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11. Just wait 'til I get through.

XI. Just wait 'til I get through.

Para la mayoría el intentar descifrar los fragmentos del tesoro intelectual de américa era una misión imposible, y no es que el ego de aquel hombre estuviese siendo arrogante cada que le preguntaban por su expediente psicológico, en realidad fueron demasiados los especialistas en la psique desistieron ver más allá de las migas que Tony Stark les regalaba pobremente.

Los seguidores de la materia aseguraban que la esencia de su mente tenía mucho que ver con el hedonismo ambiguo, parafraseando así que Epicuro adoraría acechar el comportamiento nato del genio. Mientras que algunos pobres se creían lo suficientemente inteligentes como para condenarlo en algún plano del mísero psicoanálisis freudiano. Si bien, existían otros -osados y bastardos- que proclamaban a la carne de su cuerpo como una veleidosa cáscara hambrienta de placer y dicha, ellos enjuiciaban a sus huesos de temerosos lechos adversarios al dolor y pregonaban de cuestionable la prudencia en su moral.

Y a pesar de la buena fama del hijo de Howard, de lo servido a su país, había veces, como esa, que la reputación lo arrastraba en vórtices insaciables de conflicto. Él aceptaba que nunca fue un santo, que lo más cercano a la benevolencia que estuvo fue cuando creó su traje de metal y se enfrentó al mundo entero para asegurar un poco de seguridad nacional.

Así que Tony Stark no era un mal sujeto, a veces solía ser sensato.

Pero lo que sus ojos contemplaban en ese momento iba más allá del límite que algún día decidió crear a merced de una divinidad

¿Por qué razón, lógica y racional, en la realidad en que le tocó vivir, Bruce Banner se permitía semejante invasión de espacio personal?

La piel se le erizó de forma oscura, por lo que sus ojos viraron de dirección a mandato de su orgullo, quién poderoso y sabio, sometió su cuerpo al respaldo de la silla, impidiendo así lo que pudo ser una escena grotesca y humillante. Su plan de conservación delta, corrió a través de su sangre y agradeció mentalmente a su diosa de la suerte por haberle precavido de tal hecatombe nerviosa.

El crédito de tal prudencia correspondía a Perséfone —quien, encaprichada del encantador mortal— advirtió que en un futuro más cercano de lo que nunca creyó desear, llegaría el dulce néctar discordioso que bebería ignorante e inevitable, ahogaría la razón de su cordura y movería las cuerdas de sus extremidades sin más combustible que el deseo, en un marco de realidad genuino y absoluto. Stark cambiaría de posición y sería como todos aquellos seguidores que besaban el piso que él caminaba; su poético karma sería el sentir al rojo vivo lo que correspondía el anhelo de ser dueño de todo, menos de la maravilla hurtada por una vil creación de la naturaleza.

Así que sí, había sido tal aviso comandado por el universo el empuje que lo hizo retroceder del peligroso juego que seguía con el joven de sonrisa sugestiva.

No había sido fácil para su carne abandonar un deseo que le corroía exquisitamente. Pero, tras noches de soledad morfínica en la riqueza de su habitación y con la agria compañía de variados pensamientos difusos, Edward comprendió en conjunto de las sombras en el armario, que a esas alturas de su vida el control del tablero en que se movía no le concernía tanto como su orgullo le dictaminaba. El suelo que pisaba confianzudamente se fracturaba al sigiloso gusto de los seres que tenían cierto poder sobre él. Desde las presencias no físicas (como sus preciadas creaciones inteligentes), hasta la mujer que dirigía su imperio como si este fuese propio de su esfuerzo.

Tony Stark se veía sucia e invisiblemente manipulado por el entorno al que le otorgaba la autoridad de su imagen. Y era gracias a ello, que los medios de comunicación se arrastraban sedientos del rico morbo que pertenecía a su mortalidad e invadían todas las grietas de intimidad que su defensiva secreta se aferraba por mantener aisladas del saber ajeno.

La reputación a la que estaba encadenado, no necesitaba un poco más de mierda para la complejidad de su fama, no si esta se trataba de alguna nota de adulterio con el príncipe encantador. Porque sí, él sabía muy bien —y lo supo desde que la ansiedad por poseer la manzana de su boca lo subyugó a pensamientos abandonados a su vieja piel— que Peter Parker escondía tras el velo del afable serafín, una realidad muy diferente a la que desnudaba al gozo del ojo público.

Tomó tiempo, así como un complejo análisis de aquella psique y alguna fructosa investigación, descifrar sin vestigio de duda que Benjamin no poseía traumas pasados con la prensa o trastornos alimenticios que le obligaran a actuar idóneamente en cada segundo de su existencia. El mal que atormentaba a esas pestañas de fantasía se enlazaba a una sentencia silenciosa encubierta de una admirable estirpe.

Y lamentable para el precioso muñeco, Anthony aborrecía a todos los ascendientes del icónico apellido Delacour.

Él todavía recuerda el momento en que la verdad se iluminó ante su ignorancia. Una sensación jamás concebida se filtró por sus brechas primitivas. Su maravilloso invento, motivado por una conciencia que Tony desconocía hasta ese momento, abrió las raíces del encanto sobrenatural que Peter había echado sobre sus ojos aquella noche demoníaca en que su carne se había abierto débil a las torceduras de su insaciable mente. Bastó una nota periodística de hacía varios años atrás para centrar su lascivo juicio. Jarvis, impulsado por quién sabe qué circuito, proyectó la boda de ensueño de su más reciente socio con el hombre que venía intentando derribarlo del trono del éxito desde mucho tiempo atrás, Sebastian Delacour.

El mismo desgraciado que se había manifestado en su contra en la primera reunión que la ONU concibió para analizar si El Hombre de Hierro representaba una amenaza a la paz mundial. Esa figura pública que muchos proclamaban como lo que pudo haber sido Tony Stark con un juicio asertivo. Sebastian, su alter ego intachable.

El cuerpo le pesó a traición empalagosa, y de alguna retorcida manera creyó ver a su padre negando con la cabeza mientras le llamaba estúpido por haber caído ante unas curvas apolíneas que sólo querían arrastrarle a su reinado de repugnantes serpientes. Allí, en ese instante, la diversión había abandonado al jugador número uno de américa y la fría necesidad por la verdad mordisqueó a cada una de sus vértebras.

La mañana posterior a la aventura más riesgosa de la vida de Tony —que pudo incluso haberle matado—, tuvo lugar a una reunión con el castaño a por negocios, un encuentro profesional y calmado en el que él estuvo sintiendo en cada segundo de vida como una parte violenta escondida entre los cofines de su mente, se retorcía impaciente por escuchar de esa intoxicante boca el engaño con el que planeaba engatusarlo a una trampa mal intencionada.

Pero luego había llegado el diablo vestido de tisú, con sus ojos eróticos y el brillo de la inocencia corrompida destilando de la punta de su sedosa lengua. Apareció como un incubo de sonrisa angelical que se paseaba por el mundo como si no estuviese encadenado a la peor prisión humana. Él vivía tan gustoso e indiferente de la realidad que se había abierto ante los pies del Stark, que Tony no pudo evitar guardar silencio y esperar que la burbuja estallara sobre su preciosa cara.

Y, a pesar de su herida sangrante... en la sinceridad de su carne todo lo que Tony sabía era que, después de aquella vista perfecta, no existía fracción de voluntad alguna en su cuerpo que le compadeciera de negarse a la oportunidad de ser moldeado por esas manos inglesas. Aun habiendo saboreado la mentira en el encanto excesivo de Peter, él no pudo evitar adorar la supremacía que envolvía a su ego dulcemente en cada pestañeo dirigido hacia su persona.

Porque que eso significaba que Tony Stark era mejor que el Sol de Europa Occidental, él, con su sucia reputación, ante ojos del hermoso ser sobrepasaba al perfecto mortal nacido en la corte.

Después de esa revelación, hacía una semana exactamente, Edward hizo un recuento de daños respecto a sí mismo; encontrando así que, aunque su mente se mantenía en adecuado funcionamiento —con sus prioridades bien marcadas a la claridad de cada jugueteo— y que, no fue hasta que anheló codiciosamente volver a arruinar con sus dientes la pureza de esa lechosa carne, que sintió el cantico de Perséfone retumbar por los confines de su cabeza.

Tony se había ordenado así mismo mantenerse alejado de esa arma por (el aprecio y más que nada, consideración) a la fidelidad prometida hacia su próxima esposa. Porque Virginia era un verdadero ángel con él. Le dio un precioso jardín de amor y paciencia, lo sostuvo sobre su espalda cuando sus piernas no tuvieron la fuerza para pelear contra la gravedad y se quedó a su lado cuando hasta su mismo juicio le gritó que se marchara. Porque Pepper era así de fiel, tan ciega con el hombre al que había dedicado la mitad de su vida, una ingenua sobre el imbécil del cual se enamoró e hizo tanto para atraer su atención. Ella siempre fue lo que su mente necesitaba para ser regulada, desde su inflexible carácter hasta la ternura de su boba afición por hacerle sentir consolado. Pepper no merecía a un incorregible pecador. Y ella era consciente de la equivocación que estaba cometiendo al estirar la falacia de su enamoramiento juvenil.

Era por conocimiento de todo aquello, que sabía estaba siendo débil respecto al nuevo factor de caos. Tony jamás supo resistir a la tentación, su naturaleza no era tan tenaz como la hacía ver. Sin quererlo, iba dejando su cuello expuesto a los colmillos ponzoñosos del rizado. A su cuerpo no le importaba demasiado tener que absorber de nuevo la miel tóxica que secretaba la exquisita cavidad rosada de Peter Parker. Sin embargo, su mente luchaba pobremente, tan penosa que hasta a él le causaba vergüenza.

"Maldición, Edward. Deja de caer en ese jodido error." Pero, cuando intentaba abandonar la electricidad onírica del cuerpo pequeño una docena de agujas ponzoñosas le hería la piel, era como si su carne se revelara a su juicio, tan ansiosa y dispuesta a la suavidad ajena, que se manifestaba en los recuerdos repentinos sobre su foco mental.

Tony parpadeó sutilmente. Volviendo lento de la bruma que engullía la realidad que pisaba, notó el entorno donde existía pacíficamente. Frente a su cara reposaban variados planos holográficos que distaban mucho de llegar al ideal con se habían comprometido para ese mes, y de forma más pobre se avistaban bruscas anotaciones de papel creadas por fugaces chasquidos de inspiración. La forma con la que su socio mantenía en pulcritud cada objeto despertaba una rara curiosidad en el filántropo, ya que el tiempo en que trabajaron solos con el sonido del mar haciendo eco tras las paredes, esas manos delicadas solían caer en torpeza y vaguedad.

Peter sin duda escondía muchos lados de su personalidad y los deslizaba precavidamente según la situación demandase. Sin poderlo evitar, Edward contempló al pequeño genio a unos cuantos metros de distancia, se notaba bastante tenso con el trabajo que desarrollaba. El estrés en su cuerpo era evidente, estaba pintado en las pronunciadas líneas de su mandíbula y la tortura que sus rebordes granates sufrían ante el suplicio creado por su dentadura perfecta.

Tony no pudo evitar recordar que habían pasado un par de semanas desde la última vez que sintió a su estómago subiendo emocionado por la montaña rusa que era discutir con el más joven. Ahora ambos, a causa suya principalmente, no pasaban más allá del frío profesionalismo con el que interactuaban día a día en favor del proyecto del francés. Era como andar en un insulso carrusel, sin emociones intensas ni jugueteos divertidos. Y a estas alturas, él no sabía porque parecía abatido por haber elegido el mejor movimiento a tal enredosa situación.

Sin embargo, como un mudo consuelo del universo para su vena científica, Parker —sin ninguna razón en particular— comenzaba a evolucionar estéticamente sin que pudiera darse cuenta en un principio. Hecho que capturaba criminalmente a su sensatez e irrumpía con perversidad sus encuentros íntimos con su compañera designada, que quebrajaba su decisión por confinarse lejos del peligro concupiscente impregnado en el lienzo nevado que sus colores corrompieron anteriormente.

El chico había empezado por cortar de manera sutil su alborotado cabello, dando forma a unos rizos espesos, definiendo deliciosamente la estructura de su cara, vanagloriando a cada una de sus facciones etéreas. Así fue como se inauguró la temporada salvaje de Benjamin donde predominaba la testosterona y el vello; Para Tony, ver ese jovial rostro lampiño cubrirse de una masculina nube café sobre los bordes de su maxilar, le afectó tanto que sintió a las defensas de su ego trastornarse.

De pronto ese ángel delicado mutó a un diablillo atrevido, usando pantalones ajustados, camisas abiertas y piel sintética. Fue ver una rebelión de belleza en la que los cincuentas volvían y los convencionalismos estéticos de la actualidad, desaparecían.

Ante eso su alma padeció el vigor de su libido, la bestia en su interior susurraba vanidoso que estaba cazando a una versión superable —celestialmente guiada a complacencia personal— del jodido Leonardo DiCaprio en Romeo + Juliet. Así que la moral en su interior no tenía fundamento útil para hacerle sentir culpable por admirar la belleza ajena y codiciar el oro de alguien más, tampoco había cabida para ignorar el deseo primitivo que lo embargaba con el único objetivo de empujar al castaño sobre cualquier superficie plana, e inclusive sobre sí mismo.

Oh, a veces él olvidaba que estaba más jodido de lo que se mentía por las mañanas.

Anthony. —cual broma cruel del destino es la imagen de sus fantasías condenables, quien le trae sobre sus pies. Tony se insulta mentalmente por haberse perdido en pensamientos agotadores. Otra vez. —. ¿Puedo hablar contigo un momento?

—¿No te parece que ya lo estamos haciendo? —el sarcasmo le nace naturalmente, es como un destello de su personalidad que sale sin complicaciones de su pecho.

—Quise decir en privado. —el inglés deja ver una leve molestia tiritando de su ceja izquierda en un arco perfecto—. Si no tienes problemas, claro.

Y es la leve insinuación maliciosa en los orbes del otro lo que le impulsa a caminar pretenciosamente a la salida del laboratorio. —. De ninguna manera, ¿por qué no me sigues?

Sin dejar entrever sus intenciones, Benjamin le sigue calmadamente. Se mueve cual modelo de alto calibre, con su andar felino resaltando en cada paso firme y el balanceo grácil de sus arcos bajos, sin dejar en ningún momento su mirada fuera del frente, él va confiado. Es casi la vívida esencia del arte estético. Tony lo define como un espectáculo hipnótico.

Ambos entran silenciosamente a la oficina que Michelle Jones consiguió especialmente para Stark. A pesar de todas las comodidades en la habitación, el magnate decide recargarse sobre el lujoso escritorio caoba mientras su socio toma libertad de andar por una copa de coñac.

—Y bien, ¿tienes algo que decir? —ataca Edward cautelosamente cuando Benjamin se acomoda en el sillón del otro lado del recinto.

—En realidad tú y yo tenemos un asunto relegado desde hace unas semanas. —Tony sonrió impasible, como si fuese ajeno a lo que el castaño trataba de presentar sobre la mesa y la situación no tuviese peso alguno en lo que a él respecta. —. Y no te hagas el indiferente, que he tenido que lidiar con tu actitud pulcra y revindicada por los últimos días.

—¿Qué tiene de malo que haya sido sensato con lo que pasó en aquella ocasión? Deberías estar agradecido conmigo por ser no un bastardo con respecto a tu estado civil. —por un segundo la confiada careta del más joven, decayó. Fue tan veloz que Edward lo consideró alguna clase de ilusión óptica a lo que continuó, sin tomar en cuenta la tensión en el ambiente—. Cualquier otra persona en mi posición sabiendo lo que yo sé de ti, hubiese aprovechado tu debilidad a su favor para obtener algo del preciado tesoro del increíble Sebastian Delacour.

—Tú no eres cualquiera, Anthony.

Ignorando a conciencia el dulzor que esas palabras produjeron en su ego, Tony Stark siguió queriendo arrastrar el tranquilo rostro del inglés. La criatura molesta en su interior rugía deseosa de daño, ansiaba conseguir por fin un poco de genuinidad de parte del histrión que era el verdadero Parker.

—¿Imaginaste si quiera todas las malvadas posibilidades que pude haber orquestado en tu contra, o peor...en contra de tu esposo? ¿Fuiste consciente del odio que ese hombre tiene hacia mí?

—Sé perfectamente la clase de relación que existe entre ambos. Pero yo no soy el único perjudicado en la ecuación, Anthony. Tanto tú como yo estamos bajo el mismo pecado, así que deja de colocarme como el culpable de lo que sucedió, cuando, sino he de recordar bien, fuiste quien traspasó la línea en que jugueteábamos sanamente.

—¿Yo traspasé la línea? Parker, has estado venido a mí como si fuese tu nueva olla de oro.

¿Qué te hace creer tal cosa? —preguntó suavemente Benjamin, sus cejas arqueándose maliciosamente.

La calmada marea comenzó a removerse dentro del filántropo, fue como si Capylso demandara respeto por sus inmaculadas olas.

—Primero: apareces de la nada en una fiesta a la que he ido desde siempre, nadie te conoce, y aun así ganas la adoración de todos e intentas meterte en mi cabeza como si fueses alguna clase de hombro desinteresado en el que puedo desahogar mis turbaciones mentales. —lo ha dicho. Tony por fin destapó uno de los pensamientos que más le molestaban por las noches. Porque ahora que ha decidido mantenerse alejado, puede buscar perspectivas antes no consideradas—. Después te postras en mi empresa como si fuese un socio más, intentas deslumbrarme con tu inteligencia y pones en bandeja de plata una oportunidad para redimir los errores de mi pasado público, porque "sientes admiración por mí." Y ...finalmente, cuando comienza a crecer una relación de complicidad científica entre ambos, vuelves a aparecer en los lugares menos apropiados en los que pensaría encontrarte.

Tony, sin ser consciente, se encamina hacia Peter, sus gemas marrones arden como un incendio en California. Parker se remueve silenciosamente incómodo, no debería sentir su sangre tan afín por aquella vista, pero lo hace. Sus ejes se van derritiendo bajo las llamas ajenas, los vellos de su espalda se erizan interesadamente mientras sin querer humedece sus sedientos labios, los bordes de su boca anhelan espectralmente probar ese ímpetu destellante.

—...Entiendo que Gast tiene conocidos por todo el mundo, sin embargo, ¿en serio me incitas de la forma en lo que hiciste aquella noche y luego te plantas como mi salvador? Yo realmente te agradezco lo del paladio, pero ya no puedo seguir una corrida en la que lo único que haces es mandarme señales mezcladas.

—¿Incitarte? —es tan graciosa esa parte para Peter que no puede evitar reírse e ignorar todo el discurso de fondo—. Yo no estaba haciendo nada hacia ti, Anthony, no estires demasiado tu ego que sólo conseguirás darte cuenta que no eres tan importante como crees. La persona que viste esa vez, fue alguien que harto de sus problemas, decidió liberar su mente al placer de una buena fiesta. Lo único que hice esa noche fue bailar de acuerdo a las demandas que El Gran Maestro tiene con sus invitados. —a esas alturas, Stark estaba pisando hielo en seco.

Si bien pudiese ser que el genio tuviese razón, que él había jugueteado con su figura para atrapar el hambre oscura de su libido, pero, desde que llegó a la mansión Peter se había jurado un poco de estupidez juvenil. Sus huesos reclamaban anarquía, su carne se moría de rebeldía y su mente se quebraba ante el cántico grotesco del esqueleto femenino en su cerebro.

—Estas mintiendo, Parker. Comprendí tu naturaleza verdadera en los días que dejé de orbitarte, cuando me alejé de tu sofisticado encanto pude ver un poco de tus fantasmas, fue así como descubrí que desde el principio has venido a por mí.

—Parece ser que en este momento eres tú quien sabe más de mí, que yo mismo. Tienes mucho que decir, adelante Anthony, habla y lánzame todas tus ofensivas. Arróllame como un río con todo lo que has estado guardando estas semanas, saca de una vez eso que no te deja dormir correctamente en los brazos de tu amada por las noches... vamos, Tony, desquítate con la cosa que te hace perder el control, ¡afronta lo que te enloquece!

Cuando Edward se da cuenta, ya tiene sus dos piernas a los costados del cuerpo de Benjamin y sus manos se ajustan feroces sobre la base de su cuello. Las espesas pestañas lo admiran desde una peligrosa cercanía, como diminutas mariposas guardianas danzando sobre el cosmos de sus ojos, que dejaban libre una silenciosa invitación para recorrer las vías gráciles de sus lunas cafés a lo largo de la superficie perlada de su piel. Había rojizos rebordes de cielo creando un eco de sonrisa, su arco de cupido resplandece incitante por ser tocado y una ligera mata de vello maliciosa castaña besa unas líneas que Anthony adoraría morder.

—De verdad, ¿de dónde demonios saliste? —susurra lentamente mientras su carne se enciende lentamente. Tiene la mente fragmentándose en dos polos: su conciencia y su hambre primitiva. Pero es la razón la que le aferra los huesos a la piel sintética del sofá, sus uñas se entierran renuentes del encanto y su voluntad desplaza la voz en su garganta.

Ambos cuerpos permanecen demasiado cerca... Tony teme volver a caer a merced de la manzana prohibida, Peter saborea el perfume del Edén impregnado en la piel dorada. Los poros de Benjamin sienten el calor de su embriagador aliento rozar fantasmalmente los surcos de su mandíbula, a la vez que la esencia varonil del americano desaparece por sus fosas nasales.

El castaño se hunde en el aroma, lo aspira como un adicto y lo saborea en el fondo de sus pulmones—. No puedes simplemente llegar a mi vida y jugar al perfecto ángel misericordioso cuando has dejado ver el demonio que en realidad eres.

El mencionado evoca un sentimiento extraño en los matices de su vivaz rostro. Era una expresión diferente a todo lo que Edward había visto antes, tan difusa como atrayente. Una mezcla entre burla y placer. Fue entonces que la distancia desapareció en la naturaleza de su vínculo, Tony podría jurar que era capaz de percibir los latidos del joven corazón contra las yemas de sus dedos, los sentía en su toque extraviado sobre el área blanca que poseía su yugular.

—Sé que tengo una reputación. Así, como soy consciente de la condena que me impuse al haberme comprometido con la directora corporativa de mi empresa, y a pesar de ello, estoy medianamente libre; tengo la opción de ser un idiota con alguna aventura insignificante, si fuese necesario yo podría volver a mi vieja vida cancelando mi boda. Ambos sabemos que externamente el mundo sabe que tengo dicha y felicidad, porque soy Tony Stark, y puedo ser tan feliz como infeliz.

«...Sin embargo tu actuar me perturba. A diferencia de mi polémica existencia, tú llevas casado ocho años con el ideal de la mayoría, aunque este sea un tonto pretencioso. Tienes una familia que son la cara perfecta de la aristocracia y que te ha apoyado al progreso personal, eso es un logro de fortuna...a pesar de que es bien sabido por experiencia propia, lo ruin que es esa familia en realidad. Eres joven, rico, hermoso e inteligente... —inevitable de contener para el hijo de Howard Stark, deja ir su conciencia y manda a condenar su alma a los confines del infierno. Él necesitaba saber la verdad del enigma que perforaba su estabilidad cada que Virginia se refugiaba en su cuerpo por las noches. Su mente insiste que debe saber el trasfondo de ese juego antes de dar un paso más en falso, ya no le importa la respuesta, no puede resistir más ese limbo de incertidumbre que lo tortura cual urticaria desenfrenada.

La represión de su pecado había vuelto a su deseo más fuerte que su voluntad.

—... ¿Por qué arriesgas la bonanza de tu vida con Sebastian por un juego de egos conmigo?»

—Porque quiero, y puedo. —de pronto una fuerza desconocida se desliza oscuramente por el interior de Edward. Sin desearlo, sus huellas dactilares se presionan rudamente sobre el cuello níveo. Sus dientes arden silenciosos por arruinar toda esa piel, se vislumbra como un vampiro famélico, pobremente desesperado. "Está malditamente jugando conmigo."

—Ambos sabemos que esto no se trata enteramente de mí, Parker. Sé un poco más concreto en tus intenciones... ¿por qué estás tan empeñado en arruinar la imagen perfecta que Sebastian adora presumir de su maravilloso compañero con la peor de las basuras, como el mismo ha hecho referencia a mí? ¿Por qué vienes tan dispuesto a entrar a la cama del rival de tu esposo?

Por un momento cree ver el alma de alguna villana de telenovela en la curvatura de Benjamin cuando se estira en medio de una risa vacía—. Tienes razón en que no se trata sólo de ti, Anthony, aunque fue tu cerebro el que me cautivó a arrastrarte a mi mierda. —Peter Parker le responde con un tono profundo difícil de leer, si hubiese alguna mentira, él no podía percibirla, pero sí que podría saborear la delicia de su nombre siendo emitido sensualmente de su garganta—. Y agradezco tu sensatez respecto a mi situación, por lo cual me disculpo. No debí haberte llevado a algo tan riesgoso como un jugueteo prohibido de seducción, no, sin haberte consultado primero. —lentamente Peter va reduciendo su conciencia a cenizas con sus intensos agujeros negros, es tan lenta y transgresora la forma con la que su iris café le devora sobre cada línea, que Edward siente un escalofrío bajar por su espalda baja—...Pero la respuesta a tus preguntas es más personal que intencional. La verdad... es que estoy harto de la reputación que tengo. Y, sobre todas las cosas, estoy harto de Sebastian. No estás para saberlo, pero ya no quiero seguir siendo el estúpido esposo complaciente de alguien que no es capaz de ver mis esfuerzos, de un idiota que prefiere pasar sus noches en compañía de una insulsa mujer que del muñeco que moldeó a su antojo. Tienes que saber, que no he estado rondándote por despecho o venganza poética, lo he hecho por mí. Porque puedo, porque nace en mí el deseo de buscar ese exquisito brillo ávido en tus ojos cada que extiendo mi cuello hacia ti.

«... Como dije en su momento... eres mi inspiración, eres el aliento que dirige la rebeldía en mi sangre. Anthony, todo lo que tu existencia encarna en contraposición mía, me atrae de una forma inexplicable. Incluso para mí mismo, el comportamiento que tengo contigo me perturba. ¿Quieres respuestas de mi juego perverso? De acuerdo.

La verdad aquí, es que estoy intelectual y físicamente seducido por ti con un deseo poco racional. ¿Puedes culparme por ser codicioso? Por supuesto. He pasado los últimos años durmiendo con el otro lado vacío de la cama, y ahora, me tienes interactuando con el hombre del cual he seguido todos y cada uno de sus trabajos, poseedor de una personalidad única y una mente espectacular; es claro que voy a traspasar mis principios con intenciones egoístas con tal de conseguir un poco de tu toque.

Edward, yo puedo ser el humano más correcto y virtuoso del mundo, así como también, puedo llegar a ser el peor reflejo de todos los deseos oscuros... pero ¿qué eres tú exactamente?»

Como si sus palabras fuesen sentencias de muerte, Benjamin sonrió orgulloso de su sentir avaricioso. Atrevido e impredecible, se enredó por toda la existencia de Tony. Sus morfínicas extremidades ascendieron serpentinamente por las aristas masculinas, lento y rezagado, desprendiendo tanto delirio como adoración. El calor contenido en el precipicio de sus yemas quemaba la tela con la que entraba en contacto. Más que un toque, aquello era el fantasma del glamour que Eros desprendía sobre la vulnerabilidad humana, era vehemencia sublime encarnada en la punta de unas manos mortales. No era una caricia, era magia negra que descomponía al castaño en la existencia delirante de una tabla de braille a merced de un ciego hambriento de luz. No había razón y lógica que definiera el objetivo de su vida más que el ser el canal de desahogo entre la sensualidad que el cuerpo de Peter emanaba y el deseo que lo comprimía.

Esa respuesta fue algo que Tony Stark jamás habría visto venir aún con su sobresaliente coeficiente intelectual. Y también, ese había sido el punto de quiebre para su moralismo impuesto. ¿Esa debía ser la parte en que reaccionaba bruscamente y se marchaba para guardar respeto a su dulce prometida? ¿O debió haber sido antes que el sabor de su anhelada manzana explotara por los rincones de su boca como alguna especie de elixir eterno? De cualquier manera, a ninguna porción de su voluntad le importaba. No cuando volvía a tener bajo su poder esa arcilla afrodisíaca manchando el precipicio de sus límites y embriagando deliciosamente las puntas de sus terminaciones nerviosas.

—¿Quieres saber qué soy exactamente? Yo no soy un hombre más, no soy un mortal insignificante...Soy más de lo que este mundo ha visto. Soy Tony Stark, un pecador, un transgresor... —es lo único que puede decir Anthony, con sus pies sobre el borde del acantilado de sus inhibiciones. Cierra los ojos de su conciencia y se deja caer con la misma calma de un suicida liberado, permitiéndole al vacío envolver cada uno de sus temores antes de estrellarse contra el deseo que lo deslizaba hacia los surcos de Peter Parker.

De alguna forma es Parker quien toma momentáneamente el control de la situación, con sus carnosos labios danzando sumisos bajo el poderío de su boca y la dulzura en su escurridiza lengua, es un océano de olas extrasensoriales creado por el cuerpo de Peter lo que distrae al genio el tiempo suficiente para ser empujado contra el respaldo del sofá. Antes que pueda exigir el régimen de aquel cuerpo, su mente se ve capturada por el infierno oscuro que se abre paso a través de las pupilas del francés.

Si Tony había sentido que sus defensas provisionales anti-Peter le causaron daños vigorosos en los extremos de su cordura, la mirada que esos ojos cafés le enviaba era el lecho de la hambruna sonriendo al pan y vino en su piel.

—Tony... ¿me dejarías condenar tu alma un poco más? —le pregunta Benjamin a unos centímetros de distancia. No le responde vocalmente, pero basta con un sucio y profundo beso para afirmar una nueva pena contra su lista de culpas.

El silencio jamás se había manifestado con anterioridad como la cuna del deseo que dos amantes usaban para acogerse en complacencia, pero en aquel momento, el castaño creyó escuchar las notas celestiales de un delicado piano envolviendo los bordes de las manos que abrían su lienzo a placer suyo. Primero cae Yves Saint Laurent, luego Versace y al final, es Armani quien sostiene en una prisión ajustada, toda la desnudez del ángel.

Y lo único que su mente puede pensar es el hecho de haberse escurrido de las manos de muerte para poder degustar hasta el hastío de la blancura que Peter oculta bajo las pomposas capas de ropa. Sin tener que pedirlo, le es ofrecida toda esa pureza con un balanceo lento hacia su posición. Sus dedos escalan por las orillas de Peter como un invidente que trata de ver el arte a través de sus yemas, serpentean y trazan cada línea en la arena que se dobla bajo su tacto.

No tarda mucho en aparecer en el otro lado de su carne esa extraña y primitiva necesidad por alterar la perfecta nieve que nadie más que él parece apreciar. Tony no la deja intacta esta vez, se empapa contra los poros contraídos de Benjamin, quienes se someten bajo el filo de sus dientes y se marcan con la calidez de su lengua incauta. Desvergonzadamente va creando obras rosadas en la piel ajena, pero como si un golpe le hubiese perforado el deseo, Tony casi se detiene.

El color azul revolotea fugazmente en un rincón de su mente, es tan puro y desinteresado que le hace doblar precavidamente su lengua contra los huecos de su clavícula.

Peter estaba casado. Él estaba comprometido y-...

Anthony. —Y allí estaba, ese golpetillo que su alma necesitaba sobre su gatillo racional para apagar su mente finalmente había sido pulsado. Su revólver cedió contra su conciencia y el resto de su materia gris se dispersó en pos del hambre carnal.

Él pudo haber sido un hombre decente un segundo atrás, pero Peter había elegido ese momento para gemir su nombre de la manera más dulce y erótica. En defensa propia puede decir que únicamente el diablo llegaría a comprender lo violento y catastrófico que podía llegar a ser tal majestuoso cántico contra las migajas de su moralismo autoimpuesto. Sólo pedía a los dioses que le sonreían desde los cielos por piedad para su alma, ya que aquella melodía había desatado una rebelión en su interior, ese néctar inconsciente había, sin querer, despertado al otro Tony.

Lamentará sus acciones en un futuro cercano, lo sabía. Pero, al final no había nada que pudiese hacer contra el océano de sus propios impulsos. Además, Anthony era demasiado explícito —y egoísta— consigo mismo como para seguir una mentira tan débil como era el voto de fidelidad que había emitido en favor del cariño que Virginia tenía hacia él.

Casi se había salvado del abismo. Una lástima.

[.....]

La vida siempre fue hermética con su suerte, impaciente y perversamente sádica con los giros que las Nornas tenían respecto a su esplendor individual, por lo cual no fue verdaderamente una sorpresa el encontrar a la estrella de la mañana sentada cómodamente en el recibidor principal de su departamento, no en aquella tarde en que sus defensas estaban entumecidas por la tensión palpable que existía en su relación actual.

Verle lleno de confianza entre los cojines de plumas y piel sintética la asqueó delicadamente, sin embargo, no fue hasta que las tiras de su boca se torcieron de una forma que, incluso Cheshire envidiaría, al centrar el iris caramelo de sus ojos filosos en su acompañante, que ella percibió el pantano inestable en el que se había convertido su amado hogar.

—Estas tan diferente de la última vez que te vi. —una fétida ternura ambigua sale de esa indeseable visita, es demasiado dulce la manera en que sus mejillas pálidas y llenas de lunares se doblan a merced de un conmovedor encuentro—. Realmente muy diferente...tan hermosa que incluso me duele el no haber estado allí para verte florecer como lo has hecho, ma chère sorcière.

Natasha puede oler un aroma ácido, dulzón y picante en el aire, es casi invisible de distinguir entre la bruma florar que ha dejado su novia por los alrededores con todos los tulipanes y orquídeas que adora colocar en los pasillos. Es un perfume tan característico y singular en el ambiente que la rusa lo recibe como un guantazo blanco golpeteando intencionadamente sobre su hipocampo cerebral. Ella sabe porque Benjamin Delacour está allí tan agraciadamente confortable.

Para desfortuna suya, sólo su nariz parece captar las notas aromáticas como un anuncio especialmente malo, muy similar a la sensación que se tiene cuando olvidas cerrar la llave del gas en casa después de varias horas.

Sabes que todo acabará en un desastre descomunal si la chispa adecuada cae muy cerca de un campo tan vulnerable como ese.

—Ha pasado mucho, Peer. —dijo la inocente mujer de mirada dulce.

—¿No vendrás a abrazar a tu meilleur ami después de esta enorme ausencia?

Y ese campo la estaba rodeando peligrosamente.

Natasha quiso —con todo su fuero interno— empujar a Wanda lejos del lugar, tomar su viejo revolver escondido tras el florero de la entrada con el único objetivo de disparar tres veces sobre la cabeza del infame de Peter Parker. Salir de allí lo más rápido posible y huir del país para proteger a su amada.

Pero ésta ya había corrido a los pútridos brazos ingleses y todo plan fue reducido a cenizas cuando la mirada cristalina de la castaña se transformó en una cascada llena de belleza surreal.

—Eres el peor amigo del mundo. —las cuerdas del varón se enredan condenatoriamente por los relieves de la mujer con la misma naturalidad de quien ha recorrido el camino incontables veces—. Te odio un poco, ¡Me dejaste de lado todos estos años! No puedes simplemente aparecer en mi vida como si me hubiese dejado en Florencia el día de ayer.

Muy fuera del margen, los ojos azules siguen silenciosamente las rutas amorosas que las manos delgadas siguen sobre su novia y esperan pacientemente a que el teatro estúpido de Parker se caiga. Sabe que todo eso es intencional, que no debería tener los vellos erizados de fría furia, pero su cuerpo no puede evitar querer golpear ese bonito rostro contra la mesa de té.

—Lo sé, Wanda, yo también me odio por ello. Y, deberías saber, es un hecho que me mantiene despierto algunas noches, pero ya conoces a Sebastian, aborrece que mis personas favoritas sean más perfectas que él. Y tú siempre fuiste un peligro para su frágil muro narcisista. —las manos finas recorren como un amante del arte las aristas en el rostro femenino, con tanta devoción que Romanoff a metros de distancia sintió el roce sobre su propia piel—. Siempre has sido la mujer más hermosa que he tenido el placer de conocer, tanto en tu recipiente mortal como en la preciosidad de tu ser. Eres la criatura que más adoro, ya lo sabes. Y como tal, preferiría negarle a mi alma el gozo de tu existencia que poner tu integridad en peligro a causa de algunas sombras del pasado.

La sangre bulló de forma amenazante dentro de la carne de Natasha al reconocer el singular brillo en los ojos de su amada puestos en el caballero inglés, sintió un hueco en su estómago y la boca le supo a hierro. Era la misma mirada que Wanda le daba en cada dulce despertar, con la definición física de lo etéreo destilando de sus gemas azules y su sonrisa celestial.

Sin poder soportar más aquella atmósfera densa e íntima, Romanoff tosió cuidadosamente—Entonces, Señor Parker, ¿he de suponer que nos acompañará a cenar?

—Si usted me lo permite, Madame Tsarina.

Wanda la mira con la súplica desbordando de sus irises cristalinos, es una imagen tan tierna que la tensión invisible que las estuvo rodeando los últimos días se evapora sin que ella pueda hacer más que sonreír con todo su entrenamiento de espía tirando de sus labios. Así que asiente amablemente, sintiendo como un tendón de su cuello se contrae oportunamente a su verdadero estado emocional.

—Por supuesto, sería una pena que estuviese aguardando por una reunión apacible y le despachara sin cortesía alguna. —sin perder de su periferia el florero se deshizo de sus accesorios, colocándolos casi calculadoramente en los cuencos de la entrada—. Cariño, ¿por qué no vas a refrescarte y ponerte más cómoda mientras el Señor Parker y yo nos familiarizamos un poco? No te preocupes por la cena, llamaré al restaurante de su preferencia y le invitaré una copa de aquél precioso vino que compramos en Italia en el último viaje.

La sokoviana duda levemente, ya que minutos atrás, cuando ellas subían por el ascensor del complejo, Natasha se había perdido en sí misma con el típico hermetismo que la abordaba en días de estrés.

—A mi parecer resulta una oferta esplendida, querida, te ves algo maltrecha. No me molestaría ponerme al día con quien fue un día mi compañera de crímenes.

"Bastarda lengua puntiaguda." —. ¡Cierto! Olvidaba que ustedes trabajaron un tiempo juntos. —la castaña suelta una risa tonta a la vez que sus hombros se relajan notablemente—. De acuerdo, les dejaré charlar de sus viejas y exóticas aventuras, de los que sé que por asuntos legales no pueden compartir conmigo. Me iré a dar un baño, prometo reunirme con ustedes antes que el servicio de entrega llegué.

Ajena al elefante en la habitación, la sokoviana se marcha de la sala con la tranquilidad de quien puede abrir sus nervios sin temer algún peligro asechando entre los confines de su hogar.

.

Los siguientes veinticinco minutos en que la ausencia cálida de Wanda desaparece, el departamento parece haber mutado a una frígida velada diplomática, donde la guerra es plausible en el aire ácido y la oscuridad en ambas partes tratantes se refleja a través de sus impasibles caras.

— Tal parece que los años sólo hicieron más descarado y confiado a Benjamin Delacour, pero ¿y Peter Parker? —la estrella naciente odia como los labios carmesíes se tuercen con una malicia totalmente placentera—. No me digas... ¿realmente lograste matar la única cosa real que tendrás en toda tu penosa existencia?

Es tan directo el latigazo de burla oscura en su voz, Peter puede saborearlo en la punta de sus dientes lustrados por alcohol añejo y el perfume delicado que emite el cabello rojo en cada jugueteo brindado por las letales manos de la mujer.

—No le maté yo, N a t a l i a. —un perfecto acento ruso salpica de la boca rosada sobre aquél nombre olvidado. El ambiente se cubre con la misma pesadez de un campo bélico iraquí, la frialdad oscura de la pelirroja se siente bullir bajo el peligroso aroma a odio auténtico—. Digamos que fue asesinado y consumido por el peor de los cánceres. Así resulta más enternecedora aquella perdida, que la vergonzosa muerte que recibió cuando Benjamin descubrió a su esposo siendo un maldito caballero con la zorra de su primera amiga. Morir por tan estúpido y predecible hecho resulta hasta humillante, si me lo preguntas.

La respuesta le sorprende en gran medida, su careta profesional cae por breves instantes antes de comprender la dirección tomada en ese juego. El inglés no va a ocultar sus cartas débiles, así como no le permitirá encontrar alguna blandura en su partida, él va a abrirse de tal forma que no dejará alguna sombra oculta de sus ojos azules.

Benjamin no le concederá más ninguna ventaja dolorosa. Jamás volvería a cometer tal pecado. Él le estaba dando todas las armas psicológicas en su contra por propia voluntad, así una traición tan íntima como la última no le tomaría por sorpresa. Ella incluso puede ver que lo desea.

El castaño desea verle tirar todo su veneno, derramarle encima todo atisbo de inseguridad en su hermosa cáscara vacía, él ansía palpar la pureza de su odio como nunca le dejó sentir.

— Era bastante obvio que algo ocurriría con Toomes, Benjamin.

—Sí, todos lo sabíamos. Aunque, jamás creí que él deshonraría cínicamente la cama que por "derecho y valía" me corresponde. Fue una putada haberme esforzado tanto en ser la epitome sexual de una escoria como esa. —Peter absorbe con pulcritud una rebosante copa de Malbec con la ansiedad tirando de sus mejillas—. Pero bueno, sabes que no estoy aquí para ponerme realmente al día con la traidora más oportunista que he tenido la desgracia y placer, de conocer, ¿verdad?

El sonido muere en la sala como si el universo estuviese atento de ambos personajes, los carros bulliciosos y el cántico regalado por la sokoviana a varios metros de distancia se desvanece cuando Benjamin Delacour se deja de rodeos e inclina sobre la hermosa figura de Romanoff.

Hay una enorme sonrisa de victoria en aquel fino rostro, se desborda de confianza y empapa de una calma sobrenatural. Es la representación contraria de toda la debilidad de la que algún día la agente se aprovechó. El Benjamin que sus ojos contemplaban era una criatura bella pero cimentada de en una frialdad vacía e insensible.

—Cuando te vi montado sobre Tony Stark hace varios días, supe que tarde o temprano vendrías a cobrar mis números rojos. Y, debo decir, no me has decepcionado al mostrarme la enorme ventaja que has construido sobre de mi desde que te arruiné un poco la vida hace algunos años.

Con su típico encanto, el inglés se cierne sobre la seductora rusa. Su cuerpo está casi violando el espacio personal contrario, tiene las manos entretenidas en la seda de su cabello y sus labios rosados serpentean desde una de sus mejillas hasta el nacimiento de su oreja, en la lejanía del departamento se aprecia el ruido de unos pasos acercándose, y Romanoff no puede evitar sentir la calidez de un fantasma escalarle la epidermis.

Время платить, Наталья*.

Con el beso del caos marcado rígidamente sobre la comisura de sus labios, la agente hizo lo que desde el principio de sus tiempos supo hacer correctamente: esperar la tormenta con la frente en alto y mantener a salvo su vida. Internamente esperaba que el demonio envuelto en seda no le causara más problemas de los que ya veía venir. Después de todo, ese extraño clon de Peter Parker, poseía un admirable control sobre su debilidad.

Y nada en el mundo valía para Natasha Romanoff más que Wanda Maximoff, su vida entera.

Al final, el pasado nunca los dejaría de condenar con la interferencia del otro sobre sus existencias. Aunque, en el fondo de sus mentes ellos siempre supieron que se volverían a ver, no importaba cuanto corrieran en direcciones contrarias, Peter y Natalia se contrarían en el peor de los escenarios eternamente.

Después de todo, ¿qué que se puede esperar de una vieja amistad construida a base de engaños, traiciones y delitos en común?


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Время платить, Наталья = Hora de pagar, Natalia.

Nota descarada: Esta es la primera de las muchas actualizaciones que se vienen este año. Pienso terminar esta obra para mayo-Junio o Julio, si o si jiji.

Siento cortar lo ricolino del Starker, pero no me convenció ninguno de los borradores en que intenté continuar la escena erótica, y me gustó que quedara allí para no alargar todo. Tengo en mente un buen capitulo de ambos haciendo cositas de adultos 🤭

Por otra parte (SPAM) estoy editando todos lo capítulos de The Malfoy porque no me gustan ahora que los estoy leyendo pausadamente. Los estaré subiendo poco a poco por si aún alguien le sigue la pista, y cuando acabe habrán nuevas actualizaciones, este tiene fecha indefinida de finalización.Sobre Ángel, estoy pensando en mandarlo a borrador, se me fue el bitch power con el que la empecé, ojalá y este año me ilusione algún onvre u envra para que me rompa el corazón y la termine en algún punto. Y estoy trabajando con un nuevo proyecto Starker -Without (He) end- que me mata de ansias por seguir porque es algo que nadie espera y que siento que como lectora del fandom adoraría de leer, pero quiero continuar cuando Starring Role ya tengan nuevas actualizaciones.

 Por otro lado, tengo algunos borradores de fics con ships como Sterek, Starker, stucky, thorki, stranker y winterspider, que tengo pensado escribir a lo largo de estos meses que dejé aplazadas por desánimo, si les interesa alguna agradecería su opinión, pues no se con cual comenzar a escribir.

Como sea, este año vengo con toda la determinación por escribir aún me esté ahogando en mi basura mental (según yo ya estoy bieeen), no me importa que la universidad me quiera esclavizar este nuevo semestre,  porque ya que los otros semestres venideros serán muuy pantanosos con mi carrera que me harán ser una avestruz con la cabeza en la tierra. 

En fin, si alguien sigue pendiente de mis obras se lo agradezco desde lo profundo de mi corazón, sino bueno que se puede hacer, entiendo lo que es ser lector -es mi rol favorito, adoro leer-, y el ver obras dejadas en abandono que te gustan, es lo peor en el mundo :(

Le mando amor a quien lea esto, tú eres importante, hermosx, una obra de arte de culto secreto y vales muchísimo en el mundo, no dejes que nadie te haga creer lo contrario, ni tu mismx, recuerda que siempre tenemos la perspectiva alterada de nosotros, eres más bello de lo que crees.  ♥️♥️ ♥️♥️♥️♥️


-Siempre suya, Livvy. ♥️

Si hay señales de vida, favor de manifestarse con el #HailStarker

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