𝟬𝟬𝟳. LEARN IT, LIVE IT, LOVE IT
♡̸̸ 🌻 ETHEREAL ',⌇ぬ 🐺◞ ¡ ִֶָ˚ 𖥔 ࣪˖
. ⊹ ⋆ ❰ apréndela, vívela, ámala ❱ . ˚ *
- ̗̀ A DEREK HALE FANFIC ·˚ ༘ ₍🥂₎⊹
BEACON HILLS, CALIFORNIA.
actualidad.
UN GIGANTESCO Y DECRÉPITO EDIFICIO SE ASOMABA CON LENTITUD POR LOS OCEÁNICOS OJOS DE NARCISSA. Su par de manos soltaron el volante del auto, anunciando, por fin, su llegada al mismo lugar en donde un concierto se llevaría acabo. Según fuentes, de su total confianza, aquella noche, ese descuidado lote sería también la sede de un brutal asesinato, en manos del kanima, quien seguía las órdenes de una persona que hasta el momento les resultaba desconocida.
La ninfa abandonó su autó a pocos metros de la entrada, y se dispuso a caminar hacia su dulce primo. El golpeteó de sus botas contra el pavimento llamó la atención de los dos jovenes que se encontraban reunidos a la distancia, preparándose para cumplir su respectiva tarea.
Una vez que sus pasos se detuvieron, puesto a que había llegado a su destino, la suave voz de la única beta de la manada, quien la saludaba con entusiasmo, recorrió su sistema auditivo. Narcissa le devolvió el gesto sin dudarlo, para luego dirigir su mirada hacia el joven de azulados ojos.
—Mírate, luces como un estudiante común y corriente—comentó, mostrando sus impecables dientes, en un intento por ocultar el gran nerviosismo que la situación le causaba—. Buena suerte ahí adentro.
Isaac sonrió con levedad, y tomó su camino junto a la joven de rubios cabellos, para ingresar al edificio y llevar finalmente a cabo su arriesgada misión.
Narcissa dió un largo y profundo respiro, antes de girar su cuerpo hacia la dirección contraria, con el propósito de ir en busca del adolescente al que ayudaría en aquella ocasión, mismo que se sorprendió al notar su presencia.
—¿Qué haces aquí? —averiguó el castaño, al mismo tiempo que observaba a la mayor acercándose hacia él, con las manos dentro de su chaqueta.
—¿No te lo dijeron? Soy tu respaldo.
—¿Así que me vas a ayudar? —sus ojos se iluminaron de repente, ante la idea de recibir asistencia de parte de la Lahey.
—No te emociones antes de tiempo, lo máximo que te daré es apoyo moral —explicó. El Stilinski la miró con insistencia, y Narcissa solo negó con diversión—. Esta es tu misión, Stiles, apréndela, vívela, ámala.
—Entonces... —el adolescente que acompañaba a Narcissa habló, sin dejar de esparcir las cenizas de fresno de montaña por los alrededores del lugar—, eres como la mujer araña, solo que con lianas y ramas. ¿No te duele?
—No, a menos que alguien las dañe —continuó explicándole, justo como lo había estado haciendo durante los últimos minutos, mientras escuchaban a lo lejos como se llevaba a cabo una riña entre cazadores y lobos—. Si quieres saberlo, son una parte de mí, como una segunda piel, o algo así.
—¿Eso te hace la madre naturaleza?
—Ese título es demasiado grande para mí, pero aprecio que me hayas llamado así.
—Todo es tan extraño. Scott solía tener una rara obsesión contigo cuando tenía 10 años, incluso nos escabullíamos por los arbustos para ver... —cerró su boca de repente, dándose cuenta de lo que decía—. Lo siento, el punto es que resulta que todo este tiempo has sido una ninfa, sin las orejas puntiagudas, pero lo eres.
—De hecho, si las tengo puntiagudas. En mi forma natural, la cual nunca vas a ver porque es como una versión mejorada de Eva, con solo hojas cubriendo mi... —señaló su entrepierna—, ya sabes.
—¿Hojas? —Stiles repitió, sim poder creer aún lo que Narcissa le contaba—. ¿Nunca te ha dado una infección? Están sucias, y probablemente con gusanos.
—Mis hojas están en perfecto estado, además, no puedo hacerlo, y tampoco enfermarme.
—¿Nunca has tenido un resfriado? —preguntó con sorpresa, a lo que la Lahey negó—. ¿Ni siquiera una tos leve? —abrió sus ojos con gran impresión, solo para ver como la rubi negaba una vez más—. ¿En serio estás viva?
Narcissa soltó una pequeña risa, sin dejar de caminar junto al adolescente, quien pronto detuvo su charla, y también sus pasos, al darse cuenta del hecho de que la pequeña bolsa que llevaba entre sus manos tenía ya muy poco contenido, situación que le resultaba altamente perjudicial.
—No... —masculló el menor, mientras sostenía su cabeza entre sus manos . Observó a la mujer a su lado, y la notable falta de preocupación en el rostro de esta, le causó, inevitablemente, aún más nerviosismo—. ¿Por qué estás calmada? Aún me faltan como 15 metros, esto no va a ser suficiente
—Recuerda que tienes que creer, Stiles —la rubia colocó una de sus manos sobre el hombro del Stilinski, en un vago intento por alentarlo a no desistir de su actual misión—. Si te sirve de algo, te recomiendo usar tu imaginación.
—Imaginación —repitió para sí mismo.
Entre sus manos tomó el último puñado de cenizas que restaba en la ya desgastada bolsa, y tras inhalar con profundidad, continuó trazando el camino alrededor del edificio, mientras en su mente visualizaba como aquella pequeña cantidad resultaba suficiente para terminar con su labor.
—Lo hice —susurró, una vez que abrió sus ojos y miró como su trabajo había funcionado a la perfección—. ¡Lo hice!
—Por supuesto que lo hiciste —la ninfa no pudo evitar sonreír, al ver como este festejaba su logro—. Estoy muy orgullosa de ti, en serio, pero tenemos que ir por Jackson antes de que algún cazador lo haga.
Ambos posaron sus ojos sobre la línea que formaba el círculo de cenizas, y sin previo aviso, Narcissa la traspasó de afuera hacia adentro, como si no hubiera nada ahí.
—¿Cómo...?
—Tú lo dijiste, soy la madre naturaleza —repitió sus palabras, con una gigantesca sonrisa—, y hasta donde yo sé, esto es parte de ella también.
El dúo apresuraba su paso a medida que la vieja bodega —en donde Isaac y Erica retenían a Jackson—, les resultaba más cerca.
El sobrenatural poder auditivo de Narcissa le permitía escuchar como Derek y Boyd intentaban hacerle frente a los cazadores comandados por los Argent, pero por más que ella quisiera ir y ayudarles, su orgullo no se lo permitía, y lo único que tomaba sentido para ella era continuar ayudando a Stiles, aún cuando ya no tenía que hacerlo.
Despejó una última vez su mente de todo pensamiento que tuviera algo que ver con la familia Hale, y aclaró su garganta antes de abrir la puerta de la bodega, siendo recibida por los dos betas alarmados, quiénes no tenían idea alguna de qué hacer con el kanima.
—¡No! Somos nosotros —aclaró el Stilinski, tranquilizando a sus dos compañeros—. No tengan miedo.
Narcissa se abrió paso hacia el interior junto a Stiles, cerrando la puerta detrás de ella. Los dos se detuvieron frente a la silla que estaba en medio del cuarto, misma en donde reposaba el cuerpo inconsciente de Jackson, a quien Isaac y Erica habían inyectado con ketamina para evitar que lastimara a alguien más.
—¿Está bien? —averiguó la ninfa.
—Bueno... —habló el joven Lahey, mientras dirigía sus pies hacia el cuerpo del kanima—, vamos a descubrirlo.
En cuestión de segundos, las comunes uñas de Isaac pasaron a convertirse en grandes y filosas garras. El ojiazul acortó más la distancia que lo separaba de Jackson, y dirigió sus garras hacia su rostro con rapidez, pero el Whittemore, aún inconsciente, tomó su mano antes de que esta lo tocara, y la torció sin pesar alguno.
Una vez que el Lahey logró soltarse del agarre del kanima, tomó asiento al lado de su prima, intentando disipar su dolor durante su corto trayecto.
—Nadie hará algo así otra vez, ¿de acuerdo?
—Creí que la ketamina lo dejaría inconsciente —se quejó el beta, sin dejar de tomar su muñeca lastimada.
—Al parecer es todo lo que vamos a conseguir. Esperemos que quién lo esté controlando decida aparecer esta noche.
La ninfa asintió en apoyo a las palabras de Stiles. Desvió su mirada hacia su único familiar, y, sin dar explicaciones sobre su propósito, sostuvo brevemente entre sus manos la muñeca del beta.
—¿Qué fue eso? —preguntó Erica, frunciendo su ceño ante la duda que la consumía.
—Solo le di un poco de analgésico natural, ayudará con el dolor, hasta que se cures por si mismo.
—Estoy aquí —una áspera voz las interrumpió. Los cuatros posaron rápidamente sus ojos sobre Jackson, temerosos de que este se levantara en cualquier momento—. Estoy aquí con ustedes.
El Stilinski miró una última vez a las tres personas que lo acompañaban, para después caminar cautelosamente hacia su compañero de clase, y acuclillarse con lentitud frente a él.
—Jackson, ¿eres tú?
—Nosotros —lo corrigió aquella misma voz escalofriante—. Estamos los dos aquí.
—¿Eres tú el que mata a la gente?
—Somos los que matamos asesino.
—Entonces todos los que mataste...
—Lo merecían —el kanima lo interrumpió.
—Tenemos un libro que dice que sólo vas tras los asesinos —le explicó Stiles, en un intento por conseguir más información de su parte.
—Cualquier regla se puede romper si se aplica la presión justa.
—Entonces, ¿todas las personas que estás matando son asesinas?
—Todas, y cada una.
—¿A quién mataron?
—A mí.
—Espera, ¿qué? ¿Qué quieres decir?
—Ellos me mataron —repitió este. Los Lahey se miraron mutuamente, al notar como los ojos de Jackson cambiaban su forma, hasta ser iguales a las del kanima—. Ellos me mataron.
Stiles retrocedió, sin dudarlo, cuando se percató de las garras que habían reemplazado las uñas de Jackson. Mientras el joven parecía seguir estando inconsciente, su amo tomaba aún más control de sus acciones, cosa que resultaba evidente puesto a que su cuerpo poco a poco transicionaba a su aspecto de reptil.
—Está bien. Más ketamina, necesita ketamina. Vamos.
—Ya no nos queda —le avisó el Lahey, sosteniendo el frasco vacío entre sus manos.
—¿Usaste todo el frasco? —reprochó el castaño, mientras tomaba el recipiente de cristal para corroborar lo que Isaac le decía.
—Odio ser la adulta aquí —Narcissa se estremeció, al ver como Jackson se levantaba de su asiento, sin dejar de observar al pequeño grupo frente a él—. Creo que deberíamos empezar a...
Y antes de que la ninfa pudiera siquiera terminar su oración, los tres adolescentes que la acompañaban habían salido despavoridos de aquel cuarto. La Lahey imitó la acción enseguida, y cuando se encontró finalmente fuera de ahí, se apresuro a cubrir la puerta con las ramas más grandes que alcanzaban a dejar su cuerpo, para evitar que la espantosa criatura dejara el lugar.
—¿Eso va a ser...?—Stiles se apresuró a tratar de preguntar, pero sus palabras fueron interrumpidas por el estruendo de la pared de la bodega haciéndose pedazos, dándole al kanima una salida libre, para poder concluir con su misión homicida.
—Supongo que no fue suficiente.
Los energéticos pasos de Narcissa y los dos betas a su lado se detuvieron repentinamente a pocos metros de la entrada del edificio, sin embargo, no todos lo habían hecho por la misma razón.
Mientras el motivo de los adolescentes era el gran círculo de ceniza que rodeaba el lugar —el cual les impedía salir de ahí—, el de la ninfa había sido, vergonzosamente, el par de ojos de color aún indescifrable con los que había chocado su mirada.
A pesar de haberle visto tan solo una hora antes, Narcissa no podía evitar detenerse para mirarlo con detenimiento, era como si fuera el nuevo trabajo de aquel fastidioso alfa: distraerla de lo que era realmente importante.
—Dios mío, ¡funciona! —escuchó al Stilinski celebrar su logro, puesto a que ni Erica ni Isaac eran capaces de escapar del fresno de montaña—. Yo hice eso.
—Deberíamos regresar adentro —sugirió la mayor, a lo que ambos betas asintieron.
El trío se dirigió una vez más hacia el interior del edificio, en donde la música seguía sonando por lo alto, mientras una manada de sudorosos cuerpos chocaban entre sí, moviéndose al ritmo de las canciones.
—Entonces, mañana hay luna llena —comentó la ninfa, poniendo un tema de conversación sobre la mesa—. ¿Están listos, o no?
—Bueno, Derek no nos ha enseñado aún a controlarnos —Erica le contó—, pero estoy segura que todo saldrá bien, y creo que Isaac también lo está.
Los Lahey chocaron sus miradas, sin decir una sola palabra.
—¿Saben qué? Iré a alguna otra parte —les avisó la joven beta, antes de desaparecer de la vista de ambos, dejándolos solos por fin.
—Así que... —la mujer entrelazó sus dedos, preparándose a sí misma para hablar de lo que se aproximaba—, ¿no quieres que esté contigo mañana?
—No tienes que hacerlo, Narcie —aseguró, sosteniendo en su rostro una gran y cálida sonrisa, que buscaba calmar los nervios de la mayor—. Derek se encargará.
—Sé honesto. ¿Si en lo más profundo de tu ser sintieras que necesitas de mi ayuda, me la pedirías?
—Probablemente no.
—Eres la única familia que tengo, Isaac. Te amo, así que por favor... —colocó sus manos en sus hombros, rogando que le prestara toda su atención—, ten mucho cuidado, y por el amor de dios, no sigas poniendo tu vida en riesgo solo porque un imbécil con chaqueta de cuero, y severos problemas familiares, te lo pide.
—También te amo, Narcie.
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Este capítulo es la más pura demostración de porqué no se debe escribir cuando no se tiene inspiración. Una disculpa si les dieron ganas de sacarse los ojos durante la lectura, les entiendo:(
Tenía casi un mes que no actualizaba, y esta vez ya no diré que lo haré más seguido porque siempre que lo hago me tardo más, así que solo les daré las gracias porque ahora ya tenemos 4.9 leídas y 670 votos, les amooo💛
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