- 005
005. | CAPÍTULO CINCO
Narrado por:
Ji-yeon.
Todos nos movíamos con prisa, siguiendo las instrucciones, apilando mesas y sillas en las puertas y ventanas.
—Falta una aquí. —le dije a Woo-jin, señalando el hueco donde faltaba una silla.
Antes de que pudiera responder, un grito irrumpió en el aire.
—¡Le han mordido en el brazo!
La voz de On-jo resonó por todo el aula. Nos giramos al instante, nuestras miradas clavándose en el profesor Kang, quien se cubrió el brazo con desesperación.
Woo-jin reaccionó antes que yo. Su mano cogió mi muñeca y me empujó detrás de él.
—No es un mordisco... —intentó mentir Kang, pero nadie le creyó.
—Si no es un mordisco, ¿por qué te tapas? —dije, tratando de salir de detrás de Woo-jin. Aunque no me soltó.
—¡Os he dicho que no me han mordido! —explotó el profesor, lleno de enfado—. ¿Cómo os atrevéis a cuestionarme?
Se giró hacia mí con una mirada amenazante y dio un paso al frente.
—¡A mí no me hables así, niñata!
Sentí un escalofrío de miedo recorrer mi espalda, pero Woo-jin se movió en un abrir y cerrar de ojos. Su brazo se interpuso entre el profesor y yo, empujándome suavemente detrás de él.
—No le hables así. —dijo, seguro de sí mismo.
El profesor Kang abrió la boca, listo para responderle, pero entonces la sangre comenzó a brotar de su nariz.
El aula entera quedó en silencio.
—No... —susurró On-jo, dando un paso atrás.
El profesor cayó de rodillas, temblando, su cuerpo convulsionando mientras un gruñido inhumano escapaba de su garganta.
—¡Rápido, tenemos que salir de aquí! —gritó Su-hyeok.
Yo quise moverme, ir a ayudar a On-jo, pero Woo-jin apretó mi muñeca con más fuerza.
—No. No te acerques. —susurró él. Su mirada se mantenía fija en el profesor, como si ya supiera lo que estaba a punto de suceder.
Entonces, Kang se levantó de golpe. Su piel había adquirido un tono enfermizo, sus ojos estaban inyectados en sangre.
Y antes de que pudiéramos hacer algo, se lanzó sobre una alumna, desgarrándole el labio con los dientes.
Los gritos estallaron en el aula.
Dae-su empujó al profesor infectado con toda su fuerza, pero ya era demasiado tarde.
—¡Tenemos que irnos! —gritó alguien.
Woo-jin tiró de mí con más fuerza esta vez, guiándome hacia la barricada. Con una agilidad impresionante, empezó a deshacerla junto con Na-yeon. Yo intenté ayudar, pero mi cuerpo estaba paralizado.
—¡Ji-yeon, muévete! —insistió Woo-jin, mirándome fijamente.
Su mirada me devolvió a la realidad, así que lo ayudé a quitar las sillas y las mesas mientras los demás intentaban contener a los infectados.
La barricada cedió y las puertas se abrieron de golpe. Salimos al pasillo, corriendo como si nuestras vidas dependieran de ello... porque así era.
Pero el peligro no había acabado.
Un infectado apareció en las escaleras. Na-yeon tropezó, cayendo al suelo con un grito.
Su-hyeok no dudó ni un segundo, se lanzó contra los zombis, golpeándolos con patadas y cualquier cosa que pudiera usar. Su fuerza era impresionante, pero el número de infectados aumentaba.
Woo-jin me empujó hacia adelante.
—Tienes que seguir corriendo.
—Pero Su-hyeok...
—¡Ji-yeon! —gritó Woo-jin, su expresión más intensa que nunca—. Si te quedas, vas a morir.
Mi respiración se entrecortó. Por primera vez, noté el miedo en sus ojos. Pero no por él.
Por mí.
Tragué saliva y asentí. Juntos, seguimos corriendo.
No sabía si Su-hyeok lograría alcanzarnos.
No sabía si alguno de nosotros sobreviviría a esto.
Realmente no sabía nada de lo que pasaría en un segundo.
Pero algo me decía que iban a ser unos días llenos de caos y lágrimas.
Corríamos sin detenernos, Woo-jin aún sujetaba mi mano con fuerza mientras el eco de los nuestros pasos llenaban el pasillo. El caos en el instituto se había desatado por completo.
—¡El laboratorio del profesor Lee! —gritó Cheong-san desde adelante—. ¡Está cerca! ¡Podemos escondernos ahí!
Algunos de los chicos se armaron con ventanas y puertas para que ninguno de los zombis llegara a nosotros, y batallaban para que los infectados no pasaran a nuestra banda.
—¡Rápido! —gritó Su-hyeok.
Los infectados venían detrás de nosotros, algunos lanzándose por las escaleras, otros corriendo con movimientos descoordinados... pero absolutamente todos eran rápidos.
El pasillo parecía interminable, pero finalmente, la puerta del laboratorio apareció frente a nosotros.
—¡Abran! —grité mientras Woo-jin soltaba mi mano para ayudar a empujar la puerta.
Dentro, Gyeong-su e I-sak forcejeaban con la cerradura.
—¡Dense prisa! —rugió Dae-su.
La puerta se abrió de golpe cuando On-jo rompió el candado con un extintor, y todos entramos de un empujón.
Tan pronto como el último cruzó, Woo-jin la cerró con un golpe seco, asegurándola con las mesas y armarios que había dentro.
Golpes frenéticos comenzaron a resonar del otro lado.
Me apoyé contra una de las mesas, tratando de recuperar el aliento. Mi corazón latía fuertemente, el sudor se empezaba hacer presente en mi frente y mis piernas temblaban por la adrenalina.
Woo-jin estaba a mi lado, con el rostro empapado de sudor y la respiración entrecortada.
—¿Estás bien? —preguntó, su voz era un murmullo preocupado.
Asentí, aún sin aliento.
Miré alrededor. La sala de ciencias era espaciosa, llena de estanterías con frascos, microscopios y papeles desordenados. Como solía estar el laboratorio.
Miré a mis compañeros, y, cuando acabé de analizarlos, me di cuenta de un vacío.
De que faltaba una persona.
De que Su-hyeok no estaba.
Antes de que pudiera hablar para comunicar su ausencia, Na-yeon le preguntó algo a On-jo, apresurada.
—¿Dónde está el móvil? Voy a llamar otra vez.
—Se me ha caído —On-jo bajó la cabeza.
—¿En serio lo has perdido? —le empujó Na-yeon, aunque On-jo casi no se movió.
—¿Y qué más dará? Esto es más urgente —se metió Gyeong-su.
—¿Y tú por qué te metes?
—¿Cómo? —preguntó Gyeong-su algo indignado.
—Tendrías que haber bloqueado la puerta, entonces el profe de gimnasia no habría entrado —le echó en cara, con el desprecio que siempre le mostraba—. Casi morimos por tu culpa.
—Pues haberla bloqueado tú —contestó, para después añadir algo más en voz baja.
—¡No me toques el coño, niñato!
Gyeong-su dejó con fuerza la mesa que estaba transportando para acercarse lo más rápido posible a Na-yeon, a la cual agarró.
—Eres una zorra.
—¡¿Cómo te atreves a tocarme?! —se retorció Na-yeon.
—Eh —les llamó Ji-min—. Discutid después de mover esto.
—Tiene razón, parad —pidió su amiga de sudadera rosa, Hyo-ryung.
—Eso —apoyó Dae-su—. Discutid cuando terminemos, Gyeong-su.
Na-yeon se fue dando pataletas y haciendo berrinche, y, cuando todo estuvo al menos un poco más calmado, me atreví a hablar.
—¿Y Su-hyeol? ¿Alguien ha visto a Su-hyeok? —miré a Cheog-san—. Estaba contigo, ¿no?
—Venía detrás, pero...
—¿Entonces dónde está? —le corté.
—No lo sé... —admitió en un suspiro.
¿Qué tal estáis? No estoy acostumbrada a que la porta no se vaya con Su-hyeok, perdón si no os gusta 😭😭😭
Que vivan los hombres (Woo-jin)
Voten, comenten, blablabla...
Moraleja: no sean lectores fantasmas.
Ley <3
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