𝟬𝟬𝟱. a great afternoon
ハート型のボックス
capitulo cinco
"una grandiosa tarde"
Kimi sabía que sus hermanos se enojarían y preocuparían por ella cuando llegando contó lo que había sucedido con lujo y detalle.
En ese momento solo estaban Issey, y rápidamente lo atacó con toda la molestia que había generado contra Taiju; poco después llegó Hekima que, a juzgar por el rubor en sus mejillas y lo extrañamente feliz que se veía, suponía algo más; Gina fue la siguiente, contándoles que Mikey era el hermano de Shinichiro, el chico por el cual el mayor había querido volverse delincuente; y finalmente Kat hizo aparición.
La intención de la rubia tampoco era preocupar demasiado a sus hermanos: suficiente tenían con Hanma, la Toman y la escuela, pero sabía que no podía no decirles. De una u otra forma se terminarían enterando de la verdad y ahí le iría peor por no haberles contado antes. Kimi sabía que se había metido en un gran problema, y lo podía confirmar cuando al siguiente día, finalizando las clases, vio a Mitsuya en su moto afuera de la escuela.
—Vamos, sube —le dijo con una linda sonrisa, palmeando el asiento de atrás—. Daremos una vuelta.
Ella se acercó poco hacía él. No pudo evitar sentirse muy nerviosa, y agradeció haberse arreglado un poco en su última clase porque tuvo alguna sospecha de que tenía que hacerlo.
—P-pero mis hermanos —empezó dudosa, pero el la interrumpió.
—Déjale un mensaje a Issey para que no se asusté —explicó riendo, por lo nerviosa que se veía—, así no creerá que te secuestré o algo.
Aunque lo dudo, con aquella bella sonrisa que tenía en el rostro, Kimi no pudo decirle que no. Terminó asintiendo y subiendo en la motocicleta con Mitsuya, y rápidamente le mandó un mensaje a Issey antes de empezar a andar.
—Draken tuvo el valor de secuestrar ayer a mi hermana —le contó la rubia cuando ya se habían alejado un par de calles de la escuela, mientras ella le sujetaba la cintura y trataba de hacer como si no estuviera nerviosa por la cercanía—. Literalmente fue a su aula, dijo que era su abuelo y se la llevó al estilo costal de papas... Cuando Mikey dijo que sería su niñero no creí que eso involucraba llevársela de sus clases.
—Estoy seguro que eso no entra en los acuerdos —habló riendo, seguramente por la anécdota tan rara—. Pero algún motivo debe tener para quererla con él. Tal vez no confía lo suficiente en tu hermana.
Apoyó su cabeza en su espalda, sintiendo el viento chocar contra su cara en todas direcciones y oliendo, sin querer, el olor del perfume que traía puesto Mitsuya.
—Issey también se la pasa todo el día con Mucho. ¿Estarán enamorados de mis hermanos o por qué son así?
El muchacho empezó a toser, y Kimi, sintiéndose inútil, solo pudo darle golpecitos en la espalda intentando que eso pudiera ayudar. Luego recordó que tenía una botella con agua que compró en una máquina cuando fue su hora del receso y que aún tenía, por lo que haciendo malabares arriba de la motocicleta, la saco de su mochila y se la pasó.
Detuvieron la motocicleta frente a una cafetería para que él se pudiera sentar y así tomar el agua. Kimi se preguntó si acaso había abierto la boca por accidente y le entró algún animalito, porque eso le había sucedido la primera vez que Issey le dejó subirse a su motocicleta sola.
—¿Estás bien? ¿No te vas a morir? —le preguntó Kimi a Mitsuya cuando parecía sentirse mejor—. ¡Me diste un gran susto! —le dio un ligero golpe en el hombro e hizo una mueca—. ¡No hagas eso de nuevo!
Mitsuya sonrió de lado avergonzado. Se apoyó bien en la banca y la miró a los ojos antes de responderle:
—Hum, ¿perdón? Es que creo que se me metió un animal o algo... Maldición, debería ser más cuidadoso.
Pero era mentira. En realidad, el chico se había sorprendido del comentario que hizo Kimi con respecto al "enamoramiento" hacía sus hermanos, que, cuando quiso responderle, se atragantó el mismo y resultó en esa escena tan vergonzosa para él.
Aunque claro, ella no tenía idea porque Mitsuya sabía disimular bien.
—¿No quieres que compremos algo en la cafetería para que te sientas mejor? —propuso Kimi de pronto, mirando al chico con una sonrisa tranquilizadora—. ¡Te compraré lo que quieras! Bueno, tampoco lo que quieras porque no tengo tanto dinero...
—No dejaré que me compres algo, Kimi —se rio, como si ella hubiera dicho algo chistoso, preocupándola inconscientemente—. Yo te compraré algo, vamos.
—Yo lo puedo pagar, no te preocupes por eso —no podía negar que le molestaba un poco que los chicos quisieran pagarle todo a las chicas, porque le gustaba ser independiente también; algo que había aprendido de Gina—. Yo te compraré algo, no quiero que te vuelvas a morir, ¿de acuerdo?
Había utilizado un tono de regaño, y aunque a Mitsuya le pareció tierno que intentará parecer mala, terminó aceptando porque sabría que no podría llevarle la contraria a Kimi. Entonces ella se sintió feliz, e inconscientemente lo tomó de la mano para entrar juntos a la cafetería.
Kimi pocas veces había entrado a un lugar así. El abuelo a veces los llevaba pero no era tan común en su itinerario, por lo que cuando entró y se dio cuenta de lo bonito que estaba decorado el lugar, se emocionó más. Casi olvidando que tenía sujetado a Mitsuya de la mano (por lo que básicamente lo arrastró), caminó rápido hacia una pintura que estaba en la pared del lugar, de una chica muy linda que tenía a sus alrededores postres; nunca se imaginó que eso podría verse bien, pero si lo hacía.
—Qué linda es —murmuró, deseosa de ser ella la que estuviera en una pintura así de hermosa.
Mitsuya sonrió al verla como una niña pequeña en una juguetería, y visualizando la pintura al igual que ella, se le salió decir algo en lo que estaba pensando:
—No te preocupes, tú eres aún más linda.
Kimi creyó que eso había sido producto de su imaginación, pero cuando giró su cabeza para ver a Mitsuya y darse cuenta que se había puesto colorado del rostro, supo que no. Sorprendentemente no se puso nerviosa y le causó curiosidad en ella misma.
Esa frase la había escuchado tantas veces que las había dejado de contar hace tiempo. La mayoría de los muchachos que había conocido a lo largo de su vida constantemente le decían tantos halagos que Kimi estaba segura que había escuchado todos los existentes, pero, que Mitsuya lo dijera, con ese tono de voz como si en verdad lo creyera, la hizo sentir especial. No cualquier persona llamaba su atención, y era algo que ella sabía se sobra; así que cuando vio por primera vez a su capitán, con esa bella sonrisa y la forma tan buena de vestir a pesar de traer el uniforme de la Toman, la hizo sentir algo completamente diferente a todo lo que había experimentado antes.
Sentía que estaba enamorándose, y no sabía si era algo que le gustara. Nunca había crecido viendo el amor verdadero puesto que desde que tenía uso de razón estuvo en el orfanato, lo que quería decir que muy probablemente sus padres no se quisieran tanto que decidieran mejor no hacerse cargo de ella, o simplemente no había sido deseada. ¿Cómo podía Kimi confiar en un sentimiento que había estado desaparecido la mayor parte de su vida?
La primera vez que se enamoró fue cuando, por accidente, encontró una revista de moda en un bote de basura afuera de la habitación de una de sus cuidadoras, y supo que nunca había visto algo tan hermoso como eso. Luego, cuando gracias a Mieko, la cuidadora que había sido como una mamá para ella y que constantemente la aconsejaba sobre el mundo exterior, pudo saber más acerca del mundo de la moda y además la había enseñado a dibujar. Y finalmente, el amor tocó a su puerta cuando todos sus hermanos habían ido a protegerla cuando la atacaron aquella vez, demostrando que no necesitaban conocerla para quererla profundamente; un amor que se había fortalecido con el tiempo que llevaban con el abuelo, que también le había brindado mucho de ese cálido sentimiento.
Aun así, Kimi era tan inocente y deseosa de conocer el mundo, que dejaría en sus manos al destino para hacer lo que le apeteciera. Que, si el mismo le estaba poniendo a Mitsuya adelante, con esa cálida sonrisa y aquellas palabras tan llenas de sentimiento, le haría caso.
Porque, ¿quién era ella para ir en contra de la corriente? Nadie, exacto.
—Y-yo, no quise decir eso —se retractó Mitsuya, al pensar que tal vez lo había arruinado porque Kimi no le había respondido en varios segundos—. Es decir, sí, pero...
—Yo también creo que eres muy lindo, Mitsuya Takashi —lo halagó, sintiendo las mejillas arder y miles de mariposas en el estómago—, y mucho.
Él sonrió, aliviado de que así fuera y ella no lo hubiera mandado por un tubo. Aunque en realidad no sabía bien qué debía hacer luego de eso, puesto que las relaciones amorosas no eran su fuerte para nada. A pesar de eso, Kimi estaba dispuesta a también enamorarlo, porque no todo el trabajo debía ser del hombre.
—¡Entonceeeees...! —exclamó, sosteniendo con más fuerza su mano y sonriendo en grande—. ¿Qué vas a querer?
Kimi terminó comprando un kasutera para ella y un doroyaki para él, así que, para que ella siguiera admirando la belleza de la cafetería, decidieron comer ahí mismo en una de las mesas que se encontraba al lado de un ventanal, para que Mitsuya también pudiera vigilar su motocicleta.
Se daba cuenta como el chico aún se encontraba un poco nervioso, ya que mientras comían Kimi se la pasó casi todo el tiempo hablando y el escuchando, y cuando intentaba hacer que dijera algo más, parecía tan avergonzado que no lo hacía. Estaba un poco acostumbrada a que chicos tuvieran vergüenza de hablar con ella y se ponían nerviosos, por lo que no pudo pensar en qué se veía más lindo que de costumbre de esa forma.
—Mañana habrá una junta con todos los capitanes —habló al fin Mitsuya, cuando casi terminaban de comer—, ya sabes, por lo de ayer —Kimi asintió—. Entonces tienes que estar ahí, al igual de Hakkai y Takemicchi, porque fueron los que presenciaron todos.
—¿Me necesitan ahí a mí? ¿Obligatoriamente?
No es que no quisiera presenciar una reunión de la Toman, puesto que todos sus hermanos lo querrían también, pero le ponía nerviosa el hecho de estar con todos los más importantes de ahí, viéndola y tal vez, juzgándola. Además, eso implicaba que estarían junto con Hanma y no le agradaba mucho; a pesar de que seguían estando a su mando, a Kimi le gustaba mil veces más pertenecer a la Toman que a Valhalla, en donde tenían que soportar un humo de cigarro y drogas horrible cada que se reunían. Al menos en donde se encontraba actualmente no tenía que soportar ese tipo de cosas.
—Sí, Mikey lo ordenó.
Hizo una mueca, terminando de un bocado su kasutera y recargando su cabeza en el ventanal.
—No quiero que me mire con malos ojos —confesó Kimi—. No estoy para soportarlo de esa forma.
—No dejaré que lo haga —dijo Mitsuya, sonriéndole y también terminando su doroyaki—. Es mejor que nos vayamos ahora, tengo que ir a cuidar a mis hermanas y seguro en tu casa te esperan... o... ¿te gustaría ir a mi casa?
Esa pregunta no se la espero. Kimi se le quedó mirando como si al instante se fuera a retractar pero no fue así, por lo que, un poco dudosa, asintió.
—¿Por qué no? —preguntó de regreso con una sonrisita de tonta enamorada, como decía Kat—. Me llevo bien con los niños, en especial las niñas así que, yo encantada.
Kimi podía actuar como si no le importara, pero en realidad, por dentro estaba que se moría de los nervios. Para ella era un paso realmente grande que Mitsuya la invitara a su casa y conocer a sus hermanas, y aunque tal vez no lo hacía con otra intención, quería pensar que era porque le gustaba.
Pero bueno, en realidad tampoco estaba mal imaginarse cosas, ¿verdad? Porque al menos Kimi, fuera de esos nervios, estaba también feliz. Agradecía en esos momentos caerle bien a los niños pequeños después de haber convivido con unos de todas las edades en el orfanato, y esperaba eso le diera un par de puntos extras con ellas.
Ambos volvieron a subir a la motocicleta del chico, y de nuevo Kimi se sujetó de su cintura para no caerse o peor. Mientras tanto, no podía dejar de darle vueltas en su cabeza a todo el asunto en el que se encontraba envuelta; y aunque se sentía en una película de amor-acción, le gustaba. Se sentía cómoda con la vida que tenía en esos momentos excluyendo a Hanma, y esperaba así siguiera mucho tiempo más.
Mitsuya vivía en un lugar lleno de apartamentos que era de lo más usual en Japón. Kimi alguna vez le preguntó al abuelo Hiroshi por qué tenía casa propia, y le dijo que después de darse cuenta que no tendría hijos ni nada, con los ahorros de su vida decidió comprar un terreno grande que pudiera heredar. Luego llegaron los cinco hermanos en conjunto, listos para hacer su vida más entretenida después de haber estado muchos años solo. Y lo cierto es que a ella le gustaba mucho la casa.
—Mi mamá tiene diez minutos que se fue a trabajar, así que tengo que estar con ellas para que no hagan mucho alboroto mientras no estoy —le explicó Mitsuya, mientras se bajaba de la motocicleta y la ayudaba a ella a hacerlo—. Cuando les haga de comer te voy y te dejo de regreso a tu casa, ¿sí?
—Podría pedirle a Issey que venga por mí y así me quedo más tiempo —propuso Kimi, ruborizada—. Pero solo si quieres, claro.
A él le pareció una buena idea, y entonces subieron hasta el tercer piso, que era donde al parecer vivía él, y con las llaves que traía en la mano abrió la puerta, dejando rápidamente escuchar unas vocecillas emocionadas.
—¡Ya llegaste, hermano! —exclamó la más alta, abrazándolo. Después la más pequeña también lo abrazó.
Cuando se separaron, ellas se dieron cuenta de la presencia de Kimi. Avergonzada, les sonrió tímidamente y las saludó con la mano moviéndola un poco.
—Ella es Kimi Hayakawa —la presentó Mitsuya, tomándola de la mano y haciendo que se acercara a ellas al darse cuenta que se encontraba nerviosa—. Ella es Luna —señaló a la más alta, y luego a la más bajita— y ella es Mana.
—¡Es un gusto conocerlas! —dijo la rubia, mirando al chico de reojo y viendo cómo se reía de su nerviosismo, a pesar de que las niñas estaban más concentradas en qué su hermano la había tomado de la mano.
—¡Tu novia es muy linda, hermano! —gritaron las dos al mismo tiempo, corriendo a abrazarla y una hizo que lo soltara—. Yo te quiero tomar de la mano, ¿puedo? —habló ahora Luna, sonriéndole con emoción.
—¡Pero yo también quiero tomarla de la mano! —hizo un puchero Mana, mirándola con sus bonitos ojos, viéndose muy feliz—. ¡Nuestro hermano nunca había traído a una niña a la casa, y eres taaaaan bonita!
Kimi miró a Mitsuya de reojo, y notó que se había ruborizado. Pero lo que más le pareció extraño fue que no negara lo de ser novios, por lo que ella tampoco.
—Tengo dos manos, una para cada una —habló por fin, sintiéndose menos nerviosa al darse cuenta que más hermanas del chico eran las niñas más lindas que había conocido—. ¿Qué les parece si comemos unos doroyakis que traje para comer?
—¡¡Si!! —las dos asintieron muy felices, y la arrastraron hacia el sillón en donde la obligaron a sentarse.
—¡No le vayan a decir nada malo a Kimi! —les advirtió Mitsuya acercándose a la cocina—. ¿Cuándo compraste esos doroyakis? —la miró.
—Antes de irnos —se burló de su falta de atención—. ¡Pero no te preocupes, solo traigo uno para cada uno! También tienen que comer lo que les vayas a preparar, ¿verdad?
—¡Claro! —respondió Mana sonriente, e hizo unas señas a su hermano para que se fuera y las dejara a solas.
No tenía idea de lo bien que había criado Mitsuya a las niñas. Según le había contado él, su madre casi no estaba por el trabajo y él había tenido que cuidarlas desde que eran unas bebés. Por su mente pasó la idea de que sería un gran papá, pero rápidamente la descartó al darse cuenta que estaba pensando demasiado en el futuro.
—¿Desde cuándo son novios mi hermano y tú? —Luna se recargó en la mesita de centro de su habitación, ya que se habían puesto a colorear las tres unos dibujos que tenían, y agitó las pestañas haciéndola ver adorable—. Nos habló de una chica bonita que había conocido hace unos días... ¡pero no nos dijo que tanto!
—Tiene razón Luna —habló ahora Mana, aun con la vista en el dibujo pero prestando atención a la conversación—. Eres aún más bonita de lo que nos dijo, ¿cómo es que te fijaste en él?
Ahora sí Kimi no sabía qué decir. No podía asegurar que eran novios porque ni siquiera sabía bien qué sentía Mitsuya por ella en el poco tiempo que llevaban conociéndose, así como tampoco estaba confirmado que de la "chica bonita" de la cual hablaba él, fuera ella. No quería imaginar cosas que no eran.
—Y-yo —empezó, pero trabándose, y provocando que ambas niñas la miraran con curiosidad esperando su respuesta—, pues, no somos novios.
—Pero se gustan, ¿no? —la más bajita cuestionó con obviedad—. ¡Vi que te tomó de la mano! ¡Él solo lo hace con nosotras!
—Yo creo que aún no le dice, Mana —habló la otra pequeña, negando con la cabeza como si estuviera reprendiendo mentalmente a Mitsuya—. Mi hermano va muy lento contigo. Tendremos que decirle se apure porque luego te pueden conquistar y queremos que seas su novia.
Nuevamente los colores se le subieron al rostro a Kimi, y solamente pudo sonreír en respuesta. Ellos dos no eran nada más que amigos, así que, como llevaba pensando todo el día, no se haría ilusiones en vano; aunque, tampoco negaría la oportunidad de conocerlo mejor, porque si quería hacerlo.
El chico les habló en ese momento para que fueran a comer, y las tres se levantaron del suelo en donde estaban coloreando para dirigirse a la mesa principal. A Kimi le daba un poco de vergüenza comer ahí, pero al menos podía asegurar que no haría el ridículo puesto que tenía buenos modales a la hora de comer. Los cuatro se sentaron juntos, y las niñas a propósito dejaron que Mitsuya se sentara a su lado, sonriendo maliciosamente.
La comida fue demasiado tranquila, en realidad. Luna y Mana hacían comentarios de que hacían linda pareja mientras hablaban de otros temas como para no verse tan obvias, pero lo eran aun así. Kimi todo el tiempo se dedicaba a asentir a lo que decían ellas, ya que al final de la comida se dedicaron en contar cómo les iba en la escuela y eso era mucho más interesante. La rubia solo podía sentirse aún más feliz de haber aceptado la invitación de Mitsuya, porque se la había pasado genial con ellas.
El resto de la tarde también se la pasaron juntos. Sus hermanas habían dicho que tenían tarea que hacer y se habían ido a encerrar a su habitación para dejarlos a solas. Kimi no podía pensar en otra cosa que no fuera que esas niñas eran demasiado inteligentes.
Casi al final del día, Mitsuya se atrevió a mostrarle varios diseños que tenía con vergüenza, pero Kimi estaba feliz de verlos. Sabía que tenía un gran gusto, pero no tenía idea de que dibujara mejor que ella.
—Yo sería feliz de poder modelar todos tus diseños —se atrevió en decirle, con los nervios a flor de piel—. ¡Mi sueño es ser modelo y a la vez tener mi propia marca! Podríamos hacerlo juntos, ¿no crees?
—Estaría encantado de que así fuera —él le sonrió y la miró directamente a los ojos.
A Kimi le gustaban mucho los ojos de Mitsuya. Nunca había conocido a alguien con el color que el poseía, y cada que lo miraba le gustaban más. Por no decir que el morado (y sus variantes) era su color favorito.
Inconscientemente Kimi se fue acercando al rostro del chico, sin tener idea de por qué lo hacía. Lo peor era que él no se alejaba para nada, sino que, por el contrario, parecía que también pensaba lo mismo que ella. Se comenzó a poner nerviosa y sus manos empezaron a sudar, y hasta el momento en el que puedo jurar que escuchó la respiración acelerada de Mitsuya, no pensaba echarse para atrás. Sus respiraciones se entremezclaron, y cuando la rubia puedo jurar que estaban a punto de besarse, algo los interrumpió.
Su celular se encontraba sonando.
Kimi quiso tomarlo y lanzarlo hasta que dejara de hacerlo, pero cuando vio de quién se trataba, supo que eso ni siquiera entraba entre sus posibilidades. Issey le estaba marcando, lo que significaba que se encontraba debajo del edificio esperándola para irse a su casa, ya que en eso habían quedado horas antes. Si de por sí no se encontraría muy feliz porque sabía algo acerca de los sentimientos que tenía por Mitsuya, cuando la viera con el rostro completamente ruborizado sabría que algo había sucedido.
Maldijo internamente a su hermano por no haber llegado aunque fuera diez minutos después, pero como ella solía pensar, seguramente era el destino que no quería que en ese momento ellos se besaran. Y no tenía de otra más que acatar.
—Issey ya está esperándome —fue lo que dijo la rubia con vergüenza, y mirando inconscientemente los labios delgados del chico—. S-supongo que ya debo irme.
En verdad hubiera querido besarlo.
—Sí, entiendo —murmuró Mitsuya sonriendo de lado y levantándose del sofá; le tendió una mano para ayudarla a que se levantara, y le pasó su mochila—. Te acompaño.
Ella asintió, colgándose su mochila por los hombros y yendo a despedirse rápidamente Luna y Mana. Ambas le hicieron prometer que ir a visitarlas nuevamente, y obvio Kimi no pudo decirles que no; le dieron un abrazo antes de salir del departamento y vio como amenazaron a su hermano por algo.
Bajaron las escaleras del edificio en un silencio un poco incómodo, pero ella sabía que era porque después de lo que estaban a punto de hacer, ambos se encontraban un poco confundidos. Nunca se habían dicho algo más fuera de los cumplidos de cuando se encontraban en la cafetería, por lo que, al menos creía Kimi, Mitsuya se encontraba igual de pensativo que ella.
—¡Te tardaste horas en bajar! —le dijo Issey con un poco de burla, pero a leguas se notaba un poco celoso—. Gracias por invitarla a comer, Mitsuya. Aunque la extrañamos porque siempre está quejándose en su habitación de que no sabe con qué combinarse uniforme el día siguiente...
—¡¡Issey!! —lo reprendió la rubia con molestia, negando con la cabeza y girándose para despedirse del chico—. Y-yo, pues, gracias por la tarde juntos —sintió cómo se ruborizaba, y lo miró directamente a los ojos antes de irse—. Espero se repita.
Kimi, con toda la valentía que pudo agarrar en el transcurso de la tarde, le dio un beso en la mejilla para después salir corriendo hacia la motocicleta de su hermano y treparse en ella. Pudo escuchar como Issey hizo un ruidito molesto pero no le importó, y mientras se alejaban de ahí se despidió con la mano de Mitsuya, que de había tocado la mejilla con la mirada perdida para después despedirse de ella torpemente.
Estando a varios metros de distancia del lugar, Kimi nuevamente se comenzó a sentir nerviosa. ¿Si casi se besaba con él era porque gustaba de ella? ¿O cuál era la razón detrás de eso? Miles de preguntas asaltaron su mente, pero prefirió ignorarlas en ese momento; tomó de la cintura a su hermano y disfrutó del trayecto hacia su casa gracias al aire fresco que corría comúnmente en las noches de Shibuya.
❥
Al otro día volvió a ver a Mitsuya. Kimi tuvo que soportar todas las preguntas que le hicieron sus hermanos cuando llegó a la casa sobre cómo le había ido con él. Intentó desviar las cosas y solamente decir que había pasado casi toda la tarde con sus hermanas, cuando era la verdad, pero a medias. Aunque eso sí, no fue un obstáculo para que Kat la molestara diciendo que se habían besado (lo cual, lamentablemente, era mentira).
Acababa de entrar a lo que parecía ser una bodega, en donde se encontraban todos los capitanes de la Toman, tal y como le dijo Mitsuya el día anterior.
—Como ya todos saben, hace dos días... —habló Draken para iniciar la reunión— Takemicchi fue golpeado por el líder de los Black Dragons. Usó la violencia en él, sabiendo que es nuestro capitán de la primera división. Lo que significa, que es la declaración de guerra de parte de los Black Dragons.
Smiley hizo un comentario insultándolos, y luego Mucho insinuó que sería fácil ya que ya los habían vencido una vez. Pero rápidamente Mitsuya le hizo saber que no lo sería, ya que como Kimi se había dado cuenta, la décima generación era mil veces peor que la novena.
—No fue culpa de Takemicchi ni de Kimi no saber dónde se encontraba el territorio de los Black Dragons —lo interrumpió Smiley, que, a pesar de siempre lucir feliz, tenía una notoria vena saltándole al lado del ojo—. Así que, ¿por qué demonios los llevaste ahí, Hakkai?
—Oye, Hakkai —dijo ahora Mucho, acercándose a los tres y postrándose frente a él—, estás... ¡¿actuando como espía para los Black Dragons? Qué hijo de puta.
—Es el hermanito de líder, ¿no es así? —insinuó de nuevo Smiley.
—Intento ocultarnos esto, ¿eh?
—E-espera un momento —rápidamente intentó intervenir Takemichi—, Hakkai no quería...
—¡¡Cierra la maldita boca!! —le gritó Mucho, y en ese momento Kimi ya no pudo quedarse callada.
—¡¡Es la verdad!! —exclamó molesta, poniéndose más cerca de Takemichi y mirando directamente a los ojos al chico que lo calló—. Hakkai no tuvo esa intención, nosotros sólo veníamos de jugar bolos y...
—¡¡Tú también cállate!! —Mucho se veía molesto, y no desvío la mirada que le estaba dirigiendo Kimi con furia.
—Hey, no se te ocurra volver a hablarle así a ella —Mitsuya se levantó de dónde estaba y lo amenazó con el dedo—. Y menos frente a mí.
Mucho despegó entonces su mirada de ella, y volvió a querer decirle algo a Hakkai. Kimi se sintió agradecida con Mitsuya, aunque en realidad no necesitaba que nadie la defendiera porque ella sola podía contra él. También se sentía molesta porque no le gustaba que le echaran la culpa a su amigo, cuando podía confirmar que su intención no había sido generar un conflicto contra los Black Dragons.
—No daré ninguna excusa —fue lo primero que dijo Hakkai, apoyando sus piernas en el suelo y con una mirada decaída—. Ódienme, patéenme, hagan lo que quieran. Como su hermano menor, estoy preparado para asumir las consecuencias. ¡¡Así que... líder!! —levantó la cabeza y miró directamente a los ojos a Mikey—. Yo, Hakkai Shiba, vice-capitán de la segunda división de la Tokyo Manji Gang, ¡¡solicito permiso para abandonar Toman!!
—¿Está bien para ti? —le cuestionó con seriedad.
—¡Alto ahí! —exclamó Takemichi desde su lugar y mirando a ambos—. ¡Yo me opongo!
Y luego, el chico hizo la cosa más estúpida qué le había visto hacer Kimi desde que lo conoció ese día en los bolos: intentó sobornar a Mikey con un doroyaki. Evidentemente él lo rechazó, y Draken se enojó con Takemichi insinuando que no se lo tomaba con seriedad. En eso ella podía estar de acuerdo con él: podría ser que esa fuera la comida favorita del líder de la Toman, pero un momento tan crucial no se definiría por eso, si es que acaso eso creía.
Kimi desde su lugar mantener fija la mirada en Hakkai, porque podía sentir como Hanma se le quedaba viendo, y no quería ni siquiera sentía que estaba ahí. Era un poco incómodo por eso, y aunque aún no podía entender por completo para qué la necesitaban, trataría de estorbar lo menos posible. Ni siquiera tenía idea de que se hacían en esas reuniones, Y aunque suponía que su amigo quería renunciar (como bien expresó minutos antes), ella tampoco estaba dispuesta a dejarlo.
Draken le preguntó entonces a Mikey cuál era su decisión, y él dijo que se lo dejaría a Mitsuya, puesto que era su capital. Kimi entonces se le quedó viendo, y él la miró también por un milisegundo. Tan sólo esperaba que no fuera a dejar a Hakkai irse. Luego él murmuró algo que sólo pudo ir el chico su lado.
—Ya no estés tan triste, Hakkai —le dijo Mitsuya—. Lo entiendo.
¿Lo dejaría ir sin más?, se preguntó Kimi cuando escuchó aquellas palabras. Mitsuya se alejó un poco y terminó casi al lado de ella, y por la mirada que le lanzó, supo que haría lo correcto. Entonces le sonrió.
—¿Hum? —Hakkai se sorprendió bastante, y se inclinó ante él—. ¡¡Fue un placer trabajar contigo!!
—¿Eh? ¿Qué estás diciendo? —le preguntó Mitsuya a su amigo, aun sin mirarlo y estando al lado de Kimi—. No dije que pudieras irte —luego se giró con una sonrisa hacia Hakkai—. ¡Déjame hablar con Taiju!
No entendía cuál era la necesidad de ir a hablar con él en ese momento, pero al menos lo acompañó hacia la salida del lugar. Solo esperaba todo fuera resultar bien, porque lo poco que había conocido de Taiju no le había gustado para nada, y aunque sabía que Mitsuya era muy fuerte, no quería confiarse.
—Ten mucho cuidado allá, por favor —le dijo Kimi con una sonrisa ladina y tomándolo de las manos—. ¿Me mandas mensaje cuando llegues te cómo les fue?
—Si quieres voy a tu casa —le propuso Mitsuya, con las mejillas rojas pero valientemente—. Y tal vez pueda llevar a mis hermanas... dicen que quieren verte de nuevo, ¿qué dices?
Obviamente quería. Pero el hecho de estar ahí significaría tener que soportar todos los comentarios de sus hermanos burlándose, y más de Kat. ¿En verdad Mitsuya quería conocer su casa tan sólo un día después de casi haberse besado?
—Te espero allá entonces —asintió, dándole un beso en la mejilla a pesar de que estaban rodeados de Hakkai, Takemichi y Chifuyu, que serían los que lo irían a acompañar a hablar con Taiju; los últimos dos abrieron la boca sorprendidos y se miraron entre ellos—. ¡Nos vemos!
Una calle abajo se encontraba Issey en su motocicleta aunque Kimi no le había pedido que fuera por ella, y es que él había insistido porque según era algo peligroso para que estuviera sola. Agradeció entonces que estuviera lo suficientemente lejos para no ver de nuevo lo que ambos sentían, ya que suficiente había tenido con sus celos del día anterior.
Kimi comenzaba a sentir algo más por él, y ahora podía estar segura que le gustaba ese sentimiento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com