Capítulo 18 - La Confrontación de Shanghái
Mia se despertó a la mañana siguiente con un pequeño dolor de cabeza. ¡Qué noche! Se había divertido tanto hasta que...espera un minuto. Se enderezó rápidamente en su cama y se dio cuenta que todavía estaba completamente vestida en su ropa de la noche anterior.
Se volteó para ver que Victoria ya estaba en el baño alistándose. Lo último que recordaba era entrar en un taxi con Leo. Ella estaba enojada con él por haberle pegado a Charles, ¿pero de ahí que pasó? ¿Se había quedado dormida? Por lo que parecía, ese había sido el caso.
Victoria salió del baño en ese momento.
"Vicky, ¿qué demonios pasó anoche?"
"Estaba por preguntarte lo mismo. Sólo sé que un segundo estábamos bailando en el antro pasando el tiempo de nuestras vidas, y el siguiente fue que Leo le pegó a Charles en la cara y te sacó del antro. Cuando llegué al hotel, ya estabas dormida en tu cama."
"Sí, es lo mismo que recuerdo también. Por lo menos la primera parte. Realmente no entiendo qué le pasa. Bueno, necesito arreglarme. No tengo la energía para lidiar con el drama extra." Mia corrió al baño para tomarse una ducha rápida y cambiarse.
Estaban por bajar al desayuno cuando escucharon que golpeaban la puerta. Mia abrió para encontrar a Leo parado afuera, sus manos en sus bolsillos.
"¿Qué haces aquí?" ella dijo en un tono enojado.
"Te lo dije anoche. Tenemos que hablar," Leo respondió.
Victoria se apareció detrás de Mia. "Voy a bajar al desayuno. Te veo después Mia, ¿de acuerdo?"
Antes que pudiera protestar, Victoria se fue y Leo entró a la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Ella respiró profundo al darse cuenta que ahora estaban solos en su cuarto de hotel – sólo los dos.
"Leo, no quiero hablar," Mia dijo amargamente. Se volteó y caminó de regreso hacia el cuarto, pretendiendo arreglar algo en su maleta.
"Qué pena. Tengo algo que necesito decirte." Leo la siguió y agarró su mano, forzando a que lo mirara.
Su cercanía súbita la hizo sentir nerviosa. Ella soltó su mano con resignación y se fue a sentar en su cama.
"Antes que digas nada, tienes que explicar lo que pasó anoche. Digo, ¿qué diablos estabas pensando?" ella dijo en voz alta. Aprovechar su enojo era la única manera de esconder sus verdaderas emociones.
"Mira, sólo quería intercambiar unas palabras con el tipo y muy cortésmente explicar..." Leo empezó.
"¿Unas palabras? Sí, estoy segura que eso es exactamente lo que intentaste. ¿También le querías ofrecer al chico té y panecillos después?" ella preguntó con todo el sarcasmo del mundo.
"Mia, ¿puedes no hacer chistes? Estoy tratando de ser serio."
"¿Bueno entonces qué es?" El volumen en su voz se había alzado exponencialmente.
"Te estaba tratando de proteger. El bastardo se estaba aprovechando de ti y no iba a quedarme parado y permitirlo."
"¿Aprovechando de mí? Tú hiciste exactamente lo mismo, Leo. Y para tu información me puedo cuidar sola," Mia jadeó.
"No, es diferente," Leo dijo calmadamente.
"¿Cómo es posiblemente diferente?" Mia respondió.
Leo dudó para contestar.
"Dime, Leo. ¿Cómo es diferente que tú o el próximo tipo se me acerque en un antro? Porque realmente me gustaría saber."
Respirando profundamente, Leo se tranquilizó y se sentó junto a ella en la cama. "Por mis...intenciones. Me importas mucho. Nadie se va a sentir de la misma manera que yo siento por ti. Charles tal vez quería tener suerte, pero yo..." él pausó por un momento para mirarla y agarrar su cara.
Su expresión se volvió aterrorizada y se puso pálido. "Te quiero Mia, ¿okay? Quiero todo contigo. Siempre lo he querido," confesó de todo corazón. "Pero es todo o nada. No quiero tenerte de otra manera. Hubo un tiempo que hubiese tomado cualquier parte de ti que estabas dispuesta a dar, pero ya no puedo hacer eso. Es demasiado difícil. Te quiero toda y me mata que no sientas lo mismo que yo."
Las palabras quedaron suspendidas entre ellos. Mayormente, ella estaba en shock. ¿Ella le importaba? ¿Todavía la quería? Pero también sintió remordimiento. Ella le había dado entrada y lo había lastimado...gravemente. Era dolorosamente obvio para ella ahora. ¿Cómo pudo haberle hecho eso? Él nunca había hecho nada para lastimarla. Se sentía como un ser humano horrible.
Antes de responder, Mia bajó su voz. "Leo, te dije antes, necesito tiempo. Hay muchas cosas de mi pasado que no he completado y sólo no puedo manejar un nuevo compromiso. No sería justo para ti."
"¿Entonces por qué no hablas conmigo? Dímelo para que pueda entender."
Mia negó la cabeza. "No puedo Leo, perdón. Es demasiado difícil," ella dijo, repitiendo las mismas palabras que él dijo antes.
"Por favor, Mia. Lo que sea, no me importa. Sólo necesito entender por qué no quieres estar conmigo. Sé que me quieres Mia, pero no te permites. Por favor, me está matando," él suplicó.
Mia miró su expresión dolorosa e inmediatamente se quería acercar para confortarlo. Pero sabía que no le podía decir la verdad. Una vez que supiera, él ya no la iba a querer.
"Lo siento que te di entrada, Leo. Pero eso fue hace meses. He seguido adelante y sólo ya no te quiero." Ni siquiera lo pudo mirar, era una mentira tan evidente.
"¡Eso no es verdad! Sé lo que estás tratando de hacer y no va a funcionar, Mia. No esta vez. No me daré por vencido."
"Leo, por favor sólo déjalo. No puedo hacer esto," ella suplicó.
"Mírame a los ojos y dime que no me quieres," Leo demandó.
Ella dudó.
"Mírame Mia," dijo más suavemente.
Ella alzó la cabeza y lo miró tentativamente, ojos cafés encontrando azul. "No quiero hablar de esto ahora," ella insistió.
"¿Sabes cuántas veces me has dicho eso? ¿Cuándo sería un buen tiempo para ti, Mia? Nunca, ¿verdad?" dijo sarcásticamente.
"¿Por qué no me dejas sola? ¡Yo no pedí nada de esto!" Mia gritó, empezando a ver rojo. "Eres tan frustrante," ella añadió bajo su aliento.
"¿Yo soy frustrante? ¡Tú eres la descarada más irritante, terca, desgarradora, provocadora que he conocido!"
"¿Descarada?" ella dijo boquiabierta. "No soy nada de esas cosas, Leo."
"Sí, lo eres. ¿Cómo todavía puedes estar tan inconsciente del efecto que tienes sobre mí?" Él dejó escapar un suspiro profundo. "Sólo explícame y te dejaré sola. No te molestaré más." Sus palabras eran calmadas, pero mezcladas con temor subyugante.
Mia abrió su boca pero la cerró al instante. "Yo...," ella empezó, luego sacudió la cabeza, mirando hacia abajo al colchón. ¿Cómo sería posible decirle? Hablando sobre ello la obligaría a revivir su pasado y no podía hacerlo. Era demasiado doloroso. Las emociones aflorando en ella eran demasiado para soportar.
Leo esperó pacientemente para que ella respondiera, pero no se atrevía a decirlo. Había tantas cosas corriendo por su mente, tanto que le quería decir. Pero él nunca entendería.
Lágrimas de frustración empezaron a juntarse en sus ojos, y no fue mucho antes de que empezaran a correr bajo sus mejillas.
"Mia...bebé," Leo susurró, rozando sus lágrimas con sus pulgares. "Por favor no llores, no lo puedo soportar."
Sus palabras sólo hicieron que llorara más y pronto ella estaba sollozando contra su pecho. Leo la sostuvo apretadamente y de repente aplastó sus labios contra los suyos, aparentemente sin saber qué más hacer.
Ella no respondió, simplemente se mantuvo congelada en su lugar. No estaba diciendo sí, pero tampoco estaba diciendo no.
Leo continuó besándola. "Por favor, Mia. Habla conmigo. Lo sé. Sé que lo sientes también," él susurró contra su oreja y empezó a apretar besos sobre su cuello.
Mia sólo suspiró, relajando su cuerpo contra él. Le dolía lo tanto que había extrañado su contacto.
"Dios, ha sido tanto tiempo Mia," Leo dijo haciendo eco a sus pensamientos, y sus besos se volvieron inmediatamente urgentes. "Por favor, di algo. Cualquier cosa."
Él la empujó suavemente contra el colchón. "Por favor, bebé. Te adoro. Te necesito. Necesito esto," dijo moviendo su mano lentamente por su vestido.
Ella podía sentir su desesperación creciendo incontrolablemente, y su silencio sólo estaba añadiendo más leña al fuego. Aun, ella no se atrevía a hablar.
"Te necesito tanto. Dime. Dime que me necesitas también. Lo puedo sentir...ya no puedo más."
Ella sintió que todo su cuerpo temblaba contra ella y se dio cuenta que él estaba tratando de echarse para atrás. Él estaba incierto, como si no supiera qué hacer. Era tan diferente a él. Sus dedos habían llegado al hueso de su cadera, y él empezó a jugar vagamente con la tela de sus pantis.
"No, Leo."
Apenas fue un susurro, pero él lo había escuchado claramente. Sentándose de vuelta en sus piernas, él la miró en shock, lo cual se convirtió rápidamente en exasperación.
"¿Por qué sigues haciendo esto, Mia?" dijo dolorosamente.
Ella se estremeció al principio, pero luego lo miró fríamente. "Pensé que querías que fuese especial," le dijo.
"Estaba tratando que reaccionaras. ¡No quieres hablar conmigo! ¡No estabas diciendo nada! Aparentemente, eso es lo que toma."
"¿Así que forzarme te pareció buena idea?" ella gritó.
"¡No! Sabes que yo nunca haría eso. Nunca." Él corrió sus dedos bruscamente por su pelo.
"Lo siento. No quise que eso pasara. No era mi plan cuando vine aquí para hablar contigo. Si no te has dado cuenta, me estoy desesperando."
Mia se alejó de él y miró hacia la vista de Shanghái debajo de ellos. Había empezado a llover, y el viento la hacía salpicar contra las ventanas.
"No importa de cualquier forma. No me vas a querer cuando te diga. Nunca entendí por qué me quisiste en el primer lugar. No soy lo suficiente buena para ti," ella dijo introspectivamente, mirando hacia la ciudad que se había vuelto gris y nublada.
"Siempre te voy a querer, Mia. Ya deberías de saber eso. ¿Qué demonios piensas que acaba de pasar? ¿Lo que pasó anoche? Obviamente no puedo mantener mis manos fuera de ti. ¿No ves lo que me haces? Pierdo todo sentido de control y cordura contigo," Leo dijo sacudiendo la cabeza.
"Tú eres la que eres demasiado buena para mí Mia, no al revés. De alguna manera soy lo suficiente estúpido para pensar que te merezco. Es lo único que me tiene aquí. Sólo quiero arreglar esto...esto que se está quebrando entre nosotros."
Mia volteó a mirarlo. Una chispa de esperanza pasó por su mente, pero fue remplazado igual de rápido con duda. "Quizás no queda nada para arreglar," dijo tristemente, pensando en ella misma más que nada. Ella era la que estaba quebrada, no él.
"Quizás no está realmente quebrado." Mirando profundamente en sus ojos, Leo continuó. "Ya te dije que no importa, sea lo que sea. No me importa nada de eso. Sólo tú."
Él agarró su cara y la volteó hacia él. "Podemos tener algo increíble juntos, Mia. ¿No lo puedes ver?"
Los hombros de Leo se alzaron y se cayeron. "Todos saben sobre nosotros. Saben que somos una pareja, aunque estemos juntos o no. Todos lo ven, yo lo puedo ver, y ese idiota de Charles definitivamente lo puede ver también. Sólo no puedo entender por qué tú no lo puedes ver. ¿Qué toma para que finalmente admitas que quieres esto también?"
Leo no esperó a que ella contestara y salió afuera de la habitación. Mia se quedó sentada ahí inmóvil, considerando la pregunta aprehensiva. ¿Qué tomaría?
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