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𝟬𝟬𝟭. A GIRL WALKS INTO A STATION

♡̸̸ 🌻 ETHEREAL ',⌇ぬ 🐺◞ ¡ ִֶָ˚ 𖥔 ࣪˖
⋆ ❰ una chica entra a una estación ❱ .
- ̗̀ A DEREK HALE FANFIC ·˚ ༘ ₍🥂₎⊹

BEACON HILLS, CALIFORNIA.
actualidad.

     EL SONIDO DE SUS TACONES GOLPETEANDO LOS AZULEJOS RETUMBABA SOBRE TODA LA ESTACIÓN. Narcissa llevaba sus ojos de un lado a otro, en busca de la persona que la había contactado aquella misma mañana, para hacerle llegar directamente la noticia sobre la trágica muerte de su único tío. La rubia había empacado su vida completa, había decidido dejar San Francisco en el pasado, para enfocarse de lleno en sus nuevas responsabilidades en el pueblo que la había visto nacer.

Se abrió camino entre la decena de escritorios que llenaban el lugar, hasta que su azulado par de orbes se toparon con la figura que tanto buscaba. Dirigió sus tacones hacia el ahora alguacil del condado de Beacon, quien hablaba con uno de sus oficiales plácidamente, hasta que notó la presencia de la Lahey.

—Narcissa —el hombre de cabello blanquecino la miró con asombro—, es un placer volver a verte después de tanto tiempo, pero no me esperaba que llegaras tan rápido.

—Manejo rápido, especialmente cuando me necesitan con urgencia —la ojiazul se excusó—. ¿Sabe si Isaac está en la escuela?, me gustaría hablar con él.

El alguacil mantuvo la boca semi abierta por unos instantes, mientras pensaba en la manera correcta de explicarle a la rubia lo que había ocurrido con su joven primo.

—Isaac está en una celda, tenemos suficientes razones como para mantenerlo encerrado, al menos hasta que podamos confirmar su inocencia.

—¿Inocencia? —repitió con incredulidad—, Isaac es solo un niño, ¿de qué lo intentar culpar?

—No debería estarte diciendo esto, pero Jackson Whittmore nos confesó haber visto al señor Lahey discutiendo con Isaac la misma noche que fue asesinado.

—¿Retiene a mi primo solamente porque tuvo una discusión con su padre?

—Jackson también nos dijo que ha presenciado como lo golpeaba, en repetidas ocasiones. ¿Sabías algo acerca de eso?

—Créame, si me hubiera enterado, Isaac habría dejado de vivir con ese hombre desde hace mucho tiempo —espetó—. ¿Puedo verlo?

Noah lo pensó durante unos breves segundos, pero el par de azulados ojos de la Lahey lo terminaron por convencer. La encaminó rápidamente hacia la celda en la que su primo intentaba descansar después todo lo ocurrido, y terminó por dejarla en aquel lugar, para que hablara a solas con él.

—Este lugar luce terrible —Narcissa se quejó, mientras se acercaba hacia el menor—, en serio necesitan remodelarlo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Isaac se levantó rápidamente de la pequeña cama que había en la celda, para poder ver mejor a la rubia—. Necesitas sacarme, ahora.

—Primero necesitaré un abogado, pero resulta que el mejor de este pueblo es el padre de Jackson, quien es también el culpable de que ahora estés aquí.

—Yo no lo hice, Narcie —el adolescente de bellos ojos azulados masculló.

—Te creo —afirmó—, pero para ser honesta, si me hubieras dicho lo que ese maldito te hacía, lo habría matado yo misma.

Narcissa sintió como su corazón se estrujaba lentamente, al observar la profunda tristeza que el rostro del adolescente emanaba.

—Estarás bien, Isaac —tomó la mano de su primo entre las rejillas, y la sostuvo con fuerza—, me aseguraré de eso.

Tras su corta visita en la estación de policía, la Lahey tomó su camino hacia el antiguo hogar que le perteneció a sus padres años atrás, y que ahora era de ella. Narcissa no había pisado aquel lugar desde el día en que decidió dejar Beacon Hills, cuatro años atrás. No solamente había escapado de aquel misterioso pueblo, sino también de su pasado, de lo ocurrido con sus progenitores, y de su interminable deseo de venganza.

Recorrió los polvosos espacios del hogar, mientras por su mente pasaban algunos cuantos recuerdos que había suprimido durante años. Abrió las cortinas, dejando que la poca luz que emanaba el plenilunio inundara el lugar, concediéndole una mejor vista.

—Esta casa necesita una remodelación —aseguró mientras una mueca se formaba en su rostro—, tal vez pueda hacer algunos cambios.

—¿Entonces te quedarás? —Alan le preguntó, sosteniendo una de las cajas en las que la rubia había guardado sus cosas de San Francisco—. Él te necesita, Narcie.

—No estoy tan segura, tal vez esté mejor sin mí —musitó. El hombre de radiante tez morena la miró, con incredulidad—. Escucha, tú sabes que él no es la verdadera razón por la que estoy aquí, y cuando lo descubra seguramente me va a odiar y querrá que me vaya de Beacon Hills.

—O tal vez entienda tus razones y te pedirá que te quedes con él —supuso Deaton.

Narcissa negó con la cabeza. Recargó su cuerpo sobre la gigantesca ventana, y sus ojos viajaron desde el hogar de la familia McCall, hacia la hermosa luna llena, que ya había alcanzado su máximo punto.

—Hoy, cuando lo visité... —masculló—, creo haber olido algo en él, y estado pensando en eso desde entonces.

—¿Qué es lo que oliste? —indagó el hombre de tez morena.

—Miedo —respondió por lo bajo—, pero no era porque lo estuvieran culpando por la muerte de su papá, era... —la rubia guardó silencio, mientras analizaba sus palabras—, diferente. Pero, tal vez estoy exagerando, y solo tiene miedo de tener que pasar la noche ahí, como un criminal.

—Nunca subestimes el poder de tu instinto —Deaton la sermoneó—, si crees que algo no anda bien con él, sálvalo, tú eres la única familia que le queda.

—Y la familia lo es todo, ¿cierto? —el sonido de su celular sonando sobre la mesa llamó la atención de ambos—. ¿Podrías contestarlo, por favor? —el veterinario asintió. Narcissa tomó a la perrita en sus brazos, y caminó hacia la cocina—. Veamos que hay para ti, Pansy.

Mientras Alan respondía la llamada en la sala, Narcie se encargaba de alimentar a la pequeña Beagle que había viajado junto a ella desde San Francisco. El frigorífico era una de las pocas cosas que se encontraban intactas en el hogar, y la Lahey no había dudado ni un solo instante en llenarlo de comida chatarra.

—¡Narcie! —Deaton la llamó con desesperación. La rubia corrió de vuelta a la sala, y observó a su antiguo guardián sosteniendo el teléfono en sus manos—. Isaac escapó de su celda.

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