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ハート型のボックス
capitulo once
"mejores deseos"
Kimi había llegado al último día del año dos mil cinco con un sentimiento diferente en ella. Por el contrario de días antes en los que tenía una pequeña espinita en su cuerpo que le había provocado preocuparse de más por todo a su alrededor, sentía un tipo de plenitud.
El año se había pasado volando. Había logrado hacer muchas cosas diferentes que sentía que la habían transformado de una manera increíble, y ya no sentía que era una niña asustada, sino alguien feliz. Su familia lo seguía siendo todo para ella, y los amaba cada día más que el anterior. Sus nuevos amigos eran algo muy importante en su vida, con los que inclusive iría al santuario para la víspera de Año Nuevo. Y mejor aún, irían con el chico que le gustaba. Si bien, no eran novios, Kimi creía que no era necesario serlo oficialmente para estar juntos; ambos se querían mucho y era lo más importante para ella.
Por fin había podido visitar la casa de Yuzuha, su mejor amiga, y de Hakkai, su mejor amigo, luego de que Taiju se fue. Cómo olvidar que la primera y única vez que había intentado ir había terminado en una disputa entre pandillas... cosa, que Kimi prefería ignorar. El sentimiento de ver a Mitsuya casi muerto había sido suficiente para saber que no quería volver a pasar por algo similar nunca más. Por lo que, Kimi trataría de disfrutar aquel día como nunca.
—¡¡Nos vemos hermosas!!
Ambas se miraban al espejo en la habitación de Yuzuha, recién terminando de arreglarse. Portaban un kimono las dos, mientras el de Yuzuha era de colores oscuros que hacían juego con las flores que tenía bordado de colores verdes, y el de Kimi era de colores morados. Se habían hecho un lindo peinado recogido y ella se había encargado del maquillaje.
—Mitsuya es muy afortunado de tenerte —su mejor amiga volteó a verla, acomodándole la flor que portaba en su cabello—. Eres hermosa.
—Y cualquiera sería afortunado de tenerte, Yuzu —le sonrió y dándole un abrazo rápido, la tomó de la mano—. ¡Vamos que se nos hace tarde! ¡Takashi no debe tardar en llegar por nosotros!
Afuera de la habitación se encontraba Hakkai, con un kimono más sencillo pero igualmente se veía bien. Agradecía que sus dos mejores amigos ya hubieran mejorado de las heridas de aquella noche así no se sentiría muy preocupada en que se sintieran mal en cualquier momento. Los dos eran muy fuertes.
—Hakkai, ¡te miras muy bien! ¡Combina con tu cabello! —lo halagó riendo y pasando una mano (con dificultad) en su cabello.
—Gracias... —murmuró con vergüenza el chico girando su cabeza. Yuzuha se comenzó a reír de él y fue a abrir la puerta, ya que el timbre recién acababa de sonar.
—¡Mitsuya, al fin llegas!
—¡Takashi!
Kimi volteó y al ver a Mitsuya en la puerta de la casa con sus hermanas detrás de él, salió corriendo con cuidado. Al llegar frente a los tres abrazó primero al chico, dándole un beso rápido en los labios, un poco desacostumbrada a ese gesto desde que se habían besado la tarde de Navidad. Mitsuya le sonrió, y cuando parecía querer decirle algo Luna y Mana se le echaron encima a Kimi, casi tirándola de no ser que Mitsuya la tenía sujetada de la cintura.
—¡Te extrañamos mucho, Kimi!
—¡Te miras muy guapa! ¡Nos alegra que ya le des besitos a Takashi!
Sintió un rubor en sus mejillas pero terminó riendo, abrazando a ambas niñas y diciéndoles lo lindas que se veían.
—Vaya que los peinados que traen son muy lindos —canturreó, girando a ver de reojo a Mitsuya—. Me alegra que su hermano ya sepa hacerlo mejor.
—Le dijimos que tenía que aprender, Kimi —habló Luna—. Tú nos peinas muy bonito pero no siempre podemos depender de ti.
—Además que no queremos molestarte —Mana se veía un poco avergonzada—. Debes estar ocupada.
—Yo siempre tengo tiempo para ustedes —dejo muy en claro Kimi regañándolas con el dedo—. Me hablan y estoy ahí en menos de cinco minutos. ¡Son mi familia!
Las niñas se mostraron más felices después de eso. Con Yuzuha tomaron a cada una de las manos y salieron de la casa de los Shiba para dirigirse al santuario. Hakkai y Mitsuya iban detrás de ellas mientras platicaban de cosas de chicas.
—¿Y cuándo le vas a pedir que sean novios? —le preguntó Hakkai a su amigo, dándole un ligero codazo. Mitsuya se rio en voz baja.
—No lo sé... pero espero que sea pronto. La quiero mucho, Hakkai. Sólo que siento que hay algo que quiere contarme y prefiero esperarme a que eso pase.
—¿Y si no es nada y lo estás imaginando? —intentó adivinar, pero él se encogió de hombros.
—Creo que la he llegado a conocer lo suficientemente bien para saber que estoy en lo correcto.
Y, Mitsuya no mentía. Kimi aún traía rondando por su cabeza todo lo malo de su vida. Sabía que debía dejarlo ir, no pensar más en todos los momentos malos que atravesaban siempre por su mente y las heridas de su pasado. Pero le era un poco difícil. No lo había hablado con nadie tan abiertamente, y sentía que debía hacerlo con él. Sólo que el momento aún no llegaba.
Cuando todos llegaron al santuario Kimi pudo apreciar la bella vista que tenía. Era muy hermoso poder apreciarlo, y ya que tenía esa obsesión porque todo se viera combinado, era un placer visual. Mana estaba aferrada a su mano y mientras avanzaban vio de espaldas a Takemichi y Hina.
—¡Takemicchi, Hina! —exclamó con felicidad. Ambos se giraron y sonrieron a todos.
—Parece que están vestidos para el Shici-go-san —dijo Mitsuya al mirarlos detenidamente. Kimi no se había percatado, pero era cierto. Aún así, ambos se veían muy bien.
—¡Qué hay! —saludó Hakkai llegando a su lado.
Takemichi se acercó a ambas niñas y se hincó enfrente, haciendo una cara de sorprendido. Kimi quiso reír de su expresión al ver cómo Luna y Mana lo veían, sin importarles mucho su presencia.
—¿Eh? Mitsuya, ¿son esas dos hermanas pequeñas de las que he oído? —se le quedó viendo a Luna después—. ¿Qué edad tienes?
—No soy una niña pequeña, cara de tonto —le respondió frunciendo el ceño. Mana asintió. Y repitió el insulto que le dijeron, dejando atónito a Takemichi.
Entonces, ambas vieron a Hina detrás y saltaron hacia ella.
—¡Yay! ¡linda chica! —exclamó Luna con emoción.
—¡¿Cómo las estás criando?! —cuestionó Takemichi en un grito.
—Como debe de hacerlo, Takemicchi —se burló Kimi llegando con ellos, mientras que Mitsuya la abrazaba por la cintura y ella recargaba su cabeza en su pecho—. ¡Son las niñas mas lindas que he conocido!
Hina les habló a Yuzuha y Hakkai y preguntó acerca de cómo se encontraban de sus heridas, a lo cual la primera respondió y el segundo se dedicó en ignorarla por lo tímido que era con las chicas.
—¡Hermana mayor, dame la mano! —dijo Luna, y Mana nuevamente repitió su acción.
—¡Yo también! ¡Yo también!
Kimi comenzó a reírse de las expresiones de Takemichi, que parecía asombrado de lo rápido que su cita lo había abandonado. Y a la vez le alegraba que Luna y Mana conocieran más personas, y qué mejor que fuera Hina la cual era una chica increíble.
—¡Hey, hey! ¡Esa es mi Hina!
—¿Cómo puedes gritar eso y no morir de la vergüenza? —preguntó Mitsuya avergonzado de su amigo. Kimi chasqueo la lengua.
—Yo veo a Takemicchi y se nota que es el tipo de personas que no le importa pasar vergüenzas —se burló de él—. Aunque lamentamos eso, pero ellas son así.
—Perdón por eso, Takemicchi —también se disculpó Mitsuya.
—Si tanto te mortifica tener una cita, podrías ser nuestra cita también —se señaló a ella y a Mitsuya—. Así no estarás solo.
—Puedo ser muchas cosas, pero no un desesperado, Kimi. No les voy a quitar el poco tiempo que pasan juntos.
Kimi sonrió y le apretó las mejillas a Takemichi de la expresión tan infantil que había hecho. En realidad, nunca había convivido tanto con él a comparación de Hekima y Kat, pero le agradaba. Además, que desde el día de Navidad lo admiraba por lo fuerte y grandioso que se había comportado. Ahí era cuando veía por qué mucha gente lo quería.
Caminaron un poco juntos y al llegar a un puesto fue que Hina señaló que tenían Ema ahí, los cuales eran placas de madera en donde se escribían deseos. Kimi nunca había llenado uno así que cuando todos concordaron en comprar un par, creyó que sería una grandiosa idea.
—¡Tengo tantas cosas que pedir...! —se preocupó Yuzuha—. No sé si pueda decidirme por una.
—¿Qué tal si unes varios deseos en uno? —propuso ella dándole su Ema—. Yo si sé que voy a escribir.
—Ah, ¿sí? ¿Qué será?
—Es secreto —se llevó un dedo a sus labios y se rio.
Kimi se acercó a la mesa en donde escribirían sus deseos, y con la manga de su kimono tapó para que nadie pudiera ver. En realidad, era porque le daba vergüenza que creyeran que era demasiado ilusa, pero, quizás lo era. Escuchó a la lejanía que Mitsuya decía el suyo, supuestamente deseando ser mejor peleando, pero Hakkai lo delató:
—¡Pero eso no fue lo único que escribiste...!
Mitsuya se ruborizó y le dio un codazo a su amigo, notando que la miraban de reojo. Sintió un poco de pena y también como sus mejillas se calentaban, terminando de escribir ella su deseo de ese próximo año dos mil seis.
Si el año dos mil cinco había sido una completa montaña rusa en todos los sentidos, ¿por qué no imaginarse que el siguiente fuera igual de increíble? O mejor, que fuera más grandioso. Kimi además agradecía infinitamente lo mucho que había ganado en los últimos meses, el cómo había crecido ella misma y con los demás. Sentía que las cosas solamente iban a mejorar y que su familia y ella estarían más reunidos que nunca.
Y al menos, eso era lo que ella pensaba.
—Si permito que alguien más lo vea, ¡¡entonces no se hará realidad!!
—¿Huh? —preguntó para ella misma, tomando en sus manos su Ema y girándose. Takemichi se veía aterrado, y entonces Hakkai y Mitsuya se posaron frente a él.
—¿Eh? ¿Qué es eso? —preguntó el más alto.
—Déjame ver, Takemicchi —pidió el otro chico.
—¡No, no!
Sólo que de la gran fuerza que utilizó Takemichi en intentar que nadie viera su Ema, fue que salió volando de sus manos. Él salió corriendo detrás, mientras que Kimi se había acercado a Mitsuya y Hakkai. Se miraron entre ellos y rieron, decidiendo perseguir a Takemichi a donde sea que fuera; por alguna extraña razón ese chico era muy divertido y siempre le sucedían cosas que a nadie más.
Su Ema fue recogido por Chifuyu, que se encontraba con Peyan y su hermana Kat. Llegó a su lado, sorprendida de verla ahí, aunque se lo imaginaba. Cuando estaba a punto de decir algo fue que Chifuyu lanzó nuevamente el Ema de Takemichi lejos, y este se quejó mientras salía corriendo hacia él.
—¡Takemicchi parece un niño pequeño persiguiendo un juguete! —bromeó Kat a su lado, provocando que Kimi se riera y le diera la razón.
—La última media hora lo ha sido, ¡Takemicchi es muy divertido!
—¡Yo opino que salgamos a perseguirlo! —planteó su hermana, viendo cómo Takemichi seguía corriendo. Chifuyu asintió.
—¡¡Vamos!! —gritó él.
Mitsuya llegó a su lado, le tomó la mano y mientras se reían todos comenzaron a correr detrás de Takemichi. El pobre solo seguía a su Ema, que rebotaba en el suelo una y otra vez alejándose más de él. Era gracioso verlo de esa forma, ya que cualquiera creería que ponerse así por eso sería demasiado; pero, para Takemichi era algo muy importante y no quería que nadie lo viera. Así como Kimi tampoco quería por vergüenza.
Llegaron hacia allá, y en el camino se les unieron Mucho, Smiley, Angry y su hermana Hekima. Solamente faltaban Gina e Issey, a los cuales encontraron pasados unos pocos minutos de persecución en compañía de Rin, Draken, Emma y Mikey; resultando ser éste último quien había atrapado el ema de Takemichi. Ni siquiera sabía por qué, pero le parecía lindo que todos se reunieran; podía ser por algo muy insignificante, pero en esos momentos a Kimi le parecía preciado al darse cuenta de la felicidad que sentía mientras se rodeaba de la gente que, en tan pocos meses, había logrado adentrarse en su vida y su corazón.
Kat se puso al lado de Kimi, junto con Hekima. Después se unieron Issey y Gina. Todos los hermanos Hayakawa, reunidos, sonrieron mientras exclamaba alguien de fondo:
—¡¡Diez segundos para el año nuevo!!
—Vamos a saltar todos juntos, chicos —propuso Mikey de pronto sonriente.
Los cinco asintieron y gritaron segundos después en sintonía:
—¡¡Cuatro!!
—¡¡Tres!! —exclamaron Peyan y Chifuyu. Luego, Mucho y Angry continuaron:
—¡¡Dos!!
—¡¡Uno!! —fue turno de Mitsuya y Hakkai.
—¡¡Feliz año nuevo!!
Los cinco Hayakawa se abrazaron y saltaron al mismo tiempo. Kimi sonrió mucha nostalgia y de sus ojos salieron un par de lágrimas mientras recordaba lo que había escrito en su Ema.
«Deseo que mis hermanos y yo estemos juntos por siempre».
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Días después de que el año dos mil seis comenzara, Kimi seguía sintiéndose una persona renovada. En esos momentos se encontraba en casa de Mitsuya, ya que le había hablado para algo "importante" y no había tardado más de diez minutos en llegar.
—¡¡Kimi!! —exclamaron ambas hermanas saltando sobre ella. La rubia sonrió y las abrazó.
—¡El nuevo año les ha sentado bien! ¡Son cada día más hermosas!
Luna le sonrió en grande y Mana se había ruborizado. Entonces escuchó como Mitsuya le llamaba desde su habitación y les dijo a las niñas que iría.
—¿Cómo está, capitán? —bromeó Kimi llegando a su lado y abrazándolo. Él le sonrió y se dieron un corto beso en los labios, provocando que ella sintiera estar en las nubes como siempre que estaban juntos.
—Estoy de maravilla —la tomó de la mano y la guio al fondo de su habitación, en donde tenía un par de fundas colgadas en unos ganchos. Kimi tuvo una leve sospecha de lo que trataba aquello, pero decidió dejar que él le explicara—. Les tengo listos sus uniformes de la Toman a ti y a tus hermanos.
—¡¿Los hiciste tú?! —exclamó sorprendida, abriendo la primera funda y dándose cuenta que, efectivamente, eran los uniformes—. ¡No puede ser, son grandiosos, Takashi!
—¿Te... gustan?
Mitsuya se miraba un poco nervioso. Eso le sorprendía a Kimi, ya que alguna vez él le había diseñado y hecho algo, así que no comprendía por qué se ponía así. Era básicamente lo mismo solo que se trataba de los uniformes de la Toman, la pandilla por la cual se habían conocido y ahora eran unas personas felices.
—¿Por qué no me gustaría, Takashi? —murmuró con una risita, girándose hacía él y poniendo sus brazos encima de sus hombros acercándose a su rostro—. Todo lo que haces es perfecto... yo quisiera saber coser como tú.
Las mejillas del muchacho se encendieron y sonrió al ver cómo los ojos de Kimi destellaban. Mitsuya no podía dejar de mirarla, porque para él, era la chica más perfecta que conocía. No solamente su belleza lo había cautivado desde un inicio, sino que su sonrisa y forma de ser fueron suficientes para tener una increíble atracción por ella. Y cada que pasaba el tiempo, solamente la quería más.
Era difícil no querer a Kimi. Porque, aunque se sintiera de alguna forma rota por dentro, siendo incapaz de confesar todo aún, lo quería. Kimi lo quería con la misma intensidad que Mitsuya a ella.
—Espero que a tus hermanos también le gusten. Llevo día haciéndolos y creo que son muy buenos... según yo le atiné a sus medidas.
—Lo hiciste —le aseguró, besando la punta de su nariz—. ¿Qué tal si me pruebo el mío?
—Me gustaría verte antes que nadie con el uniforme de la Toman —sonrió Mitsuya, extendiéndole el suyo y saliendo de la habitación—. Te espero.
Kimi no demoró mucho en cambiarse. Aunque hacía frío la habitación de Mitsuya era calientita. No sabía bien si era porque el chico le causaba calidez estando a su lado, o el hecho de saber que se encontraba en la habitación de un chico la tenía así. Inconscientemente sus hormonas hacían efecto, y tal vez era la edad. Pero, debía enfocarse en lo que estaba y dejar de imaginarse cosas.
—¡¿Lista?!
—¡Sí!
Entró nuevamente en la habitación y Mitsuya se quedó sin habla. Cuando Kimi se percató de eso sintió las mejillas arder y esquivó un poco la mirada, cayendo esta en el espejo de que había en la pared y mirándose entonces. Se veía muy bien, y no era por ser egocéntrica (o tal vez sí, un poco) pero sentía mucha comodidad teniendo el uniforme de la Toman. Ella se había acostumbrado a ver a los demás con él, que, por fin lo portará la hacía sentir verdaderamente parte de una familia. Una segunda familia.
—El de Valhalla no se me miraba tan bien —murmuró con burla, apoyando sus manos en su cintura y girándose hacía Mitsuya—. ¿Y bien? ¿Te gusta?
—Creo que nada se te podría ver mejor —admitió con una gran sonrisa, acercándose a ella—. Me gusta mucho como resalta en ti. Bueno, todo lo hace en realidad... si miras, le puse un bordado pequeño de tu flor favorita aquí —señaló en bolsillo del pantalón, por dentro de este.
Una Sumire se encontraba ahí bordada. Kimi sintió como sus ojos le comenzaban a picar mientras la tocaba y se daba cuenta que era hermosa, y que era el mejor detalle que podían haberle hecho. Tal vez cualquier persona pensaría que no era nada, pero para ella significaba demasiado. Que Mitsuya siempre tomara en cuenta sus gustos tan presentes era porque le prestaba suma atención.
Sonrió entonces y se giró para verlo con un brillo en sus ojos debido a que tenía ganas de llorar. Mitsuya también le había sonreído y se acercó a ella poco a poco, mientras admiraba sus labios y finalmente se juntaban para darse un beso.
Ambos, desde el incidente de muy pocos días antes, no se habían vuelto a besar. Kimi quiso hacerlo varias veces, pero le daba vergüenza recordar cómo había sucedido su primer beso, pero ese momento le pareció indicado. Sus labios bailaban al compás y Mitsuya pasó su mano por su cintura mientras que ella lo hacía por su cabello. Se acercaron más, e inconscientemente la rubia soltó un jadeo al sentir como las manos del chico la acariciaban.
Se separaron debido a que necesitaban respirar, y Kimi se percató que las mejillas del Mitsuya estaban completamente rojas, suponiendo que las suyas igual. Sentía sus labios un poco hinchados y, ya que no lo había soltado aún, volvió a darle un beso rápido en los labios mientras sonreía.
Le había dado vergüenza lo que hizo, porque nunca antes había experimentado algo así. Pero, con Mitsuya se sentía en confianza. Cualquier cosa que hiciera con él sería perfecta para sus ojos, y decidió que en lugar se sentirse apenada, seguiría tranquila y despacio con su relación.
—Ya quiero verte con el uniforme en la reunión y poder presumir que te vi primero —dijo con un poco de burla Mitsuya sonriente. La rubia asintió.
—Estoy nerviosa por la reunión... pero tengo un buen presentimiento.
Luego, Kimi por fin pudo usar el uniforme de la Toman. El día de la primera reunión del año había llegado y con ello una nueva era.
Se colocó detrás de Mitsuya y Hakkai, esperando a que comenzara. Movía su pie nerviosamente, mirando a sus hermanos detrás de sus respectivos capitanes. Kat lucía feliz como siempre junto con Chifuyu; Gina, un poco molesta por tener frente a ella a Kisaki; Hekima se reía con Angry y delante de ellos se encontraba Smiley; e Issey con Sanzu y Mucho.
—No estés nervioso, Hakkai —se burló Kimi de su amigo, a sabiendas que le tocaría hablar de lo sucedido—. Tu puedes, ¡te estaré dando ánimos desde aquí!
Él le sonrió tímidamente y asintió. En ese momento fue que comenzó la reunión.
—¡¡La primera reunión del año!! —exclamó Draken frente a todos—. ¡¡De todos los miembros de la Tokyo Manji Gang va a empezar!!
» Toman y los Black Dragons se enfrentaron entre sí. Originalmente teníamos un tratado de paz pero fracasó, y esto fue causado debido a la disputa entre los hermanos Hakkai Shiba y Taiju Shiba. Toman se enfrentó con los Black Dragons en Navidad reclamando la victoria después de una dura batalla. ¡¡Tres de las personas que están aquí hablarán sobre este tema con todos!!
» ¡¡La primera persona!! ¡¡Hakkai Shiba, al frente!!
Le sonrió a su amigo nuevamente, y este soltó un suspiro antes de avanzar. Kimi se sentía nerviosa por él, ya que comprendía cómo debía ser el peso que tenía encima desde aquel día y por fin iba a poder sacarlo delante de todos. Ella lo apoyaba, y todos los demás también.
—Todo empezó con una estúpida mentira que dije —comenzó Hakkai con seriedad, mirando de reojo a Mitsuya y a Kimi—. Para mantener esa mentirita, involucré a mi hermana... involucré a la Toman en esto. Entonces el problema creció más, resultando con el conflicto de Toman y los Black Dragons. Soy el responsable de todo esto... todos, lo siento —se inclinó delante de todos.
—¡No te preocupes por eso, Hakkai! —dijo ahora Mucho con una pequeña sonrisa—. ¡En primer lugar lo que inicia el conflicto siempre es por una pequeñez!
—Igualmente vencimos a los Black Dragons —habló Smiley—. ¡Así que las cosas terminaron bien! ¡¿Cierto, chicos?!
—¡Alza la cabeza, Hakkai! ¡Nadie va a culparte! —gritó alguien de la multitud. Poco a poco todos comenzaron a confirmar aquello, y eso provocó que un sentimiento de alegría se instalará en el pecho de Kimi, que seguía mirando a Hakkai con una gran sonrisa.
—¡¡Hakkai!! —fue el turno de Mitsuya de hablar, que se encontraba sonriente y feliz de que todos demostrarán su apoyo hacia su amigo—. ¡Todavía tienes un puesto con nosotros... como el vice capitán del segundo escuadrón de la Tokyo Manji Gang! ¡¡¿Están de acuerdo con eso chicos?!!
—¡¡¡Sííííí!!! —un coro comenzó a oírse en todo en lugar—. ¡Hakkai, Hakkai, Hakkai!
—¡El mejor vice capitán lo tenemos nosotros! —bromeó Kimi para que Hakkai se distrajera más de todo—. ¡¡Envídienos!
Hakkai se ruborizó demasiado y giró su cabeza hacia otro lado para evitar la mirada de Kimi; seguramente también de sus hermanas, que parecían felices de que todo terminara bien. Él regresó a su lado y ella le dio un pequeño golpe en el brazo con una risita al ver su rostro nervioso.
—¡Ahora... la segunda persona! —siguió Draken—. ¡Inui! ¡¡Al frente!!
Seishu Inui y Hajime Kokonoi llegaron. Kimi inconscientemente sintió un fuego recorrerle el cuerpo entero al ver al primer chico, ya que había sido el responsable del golpe que recibió Mitsuya y del que creyó que había terminado con su vida. Frunció los labios y sintió como una mano le tomaba la suya, y al girarse vio a Mitsuya sonreírle.
—Tranquila.
Sus palabras no harían mucho, era más que obvio. Pero trataría de actuar tranquila.
—La décima generación de los Black Dragons perdió contra Toman —Koko inició—. Nuestro anterior líder, Taiju Shiba, se ha retirado. Hemos heredado la pandilla como los líderes de la onceava generación...
—... y después de discutirlo con Mikey... —prosiguió Inui.
—Asigno a los Black Dragons a la primera división —finalizó Mikey—. En otras palabras, ¡¡bajo el mando de Takemichi Hanagaki! —el chico pareció no comprender porque exclamó algo sorprendido—. ¡¿Entendido, Takemicchi?!
Ambos chicos se acercaron a Takemichi y Kimi decidió apartar la mirada. Tener que ver a Inui le provocaba un coraje inmenso en su interior y prefirió apretar la mano de Mitsuya para tranquilizarse.
—¿No te da... coraje, verlo? —le preguntó con molestia—. Quiero golpearlo, Takashi.
—Creo que si están aquí es por algo, y hay que dejar las cosas en el pasado, Kimi bonita —le sonrió con tranquilidad, aunque no se la logró contagiar—. Pero podrías golpearlo después. Dile si puedes hacerlo, no creo que se oponga.
—Me gustaría hacerlo —sonrió soltando una risita—. ¿Por qué no?
Mitsuya también sonrió.
Ahora fue el turno de Mikey de tomar la palabra frente a toda la Toman. A Kimi le agradó que lo hiciera porque ya sabía qué era lo que haría, y llevaba esperándolo con ansias desde el inicio de la reunión.
—Por último, quiero hablar de algo más que pasó con el conflicto de Navidad. ¡Tetta Kisaki! Estás fuera.
Los murmullos no se demoraron nada en presenciarse en el lugar. Nadie comprendía bien por qué un capitán estaba siendo echado de la pandilla, y ni siquiera la mayoría de los que habían estado en el conflicto sabían bien que Kisaki había sido el culpable de todo. Hekima les había dicho cómo es que la traición de Kisaki y Hanma había sido lo que provocó todo, y los odiaba. Así que, agradecía infinitamente que Mikey lo echara.
Pero, el capitán de la tercera división parecía no creerlo. Era obvio, ya que seguramente creyó que nadie le diría a Mikey acerca de eso y tal vez de esa forma poder seguir en la Toman. Y aunque Kimi no conociera personalmente al líder, sabía que mientras hubiera hecho algo en contra de ellos mismos, y peor, incitando a qué pelearán y que las cosas salieran de control, no se quedaría de brazos cruzados.
—Wow, wow, detente ahí —intervino entonces Hanma, alzando los brazos, burlón—. Si echas a Kisaki, entonces yo también estoy fuera. Lo que significa... que de los cuatrocientos cincuenta miembros de la Toman, los cincuenta ex miembros de Moebius y los trescientos ex miembros de Valhalla ¡todos se irán! Y Toman se quedará solamente con cien, ¿estás seguro de eso?
—No me interesa —dijo con sencillez Mikey—. Igualmente Toman se estaba haciendo demasiado grande.
Kimi se rio en voz baja. Seguramente Kisaki y Hanma habían confiado en que, como la mayoría de los miembros recientes de la Toman eran de su "propiedad", no serían echados. Pero Mikey no dudaría ni por eso.
Kisaki no se esperaba aquello de nuevo. Mikey le hizo saber que si acaso todo lo que había hecho era para hacer mas grande Toman, y recordando todo lo que hizo provocó que Kimi sintiera más coraje. Lo odiaba por el simple hecho de haberle dado un cuchillo a Yuzuha para matar a Taiju, ya que por eso su mejor amiga había estado preocupada y consternada los últimos días que se habían visto antes de eso. Kisaki si merecía eso y más.
No quería oír nada. Las cosas iban demasiado mal que escuchar los vagos y estúpidos argumentos de Tetta Kisaki le provocaban ganas de vomitar, y solo quería que eso acabará. Mikey no iba a ceder. Eso hasta lo sabía ella, que prácticamente no lo conocía. Él no dejaría que lo convencieran con palabras, porque con hechos Kisaki había hecho suficiente para ganarse su destino.
—Se acabó, Kisaki —murmuró Mikey en voz alta, mientras se alejaba de ahí—. Tu arbitrariedad arruinará mi sueño.
El ex capitán de la tercera división cayó de rodillas. Parecía no procesar aún todo lo que había sucedido. En cambio, Kimi sí. Todo lo que hizo no había quedado impune, no había duda alguna.
—¡¡Esta reunión ha finalizado!! —gritó Draken.
Kimi soltó un suspiro. Se recargó en el hombro de Mitsuya cerrando los ojos y esperando desaparecer. Tal vez estaba de acuerdo con todo, pero había sido demasiado para un día que quería distraerse. Cosa que, no pudo, ya que en el momento que pensaba retirarse de ahí con Mitsuya, alguien más habló:
—Los Hayakawa también son míos —canturreó Hanma, colocándose frente a todos y a un lado de Draken, mirándolo con determinación—. Así que, nos vamos.
—¡¿Qué carajos estás diciendo, hijo de puta?!
Kat salió de su lugar, dispuesta a enfrentarse a Hanma con molesto por lo que había dicho. Kimi ahogó un grito, incapaz de hacer algo más porque a final de cuentas él tenía razón. Lo había olvidado por completo debido a todo lo bonito que tenía que... no quería enfrentar esa realidad.
—¿Recuerdan por qué son míos, a qué sí? —se burló Hanma—. No deberían hacer un escándalo, porque saben perfectamente a quién obedecen. Y ese soy yo.
Issey y Gina habían avanzado de sus lugares y se colocaron frente a él. Kat había sido retenida por Chifuyu al seguramente creer que haría algo malo. Kimi y Hekima se miraron a la distancia y, tras soltar de la mano a Mitsuya, se encaminó a los lados de sus hermanos.
—¿Qué tal —intervino Draken de pronto, poniéndose entre los Hayakawa y Hanma— si pelean de nuevo para decidir? Lo siento, Hanma, pero no dejaré que te los lleves a ellos. Pueden decidir.
—Yo voy a pelear contigo —rápidamente Issey se adelantó y a posó al lado de Draken, mirando mal a Hanma mientras todos los miembros restantes de la Tokyo Manji Gang admiraban la situación en silencio—. A solas. Si gano, nos quedamos en la Toman y dejamos de trabajar para ti...
—Y si yo ganó, me quedaré con ustedes —finalizó Hanma, asintiendo—. Creo que es justo. Si ya les gané una vez a todos a la vez, puedo hacerlo fácilmente contigo.
Pero, de eso Kimi no estaba tan segura. A pesar de que seguían trabajando para él, sabía que su hermano había estado entrenando últimamente. En realidad, todos los Hayakawa se habían vuelto mucho más fuertes desde eso e Issey no era la excepción. Había visto a su hermano entrenar tanto que sabía que podría ganarle a Hanma.
Trataba de convencerse de eso.
—Issey, ¡no lo hagas! —pidió Hekima, sucumbiendo ante el pánico de imaginarse en la peor situación posible, viendo como el pelirrojo se encaraba ante Hanma y se miraban cara a cara, pues ambos eran de la misma estatura—. ¡No quiero que te haga daño otra vez!
—No me voy a quedar de brazos cruzados, Heki —contestó Issey sin girarse a mirar a sus hermanas—. No voy a tolerar que este hijo de puta —siseó, provocando una pequeña risa de Hanma—, siga haciendo con nosotros lo que quiera. ¡No dejaré que nos eche de aquí, ni que nos vuelva a amenazar a ti Heki, o a Kimi o Kat! —fulminó con la mirada a su oponente, lleno de rabia—. Ni tampoco que se vuelva a acercar a nuestra Gina.
A Kimi le seguía doliendo recordar aquellas escenas. Porque de ellos sentirse invencibles, de repente no eran nada ante el "Dios de la Muerte" que había logrado dejarlos muy heridos. Entendía cómo debía sentirse Heki, porque ella había sido la más herida. Inconscientemente recordó ahora cuando Takeshi la golpeó aquel día en el orfanato, y no quería volver a atravesar algo así... tenía miedo.
—Issey, éramos todos nosotros contra él —rememoró Kimi con temor, recordando aquella vez y teniendo un escalofrío—. Y aún así, no pudimos.
—No pudo porque nosotras estábamos ahí, y nuestro hermano trataba de protegernos de él —se unió Gina a la conversación, dando unos pasos hacia atrás para alejarse de su hermano y dejarle espacio, y así estar más cerca de sus propias hermanas—. Pero, ahora las cosas son diferentes. Es él contra Hanma nada más.
—Issey... —habló Kat, y exclamó a todo pulmón—: ¡¡Dale a ese hijo de puta lo que se merece!! —se talló las lágrimas que se habían escapado de sus ojos de forma torpe con la manga de su uniforme—. ¡¡¡Haznos libres!!!
—Lo haré —prometió el pelirrojo—. Mikey... Siento si alguna vez desconfiaste de nosotros, porque solamente seguíamos órdenes de este idiota —explicó—. Pero, eso se va a acabar aquí y ahora —se remangó las mangas de su propio uniforme—. Porque no voy a permitir que sigas dándonos órdenes y asustando a mis hermanitas, estúpido.
—Confiamos en ti, aniki.
Poco a poco, los de la Toman se hicieron a un lado para formar un círculo donde dentro estaba Issey junto a Hanma. Las hermanas Hayakawa estaban en primera fila, al igual que los capitanes de los escuadrones o el propio Mikey y Draken. Mientras que Kimi miraba todo, creyó que el primer golpe, que resultó ser de Hanma, daría de lleno contra su hermano. Pero, no fue así.
Hayakawa Issey iba en contra de la regla, porque supuestamente, cuando uno estaba enfadado cometía errores y se volvía torpe además de impulsivo; pero él resultaba ser todo lo contrario. Cuando la ira corría por sus venas, Issey se volvía totalmente calculador además de mortal. No había nadie que se hubiera cruzado con un Issey enfadado que hubiera salido ileso para contarlo. Las hermanas pocas veces le habían visto en aquella situación, pero sin duda alguna, en aquella pelea Issey estaba enfadado y, probablemente, era la vez que más se enfadaba en su vida.
—Issey, ¡demuestra como de duros somos los del quinto escuadrón! —bramó Mucho, su capitán, dándole ánimos al pelirrojo. Lo que fue una total sorpresa para las hermanas.
Y a él le siguieron más miembros de la Toman. Mitsuya, Hakkai, Chifuyu, Draken, los gemelos Kawata, incluso los amigos de Takemichi, miembros del primer escuadrón, se encontraban gritando a todo pulmón dándole ánimos a Issey. Hasta el propio Takemichi lo hacía. Lo que, de forma inmediata, hizo que todas las hermanas se sintieran arropadas por esa confianza. Eso que habían estado buscando y que habían encontrado por pura casualidad: una familia. Su familia estaba animando a Issey para que les hiciera libres y pudieran quedarse con ellos.
Kat oprimió las manos de Kimi y de Hekima, pues todas las hermanas se estaban agarrando mutuamente pendientes de todo lo que podría suceder; con el corazón latiendo a mil por hora, con miedo, pero, también, con esperanzas. Sabían que Issey era fuerte, y que podría ganar aquella pelea porque él jamás se dejó caer. Además, las cosas ahora eran diferentes. No tenía porqué suceder lo mismo del pasado.
Kimi soltó un jadeo asustada cuando Hanma golpeó a Issey en la mandíbula de tal manera que le hizo retroceder unos pasos hacia atrás además de escupir sangre. Pero, más ánimos llegaron, e Issey no se dejó caer en ningún momento; como era de esperarse. Volvió a enderezarse, y se lanzó hacia el ataque poniendo en práctica todo aquello que había aprendido de su abuelo Hiroshi en aquellas tardes donde practicaban todos los hermanos Hayakawa las artes marciales que les hicieron tener un buen nombre en el pasado.
—¿Qué pasa, Issey? —se burló Hanma al verle jadear—. ¿Te estás cansando ya? ¡Porque yo me estoy empezando a divertir!
Issey sentía que no podría durar mucho tiempo más en pie porque aquellos golpes eran demasiado dolorosos. Se había peleado con mucha gente en su vida, pero sin duda, Hanma se llevaba el premio a uno de los más duros. Pero, sentía la mirada de sus hermanas en sus propias espaldas, dándole aquel ánimo que él necesitaba de ellas aún sin abrir la boca porque ni siquiera podían hablar del miedo que tenían de que algo pudiera sucederle.
No podía defraudarlas, ni mucho menos perder porque sino, las únicas chicas que le hacían sonreír por las mañanas, seguirían siendo presas de alguien tan perverso como Hanma.
El joven pelirrojo levantó su pierna a tal velocidad que pocos le vieron, y golpeó a Hanma en el costado haciendo que cayera al suelo. Pero, el oponente en vez de quedarse tirado por el dolor, se levantó riendo de esa manera tan asquerosa que solo él sabía hacer y volvió a lanzarse para golpear a Issey en la nariz, y provocar que él comenzara a sangrar de ésta. Se tambaleó hacia atrás, con la mirada nublada, y con dolor en sus manos incluso.
—¡¡Demuestra que te quieres quedar en la Toman, Issey!! —bramó Mikey—. ¡¿Quieres que tus hermanas estén a salvo o no?!
Issey recordó todos aquellos golpes. El como Hanma los había humillado. A él mismo desde el suelo aquella fría noche, pidiendo entre un llanto agónico que parara de pegar a sus hermanas porque sino las iba a matar. A Kimi y a Kat ensangrentadas casi sin poder moverse, a Hekima en el hospital con sus costillas fracturadas, y a Gina con aquel constante miedo de que Hanma pudiera volver a hacerle daño a ella porque, desde ese momento, él estuvo obsesionado con ella.
Tenía que ponerle fin y darles a sus hermanas la libertad que se merecían.
Un grito brotó de la garganta de Issey, y un último impulso de fuerza nació de su ser. Alzó su puño derecho, se lanzó a por Hanma y le golpeó en la sien tan rápido que ahora sí, nadie fue capaz de verlo y ninguno habría sido capaz de detenerle. Hanma tampoco pudo detenerlo. El puño de Issey condujo a la cabeza de Hanma hasta el suelo, haciendo que aparte del golpe en su sien, recibiera otro justo en la otra contra el duro pavimento. Issey se enderezó, con su pecho bajando y subiendo a un ritmo frenético por su respiración acelerada, con los puños todavía apretados y con las pupilas dilatadas a causa del enfado; esperando a que su oponente se levantara para acabar definitivamente con él. Ahora, Issey era incluso capaz de matarle.
Pero eso no pasó. Hanma se quedó en el suelo, con la mirada en blanco totalmente inconsciente. Los vitorees no tardaron en aparecer, e Issey tuvo mucha suerte en poder permanecer de pie cuando sus cuatro hermanas se lanzaron a por él para atraparle en un abrazo grupal; mientras que todas en conjunto lloriqueaban de la alegría y celebraban la victoria de su hermano. El esclavo contra el rey, y el esclavo había terminado ganando por fin.
Los hermanos Hayakawa se abrazaron tan fuerte que nadie podría separarles del abrazo, porque por fin eran tan libres como siempre quisieron. Un capítulo más comenzaba en sus historias, y quizás, todo iría bien de una vez por todas.
amo mucho a mis niños, no hay más que decir JAJSJS <3
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