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6. Now that my love collapses, it's my turn to make that decision.


VI. Now that my love collapses, it's my turn to make that decision.

Aquella mañana el castaño se había levantado de un humor que dejaba bastante que desear, con el otro lado de la cama frío debido a la ausencia de su próxima esposa, con una pequeña renuencia convertida en dolor de cabeza, se reusaba a alejarse de la comodidad de sus sabanas para pasar horas leyendo contratos empresariales y firmando infinidad de peticiones. Sin embargo él era un adulto moviéndose a través del mundo monótono de los negocios, su ingeniosa mente conocía perfectamente el ritmo de vida que manejaban los hombres a su altura, Tony sabía que no podía confiarse de sus empleados cuando la preciosa Virginia Potts no estaba cerca de sus cuentas bancarias y dirigiendo a los tiburoncillos que le merodeaban sigilosamente. El mundo en que sus vertebras se desenvolvían era tan peligroso como una corte real de siglos atrás, donde los ardides se reproducían más rápido que las infecciones y el enemigo podía venir desde la misma línea sangrienta.

Para ese día ya tenía tres juntas programadas, la primera estaba por iniciar en tres horas y media y el genio aún no se podía desprender de la calidez de la cama. No pasaron más de veinte segundos cuando su asistente incondicional, llámese J.A.R.V.I.S, corrió las cortinas automáticas de los ventanales y le proyectó uno de los hologramas previamente programados por la Directora Ejecutiva de su empresa para los días que le tocaría dirigirla en su ausencia, a la vez que las letras y algunos rostros se presentaban frente a las gemas marrones del Stark. Segundos después AC/DC iniciaba una de las mejores melodías que su cerebro necesitaba para abandonar la pereza fastidiosa que tiraba de su espalda al mundo de los sueños.

Tras un baño perfecto con el agua fría despertando cada centímetro de su piel, la energía dormida en el cuerpo de Tony comenzaba a aparecerse encantada entre tarareos de "Evil Walks". Se sintió reanimado tras la taza de café negro que su estómago recibió y continuo su camino hacia el elevador principal. No quiso quedarse demasiado tiempo en su moderno piso, no es que quisiera llegar temprano ni tuviera la emoción de rodearse de contratos financieros, la verdad era que la presencia su nuevo huésped iba transformándose en una molestia, no podía tolerarla con la misma fuerza de antaño pues cada vez se hacía más mella dentro de sus huesos. La soledad.

Quien podía percibirse en ese espacio de mundo como un olor viejo en el aire.

Stark maldijo, sin Pepper cerca las cosas significaban aburrimiento total y responsabilidades acumuladas. Él ya estaba harto de manejarlo todo.

A pesar de haber ahuyentado un poco de su mal humor, Happy, que lo conocía mejor que nadie —a veces incluso más que la pelirroja de curvas suaves con la que se condenó en matrimonio—lo recibió en su oficina aquella mañana sin hacer preguntas por la extensión de tiempo que ya llevaba Pepper ausente. "Ella regresará en unas semanas más, los japoneses son huesos duros de roer." Le hiso saber, aquel silencio estaba desquiciándolo sin darse cuenta. El robusto hombre le sonrió amistoso antes de desearle suerte e irse a cumplir con sus tareas pendientes. Segundos después, Elizabeth, su nueva asistente, eficiente como siempre le volcó sobre el escritorio la tortura más desesperante que Anthony juró algún día exterminar. Era momento de ponerse a trabajar.

Cuando el fastidió iba tomando control su espina dorsal, Tony pidió a su Inteligencia Artificial una importante dotación de donas para tener un buen inicio de jornada y se sirvió otro trago más de Whiskey en aquellos días de abandono.

Pero no fueron las donas ni el alcohol los causantes de que el mal humor del castaño se desvaneciera como el polvo tras una ventisca fría de otoño, ellos no provocaron que para al final del día se acostarse con una sonrisa en el rostro y una sensación de calidez típica de la embriaguez.

―Señor, su primera reunión inicia en diez minutos.

― ¿Ya han pasado tanto tiempo? Es una lástima que mis donas no llegaran antes para darme las fuerzas que necesito con cada día de trabajo que pasa. ―murmuró con desgana Tony a la vez que se levantaba de su asiento.

Estiró sus extremidades con avidez, apenas había comenzado su jornada y su cuerpo le resentía el permanecer sentado tras un insípido escritorio por tres días seguidos. Los huesos le crujieron un poco, pero el sabor a frutos secos y cítricos en su whisky le consoló amorosamente. Viendo desde su rascacielos con el mundo bajo sus pies, Tony se dio cuenta que sin duda alguna que The Dalmore era su más querida amiga y amante, él la amaba. Y quizás también aceptó que tenía algo con el alcoholismo, pero nada que no pudiese controlar.

― Señor, su invitado viene hacia acá en compañía de su asistente.

― Permíteles la entrada. —sus grandes manos abarcaron el cuello de la fina botella escocesa con la misma devoción con la que solía hacerlo con sus amantes de una noche, el tacto suave y firme permitió el nacimiento de un particular chorro de líquido caramelo cayendo como una cascada dentro del vaso de Tony. Las cuencas marrones miraron tal espectáculo con expectación, nadie podía ver al licor como él lo hacía.

―Debería guardar su bebida para más tarde y mejorar sus modales, señor. La persona con la que tratará es, según mis anotaciones y datos recabados, uno de los más altos negociadores en Francia y goza de un firme respaldo de la mayoría de nuestros aliados europeos.

―Podré con la situación, Jarvis. No es la primera vez que manejo la empresa por mí mismo. Después de todo lleva mi apellido.

―Como usted diga señor. Pero si le sirve, el señor Parker también posee del apoyo de varios compañeros americanos suyos. Y la señorita Potts lo clasificó en la lista de prioridades a tomar con seriedad y precaución. ―antes que Tony pudiera dictar una orden o exigir alguna respuesta, la puerta de su oficina se abrió de par en par.

La siempre seria Elizabeth, encabezó el encuentro, con ese maquillaje sutil y vistiendo aquellos vestidos entallados que se amoldaban a su menuda silueta y resonando sus típicos tacones de suela roja. Nunca le había prestado demasiado interés a la mujer, salvo ese día que se distrajo momentáneamente. Era bonita. Pero existía otra figura en la habitación que lo capturó con la misma conmoción de un accidente de autos, el foco de su atención se perdió en aquel hermoso caos, completa y totalmente.

Había un ángel en su oficina.

―Gracias por su tiempo y amabilidad al escoltarme, señorita Carther. —el ser etéreo se despidió con un asentimiento educado de cabeza y una suave sonrisa, sus labios eran tan finos que parecían la viva imagen de la realeza. Verla sonrojarse como una adolescente no le sorprendió en lo absoluto, le hubiese sorprendido que aquel gesto de genuina caballerosidad le fuera indiferente. Afortunadamente para su ego de deducción, su asistente salió de allí totalmente cautivada y con los ojos vidriosos de adoración.

Y Tony la comprendía. El hombre parecía un cosmos cautivador, con aquellas estrellas desbordantes gravedad atrayente en tonos cafés desde los bordes de caramelo, los lagos de chocolate oscuro hasta las nítidas mieles enredadas en hilos finos que se perdían en las pupilas. No supo que sucedió después que sus ojos se establecieron en una conexión visual y los ojos ajenos brillaron al enfocarlo.

―Es un placer por fin tener la oportunidad de relacionarme con usted, Señor Stark. —no supo por qué ni cómo, pero una parte de su cerebro le creó un escalofrío desde el hueco de su espalda hasta el nacimiento de su columna vertebral. Había algo en esa voz que se le hacía extrañamente familiar—. Creo que no está de más presentarme, así que...—el castaño extendió su blanca mano hacia él, era un joven lleno de confianza en sí mismo. Eso le gustó a Tony, la seguridad siempre era más satisfactoria que la inestabilidad de unos nervios inseguros.

―Peter Benjamin Parker. Espero al final de la reunión llegar a alguna armonía con usted, Señor Stark. —es entonces que todas la neuronas y células dentro de Tony se alinearon de la justa manera que le provocó un 'clic' en su memoria. Por un instante sintió el frio de un balde de agua helada besarle la piel trasera, mientras su revelación se proyectaba brutalmente en aquel fantasma.

Eric estaba enfrente de él. El fantasma de la opera había hecho acto de presencia en la claridad de su oficina y no podría verse tan irreal como en aquel recuerdo. Tenerlo a unos cuantos metros de distancia fue igual a recibir un golpe eléctrico justo en la superficie de su estómago, sentía un adormecimiento de células y un atontamiento temporal inusual en él.

"Peter", su nombre ahora sabe diferente en la boca del genio, tiene el trasfondo de una noche de fantasía mezclada con el gustillo similar a la única botella The Dalmore que fue reposada durante más de la mitad de un siglo, y sólo él, Anthony Stark el hombre de millones había adquirido exclusivamente. Ni presidentes, reyes ni ricachones pudieron con el privilegio que su presencia se ganó con los años.

―Con Anthony está bien.―porque nunca antes su apellido le había dejado la sensación de perder un porcentaje de su admirada inteligencia, de ser reducida a sus inertes instintos primitivos. Anthony sería más sensato. Sí, claro.

―Entonces debería llamarme Peter, sería lo correcto.

―De acuerdo, Peter. Siéntese donde guste. ―algo le decía a Tony que debía marcar una distancia prudente, un poco de educados modales quizá sería lo adecuado. A lo mejor era su instinto moribundo quien le advertía de la potencial amenaza que estaba hecha de rizos suaves y pestañas largas.

El mencionado tomó asiento justo en el lugar donde la luz se filtraba sublime sobre el color de sus ojos. Su cabello incluso se veía —por ilusión óptica— un tono más claro y las ganas por tocar ese conjunto sedoso se aparcaron en las manos de Tony. De pronto notó el contraste perfecto entre el azul de su traje y su lechosa dermis en conjunto de los artísticos lunares cafés, negros y las pecas adorables. Quiso virar la vista en el momento en que sus propios globos oculares se congelaron en la proporción desnuda de piel sobre su manzana de adán —era pequeña pero el bulto permanecía incitante y seductor— por lo que en un burdo intento siguió bajando a las clavículas atrayentes que atraparon a su guardia baja. Verlas fue como una bofetada en la cara.

Tres botones abiertos capturaron a Anthony Stark. Peter sonrió torcidamente.

― ¿Qué puedo ofrecerle para hacer este encuentro más agradable? ¿Es demasiado temprano para invitarle un trago de lo estoy bebiendo?

―Por ahora aceptaría un café americano, gracias. Quizá después aceptaría un poco de ese maravilloso Dalmore, es de mis favoritos por lo que nunca está de más un pequeño trago. —la sonrisa divertida de Peter le indicó que hablaba en serio respecto al lujoso Whisky. Tal vez podrían quedar más tarde, tal vez Tony estaba siendo optimista.

― ¿Comenzamos?

―Por supuesto. Vengo preparado, Anthony.

.

Si había algo que Tony odiara desde la profundidad de su pecho y el mundo conociera, era el trabajo de oficina, las largas juntas de negociaciones y escuchar a un ser hablar por mucho tiempo con el único fin de atrapar su interés. Era tonto pues el castaño tenía una empresa a su nombre, hacía alianzas con todos los humanos más influyentes y poderosos en el planeta, lo cual significaba reuniones constantes y personas haciendo de todo para atrapar su atención. La Presidenta Ejecutiva solía ser quien manejaba aquella tortura personal de Anthony, siempre se llevaba las horas aburridas y los protocolos de negociaciones que se consumían en palabras técnicas, miradas duras y, varias veces tácticas de persuasión banales.

Porque eso era lo que Edward Stark creía de los métodos de coquetería que muchas mujeres de finanzas usaban contra él, en ocasiones los varones también se empeñaban a engatusarlo. Cómo si eso fuese a funcionarle al playboy más famoso de los medios. Tony era un experto en el arte de la manipulación, del engaño y la seducción, fue en parte debido a su encantadora belleza y su masculina sensualidad que habían conseguido cerrar tratos con una accesibilidad inmediata. Por lo que unos jueguitos así no conseguirían frutos con él de ninguna forma.

Hasta ese día.

No es que Peter estuviera hipnotizándole apropósito con aquellos labios de fresa moviéndose en una danza sin fin, con los arcos de perfección que se creaban cada que al joven le daban ganas de sonreír, tampoco se debía a las alas de mariposas cafés que se abrían de vez en vez sobre esas pestañas espesas, ni a la facilidad con la que su rostro emitía cada emoción de una forma demasiado sobrenatural. No, su belleza no tenía todas las de ganar en la perdida de la cabeza de Tony. Había algo más fascinante que lo lograba.

Era simplemente que la mente de ese hombre se iba ajustando a los requisitos estrictos que Tony tenía para las personas, ―él tenía una lista ―. Y Peter la iba machacando con cada propuesta de su brillante proyecto. Si él le preguntaba por algún pequeñito margen de error el castaño le respondía apasionadamente las alternativas que funcionarían, y las alternativas de las alternativas. El antes-fantasma-de-la-opera poseía una confianza en sí mismo tan grande como el propio ego de Tony Stark. No hubo dudas ni rastros de intimidación que le provocara estar frente a uno de los hombres más poderosos del mundo, sólo una excelente presentación y algunas pequeñas bromas. Porque si se requería de la atención del magnate se debían usar todos los recursos al alcance.

Y bueno, era obvio que él jugaría con su belleza, pero jamás la usaría como su principal arma contra Anthony. "La mente mata carita." Peter lo prefería siempre así. Si hackeaba la mente de Tony con los alcances de su inteligencia, ese hombre estaría prendido de él y ya no importaría nada más. Sería un jaque perfecto.

―En resumen, Anthony. Tengo los planos más novedosos para los procesos energéticos de alternativas ecológicas que su empresa intenta llevar sobre las armas militares a las que poco a poco va apartando de su firma. —el mencionado arqueó una ceja ante la audacia del primer comentario—. Y también le estoy ofreciendo la oportunidad de hacerse de un importante porcentaje del proyecto científico más esperado en las últimas décadas: crear la base de datos para el primer cartógrafo genético interactivo. —hay una chispa traviesa naciendo en el cobre oscuro del francés cuando Peter lo termina—. Pero si llegas a cambiar de opinión sobre tu declive a comercializar armamento...Podrías hacérmelo saber. Soy muy bueno con la innovación.

El mayor se levantó de su asiento con el vaso de licor a medio terminar, entre pasos calmos se acomodó frente a su escritorio y miró fijamente al semidiós entallado en un traje azul eléctrico. A pesar de saber que su mirada llegaba a ser un escáner de mentiras e intenciones ocultas, Tony no pudo leer nada en aquel hermoso rostro. Peter no le temía, no retrocedía a su reputación y tampoco se flexionaba ante la dura y penetrante mirada Stark. No sabía por qué pero eso le resultaba increíblemente cautivante.

―Me gusta la osadía, Parker. —con los brazos cruzados le sonrió ladinamente—. Y adoro los retos imposibles.

― ¿Eso es un sí? Porque me gustan las cosas claras y directas, Anthony.

―Por supuesto, Peter. Elizabeth se pondrá en contacto con su asistente y abogados para ajustar los términos especiales del contrato energético. Y yo le llamaré personalmente para configurar los horarios de trabajo en ese interesante proyecto.

―Me parece una idea excelente. ―hay una mierdecilla de sonrisa estirándose sobre la granada de su boca. Es similar a la de los infantes traviesos ocultos en disfraces de angelicales criaturas dignas de contemplación. Edward quiere ser aquel adulto que cumpla cada uno de sus caprichos y lo llene de regalos, quiere malcriarlo y verlo sonreír así.

"Anthony Stark, dueño de Industrias Stark está muy complacido de tener a alguien astuto como usted, Peter Parker." Es lo que piensa una parte ambiciosa en el cerebro del millonario. La cara del viejo Pym se consume a cenizas en su mente y Tony no puede evitar sonreír satisfactoriamente. Sin duda alguna el joven traerá cosas extraordinarias para la empresa.

―Será un buen tiempo el que viene para nosotros, Peter.

―Vaya que lo será, Anthony. —el castaño está frente de Tony. Él imagina que así es como se deberían ver los villanos intelectuales cuando saben que al fin vencerán a los buenos.

Pero Peter es una combinación de Dios y demonio que está arrollándolo con ese espectáculo precioso en sus dientes blancos. —Me emociona como pocas cosas saber que el cartógrafo realmente va funcionar ahora que le tenemos en el equipo.

― ¿Antes no lo lograría? Ese es una forma muy sutil de decir que no creía del todo de sus capacidades.

―Claro que lo haría. Pero tardaría demasiado y yo no cuento el tiempo a despilfarro. —una nube sombría pasa sobre el iris del francés, allí hay pensamientos oscuros, el hijo de Howard lo asume—. Como le dije la primera vez que interactuamos en la fiesta de Matt Murdock, no sé si me recuerda, yo era el fantasma de la ópera...—ambos se miran y el café de sus iris se derriten el otro. Ellos son tenaces y sus miradas fuego.

―Sí, te recuerdo. —Tony agradece que su voz salió intacta, con esa sutil capa de indiferencia al mundo.

―Aquella vez le dije que conozco su trayectoria. Ahora le diré, que sé de los alcances que ha logrado su imagen de Iron Man, han sido bastantes...Tanto que ha dividido al mundo en dos bandos. Los que le aman y los que le temen pero fingen odiarle. Personalmente, amé el potencial infinito de su inteligencia al crear el traje. Sólo un verdadero genio es capaz de crear maravillas en las peores situaciones, y yo lo admiro por eso. No por el romanticismo que los medios le han dado a su escape ni la venganza poética que tuvo contra sus raptores. Le admiro por la tenacidad de su cerebro y su determinación frente al gobierno que quiso arruinarlo por convertirse en una potencial amenaza; Así que, imagínese en mi posición como el director del proyecto, imagine lo que sería tener a ese hombre en mi equipo...Las posibilidades de éxito son más que antes y se han vuelto un hecho.

Peter clava brutalmente una flecha justo sobre el centro del neoyorquino, que pierde por un momento el control de su mente. Para él todo se ha vuelto blanco y hay un extraño zumbido en sus oídos. No esperaba que el castaño abriera sus pensamientos ante él y que estos fueran tan fuertes, no intuiría ni en millones de años que le llegarían como un golpe certero a sus raras inseguridades, que cayeran justo sobre la muerte de aquel profesor de lenguas para desvanecerla y que le hiciera sentir el hombre con mayor poder en la tierra.

Es extraño, pero Tony intenta alejar cualquier pensamiento que no sea aquella sensación de control.

―Sé que al trabajar con su empresa se va a hacer un cambio global inolvidable. Usted va a limpiar, indudablemente, todos y cada uno de los escándalos y las malas riñas que tenga con los medios y la mitad del mundo que lo ve como una amenaza. Y yo, bueno, yo voy a conseguir unas cuantas compensaciones.

― ¿Tanta admiración me tienes? —le pregunta un tanto confundido porque no puede entender cómo ese desconocido tiene la absoluta seguridad en sus palabras.

―Nos tengo; A usted, a mi equipo y a mí mismo. —entonces las sombras en sus ojos se despejan y se puede ver un poco de infierno allí. Raro. Pero Tony lo olvida—. "Después de todo, Señor Stark, usted es La esperanza de América y, yo soy El futuro prometedor de la ciencia."

Otra característica de la personalidad de Anthony Edward Stark es la curiosidad. Si algo o alguien le llaman la atención, él va a desnudar su alma y la estudiará como el científico que es. No importa que sus alarmas suenen desquiciadamente, Tony va a obtener respuestas y las que actualmente quiere están guardadas bajo unos tentadores labios de fresa.

Es por ello que con la misma discreción con la que derribó a sus enemigos, sus manos se mueven cuidadosas sobre el botón que activa su traje de última tecnología y con un clic silencioso capta a la obra de arte que le sonríe abiertamente a unos metros de distancia, justo delante del letrero que a algunos le desagrada y la tableta de información pegada al pecho. Es una imagen digna de algún estudio de fotografía profesional y Tony va a conservarla entre sus posesiones más preciadas.

―Salud por nosotros, el mejor equipo del universo. —bebe de su costoso liquido de tono caramelo porque le gusta la mente de Peter.

"Él es realmente bueno" Piensa mientras siente el líquido quemar sutilmente su garganta. Ambos se miran como hubiesen hecho el trato del siglo, son toda complicidad y confianza, que resulta abrasador de contemplar.

Benjamin ríe feliz y por dentro está ronroneando como un gato complacido. Él tiene momentáneamente —el tiempo es relativo por lo no se preocupa de que interés sea un suspiro finito— a Tony Stark. Él lo tiene pisando la línea adecuada del tablero.

.

La última vez que Peter había visto a Anthony fue el miércoles de la semana pasada y bien, ese día ya estaban en viernes. Un fresco pero caliente viernes cuyo hechizo perverso incitaba a los mortales a salir de la horripilante rutina en una ansiosa búsqueda para dar con las maravillas secretas de la dulce pero sucia Tierra.

A estas alturas el discípulo de Loki no permitió ningún tipo de contacto con el castaño, incluso salió de la ciudad y aquellas llamadas de "asuntos para atender personalmente" se las pasó a Michelle, quién digna actriz de Hollywood supo manejar al millonario magistralmente; "Oh, sí. Peter ha estado dirigiendo algunos detalles de ese proyecto, él es realmente apasionado con lo que le interesa. No, no me creo capaz de poder describirle lo buen amante que se vuelve con sus cariños (que es como le llama a sus proyectos) debería verlo usted mismo, Mr. Stark. Créame él le sorprenderá." Los juegos de palabras malintencionados eran parte de su calculado plan pues Peter sabía muy bien cómo encender el interés en un hombre como Tony. El truco estaba en que muchas veces lo mejor, inexorablemente, viene siempre acompañado de una tortuosa pero placentera resistencia a ser deslumbrado.

Porque hay que admitir, desde la honestidad carnal y oscura que lo difícil siempre trae las más exquisitas recompensas y supremas satisfacciones. Por lo que resulta demasiado sencillo de saber el amor y la debilidad que los genios suelen tener hacia los conflictos. Y bueno, Peter tiene suerte al ser un problema andante.

Pero hay cosas que, incluso prodigios como el joven Parker no puede evitar colisionar. Aún con los miles en sus cuentas bancarias y gente de dudosa procedencia trabajando para mantener los altibajos de las mareas tal como lo ordena, Peter es incapaz de salirse de las líneas del destino que las Nornas han trazado exclusivamente para él.

Es viernes, la cola de la jornada semanal amada por casi toda la población mundial. Y podría llegar a ser hasta cómica la manera en que de todas las casualidades y de todos los accidentes del mundo, su objetivo principal terminara llegando a la misma fiesta privada en la que su compostura ha sido empacada para usar al día siguiente. Sí bueno, al principio la idea había sido la epifanía del año, ya que, si él ha sido un buen chico en las ultimas semanas lo justo sería revolcarse un poco en la parte maliciosa de su personalidad, ¿no?

El día iba yendo tan fantástico, tan relajante y romántico con Strange fuera del país y Bruce teniendo un pequeño resfriado, oh él lo estaba disfrutando bastante. Porque en ese suspiro del universo se había abierto una brecha en su apretujado horario de trabajo, las juntas de conspiraciones, el desarrollo de su proyecto prioritario y el resultar completamente encantador con cada ser influyente en América estaban comenzando a absorber el calmado temple de Peter. Y eso que el joven resplandecía sin ningún tipo de esfuerzo.

De cualquier forma, el haber tenido la fecha libre fue como si los dioses estuvieran enviándole a Peter una pequeña recompensa por toda la mierda que meses atrás soportó y ahora le sonrieran joviales ante un limbo de hedonismo fugaz. Nadie hizo nada para disuadirle de adentrarse en aquella mansión de libertinaje americano por lo que él, como buen científico cuya curiosidad y tendencia llevar todo sobre los bordes de los extremos decidió adaptarse al ambiente pecaminoso vistiéndose jodidamente bien.

La noche tenía aquel manto adulterado que cosquilleaba las pieles la mayoría de la población neoyorquina, la expectativa carnal podía concebirse en las deliciosas gotas bajando por las espaldas ajenas y en la negrura de las pupilas. Así que dejándose llevar por las ninfas de la perversidad, Peter se sumergió en unos vaqueros oscuros ceñidos a sus muslos y trasero, quienes se aferraban a sus caderas de una forma que Eros sin duda clasificaría como "eróticos y mortales". Sabiendo que Afrodita seguía alumbrando su estética con sus dones agraciados, dejó la elección de camisa a la legendaria Lilith ―una diosa que a veces fungía como la madre de los demonios en la religión judía― quién maliciosa apostó su mejor carta en la recreación física del primer pecado capital: la lujuria. Curiosa y detalladamente la prenda era floja, tanto que caía suavemente abierta sobre sus hombros y le permitía a sus clavículas obtener la libertad que muchos humanos deseaban pero pocos tenían (lo increíble en ella residía en el material textil con el que había sido confeccionado, el cual dejaba mucho que cubrir). Pues era de un negro profundo sutilmente transparente, con el que la piel de porcelana podía verse nítidamente y el resultado terminaba siendo tan irreal que resultaba hechizante, magnético y atrayente como el infierno.

De alguna peculiar forma los únicos contrastes de color en el atuendo de Peter estaban en sus ojos sobrenaturales, la deslumbrante blancura de su piel y unas botas Dior de un dorado precioso.

Oh, cuanto amor le tiene Pete a ese par.

Benjamin nunca sería reducido al sustantivo vulgar. A lo mejor en ese momento él podría llevar su cuerpo -casi- al descubierto y mucha porción de su piel estuviera al alcance de quien poseyera el privilegio de la vista, pero sobre él tenía la seda más fina que el hombre jamás ha creado. Además, "Hola estamos en siglo XXI." Si un gran porcentaje de la humanidad ha querido quedarse en épocas pasadas es cosa de ellos, él va a caminar por la dirección del progreso y hacer de su vida y SU cuerpo lo que le viniese en gana.

Horas más tarde, con el nacimiento del alba, él puede admitir que se condenó así mismo a la hoguera, pero vamos ¡Él sólo quiere liberar su mente por una maldita noche!

Él sabe que la razón principal en su incontrolable impulso de olvido momentáneo es debido a que ella estaba teniendo una feria escandalosa en las esquinas de su cabeza. Esa desquiciada seguía jugando maniáticamente con la cordura perfecta de su piel y apuñalaba la confianza de sus vertebras con esas afiladas uñas de malos pensamientos. 'Soledad acompañada' seguía siendo la misma perra de cantos celestiales y mirada de brutalidad. Y el castaño ya estaba harto de sentir sus curvas contra su espalda. Por lo que preso de una famélica necesidad de hacerse del control de su jodida vida él se lanzó como un piloto kamikaze a los brazos de la densa oscuridad nocturna.

La culpa era de la noche, no de él.

En fin, aquella noche El Gran Maestro (un multimillonario cuya vida desde siempre ha estado envuelta de misterios e incógnitas) invitó a sus más cercanos a lo que él consideraba una "Reunión recreativa" que usualmente terminaba siendo una exclusiva fiesta de pecados desbocados y caza de secretos sucios. Porque una cosa había que tener clara, y era que En Dwi Gast guardaba de la mejor información confidencial en la Tierra. Nadie sabía cómo ni cuándo pero aquél siempre terminaba enterándose de todos los secretillos más jugosos en la alta sociedad sin excepción alguna. Con El Gran Maestro ningún individuo salía librado, incluso Loki Laufeyson lo manejaba con un cuidado indiscutible. No había espacio para bromas, engaños ni trucos ante el viejo.

Fue al mediodía cuando Peter recibió su invitación. Plasmada en la sonrisa descarada de un hombre de edad desconocida y de personalidad encantadoramente manipuladora. Gast era arrogante, pero también era el rey de las fiestas, que disfrutaba de la compañía del compañero de Sebastian Delacour y solía cumplir algunos caprichos del castaño, como la vez que le ayudó a ponerle una treta a Hank Pym hacía tiempo atrás. Ambos se llevaban bastante bien.

El gran maestro conocía algunos secretos de Parker y Peter conocía un poco del enigmático pasado del maestro, entre las armas que Gast seguramente tenía para poder usar contra él se encontraban las constantes reuniones laborales con aliados de su esposo –y no tan aliados-. Él no lo dañaría, no es de ese tipo, sólo es un jugador con una mente hiperactiva. Aún así no hubo forma alguna de rechazar la llamada a la fiesta del millonario.

Cuando Peter aparcó su precioso Cadillac en los terrenos de una etérea Long Island se dio cuenta que algo estaba cambiando en él. Ya no sentía ninguna resistencia que le hiciera dudar de lo que estaba haciendo, no tenía aquella vocecita al costado de su cabeza susurrando la horrible persona que era por fallar a las normas que su familia política le había impuesto muchos años atrás, lo mal agradecido y desleal a las privilegiadas oportunidades que los Delacour le habían otorgado al brindarle su apellido. Su extensión poder y legado.

En realidad su cuerpo se sentía frenético, expectante y un poco furioso. La ira corría por su torrente sanguíneo al compás de su sangre, se movían juntas cual siamesas expertas e influían en cada uno de los movimientos del castaño, podían verse en la fuerza con la que caminaba por la estancia y los impactos sublimes que sus botas creaban a cada paso que daba. Se sentía como el rey de su ajedrez. Y como tal quería por una vez en esa mediocre película, comportarse como el joven que era. Hacer un poco el idiota mientras baila hasta sentir su pulso desbocado contra su apretada garganta y nublar su vista con el éxtasis del alcohol. Sus huesos necesitaban un poco de anarquía para alivianar el peso de la dictadura que tenían las sombras de Sebastian contra él.

Total, el anfitrión de la fiesta jugaba del lado del tablero cuyas probabilidades de éxito fueran mayores, y Peter podría apostar su vida a que él ganaría ese jueguito vengativo contra la estirpe francesa. Así que...Why not?

—Bienvenido, Benjamin. La fiesta no podía comenzar sin ti, querido corderito.

—Siempre es un placer, Grandmaster. —los experimentados ojos azules le recibieron efusivamente tras su abordaje a la mansión. Peter besó el arrugado dorso de su mano como un impresionante caballero. El otro sonrió, un ademan de manos después y le trajo inmediatamente a uno de sus esclavos para su total disposición. Era un rubio cuya flor de la juventud se podía ver en su cara de bebé.

—Será mejor que disfrutes la noche. Ya sabes, la única regla aquí es la confidencialidad de placeres. Nadie sale de esta mansión sin un par de errores que sólo yo tengo el privilegio de revelar. —El le viejo sonrió lleno de diversión.

Tras un par de segundos de magnetismo oscuro, sus obres doradas le miraron con un brillo ardiente típico de él. Una parte del infierno sería revelada para Peter, algo seguramente va encandilarle con fuerza—. Sebastian ya tuvo suficiente nobleza de tu parte, ¿Por qué no equilibras la balanza entre ambos hoy? Es un desperdicio continuar con una promesa que ha sido rota de la forma en la que se rompió para ustedes.

—No entiendo a qué se refiere, maestro.

Una sonrisa digna de Cheshire apareció sobre los labios inundados de arrugas—. No debería decírtelo, Benjamin. Pues no ha salido de ti una solicitud formal de información ni me has dado una buena propuesta de cambio, pero me he cansado de verte interpretando un papel tan pobre y me duele de cierta manera ver a mi lindo corderito siendo arrastrado por un infame pastor. Por los años que llevo conociéndote tienes que saber que, un pajarillo de confianza vio a tu francés de ensueño fallando uno de sus votos prioritarios.

Okey. Después de aquel comentario la mente del genio se movía desquiciada en busca de los huecos que el hombre dejó apropósito. Sus instintos removían sus entrañas como un grito silencioso de que algo importante y malo para su cordura estaba por estallar sobre su cara en los próximos segundos.

— ¿Qué voto ha sido roto? —la paciencia de admiración del muñeco se había ido. Y tal vez Peter estaba siendo un poco brusco con el enorme respeto con el que usaba hacia el viejo, pero él no podía evitarlo, sus inseguridades se desgarraban en vagos intentos por atrapar la verdad sólo el hombre frente a él conocía. Como si su ansiedad evolutiva fuese suficiente pago, el maestro se acercó a la blanca oreja en señal de absoluta confidencialidad y le clavó un puñal a las cenizas del amor de Benjamin.

—El de fidelidad. —la música dejó de escucharse en el segundo siguiente que Gast terminó de hablar, sus oídos presenciaban de un zumbido similar al que queda después de varias explosiones. Quizá la mente de Parker colapsó. Podría ser.

—Y no fue algo accidental...los accidentes no siguen una secuencia trimestral por los últimos dos años. —un falso puchero adornó la boca del jugador, unas suaves palmadas reconfortantes se estrellaron contra las pálidas mejillas del conmocionado humano. —. Lamento que te hayas enterado hasta este momento, corderito. El plan inicial era mantenerlo en secreto para ti, pero realmente no pude con la situación en la que estás. Siendo tratado como un trofeo cualquiera y el dejarte abandonado en el desprecio, me hierve la sangre; Tú eres la gema del infinito más valiosa que alguna vez fue encontrada. Sí fueras mío serías el rey del mundo. Pero no, sólo eres la princesa inútil de ese mediocre.

— ¿Q-Qué? —fue como si el cerebro de Parker hubiese hecho corto circuito, los engranes en su cabeza chocaban en direcciones opuestas al mismo tiempo y una parte escondida entre toda la mierda de memorias, la esperanza absurda en Sebastian, se hubiese quebrajado en miles de pedacitos los cuales hacían arder al abandonado corazón del muchacho de dieciséis años que aún permanecía dentro de Peter. Soledad Acompañada muta a alguna criatura del inframundo que inicia violentos trompetazos sobre sus neuronas.

—Tal y como lo escuchaste, corderito. No hace falta que me pagues la tarifa por esta pequeña revelación, considéralo como un regalo por lo mucho que me entretuviste en aquella revista francesa. —Sin inmutarse le cedió su bebida, al parecer el aturdimiento de Peter era adorable a los ojos del millonario que lo veía como un animalito dócil y astuto—. Ahora que La verdad ha sido revelada, será mejor que obedezcas a tu maestro y equilibres la balanza matrimonial disfrutando de esta maravillosa velada.

Sin saber cómo, el castaño logró brindar junto al mayor, salir del vórtice en el que se movían sus pensamientos fue muy similar al shock posterior a haber perdido una extremidad. Creía sentirla aferrada a su carne, como un fantasma cuyos espectrales besos se sentían al roce de su piel. Sin embargo ésta ya no estaba, no la veía y lo único que le quedaba era un espejismo inútil, una imagen vieja que lentamente se iba corroyendo. Podía ver, entre los mareos imprevistos que su cerebro le mandaba, a Sebastian. Él, todo hecho una obra perfecta, a su costado jurando la única lealtad que su corazón podría emitir –a excepción de la que tiene por su familia- y también estaban allí sus preciosos ojos de mar reflejando la honestidad en la intensidad de su mirada celestial. De repente todo se distorsiona, la boca del francés se separa de sus palabras y es posible el leer entre líneas la férrea mentira, su belleza masculina se transforma en una enfermedad para él y toda esa gratitud, ese amor y fortuna se manchaba de un sentimiento tan oscuro que las palabras se vuelven insuficientes para describir la magnitud de los daños en el corazón de Peter Parker.

La nueva Soledad entierra sus garras con fiereza sobre los pulmones del castaño, es perceptible la manera en la que el aire va abandonando su cuerpo y él no puede hacer nada, es un muñeco carente de amor que yace olvidado en una esquina del olvido. Peter sabe que no debería sentirse así, que el engaño descarado de Sebastian era un hecho obvio e incluso una parte de él mismo podía sentir unos labios ajenos en la dorada piel del francés, al igual que un sutil perfume femenino en sus camisas Armani y puede escuchar suspiros asquerosamente sexuales en un abominable coro celestial. Peter ya lo sabía, siempre supo que ese rubio no era un hombre de palabra y sus promesas eran sólo palabras vacías.

Cada centímetro de su cuerpo se estremece, se siente enfermo y necesita una cura para la espantosa picazón que comienza a invadir cada pliegue de su carne. Benjamin está herido, sangrante y el hueco en su corazón crece hasta cubrir más de la mitad de su volumen.

—Benjamin, tienes mi respaldo para hacer y deshacer hoy, mañana y el tiempo que quieras, siempre y cuando sigas siendo igual de fascinante. Tu vida es mi entretenimiento favorito, muchacho. —los chocolates le miraran perdidos e incrédulos, y el oro en los ojos ajenos le muestra una calidez efímera y pura—. La noche es joven, tú eres joven y tú tienes el control de tu cuerpo hoy. Es tu turno de decidir qué quieres y cómo lo quieres, no te estanques en tu dolor corderito.

Es entonces que un nombre le llega como una bofetada, la ira en él se aferra a esas letras. Le bastan unos segundos para que la compostura en él vuelva, su mirada se pinta de escarcha ardiente y su cuerpo se relaja completamente. Esa perra de etiqueta se ha metido en los pantalones de su esposo. Pero no todo es culpa de ella, ese bastardo ya se enteraría.

—Gracias, por todo Grandmaster. Le aseguro que disfrutará mucho de los hechos que se aproximan, casi tanto como yo.

"El mundo va a sentir el infierno moverse a su causa."

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Es más de media noche, la música se está convirtiendo en ecos de lujuria y el ambiente es demasiado sexual. El número de invitados ha disminuido, la mayoría, es muy seguro que están usando alguno de los interminables cuartos de aquella mansión y el anfitrión se ve rodeado por su estético harem quienes le miran como si el hombre fuese alguna especie de Dios fértil. Los esclavos se someten ante los caprichos de sus amos temporales, algunos haciendo cosas que sería mejor hacer en privado porque nadie (o él al menos), tiene ganas de verlos en esas situaciones y otros sostienen varios cuerpos en extremo alcoholizados que forcejean por continuar una horrorosa danza sin sentido contra las paredes del recinto. Él tiene a su siervo personal —que resulta ser una escultural mujer un poco más joven de su edad—su amigo Gast se la encomendó en cuanto lo vio entrar, pero esa clase de divisiones nunca le agradó del todo por lo que se limita a pedirle tragos y que encienda sus cigarrillos de vez en cuando sobre sus piernas, ella viste tan provocativa que podría pasar como una de sus tantas acompañantes del pasado, porque al maestro no le gustará en lo absoluto un comportamiento recatado en aquel reflejo de la antigua Sodomía.

Hay música de esencia latina cubriendo la mayor parte de la tranquilidad de la villa privada, el ritmo es totalmente persuasivo, como susurros emitidos por las súcubos más peligrosas del infierno y las reacciones instintivas fuesen guiadas por íncubos extasiados. Nadie es inmune a los encantos sobrenaturales de la noche y de las criaturas que se balancean provocativamente bajo las luces bajas de la estancia. Todo se resume a impulsos, primitivos más que nada y movimientos de caderas interminables. Y Tony se siente dividido en aquella alucinante atmosfera, con una parte de su ser muy fuera de lugar y otra ya familiarizada con el ambiente pecaminoso. Tiene una lucha de impulsos versus conciencias enfrentándose salvajemente en el costado de su mente. "Eres un hombre con nuevas responsabilidades. Ya acabaste con aquel estilo de vida." Se recuerda entre copa y copa.

No sabe por qué pero algo no está bien en él. Hay una extraña sensación de ausencia recorriendo los bordes de sus vertebras desde hacía varios días, como si el filo de un objeto afilado abriera minúsculos pliegues en su dermis con movimientos calmos que poco a poco van agotando la fuente de su indiferencia. Pero él no entiende qué está mal dentro de su inconsciente —bueno no es el único, algunos de sus terapeutas obligados creen algo similar— y se obliga a permanecer indolente ante la picazón que parece navegar dentro de su sangre. Lamentablemente no es alérgico al alcohol, por lo que fingir va siendo demasiado cansado para un hombre que lo lleva haciendo desde que tiene memoria.

De repente los tonos neutros en las luces cambian, ahora unos tonos rojizos bañan los rincones de la mansión, un verso en particular se cuela entre los burdos pensamientos de Tony mientras una brecha accidental se abre entre el montón de gente que se roza sin decoro alguno, un giro de caderas sumerge toda la atención del filántropo y su mente se pierde entre unas magnéticas líneas bajas. Sus ojos absorben cada centímetro de aquel espectáculo y beben de ese cuerpo de condena con un hambre sin precedentes. De alguna forma el centro del universo de Anthony deja de ser atraído por la gravedad de la estrella madre del sistema solar, ante su ente ese ser ha sido reemplazado por la supernova de facciones angelicales y estructura ideal, sus lunas se deslizan sobre su raciocino como pequeñas partículas cancerígenas, no existe un control exacto y parece filtrarse bajo sus capacidades.

El Ying y el Yang nunca habían sido tan sexy para los ojos del millonario como lo estaban siendo en ese momento. Anthony siempre había preferido el rojo, la pasión y el fuego antes que el frio control de la oscuridad y la pureza del blanco, ¿ qué podría encender más los instintos primitivos que el escarlata? Oh, él no tenía ni idea del magnetismo que causaban esos dos colores.

En ese momento de revelación él ansiaba ahogarse en la negrura que cubría devotamente al níveo cuerpo, deseaba adentrarse en una insaciable búsqueda del fin del blanco de esa piel, llegar a los extremos y recorrerlos una y otra vez, sin descanso, hasta probar distintos matices en él. Un carmesí quedaría bastante bien en aquel ángulo perfecto de clavículas, y un granate intenso necesitaba aparecer sobre aquellos dos montículos de carne, eran tan sublimes que dolía no poderlos tocar con la vehemencia merecida.

Igual de impactantes que unos relámpagos, dos abismos cafés se abrieron exclusivamente para Tony, unas pestañas espesas aletearon lentas a la vez que el oro en el iris lo escaneaba para un reconocimiento instantáneo. Fue similar a un poderoso choque de electrones potencialmente cargados, algo les atravesó violentamente pero ellos, ajenos al mundo y al juicio prudente, no pudieron distinguir nada que no fuese la atracción invisible entre ambos. Peter abrió sus labios en una sonrisa pecaminosamente incitante, las fresas se despegaron en una curva mortal y la rojiza lengua barrió con una calma expectante el arco de cupido en su boca; al mismo tiempo que sus marcados hombros se balanceaban al compás de la melodía en sintonía y las caderas cobraban vida propia de lado en lado. El efecto fue inmediato, Anthony perdió el habla y la mujer sentada sobre sus piernas frunció un poco los labios.

Su nombre revoloteó sobre el blanco anestésico que era la mente del magnate, convertido finalmente en un vórtice de cinco letras sin un orden ni fin conocido. Peter. Peter. Peter. Peter. Y Peter. Como si el sensual joven a la distancia de Tony, hubiese leído sus silenciosos llamados por atención, una pajilla se posó en la cavidad pecaminosa. La cual delineó centímetro a centímetro el perímetro de esos dos pliegues finos hasta introducirse dentro en una descarada y osada chupada, muy digna de alguna escena pornográfica. Sus gemas preciosas destilaban travesura y la inocente belleza facial bastó para arruinar a cada una de las resistencias del castaño. Incluso si hubiese sido diferente, Tony no habría podido resistirse a Peter.

El chico era un maldito –buen- pecado y él un pecador.

Benjamin no puede dejar de perforar el alma de Tony con sus océanos de cafeína, todo lo que puede pensar es en lo bien que se siente el éxtasis caliente que recorre su corriente sanguíneo, hay una pieloerección abordando cada milímetro en su cuerpo al palpar la hambruna que desprenden los faros cafés del hombre de traje negro. Peter lo quiere, lo desea y va a conseguir un poco de Tony para él, quiere probar los mundos ocultos en esa mente, saborear la risa perfecta que los medios alaban y ansía degustar el jugo que esa condenable manzana de Adán pueda darle.

El interior de Peter está en llamas, una vocecilla ruega por un alivio a su fuego, él no quiere usar narcóticos ni atragantarse con alcohol. Sus huesos piden un poco de amor carnal, sin corazones en conflicto, él demanda deseo y anhelo, Peter requiere sentirse como una droga, ya no quiere ser un trofeo codiciado, él prefiere ser deseado, con la misma fuerza con la que el castaño lo aclama a posarse sobre su regazo. Pero Parker no va a apagar al infierno dentro de él con las ávidas aguas de Anthony, lo va a dejar ahogarse calculadoramente aún y eso signifique su ruina.

El inglés es paciente y perseverante, virtudes que le permitirán formar una necesidad incontrolable en los deseos de Tony por darle una probada a su nuevo socio. Puede que esa noche sea el dueño de su cuerpo y posea la libertad de hacer con él lo que le venga en gana, mas no lo hará. Va a guardarlo como un privilegio, como un premio que lo dará a su mejor pieza, el pujador que lo merezca podrá tenerlo.

"Adivina qué, Tony. He cambiado de parecer, ya no tengo espacio para jugos previos. Esta vez iré a por ti sin titubeos ni consideraciones; una suerte para ti y un placer para mí."

Lo lamentable para Stark, es que no logró saciar su nueva sed del agua bendita que era el castaño. Sólo pudo venerarle a la distancia como un ejemplar hombre de fe. Porque a partir de ese momento, esas piernas, ese trasero y aquellas caderas, las clavículas y ESA resplandeciente piel blanca, se habían vuelto la religión que a Tony no le importaría seguir hasta el final de la luz del túnel. Después de todo...él podía hacerlo, aún era libre y mientras tuviera una mínima posibilidad, lo haría sin importar nada.

Y bien, sí, Tony admitía que era una mierda de hombre, pero tal hecho no resultaba una novedad. Al final no había mucho que hacer al respecto.

Desde esa noche Parker decidió que ya no iba a jugar a la sombra de sus sentimientos por Sebastian. Ahora él equilibraría la balanza, y pobre de Maat si intentaba frenar la sed de justicia latente en él.

Anthony Stark sería la llave que abriría la jaula donde los Delacour le retenían miserable.


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NA: 

Ok ok. Sólo para agradecer a todo los que leen esta historia, ¡Pasamos los 800 LEIDO AIUDAA!

Estoy muy feliz y agradecida por los votos y comentario, me motivan a escribir cuando tengo mucha tarea y hace rato que no publico. En fin, como ya casi se hacía un mes desde que actualicé este capitulo lo hice bastante extenso, (sorry por eso).

Espero que sea del agrado del publico, a lo mejor es un poco confuso el hilo de la historia pero cuando alguien está del otro lado de la historia (en la carne de Peter) se pueden hacer de muchas situaciones, a veces se toman riesgos, otras se avanza y se retrocede por igual, pero trankis que pronto se aclara el camino y se viene de lleno el Starker wuuu.

Sin más que decir, Hail Starker.

-con amor, Livvy.


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