── chapter six 𑁤.ᐟ
chapter six .ᐟ
La lista de Ellie.
TADGH LYNCH
Ellie decía que ella siempre estaba bien, y supe en seguida que no era verdad. Lo noté en la forma en la que evitó mirarme cuando lo decía, y en cómo tragó saliva después de soltar esas palabras, como si le costara creerselas ella misma.
Sabía que ese cuento se lo había contado a todo el mundo que la rodeaba, y que ellos habían sido unos idiotas al creerlo. Realmente, creo que yo sabía que mentía porque yo también decía lo mismo.
Supongo que entre mentirosos nos entendemos.
Observé cómo sacaba sus libros con una seguridad fingida que ya empezaba a reconocer. Me pregunté cuántas veces habría hecho eso antes, fingir que todo iba bien hasta que los demás se lo creyeran. O peor, hasta que ella misma se lo creyera.
Me apoyé contra el respaldo de la silla y fingí interés en el aula. El profesor todavía no había llegado, y el murmullo general se mezclaba con el sonido de mochilas arrastradas y sillas arrastrándose contra el suelo.
Nadie nos prestaba demasiada atención, cosa que agradecía. Odiaba sentirme observado, como si todos esperaran algo de mí. En cambio, con Ellie... todo era diferente. Ella no me miraba como si tuviera que demostrar nada.
Me gustaba eso.
Aunque también me jodía un poco no saber si le agradaba tenerme cerca o si simplemente me soportaba por educación. Ellie era buena con la gente, incluso cuando no quería serlo. Y eso me confundía.
—¿Qué? —preguntó ella de pronto, sin levantar la vista de su cuaderno.
No me di cuenta de que la estaba mirando hasta que soltó esas palabras.
—Nada —respondí, encogiéndome de hombros—. Solo pensaba que finges fatal.
—¿Perdona? —levantó una ceja.
—Cuando dices que estás bien. No cuela.
Ella me miró como si estuviera debatiéndose entre ponerse seria o reírse. Al final, se limitó a volver la vista al cuaderno.
—Tú tampoco finges tan bien como crees, Lynch.
Sonreí, por primera vez desde que habíamos cruzado la puerta del aula.
Quizás el primer día no iba a ser tan mierda, después de todo.
Ella también sonrió. No mucho, pero lo hizo. Y joder, me pillé pensando en que su sonrisa era la más bonita que había visto nunca.
No la entendía, no desde que me miraba como si supiera algo que yo no quería que ella supiera.
Volvió a escribir en su cuaderno, como si no acabara de lanzar esa pulla que me había dejado sin respuesta.
—¿Qué estás escribiendo? —pregunté, por decir algo. Por seguir escuchándola hablar.
—Una lista.
—¿De qué?
—De las cosas que no quiero olvidar.
Me quedé en silencio.
Debatí en qué broma soltar para acabar con esa pequeña tensión. Sabía que era algo serio. Yo también debería estar haciendo una lista, pero sería algo inútil, contaría con 5 puntos. Sin las personas que los formaban, no me mantendría a flote y me ahogaría con mis propias lágrimas.
—¿Estoy en esa lista? —solté antes de pensar.
Me odió un poco por eso. Lo vi en su cara. Pero también vi otra cosa, algo parecido al desconcierto.
—Depende —respondió, sin mirarme—. ¿Quieres estar?
Y ahí estaba otra vez. Ella. Con su forma de alejarme y poner muros que protegían sus emociones.
Antes de que pudiera contestar, el ruido de la puerta al abrirse rompió lo que fuera que había entre nosotros. El profesor entró con paso rápido, y mis compañeros se callaron casi al instante.
Ellie cerró su cuaderno despacio, como si acabara de esconder un secreto.
Y lo que más me jodió fue que quería saberlo.
Quería saberlo todo de ella.
El profesor empezó a hablar, presentarse, soltar esas frases que todo el mundo dice el primer día y que a nadie le importan realmente. Hablaba de normas, de expectativas, de lo mucho que íbamos a madurar ese año, etc...
No lo escuchaba, solo miraba de reojo a Ellie.
Tenía el ceño fruncido, como si intentara concentrarse, pero tamborileaba los dedos contra la mesa. Era una manía que le había observado hacer en las vacaciones de verano. Como si necesitara moverse para que el mundo no se le viniera encima.
Y me pregunté cuántas veces había hecho eso sin que nadie lo notara.
Tomé aire, obligándome a mirar al frente, pero fracasando en el progreso.
—¿Puedo ver tu lista? —susurré, inclinándome un poco hacia ella.
Ella giró la cabeza con lentitud, como si le costara decidir si merecía contestarme o no.
—No.
—Venga, solo una palabra.
—Una palabra no es una lista.
—Pues la primera palabra.
Pensó un segundo. Y luego, muy bajito, casi inaudible, dijo:
—Johnny.
No lo vi venir. No supe qué responder. Solo asentí, y esta vez fui yo quien tragó saliva.
Volvió a mirar al frente, como si no acabara de compartir una parte de sí misma.
Y yo pensé que si Ellie Kavanagh había empezado su lista con su hermano, entonces esa lista debía de estar hecha con relatos de dolor y cosas que nadie más entendía.
Me hundí un poco en el asiento, porque por primera vez desde que llegué a su casa, sentí que quería entenderla.
Y eso... eso me daba miedo.
Un papel arrugado fue lanzado a nuestra mesa, y Ellie se giró con el ceño fruncido, relajándose al ver que la nota provenía de una de las amigas a las que trajo a casa el día anterior.
Tomó el papel antes de que yo pudiera hacerlo, y lo leyó mientras yo contenía una sonrisa al ver las expresiones que hacía mientras avanzaba en la nota.
Se giró con una mirada asesina antes de coger un bolígrafo y volver a tirar la nota tras contestar.
—Con que no eres tan santa como parece, ¿eh? —dije con un tono sarcástico.
—Eso es lo que pasa después de pasar tanto tiempo con Gibsie y contigo —contestó con el mismo tono.
La clase siguió, pero yo solo miraba a la chica de mi lado.
Empezaba a acostumbrarme a su letra. Pequeña y ordenada. Muy distinta a la mía.
—¿Te gustó tenerlas en casa? —pregunté.
Ella tardó un poco más en responder esta vez. Lo suficiente para que yo creyera que no lo haría.
—Sí. Aunque no pararon de preguntarme por ti.
Tuve que contener la sonrisa. Hice una mueca.
—¿Y qué les dijiste?
—Que eras insoportable.
—¿Solo eso? Qué generosa.
Ella me miró de reojo, divertida.
—No quería arruinarles la fantasía demasiado pronto.
Volvió a mirar al frente, pero vi cómo le brillaban los ojos, como si esa pequeña tontería le hubiera alegrado el día.
La hora se fue haciendo más lenta a medida que el profesor empezaba con temas aburridos.
Y entonces, sin mirar, Ellie volvió a hablarme. En voz muy baja, casi como si hablara consigo misma.
—Yo tampoco me creo que esté bien.
Tragué saliva. No esperaba que volviera a eso. Pero tampoco podía dejarla sola ahí.
—Lo sé.
Ella asintió, sin mirarme. Y yo no añadí nada más. No hacía falta.
nota de la autora :
En mi opinión no sé si decir que es un buen capítulo o no...
El 23 de este mes (Abril) voy a la firma de Inma Rubiales, Tamara Molina y de Iryna Zubcova 🥹
— atexnicki.
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