncional favorita —saludó Gibsie, metiendo la cabeza por la ventana como si fuera completamente normal.
—¡Gibsie! —sonreí, lanzándome a abrazarlo nada más bajé del coche.
—Gordinflón —saludó Tadgh, bajándose del coche después de Ollie.
—Ay, pequeña Kav, que rápido has crecido. ¿Estás emocionada? ¿Nerviosa? ¿Quieres que le meta un puñetazo al primer gilipollas que te mire mal?
—Sí, sí y probablemente sí —dije entre risas.
Gibsie me revolvió el pelo como siempre hacía, ganándose una mirada asesina de mi hermano mayor.
—¿Puedes no sobarla cada vez que la ves? —dijo Johnny, cruzándose de brazos.
—¿Qué pasa, hermanito? ¿Celos? —bromeó Gibsie, dándole una palmada en el hombro.
—No me llames hermano, ya tengo una hermana pesada, gracias.
—Daré por hecho que crees que no te escucho —rodé los ojos con gracia y miré a Ollie—. Ols, tu clase es por ahí —señalé un pasillo para que supiera por donde ir, antes de dirigir mi vista a Tadgh—. Vamos, Lynch.
No dijo nada, pero se acercó sin protestar.
Y aunque no lo vi, sé que sonrió un poco.
—¡Ellie, ya me dirás cómo te va con tu novio! —gritó Gibs mientras nos alejábamos.
Le enseñé mi bonito dedo medio adornado con un anillo.
—¡Que te jodan, Gibs!
—Gordinflón, ¿cómo se llamaba tu novia...? Claire, eso. ¡Vigílale, que te la robo! —le gritó mi compañero.
Tadgh y yo caminamos unos pasos más, mientras las voces y risas empezaban a llenar mis oídos. Yo no prestaba atención, solo notaba que el rubio caminaba a mi lado con la vista fija en lo que nos rodeaba.
—Vas a estar bien —le aseguré, con la seguridad que siempre fingía tener—. Ya verás.
—¿Y tú?
—¿Yo qué?
—¿Tú vas a estar bien?
Tragué saliva.
No esperaba esa pregunta, mucho menos de él.
—Sí —mentí—. Siempre lo estoy.
Él asintió, pero en sus ojos vi que no me acababa de creer del todo.
—Vale, Kavanagh —murmuró.
Entramos a la clase cuando el resto de nuestros compañeros lo hicieron.
Tadgh dudó en si entrar, y por un segundo pensé que se sentaría en cualquier lado. Le dejé espacio. Si quería alejarse, podía hacerlo.
Pero entonces me siguió.
Fui directa hacia una mesa en la penúltima fila, lo bastante lejos de los profesores como para que no nos espiaran, pero no demasiado para que no fuera evidente que lo evitabamos.
Tiré la mochila al suelo y me senté sin decir nada, al igual que Tadgh.
—¿No te da miedo que tu reputación se arruine por sentarte conmigo? —bromeó, apoyando los codos en la mesa.
—No tengo una reputación propia, solo soy la hermana del inigualable 13.
—Mentira —replicó en voz baja, para que no lo oyera, pero sin resultado.
nota de la autora :
Al fin apareció mi Gibsie 🥹
Tengo seleccionada todas las escenas de taming que sucederán, me lo he tenido que releer solo para saber cuáles coger...
Escribir la relación entre Gibsie/Johnny y Ellie es un regalo del de arriba.
— atexnicki.
Leyre actual. . .
¿Les gustaría que hiciera los capítulos de 1500 palabras? Este cambio se daría a partir del capítulo 18, pero para al menos tener en cuenta vuestra opinión.
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Los amo, baii
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