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I. A TERRIBLE MISFORTUNE !
RECUERDA LA PRIMERA vez en que llegaron al edificio. La mujer era rubia, ojos azules celestes que parecían dos diamantes preciosos de un alto costo. Su figura exquisita meneando aquellas finas caderas que a su paso sacudía. Su delgado brazo estaba enganchado al de su amado. Su esposo. Era casi tan alto como ella, una barba tupida cubría alrededor de toda su mandíbula ligeramente marcada. Su costoso traje formal color negro oscuro mostraba ver su porte adinerado. Sin duda alguna, entre todos los presentes solo ellos resaltaban como brillantina.
Se acercaron a la recepción, evadiendo la mirada de sorpresa de la recepcionista que los observaba con impacto. Aquellos tenían ese gran estilo vintage que los caracterizaba, sorprendía a cualquiera quien posaba los ojos en estos.
—Buenos días, bienvenidos ¿Hicieron una cita?
—Si, en el nombre de su servidor, Rafael Moregomery y mi esposa Triniti Moregomery.
La recepcionista trago en seco. Tecleaba en su computadora evitando que sus dedos temblarán como gelatina. Ese apellido, lo reconoció al instante al momento en el que salio de los delgados labios de este. Moregomery, una de las cuantas familias mas poderosas de Gotham, si hablamos de dinero.
—Oh, ¡Aquí esta!—exclamó—por aquí porfavor...
Los guió a otro pasillo, en dónde unas pequeñas voces infantiles de niños comenzaba a invadir los oídos de la familia Moregomery. Unos cuantos pasos dieron para quedar en frente de una puerta color azul que adornaba fotos de animales animados mas una gran tabla de multiplicar.
La recepcionista introdujo las llaves al picaporte para luego girarlas y abrir la puerta. Mostrando una severa cantidad de niños aproximadamente de 5 a 11 años, quienes algunos jugaban unos con otros. Rafael y su amada comenzaron a caminar entre todos los niños, observando a cada uno como si trataran de descifrar un mensaje. Hubo una niña que le llamo la atención, que en realidad ni siquiera era una niña físicamente a comparación de los demás.
Era una joven sentada en el suelo frente a la televisión, Dora la Exploradora era el canal que observaba. Su mirada sombría estaba perdida, apenas y parpadeaba. La recepcionista aclaro su garganta incomoda, haciendo un raro ruido en esta captando la atención de los Moregomery.
—Emm... le dimos por nombre Olipia. Siempre suele sentarse a mirar la televisión en todo el día, no habla demasiado.
—¿Qué edad tiene?—. Preguntó Triniti.
—15 años. Tenía 3 años cuando la dejaron aquí, sus padres murieron en un incendio. Nosotros le dimos refugio.
—Es una excelente edad, no tenemos que lidiar con su comportamiento de niña mocosa—. Susurro Rafael al oído de su esposa.
La rubia esbelta sonrió en una mueca, posando sus ojos a los chocolatozos de su esposo. No hacía falta una respuesta de la mujer, con aquella mirada un tanto maliciosa significó aceptación a las palabras de su amado. Ambos giraron sus talones a la recepcionista que los esperaba anhelante.
—La adoptaremos—. Añadió la rubia, aferrándose mas a el brazo de su esposo; estaba ansiosa.
La recepcionista no pudo evitar una mirada extrañosa, que para los Moregomery significó desaprobación. Había tantos niños pequeños en la habitación que ni siquiera los habían visto todos y solo la eligieron a ella. Nadie suele adoptarla por su edad a comparación de todos los niños en los que se rodeaba, ella era la mayor; apenas y tuvo suerte cuando era pequeña.
—¿Están seguros? Aún quedan más habitaciones por recorrer.
—No—dijo firmemente Rafael—. La elegimos a ella, a Olipia.
La recepcionista llevo una de sus manos a su nuca, sobando de esta incomoda.
—El papeleo es por aquí...
Después de entregar y firmar unos cuantos documentos de adopción, finamente los Moregomery tenían una hija a su cargo, a la cual cuidar y querer mucho. Tanto Rafael y su esposa estaban tan ansiosos de tener por derecho suyo, una joven a su mando.
La recepcionista al finalizar los papeles, se dirigió en camino a la habitación de niños que anteriormente se encontraban, para luego cruzar la puerta y pasar entre todos los niños. No era tan difícil encontrar a Olipia, ella siempre se encontraba en la sala frente a la televisión, podría morir sin despegarse del aparato. Desde que le dieron refugió en el centro de adopción, Olipia a la edad de 5 años, se sentaba en el suelo y miraba la televisión, sea el canal que sea y ese canal siempre era Dora la Exploradora.
La recepcionista de un momento a otro, se encontraba a espaldas de Olipia, se acerco con cautela y se a posicionó a un lado de esta, agachándose un poco para poder quedar a la misma altura.
—Te encanta Dora la Exploradora, ¿No es así?
Pregunto con ligereza. Olipia no respondió, haciendo que solo se escuchara el sonido del la TV.
—¿Viste las dos personas que entraron aquí?—una leve carcajada salio de sus labios—. Bueno, dudo que lo hayas hecho, mirabas la televisión.
Olipia seguía callada, parecía que su mirada se volvía cada ves mas sombría al momento en que hablaba esta, transmitía neutralidad. Creía que no habría notado la presencia de las dos personas que entraron a la habitación hace pocos minutos, parecía que no, pero en realidad si.
—Ellos te adoptaron.
La castaña oscura giro su cabeza lentamente, posando su mirada en la recepcionista. Era la primera ves que desquitaba sus ojos de la televisión para luego observar lo que captaba su atención. Así mismo también fue la primera ves en la que la recepcionista intercambiaba miradas con la joven.
Sus párpados estaban un tanto morados por la luz del aparato, sus ojos parecían dos chispas de chocolate al igual de dañados por la televisión, su boca estaba ligeramente caída y sus labios eran demasiado pálidos.
Extrañamente la recepcionista sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral al momento en que poso sus ojos en los de Olipia. La última ves en que interactuó con ella fue cuando estaba pequeña, ahora que creció y al paso del tiempo se volvía cada ves mas solitaria, nunca volvió a hablarle de nuevo.
—Ne-necesito que vengas conmigo.
Olipia observo por última ves la televisión, para luego sentir las manos tibias de la recepcionista en sus caderas, ayudándola a levantarla. Salieron de la habitación directo a la entrada del edificio, que para ella ya sería su salida. Estaba Rafael y su esposa Triniti esperando mas ansiosos que nunca, al ver a su hija adoptiva.
—Olipia, Olipia Moregomery—Triniti se arrodillo para luego darle un corto abrazo—. Bienvenida a la familia.
—Estamos tan contentos de que podrás llevar nuestro apellido—. Añadió Rafael.
—Muchas gracias por su preferencia, cualquier cosa que necesiten aquí estaremos.
Rafael estrecho su mano con la encargada, asimismo Triniti tomo la muñeca de Olipia guiándola hacia afuera, en donde una limusina se encontraba estacionada frente a ellos y su chofer quien les abrió la puerta. Triniti entro primero esperando a su hija la cual miraba insegura el vehículo.
—Comprendo que tengas miedo, pero tranquila, con nosotros nada te sucederá—. Susurro Rafael al oído de Olipia notando falsedad en sus palabras.
La joven entro a la limusina, que opción tenia. Ya la adoptaron, no hay vuelta atrás. Seguía preguntándose mentalmente por que a ella, por que la eligieron a ella ni si quiera era la única la cual se preguntaba eso, hasta la recepcionista no podía creerlo. Algo querían ellos y Olipia estaba segura que no querían una familia feliz.
Al entrar al vehículo, la mano de Triniti se coloco en la pequeña de Olipia, acariciando de esta con su pulgar. Sintió hipocresía en su gesto, como si de mala gana tomara el papel de madre y le diera pequeños cariños obligatoriamente.
El camino fue mas que tranquilo, solo el ruido del motor de la limusina se hacía presente entre todo el silencio. Olipia estaba mas que acostumbrada a escuchar solo la televisión, mas unos cuantos gritos y lloriqueos de los niños con los que se rodeaba, jamas habría presenciado un ambiente tan sereno.
El chofer caballerosamente les abrió la puerta a los Moregomery, indicando que llegaron a su destino. Rafael tomo una sombrilla que se encontraba a un lado de su asiento, lo extendió al salir del vehículo, así mismo tomo la muñeca de Olipia aferrandola a el para evitar que no se mojara, a siendo lo mismo con su amada.
Un edificio grande y amarillento se encontraba frente a Olipia, era tan amarillo que parecía bañado de oro y tan grande de altura que parecía un Hotel. Sin duda alguna entre tantos edificios de toda la ciudad, solo el edificio Moregomery resaltaba entre todos los demás ni siquiera el día lluvioso logro opacarlo con su ambiente triste y solitario.
Al cursar la gran puerta de madera, se dio ver un lugar bastante acogedor y tranquilo. La mansión contenía ese estilo vintage que caracterizaba a Triniti y Rafael Moregomery; olía a vainilla y vino de uvas, era cálido y agradable.
—Bienvenida a la mansión Moregomery, nuestra casa ahora es tu casa—. Añadió Rafael alzando sus brazos refiriéndose al lugar.
—Ven, te llevaré hacia tu habitación.
Triniti comenzó a guiarla hacia las escaleras de caracol. Subiendo de estas, cruzando unos cuantos pasillos. Una puerta celeste fue abierta por Triniti, mostrando un cuarto mucho mas vintage que la sala. Olipia dio unos cuantos pasos hacia delante, escaneando con su mirada cada rincón de la habitación. Triniti espero alguna respuesta de su hijastra desde que llegó aquí, algún comentario respecto a su nuevo hogar, a sus nuevos padres pero muy apenas abría su boca para tomar aire.
—¿Te gusta?—pregunto ansiosa—. Hay una laptop bajo la cama para que puedas jugar con ella, podemos cenar lo que tu quieras o ver películas, dime, ¿Que quieres hacer?
Tan rápido como salieron las palabras de la rubia, Olipia se giro, posando sus ojos de chocolate en los celestes de
Triniti habiendo un gran largo eh incómodo silencio por parte de la mayor. Al ver que Olipia no contestaba sin mas preámbulos la boca de Triniti fue ligeramente abierta para hablar.
—¿Qué es lo primero que quieres ha...
—Ver televisión.
Habló por primera vez en todo el día. La rubia alzo ambas cejas al escuchar su delgada voz, era ronca pero ligera, dulce y suave. Estaba tan sorprendida por hacer hablar a la joven, dijo tan poco pero para ella fue mucho.
—¿Ver la televisión? ¿Qué no siempre haces eso?
Triniti se encontraba algo decepcionada, de tantas cosas que ahora tiene oportunidad de hacer, prefiere sentarse en el suelo viendo la pantalla del aparato nuevamente.
—Si eso quieres esta bien, pero antes de eso, ¿Podrías limpiar el baño?
Olipia fruncio su ceño como respuesta. La rubia se giro directo a la puerta del cuarto, abrió de esta para poder salir, pero antes de eso volvió a girarse sobre sus talones mirando nuevamente a la joven.
—Ah y también limpiar los muebles de abajo, están repugnantes.
Nunca la hubieran adoptado, nunca le hubieran hablado; una rebelión estará apunto de suceder, una guerra. Esto en un futuro no muy lejano, afectara en Gotham, dará un giro de 180°. Dando comienzo a un gran cambio radical en su vida y en la de su ciudad.
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Gif realizado por -itswinchester
gracias !
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