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xiii. Holliday Interlude

CAPÍTULO XIII: HOLLIDAY INTERLUDE

A HOLLIDAY LE GUSTARÍA comenzar, querido lector, con un pequeño resumen de lo que había sido para ella el último año.

Todo empieza, como ya deben saberlo, en el momento en que Paris Stilinski chocó con ella el primer día de escuela. Ahí supo que no iba a ser otra persona común, algo dentro de ella se lo decía. Lo había revisado también en sus cartas del tarot, porque, mierda, quería tenerla como mejor amiga. Eso es lo que pasa con las personas solitarias, las personas que han pasado la mayoría de sus vidas escondidas en los rincones escuchando y no haciendo ruido, tienden a desear que el que llegue a sus vidas, llegue para quedarse. Y cuando Paris lo hizo, cuando sostuvo su mano mientras lloraba por la porquería de padre que tenía y lo difícil que era su situación con su mamá y su alcoholismo, sintió que por fin había conseguido lo que tanto anhelaba.

Ahora, lo de la situación sobrenatural nunca la había tocado directamente, para su fortuna. Le gustaba saberlo y ya. Era parte de algo, compartía un secreto con personas que toda su vida habían sido lejanas para ella, por las que solo suspiraba cuando pasaban por ahí -ejem, Scott, ejem- y eso le gustaba, no podías culparla cuando toda la vida había pensado que vivía en un soso y aburrido pueblo. Estaba en el medio, involucrada pero no tanto. Sabía cosas pero no estaba en peligro, estaba bien así para ella.

Hasta que Theo Raeken llegó.

Mira, Holly lo admite, puede ser enamoradiza. Le han gustado Scott, Malia... pero Theo, uf. Cuando se encontró con él la primera vez no pudo evitar notar que traía consigo cierta aura oscura y misteriosa. Holliday se enorgullece de algo y eso es leer a las personas con facilidad, pero ese chico había sido un verdadero reto, porque cuando pensaba que lo tenía descifrado, actuaba de manera diferente y la confundía. Comenzando con su primer encuentro donde, de alguna forma, se habían encontrado de nuevo en el lugar favorito de Holly: el jardín de la escuela, ubicado en el techo. No sabía cómo lo había descubierto, pero cuando lo vio ahí parado, observando el lugar desde abajo, el corazón le había saltado en un segundo.

—Emm, ¿hola?— dijo la morena, llamando su atención.— ¿Cómo supiste de este lugar?

La tranquilidad con la que Theo se había volteado, casi la fastidió, pero no dejó que su cara expresara nada.

Se encogió de hombros.— Solo lo encontré, estaba explorando la escuela.

Holly entrecerró los ojos, sin creer una palabra.— Por favor, nadie explora la escuela, todo el mundo quiere irse lo más rápido posible.

— No soy como todo el mundo.— le dijo, dejándola un segundo sorprendida.— Y estoy seguro que tú tampoco.

Ella se acercó a su banca habitual, sin pasar por alto el ligero tono coqueto de su voz, y comenzó a sacar su lápiz y su libreta.— Sé honesto, ¿esa mierda de "no eres como las demás chicas" alguna vez te ha funcionado?

Una risa corta salió del castaño, sorprendido de la osadía de la chica, volteándose de nuevo a observar el panorama.— Un par de veces, aunque veo que no he tenido tanta suerte esta vez.

La suave sonrisa de Holly adornó su cara y no le preguntó nada más, se quedaron allí una media hora, sin decirse nada, hasta que Theo se alejó del borde y se sentó a su lado.— ¿Vienes aquí seguido?

La rizada lo miró un segundo, antes de poner su atención en su dibujo de nuevo.— Es mi lugar. Es especial.— se dio cuenta de la burla en la mirada de Theo, así que puso los ojos en blanco.— Algunos de nosotros necesitamos otros espacios que no sean nuestro hogar de mierda, ¿okay?

— Ya veo... tienes problemas con papi y mami. ¿Qué pasa? ¿No te dejan usar más la tarjeta de crédito?— el sarcasmo en la voz del chico la molestó, pero no quitó sus ojos de su libreta y de las líneas que dibujaba.

— Tiendes a suponer cosas de la gente bastante rápido, ¿no?

— Honestamente, no te ves como una chica con los peores problemas del mundo.

Holly negó.— Tal vez soy buena actriz.— antes de que le pudiera responder, lo interrumpió.— Como tú.

Con rapidez, arrancó la hoja del dibujo, dándosela al chico, para después tomar su mochila, colocarse sus audífonos y salir del lugar, sin despedirse de él.

Desde ese día, encontrarse en el techo de la escuela, haciéndose compañía el uno al otro y hablando de vez en cuando de ciertas cosas, se había convertido en una rutina. Holliday no se encariñaba rápido, no iba a mentir, pero dios, verlo escucharla con paciencia e interés, hacía que el estómago se le revolviera. Y descubrir ciertos aspectos de él también lo hacía, como que su color favorito era el negro, tenía una larga lista de cosas que le disgustaban y que los rollos de canela eran el único postre que comía. Y que era Sagitario.

Pero luego, un día, hablando de Paris y sus demás amigos, le soltó el gran elefante blanco que comenzaba a ocupar demasiado espacio entre ellos:

— ¿Qué se siente estar rodeada de cosas sobrenaturales siendo humana?— le dijo con su tranquilidad característica.

Ella se encogió de hombros.— No estoy tan involucrada, solo soy consciente de que está ahí, así que no me afecta tanto.

— Sabes lo que soy, ¿no?— ella asintió.— ¿No tienes miedo?

Holly frunció el ceño, levantando su vista de otro de sus muchos dibujos de Theo.— ¿Por qué te temería? ¿Vas a matarme o algo así? Porque preferiría saberlo y prepararme, ya sabes, poner en mi testamento a quién le dejaré mis discos de The 1975 y eso.

Theo negó, con una pequeña sonrisa en sus labios, esa que siempre parecía escapársele cuando estaba con la rizada.— No eres graciosa.

Ella le dio una mirada engreída, encogiéndose de hombros.— Tú sabes que lo soy.

La mirada de Theo cayó, mirando fuera de su rostro.— Deberías hacerlo, soy un monstruo.

Dejó de lado su lápiz, acercándose más a él.— No lo eres, Theo. No digas eso.

Él volvió a negar, dejando que la culpa se notara en sus ojos por un segundo, antes de poner de nuevo su barrera que Holly había visto caer un par de veces.— Deberías estar corriendo tan lejos, Holly. De este jodido pueblo, del peligro, de . Eres demasiado buena para todo esto.

Con valentía, puso su mano sobre la de él.— No quiero huir... no voy huir de ti.

(La Holliday del presente solo puede pensar: Qué estúpidamente ingenua fue, porque debió haberlo hecho).











VOLVIENDO AL PRESENTE, la rizada solo puede pensar en lo enojada que está.

Había sido apuñalada por la espalda tantas veces, le habían mentido en la cara todo el tiempo, habían manipulado sus sentimientos. Holliday pensaba que la lejanía que puso entre ella y su mejor amiga era porque, genuinamente, le había empezado a desagradar sus problemas y sus secretos. ¿Cómo no pudo dudar de eso? ¿Cómo pudo confiar en un sentimiento que, en la vida, se le hubiera cruzado por el corazón?

Las lágrimas le recorren el rostro mientras piensa en la última conversación que tuvo con el chico, en cómo se preocupó por su mirada angustiada y sus ojos temerosos, piensa en cómo le sostuvo la cara en el mirador de Beacon Hills y la besó como si fuera la última vez.

Porque sabía que lo era.

Hol,— le dijo el apodo que se le había ocurrido una tarde.— las cosas en el otro mundo están a punto de complicarse, ¿bien? Te explicaré todo cuando pueda, estarás enojada por muchas razones, pero espero que puedas considerar perdonarme...

Ella lo vio, confundida por sus palabras.— ¿Qué? Theo, ¿qué sucede? Puedes confiar en mí...

—Holly, solo quiero que sepas, que lo único real de todo esto, siempre fuiste tú.— besó su frente con delicadeza.— Solo .

Con el recuerdo taladrando su cerebro, toma los lápices de colores, las libretas y los vinilos que habían sido un regalo de él y los lanza contra la pared, los retratos infinitos que hizo de su cara los rompe y los hace añicos. "Holly, tenemos que hablar. Theo y Oriana, una xana malvada, estaban trabajando juntos para quitarme mi poder... Holly, Oriana puso esos sentimientos por Theo y ese desprecio por mí en ti. Te engañó, Holly." No puede dejar de repetir en su mente las palabras de su mejor amiga, había sido un peón, una pieza para lastimar a alguien más importante que ella, tal vez había sido una diversión para el chico también.

No puede dejar de sollozar, de romper todo lo que se le atraviese a su paso. Hasta que un golpeteo en la ventana la distrae del desastre que estaba haciendo. No hace falta adivinar quién es cuando ve su sombra, pero no se acerca en absoluto, solo agarra una pequeña navaja que tiene en su escritorio y la levanta, lista para responder por si quiere dañarla aún más.

Con un cuidado casi gracioso, Theo entra a la habitación de la chica, mirándola desolado. Holliday puede observar que tiene los ojos levemente rojos, como si hubiera llorado antes de llegar, pero quita rápidamente esa idea de su cabeza. Un truco barato más para tenerla junto a él.

—Lárgate,— le dice ella, sin dejar caer la navaja.— Lárgate, Theo, me importa una mierda si eres una maldita quimera, un asesino entrenado, lo que sea. Si vas a matarme, solo hazlo de una vez, sino, vete.

Él intenta acercarse, pero cuando ve el miedo en los ojos hazel que ama tanto, se detiene.— Yo jamás...

Ella ríe, sin una pizca de gracia en sus labios.— ¿Qué? ¿Jamás me harías daño? Por favor, creo que ya puedes dejar el teatro, ya eres libre de mostrarte como el bastardo que eres.

— Sé que me odias, lo que hice no tiene perdón. Pero Holly, lo juro por lo que más quiera, Oriana dejó de poner en ti sentimientos por mí en un punto. Fue real, Hol, lo fue.— Theo suena casi desesperado, siendo extraño en su habitual modo de ser.

Las lágrimas bajan por las mejillas de la morena y la quimera siente que una bala entra en su pecho, no entiende cómo dejó ir esto tan lejos, no entiende cómo en tan poco tiempo esa chica con cartas de tarot en la mochila y miles de dibujos en su libreta se había metido en su corazón. En ese corazón que había robado, como el monstruo miserable que siempre fue. Solo que ahora, el título le había costado la única persona que lo había querido.

— Nada de esto lo fue, Theo. Siempre fue planeado, siempre hablaste con cuidado, ocultaste cosas, me manipulaste...— la voz de la chica tiembla, de la rabia y de la tristeza.— Mi mejor amiga casi muere en manos de tu aliada, Scott casi muere en manos de su propio beta, todos ellos están al borde del precipicio por ti... ¿De verdad crees que podría perdonarte?

El chico niega, apretando la mandíbula tan fuerte que siente que se romperá los dientes.— Lo siento...

— ¡No lo sientes! ¡Deja de mentir, por Dios! ¿No puedes parar un minuto? ¿Esa parte de ti que ama el poder y la sangre no está llena aún?— le dice ella.— ¿Cuándo será suficiente para ti? ¿Cuando todos estemos muertos?

— Holly... por favor, si mueres yo...

— ¿Tú qué? ¿Qué puede sentir alguien como tú?— las dos zancadas de la rizada bastan para quedar a pocos centímetros de él, con la navaja apretándose en su cuello. Theo parece derrotado, como si estuviera aceptando cualquier cosa que pueda pasar.— Felicitaciones, Theo, hiciste tu papel a la perfección, tan bien que me hiciste pensar que te amaba.

Las lágrimas salen de sus ojos con esas palabras. Maldito imbécil, piensa ella, maldito, maldito imbécil...

— ¿Me amas?

Ella niega, dando un paso atrás y tirando la insignificante arma al suelo.

— No puedes amar a alguien que no existe.

El silencio cae entre ellos como una bomba. No hay un sonido por unos segundos, hasta que Theo empieza a mover sus pies a la ventana y, sin recibir una última mirada de Holliday, sale de nuevo. La cabeza de la morena empieza a idear cientos de cosas, y solo una parece ser la más viable de todas. Ha sido paciente y amable toda su vida, controlarse no será un problema, hasta que llegue el momento adecuado.

Espera que, Scott sintiendo que necesitarán toda la ayuda posible y con Holly jurándole que se las arreglará para no ser un estorbo, el alfa le haga el pequeño regalo. Así, la pequeña Holliday Spencer dejaría de ser la insulsa humana, la que está en el medio, sin involucrarse demasiado. Ella se involucraría, se llenaría tanto de ese mundo y el poder que conlleva ser una mujer lobo, estaría dentro de la ecuación, sería una pieza importante.

Y entonces, cuando tenga su oportunidad, estrenará sus garras apuñalando a Theo con ellas, justo en la espalda. Ella sería su karma, ella y solo ella.














(theo)

ERA CASI INGENUO pensar que tenía una oportunidad, ¿cómo podría? Si lo consideraba bien, él y Holliday estaban condenados a fracasar, no había que ser muy listo para verlo. Las chicas amables y buenas que usaban cinco pulseras en cada muñeca y revisaban si sus signos eran compatibles no terminaban con abominaciones como él.

Porque eso era, una abominación, un experimento de laboratorio, tan jodido como sus creadores, capaz de hacer lo que sea con tal de llegar a su objetivo. No había más para Theo, esto era lo que había escogido, cada una de sus acciones lo llevaron a este punto.

No se luchaba contra lo que estaba escrito en piedra: las almas buenas no aman a los monstruos, pero los monstruos anhelarán su amor por siempre. Porque tener una pequeña porción de humanidad cerca te hacía sentir bien, solo que el karma no permitiría que fuera por mucho tiempo.

Las abominaciones no merecían caricias, besos y calidez. Holliday Spencer era todo eso y Theo Raeken era el más indigno de ella.

Debió haberlo sabido desde el momento que le dio aquel dibujo de sus ojos.

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