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La familia Cullen se encontraba en paz, al igual que Forks. Después de que Edward se haya querido suicidar por la supuesta muerte de la humana Bella Swan, el clan Olímpico había decidido volver a Forks, y junto a ello, la fecha de transformación a vampiro de Bella.
Ya se habían acoplado nuevamente a la rutina que tenían en aquel lluvioso pueblo pero lo que ninguno sabía era que eso estaba a punto de cambiar.
Un muchacho se removía en su asiento a compás de la canción que resonaba en su auto a todo volumen, ignorando la mala cara de su padre.
Sus ojos violetas estaban fijos en el camino, su boca se movía bajo los fuertes gritos que pegaba al cantar la canción.
El síndrome de Alexandria provocaba que los ojos de Ismael Williams fueran el centro de atención y el habla de muchos de su alrededor, pero aún así, creció feliz, sano.
Y también muy hiperactivo, además de ello, bilingüe; o como decía su padre: "La maldicion de Ismael".
—¡ME SECO LAS LÁGRIMAS CON BILLETES DE CIEN, TENGO A DIOS COMO TESTIGO Y A CUPIDO DE REHEN!
Ian Williams suspiro pesadamente al escuchar los gritos que daba su hijo mientras cantaba en español, tapaba sus oídos a medida que pensaba en que mierda estaba pensando al mandar a su hijo aprender español.
Su hijo bailaba a medida que manejaba el Jeep, su cabeza se movía de un lado a otro mientras seguía cantando a pulmón con la vista fija en la carretera.
—¡Escucha está, papá! Escúchala— habló Ismael a medida que cambiaba la canción desde su celular.
Ian volvió a suspirar al escuchar el comienzo de la melodía.
—¡SIEMPRE TE LLAMO DE MADRUGADA POR QUE QUERÍA DECIRTE QUE...!— los gritos de su hijo seguían escuchándose a medida que la canción de Anuel AA seguía sonando.
Ian levantó su mirada al techo del Jeep, implorando bajo el grito de su hijo. —Por favor, piedad.
—Bueno, está bien— se resignó su hijo a medida que apagaba la música.
—Al menos deja una canción— aconsejo su padre mientras estiraba sus brazos hacia adelante.
—No, heriste mis sentimientos. ¿Acaso no piensas en cómo me sentiría?— habló Ismael girando por un segundo su cabeza hacia su padre, observándolo con su mirada divertida pero seriedad en su rostro.
Ian rodó sus ojos ante la dramatización de su hijo.
El viaje se fue torno silencioso por algunos minutos, su padre de copiloto se había acomodado para dormir un poco antes de llegar al destino luego de haber manejado durante toda la noche, pero Ismael no pensaba dejarlo dormir en paz.
—¡FIESTA, FIESTA! ¡PLUMA, PLUMA GAY!
—¡Demonios, Ismael!
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