── chapter fourty-three 𑁤.ᐟ
chapter fourty-three .ᐟ
La botella.
ELLIE KAVANAGH
Fiesta en casa de Ciara Feely. Demasiada música. Demasiada gente. Y Tadgh apoyado en la encimera como si nada.
Llevaba un top de leopardo atado al cuello, la minifalda vaquera más corta que tenía y las botas beige que había robado del armario de mi madre sin pedir permiso.
Era un look de "me da igual", pero también el tipo de look que grita mírame aunque no digas nada.
Y él lo había hecho.
Desde el segundo en que entré.
—No me mires como si acabara de matar a alguien —le dije, acercándome con una lata de Coca-Cola en la mano.
Tadgh no dijo nada, pero bajó la vista por un segundo. Justo un segundo. A mis piernas. A mi collar. A mis labios.
Y luego levantó las cejas como si yo fuera la que tenía un problema.
—No te miro. Estoy bebiendo —dijo, y dio un trago al aire. No tenía ni bebida en la mano.
—Idiota —murmuré, pero sonreí.
Rian pasó por detrás de nosotros con Niamh colgada del brazo.
Aisling entró a la cocina gritando que había chupitos en el pasillo.
Y Ciara estaba entada sobre la encimera, con sus botas de plataforma negras y una copa de algo rosado, observando como si analizara el universo.
Conocimos a Ciara el año pasado, que fue cuando volvió de intercambio.
Nos la medio introdujo su hermano porque ella era tímida, pero habíamos conectado tan bien que descubrimos su verdadero yo semanas después de conocerla.
—Menudo cuadro —murmuré.
—¿Quién? ¿Nosotros o ellos? —preguntó Tadgh.
—Todos.
Nos quedamos en silencio. Pero ese silencio de nosotros.
El que no molesta nunca.
—Vamos a jugar a la botella —gritó Darragh desde el salón—. ¡Tadgh, Ellie, dejad de tener tensión sexual en la cocina y venid ya!
—¿Te das cuenta de que tus amigos son unos capullos? —pregunté, sin moverme.
Tadgh se encogió de hombros.
—Sí. Pero son los míos.
Y entonces fuimos.
El círculo era una trampa, y todos lo sabíamos.
Darragh ya estaba riéndose antes de que empezara.
Niamh se sentó sobre Rian como si fuera su sofá personal.
Y Aisling ya estaba grabando cosas para su teléfono del 2009 que no grababa bien nada.
Me senté al lado de Tadgh sin pensar, porque él no lo iba a hacer.
Y porque tampoco había otro sitio que me apeteciera.
La botella giró y la noche se convirtió en un collage de idioteces.
Cian tuvo que cantar el himno nacional a gritos mientras Ciara bailaba, siguiéndolo.
Aisling besó a Darragh, pero se rió tanto que terminó cayendo hacia atrás.
Rian no aceptó un reto porque "Niamh lo mataría", lo cual era totalmente cierto.
Hasta que giró.
Y lo supe antes de que se detuviera, como si el universo tuviera ganas de joderme.
La botella apuntaba a mí.
Y al otro extremo, justo al frente... Tadgh.
El grupo chilló.
Hubo aplausos, silbidos, carcajadas...
Pero yo solo lo miré a él, y él solo me miró a mí.
—Beso o reto —dijo Darragh, con voz de árbitro de boxeo.
Tadgh ladeó la cabeza.
Me sostenía la mirada como si fuera lo único real en esa sala.
—Tú eliges —dijo.
Tragué saliva.
Noté el latido en las sienes.
—Beso —respondí.
Pero no me moví enseguida.
Ni él.
Nos quedamos ahí, esperando algo.
Y cuando lo hice —cuando me incliné apenas, cuando nuestras rodillas se tocaron y el aire entre nosotros dejó de existir—... sentí que nada de lo que venía después iba a ser lo mismo.
Me temblaban las manos.
No porque tuviera miedo, sino porque el aire entre nosotros ya no era aire.
Tadgh no me besó, me agarró.
Me agarró como si fuera suya desde hace tiempo y por fin se hubiera atrevido a aceptarlo.
Sus labios contra los míos, su mano apretándome la espalda baja, su respiración chocando con la mía como si le faltara el aire desde antes.
Y yo no hice nada por frenarlo, porque tampoco quería hacerlo.
El grupo se quedó en silencio.
Podía sentir cómo se contenían las risas, los gritos, los "madre mía" y los codazos. Pero no me importaba.
Porque él me besaba como si ya no quedaran más noches.
Y yo le devolvía cada parte.
Fue más que un beso. Fue un puto lío en medio de una sala llena con todas las luces encendidas, con todos mirando.
Y aún así... fue solo nuestro.
Cuando se separó, tenía los ojos clavados en mí.
—Nos piramos —dijo. Bajo. Solo para mí.
—¿Qué?
—He tenido suficiente. De esto. De todos. De aguantar.
Y entonces me cogió de la mano.
Así, sin pensarlo ni avisar.
Se levantó, tirando de mí con él, y caminó hacia el pasillo sin mirar atrás.
Como si el resto del mundo fuera ruido, como si solo existiera yo.
Nadie dijo nada.
Solo Cian soltó un silbidito contenido.
Niamh se le apoyó al hombro a Rian y murmuró algo como "ya era hora".
Pero yo ni escuché.
Porque estaba siguiendo a Tadgh Lynch por un pasillo cualquiera, en una casa ajena, sabiendo que esa noche cambiaría cosas.
Muchas. Demasiadas.
Y aun así no solté su mano.
Porque estaba harta de esperar.
Porque ese "nos piramos" fue lo más sincero que me han dicho en la vida.
Subimos las escaleras sin hablar.
Yo iba detrás, todavía con la mano atrapada en la suya, y el corazón golpeándome en el pecho como si se me fuera a salir.
Cada paso era una decisión.
Cada latido, un riesgo que ya no quería evitar.
La casa seguía vibrando con la música, las voces lejanas, los ecos del juego.
Pero arriba todo era distinto.
Más callado, más lento. Y más nosotros.
Cuando empujó la puerta y entramos, me di cuenta de que ni siquiera sabía de quién era esa habitación, pero no importaba.
Porque él me miró como si todo ese lugar fuera nuestro, como si ya no hiciera falta nada más.
Cerró la puerta con la espalda.
Sus ojos estaban clavados en los míos.
Yo seguía sin respirar del todo.
—¿Segura? —preguntó.
No le contesté, pero sí que me acerqué y lo besé de nuevo.
Él entendió la respuesta enseguida.
Nos movimos por la habitación como si no hubiera paredes, como si nos hubiéramos esperado toda la vida para esto.
Me quitó las gafas de sol de la cabeza con una delicadeza que no esperaba.
Me agarró la cara como si no quisiera romper nada.
Y aun así, temblaba.
Sus manos llegaron a mis caderas.
Las mías se enredaron en la parte de atrás de su camiseta.
Y cuando me miró... juro que nunca nadie me había mirado así.
—Ellie, no quiero que te sientas forzada a hacer nada —murmuró, con la voz áspera—. Si cambias de opinión simplemente podemos parar.
Me mordí el labio.
No por duda, sino por todo lo que eso me removió por dentro.
Lo besé.
Y esta vez, fue más fácil y cierto.
Y entonces me dejó caer sobre la cama.
Y el resto... el resto ya era solo nuestro.
Tadgh convirtió ese beso en uno más salvaje y bajó por mi cuello, marcando con su boca y dientes cada centímetro que recorría.
Por Dios, debería ser ilegal que esto se le diera tan bien.
Se arrodilló frente a mí y comenzó a subir mi falda despacio, con ambas manos. Alzó la cabeza y volvió a atrapar mis ojos con los suyos color verde menta.
Los jadeos entrecortaron mi respiración. Mi pecho se inflaba y desinflaba mientras no podía dejar de seguir cada uno de sus movimientos, nerviosa y expectante a la vez.
Tadgh calientó mi sexo con su aliento por encima de mi ropa interior.
Una corriente eléctrica me recorrió de arriba a abajo. Fue brutal.
Eché la cabeza hacia atrás hasta chocar con la pared, tratando de digerir todo el placer.
Y él era el único responsable. Sus besos, sus dedos la idea de que tenía a Tadgh Lynch a mis pies. Literalmente.
—Tadgh —gemí.
Esto era... demasiado.
Me llevé las palmas de las manos a los ojos. Nunca había sentifo algo así. Nunca me habían hecho algo así. Todo esto era demasiado bueno. Era mejor que todo lo demás.
Siempre pensé que la primera vez que hiciera esto pensaría en Allen, pero gracias a Dios solo tenía a Tadgh en mente.
—¡Joder! —grité.
Empecé a temblar suavemente.
Tadgh no se detuvo. Me mantenía donde quería, con su mano en mi cadera, reteniéndome contra la pared.
Segundo a segundo.
Beso a beso.
—¡Dios!
La canción más increíble de la historia de la música traspasa cada centímetro de mi piel, sonando a todo volumen, haciendome sentir que todas las guitarras del mundo tocaban solo para mí.
Maldita sea. Era alucinante.
Tadgh me dio un dulce beso en el ombligo, sin liberarme de esos espectaculares ojos verdes, y se puso de pie despacio, rebosando toda esa seguridad. Él sigue podiendo enfrentarse a cualquier cosa y yo creo que, si me separara de esta pared, no se me sostendrían las piernas; la vida puede ser de lo más injusto.
nota de la autora :
AL FIN !!
Te juro que no sé si este momento lo estaban esperando más ellos, vosotros o yo.
Un capítulo más largo...
En el siguiente capítulo siguen y desde la perspectiva de Tadgh, no se preocupen vvs.
Por cierto, ndqv pero... ¡volvieron las reinas del k-pop!
— atexnicki.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com