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𝟬𝟬𝟳. night full of feelings

Yamagawa Kenjiro se encontraba muy consternado por las situaciones recientes, que no había podido dormir bien en los últimos días y la distancia entre los chicos de la ToMan había sido un poco notoria. Bueno, al menos para algunos miembros que sí habían estado enviándole mensajes para preguntarle por qué, pero se limito a responder que no se sentía bien.

Había algo que lo inquietaba. Tal vez era el hecho de que casi lastimaban a Takashi por su culpa, o que él mismo pudo haber resultado herido; o sino, el que lo hubiera encontrado le parecía de temer, porque aquel chico era capaz de cualquier cosa.

No quería recordarlo, pero le era imposible. Se había obsesionado con Kenjiro desde que lo conoció, y desde ese momento lo seguía a todos lados sin falta. Tuvieron que ponerle una orden de restricción sus padres (sorprendentemente), porque incluso se había aparecido en eventos de la familia y no les convenía tener una mala imagen. Pero sentía que era su culpa el haberle abierto las puertas de su vida en algún momento... aprendió a las malas a no confiar en todos, a ser cuidadoso con sus acciones y sobre todo, no enamorarse tan fácil. Claro que, para Kenjiro, el que un chico se fijará en él había sido lo mejor, así que no se percató de las alertas que había alrededor de su persona; el por qué siempre andaba solo, vivía alejado de sus familiares, sin amigos o personas cercanas, viviendo en un barrio peligroso...

Aquel cabello pelirrojo era nuevo puesto que lo tenía negro naturalmente, pero sus ojos seguían siendo los mismos verdes brillantes que había admirado por mucho tiempo. Se sentía tan indeciso de qué hacer ahora, porque estar en la pandilla enemiga no le daba confianza y temía por sus acciones debido a que no era mentalmente estable.

Estando recostado en su cama miraba al techo con la mirada perdida, ignorando los ruidos que provenían de la casa. Ese día tenían un evento importante con inversionistas, una cena de gala y de hecho, Kenjiro en ese momento portaba un traje caro que le habían obligado a usar; no quería bajar para fingir que todos le caían bien, sonreír falsamente y reír de los chistes malos de los señores. Aún no le habían obligado a bajar, pero ya no debían tardar en hacerlo, ya que sus padres seguían recios con buscarle a una chica para casarse y no dejarían pasar esa oportunidad tan fácilmente.

Recibió una llamada de pronto y sujetó su celular, viendo que se trataba de Takashi, por lo que se reincorporó rápido y le respondió.

—¡Takashi, hola!

Hola, Ken, ¿cómo estás? No habías respondido a mis mensajes y me preocupé —le comentó, provocando que su corazón se volviera loco y fuera a mil por hora. Sintió que se ruborizó y titubeó antes de responderle.

—O-oh... Estoy bien. Es solo que hay una tonta fiesta en mi casa y no estaba muy pendiente de eso, lo siento —no mentía en realidad, solo que omitió una pequeña parte de la verdad.

Ya veo, siento eso, debe ser muy aburrida —Takashi se rio, lo cual hizo que nuevamente Kenjiro se pusiera nervioso. ¡Su risa era incluso más linda en llamada! ¿Cómo podía ser posible?

—Bastante, en realidad —se rio con nerviosismo—. Pero lo importante es que estoy bien, lo prometo.

Mana y Luna me preguntaban por ti, quieren saber cuándo vienes —aunque Kenjiro no podía verlo, Takashi se había puesto ligeramente nervioso por lo que había dicho. Pero no tenía idea de por qué lo había hecho, y trató de ignorar eso por mientras.

—Mañana mismo si gustan, no tengo nada que hacer. Puedo ir a visitarlos.

Le causaba gracia el que estuviera actuando con normalidad y en realidad se moría de los nervios. Kenjiro comenzó a respirar con calma para evitar esos pensamientos tan erróneos sobre ellos, porque Takashi era solo su amigo y no debía confundirlo, ¿verdad?

—¡¡Kenjiro, sal de ahí ahora mismo!!

La voz de su madre resonó por la habitación, mientras golpeaba con fuerza su puerta. El pelinegro soltó un suspiro, a sabiendas que Takashi había oído eso, y le pidió disculpas por el escándalo.

—Supongo que ya debo irme...

Suerte con eso, Ken, cualquier cosa me puedes decir, ¿sí?

Su corazón volvió a latir con fuerza y aceptó sus palabras, colgando la llamada y yendo hacia la puerta para enfrentar a su madre. En efecto, ella estaba detrás, con su peinado tan extravagante y su vestido que brillaba más que el sol. Kenjiro formuló una mueca ya imaginándose la escena que se aproximaba...

—Baja conmigo —pronunció Akira con firmeza y mirándolo a los ojos. Kenjiro esquivó su mirada y asintió, yendo detrás de ella mientras bajaban las escaleras que dividía las habitaciones y la planta baja, en donde se festejaba la fiesta.

Al estar abajo pudo ver la exhuberante decoración que habían hecho sus padres y su hermano en la gran sala, con candelabros, mesas, mucha comida y personas que atendían a los invitados. Le parecía muy exagerado, pero sabía que eso era un poco menos de lo que había visto hacer a sus papás en la casa por una fiesta. Podía ver personas que no conocía por ahí y también otras que sí, aunque no le tomo importancia y siguió a su madre.

Se dirigieron al fondo del gran salón y pudo ver como había una familia, había una chica rubia muy nerviosa y sus papás eran demasiado intimidantes. Al llegar hacia ellos al instante Kenjiro volvió la mirada hacia el otro lado del salón, como si aquello fuera más importante que las personas frente a él; rápido su madre lo tomó del brazo con fuerza y sin tacto, jalándolo hacía la familia.

—Familia Ootori, es un placer que pudieran acompañarnos esta noche —evidentemente el tono de voz de Akira había cambiado y ahora les hablaba con amabilidad, provocando que Kenjiro rodara los ojos—. Él es mi hijo menor, Kenjiro, tiene la misma edad que Hana, ¿no los habíamos presentado antes?

—Me parece que no, sino lo recordaría perfectamente —respondió con sutileza la señora Ootori sonriente, analizándolo, lo que lo hizo sentir incómodo al instante—. Kenjiro es demasiado guapo, ¿no crees, Hana?

Hana lo volteo a ver, pero apartó la mirada casi al segundo, lo cual provocó curiosidad en Kenjiro. Normalmente las chicas que su madre intentaba presentarles se enganchaban con él, diciendo que era muy guapo; no era hasta que, estando solos, Kenjiro les decía que no gustaba de ellos porque era feas y comenzaban a repudiarlo, ya que tenía prohibido decirles que era gay. Claramente eso no le importaba mucho a él, pero era de las pocas condiciones que le ponían para no expulsarlo de la casa, y bien, al Kenjiro no tener un lugar a donde llegar debía acatar esa pequeña regla.

—Por supuesto, Kenjiro tiene los genes de la familia —murmuró fingiendo modestia—. ¡Igualmente Hana es preciosa! ¿Verdad, Kenjiro?

Él solamente se encogió de hombros, limitándose a no decir nada aún, y Akira lo miró mal de reojo. Prefería abstenerse de comentarios y más porque no quería ser grosero con la chica que se veía diferente a las que normalmente le presentaban. Entonces las señoras dijeron un par de palabras más para dejarlos solos, ahora sí poniéndolo incómodo.

—Perdón por eso, Ootori, mi madre es mi recia en que consiga pareja —comenzó a explicarle con vergüenza y ganas de huir pronto de ahí—. En verdad que no quería que te pusieran tan incómoda.

—No debes disculparte, mi madre es igual —se rio e hizo un gesto con las manos de que no se preocupara, por lo que Kenjiro también soltó una pequeña risita. Después Ootori Hana se acercó mucho a él, pero manteniendo su distancia; con su mano pareció querer decirle un secreto así que Kenjiro la dejó continusr—. En realidad... no le digo esto a nadie, pero se ve que eres de confianza. No me gustan los chicos, mi madre tiene la sospecha y por eso ha insistido en buscarme pareja. Es demasiado intensa.

Cuando ella le dijo eso, Kenjiro no pudo evitar reír y también soltó un gran suspiro por dentro. ¿Quién diría que estarían en la misma situación? Comprendía perfectamente la situación de Hana y sentía que podían entenderse bien. Aunque claro, cuando él se rio, ella se notó preocupada por su acción, pero rápido le explicó:

—Es que... a mí tampoco me tampoco me gustan las mujeres.

Hana se le quedó mirando muy sorprendida y tras unos pocos segundos comenzó a reír, contagiando a Kenjiro y ahora riendo los dos. Claramente casi nadie se percató de ello, porque estaban en una esquina del salón, pero sus madres lo vieron de lejos y asombradas se miraron la una a la otra, imaginando cosas erróneas. Pero, al menos Kenjiro estaba cómodo con ella y no tardaron mucho en ponerse a platicar de sus vidas y experiencias con sus sentimientos. Ella era muy agradable, conectaron rápido e incluso él olvidó en donde se encontraba, ignorando también que sus padres ya estaban pensando en comprometerlos, cosa que sabían bien y no les quedaba de otra más que tratar de ignorar.

—Creo que te he visto en algún otro lado, tu rostro me parece familiar —murmuró Ootori Hana cuando ya habían intercambiado mucha información de ellos, y Kenjiro podía asegurar que quería seguirla frecuentando.

—¿De verdad? Bueno, soy pandillero, probablemente me viste en la calle alguna vez —se encogió de hombros sin tomarle mucha importancia, porque sabía que era un poco conocido en Shibuya. La rubia parecía no estar tan de acuerdo con eso, pero cambió de tema.

—¿Crees que quieran comprometernos?

Kenjiro miró hacia sus familias y ellos no dejaban de platicar, así que se rio y asintió.

—Seguro que sí, pero que no nos importe. Diremos que no.

Podía parecer tan fácil, pero conforme fue pasando la noche sentía muchas miradas encima, lo cual lo hacía sentir incómodo. No podía definir con exactitud lo qué sentía, pero era extraño. De pronto, sus padres llegaron y se lo llevaron, así como también lo hicieron los Ootori con Hana; se despidieron con un simple gesto con la mano y se retiraron.

Los Yamagawa fueron a colocarse encima de una pequeña tarima que colocaron para dar un brindis por todos los que asistieron a la cena y agradecerles su presencia. Sus padres y su hermano sonreían a todos y los saludaban, pero él se limitaba a ignorar la situación. Le molestaba que lo incluyeran solo para aparentar que eran una familia unida, como si todos los malos tratos que había recibido se pudieran esfumar sin más... odiaba el cinismo que tenían con él, ¿qué no era más fácil no pedirle que estuviera ahí? Si tanto lo odiaban no sentía que merecía estar ahí, le provocaba más coraje estar en una posición que solo le otorgaban por verse bien ante la sociedad.

Finalizando el brindis, Kenjiro solo quería irse a su habitación y se lo dejó saber a su madre para disponer a retirarse, pero ella no lo permitió, diciéndole que antes debería hacer algo más. No tuvo otra opción más que aceptar por el momento, y cuando vio que se dirigían nuevamente a los Ootori, tuvo el presentimiento de lo que iba a suceder.

—Si planean comprometerme, están locos de la cabeza —les dijo a Akira antes de que pudiera decir algo más, con un tono molesto. Pudo ver que ella apretó los labios con fuerza y lo miró de reojo, para después girarse hacia las personas que pasaban alrededor con una sonrisa fingida, para que no vieran que iban a discutir.

Luego murmuró:

—Y tú estás loco si no aceptas. No te daremos más tiempo, Kenjiro. Debes aceptarlo sino puede tener malas consecuencias para ti...

—¿Y crees que me importan? —la cortó, frenándose y mirándola ahora fijamente—. Me han arruinado mi vida entera por no aceptarme como soy. ¿En verdad creen que lo que me quieran hacer me dañará? Ya nada puede hacerlo, me han dado suficiente... Yo solo quería aceptación, respeto hacia mi persona, madre. No más. Lo siento si no pude ser el hijo que esperabas, pero no planeaba cumplir sus caprichos toda la vida. Solo quiero ser feliz.

Akira estaba a punto de responderle, ya estando a pocos metros de los Ootori, pero Kenjiro no lo permitió. Dio media vuelta y se alejó de ahí, saliendo sin más del lugar. Pudo oír gritos detrás de él llamándolo que ignoró. ¿Qué tan difícil era pedir respeto a su propia familia? Comprendía que era difícil para ellos entender su situación, porque no era bien visto por las demás personas y seguramente seguiría siendo juzgado por mucho tiempo más, pero había creído ciegamente en que con el tiempo podrían entender aunque fuera un poco, que lo respetarán a él y a sus acciones. Estaba de más decir que se había equivocado.

Por suerte llevaba consigo las llaves de su motocicleta y su celular, porque tenía un mal presentimiento del evento desde el inicio, así que se dirigió hacia la motocicleta y arrancó sin un rumbo fijo. Encima de ella, se dedicó a observar Shibuya de noche... era una buena vista, y Kenjiro estaba feliz de haber nacido ahí, porque así había podido conocer a todos los que consideraba valiosos.

Faros de luces, bares nocturnos, calles vacías y otras muy transcurridas por carros y motocicletas, personas conviviendo sin preocupaciones... Sonrió inconscientemente, recordando aquellos tiempos en los que cada que salía de su casa iba a pasearse en las calles de Shibuya, ya que ahora lo hacía para reunirse con la ToMan, hacer cosas divertidas y ya no estar solo como antes. Su vida había cambiado en un abrir y cerrar de ojos, y en casi todos los aspectos había sido para bien, por lo que se enorgullecía de sí mismo por lo logrado.

Sin darse cuenta, cuando estacionó la motocicleta se encontraba en los condominios que vivía Mitsuya Takashi. Kenjiro se rio, pensando en por qué siempre que no tenía a dónde ir terminaba en su casa, causándole un poco de vergüenza. Aunque, estando ya ahí no veía el por qué no visitarlo.

Se acercó a su puerta, y con nerviosismo tocó dos veces; había dejado estacionada su motocicleta al lado de la suya, así que confiaba en que estaría bien. No pasó mucho cuando abrieron la puerta y era Takashi vestido con pijamas y el cabello un poco desordenado, que al instante se sorprendió de verlo ahí; lo miró a su ropa y Kenjiro había olvidado qué ropa traía puesta, hasta que él también se observó y vio el traje de gala que le habían obligado ponerse, sintiendo más vergüenza.

—Ken, ¿todo bien? Dijiste que vendrías mañana.

Rio en voz baja, colocando su mano en su cuello mostrando nerviosismo.

—Es que... nuevamente me peleé con ellos, en específico mi madre. Querían comprometerme y bueno, no acepté, me fui antes de que dijeran algo.

—Oh... Primero pasa, es tu casa —Takashi le sonrió, colocándose a un lado de la puerta para dejarlo pasar. Kenjiro le regresó el gesto, viendo como en su pequeña ya estaba todo silencioso; fue entonces que se checó en su celular la hora y al ver que eran las once, se asustó y comprendió por qué estaba en pijama y no había ruido.

—Perdón, no vi la hora —se disculpó, intentando volver a salir por la puerta. Takashi se rio y colocó su mano impidiéndole el paso.

—No te irás a esta noche de regreso, Ken, es peligroso.

—Pero...

—También... —lo interrumpió, cerrando la puerta de su casa y obligando a que se sentarán en el sofá.

Kenjiro comenzó a sentirse nervioso por el hecho de estar los dos solos en su casa, sobre todo porque Takashi no lo vería de esa manera y que solo él tuviera pensamientos raros le carcomía por dentro; ¿por qué debía ser diferente? A veces se lo preguntaba y le molestaba, porque no podía ser alguien norma. Aunque, ¿qué era normal? Había estudiado eso muchas veces y se culpaba aún así a él mismo. ¿Sería que las demás personas lo escondían? Tal vez ese era su problema, que cuando lo afrontaba ya no podía callarlo, y le fue difícil tener que ocultar su sexualidad tras aceptarla.

—¿Uh? ¿Ken? —pasó su mano frente a su cara varias veces hasta que este reaccionó. El pelinegro no se había dado cuenta que se perdió en sus pensamientos y dejó de oírlo, ya que se concentró en sus lindos ojos y perdió razón de dónde se encontraba. Takashi se rio cuando vio la cara de confusión que tenía—. ¿Me escuchaste?

Sintió su rostro enrojecer, y negó con la cabeza avergonzado.

—Perdón.

—No necesitas pedirme perdón, Ken, entiendo que seguramente hoy fue muy intenso y estés con los pensamientos dispersos, pero déjame ayudarte.

Takashi le sonrió sinceramente, provocando que su corazón se acelerara. No podía creer que él fuera real, lo admiraba tanto que sentía que podía seguirlo hasta el fin del mundo sin dudar un segundo. Kenjiro aún se sentía nervioso, y lo único que pudo hacer fue sonreírle también y poner su mano en su pierna.

—Gracias, Takashi, lo aprecio en verdad. Es solo que ahora no sé si quiero llegar a la casa pronto, me siento muy nervioso y seguramente mi madre me corra cuando la pise —se rio, tratando de no demostrar sus sentimientos, aunque era malo en eso—. Yo... simplemente te acepto la hospitalidad, no quiero molestarte más.

—¿¡Pero qué dices, bobo!? Es lo que hacen los amigos —se rio, golpeándole levemente el hombro. Claro que, sin darse cuenta de que sus palabras habían impactado a Kenjiro, que no supo que más decir más que sonreír falsamente.

Sabía que eran amigos, entonces, ¿por qué le dolía tanto? Ni siquiera sabía de la sexualidad de Takashi, no podía saber sí también le gustaban los hombres o tal vez era heterosexual, por lo que todo lo que decía era sin mensaje oculto. Pero, estaba claro que casi nadie lo podía decir con libertad, tal vez era igual a él... o tal vez estaba intentando autoconvencerse. Era muy idiota si creía que Takashi era como él.

Además, ni siquiera estaba seguro de sus sentimientos hacia él. Es decir, le parecía guapo y su personalidad era increíble, pero tal vez estaba confundiendo las cosas por cómo lo trataba. Inconscientemente eso le recordaba a aquel chico de ojos verdes, ¿en qué se parecían? Sí se ponía de esa perspectiva, eran diferentes y Takashi era mejor persona, pero aún así había terminado enamorado de él. Con los sentimientos no se jugaba y había aprendido a la mala. Entonces, podía ser una confusión provocada por su forma de ser tan cautivadora...

Después, Takashi le dijo que tenía un colchón inflable extra para que durmiera, así que además de prestarle un cambio de pijama, entró a su habitación que compartían con sus hermanas, pero había una cortina que lo separaba. Takashi se asomó para confirmar que Luna y Mana estuvieran dormidas, para luego levantar un pulgar en señal de que todo estaba bien. Le tendió el colchón al lado de su cama y le colocó una almohada y una cobija.

—Si quieres otra cobija ahí debajo del buro hay más, a veces hace frío en las noches.

—Gracias —murmuró con vergüenza, acostándose y viendo un cuadro lleno de dibujos hechos por Takashi, bocetos e incluso rayones que, aunque parecieran no tener sentido, sí lo tenían. Se sintió orgulloso de lo bueno que era, porque tenía un gran futuro por delante y podía apostarlo con los ojos cerrados.

Entonces, se giró hacía el lado contrario y cerró los ojos, intentando dormir. Pero su mente no dejaba de tener pensamientos revueltos conforme a la situación, ¡es que era imposible no tenerlos si lo tenía a un metro de distancia y en un estado tan íntimo!

—Buenas noches, Ken —susurró Takashi mirándolo, y aunque él estaba dándole la espalda podía sentir su mirada fija en su cuerpo. No supo qué decir, así que fingió dormir para evitar responderle, porque sentía que sí decía algo podría delatarse; a ese punto seguía confundido con sus sentimientos y prefería tratar de ignorarlo y no poner incómodo el ambiente con él.

Cuando dejó de oír ruido, se giró, viendo que Takashi ya se había quedado dormido. Sus largas pestañas descansaban encima de sus ojos, tenía la boca medio abierta y su respiración iba tan tranquila que le transmitió mucha paz. Kenjiro no podía dejar de ver sus labios, y se reprendió a sí mismo por ello, ¿por qué no podía verlo como alguien normal? Trató de tranquilizar a su corazón, pero le era imposible.

Lo miró una vez más, y quedó hipnotizado por su rostro; y cuando menos se dio cuenta, se había quedado dormido.

ojalá les haya gustado, no olviden votar y comentar!! los tqmmm

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