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06: nuevos enemigos, nuevos problemas.


N E G A N.

Abrí mis ojos cuando escuché ruidos provenientes de la pelirroja que se hallaba a mi lado en la otra celda.

Joder, mi cuerpo estaba entumecido por la incómoda posición en la que dormí con la cara recostada sobre el tubo metálico. Mi espalda dolía por permanecer horas apoyado sobre una pared de bloques de cemento. Definitivamente no me estaba haciendo más joven para hacer este tipo de gracias.

Savannah despertó, dejando escapar un bostezo, sentándose con las mantas cayendo hasta sus caderas y estirando sus brazos. Todavía llevaba la camisa azul que le había otorgado la noche anterior, y su cabello era un hermoso desastre. Joder, ella lo es.

Peinó su melena roja con sus dedos, y luego de orientarse y recordar en dónde estaba, giró su rostro para posar sus ojos sobre los míos.

—Levántate y puto brilla, zanahoria. —canturreé, guiñándole un ojo y haciéndola sonrojarse con tanta facilidad.

A pesar de tener un lado salvaje de depredadora sexual muy oculto en el fondo, todavía destacaba en ella aquella inocencia y timidez que me dejaba a mí como un viejo pervertido que estaba empezando a corromperla. Pero... ese hábito de morderse el labio cada vez que estaba nerviosa lograba encenderme y ponerme a mil. Y de solo imaginar ese pequeño cuerpo curvilíneo debajo de mí, con esas piernas rodeándome la cintura mientras que gime mi nombre y ruega por más... Carajo, ahora parezco un adolescente hormonal.

No necesito tener otra erección tan temprano.

—Negan, sabes que no tenías que...

—De nada, cariño. No tienes porqué agradecerme. —respondí, impidiendo que terminara de hablar y de quejarse porque me comporté como todo un caballero.

Sabía que se estaba refiriendo a que le había cedido mi almohada y mantas para que no durmiera en el incómodo suelo duro y congelado. Rick ni siquiera tuvo la maldita decencia de darle algo con lo que cubrirse para pasar la fría noche.

—¿Dormiste bien, rojiza?

—Sí... Gracias. —Ella me respondió, agradeciéndome con total sinceridad a la par que estrujaba sus ojos con sus nudillos—. ¿Qué tan mal dormiste tú?

Chasqueé la lengua, sonriendo de oreja a oreja con complicidad—. Dormí como un puto bebé con todos esos besos de buenas noches. —Su rostro se había vuelto del color de un dulce tomate y no pude evitar carcajear y relamer mis labios—. Ven aquí, cariño. Déjame darte los buenos días debidamente.

Savannah lo pensó por unos segundos antes de gatear envuelta entre las sábanas para aproximarse hasta los barrotes.

—¿Tienes pensado besarme? —Esos brillantes ojos mieles me miraron expectantes mientras que su voz salpicaba un tono que pretendía fingir inocencia. Si en realidad no supiera sus verdaderas intenciones.

—¿Quieres que lo haga? —jugué con ella, buscando sacarle más palabras a la pelirroja ruborizada y hecha un manojo de nervios que lo único que hizo fue bajar la mirada y morderse el labio. Elevé con mi pulgar su mentón para que sus ojos dejaran de evadirme y volvieran a conectar con los míos—. No tienes que avergonzarte de algo que disfrutas, rojiza. ¿Quieres que me detenga? Jodidamente lo haré, solo tienes que decirlo. Lo menos que quiero es que te sientas incómoda y...

La palma de su mano cubrió con rapidez mi boca, acallándome.

—No se trata de eso, Negan. No quiero que te detengas. Pensé que lo había dejado bastante claro... anoche. —Mierda, por supuesto que lo hiciste. Me dejaste con el dolor de huevos más grande que he tenido en mi asquerosa existencia por el empalme que llevaba. Y deseando tener algún maldito poder que atravesara barreras—. Es solo que todo esto es nuevo para mí. Yo nunca he hecho este tipo de cosas con... otro hombre.

Virgen y pura.

Virgen y jodidamente pura. Fui el primero que probó esa boca y quizás... Joder, ya tengo una erección.

Bajé mi brazo hasta mi entrepierna para disimular y cubrir la evidencia de que me había excitado con su revelación por estar teniendo fantasías sucias al respecto.

«Viejo pervertido.»

Bueno, joder. Me declaro malditamente culpable por seguir teniendo ganas de follar después de haber roto un récord olímpico convirtiéndome en un monje de un monasterio que no había tenido contacto físico desde hace siete años.

—Quieres ir más lento. ¿De eso se trata? —cuestioné, acariciando su mejilla aterciopelada—. Porque, de hecho, tengo todo el tiempo del mundo.

En parte aquello podría ser cierto. Aunque estuviese desesperado, todavía no podía ir a ningún lado. Pero el plan ya se estaba llevando a cabo, los segundos, minutos, horas y días estaban transcurriendo, lo cual significaba que más pronto que tarde saldría de los confines en los que me han tenido encerrado por casi una década.

Más pronto que tarde, traicionaría a la única persona en este lugar que me ha brindado hospitalidad y a la primera que no me ve como un jodido monstruo. Y esa era la peor parte de todo esto.

Savannah era el medio perfecto para escapar, lo supe desde el primer momento en el que la habían asignado para que me trajera el almuerzo; pero me sentía como un completo malnacido al tener que aprovecharme de su bondad y actos de buena fe.

Ella era inocente y buena, demasiado buena para ser cierto. Me recordaba a Lucille, siempre viéndole el lado bueno a las personas. Joder, incluso era pelirroja como ella alguna vez lo fue. Me jodía, me volvía loco que se parecieran tanto porque el remordimiento de consciencia de lo que le había hecho, y lo que estaba por hacer, me estaba destruyendo por dentro.

Pero eso es lo que era yo, ¿cierto? El niño que no podía defenderse cuando lo maltrataban en casa. El que detestaba con cada partícula de su ser el olor a tabaco porque su madre drogadicta disfrutaba usar de cenicero la piel de su hijo para apagar los cigarrillos. El adolescente que descargaba toda su furia frustrada por la vida de mierda que le había tocado vivir en los compañeros de clase que intentaban molestarlo y casi fue expulsado por mandarlos al hospital. El hombre que engañó con otras mujeres a la persona más maravillosa que había conocido, a la única que se atrevió a creer en él y a darle una segunda oportunidad para mejorar; pero que no hizo más que desperdiciarla. El soldado que sirvió a su país y sobrevivió a guerras para que luego el gobierno le diera la espalda cuando rogó por ayuda para pagar los tratamientos de su esposa moribunda. El líder que se hizo cargo de una comunidad a base del miedo y la manipulación. El que tuvo cinco esposas para follar al mismo tiempo para presumir su hombría y lo poderoso que podía ser, cuando aquello lo hacía para ocultarle al resto de personas lo fracasado y solitario que en realidad era y estaba en el mundo. El hijo de puta que nombró un bate de beisbol con el nombre de su verdadera esposa y lo utilizó para asesinar a una considerable cantidad de hombres sin diferenciar ni importarle si eran buenos o malos. Y al que le perdonaron la vida, ya que no era merecedor de la muerte porque tal cosa solo le causaría alivio, y lo prefirieron encerrar como prisionero en una celda para que enloqueciera y se pudriera en un mugriento sótano lo que le restaba de vida.

Tenía el historial perfecto para ser el villano de la historia.

—Negan. —La voz de Savannah me hizo parpadear y volver a la realidad. Me había sumergido tanto en mis pensamientos que me había olvidado del entorno que me rodeaba y de la persona que me acompañaba. La miré, elevando ambas cejas y haciendo un sonido con mi garganta para atender su llamado—. Lo que sea que estás pensando debe de ser bastante interesante para que alguien como tú deje de hablar.

—¿Quieres saber lo que estaba pensando, rojiza? —Retomé con rapidez la confianza. Ella se encogió de hombros y yo solventé mi antiguo y poco común accionar con un coqueteo—. Pienso en lo cautivado que me has dejado por lo jodidamente preciosa que luces recién levantada y con mi camisa puesta. —Planté un beso correspondido en su boca, recordando la increíble sensación de aquellos labios inexpertos sobre los míos—... Y en lo mucho que había echado de menos besarte.

La hice sonreír contra mi boca y su hermosa sonrisa me hizo sentir peor conmigo mismo. La estaba haciendo feliz y ganándome su confianza a través de la manipulación. Es decir, no estoy fingiendo, ella realmente me agrada y también estoy disfrutándolo. Es una preciosidad de muñeca y está malditamente caliente; pero eso no elimina el hecho de que en un futuro no tan lejano la pelirroja querrá buscarme solo para matarme por su propia cuenta.

Es por eso que... Joder, por más que quiera y de verdad lo necesite, no puedo. Si se llegase a presentar la oportunidad de que ella me otorgue el jodido honor para arrebatarle la virginidad y romper mi propia abstinencia, no puedo follarla porque Savannah se dará cuenta del gran error que cometió y yo me sentiré asquerosamente sucio por haberla usado de aquella manera a pesar de que tenga su consentimiento.

No puedo hacerlo.

(...)

—¿Cómo te sientes? —La pelirroja preguntó en un susurro.

Estaba de pie en medio de la celda, observando al guardia con el arma que se hallaba a unos pasos de distancia apoyado sobre la puerta abierta, esperando a que Savannah terminara de colocar las ataduras en mis tobillos y cuidando de que yo no intentara hacer algo para lastimarla y tratar de escapar.

—Es jodidamente denigrante. Me siento como un puto perro con una correa. —admití, esta vez enfocando mi vista en la mujer frente a mí que ahora sellaba las esposas alrededor de mis muñecas—. ¿Vas a colocarme también un bozal?

—No, Negan. Eso no será necesario. —Savannah respondió—. Lamento que tenga que ser de esta manera, pero son las ordenes de Rick y solo llevarás esto hasta que salgamos de la comunidad por medidas de precaución.

Maldito bastardo, sabía lo que Rick "El imbécil" quería lograr con todo esto y lo mucho que también le beneficiaba.

—Seré como un animal en exhibición. —aseguré—. Un ejemplo para el resto de personas de lo que le sucede a los tiranos. ¿No es así, rojiza?

Ella suspiró—. Sabes que yo tampoco estoy de acuerdo con esta idea. —murmuró entre dientes, tan bajo para que fuera el único capaz de escuchar.

Me tomó del brazo, alentándome a caminar y a salir de la celda con las incómodas cadenas que me hacían ver como si fuese el propio Hannibal Lecter. La luz proveniente del sol me golpeó y cegó cuando dejamos mi cueva y llegamos hasta la superficie. Alexandria parecía un puto paraíso con todas las mejoras de las cuales Savannah y Rick me mantenían al tanto, pero que ahora era capaz de poder apreciar con mis propios ojos.

Cuando el gorila, la pelirroja y el prisionero, es decir yo, recorrimos las calles de la comunidad, ahí fue donde empezaron las miradas que lanzaban dagas en mi dirección y los murmullos de todos y cada uno de los habitantes de este lugar. Anduve con mi frente en alto, y plasmé la sonrisa más grande y falsa en mi rostro. Fingiendo que nada de esto podría afectarme, fingiendo que todo estaba más que bien. Pero la verdad es que solo deseaba, por primera vez en mi vida, volver a mi maldita celda y evitar a todas estas personas que solo me deseaban la muerte.

—¡Asesino!

Empieza la fiesta de insultos.

—¡Cabrón!

Me han dicho cosas peores.

—¡Hijo de puta!

Bueno, quienquiera que seas, estás en lo correcto.

—¡Violador!

Frené en seco, mi mandíbula y puños apretándose tan fuerte cuando enfoqué mi vista en el hombre que acababa de gritar aquello. Podría ser muchas cosas, ¿pero que me llamen violador? Era algo que no podía siquiera tolerar cuando yo era el primero que estaba en contra de esa asquerosa mierda.

—Sigue caminando, prisionero. —El guardia ordenó empujándome por la espalda, pero yo me rehusé a moverme.

Si las miradas pudieran matar, ese imbécil ya estaría enterrado tres metros bajo tierra. Quería gritarle mil improperios y golpearlo tan fuerte hasta que perdiera la puta consciencia.

—Negan. —Savannah me dio un suave apretón en el brazo para captar mi atención—. Mírame, Negan. No le hagas caso a lo que dicen. Solo... concéntrate en mí.

Y eso hice. Observé esos ojos mieles que lograron calmar las ganas de asesinar a alguien. Aflojé mi cuerpo extremadamente tenso, y la sangre volvió a circular por mis nudillos que se hallaban tan blancos como una hoja de papel. Respiré hondo y volví a sonreír.

Retomamos nuestro caminar hasta llegar a las puertas de Alexandria, en donde nos esperaban Rick junto al resto de sus lamebotas y también la menor de los Grimes que portaba el característico sombrero de sheriff y una pequeña katana en su espalda que la hacía ver como toda una chica ruda. Le guiñé disimuladamente el ojo a la niña antes de dirigirnos hacia el líder de este lugar que nos observaba, en especial a mí, mientras una de sus manos yacía en el mango de la Colt Python que colgaba en su cinturilla y la otra en su cadera.

Rick le otorgó un asentimiento a la pelirroja para que comenzara a remover mis ataduras a excepción de las esposas en mis muñecas.

—El concejo ha decidido que a partir de ahora se te asignarán ciertos trabajos en los que contribuirás con la comunidad, quieras o no. —Grimes explicó—. No estás en ningún derecho de presentar quejas o negarte, ya que aún eres y serás un presidiario, y esto es lo más cerca que estarás de abandonar la celda. Por la seguridad de todos y de que no intentes darte a la fuga, siempre permanecerás esposado, sin importar lo mucho que eso te dificulte hacer tu tarea. ¿Queda todo claro?

—Tan claro como la maldita agua, Rick. ¿Qué debo hacer? ¿Convertirme en Timmy, el granjero de melocotones de Virginia? —bromeé logrando irritar a los demás con el chiste, excepto a Savannah que la vi de reojo mordiéndose el labio para evitar sonreír.

Al menos alguien tenía sentido del humor.

—No. Te tocará hacer el trabajo pesado. —corrigió el ojiazul a la par que ordenaba que abrieran el gran portón—. Uno de los guardias de la torre de vigilancia del noreste captó un avistamiento de una pequeña horda de caminantes con dirección hacia a Alexandria. Los detendremos cuando estén atravesando el puente y tú te encargarás de deshacerte de los cadáveres tirándolos al río.

Que mierda de trabajo. Reconsidero que Timmy "El Granjero" ya no es tan mala opción; pero no tengo ni voz ni voto para hacer un reclamo al respecto, así que no me queda de otra que conformarme con lo que hay.

Rick y Michonne subieron a sus respectivos caballos. Judith fue sentada junto y delante de su padre, y a los demás nos hicieron ir en un carruaje como si estuviésemos en el jodido siglo dieciséis donde no existían los coches o motocicletas. Y hablando de motos, extrañamente Daryl Dixon no se hallaba entre el grupo de los presentes.

Partimos hacia el famoso puente. Me encontraba sentado en medio de Savannah y el Gorila. Frente a mí se hallaban Aaron y una mujer castaña de cabello corto que llegó en el último momento y no podía a reconocer. Conduciendo la carroza iban Gabey, Siddiq y Rosita.

—Así que, eres Negan. —La mujer desconocida habló, rompiendo la atmósfera silenciosa primero antes de que yo lo hiciera con cualquier comentario sarcástico.

—¿A quién le debo el jodido placer? —cuestioné, alzando mis cejas con intriga.

—Victoria, Victoria DeVille. —Se presentó—. Me sorprende que Savannah, siendo tu cuidadora, no me haya siquiera mencionado puesto a que soy su mejor amiga.

Entonces, la mejor amiga que desconocía de su existencia.

—Tengo prohibido compartir cualquier tipo de información con Negan que pueda usar en nuestra contra. —La pelirroja se defendió, mintiéndole descaradamente a su amiga. Savannah ya me había proporcionado más información, tanto personal como de la comunidad, que cualquier otra persona en Alexandria. Sin embargo, lo curioso es que en ningún momento mencionó a Victoria.

—No sé si debería sentirme agradecida u ofendida, Sav.

Esta querida amiga estaba resultando ser una víbora venenosa.

—¿Qué estás insinuando, Vic?

Esto estaba empezando a tomar aires de convertirse en una absurda discusión, por lo tanto decidí que lo mejor era intervenir antes de que estas dos mujeres acabaran enemistadas.

—Muñecas, —Las llamé a ambas captando su atención—, tengo el presentimiento de que ustedes dos tienen algo pendiente por hablar, así que, ¿qué les parece si mejor resuelven la mierda en privado antes de que empiecen a gritarse una a la otra y hagan un espectáculo frente a todos?

—Vete a la mierda, idiota. Y no me llames muñeca. —Victoria escupió. También tengo la intuición de que no nos llevaríamos para nada bien, y eso que tan solo habíamos compartido unas breves palabras.

—Disculpa mis malditos modales, mujer. —contraataqué—. Ya sabes, por querer evitar que las mejores amigas acaben tirándose y revolcándose en la puta carretera.

Nos detuvimos de repente, y Gabey anunció —cortando la conversación de la mujer que acabé bautizando como "La Víbora" y mi persona— que habíamos llegado a nuestro paradero. Finalmente podía ver frente a mis ojos la muy nombrada construcción del puente que tanto enorgullecía a Rick Grimes. Y he de admitir que, no era para menos. En la realidad en la que vivíamos, una simple infraestructura como esa podía considerarse una gran obra arquitectónica. Un punto estratégico para las comunidades. Un medio que facilitaría el traslado e intercambio comercial de una manera más rápida y segura.

Era... astuto e ingenioso.

Estiré mis largas piernas cuando mis pies tocaron el asfalto y emití un gruñido de satisfacción cuando respiré el aire fresco de mi libertad momentánea. Eché mi cabeza hacia atrás con mis ojos cerrados, saboreando y alargando el momento por unos segundos más.

Como extrañaba esta mierda.

Inflé mis pulmones, llenándolos de aire con olor a maleza y tierra mojada. El sonido del agua siendo arrastrada por la corriente a través del río también fue captado por mi sentido auditivo, momentos antes de que un empujón me estropeara toda la fantasía de apreciar la maldita naturaleza luego de haber estado encerrado por tanto tiempo en un asqueroso sótano aislado del mundo real.

Vete al infierno, Gorila.

Me arrastraron hasta el epicentro donde todos yacían reunidos como si fuesen el escuadrón suicida, observando la horda de errantes que a lo lejos se acercaba a paso de tortuga. Una sarcástica risa escapó de lo más profundo de mi ser justo cuando liberaron una de mis muñecas para luego dejarme esposado a una barandilla de madera en uno de los laterales del puente.

—¿Me están jodiendo? —anuncié, tirando de la esposa apretada en mi muñeca izquierda—. ¿Piensan dejarme encadenado con una horda acechando?

—Nos encargaremos de esa horda. —respondió Aaron, el hombre sin un brazo que había aprovechado el muñón para convertirlo en un arma que consistía en una pelota de metal con pinchos—. Y Jude se encargará de cuidarte.

Judith me dedicó una sonrisa ladeada, apuntándome con el pequeño revólver bastante parecido al de su padre, a la par que hacía un encogimiento de hombros.

Rick besó la coronilla de su hija y le advirtió que mantuviera sus distancias como si yo fuese capaz de lastimar a una niña. Y Savannah..., ella lo que hizo fue otorgarme una última mirada antes de partir junto al resto del grupo para contener la amenaza.

—¿Estás feliz?

La aguda voz de la pequeña Grimes provocó que desviara mi vista de las piernas desnudas de la pelirroja con las que estaba deleitándome por ese corto short que llevaba puesto.

—¿Por qué lo estaría, ángel? —pregunté, frunciendo mis cejas hacia ella.

—Porque estás afuera. Quiero decir, mi plan funcionó, no de la manera en que creía que iba a funcionar pero...

La interrumpí—. Aguanta un jodido segundo.

—¡Lenguaje! Estás hablando con una niña, idiota.

—Lo siento, ángel. Tienes razón. —Dejé escapar un suspiro, observando al escuadrón luchando contra los mordedores con armas blancas para evitar atraer más a causa del ruido—. Ahora, continuando en donde estábamos... ¿Todo esto de sacarme de la celda fue tu plan?

—Bueno, no solo fue mi plan. Savannah también me ayudó, en gran parte. —explicó—. Sé lo que te hizo el tío Daryl, y también sé que mantuviste nuestro secreto porque papá todavía no lo sabe.

Increíble. Una niña haciéndome favores.

—¿Y esto se supone que es un agradecimiento por mantener la boca cerrada?

—Si lo quieres ver de esa manera, bien. Pero Savannah me dijo que necesitabas un respiro porque ibas a volverte loco ahí dentro y papá no había querido dejarte salir. —En realidad, estaba en lo correcto—. Ella también dijo que confiaba en ti y que no ibas a lastimar a nadie. Que solo había que convencer a mi papá para que te diera una nueva oportunidad de contribuir con la comunidad.

«Ella también dijo que confiaba en ti». Esas siete palabras se repitieron como un maldito eco constante en mi cabeza. «Ella también dijo que confiaba en ti.»

Joder.

Ganarme su confianza era una gran parte crucial del plan para escapar de la celda; pero cada avance solo me hacía cuestionar si de verdad valía la pena arriesgarlo todo. Si de verdad valía la pena manipularla para salir al exterior en donde, sí, obtendría la libertad, ¿pero a cambio de qué? ¿De la soledad?

Quizás terminaría volviéndome más loco.

—¡Rick! —El grito de Victoria nos alertó tanto a mí como a la joven Grimes—. ¡Algunos caminantes llevan cuchillos!

¡¿Qué carajos...?!

Mis ojos se abrieron como dos inmensos platos cuando vi en cámara lenta cómo uno de los no-muertos desenfundaba un cuchillo y se acercaba para atacar a la pelirroja distraída que luchaba contra los demás mordedores.

—¡Savannah! —grité lo más fuerte que mis pulmones me permitieron, luchando y jalando con una brutal fuerza la esposa que no me dejaba moverme, sin importar el dolor y daño que me estaba causando en la jodida muñeca.

La ojimiel escuchó mi llamado pero fue demasiado tarde para que lograra defenderse. Ese se habría convertido en su trágico final si no hubiese sido porque el Gorila intentó protegerla y acabó dando su vida a cambio. Savannah quedó pasmada ante la escena y el cuchillo se resbaló de sus manos. Cayó de rodillas contra el suelo y trató de detener el sangrado que emanaba de la garganta del hombre.

—¡Maldita sea! —maldije en voz alta, jalando la estúpida cadena de mierda. Subí mi pie hasta la barandilla, empujando y aplicando más presión para intentar romper la madera—. Judith, —llamé a la niña que se hallaba aterrada—, necesitan ayuda.

—Yo... Yo... Yo no tengo la llave. —respondió entre tartamudeos, su voz temblando por el shock.

—Dame la pistola, Judith. —pedí y me miró como si me acabara de crecer una segunda cabeza—. No tenemos tiempo, ángel. ¿Quieres que los maten a todos? —Ella negó repetidas veces—. Entonces vas a tener que confiar en mí y darme el arma, niña.

Finalmente obedeció, me entregó la pistola y le removí el seguro para disparar y romper las cadenas. El sonido se camufló con el resto de disparos que provenían del grupo de Rick cuando descubrieron que ya no estaban lidiando con una simple horda de muertos vivientes.

Le devolví el arma a Judith—. Quédate aquí, niña. No te muevas a menos que sea necesario, ¿comprendes? —El asentimiento de su cabeza me otorgó la respuesta—. Y dispárale a cualquier cosa que intente acercarse a ti y no seamos nosotros.

Tomé una palanca de metal que encontré en unos cajones llenos de dinamita y me dirigí a paso acelerado hacia donde se había armado la fiesta. Cubrí a Savannah que estaba jugando a ser médico con un hombre que ya estaba muerto y sin esperanzas. Reventé las cabezas de los mordedores que intentaban acercarse y capté la atención de tanto Rick como los demás, quienes decidieron dejarme continuar asesinando a los mugrientos cuando se dieron cuenta de que estaba ayudándoles.

Cuando acabamos con todas esas cosas y la adrenalina disminuyó, mi muñeca empezó a palpitar de un dolor que ignoré. Lancé a los pies de Rick el arma metálica para no representar una amenaza y me agaché a la misma altura de la pelirroja que estaba sollozando y en estado de conmoción. Toqué su hombro con cuidado y ella me observó con aquellos ojos cristalizados y sus mejillas empapadas en lágrimas.

—Volvieron. Ellos volvieron, Negan. —Savannah balbuceó. Su cuerpo estaba rígido como una piedra y su mirada expresaba nada más ni nada menos que el temor en su máximo esplendor.

—¿Quiénes volvieron, rojiza? —cuestioné, sin comprender lo que trataba de decir.

—Los que mataron a mi hermano.


primera narración de negan en esta historia, ¿qué les pareció?

negan reveló una parte de su plan, pero todavía quedan muchas incógnitas sin resolver. se sabe que savannah formará parte, pero no de qué manera quiere llevarlo a cabo o cuándo. qué creen que tenga pensado? alguna teoría sobre cómo quiere utilizarla para salir?

también se reveló más sobre el pasado de negan y hubo una mención sobre lucille en donde se descubrió que, en esta historia, sí fue su esposa.

lo siguiente a destacar del cap... vicky. tal parece que a negan no le causó una buena primera impresión, y también podría decirse que viceversa. pero, como detectó negancito, vicky y sav casi se agarran a las piñas porque están peleadas por algo que sucedió y aún no han resuelto, ¿qué creen que será? yo solo digo que quizás tenga que ver con el motivo por el cual rick castigó a savannah y la encerró aquella noche en la celda, just saying...

por último pero no menos importante, hicieron su aparición los susurradores!!! y la revelación del final... qué piensan al respecto?

recuerden votar y comentar. los leo <3

—vicioustwd.

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