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008. | CAPÍTULO OCHO
Narrado por:
Ji-yeon.
El sonido de los cristales haciéndose añicos me sobresaltó, pero antes de que pudiera reaccionar, sentí un fuerte tirón en mi muñeca. Woo-jin me había apartado de golpe, alejándome de la ventana rota y del peligro.
Su mano sujetaba la mía con firmeza, sus dedos rodeando mi muñeca con urgencia. Mi corazón latía con fuerza, no sabía si por el susto o por el repentino contacto.
Nuestros ojos se encontraron por un instante, y Woo-jin pareció darse cuenta de lo fuerte que me estaba agarrando. Soltó mi muñeca casi de inmediato, desviando la mirada con torpeza.
—¿Estás bien? —murmuró en voz baja, lo suficiente para que solo yo lo escuchara.
Asentí, sintiendo aún el cosquilleo en la piel donde sus dedos habían estado. Pero no había tiempo para pensar en eso.
—¡Apartaos de la ventana! —ordenó Su-hyeok, corriendo hacia nosotros para comprobar que nadie estuviera herido.
El caos volvió a apoderarse del aula en cuestión de segundos. Na-yeon gritaba y Ji-min se cubría la cabeza con las manos.
Pero yo no podía dejar de mirar mis manos, recordando la sensación de la suya aferrándose a mí.
—¿Qué cojones pasa?
—¿Alguien se ha quedado fuera? —dudó Joon-yeong.
—No, nadie —aseguró Cheong-san.
Intenté convencerme de que solo había sido el viento. Pero algo en mi interior me decía que no.
Cheong-san empezó a caminar hacia la ventana, a pesar de que nuestros compañeros le repetían que no lo hiciera.
Pero él no se detuvo. Yo lo observé con atención. A veces envidiaba su valentía.
Poco a poco, los hombros tensos de mis compañeros empezaron a relajarse. Tal vez sí había sido el viento.
Cheong-san se inclinó un poco más por la ventana, asegurándose una última vez. Pero en ese instante, una infectada apareció de la nada, agarrada a la cuerda que habíamos usado para ir a la clase.
Antes de que pudiera reaccionar, la criatura pareció lanzarse sobre él, empujándolo con fuerza al suelo del impacto.
—¡Que entra, que entra! —gritó Dae-su, dando pasos hacia atrás con miedo—. ¡Cheong-san, aléjate!
Pero él se incorporó de inmediato y, en lugar de retroceder, cogió una escoba que estaba cerca, usándola para empujar a la zombi hacia afuera. La criatura se aferró con fuerza al palo, resistiéndose con gruñidos espeluznantes.
Gyeong-su corrió hacia él para ayudar, intentando apartar la mano de la infectada que se sujetaba del borde de la ventana. Pero, en el forcejeo, la zombi reaccionó con rapidez, atrapando su muñeca en un agarre feroz.
Con un tirón, intentó arrastrarlo hacia ella, pero él se resistió, consiguiendo liberarse de su agarre.
Dae-su, a mi lado, dudaba en si ir a ayudar o no, pero, finalmente, fue mi mejor amigo el que le arrebató la escoba a Cheong-san de las manos para clavárselo a la infectada, golpeando a Gyeong-su en la nariz en el proceso.
La zombi pareció morir, pero poco después volvió q agarrarse al marco de la ventana, acercándose peligrosamente a Su-hyeok.
—Su-hyeok, por favor, ten cuidado —supliqué en voz baja.
—Estamos jodidos —murmuró Dae-su.
—¡Empújala de una vez! —chilló Na-yeon junto a la profesora Park.
Gyeong-su cogió la PC, y se acercó a un paso rápido hacia la zombi, consiguiendo tirarla, aunque se llevó el objeto y, por tanto, la conexión con el exterior que teníamos.
Woo-jin, Dae-su y yo nos acercamos a mirar.
Vi como Su-hyeok miraba el agarre que tenía Woo-jin sobre mi muñeca, aunque intentaba ignorarlo.
—Qué movida... —suspiró Dae-su—. Estoy reventado.
—¿Estás bien? —le pregunté a Gyeong-su cuando este se giró hacia donde estaba.
-Sí, gracias, Ji-yeon —sonrió levemente, aunque su nariz empezaba a soltar un pequeño chorro de sangre.
—Eh —llamó Na-yeon—. Tu nariz...
—Gyeong-su, te sangrá la nariz —le informó su mejor amigo al verlo desconcertado.
Gyeong-su se sacó sangre con la mano, observándola cuidadosamente, como si temiera de que la zombi hubiera llegado a morderla.
Pero yo sabía que no era así.
—Será porque Su-hyeok me ha pegado con la fregona —se acercó para tomar papel y secarse la nariz.
—¡Atrás! —ordenó la pelirroja—. No te acerques. Te han mordido, ¿verdad?
—Que no, tía, que Su-hyeok me ha dado con el mocho —señaló a este—. Mira que me tienes enfilado eh.
—¡Te han mordido! —volvió a acusar.
—Agh, venga —gruñó el chico.
—A I-sak le sangró la nariz antes de convertirse —le explicó a la profesora—. On-jo, tú sabes que es verdad. Así empiezan a convertirse en zombis.
—Gyeong-su —se acercó Park.
—¡Que no me han mordido, joder! ¡Lo juro! —gritó el acusado—. Me cago en todo...
—Eh, tu mano —señaló Na-yeon—. ¿Qué es eso? ¿Qué tienes?
—Es de cuando he cogido el ordenador —se acercó a ellas y vio cómo se alejaban—. ¿Es que no os fiáis de mi? Me lo he hecho intentando salvaros, qué morro tenéis.
Solté dulcemente la mano de Woo-jin para acercarme a Gyeong-su y tomar la suya para inspeccionarla.
—No es una mordedura, sino un arañazo —aseguré—. Mira, Cheong-san.
—Es un arañazo —confirmó—. Tiene razón. Acercaos y miradlo si queréis.
Su grupo de amigos se acercó a nosotros y le miraron la herida, curiosos.
—¿Es un arañazo? —le preguntó Dae-su a Su-hyeok.
—Sí que lo es —confirmó mi mejor amigo—. Está claro.
—Profe, míralo, por favor —pedí.
—Voy —se acercó a nosotros, y revisó la mano de mi compañero—. A mi no me parece una mordedura. Sí, es un arañazo. Está bien.
—¿Contenta? —le preguntó Gyeong-su a Na-yeon a gritos, de manera irónica—. ¿Ya te quedas más contenta, o no?
—Ahora no hay ordenador —apareció la voz de Joon-yeong, haciendo que todos nos giráramos hacia él.
—Estamos jodidos... —resopló Dae-su—. Tío, ¿por qué has tenido que tirar el ordenador?
—¿Qué querías que hiciera? Iba a entrar la zombi —se defendió su amigo.
—Tranqui... has hecho bien. Nos has salvado —intentó calmarlo Dae-su, al ver que se había puesto a la defensiva. Luego, se acercó a Na-yeon—. Na-yeon, oye, discúlpate y dejemos ya el tema.
—¿Disculparme?
—Lo ha hecho para salvarnos a todos. Discúlpate, venga, anda.
—¿Pero por qué tendría que hacerlo? Yo lo he visto. La zombi le agarró la mano.
Medio abandonados estabais...
Prueba de que no me he olvidado de vosotros.
Ley <3
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