EL APODO

Lucy estaba sentada sola en el sótano, viendo algún programa, cuando se abrió la puerta y Hyde entró.

—¿Qué te pasa, LSD? — le preguntó mientras se sentaba en el sofá junto a ella. Ella puso los ojos en blanco al oír el apodo que le había puesto Hyde. Su primer encuentro no fue de lo más agradable y, de hecho, provocó que se odiaran durante un par de años.

Cuando era más joven estaba obsesionada con los Beatles, sobre todo con su canción Lucy in the Sky with Diamonds. Le parecía increíble que hubiera una canción con su nombre, era su canción. 

En la primaria, Eric trajo un día a casa a un amigo. Lucy estaba en el sótano cantando suavemente al ritmo de la música tumbada en el sofá. Los dos chicos habían bajado las escaleras en silencio y la habían espiado, y ella ni siquiera se había dado cuenta hasta que oyó a Eric reírse a carcajadas. La joven Lucy se había sobresaltado.

Los tres habían permanecido en silencio, sólo The Beatles cantando de fondo cuando el desconocido había hablado: —Sabes que eso es sobre drogas, ¿verdad?

Lucy había fruncido las cejas confundida por saber quién era ese chico tan extraño y por qué estaba en su sótano diciéndole que su canción hablaba sobre drogas. —No lo es, es sobre mí.

El chico maleducado se había reído en su cara: —Lucy, L; Sky, S; Diamonds, D. LSD. Has estado cantando sobre drogas.

Lucy resopló, ya molesta con este chico en pocos minutos. —¿Cómo te llamas y por qué los dos están mojados?.

—Nos tropezamos con los aspersores. — contestó Eric rápidamente, obviamente nervioso.

—Vale... — respondió Lucy, poco convencida y aun esperando la otra respuesta.

—Soy Hyde.

—Hyde no es un nombre de verdad. —dijo Lucy bruscamente.

—Es su apellido, lo llaman por su apellido, ¿no es genial? — contestó Eric impresionado.

—Cómo puedes ver "Hyde", mi hermano tiene unas expectativas muy bajas de lo que es genial. — Lucy se cruzó de brazos.

— Sí, ya veo por qué ahora que te conozco.

—Eric, ¿cuál es su verdadero nombre? — se volvió hacia su hermano, ignorando el comentario.

—No se lo digas, le molestará más si nos quedamos callados. —susurró Hyde.

—Dímelo Eric, o haré que Laurie te obligue a decírmelo.

—¡Steven! — Eric respondió rápidamente.

Lucy sonrió con satisfacción mirando al chico nuevo. —Bueno Steven, me gustaría poder decir que es un placer conocerte.

La joven levantó la cabeza mientras se abría paso entre los dos chicos y subía las escaleras. Hyde se quedó boquiabierto detrás de ella y Eric parecía aterrorizado.

—Sólo lo de siempre Steven, la dominación del mundo y preguntándose cuándo me dejarás en paz. — puso los ojos en blanco.

—Sí, claro, te gusto. —Hyde se rió entre dientes.

—Como si. —Lucy se burló.

—Está bien, soy irresistible.

Lucy se rió y mantuvo los ojos en la televisión mientras le golpeaba con la almohada. Steven sonrió satisfecho y le devolvió el empujón con la almohada. Los dos continuaron así por pura terquedad y competitividad.

Esta era la naturaleza de su relación, burlas y bromas. Cuando se les pasó el fastidio del primer encuentro, se hicieron más íntimos. Pero también se volvieron más diferentes; Lucy quería hacerse una vida, y Steven se conformaba con malgastar la suya. Y entonces, sin darse cuenta, su relación cambió y ya no podían imaginar sus dos vidas tan diferentes sin el otro.