Truyen2U.Net quay lại rồi đây! Các bạn truy cập Truyen2U.Com. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟎𝟐. the camden sweet effect

✶ㅤ CAPÍTULO DOS: C & J
❪ 'cause you can hear it in the silence. ❫

Johnny.

Era un sábado por la tarde y el Sol no tenía ni la más mínima intención de hacerse ver. No era algo que me sorprendiera, había muy pocos días soleados en Cork. Había pasado toda la mañana entrenando y luego tuve que ir a la academia, pero finalmente, había logrado llegar a la casa de mi mejor amigo.

Estábamos en la sala de su casa, el bullicio de  la televisión ni siquiera me importaba ya que estaba sumido en mis pensamientos. Me preguntaba si Camden estaba en casa, o si había salido. Podía escuchar la voz de Gibsie hablar sin parar pero sabía que no era nada importante porque simplemente estaba divagando de un tema que ya habíamos cerrado.

— Oye, amigo, ¿y Camden? Es que se le quedó algo en mi auto. — dije mirando desde la televisión a Gibsie quien parecía sumido en esta. Claramente era una mentira piadosa, solo tenía curiosidad.

— En su cuarto como siempre, casi nunca sale. Es como un oso hibernado. — murmuró como si fuera absolutamente normal, claro, había venido cientos de veces pero nunca había prestado tanta atención como ahora.

— ¿No le gusta salir?

— Camden es bastante complicada, Kav. No le gusta salir o convivir con personas porque le aterra, así que se encierra en su cuarto a leer, escuchar música y escribir todo el día. — explicó finalmente llevando sus ojos a mi, parecía un tanto preocupado.

— Entonces, ¿nunca sale? — pregunte nuevamente cómo si no acabará de explicármelo ya, es que no lo podía creer.

— Claro que sale, con Ivy o conmigo. Pero, a mamá le preocupa. Dice que debería vivir su adolescencia de manera normal y que tiene falta de Vitamina D. Yo realmente, en parte me gusta y también me preocupa. — murmuró antes de aclararse la garganta y volver su atención a la pantalla. — Es como Rapunzel pero en la vida real.

Gibsie nunca estaba serio, incluso me atrevía a decir que era una situación bastante extraña, pero lo entendía. Estaba preocupado por su hermana de la mismo forma que yo me preocupaba por Ivy y este chico Ethan.

— Así que su cuarto es su lugar seguro, ¿no? — pude notar como el cuerpo de Gibsie se tensaba ante mi comentario. Algo ocultaba, y me moría por saberlo.

— Se podría decir que si. — se limitó a murmurar con su vista aún en la televisión.

— ¿Por qué estás tan serio? — pregunté notando como la personalidad de mi mejor amigo ha ido cambiando de repente.

Sin embargo, los pasos provenientes de la escalera llamó la atención de ambos. Camden apareció de repente en la sala, llevaba el cabello suelto, unos vaqueros de tiro bajo y una camiseta blanca que se asentaba perfectamente a su cuerpo. Y en su brazo colgaba un bolso de deportes. Era tan hermosa que me dolía.

— Hola, Johnny. — me saludó con aquella suavidad en su voz cuando notó mi presencia, yo le sonreí antes de que ella desviara su mirada a Gibs. — Me voy a ir a quedar donde Ivy, ya le avisé a mamá pero me preguntaba si me podrías llevar.

— Yo te puedo llevar. — hablé antes de siquiera saber lo que mi boca decía, de repente ambos me estaban mirando. — Digo, ya es hora de que vaya a casa y así tú te ahorras el viaje.

— Me parece buena idea, así puedo invitar a Clairebear. — dijo con esa sonrisa que conocía muy bien, mi mirada viajó de el a su hermana, notando como miraba a Gibsie con una mueca de asco antes de mirarme a mi.

— ¿Estás seguro que no te molesta? — me preguntó con timidez y pude notar como sus mejillas se enrojecían ligeramente. Amaba eso y amaba que fuera yo la causa de ello.

— Nunca podría molestarme. — murmuré de nuevo sin pensar, causando que Gibsie se levantara de su asiento y riera. — Bueno, ¿andando?

— No te mataría actuar como si te doliera abandonarme, ¿sabes? — dijo Gibsie sólo logrando que rodara los ojos mientras que Camden le daba unas palmadas al brazo de su hermano como una despedida.

— Nos vemos, amigo. — fue lo último que dije antes de seguir a Camden a la salida de la casa.

Una vez que salimos de la casa adelante el paso para poder abrir la puerta para ella. Noté como una sonrisa crecía en sus labios mientras se adentraba al auto. Cerré la puerta del copiloto de manera suave antes de dirigirme al asiento del piloto.

Apenas cerré la puerta de mi asiento encendí el audio, asumiendo que iba a ser yo el primero en hablar entre los dos. Pero la dulce voz de Camden me sorprendió hablando primero.

— Sabes que no tenías que hacer esto, ¿verdad? — su voz de tal forma baja pero en el tono perfecto para que yo la pudiera escuchar.

— Lo sé, por eso es bueno que quiero, ¿no? Puedes considerarme tú chofer personal. — aclaré con una sonrisa, notando como se relajaba en el asiento.

Quería que se sintiera cómoda, que el ambiente fuera una especie de espacio seguro para ella. Y no me detendría hasta que lo fuera. Sin importar cuánto tiempo me tomara.

— Eres demasiado amable. — murmuró a lo que la miré por unos segundos con una sonrisa antes de devolver mi mirada al camino.

— Hago mi mayor esfuerzo. — repliqué sintiendo su mirada en mi, no volteé porque si lo hacía sabía que no podría apartar mi mirada de ello y eso nos llevaría a lo que podría ser un horrible accidente, así que me limité a aclarar mi garganta. — ¿Y cómo vas con el libro?

— Oh, bueno. Lo terminé esta mañana, ahora empecé otro. — murmuró arreglando su cabello.

— ¿Te leíste un libro en un día? — pregunté con sorpresa y clara admiración, viendo de reojo como asintió, su rostro tornándose rojo por completo de vergüenza. — Eres una máquina, Camden.

— ¿Lo dices cómo algo bueno o malo?

— Como algo bueno, yo apenas puedo agarrar un libro por placer y tú te lees uno en tan solo unas horas. Me haces quedar en ridículo. — aquello hizo que soltara una risa, haciendo que me sintiera satisfecho. — Bueno, ¿de qué trata este?

Camden se acomodó en el asiento con una sonrisa emocionada dibujándose en su rostro, en tan solo un día había notado lo mucho que le emocionaba hablar de libros. Incluso aquello la ayudaba a salir de aquel escondite en el cual siempre estaba y se convertía en una persona más abierta, más segura.

Yo estaba listo para escuchar lo que me tendría que decir de todo los libros que ella quisiera. Aunque fuera una y otra vez, aunque pasaran horas y horas, escucharía todas las veces posibles.

Camden.

Disfrutaba bastante hablar con Johnny. Me hacía realmente sentirme escuchada, la manera en la que me miraba de reojo mientras manejaba que me hacía creer que escuchaba con atención cada palabra que salía de mi boca, como si le importara.

Solo había llegado a sentirme de esa manera con dos personas, Ivy y Gerard. Y eso se debía a que llevábamos años conociéndonos. Pero Johnny, es como si me pudiera leer a la perfección sin la necesidad de tener que explicarle. Lo cual se me hacía extremadamente raro y a la vez me encantaba.

Me encantaba porque de alguna manera podía ver a través de mi sin que tuviera la necesidad de expresarme. Sabía que estaba exagerando, digo, solo me había llevado dos veces y ya estaba hablando como si habláramos de toda la vida. Pero no podía evitarlo, no cuando era el único chico con el que he interactuado.

Johnny estacionó el auto en el estacionamiento de la gran casa de los Kavanagh y apagó el auto. Apenas salí del auto fui bienvenida por Cupcake y Bonnie, quienes corrieron hacia mi con rapidez.

— ¡Hola! — saludé agachándome un poco para acariciar a ambos perros mientras notaba que Johnny rodeaba el auto, acercándose.

Se limitó a sonreír mientras se inclinaba y sacaba mi bolso del asiento del copiloto. De repente su mano tocó mi brazo y sentí aquella descarga de electricidad recorrer mi cuerpo, y mis ojos rápidamente encontraron los suyos.

— Vamos adentro antes de que te terminen ensuciando. — río guiándome a la entrada de la casa.

En cuanto entramos a la casa no pude evitar recorrerla con mis orbes azulados, notando cada detalle. Había estado en esta casa un montón de veces y aún así sentía una admiración enorme cada vez que venia.

Johnny dejó mi bolso en la sala a lo que le di una sonrisa agradecida, sin embargo, antes de que pudiera hablar Edel apareció con una gran sonrisa.

— ¡Cami! Que bueno verte por aquí, cariño. — dijo Edel llevándome a un cálido abrazo que siempre disfrutaba. — ¿Cómo estás?

— Bastante bien, ¿y usted? — repliqué separándome ligeramente para observarla con una sonrisa.

— Ay, cariño ya he dicho que no es necesario que me trates de usted, me haces sentir vieja. — rió acunando mi rostro en sus manos para dejar un beso en mi frente, logrando que mi sonrisa creciera.

Desde que Ivy y yo éramos amigas, los Kavanagh siempre me han tratado como una más. Como si fuera parte de aquella cálida y fuerte familia, incluso había sido invitada a uno que otro viaje familiar, pero mi madre resultaba ser bastante estricta con eso.

— Ivy está en su cuarto, ya sabes las reglas, estás en tu casa. — me recordó antes de sonreírme una última vez y desaparecer en uno de los cuartos.

Comencé mi camino hacia el cuarto de Ivy, notando como Johnny entraba al suyo, cerrando la puerta sin antes dedicarme una pequeña sonrisa.

Toqué la puerta y entré al cuarto de mi mejor amiga sin esperar una respuesta. Ivy estaba acostada en su cama estudiando unas partituras, aunque eso cambió apenas me vio. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras lanzaba las partituras para levantarse.

— ¡Rubia! — exclamó saltando de su cama para abrazarme. Una risa emocionada salió de mis labios mientras correspondía aquel abrazo con alegría. — Ya decía que te estabas demorando mucho.

— Bueno, estoy aquí ahora. — dije con una sonrisa una vez que el abrazo terminó. — Entonces, recuerdo que mencionaste episodios de One Tree Hill.

— Podrías actuar un poco más emocionada de verme, ¿sabes? — murmuró con una mueca divertida mientras rodeaba mis hombros con su brazo, dirigiéndonos devuelta a la sala.

No tardamos mucho en acomodarnos en el amplio sillón de la sala mientras Ivy encendía la televisión.
El ambiente era acogedor, con la tenue luz iluminando la estancia y el sonido de fondo de la pantalla encendiéndose.

Me quité los zapatos y me envolví en una manta cálida, dejándome hundir entre los mullidos cojines del sofá. Justo cuando empezaba a acomodarme, una pequeña bola de pelos saltó ágilmente sobre el sillón.

Sookie se abrió paso entre los cojines hasta acurrucarse a mi lado, su cuerpo cálido presionando suavemente el mío. Sonreí ante su gesto y, sin pensarlo mucho, pasé una mano por su suave pelaje, acariciándola con ternura mientras su ronroneo bajo me envolvía en una sensación de tranquilidad reconfortante.

— Tienes una especie de efecto en los animales, ¿sabes? Es como el efecto Camden. — dijo Ivy con una sonrisa mientras uno de los episodios de One Tree Hill se reproducía.

— ¿De qué hablas? — reí suavemente desviando mi mirada de la pantalla a mi mejor amiga.

— El efecto dulce de Camden. Vamos, no hagas como si no fuera cierto. Bonnie y Cupcake, Sookie, ¡incluso el demonio de Brian! — explicó sólo sacándome una sonrisa, aún acariciando a Sookie.

— Brian está totalmente malentendido. Es un villano de una historia mal contada. — repliqué con una mueca.

— Es un demonio, Cam. ¿Se te olvidó la vez que prácticamente cagó todo el baño de Claire? — Ivy me recordó con una mueca asqueada.

— Eso fue un accidente y el culpable es Gerard. — dije con el ceño fruncido. — Si el lo hubiera dejado en casa eso no hubiera pasado.

— Bueno, ya sabes lo que dicen de los hubieras. — Ivy comentó con una pequeña risa antes de desviar su mirada devuelta a la pantalla y cambiar de tema, cómo siempre hacia. — Quiero un Lucas Scott.

— ¿Lucas Scott? Boberías, Nathan es mucho mejor y más lindo. — murmuré viendo cómo Nathan aparecía en la pantalla, logrando que sonriera.

— Sólo lo dices porque se parece a Johnny. — dijo mi mejor amiga logrando que la sonrisa que dibujó mis labios desapareciera.

— De acuerdo, ¿estamos con esas? — reí lanzándole uno de los cojines del sillón. — No puedes lanzarme nada, esta Sookie y no quieres herir una inocente.

— Eso es jugar sucio. — esta vez río Ivy acomodándose en su lugar. — Debes admitirlo, Lucas es hermoso.

— Claro, es atractivo y todo, pero es un mal novio. Nathan es la única opción correcta. — dije con mi mirada en la pantalla mientras me acurrucaba más con Sookie. — ¿Verdad, Sookie?

Sookie simplemente levantó su cabeza para verme por unos segundos antes de volver a recostarla cansada. Lo iba a tomar como un si.

De pronto, escuché pasos resonando contra el suelo, eran suaves, casi silenciosos. Mis orbes observaban la pantalla, los episodios que Ivy especialmente había grabado para no perdernos absolutamente nada.

Momentos después Johnny apareció en la sala, su mirada estaba en la pantalla al igual que la de Ivy y al igual que yo estaba segundos antes de caer hipnotizada por su presencia.

— ¿Han visto a Sookie...? — sin embargo, dejó la pregunta al aire en cuanto sus ojos cayeron en mi y Sookie, pude notar como la comisura de sus labios se curvaba levemente antes de aclarar la garganta.

— Creo que te cambiaron, hermanito y no me refiero a Sookie. — río Ivy mirando a su hermano por unos segundos antes de volver su atención devuelta a la serie.

— ¿Quieres que la despierte? — le pregunté a Johnny pero el simplemente negó con una sonrisa, y antes de que pudiera hablar, el señor Kavanagh apareció llevando las llaves de su auto en su mano.

— Voy al supermercado, ¿las niñas quieren algo? — preguntó John apoyando ambas manos en el respaldo del sillón para mirarnos.

— ¡Papas fritas! ¡Y gomitas! Y si se puede también unos Rolos. — dijo Ivy con emoción mientras levantaba la mirada al igual que yo.

— ¿Alguna petición especial, Cee? ¿Te traigo las Élite de siempre? — preguntó observándome, asentí con una sonrisa, las Élite eran mis favoritas.

Siempre que estaba con los Kavanagh me sentía segura, cómo si fuera refugiada por ese manto cálido de una familia medianamente estable. Ellos me veían como una más, cómo si fuera parte de ellos. Nos hacían sentir tanto a Gerard como a mi bienvenidos, demostrándonos que estarían ahí para lo que fuera.

Y siempre cumplieron su palabra, cada vez.

— Por favor. — murmuré con una gran sonrisa.

— Supongo que yo no importo acá, ¿no? — se quejó Johnny con humor, llamando la atención de John.

— ¿Quieres que te traiga algo?

— No gracias, ahora me siento muy ofendido como para querer algo. — dijo provocando que John riera y yo me di cuenta de que se estaba juntando mucho con Gerard.

Lo observé durante unos segundos, admirando cómo su cabello caía desordenado pero perfectamente. Llevaba unos pantalones de franela azules y una camiseta gris, como si estuviera listo para irse a dormir.

El señor Kavanagh se despidió y abandonó la sala junto con sus llaves, debido a la rutina que ya teníamos cuando hacíamos pijamada, sabía que no tardaría mucho en volver con un festín de dulces que probablemente nos dejaría con un dolor de estómago.

Y Johnny no tardo en retirarse igualmente, me sonrío levemente antes de modular las palabras: Buenas noches. Le sonreí, como si no hubiera sonreído ya unas cinco veces. Pude sentir como mi estomago se revolvía y mi pecho se llenaba, sintiendo una calidez que nunca había sentido antes.

Supuse que yo fui la única que lo vio, debido que Ivy estaba sumergida en la serie y Johnny solo me miró a mi. Me quedé observando el lugar por el que se fue por unos segundos antes de volverme a la pantalla.

Mi corazón sentía un estallido de calor y latía con fuerza y rapidez. Había leído de esto en los libros, lo notaba en las películas. Y había tenido de que el amor me había alcanzado, me estaba enamorando.

Aquella flecha había viajado con rapidez y me había golpeado justo en el corazón con una intensidad que podía arrasar con sus llamas, dejando solo cenizas.

Estaba completamente perdida.

FEELS LIKE
10 votos para capítulo tres
No te olvides de comentar.
Tema delicado, se está intentando
tratar con cuidado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com