ii. Oh, That Blue Eyes...
CAPÍTULO II: OH, THAT BLUE EYES...
PARIS EVITABA TODO TIPO DE SENTIMIENTOS NEGATIVOS si podía. Evitaba la ira, la frustración y la incomodidad. Desde niña se las había ingeniado para intentar siempre sentirse feliz, con su estilo de vida no era tan difícil, pero aun así odiaba cuando comenzaba a experimentarlos. Creía que cuando pasaba, ella sentía todo 10 veces más. Incluso con otras personas, odiaba quedarse a consolar a alguna de sus amigas porque de alguna manera, parecía que le estuviera sucediendo a ella.
Pero de esto no podía escapar, el chofer del auto le había indicado a Julia que se acercaban al hogar de su padre biológico. Ella no estaba segura de como iría eso, nunca lo había conocido en persona (su madre le había mostrado su foto alguna vez, pero eso era todo) y no tenía ni idea de su personalidad. ¡Puede que ni siquiera deseaba recibir a Paris y ella sería una carga! Tenía algo de temor por eso.
Y eso no era lo peor, también estaba su medio hermano —tiene un nombre demasiado difícil de pronunciar— Puede que odie a Paris por ser la hija bastarda que, según lo que leyó en el diario de su madre, arruinó el matrimonio de sus padres. Paris sabía que la madre de su medio hermano había muerto hace unos años, pero podría pasar que el resentimiento siguiera allí.
Odia esto.
El auto da unos cuantos giros a la derecha y luego a la izquierda, y finalmente se detiene frente a una casa de dos plantas. El chofer se baja y le abre la puerta a Julia y a Paris. Noah Stilinski y su hijo están en la entrada de su casa. La rubia puede descifrar en seguida sus expresiones, Noah está nervioso y su hijo, cauteloso. El chofer comienza a bajar las pertenencias de Paris, que eran bastantes, para ponerlas en el suelo apiladas una sobre otra.
Los ojos de su medio hermano se ponen en blanco.
Julia camina hacia Noah y ambos se dan un apretón de manos bastante formal, él les dice que pueden seguir y le indica al chofer donde dejar las maletas de Paris. Una vez todos están sentados en la sala de estar, Noah le ofrece a Julia un café, que su madrina acepta con una pequeña sonrisa en su rostro. Ya con una taza en sus manos, Paris se acomoda al lado de Julia frente a su padre biológico y a su medio hermano.
—Ambos lamentamos mucho la muerte de Aurora, sé que era una excelente mujer y una gran madre. —dice esto último con sus ojos sobre Paris.
Paris suelta una pequeña risa sarcástica. —No creo que puedas afirmar eso, no recuerdo que alguna vez la vieras ejerciendo su maternidad.
Julia le da una mirada molesta. Está siendo grosera y debe callarse.
—Entiendo que sea extraño para ti, porque nunca nos hemos visto. —le dice Noah. —Pero debes saber que quise mucho a tu madre.
Paris se muerde la lengua. Al parecer no la quiso tanto como para verla después de que se embarazó.
—Noah. —lo llama Julia, con voz diplomática. —Entiendo que este es un cambio bastante grande para ustedes, ambas teníamos total confianza en que sería yo quien tomaría la custodia de Paris, pero las cosas fueron diferentes. Así que espero que entiendas que tendré mis ojos bien puestos en Paris y en su vida aquí.
Su padre biológico le sonríe. —Lo entiendo Julia, cuidaré muy bien de ella.
—Paris lo era todo para Aurora, entiéndelo muy bien.
La mención de su madre hace que las lágrimas comiencen a formarse en los ojos azules de Paris, pero rápidamente las ahuyenta pestañeando varias veces. Se da cuenta que su medio hermano y Noah la miran con algo de lastima, así que pone su cara de póquer de nuevo.
Odia que la miren con lástima.
Julia y Noah salen por un momento para discutir algo que ni a Paris ni a su medio hermano les concierne, así que ambos adolescentes se quedan solos en la sala de estar, pensando como terminar con la incomodidad que comenzaba a notarse.
'Debes ser amable Paris', recuerda las palabras de su madrina mientras su avión despegaba.
Suspirando, Paris pregunta. —¿Cómo se pronuncia tu nombre correctamente? —El muchacho la mira sin expresión alguna. —Julia me dio una hoja donde lo dice, pero no he logrado decirlo.
Finalmente, su cerebro parece funcionar de nuevo. —Puedes decirme Stiles.
—¿Stiles? — él asiente. —De acuerdo.
Paris se encoge de hombros y regresa su atención a su manicura, intentando encontrar una imperfección para usarla como excusa y realizarse una nueva.
—Lamento mucho lo de tu madre.
Ella se congela unos segundos ante sus palabras, las palabras que ha escuchado día y noche cada momento desde que el mundo supo de Aurora Callaway se había ido de este mundo. Pero no le gustan. Cree que son vacías. ¿Stiles conoció a su madre? ¿Sabía que tan grandiosa era? No, no lo hacía. ¿Cómo podría sentir la muerte de una extraña para él? Paris no le encontraba sentido decir algo como eso.
Murmura, fríamente. —Gracias.
Su celular suena en señal de que tiene un mensaje, así que lo saca de su bolsillo y lee lo que le han escrito.
"$3000, eso necesito para comenzar."
Paris suspira y busca en su bolso su tarjeta para hacer la transacción del dinero. —¿Qué estás haciendo?
La voz de Stiles se escucha curiosamente molesta.
—Nada.
—No parece que fuera nada.
—¿Por qué tan interesado? —le pregunta rudamente, ocultando su teléfono de sus ojos.
El entrecierra sus ojos. —¿Cómo una chica de 15 años tiene una tarjeta de crédito?
Paris se encoge de hombros. —Porque me gusta comprar mucho y el efectivo es molesto.
Ella sabe que sonó engreída como el infierno, pero no quiere que nadie se meta en sus asuntos.
Antes de que pueda contestar, Julia y Noah aparecen.
—Ya es hora de irme, cielo. Mi vuelo saldrá en unas horas. —le dice Julia a Paris, acariciando su cabello. —Te llamaré tres veces a la semana y haremos videochat cuando podamos, ¿de acuerdo?
La rubia asiente, comenzando a sentir pánico. Llévame contigo, llévame contigo...
Se despide de Noah y de Stiles con una sonrisa cortes, haciendo resonar sus tacones de aguja en el suelo mientras se aleja al auto. Se despide por última vez de Paris y sube al vehículo, mientras el chofer le cierra le puerta. Paris se queda por unos segundos viendo como su madrina se aleja cada vez más y con ello, su posibilidad de volver a la vida que conocía.
Noah cierra la puerta cuando Paris entra a la casa, quedando los tres en silencio.
—Paris. —la llama. —Tu madrina ya hizo todo lo necesario para que asistas a la preparatoria de Beacon Hills, mañana será tu primer día...
—De acuerdo. —le dice ella. Solo quiere saber dónde está su habitación para poder llorar en paz, ni siquiera recordaba que además de esto, tendría que ir a otra escuela.
Amablemente, Noah le dice: —Stiles te llevara a la escuela.
No, gracias. Paris piensa casi de inmediato.
—Pero...—Stiles comienza a quejarse y Paris pone sus ojos en blanco.
—No es necesario, señor Stilinski. Con decirme donde está la escuela es suficiente.
Ella caminara, no hay manera de que se suba a un apestoso autobús escolar. Prefiere morir.
—No es problema, ¿verdad hijo?
Paris conoce ese tono, es el de: No te estoy preguntando si estás de acuerdo, simplemente lo harás.
Ella lo ha usado muchas veces.
—Genial. —dice el padre de Stiles, dando como terminada la conversación. — Stiles muéstrale a Paris su habitación.
Stiles asiente, no muy feliz. Mientras suben las escaleras, Paris observa con detalle algunas fotografías colgadas en la pared; en una se encontraba Stiles con su padre y su madre, los tres juntos y en otra solo estaba el chico.
La rubia se siente como una invasora, esa no era su casa y ellos no eran su familia. Esta fuera de lugar, ella es una Callaway, no una Stilinski y sabe que siempre lo será.
Ignorando el nudo en su garganta, sigue a Stiles hasta una habitación mediana y sencilla. Tiene una cama de dos plazas cubierta con un edredón blanco y algunas almohadas color rosa claro, con un escritorio de madera del mismo tono y una mesita al lado de la cama. No puede evitar compararla con su habitación en el Pent House de su madre, —que seguramente sería vendido— un cuarto gigante con un armario tan grande como la habitación que estaba viendo ahora.
(Ella tendría que organizar muy bien su ropa si quería conservarla toda.)
Pero esta agradecida de tener un lugar decente para dormir. Sabe que es afortunada por no terminar en un orfanato como muchos otros niños que han perdido a sus padres, sin embargo, ella había sido criada como una maldita Barbie. Todo lo que quería, estaba a su alcance. Si quería que fuera más grande, le daban a escoger entre cinco tamaños diferente para ver cuál era de su agrado.
En consiente de que debe comenzar a acostumbrarse a un estilo de vida no tal lujoso y no demostrar lo mucho que le costara hacerlo.
Por lo menos, no enfrente de Noah. No le importa en absoluto lo que el metiche de Stiles piense de ella.
—Espero que sea suficiente, princesa.
Paris, estando demasiado ensimismada en sus pensamientos, dice sin querer: —Nunca será suficiente sin mamá aquí.
Stiles frena su salida de la habitación al escuchar sus palabras. La rubia todavía le da la espalda cuando su medio hermano habla.
—Disminuye... —Paris se voltea para verlo con confusión. —El dolor. Convives con eso hasta que deja de hacerte daño y comienzas a recordar los momentos que pasaron juntas, no los que faltaron.
La chica asiente y Stiles sale de la habitación, cerrando la puerta tras de él.
Odiaba esta situación.
Odiaba que su mamá estuviera muerta.
Odiaba tener que dejar Nueva York.
Simplemente, lo odiaba.
Las cosas en la mañana mejoraron un poco. Estaba luciendo un atuendo genial para su primer día, que demoró como media hora en escoger, su cabello lucía brillante y una taza de café con leche había hecho que el cansancio que sentía por no dormir muy bien desapareciera.
Luego de organizar toda su ropa y su escritorio, fue incapaz de quedarse dormida. El árbol cerca de su ventana rozaba el vidrio haciendo que fuera casi imposible conciliar el sueño y, además de eso, su mente le pasó una mala jugada recordándole toda su feliz infancia, como diciendo: '¿Recuerdas este día tan especial? Bueno no tendrás ninguno igual de nuevo, porque ya sabes, tu madre está muerta.'
Todo eso había hecho que llorara una hora completa, hinchando sus ojos y dándole mucho más trabajo para cubrirlos con maquillaje, intentando lucir presentable y no como un mapache que había metido la cara en hiedra venenosa. Mientras disfruta de su bebida e intenta no rascar sus ojos, un apresurado Stiles aparece en la puerta de la cocina. —Debemos irnos.
Paris asiente, para luego subir por su bolso. Cuando se asegura de tener todo listo, sale con Stiles para encontrarse con un Jeep color azul en el garaje y sube al asiento del pasajero, con su teléfono en la mano, intentando no hacer contacto visual con su medio hermano.
—Gracias por llevarme a la escuela.
Las palabras salen de su boca antes de que pueda detenerlas, pero luego piensa que no la mataría ser un poco amable, es decir, pudo haberla ahogado con la almohada mientras dormía. Paris consideraría esa opción si una extraña con una actitud de mierda invadiera su casa de un día para otro.
Stiles le da una sonrisa casi imposible de ver. —No es nada. — Parece pensar si decir algo mas o no. —Si quieres, puedes pasar el primer dia conmigo y mis amigos...Solo si quieres.
Paris se siente algo alagada con la oferta pero la rechaza de la manera mas amable que puede en estos últimos días. —Gracias pero intentaré encontrar a alguien lo mas pronto posible. —Su medio hermano asiente. —Pero estaría bien conocerlos, espero que sean guapos.
El chico casi se atraganta con su propia saliva, provocando que Paris lo mire divertida.
Cuando por fin llegan a la escuela, Paris siente como su pulso se acelera, pero se obliga a sí misma a controlarse. Baja del Jeep y comienza a caminar a la entrada junto a Stiles, quien se detiene antes de pasar por la puerta. — Si necesitas algo, llámame. —la rubia asiente, agarrando aún más fuertes la correa de su bolso. — En serio, cualquier cosa. Mi papá me mataría si algo ocurriera contigo.
—Estaré bien, Stiles. No es como si un vampiro fuera a enamorarse de mí. —se encoge de hombros, pensado en su hilarante referencia a Crepúsculo. Stiles suelta una risa nerviosa.
Tal vez vampiros no pero cualquier otra criatura si, piensa él, espero que los hombres lobo no sean uno de ellos.
Cuando el chico sigue su camino, Paris siente los nervios volver a ella. Nunca había ido a una escuela diferente, nunca había tenido que hacer amigos porque la mayoría de veces la gente quería estar con ella, o al menos cerca, pero nunca imaginó que llegaría el momento de poner una dulce sonrisa esperando que alguna alma caritativa la guardara bajo su ala protectora ante este mundo desconocido para ella. Sabía que los adolescentes eran crueles y criticones, ella lo es (¿o era?).
Una chica morena de pelo rizado camina hacia la entrada con la vista fija en su teléfono, chocando sin querer con Paris, quien no se había movido de allí. —Lo siento. —le dice la chica, arreglando su cabello para apartarlo de sus ojos.
Paris niega. —No, yo estaba estorbando, está bien.
—¿Hay algo súper interesante en la puerta y es por eso que te quedaste ahí? —acomoda su mochila en su hombro.
—Soy nueva y en serio no quiero entrar.
—Bueno nueva, hoy es tu día de suerte, porque está mañana mi horóscopo dijo que algo diferente pasaría hoy y que tenía que ser parte de ello. Y eso supongo que eres tú. —termina su discurso colocando su mano frente a la rubia. — Soy Holliday Spencer, puedes llamarme Holly.
Paris sacude su mano con delicadeza mientras que una sonrisa se formaba en sus labios. — Soy Paris... — Esta era una de las partes difíciles de venir aquí, ella sabía que ahora en su registro era Paris Stilinski, que los profesores la llamarían de esa manera, que su tarjeta de la biblioteca tendría ese apellido, pero el problema era que no lo sentía así. Ella era Callaway. — Vengo de Nueva York.
Holly enlaza su brazo con el de Paris con toda la confianza posible y la guía a la entrada. — Vamos, te mostraré el lugar, no es tan aterrador como parece.
Paris va a permitirse dudar eso.
—Gracias Holly.
—Es un placer. Creo que estaba destinado que conociera una nueva amiga. —la chica continúa sonriendo brillantemente y la arrastra por los pasillos.
Ella también empezaba a creerlo.
En el transcurso del día, Paris se siente mejor de lo que pensaba. Había sorprendido a su maestra de matemática resolviendo un problema bastante difícil, seguía hablando con Holliday sin parar entre clases de temas diversos y había encontrado a varios chicos mirándola con muy poco disimulo y a varios estudiantes susurrando cuando pasa a su lado.
Amaba que la miraran. Demándala.
Cuando nota en su horario que tiene tiempo libre, decide ir a observar las pruebas de lacrosse y tal vez deleitarse la vista con chicos deportistas. Hace su camino a las gradas y toma asiento junto a una chica asiática de cabello negro.
Saca su teléfono y revisa sus mensajes de su e-mail. Aún nada.
—Hola. —dicen a su lado. Paris voltea confundida para ver si le hablaba a ella. —Soy Kira, amiga de Stiles. Y ella es Malia.
Paris se forzó a verse amable. —Soy Paris.
El entrenamiento inicia y los chicos comienzan a correr por el campo, siendo motivados por el entrenador, y a hacer ejercicios de calentamiento. Paris apenas puede visualizar a uno que otro chico atractivo, pero no lo suficiente para llamar su atención. Logra ver como Stiles cae agotado, casi muriendo por el ejercicio que hacía.
Kira nota como Paris se ríe en dirección a su amigo. —Entonces... ¿Ese es tu hermano?
Malia la observa con una ceja elevada. Ella era un poco intimidante.
Paris la mira un poco sorprendida por su directa pregunta, no esperaba que Stiles hablara tan pronto sobre ella. Ambas ven como el susodicho se derrumba en el suelo y su amigo (el moreno guapo, con la mandíbula algo desviada) le ayuda a levantarse.
—Veo que la noticia se supo bastante rápido. Aunque en realidad es mi medio hermano.
Kira asiente, un poco avergonzada. Luego sigue conversando con su amiga Malia, Paris no puede evitar escuchar su tema de conversación: un chico, Scott. Kira sonaba triste porque al parecer quería más de lo que estaba teniendo de él; sin poder evitarlo, toca su hombro un par de veces y la pelinegra se gira hacia ella. —No pude ignorar la falta de confianza sobre ti misma, lo siento. Si quieres que lo tuyo con ese chico sea más de lo que tienen ahora solo tienes que ir y decírselo. No puedes esperar a que él se dé cuenta. Si quieres algo vas y lo consigues. —Paris toma una respiración ante su confusa inspiración como consejera sentimental. — Y si él no siente lo mismo, entonces vas y lo envías al diablo y consigues a alguien que si quiera seguirte el ritmo.
Kira asiente, sonriéndole a la rubia. —Gracias Paris.
Ella le da una sonrisa y contempla el campo de lacrosse (y a los chicos) de nuevo. Se siente mejor con ella misma, si antes le hubieran dicho que conversaría con desconocidas y no sería una idiota completa, se hubiera reído. Pero las cosas cambiaban.
Sus ojos se enfocan en cómo Stiles intenta inútilmente de agarrar la pelota en su red, para luego cogerla por su cuenta y observar concentrado el arco. Paris creyó que haría un tiro genial, pero la pelota cae de una manera limpia en la red del arquero. Siente un poco de pena por él, pero no pudo evitar soltar una risa ante su frustración.
Luego, sin esperarlo, ella lo ve.
Seguramente no era tan alto, pero Paris es una chica baja así que no le importa en absoluto. Tiene el cabello castaño alborotado y toma el palo de lacrosse con confianza, haciendo un tiro fuerte y preciso. Paris ve como sonríe con un poco de ego. Es bastante lindo, no... Era un chico hermoso. Paris jura que tiene corazones en sus ojos, como las caricaturas. No puede explicarlo. Se siente un poco acosadora cuando se dio cuenta que sus ojos están fijos en él.
Como si el imbécil que tira de los hilos del destino quisiera reírse de ella, el chico nota la mirada de Paris y conecta su mirada con la de la chica, quien de inmediato cambia su expresión de idiota por una en la que se ve que no está impresionada en absoluto. El chico le sonríe y sigue su camino a la fila de lanzamiento.
Luego de ese momento agridulce, el amigo guapo de Stiles hace un lanzamiento lamentable. Paris se siente un poco decepcionada, creía que iba a ser un poco mejor. Y así fue como las cosas fluyeron, el lindo chico de ojos azules (si, había forzado su vista lo suficiente para verlos) haciendo tiros fantásticos y su hermano junto a su amigo haciendo tiros bastante malos.
En el transcurso del entrenamiento, mientras su vista contempla a su nuevo crush ser animado y felicitado por su talento, nota como Stiles se ha dado cuenta que casi no ha parpadeado por el chico que los está venciendo. Su medio hermano la observaba incrédulo casi molesto.
Ahora ambos juniors se ponen para defender la portería, la competitividad (y la testosterona) se puede oler a kilómetros de distancia. Cuando el entrenador hace sonar su silbato, un chico corre hacia ellos y en una maniobra casi imposible, el amigo de Stiles logra detener el ataque.
—¡Esos son mis chicos! — exclama alegre el entrenador.
Paris puede escuchar una pequeña celebración por parte de Kira. —¿Ese es tu novio? —le pregunta.
La pelinegra asiente. —Sí, ese es Scott.
Bueno, Scott definitivamente esta fuera de mis posibilidades, piensa ella.
Luego de que el tercer chico fuera tacleado por Stiles y Scott, ambos hacen una especie de celebración chocando su pecho con el otro, provocando que Stiles termine en el suelo. Es el turno del freshman y segundos después de movimientos ágiles y exactos, la pelota entra en la portería. Paris sonríe, era bastante bueno.
—¡Eso fue suerte! —el fuerte grito de Malia hace que se volviera a mirarla. —¡Que lo haga de nuevo!
— Querida, no hace falta. Solo es una práctica. —le responde el entrenador.
—10 dólares por Scott y Stiles. —apuesta la chica.
—Acepto eso.
Paris se levanta de su asiento, observando a Malia con una pequeña sonrisa. —Que sean 30. —le hace un guiño a Stiles y observa al chico, quien la fulmina con la mirada.
—Aceptaré eso también. —finaliza el entrenador, señalando a la rubia. —¡Una vez más, Liam!
Por lo menos de su tonta apuesta había logrado saber su nombre.
Liam (¡qué lindo!) se prepara un poco antes de volver a atacar con el palo de lacrosse en sus manos. Evade la jugada de Stiles pero cuando se encuentra con Scott, el moreno utiliza demasiada fuerza en su ataque haciendo que, literalmente, el cuerpo de Liam gire en el aire, para terminar cayendo en una posición dolorosa y hacer que un hueso, probablemente roto, cruja bajo su peso.
—Ouch, eso debió doler. —dice Paris en voz baja.
La rubia no puede evitar estar algo aliviada, su cara seguía intactamente hermosa. Uff.
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