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005. ERRORES Y DISCULPAS

CAPÍTULO CINCO

Cuando Haru subió fotografías a sus redes sociales sobre el festival, aunque en ninguna salía el rostro de Tsukishima, sí se podía percibir que iba acompañado. Y claro que eso desató rumores, porque el lunes siguiente fue que escuchó como todas las chicas de su aula hablaban sobre que Haru Kimura tenía pareja.

Era el tema del momento ¿y lo peor? Tsukishima no sabía cómo decirles que en realidad era él quien acompañó a su «adorado Haru», que no era una chica y mucho menos eran pareja.

Se sentía extraño, como si por un momento pensara que todo eso fue una cita. Pero no, por supuesto que no. Para una cita ambas personas deben gustarse y es obvio que Tsukishima no gustaba de Haru, es más, lo repudiaba. Aunque, tal vez ahora un poco menos, pero eso no quitaba el hecho de que no eran amigos.

Así que cuando llega al entrenamiento horas más tarde y Yachi junto a Hinata lo interceptan. A pesar de sus pensamientos, el entrenamiento iba normal,  O al menos lo estaba hasta que Yachi, con su mirada perspicaz y teniendo a Hinata a un lado, lo suelta sin previo aviso:

—Oye, Tsukishima, ¿es cierto que fuiste al festival con Haru?

El sonido del balón golpeando el suelo resuena más fuerte de lo que debería, ya que justo estaba rebotándolo.

—¿Qué? —pregunta, intentando sonar despreocupado.

—Eso dicen por ahí —interviene Hinata con una sonrisa divertida—. Un par de chicos los vieron en la zona VIP, aparte que él subió fotografías. ¿Desde cuándo se llevan tan bien, eh? ¿Por qué no nos contaste?

Tsukishima siente un nudo formarse en su estómago. No debería importarle, pero la idea de que todos lo estén comentando lo pone nervioso. Su primer instinto es negarlo. Protegerse. Mantener intacta la imagen que siempre ha tenido de sí mismo: alguien que no se lleva con Haru, alguien que lo encuentra insoportable.

Así que se encoge de hombros, finge indiferencia y suelta la mentira antes de poder pensarlo bien.

—No sé de qué hablan. Ni siquiera me cae bien.

Las palabras salen rápido, casi automáticas. Yachi frunce el ceño.

—Pero fuiste con él, ¿no?

Se cruza de brazos y aparta la mirada.

—Tenía un boleto de sobra. Supongo que me lo dio porque le daba igual. No es como si fuéramos amigos ni nada.

Sus amigos intercambian miradas, pero no insisten. Es evidente que todos notan que miente u oculta algo. Mientras tanto, el calentamiento sigue su curso y por parte de varios el tema de conversación se va a otro tema, y Tsukishima siente que puede volver a respirar.

Pero cuando levanta la vista hacia la entrada del gimnasio, su estómago se hunde. Por supuesto que no esperaba que Haru estuviera justo entrando al gimnasio y al oírlo, se quedará quieto y con un rostro inexpresivo.

No necesita preguntar para saber que lo escuchó. La expresión en su rostro no es de enojo exactamente, pero tampoco es la de siempre. Su sonrisa confiada no está. En su lugar, hay algo más sutil. Algo que hace que a Tsukishima se le revuelva el pecho. Pero cuando siquiera lo pensó ya era demasiado tarde, porque él había salido del gimnasio. Y por supuesto que en su burbuja, Tsukishima no pensaba ir detrás suyo, aún cuando todo el entrenamiento lo tuvo presente.

¿Estaba haciendo mal?

El resto del entrenamiento pasa en una neblina incómoda para Tsukishima. Trata de convencerse de que no hizo nada malo. Que lo que dijo en la cafetería no fue importante. Pero cada vez que recuerda la expresión de Haru, esa mirada impasible que no llevaba ni burla ni enojo, sino algo mucho peor, decepción, siente un nudo en el pecho que no lo deja tranquilo.

Cuando terminan, camina por la calle justo por fuera de la preparatoria junto a Yamaguchi, quien ha estado callado desde que comenzó el entrenamiento. Demasiado callado. Eso es una mala señal.

Finalmente, cuando doblan por la calle y se alejan de la preparatoria, Yamaguchi suelta un suspiro y se cruza de brazos.

—Eres un completo idiota, Tsukishima —le dijo Yamaguchi en la salida, cuando ambos se disponían a ir a sus casas. El mencionado frunció el ceño al oírlo y lo miró con curiosidad, pero su garganta se cierra un poco porque sabe exactamente a qué se refiere.

—¿Qué dices?

Yamaguchi lo mira como si quisiera darle un golpe en la cabeza. Sin dudarlo, le dice:

—¿Acaso no te diste cuenta? Kimura se sintió mal por tus palabras. Sé perfectamente que fuiste tú quien fue con él al festival ¿y todavía te atreviste a negar que son amigos? Todavía peor, no fuiste a explicarle que estabas cometiendo un error. ¿Acaso estás ciego? «Ni siquiera me cae bien» —repite, imitando su tono con sarcasmo—. ¿En serio, Tsukishima?

Tsukishima se quedó callado al oír sus palabras y desvió la mirada, apretando la mandíbula.

Porque aunque fueron pocas, tuvieron un gran impacto en él. Sabía que había estado mal al negar a Haru, pero no pensó que su mejor amigo sería capaz de decirle en su cara el error, ya que normalmente Yamaguchi no lo hacía. Entonces, para que lo hubiera dicho era evidente que sí lo había arruinado. Solo que su comentario fue por inercia, acostumbrado a hablar mal de él ese primer año de la preparatoria y ahora no sabía qué pensar o cómo enmendar su error. Tsukishima no era de esas personas.

—No sé qué decir —murmuró con honestidad, caminando cada vez a pasos más lentos—. No quería que empezaran a decir cosas raras.

Yamaguchi suelta un suspiro al oírlo y le da una breve palmada en la espalda.

—¿Cosas raras como la verdad? —suelta una risa incrédula—. Fuiste con Haru a un festival y se notaba que la pasaste bien. No entiendo por qué es tan grave que la gente sepa que te llevas con él. Además, sabes que como tú mejor amigo me preocupas. Y aunque no quieras admitirlo, pude ver cómo te comportas al lado de Kimura. No lo odias, Tsukki.

—¿Cuándo dije que lo odiaba?

—No lo sé, tal vez ¿siempre?

Rápidamente esbozó una sonrisa burlona, pero un poco triste. Comprendía perfectamente el punto, sólo que era muy difícil para él. Pero a pesar de eso no responde. No puede. Porque tampoco sabe explicarlo bien. Solo sabe que admitirlo en voz alta, confirmar que lo disfrutó, que Haru le agrada, lo hace sentir expuesto de una forma que lo aterra.

Su amigo lo observó por un momento antes de hablar otra vez, esta vez más serio.

—Él te escuchó. Lo viste. Y no hiciste nada.

Siente el golpe de esas palabras en el pecho. Aprieta los puños y baja la mirada.

—No pensé que le importara.

En respuesta, resopla.

—Por supuesto que le importó. Pero si quieres seguir fingiendo que no, allá tú. Solo que después no te sorprendas si un día deja de intentarlo.

Tsukishima se queda helado. Algo en esa frase le da miedo. Como llegaron a la calle en la que se separan, Yamaguchi le da una última mirada y se aleja, dejándolo solo con sus pensamientos.

Por primera vez en todo el día, Tsukishima se obliga a enfrentar la verdad: lo que le molestó no fue que sus amigos lo relacionaran con Haru. Lo que realmente le molestó fue haber visto esa sombra de decepción en su rostro.

Y ahora, no puede dejar de preguntarse si ya es demasiado tarde para arreglarlo.

Al día siguiente se siente extraño. Tsukishima pasa la mayor parte del tiempo distraído, demasiado consciente de la ausencia de Haru en el aula, ya que, aunque se sienta al lado suyo, en ningún momento lo ha mirado. No sabe si lo está evitando o si solo es coincidencia, pero de cualquier forma, la incomodidad se instala en su pecho como un peso constante.

Por eso, cuando las últimas clases terminan, toma una decisión. Se apresura hacia la salida y se apoya contra una de las columnas cerca del estacionamiento, esperando. Sabe que Haru siempre sale por ahí, ya que era imposible esperarlo al final de clases en el aula debido a la popularidad de él.

Los minutos pasan y, por primera vez, Tsukishima se siente genuinamente nervioso. No está acostumbrado a disculparse. No de verdad. Pero cuando finalmente ve a Haru salir del edificio, con su mochila al hombro y los audífonos colgando del cuello, el impulso de hablar es más fuerte que su orgullo.

—Hola.

Haru se detiene a unos pasos de él. Su expresión es impasible, no desafiante ni molesta, pero definitivamente más fría que de costumbre.

—¿Me esperaste? —pregunta con un tono neutral.

Tsukishima asiente y se pasa una mano por el cabello, sin saber bien cómo empezar.

—Mira… lo de ayer… —Haru no dice nada, solo lo observa. Tsukishima siente su corazón latir más rápido, pero respira hondo y sigue—. No debí decir eso. Lo que dije fue una mierda.

En respuesta, Haru levanta una ceja, como si no esperara que él lo admitiera tan directamente.

—¿Y entonces por qué lo dijiste?

Aprieta los labios, sintiéndose acorralado.

—Porque soy un imbécil.

Al oírlo, Haru deja escapar un resoplido.

—No voy a discutir eso. Me ignoraste dos años, así que lo sé de primera mano.

Se ríe con nerviosismo y baja la mirada por un segundo, pero luego la vuelve a subir, más serio.

—Pero sí me caes bien. Lamento en algún punto haberte odiado.

Haru parpadea, sorprendido. Tsukishima siente que sus mejillas arden, pero no se retracta. Y aunque odia ese sentimiento de sentirse expuesto frente a él, sabe que es lo mejor.

—Me caes bien, ¿sí? Más de lo que quiero admitir a veces. Y… siento haber dicho lo contrario.

Por un momento, el silencio se instala entre ellos. Y luego, Haru suspira, la rigidez en sus hombros relajándose apenas.

—Eso estuvo cerca de ser una disculpa decente.

Tsukishima le da una mirada cansada.

—No lo arruines.

Al instante Haru sonríe, más genuino esta vez, como si quisiera decir algo más. Pero antes de que pueda hacerlo, una voz firme interrumpe el momento.

—Haru.

Ambos se giran y ven a dos adultos acercándose, habiendo salido de un automóvil muy lujoso, justo en el que regresaron la vez de la sesión. Un hombre alto, de traje impecable, y una mujer con gafas oscuras y una postura tensa.

Los padres de Haru.

El cambio en él es inmediato. Su expresión se cierra, sus hombros se enderezan y su sonrisa desaparece por completo. Además, recordaba vagamente que el mismo día de la sesión, Haru le dijo que estarían de viaje así que probablemente no los esperaba.

—¿Qué haces aquí parado? —pregunta el hombre, su tono es cortés pero con un filo afilado en las palabras—. Llevamos rato esperándote en el coche.

Haru se encoge ligeramente de hombros.

—Solo estaba hablando con un amigo.

La mujer, su madre, mira a Tsukishima con una sonrisa educada, pero su mirada es fría. —¿Un amigo? Qué sorpresa. No sabíamos que tenías… de esos.

El comentario hace que Tsukishima frunza el ceño, pero Haru ni siquiera reacciona. Pareciera que dominaban una parte suya y eso le molestó.

—Nos vamos —dice su padre con un aire de impaciencia.

Rápidamente Haru asiente y se gira apenas hacía Tsukishima, con una expresión que intenta ser neutral, pero que a él le parece demasiado ensayada.

—Nos vemos luego.

Es una despedida breve, vacía. Y cuando Haru se aleja con sus padres, caminando con la espalda recta y sin voltear atrás, Tsukishima siente algo inquietante en el pecho.

Por primera vez, se da cuenta de algo que nunca había considerado antes.

Él siempre parece tenerlo todo bajo control, siempre sonríe, siempre actúa como si nada lo afectara. Es modelo, seguramente gana mucho dinero y a lo que escuchó una vez, sus padres le consiguen campañas. Por alguna tonta razón, Tsukishima creyó que eran unos padres normales y lo apoyaban, pero lo que acababa de ver… la rigidez en su cuerpo, la forma en que sus padres lo trataban como si fuera solo una extensión de ellos…

Esa no era la actitud de alguien confiado. Era la actitud de alguien acostumbrado a fingir.

Y Tsukishima no puede evitar preguntarse cuánto de Haru es real… y cuánto es solo una fachada construida para no decepcionar a quienes esperan que sea perfecto.

Kei Tsukishima 🏐
Hola.
22:03 ✓✓

Haru Kimura
Hola, Kei, buenas noches :)
22:10 ✓✓

Kei Tsukishima 🏐
¿Llegaste bien?
22:11 ✓✓

Haru Kimura
Sí… Gracias por preguntar.
22:15 ✓✓

Kei Tsukishima 🏐
De nada. Descansa.
22:16 ✓✓

Haru Kimura
Igual, Kei ;)
22:18 ✓✓

maratón 2/4!! ojalá les guste, el fic el total tendrá 12 capitulos para que sigan al pendiente, les quiero y por favor no olviden votar y comentar<3

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