009. | CAPÍTULO NUEVE

Narrado por:
Ji-yeon.

La tensión en la clase era tan espesa que se podría haber cortado fácilmente con un cuchillo.

Todos miraban a Gyeong-su, que estaba en una esquina, con el rostro tenso y los ojos bien abiertos. Cheong-san y Na-yeon discutían a voces, y la palabra "infectado" flotaba en el aire como una amenaza.

Me crucé de brazos, observando todo el panorama junto a Gyeong-su con el ceño fruncido.

Era como si el caos se estuviera cocinando delante de nosotros, y sabíamos que iba a estallar en cualquier momento.

—No es una mordedura —decía Gyeong-su, temblando un poco—. Me he raspado y ya.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué lo ocultaste? —espetó Na-yeon, cruzando la línea de lo aceptable.

Me tensé.

—Igual porque no quería que lo trataran como si fuera un puto monstruo —dije con voz fría, sin necesidad de gritar. Mi tono fue lo suficientemente cortante para que más de uno de mis compañeros girara la cabeza.

Na-yeon me miró como si no esperara que hablara. Me limité a alzar una ceja.

—¿O tú nunca has mentido para no perder algo?

La chica no respondió. Solo desvió la mirada.

Cheong-san y Woo-jin también estaban a mi lado. Este último estaba tenso, con los puños cerrados, como conteniéndose.

Yo no me movía. No podía moverme. Estaba harta del miedo, de que todo el mundo se perdiera en el pánico y dejara de ver a las personas por lo que son; humanos con miedo a morir.

Gyeong-su seguía intentando defenderse, pero todos lo miraban con duda.

—Déjame ver de nuevo —le pedí a Gyeong-su, y aunque dudó, acabó extendiéndome el brazo.

No tenía la forma de una mordedura.

—No es profunda —dije en voz alta, para que todos me oyeran—. Si estuviera infectado, ya se habría transformado. Lo vimos con I-sak. Con Hyeon-ju —recordé a mi amiga—. Y, siguiendo tu teoría de que la zombi le podría haber infectado con su sangre —miré a Na-yeon—, habría sido muy mala suerte que, con el leve rasguño hubiera tocado justo ahí. Además, mientras estamos dando esta discusión ya se habría infectado y nos habría atacado.

Me incorporé, girándome hacia el resto.

—¿Queréis matarlo por miedo o por pruebas?

Silencio.

Por primera vez desde que todo esto empezó, sentí que todos me escuchaban.

Y por dentro, aunque el corazón me latía fuerte, mantuve la mirada fija. Firme.

No podía ser solo una cara bonita en medio del caos que nos rodeaba.

Dae-su volvió a pedir que Na-yeon se disculpara, pero la pelirroja se mantenía firme con sus decisiones.

—Lo que digo es verdad —repitió por milésima vez—. ¡Igual está infectado!

—Na-yeon, ya está bien —se dignó a interrumpir la adulta de la sala.

—De verdad, que lo ha tocado —refunfuñó, ignorando mi discurso anterior.

—Eh, ¿te pueden infectar por tocarte? —preguntó Cheong-san.

—A saber, igual sí.

—Yo agarré a I-sak antes de que caerse —habló On-jo—. ¿Cómo es que estoy bien?

—Él tiene una herida en la mano —contestó Na-yeon—. Si tienes una herida abierta a lo mejor es otro rollo.

—Alucino con esta tía... —suspiró Gyeong-su, intentando acercarse a ella pero siendo detenido por Cheong-san y Su-hyeok.

—¡No os enfadéis y pensad bien lo que estoy diciendo!

Rodé los ojos. No podía con ella.

—¿Pensar bien? —repetí, mirándola directamente—. Lo que estás haciendo no es pensar, es tener miedo. Y el miedo te vuelve cruel.

Na-yeon apretó los labios, sin saber qué responder.

Me giré hacia Gyeong-su. Seguía con la cabeza gacha, como si le diera vergüenza existir.

—No vamos a echar a nadie por una suposición —dije, dejando claro que no era una opción.

La clase volvió al silencio tenso e incómodo, hasta que Cheong-san decidió cortarlo.

—Na-yeon —le llamó—, sé que nunca has tragado a Gyeong-su, pero esto no es lo mismo de uno de tus piques tontos. Es cuestión de vida o muerte.

—Siempre está igual —dijo Ji-min.

—De no ser por él, podríamos haber muerto todos —aportó mi mejor amigo.

—Y ahora es posible que nos mate él.

—Aburres ya, tía, cállate —pidió Woo-jin.

—¡Que no, joder, que yo me encuentro bien!

—¡Pero bueno, ya está bien! —gritó la profesora Park—. Callaos los dos.

—Profe Park —habló Na-yeon.

—Silencio —mandó.

—Pero es que ella... —dijo ahora Gyeong-su.

—¡Ya! —Park puso sus manos en su cintura—. Vamos a ver —se dirigió a Gyeong-su—. Ve al estudio y espera diez minutos allí encerrado. Sé que es duro, pero de esa forma saldremos todos de dudas.

—Pero si nadie sospecha de mí. Solo es ella.

—Gyeong-su... ¿me haces ese favor?

—Ni diez minutos ni mierdas —negó—. Me quedaré una hora.

—Eh, ¿qué dices de una hora? Se convierten en menos de cinco minutos. Tampoco te flipes —dijo su mejor amigo.

—Para asegurarnos.

—¿Te parece bien? —Park se giró ahora hacia Na-yeon—. ¿Y si no se convierte te pedirás perdón?

—Sí —aseguró ella.

—A todos os parece bien, ¿no?

—Sí —dijeron todos al unísono.

—No —refumfuñé yo por la bajo, siendo escuchada solo por Cheong-san, Woo-jin y Gyeong-su.

—Se ve que está bien. ¿Quien va a querer ayudar la próxima vez? Nadie va a atreverse —dijo Cheong-san.

—No te falta razón, pero... tomémonoslo como una forma de confiar en los demás.

—Yo ya confío en él —aseguré al mismo tiempo que Cheong-san.

—Hasta dentro de una hora —se despidió Gyeong-su, comenzando a entrar a la sala.

La puerta se cerró detrás de Gyeong-su, y el silencio volvió a inundar la clase. La amenaza del virus era algo que nadie podía ignorar, pero había algo más, puede que fueran el caos y el miedo que se respiraban en cada rincón.

Me apoyé en una de las mesas, observando a mis compañeros, todos inmersos en sus propios pensamientos, pero mi mirada se desvió hacia Woo-jin. Lo vi de pie, con las manos apretadas en los bolsillos de su chaqueta, los hombros tensos.

Me acerqué un paso. Quería decir algo, pero no sabía qué. Sin embargo, la distancia entre nosotros no era solo física, sino emocional, y cada vez era más difícil de ignorar.

Hice un moodboard (feo)de cómo veo a Ji-yeon, me ayudó mucho en el capítulo y puedo decir que este capítulo me gusta mucho.
⤹ Moodboard

Ley <3