02: judith grimes.
—Tierra llamando a Savannah. —Las palabras de su amiga la trajeron de vuelta a la realidad, haciendo que se incorporara en la cama y le volviera a prestar atención—. Entonces, ¿qué dices?
—¿De qué?
—¿Me estás jodiendo? No escuchaste nada de lo que dije. —Savannah le mostró una sonrisa inocente, cargada de disculpa por su gran despiste el día de hoy—. ¿En qué tanto piensas?
La ojimiel mordió su labio inferior con un tanto de nerviosismo, el cual trató de disimular ante su amiga.
«En que hace una semana, Negan estuvo a punto de besarme. En que mi lado racional, en ese momento, se fue por la borda, porque también tenía las mismas ganas de besar a un hombre que está encerrado en una celda. A un hombre que no sé un carajo sobre él, que podría ser un psicópata en todos los sentidos de la palabra y que podría, tal y como dijo Rick, estar manipulándome con esa actitud tan... ¿cautivadora?». No pudo evitar responder en su cabeza. «¿En qué estaba pensando? ¿Desde cuándo me llaman la atención los hombres poco convenientes, que tienen un historial que lo único que debería causarme es escalofríos? Espera, ¿acabo de decir que me llama la atención Negan? Oh, Dios. ¿Acaso me he vuelto loca y nadie me lo dijo?»
Parpadeó varias veces, carraspeando su garganta para darle una contestación a la castaña—. Nada importante. ¿Qué era lo que me decías?
—Rick no quiere que te involucres en la expedición de hoy. Piensa que aún te encuentras débil para salir y no quiere arriesgarse. —Savannah rodó sus ojos con fastidio.
La mujer llevaba un total de siete días sin ir a visitar a Negan, fingiendo que la razón es que se había enfermado, cuando en realidad, había puesto tal excusa por el simple hecho de no saber cómo mirarlo a la cara, o qué decirle, después de lo casi ocurrido.
—Estoy bien, Vic. Puedo ayudarlos. —respondió, mientras veía a su amiga recogiéndose el corto y liso cabello marrón en una coleta frente al espejo que colgaba en la pared del baño.
—Escucha, —Se devolvió para verla, acercándose a paso lento hacia la pelirroja, tomando entre sus manos sus zapatos—, esta vez le doy la razón a Rick. Deberías quedarte y descansar un poco más. Además, no te estás perdiendo de nada, sólo iremos a buscar unos suministros que Aaron y Daryl encontraron intactos en un almacén. —Victoria tomó asiento en el borde de la cama, atándose los cordones de las botas marrones—. ¿Por qué no vas y visitas a tu amiguito? Seguro se debe de haber preguntado por ti todos estos días.
Después de que Savannah había aceptado el trabajo de llevarle la comida a Negan, se vio obligada a contarle cómo era entablar una conversación con aquel hombre a su mejor amiga, quien tampoco llegó a conocerlo porque era relativamente nueva en la comunidad. Además de que, esta no dejaba de preguntar —cada vez que la pelirroja regresaba de aquel lugar— sobre qué tanto podían conversar, sobre cómo era él y muchos detalles más.
Victoria sabía que el recluso podría llegar a ser peligroso. Había oído de la boca de Rick Grimes miles de barbaridades sobre las cosas que había hecho Negan. Es por eso, que siempre estaba al pendiente de su amiga. Porque quizás, el simple trabajo de llevarle la comida a un prisionero podría terminar muy mal si él intentase algo.
Y Savannah le comentaba, no tenía ningún problema con compartir esa clase de información con Victoria, pero sí habían ciertos detalles —o pensamientos— que prefería reservarse para ella misma. Como por ejemplo, el hecho de que rompió varias reglas de Rick al entrar de manera osada y arriesgada en la celda, para otorgarle una ducha decente y humana al hombre que estaban tratando como si fuese un animal en cautiverio.
Savannah frunció sus cejas ante la sonrisita cómplice de su amiga—. Pensé que te caía mal. Y Rick aseguró informarle a Negan el por qué de mi ausencia... si es que preguntaba.
—Primero, estás poniendo palabras que nunca salieron de mi boca, amiga. En ningún momento dije que me cayera mal, ni siquiera lo conozco. Sólo sé acerca de los rumores de lo que hizo, así que lo único que te dije fue que tuvieras cuidado con ese hombre. Que no confíes en él, a pesar de que según lo que me cuentas, él suele ser amable contigo, porque en realidad, no sabes lo que puede estar tramando en su cabeza. Y segundo, puedo apostar un millón de dólares a que preguntó por ti. —terminó, otorgándole a Savannah un guiño de ojo.
—¿De dónde sacarás un millón de dólares? —bromeó.
—Acabas de arruinar el chiste, Sav. —La castaña le otorgó una nalgada a la mujer haciéndola chillar con sorpresa y quejarse con diversión—. Bueno, pero ahora en serio, nunca me mencionaste cómo es él, hablando físicamente claro. ¿Es feo? ¿Guapo? ¿O malditamente caliente?
Savannah se ahogó con lo último y su cara adoptó un leve rubor sonrosado—. Es... está bien, supongo.
—¿Supones? Eso ni siquiera es una buena respuesta, Savannah. Llevas meses llevándole la comida, hasta charlas con él, ¿y no le has echado un buen ojo? —Claro que lo había detallado, incluso lo había visto completamente desnudo. Sin embargo, la pelirroja se encogió de hombros, mostrando indiferencia y Victoria revoloteó sus ojos—. Tendré que algún día averiguarlo por mí misma. Ya tengo que irme, nos veremos más tarde.
Victoria abandonó la habitación no sin antes despedirse con un cálido abrazo y beso en la mejilla de Savannah.
(...)
Negan contaba cuántos bloques de cemento habían en la pared que yacía frente a él. Se hallaba acostado en la cama, con su brazo doblado y su mano apoyada en la parte posterior de su cabeza.
Dentro del silencio sepulcral que reinaba en su celda, se escucharon varios gritos que provenían de afuera. Con la curiosidad corriendo por sus venas —y también porque en realidad no es como si tuviese algo mejor que hacer—, se levantó con rapidez, acercándose hacia la ventanilla que consideraba como su nuevo medio de entretenimiento.
Un balón de fútbol blanco con puntos negros impactó contra los barrotes, y fue inevitable que Negan no se alejara, más que todo fue por acto reflejo, ya que era imposible que pudiese golpearlo en el rostro.
—¡Tom, no te acerques a ese lugar! —Una voz chillona, proveniente de una niña, sobresalió del resto y llegó a oídos del ojiverde.
—¿Por qué no, Gracie? No podremos seguir jugando si no recuperamos la pelota. —habló el recién mencionado, haciéndole pucheros a su pequeña amiga.
Negan apoyó su espalda contra la pared y cruzó sus brazos sobre su pecho, entretenido de la conversación que se estaba llevando a cabo entre los jóvenes que debatían por ir a recuperar el balón.
Negan, además de tener un don para hablar y envolver a las personas, también le gustaba escucharlas, observarlas y analizarlas. Conocer sus puntos débiles, aunque esto último no viniera al caso.
—Papá dijo que nos alejáramos de ese lugar porque ahí vive un monstruo. —Otra voz se hizo presente. Una que el ojiverde sí fue capaz de identificar.
«Judith», pensó para sus adentros, dándose cuenta que se trataba de la pequeña hija de Rick, la cual no había vuelto a ver desde hace mucho tiempo atrás.
—¿Un monstruo? Los monstruos solo están afuera, Jude. No mientas, es malo mentir.
—¿Creen que mi papá esté mintiendo? Él nunca miente. —La menor de los Grimes dijo con total seguridad.
—No lo sé, pero yo digo que entremos. —incitó Grace, ocasionando que Tom negara repetidas veces ante la idea de un monstruo dentro de la casa—. ¿Tienes miedo, Tom? ¿Eres una gallina?
Los labios de Negan se curvaron en una sonrisa de boca cerrada, divertido ante la pequeña discusión sobre la inexistente valentía del niño. Si seguía creciendo con esa actitud cobarde, el ojiverde dudaba que pudiese sobrevivir a los horrores del otro lado de los muros.
—¡No voy a entrar ahí!
—Bien. Judith y yo iremos, ¿verdad, Jude?
—Sí.
Negan ocultó las manos en el bolsillo de su pantalón, escuchando cómo la cerradura de la puerta era destrabada, para luego oír pequeños pasos bajando las escaleras que dirigían hacia el sótano.
Enfocó con su vista a las dos niñas. La rubia llevaba un vestido floreado junto con unas zapatillas rojas que hacían juego con el lazo del mismo color que recogía su cabello. Mientras que la castaña, portaba una camisa de cuadros azules, con un jean de mezclilla y un par de botas marrones. Sin mencionar el sombrero que una vez usó su hermano mayor Carl sobre su cabeza.
—Tú no eres un monstruo. —replicó la joven Grimes, confundida, y un tanto decepcionada, de que su padre le haya dicho una versión muy diferente.
—Bueno, mierda, supongo que todavía no. —El ojiverde se separó de la pared, acercándose hasta los barrotes, recogiendo la tela de su pantalón para colocarse de cuclillas y quedar a la misma altura de las dos pequeñas—. Eres Judith, ¿cierto?
—¿Cómo sabes mi nombre?
Negan sonrió.
—Nos conocimos hace mucho tiempo, ángel. —El hombre intercaló su vista hacia la otra niña que había permanecido en silencio y se notaba un poco cohibida—. Y tú debes de ser Grace. Yo soy Negan.
La recién mencionada se escondió detrás de Judith y se abrazó a sí misma, haciendo que Negan se preguntara si él lucía tan mal como para causarle miedo a la jovencita o simplemente ella era muy asustadiza.
—Judy, tenemos que irnos antes de que alguien venga. —Grace replicó, jalando el brazo de su amiga para llamar su atención, pero la pequeña Grimes solo podía enfocarse en Negan.
—¿Ya se van? Si recién llegaban. —Con una sonrisa en su rostro, el hombre mencionó—. Además, estoy aburrido como la mierda aquí. Es bueno ver caras nuevas.
—¿Por qué un anciano como tú está encerrado? —cuestionó la hija de Rick.
—¿Anciano? —repitió Negan, alzando sus cejas y sonriendo.
No le había ofendido ni tampoco lo tomó a mal, ya que él sabía —por experiencia— que los niños podían ser jodidamente honestos.
—¿Vas a responder mi pregunta o no? ¿Mi papá te encerró aquí?
—¿Aún no sabes la historia, ángel? Pensé que mi reputación era famosa entre los niños.
Ella negó—. Él nunca me ha dicho lo que sucedió antes. Siempre... siempre me dice que no quiere hablar de eso y que todavía soy muy pequeña para comprenderlo. —respondió en un puchero, ligeramente enojada con su padre.
—¿Qué te parece si hacemos un trato, ángel? —ofreció el prisionero, a lo que la niña alzó una de sus cejas con curiosidad, alentándolo, por su expresión en el rostro, a que continuara—. Pero esto tiene que ser un secreto entre nosotros dos. —agregó en un murmuro, observando a la niña rubia para que Judith captara la indirecta.
El sonido de las puertas abriéndose se escuchó por todo el sótano, asustando a las dos niñas que giraron casi de inmediato y haciendo que Negan mirara detrás de ellas, buscando con su vista a la persona que los acababa de descubrir.
Sin embargo, cuando una pelirroja se abrió paso por el sótano, trayendo una bandeja de almuerzo entre sus manos, el prisionero suspiró de alivio, ya que, podría haber sido mucho peor y tuviese que enfrentarse a un probablemente enloquecido Rick Grimes al ver a su hija fraternizando con su "peor" enemigo.
La ojimiel agrandó sus dos ojos con sorpresa al ver a Judith y a Grace dentro del lugar al que se suponía que muy pocos tenían acceso.
—¡Niñas! ¿Qué están haciendo aquí? —preguntó la pelirroja en un susurro alto y recriminatorio—. ¿Saben lo que pasaría si Rick se enterase...?
—¡No le digas a mi papá! ¡Por favor! —suplicó Judith Grimes, ligeramente asustada de que su padre, o incluso su madre, se enterasen de la negligencia que acababa de cometer. Al igual que, el tío Aaron tampoco estaría contento al ver a su hija, Grace, siguiéndole los pasos a su querida amiga y compañera de aventuras.
Savannah suspiró asintiendo, teniéndole compasión a las jóvenes, ya que eran solo eso: Niñas que no estaban conscientes de las consecuencias que sus actos podrían acarrear y que simplemente les había picado la curiosidad por descubrir nuevos terrenos prohibidos.
No obstante, con consecuencias Savannah no se estaba refiriendo ni involucrando a Negan, ya que lo menos que sintió fue miedo al ver a las pequeñas hablando junto al hombre. No sabe el por qué, o quizás sea debido a todos los meses que llevaba lidiando con el ojiverde, pero ella sentía que él no sería capaz de hacerles algo malo. Él no era esa clase de hombre y ella lo sabía.
Savannah sabía que todavía, a pesar de todo, había bondad en el corazón de Negan.
—No le voy a decir, Jude. Pero no pueden estar aquí, ustedes se meterán en problemas, al igual que yo también.
—Está bien, señorita Savannah. No lo volveremos a hacer. —Esta vez, fue Grace quien después de un buen rato en silencio, abrió la boca para pronunciar esas palabras.
La pelirroja, después de entregarle la comida al recluso, acompañó a las dos jovencitas hacia la salida, pero Judith Grimes, antes de irse, se volteó hacia el prisionero para susurrarle un «Hasta luego, Negan» que solo él fue capaz de entender, dejándole en claro que todavía tenían una conversación pendiente y que quizás muy pronto la llevarían a cabo.
La mujer con un suspiro se regresó nuevamente al sótano, después de haber comprobado que las niñas se habían ido junto a la pelota hacia cualquier otro lugar lejos de la casa.
Decir que no estaba nerviosa, era una gran mentira, debido a que era momento de encarar nuevamente a aquel prisionero que no ha podido salir de sus pensamientos en toda esta semana que no supo nada de él. Incluso llegó a preguntarse cómo lo habían tratado los encargados de cuidarlo en esos días, ya que estaba consciente de lo rudo que podía llegar a ser Rick en todo lo que a Negan se refería.
Claramente el líder de Alexandria todavía se hallaba afectado y con posible estrés postraumático de la guerra que se había llevado a cabo años atrás. De aquella guerra en la cual no le quedó de otra que mancharse —aún más— las manos de sangre, sangre que también incluyó a gente inocente que solo estaba en el lugar y momento equivocado en medio del conflicto, y eso no lo hacía sentir para nada orgulloso. De aquella guerra en la cual se perdieron a grandes miembros de la familia, incluyendo a su propio hijo.
Aunque, Rick Grimes no era el único afectado. Solo que, la persona que estuvo con anterioridad a cargo de liderar el otro bando, era un experto en ocultar sus sentimientos para evitar mostrar debilidad ante los demás. Sobre todo para no darles el placer a las personas que aún lo odian, de verlo devastado.
—Es bueno verte de nuevo, rojiza. —Negan se había colocado de pie, y sostenía con una de sus manos uno de los barrotes de metal a la par que sonreía ampliamente, como si no recordara que se encuentra encerrado tras las rejas y permanecerá ahí dentro lo que le resta de vida—. Pensé que te habías olvidado de mí.
Ya sé que me tardé pero aquí estoy y les traigo nuevo cap<3
No sé si se dieron cuenta pero decidí empezar a colocarle nombre a los capítulos.
Anyways, qué les pareció?
Ya por fin hizo su aparición la amiga de Sav, es decir, Victoria, primeras impresiones de ella?
Primeras impresiones de Negan junto a Judith? ¿Cuál creen que es ese trato que Negan tiene en mente?
¿Alguna teoría de lo que ocurrirá a futuro? Porque se vienen un montón de cosas.
Recuerden votar y comentar. Me encanta leerlos y saber sus más sinceras opiniones acerca de lo que escribo.
—vicioustwd.
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