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── chapter thirty-four 𑁤.ᐟ


chapter thirty-four .
Invitaciones al baile.
TADGH LYNCH

Habían pasado algunas semanas desde la fiesta de Halloween, pero el ambiente seguía raro. Más tranquilo, sí. Pero no en calma. Lo que había pasado esa noche había dejado huella en todos. En Ellie. En Johnny. En mí.

Intentaba no agobiarla. No hacerle sentir que tenía que hablar si no quería, que tenía que estar bien si no lo estaba. Me conformaba con verla sonreír, aunque fuera de lado. Con esos días en los que venía a sentarse conmigo en el porche aunque no dijera ni una palabra. Me bastaba.

Y también me estaba volviendo loco.

Porque verla dolida me quemaba por dentro.

Y al mismo tiempo, cuando la veía reírse con Aisling o bromear con Gibsie, me sentía más vivo que nunca.

Era una montaña rusa. Pero no me pensaba bajar.

—¿Has oído lo del baile? —me preguntó Niamh en clase de historia, pasándome una nota doblada mientras el señor O'Loughlin explicaba algo sobre tratados de paz que me entraba por un oído y me salía por el otro.

La abrí. "Baile de fin de curso. Nos van a invitar. ¿Vas a pedirle ir a Ellie o eres tonto?"

Me giré para mirarla con una ceja levantada. Ella solo me devolvió un gesto que claramente decía: espabila de una vez.

No sabía mucho sobre Niamh, pero por las pocas veces que he hablado con ella, podemos decir que era así. Directa, algo seca, pero no le faltaba razón.

Era del grupo de Ellie, sí. Pero era la única que me hablaba sin incomodarme.

Aisling no me dirigía la palabra más allá de algún comentario suelto. No era mala persona. Solo... era como si no supiera qué hacer conmigo. Como si no encajara. Y, sinceramente, no la culpaba.

Nunca me había sentido cómodo en grupos grandes. No sabía bromear sin parecer borde, ni rellenar silencios incómodos sin quedar como un idiota. Y lo sabía.

Por eso Niamh me sorprendía.

Aunque solo me hablaba para contarme la maravillosa persona que era Ellie.

Como si no lo supiera.

En el patio, cuando salimos a la hora del recreo, todos hablaban del dichoso baile. Claire estaba emocionadísima. Gibsie hacía un intento por entender todo lo que su chica intentaba planear. Y mis... ¿amigos? Bueno, ellos solo se reían de cualquier chorrada que Kelleher acababa de decir.

Niamh, en cambio, me buscó con la mirada desde el borde del grupo y me hizo un gesto con la cabeza.

—Ey, tíos, iré un momento al baño —me excusé, aunque sabía que no me creían.

Me acerqué a Ellie, que estaba sentada en su banco habitual, abriendo sin interés el envoltorio de su bocadillo. Estaba con las demás, pero no del todo. Como si su mente estuviera a kilómetros de allí.

Me senté a su lado, dejando la mochila en el suelo. En cuanto nuestros hombros se rozaron, noté que su cuerpo se tensaba un poco. Luego se relajó.

—Están a tope con lo del baile, ¿eh?

—Sí —dijo, apenas audible—. Es un poco agobiante.

—¿Tú vas a ir?

Se encogió de hombros. No me lo esperaba, pero tampoco me sorprendió.

—¿Y si fueras conmigo? —solté, antes de pensarlo demasiado—. No sé, sin presiones. Solo tú y yo. Si quieres.

Ella se giró para mirarme. Sus ojos grandes, oscuros, me buscaron un momento. Me preparé para el no.

Pero no llegó.

Solo dijo:

—¿Contigo?

Asentí, tragando saliva.

—Vale —aceptó.

Me giré del todo hacia ella.

—¿Vale?

Asintió con una pequeña sonrisa. Y esa sonrisa me partió por dentro.

Porque fue real.

Porque era para mí.

Y porque, aunque fuera solo por un segundo, me pareció que sí. Que sí estábamos construyendo algo nuevo.

Algo que valía la pena.

Me pasé el resto del día flotando.

Ni siquiera Niamh pudo reírse de mi cara de idiota enamorado cuando se enteró de que Ellie había dicho que sí. Solo me dio una palmadita en el hombro y dijo algo como por fin haces algo bien, Lynch. Lo tomé como un cumplido.

Había algo en ese "vale" que me daba paz. No porque lo hubiera dicho sin pensárselo —de hecho, lo pensó bastante—, sino porque lo dijo como si lo sintiera. Como si me estuviera diciendo que aún quería estar cerca. Que, a pesar de todo, de la mierda, del dolor... aún había espacio para mí.

Volvimos juntos a casa después del instituto. No hablamos mucho, pero caminamos con los brazos rozándose, y eso me bastó.

Cuando llegamos, nos separamos para subir a nuestras habitaciones. Me encerré en la de Shannon —que seguía "durmiendo" en la de sus padres—, tiré la mochila al suelo y me dejé caer en la cama con una sonrisa que no se me borraba.

Estaba tan pillado que daba vergüenza.

Sean entró sin tocar.

¿Te eztaz yiendo solo, Taig?

—Vete a la mierda —le solté, aún sonriendo.

Joey entró y sacó a Sean, que gracias al de arriba no había entendido mi frase.

—No le hables así, le vas a imponer un vocabulario de caca.

Ser padre te está trastornando, hermanito.

—Hablaba... —rodó los ojos, pero me miró a mí con una sonrisa algo... distinta—. Vas a pedirle ir al baile, ¿no?

Le miré con los ojos entrecerrados.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque tienes la misma cara de bobo que cuando me dijiste que la habías besado. Más incluso. Qué asco das.

—Lárgate, Joe.

—Estoy feliz por ti, hermano —dijo con tono burlón, antes de cerrar la puerta.

La sonrisa no se me fue. Ni siquiera cuando me quedé solo.

Pero no era solo alegría.

Había algo más. Una especie de nerviosismo que se colaba por las rendijas.

Porque ahora que Ellie había dicho que sí, tenía miedo de cagarla otra vez.

No me moví de la cama.

Me quedé en silencio, dejando que la tele del cuarto de Shan llenara el aire con risas enlatadas y diálogos sin sentido.

Cuando el episodio terminó, me incliné para apagar la tele. La habitación quedó a oscuras, iluminado solo por la lámpara junto a la cama. La respiración de Ellie se volvió más lenta, y por un momento pensé que se había dormido.

Uy, es verdad, se me olvidaba el detalle de que Ellie había entrado en medio del capítulo porque "estaba aburrida".

Me quedé mirándola. La luz tenue le dibujaba sombras suaves en la cara, marcándole la perfecta curva de la nariz y las pestañas. Siempre me había parecido guapa, pero desde hacía un tiempo, verla me provocaba un dolor dulce en el pecho. Como si tenerla tan cerca me rompiera un poco... de lo bien que me hacía sentir.

Apoyé la cabeza contra el respaldo, cerré los ojos y me obligué a no pensar demasiado.

Ya no era solo mi amiga. Y yo ya no era solo el chico que dormía en su pasillo.

Después de un rato, sentí cómo su cuerpo se despegaba un poco del respaldo. Me giré. Tenía los ojos abiertos y clavados en el techo.

—Tadgh —susurró—. ¿Crees que alguna vez voy a dejar de sentirme rota?

Me quedé quieto. No quería darle una respuesta vacía. No con algo así.

—No lo sé —respondí con honestidad—. Pero no estás sola.

Ella asintió muy despacio, con los ojos aún puestos en el techo.

—A veces siento que sí. Incluso cuando estáis todos. Incluso cuando tú estás al lado. Hasta cuando Niamh está aquí.

Eso me partió algo dentro.

No le dije que yo estaba ahí.

No le dije que siempre lo estaría.

Solo me acerqué un poco más, rozando su hombro con el mío, y susurré:

—Entonces tendré que quedarme más cerca todavía.

Ella no respondió, pero cuando apoyó la cabeza en mi hombro unos minutos después, supe que esa había sido la única respuesta que necesitaba.


nota de la autora :

Lo he escrito en medio de clase a modo ilegal (dab).

YA MAÑANA SALE EL FIC DE FEELY (y uno con Marc Bernal)!

Denme ideas para que amen a Aisling.

— atexnicki.

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