➖001: estoy muy seguro que soy gay.
[ ESTOY MUY SEGURO QUE SOY GAY ]
ISMAEL CERRÓ SUS OJOS A MEDIDA QUE LLEVABA SU CABEZA HACIA ATRÁS, tragando y masticando lo último que quedaba de sus cereales con leche, sin importarle el rostro asqueado que ponía su padre al escucharlo comer como puerco.
El castaño se levantó mientras secaba los restos de leche con el puño de su remera, dejando el tazón de lado, tomando ágilmente su mochila en el proceso.
Hoy era el primer día de clases.
Eso significaba, primer día de nueva atención.
Había considerado múltiples veces seguir estudiando mediante internet, aprovechar la tecnología del día, pero su padre se había negado rotundamente junto a un "Vete a la escuela antes de que te obligue yo", por lo tanto, Ismael estaba corriendo de aquí hacia allá antes de que se le haga tarde.
Su padre observo como el muchacho corría hacia la puerta de entrada, desapareciendo rápidamente y frunció su ceño.
—¡Ismael!
Apenas hablo, Ismael ya estaba en el marco de la puerta de la cocina, agarrandose con sus manos de él mientras que su mochila colgaba desde la muñeca y los anteojos de sol estaban completamente chuecos ante los bruscos movimientos que había hecho.
—¿Me quedo?
—¡No te despediste! ¡Dale un beso a papi!
—Oh, por...— no termino la frase a medida q volteaba nuevamente listo para salir a la escuela. —¡Dame en adopción!
—¡Suerte, chico Marvel!
Ismael tenía pensado en aferrarse en todo momento a sus gafas de sol para evitar llamar más la atención, por lo tanto, apenas salió de su casa Charlie Swan, su nuevo vecino, lo saludó con sumo entusiasmo desde la calle de enfrente. El alexandrino se limitó a saludarlo con la mano a lo lejos junto a una sonrisa.
—¿Gafas de sol? Gastaste tu dinero, niño. Aquí en Forks es pura lluvia y vitamina D baja.
Escuchó el alarido del hombre mientras que Ismael rodeaba el auto para dirigirse al piloto.
—No esperaba menos, oficial Swan.
—¡Ten un buen día, hijo!
Ismael se limitó a cerrar la puerta del piloto con una sonrisa mientras se apuraba a arrancar al cacharro que tenía de Jeep, por mucho que esté roto en todas partes, ese auto había sido lo más preciado que su madre le había dejado antes de morir.
El muchacho siempre pensaba lo irónico que era eso, el sería capaz de vivir un siglo gracias al síndrome de Alexandria mientras que su madre a sus 47 años había muerto.
Sin mas que pensar, conectó su celular antes de comenzar a arrancar para seguir el camino que su padre le había escrito en una hoja de papel.
Dos cuadras derecho y luego a la izquierda.
—TU TE PENSASTE QUE TU ME TENÍAS, PERO NUNCA ME TUVISE, SOY LA ROSALIA. ¡YAS, BITCH!— cantó sobre la canción Ismael a medida que movía una de sus manos siguiendo el ritmo que cantaba Rosalia.
Internamente se cuestionaba cómo sería su primer día de clases, más siendo nuevo, y mucho más cuando se trata de un pueblo tan diminuto que solo tiene dos mil habitantes.
¡Era la cantidad de sus seguidores en Instagram!
Pero de cualquier forma, lo qué más lo hacía ponerse más hiperactivo era de cómo las personas de su alrededor iban a reaccionar ante sus ojos violetas, porque, vamos, ¡SON VIOLETAS! El estaría igual si tuviera ojos cafés.
—TU TA JUGANDO CON LA JUGADORA, LA QUE PISA FUERTE, LA MATADORA— cantó Ismael a medida que bajaba poco a poco la música al ver como se acercaba a la escuela.
Mientras susurraba una canción de Sech manobriaba entre los estudiantes para no atropellarlos, ganándose algunas malas palabras de paso al tocarles bocina para que se corran, luego de andar unos minutos entre gente y autos decidió por un lugar un tanto alejado de la entrada del instituto; igual no tenía mucho para elegir, era eso o dejarlo fuera del establecimiento y no quería arriesgarse a un robo.
Mientras que el carismático niño ojos violeta caminaba hacia la escuela, tropezándose en varias ocasiones, la despampanante familia adinerada lo observaba fijamente sin ningún tipo de vergüenza.
Alice Cullen sonrió mientras que daba pequeños saltitos en su lugar y aplaudía admirando al chico de su visión. —Es perfecto— acotó la duendecilla con una sonrisa de oreja a oreja.
—Es tonto— replicó la rubia de la familia con su ceja alzada. —Y torpe— finalizó afianzando sus dudas viendo como Ismael casi vuelve a caer.
—Déjalo, Rose— respondió Emmett acariciando su brazo.
—Yo lo veo bien— acotó Bella Swan encogiéndose de brazos.
—Apesta a ansiedad— volvió a quejarse Rose.
—Okay, eso fue todo. Nos vamos a clase— intervino Emmett mientras rodeaba con uno de sus grandes brazos a su esposa.
—Es perfecto. Vas a amarlo— acotó Alice con una sonrisa hacia su rubio hermano.
Jasper Hale permaneció tieso ante la conversación que tenían sus hermanos en cuanto a Ismael Williams. Lo miraba analizando completamente todas las acciones que hacía el muchacho, concentrando su olfato y su autocontrol ante la sangre.
Sintió como su hermana favorita irradiando emoción y alegria, más potente que todos los días, se posaba junto a él enlazando sus brazos mientras observaban al humano.
—Vamos, hay que hacernos amigos— alentó al rubio sacudiendo levemente su brazo.
—No lo presiones, Alice— dijo Edward avanzando delante de ella junto a Bella dirigiéndose a la institución.
—Funciona mejor bajo presión— insistió la muchacha.
—Alice.
—Bien— hizo puchero mientras se soltaba de su hermano y comenzaba a avanzar junto a Edward y Bella, pero antes de seguir volteo una última vez dándole una obvia mirada a su hermano rubio.
Jasper se quedo junto a los autos, tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta y su ceño estaba levemente fruncido, su mirada fija en el muchacho con lentes de sol que subía la escalera apestando a ansiedad y nervios.
Bajo un pequeño suspiro, el rubio comenzó a avanzar entre los alumnos y autos para acercarse lo suficientemente a él. Siguiéndolo ágilmente por los pasillos, Ismael se detuvo en la secretaría a hablar con la amable mujer que estaba allí, Jasper se limitó a esconderse levemente detrás de una de las columnas que habían allí.
Ismael observaba nervioso mientras que golpeaba su pie contra la cerámica del piso esperando a su horario. De un momento a otro, su cuerpo comenzó a relajarse sin darse cuenta, lentamente su pie quedó quieto en su lugar, pero Ismael ni siquiera se molestó en prestar atención como se sentía. Solo quería su horario.
—Aquí está, muchacho. Te verías mejor sin las gafas de sol— acoto la mujer con una amable sonrisa.
—Oh, eso es realmente dulce. Muchas gracias— se despidió amablemente de la mujer con un pequeño asentimiento y con el autoestima más alto.
Capaz la escuela no era tan mala después de todo. Pensó Ismael con una sonrisa.
•••
Olviden lo que dije, la escuela apesta.
En su primera clase, tuvo un pequeño gran enfrentamiento con su profesora de matemática, Ismael estaba negado en abandonar sus lentes negros causando un gran revuelo que duró la mitad de la clase.
Estaba seguro de que con esto estaba en la boca de todo el mundo, pero al menos sus ojos todavía seguían escondidos.
Pero aún así, lo echaron de la clase por incumplimiento.
Ismael suspiró mientras apoyaba una de sus mejillas en su mano mientras que con la otra trataba de acomodar sus lentes, sentado en las escaleras completamente solo junto a su mochila era simplemente deprimente. En esos momentos estaba deseando la clase de matemática.
Volvió a tratar de acomodar sus lentes oscuros una y otra vez hasta que se frustró y se los sacó de un tirón, lanzado escalera abajo ante la impotencia.
—Mierda— murmuró al ver que se tenía que levantar a buscarlo antes que alguien lo robe o lo pisen.
Estaba bastante sorprendido, los anteojos aún seguían intactos.
—¿Mala mañana?
La voz masculina lo hizo sobresaltar lo suficiente para levantarse de su lugar y luego caer de lado tratando de sostenerse de la barandilla torpemente. Rápidamente Ismael se recompuso mirando a quien tenía frente a el.
Unos escalones arriba se encontraba Jasper Hale con una curiosa mirada y sus manos en los bolsillos.
Ismael iba a desmayarse en ese momento, por un momento pensó que era una repercusión atrasada de manifestación mediante un intento de hechizo para buena suerte.
Rápidamente se dio cuenta de lo que estaba haciendo y bajo la mirada, no traía puesto los lentes y estaba fijando mucho en el muchacho frente a él.
—Tus lentes no creo que tengan la culpa.
Por su lado, Jasper estuvo intrigado desde el momento en el que lo vio, por mas que nunca había tenido la oportunidad de conocer a alguien con síndrome de Alexandria, estaba seguro que eso no era lo que llamaba su atención.
—Adivino, ¿tu eres el chico nuevo que gritaba en español?
La cabeza de Ismael iba mil por hora, su madre siempre le había aconsejado de no avergonzarse de sus ojos violetas. En su maravilloso tiempo de vida su madre y el jugaban a los superhéroes, Ismael poseía dotes de curar, telepatía y telequinesia mientras que su madre chillaba en el sofá sobre qué un monstruo inexistente iba a atacarla.
Eran lindos tiempos.
Ismael siempre los pensaba.
—En mi defensa era la primera hora de la mañana— contestó Ismael mientras apoyaba su trasero en el barandal sin levantar su mirada.
—¿Acoso estudiantil?
—¿Quieres un pequeño resumen?— preguntó el muchacho con una sonrisa con su cabeza mirando hacia abajo. —¡No puedo quitarme los lentes, por el amor de...! ¡Esto es acoso estudiantil! No, no, no. No voy a sacar... ¡sáqueme las manos de encima, vieja de...! ¡La puta madre! No puedo discutir así, tráiganme a una profesora de español. Oh por... ¡Dios, déjenme en paz!
Jasper rio levemente por lo bajo al escuchar las palabras en español que el muchacho decía, mientras que Ismael se unía levantando su cabeza aun sin dirigirle la mirada, teniendo pudor de todo lo que el primer chico que se ofrecía a hablarle.
—Ismael Williams, el chico alexandria— se presentó mirándolo por primera vez, estirando su mano.
Jasper entendió en ese momento que era lo que decía Alice. Definitivamente iba a caer a sus pies, tan simple como una hoja en otoño; en un chasquido, Ismael Williams provocó absolutamente todo en el vampiro.
El rubio sonrió automáticamente al ver sus ojos, eran tran inocentes como su hermana había descrito hace décadas atrás y tan violetas como había esperado.
Ismael Williams iba a ser la perdición de Jasper Hale, y el lo sabía.
—Jasper Hale, el chico antisocial— estrechó su mano sin dejar de mirar sus ojos ganando una sonrisa por parte de él.
—Bienvenido al club, tenemos reuniones aquí a esta hora, tres días a la semana. La inscripción sale 50 dólares pero te hago un descuento si haces mis tareas— bromeó el chico con ojos violeta haciendo sonreír levemente a Jasper. Pero el Ismael volteo a ver sus lentes antes de volver a hablar. —O unos lentes nuevos esta bien— acotó el muchacho señalando sus lentes con el pulgar por arriba de su hombro. —¿Y qué hiciste para no entrar a clases?
—Digamos que español no es lo mío.
—Si necesitas ayuda, ven conmigo, papichulo— Ismael hablo en un perfecto español sonriendo con descaro, confiando en que el rubio no entendía español.
Pero lo que el no sabía era que Jasper tuvo siglo y medio para aprender nuevas lenguas, por lo tanto, el español se le daba de lo mejor pero no creía que decirle "estoy acosándote" no era un buen inicio.
Jasper se limitó a mirarlo con su ceño fruncido y pequeña sonrisa.
—Soy bilingüe. Si necesitas ayuda tengo varios libros y puedo ayudarte— se encogió de hombros.
—¿Como confío en que no mientes?— jugueteó Jasper con gracia y calma.
—¿Estas perdido? ¿Estás perdido, mi amor? Vente conmigo— hablo nuevamente con una encantadora sonrisa.
Jasper rio levemente ante lo que el muchacho le decía. —No se lo que significa.
—Que si estas perdido puedes pedir ayuda— mintió descaradamente Ismael mientras cruzaba sus brazos.
Ninguno dijo nada más, se limitaron a sonreírse y estar en sus propios pensamientos hasta que el momento del segundo tiempo llegó, haciendo que ambos chicos se saluden levemente con la mano antes de irse por caminos separados.
•••
—¿Como te fue?
Eso es lo primero que su padre pronunció desde la cocina, Ismael aún seguía atrapado en los ojos dorados de Jasper Hale, caminaba sin mirar por donde iba, dejándose guiar por sus propios instintos y rogando no romper nada.
—¿Y?— insistió su padre al verlo sentarse en una de las sillas de la mesada.
—Estoy muy seguro que soy gay— respondió el muchacho con la mirada perdida.
—Oh Dios, ya empezamos— mustio su padre antes de sacar sus lentes y tapar sus oídos.
—¡Por Dios, es hermoso!...— comenzó a gritar Ismael mientras se levantaba de la silla y caminaba de un lado a otro.
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