09: los susurradores.
Savannah Carter estaba sufriendo de una crisis nerviosa.
No tenía ni idea de cómo enfrentar a Negan después de su atrevimiento ocurrido la noche anterior en donde hasta casi estuvo a punto de realizar algo que jamás había hecho en su vida. Diablos, ni siquiera tenía la menor idea de cómo llevar a cabo aquello y, a pesar de eso, es como si de ella se apoderara algún espíritu animal y salvaje del cual no pensó que llegaría a poseer. Quería culparlo a él por hacerle ver un lado suyo totalmente nuevo. Quería culparlo a él porque en lugar de que su nuevo y para nada común actuar la asustara, en realidad la hacía sentir curiosa.
Sin embargo, la sensación de vergüenza logró embargar su ser cuando fue el mismísimo hombre de ojos verdes quien la detuvo e hizo entrar en razón.
«Tú estás pasando por un mal momento y no quiero ser el que se aprovechó de ello.»
No sabía qué pensar, mucho menos qué hacer. No sabía si estaba siendo considerado debido a su situación, o indirectamente la estaba rechazando. No sabía si debería de estar agradecida de que él evitara que las cosas se profundizaran, o preocuparse porque había sido una tonta ilusa que creyó que lo mismo que ella estaba empezando a sentir en su pecho, él también lo estaba sintiendo y era recíproco.
Pero Savannah no quería creer que lo último fuera cierto porque sus acciones decían lo contrario. Él demostró que se preocupaba por ella. La consoló y escuchó como nadie más pudo hacerlo. Incluso le confesó relatos de su vida pasaba.
Negan se había quitado el antifaz, enseñándole en cada visita, cada charla y cada interacción, una versión de sí mismo que nadie en Alexandria conocía. Y eso... La joven Carter pensó que tenía que deberse a algún motivo. Una razón que desconocía pero que estaba dispuesta a descubrir.
Y aunque en un principio la cobardía le había jugado una mala pasada al decirle que evitara al prisionero, no podía ser capaz de cumplir semejante hazaña porque necesitaba continuar viéndolo. No quería que la extraña relación que habían construido se viera afectada por lo sucedido. Por lo tanto, deseaba que las cosas entre ambos no se volvieran extrañas. Deseaba que Negan continuara siendo el mismo de siempre con ella y entendiera por qué huyó.
También deseaba que su mano dejara de temblar sin control alguno mientras trataba de encajar la llave que le había robado a Gabriel Strokes para lograr abrir la puerta que daba al sótano que la llevaría hasta la celda del recluso.
La pelirroja inhaló y exhaló incontables veces por un intento de regular su acelerada respiración y frenético corazón. La madrugada helada y ensordecedoramente silenciosa le colocó los pelos de punta, el frío logrando que se aferrara aún más al abrigo que la cubría. Bajó los escalones tan sigilosa como si se tratara de una intrusa, y retuvo todo el aire en sus pulmones cuando la luz de la Luna que se colaba por la ventanilla reveló la anatomía de Negan recostada sobre su pequeño catre.
Estaba sumergido en lo que parecía ser un profundo sueño. Sus manos escondidas bajo la almohada donde apoyaba su cabeza debido al frío. Su cuerpo tiritaba apenas, dando a entender que aquella manta que lo rodeaba resultaba ser demasiado delgada para cumplir su función y protegerle de las bajas temperaturas.
Savannah contuvo el impulso de entrar en la celda y abrazarlo para brindarle calor. En cambio, su cuerpo se paralizó cuando lo observó moverse, y su corazón saltó un latido al creer que despertaría y se daría cuenta de que ella estaba una vez más allí; pero no lo hizo. No lo hizo porque su anatomía se sacudía ligeramente por otra razón. Su ceño estaba fruncido junto a la mandíbula apretada, y la pelirroja se dio cuenta de que estaba teniendo una pesadilla cuando lo escuchó murmurar una palabra indescifrable.
La murmuró tres veces más, y ella pudo jurar que Negan acababa de decir "Lucille" segundos antes de que sus ojos verdes se abrieran bruscamente y se enfocaran fijamente en Savannah Carter. La susodicha notó los diversos cambios de emociones que aquella mirada atravesó, empezando con una pizca de temor, abriéndole paso a la confusión, para luego seguirle a la sorpresa.
Sin embargo no podía sacar de sus pensamientos aquel nombre. ¿Quién carajos era Lucille?
—¿Savannah? —La recién mencionada le tembló hasta la médula espinal al escuchar aquella voz sumamente ronca y rasposa pronunciar su nombre.
Se preguntó en su fuero interior cómo alguien era capaz de lograr semejante efecto con tan simple acción. Tenía que ser diabólico o sobrehumano; pero él podía lograrlo. Y, claramente, aseguró que esa voz que poseía estaba hecha para tentar a pecar, y era casi imposible negarse a oír aquella droga auditiva y adictiva.
—Hola, Negan.
No estaba consciente de si él la oyó debido al tono tan bajo que empleó para hablar. De hecho, estaba tan nerviosa que no sabía de qué manera pudo decir dos palabras sin morir en el intento.
El entrecortado suspiro que dejó escapar se debió a cuando el prisionero se levantó, sentándose sobre la cama, restregando uno de sus ojos con la palma. Apoyó ambas manos sobre el borde del colchón y la pelirroja continuó estática como una piedra.
—Pensé que no volverías. —Era lógico que lo pensara si la madrugada anterior había salido corriendo como alma que lleva el Diablo. Negan creyó que de alguna forma él la había cagado y ella no haría más que evitarlo. Pero se equivocó porque ahí estaba, una vez más arriesgando su pellejo y relación con los alexandrinos por ir a ver al aborrecible enemigo—. Me alegra verte, rojiza.
—Yo, eh... Te traje algunas mantas.
Estaba desconcertada y al mismo tiempo enojada consigo misma por crearse millones de escenarios en su cabeza acerca de las consecuencias que traería lo ocurrido mientras que Negan estaba actuando tan... normal.
—Puedes decir que Gabriel te las dio, o... inventar cualquier otra excusa creíble. —Volvió a hablar, y finalmente avanzó unos pasos hasta salir de las penumbras y acercarse a las barras metálicas.
—Está bien, cariño. No creo que alguien se moleste porque me dieron unas mantas extra.
Savannah asintió, encajando un mechón de cabello tras su oreja, dándose cuenta de lo paranoica que estaba actuando con algo que a nadie le importaría. Le entregó los objetos de algodón y una electricidad recorrió sus venas cuando sus dedos rozaron con los del prisionero.
—¿Cómo estás?
—Eso debería de preguntarte yo a ti, ¿no crees, rojiza?
—Yo... —Suspiró, cerrando sus orbes mieles por unos breves y escasos segundos—. Desde que los volví a ver aquel día no he podido dejar de pensar en lo que ocurrió. No he podido dejar de pensar en él. Y siento... siento una gran impotencia porque los asesinos de mi hermano siguen con vida e impunes por lo que hicieron. No es justo, Negan.
—Lo sé. Este jodido mundo no es justo. —Él lo sabía de antemano, tanto por las cosas que vivió, como las que había hecho. Gente que merecía una segunda oportunidad de vivir, no la obtuvieron, mientras que otros que merecían morir, parecían eternos e inmortales.
—¿Qué se supone que debo hacer?
—¿Qué quieres hacer?
—No lo sé. —Quizás sabía la respuesta, pero le daba miedo admitirla en voz alta.
Le aterraba convertirse en una mala persona aunque se tratara de vengar la muerte de Matthew Carter.
—Sí lo sabes, rojiza. —Negan era conocedor del sentimiento. Lo conoció cuando Rick Grimes asesinó a una buena cantidad de sus hombres en uno de sus puestos de avanzada. Por supuesto, no podía compararse con la muerte de un familiar ya que no era lo mismo en lo más mínimo y el ex Salvador nunca se relacionó más de lo debido con alguna de su gente, por lo tanto, nunca llegó a dolerle sus muertes. Pero esa sed de venganza y de no querer quedarse de brazos cruzados cuando podía hacer algo al respecto estaba allí.
Y sabía que Savannah lo estaba sintiendo, se le notaba en la mirada y no podría ocultarlo por demasiado tiempo.
—Debo advertirle a Rick todo lo que sé acerca de ellos. Deben prepararse para lo peor porque si recibimos un ataque de su parte significa que cruzamos sus fronteras y aquello no lo dejarán pasar y... y...
—Rojiza. —Negan la llamó, deteniéndola—. ¿Qué es exactamente lo que sabes sobre ellos?
—¡Despierta, Savannah! —El grito de Matthew Carter alertó cada uno de los sentidos de su hermana mayor.
Habían estado huyendo del mismísimo Diablo personificado. Y su apariencia... Su apariencia era realmente terrorífica.
Ambos lograron abandonar con éxito la antigua comunidad a la que llegaron a pertenecer; pero nunca encajar. Woodbury era un pueblo muy pretencioso, la gente solía ser codiciosa, o mejor dicho, el hombre que los lideraba lo era... Y la codicia recaía en la maldad.
Savannah Carter vio por primera vez la maldad a través de los ojos de aquel hombre que se hacía llamar El Gobernador. El susodicho la manipuló, así mismo como lo había hecho con todos los supervivientes que habitaban en la zona segura. Les ofreció con una actitud encantadora y bondadosa refugio a dos hermanos desesperados que no dudaron en aceptar semejante mina de oro; pero luego se habían dado cuenta de que aquello no era más que una fachada que ocultaba la verdadera aura negativa que desprendía la comunidad.
La joven Carter descubrió el secreto que el hombre escondía, y supo entonces que El Gobernador era un demente que estaba intentando de una manera desquiciada llenar el vacío que su hija muerta le había dejado. Él la amenazó con matarla si pronunciaba palabra alguna sobre aquello, asimismo como luego de eso intentó propasarse cuando la pelirroja le había rechazado claro y firmemente.
Esa había sido la señal de humo negro que le indicó a la joven que ese lugar no era para ellos. En vez de sentirse seguros dentro de aquellos muros, temían que sus vidas pudiesen estar a manos de un hombre que no poseía ni una pizca de empatía o piedad.
Y en estos momentos se hallaban huyendo de un nuevo grupo de psicópatas con el que se habían cruzado luego de abandonar Woodbury. Es como si la suerte se fuera esfumado de su lado, y en vez de que sus vidas corrieran peligro ante los caminantes muertos, en realidad, los vivos se habían convertido en sus mayores preocupaciones.
—Matty, escúchame. —Savannah se había puesto de cuclillas, tomando al joven de once años de edad por los hombros—. Te amo mucho. Lo sabes, ¿verdad?
El recién mencionado asintió frenéticamente, abrazando con fuerza el peluche de un tiranosaurio Rex que su hermana mayor le había obsequiado en su séptimo cumpleaños.
—Yo también te amo mucho, Ana.
A Savannah le rompió el corazón la pureza e inocencia que caracterizaba al niño aún cuando se habían enfrentado a los horrores de la cruda realidad. Le rompió el corazón pensar en que quizás ambos morirían en ese momento. Le rompió el corazón no poder hacer nada al respecto para proteger al amor de su vida porque ellos los superaban en número y estaban rodeados y sin escapatoria.
—Los Susurradores nos encontraron, pero Alpha, su líder, decidió que permaneceríamos con vida y formaríamos parte de la manada. —relató—. Ellos usan las pieles de los caminantes para pasar desapercibidos en medio de las hordas. Cazan como animales, se alimentan como animales y viven como animales. Cualquier instinto humano decidieron enterrarlo a tres metros bajo tierra porque esa era la única manera de, según su criterio, adaptarse y evitar perecer.
—Jesús, eso es espeluznante como la mierda.
—Lo sé. Sin embargo, alejarnos de ellos no era tan sencillo como lo fue con Woodbury. Estaban en todas partes, Alpha tiene esta especie de territorio marcado que si alguien osa cruzarlo, normalmente paga las consecuencias y no suele vivir para contarlo. Si pensaba que El Gobernador fue un desquiciado, era porque no la había conocido a ella.
—¿Cómo fue que...? —Negan dejó las palabras flotando en un aire lleno de suspenso; pero la pelirroja entendió a la perfección a qué se estaba refiriendo.
—Tu hermano es débil, niña. Los débiles solo causan problemas. Debes deshacerte de él antes de que alguien más lo haga. —Beta musitó, con aquella terrorífica voz.
Esa fue la primera advertencia, y Savannah deseó escapar de la muerte misma en la que ambos se hallaban atrapados. Prefería morir ella si aquello garantizaba la seguridad de su hermano menor, pero así no era como funcionaban las cosas con ellos.
Los Susurradores se regían por la Ley del Más Fuerte. A pesar de ser un grupo que seguía los pasos de su líder, debías valerte y defenderte por ti mismo. Nadie se preocuparía por ti. A nadie le importarías y primero te darían la espalda antes que ofrecerse a brindarte una mano. Si eras demasiado débil y no cumplías las exigencias, acabarían contigo y continuarían con su supervivencia.
Y Matthew Carter se convirtió en una de las víctimas de Alpha.
Savannah amaneció al día siguiente atada en medio de la carretera y con una horrible jaqueca debido al golpe que le habían proporcionado para hacerla entrar en estado de inconsciencia. Escuchó los guturales gruñidos de una horda que se aproximaba hacia su posición, y gritó el nombre de su hermano una y otra vez sin obtener respuesta. La desesperación se apoderó de su anatomía, y colocándose de pie como pudo, empezó a caminar a través del asfalto en dirección contraria al peligro. Sus ojos escaneaban cada recóndito lugar del bosque que la rodeaba con la esperanza de encontrar oculto en algún lugar al menor de los Carter.
Sus manos continuaban atadas, y entonces recordó la existencia del cuchillo que guardaba en su bota derecha. Cortó las cuerdas con la navaja y prosiguió su caminata en búsqueda del niño que también llevaba su misma sangre.
Tenía un mal presentimiento. Sentía una punzada atravesándole el pecho y sus ojos se cristalizaron al momento en que sus pensamientos se convirtieron en unos totalmente negativos.
Y anheló con todo su ser que su instinto fuese erróneo. Que su mente solo le estuviera jugando una mala pasada y el pequeño niño se encontrara sano y salvo... Pero ese nunca fue el verdadero caso.
La cruda realidad golpeó a Savannah Carter tan fuerte que sus piernas se debilitaron y cayó de rodillas contra la dura carretera cuando lo encontró. Había encontrado a su hermano, pero no de la manera en la que hubiese querido.
Deseó que la persona que ahora se hallaba sin vida rodeada en un charco de sangre fuese ella y no él. Deseó que la imagen de Matthew degollado fuese tan solo una pesadilla que acabaría al despertar. Deseó que todo fuese una broma de mal gusto y no que en realidad estaba ahora sosteniendo entre sus brazos el cuerpo fallecido de aquel inocente niño.
Culpable.
Se sentía culpable por no ser capaz de protegerlo. Por no ser capaz de brindarle un lugar seguro para que creciera. Merecía más, merecía muchísimo más. ¿Por qué le harían eso a un niño de once años? ¿Por qué la vida era tan injusta para arrebatarle los sueños a alguien que apenas estaba empezando a vivir?
Culpable.
Culpable.
Culpable.
—No fue tu culpa, Savannah. No te culpes a ti misma por algo que unos hijos de puta hicieron.
Ella le daba la espalda al hombre que le hablaba, mirando fijamente a la pared de bloques mientras revivía el peor recuerdo de su vida. Para su sorpresa, no había derramado ni una sola lágrima porque el único sentimiento que embargaba cada pedacito de su ser se resumía a la ira. Sus manos estaban tan fuertemente apretadas en puños que la circulación de sangre estaba cortada y sus nudillos se habían vueltos tan blancos como una hoja de papel.
—¿Conoces la sensación de sostener entre tus brazos a esa persona por la que darías tu vida a cambio sin pensarlo más de dos veces y a la que se suponía debías proteger? ¿De tener que enterrar un cuchillo en el cráneo de tu única familia? ¿De ser tú a quien le corresponda sacarlo de su miseria para evitar que se transforme? —Savannah encaró al prisionero, enfurecida.
Negan vio a una bomba de tiempo que acababa de explotar.
—Quiero que paguen por lo que hicieron, Negan. Cada uno de ellos.
damn, no pensé que en este cap savannah me saldría tan dark. pero, la venganza es un plato que se sirve frío, y a nuestra querida protagonista le tomó años de espera para darse cuenta.
qué piensan acerca del pequeño matty? he deserved better i know that but i love drama.
savannah conoció a los hermanos blake sin darse cuenta, sin embargo negan no tiene ni idea de que a su hermano lo llamaban "el gobernador", y el susodicho jamás le comentó su verdadero nombre a sav así que solo lo conoce de esa manera, al menos que....
espero les haya gustado el cap, al principio mi inspiración estaba totalmente muerta y no sabía cómo comenzarlo porque la idea que antes tenía me parecía una mierda. pero hablando con una amiga y desahogándome sobre mi crisis me ayudó a ver un nuevo panorama de lo que quería.
recuerden votar y comentar.
—vicioustwd.
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