── chapter twenty-six 𑁤.ᐟ
chapter tweny-six .ᐟ
Sin ella.
TADGH LYNCH
Después del almuerzo, todo el mundo volvió a clase con total normalidad, aunque la mayoría se dirigió al baño.
Yo me senté en mi sitio, con la cabeza apoyada en la mano y los ojos clavados en la ventana. De fondo, la profesora de ciencias explicaba algo sobre las palancas, pero no me enteré de una mierda.
Faltaba algo.
O alguien. Dos, en realidad.
Ellie no volvió después de comer.
Y una de sus amigas tampoco.
En la mesa de al lado, Leah se giró hacia mí con disimulo. Fingía pasarme un apunte, pero su tono no sonó tan casual como pretendía.
—¿Sabes dónde están Ellie y Niamh?
Parpadeé, lento.
—No.
—¿Seguro?
—Si supiera, lo diría —mentí, aunque no sabía del todo por qué.
Leah frunció un poco los labios, como si esperara que dijera otra cosa. Como si le molestara que no lo hiciera.
—Es raro —añadió—. Ellie nunca se salta clases. Y menos con Niamh.
No dije nada.
Ella apoyó el codo en la mesa y se quedó mirando hacia delante, pero no dejaba de juguetear con el capuchón del boli. Podía oler su perfume. Uno dulce. Muy distinto al olor de Ellie. El de Ellie era... ¿cómo explicarlo?
Uno que hacía que no pudiera apartar la vista de ella.
Aunque siendo sincero, cuando no lo lleva tampoco dejo de mirarla.
La profesora seguía hablando, pero cada palabra se me mezclaba con la otra.
Me pregunté si Ellie estaría bien. Si estaría enfadada. O triste. O enfadada conmigo. O las tres cosas a la vez. Niamh tampoco aparecía porque, claro, era con ella con quien estaba. Porque la conocía bien. Porque la cuidaba. Porque sabía qué hacer cuando el mundo se volvía una mierda.
Y yo, en cambio, estaba aquí, cruzado de brazos, sin mover un músculo.
Sin saber nada.
Y sin poder hacer nada.
Me rasqué la nuca con rabia. Me sentía como un idiota.
Leah me lanzó otra mirada de reojo. No dije nada. Ella tampoco.
Pero lo que no se decía, pesaba.
Pesaba mucho.
A mi derecha, Leah suspiró por quinta vez en lo que iba de hora. Fingía que todo le aburría, pero no dejaba de mirarme de reojo. Como si esperara que dijera algo. Que le diera alguna señal. Como si creyera que yo tenía las respuestas.
Pero no tenía nada. Ni una puta idea.
El timbre sonó, algunos se levantaron de golpe, otros se quedaron recogiendo despacio. Yo me quedé sentado un segundo más. Fingiendo que buscaba algo en la mochila. Fingiendo que no me importaba.
—¿Vienes o qué? —dijo Aisling al pasar a mi lado.
Asentí en silencio y salí detrás de ella, con las manos en los bolsillos. El pasillo estaba más vacío de lo habitual. Como si el día entero se hubiera pausado solo por la ausencia de la mini Kavanagh. O... posiblemente solo era yo.
Afuera, Johnny ya estaba en su coche, esperándome. Me metí sin decir nada y cerré la puerta con un golpe suave.
—¿Qué te pasa? —preguntó, arrancando.
Negué con la cabeza.
—Nada.
Johnny me miró un segundo, frunciendo el ceño. No insistió.
Rodamos unos metros en silencio hasta que no aguanté más.
—¿Dónde está Ellie?
Johnny mantuvo la vista en la carretera. Se rascó la barbilla antes de contestar.
—En casa de Niamh.
Tragué saliva.
—¿Está bien?
—Sí. Niamh me ha dicho que solo necesitaba descansar.
Me quedé callado. Johnny soltó un bufido.
—Y tú podrías preguntar directamente, ¿sabes? En vez de ir por ahí con cara de funeral.
No respondí. No porque no quisiera. Es que no sabía cómo.
Él resopló y subió un poco el volumen de la radio. Una canción vieja llenó el coche. Sonaba a otra época. A cuando las cosas parecían más simples.
Yo me quedé mirando por la ventanilla, con la lluvia corriendo por el cristal como si también quisiera irse a otra parte.
Y pensé en Ellie.
En lo que habría escuchado.
En lo que estaría sintiendo.
Y en por qué, joder, me dolía tanto no poder estar con ella.
Poco después, Johnny abrió un paquete de chicles y me ofreció uno. Negué con la cabeza.
Me dolía la mandíbula de tanto apretar los dientes.
—¿Tú sabías algo? —pregunté sin mirarlo.
—¿De qué?
—De por qué Ellie no volvió.
Johnny suspiró. Lo vi cambiar de marcha con más fuerza de la necesaria.
—No es asunto mío, Tadgh.
—Pero sí lo es —solté, más brusco de lo que pretendía—. Porque es tu hermana. Y porque yo...
Me callé a tiempo. Me mordí la lengua. Johnny me miró de reojo, pero no dijo nada.
El resto del camino fue un silencio tenso que solo disimulaba la conversación que tenían Shannon y Johnny.
Los peques siempre se iban con Aoife y Joe.
Cuando llegamos a casa, entré directo a mi cuarto. Cerré la puerta. Me quité los zapatos y el jersey, y me senté en el colchón con la espalda apoyada en la pared. Todo estaba en calma. Casi demasiado.
Ese tipo de calma que solo existe cuando hay algo a punto de romperse.
Me tapé los oídos con las manos un segundo. Y luego bajé la cabeza, apoyándola contra las rodillas.
A veces me costaba respirar.
No por el día. Ni por Ellie. Ni por el colegio. Sino por todo lo que venía de antes. De antes de mudarnos aquí. De antes del incendio. De antes de que un hombre que era mi padre hiciera que mi infancia se fuera a la mierda.
No me gustaba recordarlo, pero mi mente siempre me devolvía a los gritos y a los golpes.
No se me olvidaba. Nada.
Porque los que deberían haberme dado cariño, me arrebataron lo que más quería tener.
Una familia feliz y una bonita infancia, como la de todos mis compañeros, como la de los Kavanagh.
Abrí el cuaderno que me dieron a inicio de curso y aún no había tocado.
Tampoco pensaba escribir nada.
Pero aunque no lo escribiera, mi cabeza repetía su nombre.
Ellie.
Ellie, Ellie, Ellie.
Como si fuera una repetición imposible de cortar.
O la única persona capaz de devolverme algo que creía haber perdido para siempre.
nota de la autora :
Te juro que cada vez le tengo más manía a Leah.
NO SÉ COMO HACER QUE AISLING TENGA MAS PROTAGONISMO, GRRRRRRRRRRRR.
El capítulo es muy corto...
— atexnicki.
ley actual. . .
PERDON POR NO SUBIR AYER, AQUI TIENEN EL PRIMER CAPITULO DE DOS
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