Capítulo 70
Samantha estaba en ese momento con Elizabeth Evans, el sentimiento que estaba apoderando su cuerpo podía ser nombrado como una mezcla entre asco y enojo que estaba sintiendo en contra de la que era llamada por la sociedad debido a su parentesco, su madre.
Elizabeth Evans estaba sorprendida ante el comportamiento que tuvo su hija con ella momentos atrás, había sido agresiva con ella, cosa que nunca hubiera pensado que su "perfecta" hija llegaría a hacer en su presencia, Elizabeth sabía que habían perdido la batalla, ahora las fuerzas de su hija Samantha eran superiores tanto en fuerza como en números, pero no había tiempo de arrepentimientos, tenía varias cosas que resolver, cuentas pendientes por cerrar.
-Vi que había una pequeña loba.- Una sonrisa burlona se colocó en la cara de Elizabeth al recordar a la pequeña Anne en la jaula de plata.- Era muy parecida a esa mujer que maté hace trescientos años.
-¿Tu fuiste la que secuestró a Anne?.- Samantha frunció el ceño mientras entendió la pista que le acababa de decir su madre y después le gritó.- ¡¿Tu fuiste quién la mató?!
-Yo no lancé la flecha de plata.- Elizabeth Evans se excusó mientras alzaba sus hombros tratando de mostrar obviedad.- Un convertido lo hizo
-Pero bajo tus ordenes.- Samantha le dijo mientras miraba a Elizabeth quien fingía estar pensativa.- Tú eres la responsable de su muerte.
-No, tienes que olvidar la de tu prometida.-Dijo Elizabeth mientras soltaba una sonrisa jocosa que abrió la herida que Samantha había cerrado con la llegada de Anne.- Disfrute tanto clavar esa espada a esa chica, que hasta el día de hoy todavía no recuerdo su nombre.
Samantha atacó a Elizabeth con una de las espadas que había tomado del ejército enemigo, pero Elizabeth logró evitarlo con la misma velocidad con la que la había tratado de atacar, pero Samantha traía otra espada y trató de cortar a Elizabeth con la otra, pero ella brincó antes de que pudiera siquiera pegarle.
La sonrisa burlesca que Elizabeth le brindaba a Samantha, desconcentraba mucho a la joven de su método de pelea que había tenido por toda la batalla, pero tenía que admitirlo, no había parado de pelear desde que inició la batalla, pero tenía que hacerlo por Rose y por Anne, quienes habían muerto por culpa de Elizabeth Evans.
Elizabeth Evans decidió que era su turno, ya había calentado un poco, había matado a unos cuantos lobos nobles que eran poderosos, pero eran unos simples perros blancos que tenían ojos dorados, pero este enfrentamiento era la continuación de lo que debió haber pasado trescientos años atrás, cuando asesinaron a Rose White.
Elizabeth solo daba golpes veloces y certeros a Samantha quien arduamente podía esquivar los golpes que su madre le proporcionaba con una espada que parecía totalmente más diferente a las demás que había visto por toda la batalla, tenía pequeños detalles con gemas de diferentes colores brillantes, Samantha se distrajo observando la espada que Elizabeth logró cortar un poco del brazo de Samantha.
La herida que acababa de hacer Elizabeth Evans era profunda, Samantha saltó un momento para evitar pelear, no quería aceptarlo, pero el agotamiento y cansancio no estaban ayudando nada contra un enemigo que estaba con su resistencia completa, así que decidió hablar un poco, pero con algo directo, que sacaría un poco de la personalidad venenosa de Elizabeth Evans.
-¿Por qué mataste a Rose White?.- Samantha dijo mientras presionaba la herida que su madre le había provocado en el hombro, para hacerla cerrar más rápido.- Tú eres una persona que solo hace algo si le hacen algo antes.
-Me conoces bien.- El hecho de estar respondiendo, ayudaba a Samantha para que se curara de el corte que la espada de plata que su madre estaba blandiendo.- Ella fue quien evitó que o me juntara con mi alma gemela.
-¿Tu alma gemela era Alexander Bennet?.- Preguntó confundida Samantha mientras recordaba la escena de su antiguo esposo Alfred Williams con ese tipo besándose en la azotea de un viejo baile que se llevó tiempo atrás.- Él jamás fue tu alma gemela.
-Nunca digas eso.- Samantha se conmovió y entristeció por el pensamiento erróneo que su madre tuvo todo ese tiempo.- Él me amaba, él me lo prometió.
-Has estado equivocada todo este tiempo.- Samantha trataba de ser un poco más sincera ante lo que su madre le estaba diciendo y trataba de compadecerle.- Alexander Bennet nunca fue tuyo.
-Esa estúpida mujer de Rose White impidió que me casase con él.- Samantha comenzó a reírse por los nervios, los pensamientos de su madre era la cosa más chistosa que había sentido en el día, provocando la confusión y enojo de Elizabeth.- ¿Qué es lo que te da tanta risa?
-Alexander estaba con Alfred, quien fue mi esposo.- Samantha tenía ganas de pegarse una gran palmada en la frente por lo tonta que era su madre.- Ellos dos nos "engañaron" a mi y a Rose.
-¿A qué te refieres?.- Elizabeth Evans se sentía realmente desconcertada por lo que le acababa de decir Samantha.- ¿Ellos dos estaban juntos?
-Y yo estaba con Rose,eramos las dos familias perfectas, con esposos con buen estatus económico, aunque viajaban mucho, pero siempre se me veía con Rose, por que ellos dos viajaban juntos por "trabajo".- Samantha marcó las comillas con sus manos mientras Elizabeth cayó al suelo sintiendo que la fuerza en sus piernas le fallaban.-Era la mejor farsa hacia la sociedad que alguna vez pude presentar, todo el mundo nos creyó, y estábamos a nada de escapar los cuatro juntos a un lugar en donde nunca nos encontrarían.
-Pero asesiné a Rose White para evitar obstáculos.- Elizabeth Evans estaba hecha un ovillo mientras se adentraba en sus propios pensamientos.- Debí de haber matado también a Alfred Williams.
-Esos dos se suicidaron tres días después de la muerte de Rose.- Samantha se acercó en cuclillas a su madre quien parecía realmente consternada.- Me dijeron que nunca encontrarían a ninguna aliada que quisiera ayudarlos a seguir con su amorío prohibido, me dejaron una carta en donde firmaban los dos, las razones de lo que habían hecho y lo mal que estaba la sociedad.
-Su amorío prohibido.- Susurró Elizabeth mientras trataba de asimilar todo lo que había hecho por un odio que no había tenido sentido alguno.-Nunca le interesé.
Mientras tanto Leona Lewis estaba sufriendo, el sol comenzaba a mostrarse y con eso, ella escuchaba el lamento de su ejército de sombras sombrías que luchaban desesperadamente en aferrarse a un cuerpo que no era suyo, sintiendo los ardientes rayos del sol quemar sus oscuros seres.
Sabía que no aguantaría mucho, tenía encima suyo a Stefan Evans y a los dos gemelos Evans que estaban peleando contra ella, Samantha Evans posiblemente estaría con Elizabeth Evans, y el resto estaba con su ejército de almas sombrías, pero hasta el momento no podía ver a Jaime Royal, y eso la estaba preocupando.
El amanecer estaba comenzando, unos chillidos y gritos retumbaron en los vampiros que estaban cerca de las almas sombrías que se estaban quemando, los vampiros quienes tenían un oído peculiar, los taparon ante tales ondas sonoras demasiado altas, destructivas para los oídos de un humano corriente y normal.
Leona Lewis vio como su ejército de sombras desapareció, tal como lo hizo la noche, y se preocupó, los hermanos varones Evans estaban en posición fetal con los oídos tapados, por el horrible sonido que las sombras soltaron y Leona decidió en atacar aprovechando el momento de debilidad que estaban pasando los Evans.
Leona levantó a Dan quien comenzó a gritar de espanto, ya que recordó lo que Leona le hizo en Vancouver, de dejarlo encerrado en un lugar si oxígeno, no quería volver a pasar lo mismo dos veces por la misma bruja. Sus hermanos quienes al escuchar el grito de su hermano mayor dejaron de taparse los oídos para ir a ayudar.
Dan trató de safarse con todas sus fuerzas, pero le fue imposible, la magia de Leona lo sobrepasaba en habilidad mágica, Dan deseó que Jaime se apurase, él junto a Stefan eran los únicos que sabían de su plan, pero tenía que apresurarse.
Jaime salió flotando ya que escuchó las plegarias pensantes de Dan, salió con 30 flechas que tenían un encantamiento refinado de absorción de alma, no sabía si alguna de ellas alcanzaría a Leona, pero tenía que ser precavido si una de esas flechas caía en alguno de los chicos, serían su fin.
Leona sintió la presencia de Jaime y que tenía algunos objetos flotando a su alrededor, Leona activó un hechizo de campo en donde sacó volando a los gemelos y a Stefan, quería concentrarse exclusivamente en Jaime Royal, tan pronto lo hizo, observó las flechas que tenían un aura desconocido para ella, ¿Qué tipo de hechizo emanarían?, se preguntó Leona.
-¡Ahora!.- Gritó Jaime mientras con la mano derecha lanzaba las flechas y con la izquierda creaba escudo mágicos para proteger a sus amigos.- ¡Cúbranse!
Samantha Evans observó el espectáculo mientras le quitaba la mirada a su madre, quien había tomado una posición de hacerse un ovillo y mecerse hacia enfrente y hacia atrás con la fuerza de su cuerpo mientras susurraba cosas, observó como el cuerpo de Leona Lewis yacía en el cálido suelo en el que estaban, su cuerpo estaba lleno de flechas que tenían un aura gris con un toque de morado.
Elizabeth Evans quien había estado centrada en su propio mundo por unos minutos, empezó a sentir como su alma se empezaba a desprender de su cuerpo, eso no podía ser posible, ni ella ni su acompañante, Bruno Evans habían sido heridos, pero lo comprendió, el lugar en donde bruno Evans estaba era el lugar especial de Leona Lewis, eso quería decir, que la bruja que estaba a su lado estaba muriendo, y con eso Elizabeth moriría.
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