𝟬𝟬𝟰. KNOCKED OUT
♡̸̸ 🌻 ETHEREAL ',⌇ぬ 🐺◞ ¡ ִֶָ˚ 𖥔 ࣪˖
. * . ˚ . ⊹ ⋆ ❰ noqueado ❱ . ˚ * . * . ˚ ⋆
- ̗̀ A DEREK HALE FANFIC ·˚ ༘ ₍🥂₎⊹
BEACON HILLS, CALIFORNIA.
actualidad.
LA PEQUEÑA BEAGLE REVOLOTEABA POR LA SALA DE SU HOGAR. Narcissa intentaba terminar de cocinar, pero la energía de Pansy era demasiada, y no se cansaba de jugar con la pelota que su madre le había dado para que se divirtiera. Mientras en el sartén se cocinaba el tocino, la ninfa tomaba el juguete y lo aventaba hacia la sala, a donde la perrita corría sin pensarlo dos veces, una y otra vez.
Pero aquella diversión fue interrumpida por el sonido del celular que le pertenecía a la Lahey, quien lo tomó con rapidez, no sin antes ver el nombre de la persona que la llamaba a tan temprana hora.
—Buenos días, alguacil Stilinski —saludó con alegría al hombre del otro lado—, ¿tiene alguna noticia?
—Buenos días, Narcissa. Y sí, tengo noticias... —afirmó, mientras recordaba lo sucedido en su oficina—, Jackson Whittemore vino esta mañana a la estación, se retractó de lo que dijo, así que retiramos los cargos en contra de tu primo, con suerte eso lo hará salir de su escondite.
—Estoy muy segura de que lo hará —mordió su labio inferior con suavidad, pensando en las distintas razones por las que aquello podría habef sucedido—. Muchas gracias, señor Stilinski. Espero que pronto encuentre al verdadero asesino.
—Lo haré —le aseguró el alguacil—. Cuídate, Narcie.
—Sí, usted también —habló antes de colgar la llamada. Dejó el celular sobre la mesa, y se acuclilló frente a la perrita—. ¿Hay algo detrás de esto, cierto, Pansy? —sintió la barbilla de la beagle apoyándose en su mano—. Tomaré eso como un si.
Pese a la terrible primera impresión que la ninfa se había llevado días atrás tras su visita a la peculiar guarida de la manada de Derek, Narcissa se encontraba una vez más en aquel lugar, bajando con rapidez las incontables escaleras mientras leía por última vez el mensaje que se asomaba por la pantalla de su celular.
En el momento en que sus negros botines tocaron el último escalón, su vista se alzó en dirección al insufrible alfa, quien cubría su desnudo torso con una básica camiseta.
—Hola, popeye —la Lahey lo saludó, mientras tomaba la chaqueta que estaba sobre un barril—. ¿Qué es lo que tienes con el cuero?
Narcissa le extendió la prenda, y el Hale no tardó mucho en colocarla encima de su cuerpo, dando por terminada su vestimenta del día.
—¿Lo de la otra noche no fue suficiente para ti? —indagó Derek. Desvió su mirada hacia el torso de la ninfa, en busca de alguna señal de la herida que le había proporcionado con anterioridad—. ¿Cómo está tu pecho?
—¿Cómo está tu espalda? —preguntó la mujer en tono de burla—. Mira, no vine a pelear, Hale, aunque sabemos que sin duda alguna te ganaría, como la última vez.
—Yo lo vi más como un empate —el alfa se defendió.
—¿Tú retorciéndote en el suelo porque tenías espinas por todas partes es un empate para ti? —soltó una sonora carcajada, mientras aquella imagen venía a su mente—. Yo gané, entre más rápido lo aceptes, menos te dolerá.
—¿Qué estás haciendo aquí, Narcissa? —alzó una de sus cejas, sin apartar su vista de los azulados ojos de la Lahey.
—Esta mañana recibí una llamada de Stilinski, al parecer Jackson se retractó y Isaac quedó libre de toda acusación. Es asombroso, pero tan raro.
—Creo que sabes lo que pasó —cruzó sus brazos y suspiró—. Si eso era lo único que querías decir, puedes irte. Mi manada me está esperando.
—Eso no es todo —la Lahey se abrió camino hacia el viejo autobús que acaparaba una gran cantidad de espacio en el lugar—. Quiero hablar contigo, sobre los viejos tiempos.
—¿Los viejos tiempos? —repitió, viendo como la rubia recargaba su cuerpo sobre el vehículo—. ¿Te refieres a cuando me ignorabas y llamabas idiota cada que tenías la oportunidad de hacerlo?
—Tu versión de la historia me hace sonar como una niña insolente.
—¿Y cuál es tu versión?
La Lahey tragó saliva, repasando cada una de las distintas respuestas que Derek le podía dar ante su próxima confesión, sin duda, ninguna de ellas le sería suficiente, o al menos eso pensaba.
—Nací sabiendo todo sobre la existencia del mundo sobrenatural, como tú. Mamá nunca me ocultó lo que soy, ni tampoco lo que eran tú y el resto de tu familia. Crecí siendo consciente de que eras un hombre lobo.
—¿Y por eso me odiabas?
—¿Quieres dejarme terminar? —sonrió con sarcasmo—. Mi mamá era buena amiga de la tuya, pero aún así siempre me pedía que me alejara de ti, sabía que estar alrededor de los de tu especie era atraer problemas. Y yo, como una buena hija, obedecí e hice todo lo posible para alejarte de mi. A pesar de todo lo que hacía para que me odiaras, tú seguías intentando acercarte a mi, y yo...
Guardó silencio por unos instantes, mientras se preguntaba así misma si terminar aquella historia era lo correcto, o si debía cerrar la boca una vez más.
—¿Tú? —Derek caminó hacia ella, dejando sus rostros a pocos centímetros de distancia, lo que les permitió sentir la respiración del otro chocando suavemente contra su piel.
—Yo... —subió una de sus manos hacia la mejilla del alfa, y la acarició, sin dejar de ver sus ojos multicolor—, estuve enamorada de ti por un largo tiempo, Hale, y nunca pude tomar el suficiente valor para decírtelo.
—No eres la única —masculló el licántropo. Sus orbes trataron de deleitarse con cada detalle del rostro de la ninfa, pero sus pesados párpados le dificultaban el trabajo—. Yo estaba...yo...
El alfa colocó sus manos a los costados de la rubia, sobre el autobús, mientras se tambaleaba por razones que le eran ajenas en aquel momento. Sus piernas flaquearon, y por fin su cuerpo entero cayó inconsciente sobre los brazos de Narcissa, quien veía lo que había provocado como si se tratase de una gran obra maestra.
Sostuvo el pesado cuerpo de Derek sobre su pecho, mientras tomaba su celular para responder el mensaje de Scott McCall con un simple y sencillo "Hecho".
La hermosa luz de la incompleta luna traspasaba el espejo del parabrisas, golpeando con suavidad el rostro de Derek, quien continuaba inconsciente sobre el asiento de copiloto.
Narcissa mantenía su mirada sobre la carretera, dándole de vez en cuando un vistazo al licántropo, en espera de que este despertara por fin, lo cual no tardó mucho en suceder. Los quejidos provenientes del hombre que se reincorporaba sobre su asiento inundaron los oídos de la ninfa, siendo seguidos por su gruesa voz.
—¿Dónde estamos?
—A las afueras de Beacon Hills —contestó. Observó de reojo el confundido rostro del alfa, y negó con la cabeza—. Se llama Valeriana Officinalis. Es una planta que ayuda a combatir el insomnio, usualmente toma media hora en hacer efecto, pero por la cantidad que puse en tu sistema solo hicieron falta unos pocos segundos. Eres un alfa, así que el efecto no duró mucho en ti, pero espero que haya sido el suficiente.
—Así que fue mentira... —susurró—, todo lo de tu mamá pidiéndote alejarte de mi, tú enamorándote, todo es mentira.
—Cada cosa que dije es verdad, y me ayudó a tomarte desprevenido. Solo necesité tocar tu mejilla para meter en tu sistema el somnífero —desvió su vista del camino, solo para ver al hombre por unos instantes—. Lo siento, Hale, pero Scott pidió mi ayuda, y no dejaré que mates a una adolescente.
—Llévame de vuelta —le ordenó, a lo que la rubia no dudó en oponerse—. Narcissa, si no volvemos a Beacon Hills, tal vez no tengas tiempo para despedirte de tu primo, quien seguramente morirá en manos de la víbora asesina de Lydia.
—La escalofriante Lydia Martin —se burló—. ¿Te dan miedo las melenas pelirrojas, Hale?
—Peter la mordió...
—Tal vez es inmune —lo interrumpió—. Yo lo soy
—¿Entonces es una ninfa? —inquirió, ganándose la sorpresa de la ojiazul—. Nunca había visto una en mi vida, pero tus lianas te delataron.
—Pensé que había sido mi belleza —alzó una de sus cejas. El alfa dejó de mirarla, para poner atención en el camino—. ¿Planeas saltar del auto, o en qué piensas?
—¿Cuánto cuesta este auto?
Narcissa paró el vehículo en seco a un costado de la carretera, para poder ver a Derek con una fulminante mirada.
—Mucho dinero, Hale —le aseguró—. Mi auto no tiene por qué pagar las consecuencias. Solo dame una buena razón para que tengas que estar ahí, y te llevaré.
—Son mi manada, y me necesitan.
—Los amigos de Scott son su manada, estarías matando a uno de ellos.
—Ella ha matado personas, y lo seguirá haciendo. Tenemos que detenerla.
—¿Matándola? —suspiró y regresó sus manos al volante—. Si tocas uno solo de sus cabellos rojos la próxima cosa que ponga en tu sistema no será inofensiva valeriana, será acónito.
El dúo bajó del auto que ahora estaba estacionado fuera de la casa de Narcissa. Ambos caminaron apresuradamente hacia el hogar de los McCall, en donde Boyd permanecía de pie, en espera del resto de su manada.
—¿Dónde estabas? —el beta preguntó.
—Secuestrado en su auto —Derek señaló a la rubia, quien solo se encogió de hombros.
La puerta del hogar se abrió, y desde el interior salieron volando los cuerpos de Isaac y Érica, quienes estaban completamente inmovilizados, a causa del veneno del kanima.
Pronto el pequeño grupo de Scott McCall salió de la casa. La ninfa observó al joven líder, y articuló un "Lo siento", el cual fue respondido por una media sonrisa de parte del licántropo.
—Creo que ahora entiendo por qué me sigues rechazando, Scott —afirmó el pelinegro—. Ya no eres un omega, eres el alfa de tu propia manada. Pero sabes que no puedes vencerme.
—Puedo mantenerte aquí hasta que llegue la policía.
La sonrisa que antes adornaba el rostro del Hale se desvaneció por completo al escuchar a lo lejos las sirenas de los vehículos policiales acercándose cada vez más hacia ellos.
La atención de cada uno de ellos se desvió por completo hacia un extraño sonido proveniente del techo de aquel hogar. Scott y sus amigos caminaron fuera del porche, para poder observar junto a los otros tres lo que ocurría.
Los seis pares de ojos se posaron sobre la horripilante figura rodeada de verdosas escamas, y una larga cola. El kanima detuvo su camino, para dirigir su mirada hacia el pequeño grupo que lo miraba desde abajo, mostrándoles sus ojos que le daban un toque aún más escalofriante a su aspecto de reptil.
Segundos después, aquella criatura se había desvanecido.
—Sácalos de aquí —Derek le ordenó a Boyd, refiriéndose a los cuerpos de Isaac y Érica, que continuaban inmóviles sobre el suelo.
Un par de tacones caminando apresuradamente llamó una vez más la atención de los presentes, quienes divisaron rápidamente a Lydia dirigiéndose hacia ellos con confusión.
—¡¿Alguien me puede decir qué diablos sucede?!
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