𝟬𝟬𝟮. handsome guy
ハート型のボックス
capitulo dos
"chico guapo"
Las clases para Kimi eran una tortura en cierta parte, y más cuando se relacionaba con el idioma extranjero que se les obligaba a aprender en toda la educación. Podía entender que era indispensable para la vida diaria, pero lo cierto era que, cada que la rubia intentaba memorizar las palabras que se escribían de forma diferente a la que acostumbraba, o hablarlas, fallaba terriblemente.
Tenía que acudir siempre con Hekima para que así lograra aprobar la asignatura de inglés con una nota decente (es decir, la más baja) pero que le servía para no tener que ir los sábados a clases extras y volver a llevar un examen hasta que lograra aprobar. Agradecía que su hermana fuera tan inteligente que aun cuando ella tenía sus propias clases, se diera el tiempo de hacer que Kimi. Podía ser atractiva para su edad y buena con la moda, pero para algunas asignaturas de la secundaria era pésima.
Kimi podía jurar que si no fuera porque odiaba dormirse en clase ya que se le marcaba en el rostro las orillas de las hojas o la pluma, lo haría siempre. El profesor era un hombre de edad avanzada que se dedicaba en explicar el verb to be como si fuera lo más fácil del mundo, y, por ende, no se daba el tiempo de voltear hacia la clase para comprobar si alguno se estaba durmiendo, leyendo mangas, dibujando o inclusive besándose. Sus compañeros de aula eran todo un caso perdido y, debido a que sabían que pertenecía a la pandilla de hermanos Hayakawa, no se le acercaban a menos que quisieran intentar ligarla (lo cual, para su mala suerte, era bastante seguido).
Había costado mucho tiempo que les tomaran enserio, porque al principio cuando se formó, nadie respetaba a la Hayakawa Gang. La razón principal era muy simple: porque cuatro de sus cinco integrantes, eran mujeres; y nadie en el mundo de la delincuencia tomaba de momento enserio a las mujeres. Aunque, esos mismos, pensaron diferente cuando se enfrentaron a los cinco hermanos y se dieron cuenta de que aquellas de las cuales se reían, habían hecho que se tragaran sus palabras a base de golpes.
Issey era el líder, el más mayor y quien dirigía a las hermanas para que ellas no cometieran las locuras que a veces aparecían en sus mentes. Kimi, por ejemplo, era fanática de pelear y dar golpes a diestra y siniestra, pero siempre y cuando su ropa no fuera ensuciada con sangre o mugre; por eso, cuando alguien se metía en su camino de la nada para intentar ganarles a los hermanos, era muy meticulosa, porque siempre terminaba sucia. Odiaba la gente que no ponía fecha y hora para enfrentarse, ya que de esa manera seria todo más fácil y solo tendría que usar ropa para el combate.
Además, no necesitaban más de cinco miembros para hacerse notar. Porque, ellos solos se habían convertido en una de las pandillas más conocidas de Tokio tan solo con sus propios méritos. Y, ofertas habían recibido por todos lados de gente que se les quería unir, o demás bandas que les querían a su lado. Pero, Issey siempre se negó a ello.
Desde aquella noche en el orfanato en el cual se proclamaron los cinco hermanos, todas las chicas habían seguido a Issey allá por donde iba para ayudarle a cumplir su sueño y que así fuese feliz. Jamás se arrepentirían de eso.
—Hey, Hayakawa —le llamó una compañera suya mientras ésta miraba por la ventana y contaba cuántos pajarillos pasaban por ahí y de qué colores—. ¡¡Psttt, Hayakawa!!
—¿Eh? ¿Qué necesitas? —le preguntó con desinterés cuando aparto su mirada de la ventana y la fijaba en la chica a su lado, que tenía las mejillas rojas y parecía muy nerviosa, como siempre que alguien le hablaba—. Disculpa si no te hice caso, estaba entretenida —esbozó una sonrisa ladina.
—Esto... —murmuró con vergüenza, pasando una mano por su cuello y mirando discretamente hacia la parte trasera del salón; Kimi la miró con curiosidad porque nunca había entablado una conversación con ella, así que le intrigaba saber qué podría decirle— Itadori quiere hablar contigo cuando acabe la clase, pero le da pena decirte.
Ella no tenía idea de quien era esa tal «Itadori» así que giro su cabeza nada discreta hacia donde había visto la chica hace un segundo, y descubrió a un chico de cabellos rosas que, al darse cuenta que Kimi lo veía, desvió su mirada muy ruborizado hacia el otro lado y fingió estar prestando atención a la clase. La rubia volvió a ver a su compañera que parecía que quería matar con la mirada al muchacho y se rio sin querer.
—Claro, dile que venga a mi asiento —le dijo, para después volver a mirar hacia la ventana y escuchando a la lejanía a su profesor, que seguía hablando del verb to be y de su importancia.
Finalizando la clase de inglés el profesor salió del aula, y Kimi comenzó a hacer bocetos de un vestido que se le acababa de ocurrir mientras veía a los pajarillos. Siempre que dibujaba tenía una alta concentración, así que no se dio cuenta cuando el chico Itadori se acercó a ella y se sentó a su lado, hasta que carraspeo.
—H-Hola —murmuró luego del carraspeo y ella alzo la mirada hacia él, descubriendo que, efectivamente como todos los chicos que se le acercaban, se encontraba con las mejillas rojas y con nerviosismo; Kimi asintió en forma de saludo—. Y-Yo, quería darte esta carta...
La rubia sonrió de lado al ver como la carta tenía varios corazones dibujados. La agarró y la comenzó a abrir mientras el muchacho seguía a su lado e inclusive temblaba de los nervios. Cuando ya la había leído supo que nuevamente tendría que rechazar a otra persona que se le declaraba, así que con todo el tacto del mundo (como siempre) le decía que no se encontraba interesada en él ni en una relación. A Kimi le pareció lindo el muchacho y no iba a negarlo, pero sabía que aún no llegaba la persona que la hiciera sentir algo especial y no quería estar ilusionando a chicos en vano.
—S-Siento mucho la molestia —dijo Itadori rápidamente, inclinándose hacia ella varias veces; quiso decirle que aquello no era necesario, pero él volvió a hablar—: Pero quédate con la carta, me gustaría que la conservaras.
—Lo haré.
Así que luego de aquel momento, era hora de que las clases finalizaran. Salió de su aula y al llegar a otro edificio se encontró con Hekima y Gina, y a pocos metros con Issey. Todos los Hayakawa acudían al mismo colegio, pero en diferentes años. Issey, por ejemplo, era el más mayor; le seguía Gina, Kimi, Hekima y finalmente Kat, que era la más pequeña; por lo que jamás iban a compartir clase. Aunque, en verdad, ningún Hayakawa compartía clase porque los profesores habían pedido explícitamente aquello porque sabían lo que pasaba si estaban juntos.
Kimi iba caminando con sus hermanos y platicando mientras visualizaba a Kat frente a la escuela, siendo la primera como de costumbre. Todos destacaban siempre: Issey destacaba por su pelo rojo; Gina por tener cara de perro hambriento y ser rubia; ella porque muchos chicos cuchicheaban a su lado preguntándose si serían lo suficientemente valientes para pedirle una cita; Kat por su apariencia infantil y divertida; y, por último, Hekima siempre mantenía la cabeza agachada mientras encendía su cámara de fotos, por si acaso en el camino encontraba algo a lo que fotografiar.
A un par de metros se encontraba Itadori con la chica que le había dicho que él quería hablar con ella, y también como ella le daba un golpe en la cabeza burlándose del rechazo por su parte. En realidad, no podía entender cómo es que tantas personas se fijaban en ella, ya que fácil, al día, un chico se le declaraba, otros le pedían directamente una cita e inclusive algunos intentaban besarla, siempre ganándose un golpe de su parte para que la dejaran de molestar (y que acataban cuando Issey se acercaba amenazadoramente).
—¡Por fin salen! —exclamó Kat cuando vio a sus hermanos juntos—. Llevo aquí media hora.
—Exagerada de mierda —bostezó Gina, confesando de esa forma sin palabras que se había tirado la última hora de clase durmiendo como un bebé.
—¿Les importa que me vaya un ratito? —preguntó Hekima con una sonrisita de emoción—. Hace un día muy bueno, y quiero dar un paseo antes de ir a casa para ver si encuentro algo a lo que hacer fotos —todos los hermanos fueron testigos de cómo un brillo surgía en su mirada—. Seguro que encuentro inspiración en algún lado.
—Bueno, pero no llegues demasiado tarde, ¿está bien? —accedió Issey revolviendo el cabello plateado de su hermana—. El abuelo seguro que querrá ver tus fotos después.
—¡Díganle que no tardaré mucho! —se despidió Hekima en una exclamación mientras caminaba en dirección opuesta a la que tomaban el resto de los hermanos Hayakawa.
—¿Qué tienes ahí, Kimi? —preguntó Kat interesada mientras que su hermana se guardaba la carta en la mochila que se había quitado momentáneamente de los hombros.
—Un chico se me ha confesado por carta —contestó ella con simpleza—. Le he rechazado, pero aun así, quería que la guardara.
—¿Qué chico ha sido? —preguntó el pelirrojo con una mueca de enfado—. A ver si voy a tener que charlar con él y decirle que no se acerque a mis hermanas pequeñas...
Kimi se rio y evito decir que el chico había estado a pocos metros de ellos cinco minutos antes.
—Bueno, ya ha llegado Issey el sobreprotector —rio Gina—. Tienes suerte de que solo una de tus hermanas haya salido tan ligona.
—Si quieren, les puedo conseguir yo algún novio —propuso Kimi con una sonrisa malévola.
—No gracias, prefiero los mangas —se disculpó Katsuki con una mueca de asco por pensar en sí misma en una relación amorosa con otra persona.
—Y yo las motos —dijo Gina con la misma mueca de asco que su hermana.
—Y por parte de Hekima, ya sabemos que ella prefiere las fotos —rio Issey al último, provocando que sus tres hermanas presentes también rieran.
Los cuatro Hayakawa reunidos pusieron rumbo a su hogar mientras charlaban de cosas sin sentido, al menos así el paseo se les hacía más ameno porque vivían realmente lejos de la escuela. Para llegar hasta su hogar, tenían que ir por callejuelas poco transitadas, en las cuales solamente solía haber gatos y de vez en cuando algún delincuente de poca monta que bajaba la cabeza cuando los hermanos pasaban por delante riendo como si nada. Pero, aquel día, había alguien que para nada los Hayakawa esperaban ver.
Issey se paró, y sus hermanas le imitaron reconociendo al chico que les esperaba parado en la mitad del callejón mientras sostenía un cigarrillo en su mano en la cual tenía tatuada la palabra "pecado", con una sonrisa socarrona en su rostro a la par que echaba el humo del tabaco por sus orificios nasales.
—Hanma —saludó Issey a regañadientes—. ¿Qué haces aquí?
—Vaya, veo que falta una de mis hermanas favoritas —habló el chico—. Llámenla Quiero hablar con los cinco, porque tengo una tarea para ustedes.
Hekima tardó poco en aparecer cuando escuchó que Issey por teléfono nombraba a Hanma y a que tenían algo que hacer por él. Estando los cinco al completo, Hanma reveló su propósito: les informó sobre la pandilla que se había formado para acabar con la Tokyo Manji Gang, otra que los hermanos conocían vagamente; quería que los Hayakawa fueran parte de Valhalla y que lucharan todos el día indicado de la batalla. Los necesitaba a ellos; aunque más bien, necesitaban su fuerza y aprovechó el hecho de que les tenía en la palma de su mano.
—¿Y si nos negamos? —dijo Issey mordazmente mientras se cruzaba de brazos, pareciendo más imponente que de costumbre—. No quiero que mis hermanas formen parte de otra banda así de salvaje. No vamos a ser parte de Valhalla, Hanma.
—¿Acaso... —el de los tatuajes se empezó a acercar con pasos vacilones— olvidas que trabajan para mí por tu culpa, Issey? —sonrió plantándose delante suya—. ¿O es que quieres que te vuelva a dar otra paliza para recordarlo mientras tus hermanas te miran ensangrentadas desde el suelo? —el pelirrojo apretó sus puños—. Si te niegas, acabaré con tus hermanas una a una dejándote a ti para el final, así verás cómo las dejo hechas mierda.
Katsuki reaccionó a tiempo y agarró a Gina del brazo, frenándola así porque seguro que su hermana tenía la intención de lanzarse a por Hanma y hacerle tragarse sus palabras.
Porque si bien algún día los Hayakawa se sintieron invencibles, hubo una sola persona que les hizo ver que no eran así. Y ese resultó ser Hanma Shūji; el cual venció a cada uno de los hermanos en una pelea tan sangrienta que incluso la pobre Hekima estuvo unos días en el hospital por todos los golpes que recibió sin escrúpulo. De esa forma, la Hayakawa Gang terminó bajo el mandado de Hanma, el cual de vez en cuando, se ponía en contacto con ellos para pedirles que hicieran "recados" para él.
Kimi podía odiar con todas sus fuerzas al chico que los estaba encarando, pero sabía que la única oportunidad para que ninguno resultara gravemente herido aquel día era hacerlo, por más mal que le sintiera el sabor en la boca. Sabían de sobra que cuando Issey perdió contra él no serían tan libres desde ese momento, y para el pesar de todos los hermanos, tenían que acatar esa orden.
—Issey, todo está bien —sonrió Kimi como si nada pasara, posando su mano encima del hombro de su hermano mayor.
—Hanma —habló Hekima la última con una mueca seria en su rostro—, seremos parte de Valhalla como quieres.
—Eso es lo que quería escuchar —celebró el chico—. Se nota que eres la más lista de la familia, querida Hekima —halagó—. Los quiero a los cinco a las ocho en esta dirección que les daré. Es la base de Valhalla, y les haremos miembros oficiales ante todos los demás. No falten, ¡van a ser los anfitriones de la fiesta!
Miró de reojo a Hekima, sabiendo que, si ella había aceptado sin dudar aquel horrible plan, era porque lo consideraba la mejor opción. Issey seguro se sentía miserable de tener que arrastrar a las chicas a otra pelea que podía apostar no acabaría bien, pero no quería demostrar lo mucho que le preocupaba: tenían que hacer como si todo fuera bien por él.
—Issey, alegra la cara —pidió Gina de forma distraída dándole un codazo a su hermano cuando estuvieron a punto de cruzar el jardín de su hogar—. El abuelo se va a dar cuenta de que algo malo ha pasado.
—Pero...
—¡Pero nada! —cortó Kat con una sonrisa—. Solo es una pelea. Y después, volveremos a ser libres como antes.
Pero, la verdad es que ellos no eran libres.
❥
—¡Abuelo, ya estamos en casa! —gritó Kimi saludando al hombre que estaba en el propio gimnasio de su casa.
—¡Pues cámbiense, niños! —exclamó él—. ¡Vamos a practicar un poco en las artes marciales que al final se les olvidará todo lo que hemos aprendido estos años!
—Abuelo, he hecho fotos nuevas —sonrió Hekima asomándose al gimnasio.
—Me encantará verlas, cielo —sonrió el hombre preparando los materiales para la clase.
—¡A ver, déjame verlas! —Katsuki sin permiso, le arrebató la cámara de fotos a su hermana y la encendió. Aunque, Kimi incluso a la lejanía entendió que algo iba mal porque Hekima se había puesto roja como un tomate y trataba de quitarle el aparato a la pelinegra—. ¿Qué pasa, Heki?
—E-Es que hay algunas que son muy malas y no quiero que nadie las vea.
—¡No te lo crees ni tú!
Katsuki se encerró en el baño de su casa con rapidez mientras Hekima daba golpes a la puerta y pedía a gritos que se la diera, pero Kat no iba a ceder porque amaba molestar sus hermanos.
—¿Crees que deberíamos intentar detenerlas? —le preguntó Kimi a Issey en un susurro, mientras él veía la situación riendo y negaba con la cabeza.
—Nop —se burló, pasando su brazo por los hombros de la chica y llevándola con el abuelo y Gina, que lo estaba ayudando con los materiales—. Déjalas, tal vez así Hekima aprende a actuar más rápido contra Kat... sabemos que ama molestarnos.
Los días fueron transcurriendo con relativa normalidad, salvo que los hermanos Hayakawa tenían que acudir siempre que les llamaban al centro de videojuegos abandonado que ahora servía como base de operaciones para Valhalla. Ahora, sin duda alguna, eran parte de esa pandilla y estaban bajo las órdenes especiales de Hanma; quien actuaba como una especie de capitán. Pero, lo que empezó a darles mala espina a los hermanos era en simple hecho de que, en aquella pandilla, el líder no se dejaba ver para nada.
¿Qué tipo de líder no se presentaba frente a su banda y daba órdenes? Alguien que trabajaba desde las sombras y que tenía un propósito demasiado oscuro. Pero, no podían hacer nada por el simple hecho de que no podían desobedecer a Hanma si querían seguir ilesos.
El día de la pelea, los hermanos se presentaron como era debido. Vistiendo el topakku de Valhalla con el ángel sin cabeza a sus espaldas, se presentaron ante la Toman y, como siempre, las hermanas levantaron murmullos y miradas de miedo de los espectadores y de ciertas personas que les reconocieron. Porque, si no conocían a los Hayakawa, habían tenido mucha suerte de no habérselos cruzado por el camino. Aquellos que no les conocían, solamente podían mirar a las cuatro chicas que estaban ahí para pelear, preguntándose qué hacían ahí y si iban a dar la talla.
Pero, claro que la darían.
—¿Por qué sonríes como una tonta, Kat? —preguntó Gina a su hermana sin disimulo mientras que la pelea estaba caldeándose.
—Hacía tiempo que no nos metíamos en una pelea, y esto me recuerda a cuando recién empezábamos a ser conocidos —explicó ella.
—A mí también, de cierta manera —Issey esbozó una pequeña sonrisita.
Y de repente, la pelea estalló. Pero, de momento, los hermanos se mantuvieron en su sitio parloteando como si nada a su alrededor sucediera.
—Es algo diferente, pero bueno —Hekima se encogió de hombros—, al fin y al cabo, pelear es pelear. Y esto lo estamos haciendo para protegernos entre nosotros, así que, ¡aplastaremos a la Toman si hace falta para seguir juntos!
—Así se habla —halagó Kimi, cuando de pronto fijó su mirada en lo que traía puesto e hizo un puchero—. Agh, espero no mancharme de sangre. Me gusta como he combinado el topakku con mi ropa.
Los Hayakawa comenzaron a dispersarse, pero antes, Kat preguntó en un grito:
—¡Issey! ¡Cuando acabemos la pelea, ¿me das dinero para comprarme un manga?!
—¡Katsuki, presta atención a tu alrededor!
Kimi no pudo evitar soltar una risita cuando escuchó eso porque como siempre, Kat encontraba la manera de hacer divertido un momento así.
Hekima rápidamente se colocó a su lado al ser la que menos sabia pelear, por lo que cuando un chico se le comenzó a acercar a su hermana con una mirada amenazadora, ella la movió hacia un lado y le propino un golpe en sus partes bajas provocando que quedara en el piso retorciéndose del dolor. La de cabellos plateados le sonrió y luego lanzó una patada hacia otro chico que se les estaba acercando sigilosamente, para que después Kimi le diera un codazo en la cabeza y lo derrumbara.
Pronto los hermanos se hicieron de notar. Issey podía contra los más grandes, y Gina le seguía allá por donde fuera guardando sus espaldas. Kimi y Hekima también iban juntas, y la única distanciada del resto era Kat; la cual poco a poco se iba dejando llevar por su deseo de pelear y de divertirse mediante ese método.
Las dos chicas iban cuidándose las espaldas y dando golpes sin parar, a la vez que la rubia cuidaba no ensuciar el toppaku. Los chicos de la Tokyo Manji iban cayendo como piezas de domino una tras otra, y pronto ellos se daban cuenta de que no parecían débiles en lo absoluto, después de que a su alrededor empezaba a llenarse de miembros en el suelo y ya sin poder seguir, lo cual le fascinaba a Kimi: sabía que ya tenían una reputación bastante grande, pero con eso se veía el respeto que comenzaban a tenerles.
Aunque todo empeoró cuando a su lado llegaron Issey y Gina, que habían estado peleando cerca de ellos y tenían unas caras tan malas que temió algo fatal.
—Mataron a alguien —les informó Gina con la voz neutra y mirando hacia donde se encontraba Kat peleando a la lejanía—. Nos ocupamos ir, vamos por Kat.
Evidentemente no hubo que decir algo más porque luego de compartir miradas con ellos corrieron en dirección de su hermana faltante, que se dirigía hacia un lugar en específico.
Entre golpear y dañar a matar, existía una diferencia abismal. Los pandilleros se dedicaban en ganarles a sus contrincantes cuando ya no quedaba nadie de pie, es decir, gravemente heridos, pero nunca llegaban a aquel extremo tan horrible de acabar con la vida de alguien más. Eso te convertía en un asesino, y si tan solo llegaban a enterarse de quién había sido, podías terminar en un reclusorio, lo cual no entraba en las metas de vida de Kimi y de seguro ninguno de sus hermanos.
Issey agarró a Kat de los hombros cuando llegaron con ella.
—¿Qué pasa? —preguntó alarmada Kat, seguro por las muecas de horror que tenían todas.
—Han matado a un chico —informó Issey—. Nos vamos, ¡ya!
Y cuando los hermanos pensaron que Valhalla se había disuelto y que, además, volvían a ser relativamente libres de los mandados de Hanma, él volvió a sus vidas con una noticia que no auguraba nada bueno:
—Valhalla ahora será parte de la Toman —anunció—. Se presentarán conmigo el día de la reunión en el santuario Musahi, Mikey ha puesto algunas condiciones para ustedes.
—¿Por qué tenemos que hacerlo?
—Porque seguirán trabajando para mí, aunque estemos en una puta pandilla, ¿está claro?
Los Hayakawa se vistieron por última vez con el topakku de Valhalla, y el día indicado, fueron unos meros soldados más con unas órdenes muy claras que seguir. En compañía de Hanma, se presentaron frente a un centenar de personas que vestían el uniforme de la Toman. Todos murmuraron, las señalaron con disimulo y otros tanto agacharon la mirada porque en el pasado habían sido apaleados por esos hermanos.
Takemichi, quien se había convertido en el líder del primer escuadrón por pedido de Chifuyu en ausencia de Baji, quien murió en la pelea, tuvo un mal augurio. Tan mal augurio que sabía que esas cuatro chicas acompañadas de un único chico significaban problemas.
—Aquí Shūji Hanma, de Valhalla —habló ante todos, al lado del líder llamado Mikey—. Resulta que nosotros nunca tuvimos un líder... Así que, como consecuencia de nuestra derrota, nos uniremos bajo el estandarte de la Tokyo Manji. ¡¡De hoy en adelante, Valhalla está afiliada con la Toman!!
—Mierda, ¡esto es genial!
—¡Ahora Toman tendrá cuatrocientas cincuenta personas!
—Alguien ayudó a unir nuestras dos pandillas —prosiguió Hanma y los hermanos se miraron levemente confusos—. Es gracias a él que esto suceda. ¡Por favor, Kisaki Tetta, da un paso al frente!
Kimi lo miró y lo primero que pensó fue en que el tal Kisaki no tenía para nada buen gusto, así que rápidamente hizo una mueca y desvió la mirada de él. Aun así, no podía evitar pensar en que no le causaba buen augurio ese tal Kisaki que dirigía el tercer escuadrón de la Tokyo Manji; la que sería su pandilla de aquel día en adelante.
—Esto aún no ha terminado —habló ahora Mikey, el líder de la Toman—. Muchos conocerán a la Hayakawa Gang, conformada por los cinco hermanos que nos acompañan aquí —les señaló con su mano abierta—. Como pertenecían a Valhalla, ahora también son parte de nosotros. Será la primera vez que haya chicas en esta pandilla, pero para serles sinceros... — miró a cada uno con una mueca seria— no me fío en absoluto de ellos.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Issey a la defensiva.
—Sé cuán de peligrosos son, y sobretodo, lo que pueden hacer estando juntos —prosiguió el líder—. Por eso, he decidido separarlos aquí y ahora, además de que un miembro de cada escuadrón los vigilará de cerca para poder asegurarme así de que puedo confiar o no en ustedes cinco.
—¿Vamos a tener niñera? —preguntó Kat con una risita como si aquello le causara gracia.
—Katsuki, tú irás a la primera división de Takemicchi. Chifuyu, tú te encargarás de vigilarla, ¿está bien?
—¡Sí!
—Kimi, tú vas a la segunda de Mitsuya. Hakkai, vigílala —la rubia sonrió amablemente cuando vio que el tal Hakkai tragaba saliva y desviaba su mirada porque, que una mujer tan guapa le mirara, le ponía nervioso—. Gina, a la tercera. Kenchin... tú serás el encargado de ella. Confío en ti.
—¿Ah? ¿Yo? —tanto Gina como Draken compartieron miradas reacias y secas.
—Hekima, estarás en la cuarta de Smiley —ella asintió algo nerviosa—. Angry, te encargarás de ella. Y por último... Issey, eres del que menos me fío —admitió plantándose delante de él. El pelirrojo levantó su cabeza de forma orgullosa mientras miraba a Mikey con su ceja levantada—. Irás a la quinta, y será el mismo capitán quien te vigile. ¡Mucho! —le llamó—. ¿Le podrás contener si ves algo raro de su parte?
—Sin problema.
Cada hermano se separó para reunirse con el capitán de sus respectivos escuadrones. Kimi camino tranquila y decidida hacia donde se encontraba su nuevo grupo y se plantó primero frente a Hakkai, el muchacho que la vigilaría; como se había dado cuenta minutos antes el desviaba su mirada de ella y no entendía por qué... tal vez era porque estaba acostumbrada a que los demás la miraran siempre. Parecía como si siempre fuera así.
—Me llamo Hayakawa Kimi, es un placer, Hakkai —le dijo con una gran sonrisa y un pequeño asentamiento de cabeza—. Serás mi niñero entonces —se burló un poco, esperando a que el muchacho de cabello azul real y un lado afeitado dijera algo, pero cuando parecía que lo haría, alguien más habló por él.
—Discúlpalo, Hayakawa, es que es un chico muy tímido con las chicas.
La mirada de Kimi recayó en la persona que había dicho aquello, y al verlo, se quedó sin habla. El muchacho que se encontraba a su lado y le sonreía, era el más guapo que había visto en su vida... por no decir menos. Con los ojos color lila y cabello lila plateado, junto con un singular arete con una cruz, ella creyó que tenía un gran estilo.
Su boca se abrió ligeramente al no saber qué decir delante de él, e incluso pudo ver como Hakkai parecía curioso por su comportamiento cuando no era para menos. Kimi no era una persona que se intimidara fácilmente, y lo cierto es que no se sentía así por él, pero si sentía algo extraño en el estómago que nunca antes había experimentado. Los demás de la división se encontraban ahí cerca viendo todo detenidamente como si fuera una exhibición, y debido a que no quería ser tanto el centro de atención, decidió hablar de una vez por todas.
—U-Un gusto —lo miró fijamente a los ojos, sintiendo sus mejillas arder; se reprendió internamente por eso. Si Kat la estuviera viendo se burlaría de ella—. Pueden decirme Kimi. Debe ser extraño tener que llamarnos a todos igual así que será más fácil, ¿no crees...? —dejó aquella frase al aire esperando a que el muchacho se presentará; había escuchado su nombre, pero era como si le hubiera entrado por un oído y salido por el otro. El pareció entender esa indirecta.
—Mitsuya Takashi, el capitán de la segunda división —le volvió a sonreír, y Kimi solo podía pensar en que tenía una linda sonrisa.
Vaya que estar en la Tokyo Manji sería interesante después de todo.
hasta el capítulo siguiente (tres) habrá escenas compartidas con los demás fics, o al menos un par de capítulos jiji para que sepan <3
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