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13: fiesta de sangre


Savannah Carter lo confesó absolutamente todo.

Le habló sobre su pasado junto al Gobernador, descubriendo gracias a Rick —quien también lo conoció e incluso admitió haberlo asesinado— que, para su sorpresa, su verdadero nombre fue nada más ni nada menos que Philip Blake. Uniendo las piezas del rompecabezas, supo entonces que había llegado a tener la oportunidad de relacionarse con el mismísimo peculiar, disfuncional y psicópata hermano del prisionero que acababa de decepcionarla.

Aún así, la pelirroja no poseyó el descaro de comentarle al antiguo sheriff el parentesco que alguna vez existió entre ambos villanos. Aquello solo empeoraría la situación para con el prisionero y Savannah los había conocido a los dos como para llegar a la conclusión de que el único lazo que los relacionaba era que compartieron la misma sangre, porque no se parecían ni en lo más mínimo, y no se refería al físico.

Le habló sobre Los Susurradores. Aquel grupo que los atacó tiempo atrás y se hacían llamar de tal manera por convivir entre los caminantes muertos mediante susurros, usando la piel de estos mismos como máscaras que los ocultarían no solo de ellos, sino también de los vivos que catalogaron como la amenaza principal.

Y, por último, le habló sobre su aventura con Negan. No pudiendo evitar hacerlo mediante sollozos, dejó en evidencia frente al líder de Alexandria que no solo se había tratado de un simple desliz —aunque de todas formas Rick dedujo que era mucho más que eso—, dándose cuenta del inmenso, extraordinario y potente vínculo que la joven pelirroja había llegado a formar con el recluso que todos consideraban antagonista.

Le había relatado toda su historia al intrépido hombre que tenía como líder, dejándolo con un taciturno semblante que derrochaba estupefacción ante cada suceso que fue llevado a cabo a sus propias espaldas. Descubriendo que aquella muchacha que pensó conocer; en realidad, nunca fue lo que él creyó que era y que solo le pintó un panorama cimentado en falacias que buscaban protegerla ante los ojos de los demás. Ya que ella, aún consciente del error exorbitante que cometía, decidió no cortar las cosas de raíz e implicarse con una persona que se hallaba fuera de los límites.

Savannah anheló que la verdad a la cual se aferraba su palabra fuera suficiente para ganarse el perdón de Rick Grimes; no obstante, cualquier rastro de confianza que una vez existió, se extinguió. No podía odiarla por relacionarse con el enemigo ya que, al fin y al cabo, nunca llegó a cometer nada en contra suya o de su propia gente, pero tampoco sabía qué procedía con ella de ahora en adelante.

Ese fue solo el principio del que Carter creyó sería el final.

Su vida acababa de dar un giro de ciento ochenta grados. Estaba consciente de que Rick no podía guardar el secreto ante el consejo, porque él —como el líder de una comunidad que buscaba restaurar la civilización— debía escuchar las propuestas que la junta tendría para ofrecer y así evitarse tomar alguna decisión imprudente. Pero tampoco imaginó que la voz se correría con tanta velocidad, como si se tratara de un ciervo huyendo de transformarse en la presa de su cazador.

Traidora. La gran mayoría la bautizó de tal manera. Un nuevo nombre que se adhirió a su piel como pegamento rancio. Ocho letras que deslumbraban como un cartel de neón sobre su frente para decirle a todos quién era en realidad y ahuyentarlos de su presencia.

Le repugnaba. Se sentía asqueada por la forma en que todos la veían como si ya no perteneciera a su hogar y la trataban con una intrusa. Incluso se sentía decepcionada de las personas a las cuales había considerado como su nueva familia, pues no dudaron en darle la espalda ante el primer error que trató de enmendar porque eso no les bastó.

Negan Blake y Savannah Carter ahora compartían algo en común, y es que ambos jamás serían recibidos con los brazos abiertos dentro de la comunidad en la cual habitaban.

Y a él... no tardaron en también llegarle las consecuencias que acarrearon tanto sus actos como los de Savannah.

—No más trabajos. El consejo ha propuesto que de ahora en adelante permanecerás encerrado día y noche hasta que se diga lo contrario. No se te privará de tu aseo personal, pero se llevará a cabo justo aquí. Mi decisión final fue estar de acuerdo para asegurar el bien de todos.

Negan no necesitó solicitar por alguna explicación del por qué se había tomado aquella decisión, ya sabía de antemano que el tono tajante de Rick Grimes anunciándole su nuevo cambio de rutina se debía a que la mujer de cabellera rojiza no pudo cargar con tanto peso sobre sus hombros y el enojo que emergía de su interior la hizo tomar decisiones desmesuradas.

No la culpaba, sin embargo.

—Parece que retrocedimos diez jodidos pasos, ¿eh, Ricky? Justo como en los viejos tiempos. —rió, mostrando ante el líder de Alexandria que nada podía afectar al ex Salvador que fingía mediante una hipócrita sonrisa tener sentimientos de piedra.

Había desarrollado la habilidad de ser un excelente mentiroso. Esas salidas era lo único a lo que ahora podía aferrarse para poder respirar, además de las visitas a escondidas de Judith Grimes.

—¿Por qué me mantienes con vida? ¿Para que la muerte de Carl no sea en vano? —Volvió a hablar con ese tono intransigente y venenoso, sabiendo que así siempre lograba hacerlo enfadar.

—No vuelvas a mencionar su nombre otra vez. —Había golpeado justo en el interruptor que activaba el recordatorio de la herida que aún permanecía abierta, la amenaza del hombre de mirada azulada lo corroboró—. Eres un ejemplo, y lo sabes.

—¿Un ejemplo exactamente de qué, Rick?

—De que aún es posible construir una sociedad regida bajo leyes y derechos. De que no todo debe acabar en un derramamiento de sangre. Ya te lo dije una vez, eres la evidencia de que estamos formando una civilización.

Todo era una maldita ironía, pensó Negan.

—Y dime, ¿qué tan bien te ha ido con eso hasta ahora? Un pajarito me contó acerca del nuevo grupo que está acechando. —relamió sus labios—. ¿Usar las pieles de los muertos? Es una mierda bastante retorcida. Puedo ver por qué todos están jodidamente tensos con el tema. No necesito salir de estas cuatro paredes para darme cuenta de que están tomando precauciones y preparándose para una posible guerra luego de que capturaron a uno de los suyos y recibieron una respuesta poco amistosa. —Se levantó de su catre, haciendo una pausa cargada de suspenso mientras daba pasos para acercarse hasta los barrotes—. Tarde o temprano las cosas siempre se irán a la mierda, Rick. Y cuando llegue ese día, podrá costarte tu propia vida o algo mucho peor. No puedes deshacerte de la violencia en un mundo que nos obligó a ser violentos, ya deberías de saberlo.

Los Susurradores liderados por Alpha, junto a su mano derecha Beta, se habían presentado en Hilltop buscando recuperar a la hija de la susodicha que respondía por el nombre de Lydia y a la cual mantenían bajo asilo. Sin embargo, no fueron capaces de entregar a la joven niña maltratada y abusada tanto física como mentalmente en manos del monstruo que la había procreado. No se sentía correcto cuando existían tres comunidades aptas para brindarle una ayuda que la encaminaría a una mejor vida.

La niña se quedó bajo la protección del ala de Daryl Dixon, quien la encontró en primer lugar. Así lo habían declarado los líderes de Alexandria, Hilltop y El Reino. La refugiarían en la primera nombrada y le enseñarían a cómo convivir y adaptarse dentro de la misma.

Pero, lo que no sabían, es que muy pronto lo que parecía un simple acto de bondad lo pagarían con un muy elevado costo.

(...)

La única sobreviviente de los Carter caminó de lado a lado en medio del pasillo de la segunda planta en donde yacían las habitaciones de la casa que compartía junto a su mejor amiga. Estaba inquieta, mordiendo su pulgar con un nerviosismo acumulado mientras lanzaba miradas efímeras hacia la puerta que conducía al dormitorio de Victoria DeVille. Los minutos pasaban mientras debatía en entrar y romper la Ley del Hielo que ella misma comenzó, pues estaba aterrada de ser juzgada por una de las personas más importantes de su vida porque estaba segura de que eso era lo último que necesitaba.

Exhaló un pesado suspiro cargado de un sinfín de emociones al momento en que sus nudillos golpearon la madera desgastada. Al menos, recibió una respuesta. Victoria abrió a los escasos segundos, haciendo contacto visual con sus orbes oscuros que la hacían sentir diminuta e indefensa.

—Estuve debatiendo entre si te atreverías a llamar a la puerta o te acobardarías y continuarías evitándome. —La pelirroja tragó grueso. ¿Por qué se sentía tan idiota en este momento?—. Entra.

Acató el mandado como un cachorro regañado, tomando asiento en el borde del colchón justo donde ella le indicó. La castaña se hallaba a su lado, esperando que se dignara a hablar.

—Lo lamento, Vic. —Savannah susurró, rompiendo la atmósfera silenciosa en la que se vieron envueltas—. Yo... debí haberte escuchado. Te mentí, mucho. ¿Qué clase de amiga hace eso?

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

Le sorprendieron aquellas preguntas, pues pensó que Victoria la trataría de una forma más fría y agria mientras intentaba disculparse, asimismo como lo hacían los otros. Pero primero se interesó en su bienestar, y ahí supo que ella no era como los demás.

—Sé que cometí un gran error. Sé que no debí haberme relacionado con él más de lo debido...

—Eso no fue lo que pregunté. —La cortó, deteniendo sus divagaciones—. Cómo estás tú, Savannah.

La susodicha se movió incómoda, enterrando con fuerza las uñas en la piel de su palma. No había hablado de esto con nadie y le resultaba extraño que alguien estuviera dispuesto a escuchar su punto de vista.

El único que lo hizo fue Rick Grimes y todo se fue por la borda... Aunque tampoco esperaba que las cosas acabaran bien.

—No bien, claramente. —reconoció—. Todos me miran como si fuera capaz de cometer algún asesinato. Como si él me fuera lavado el cerebro de alguna manera y me hubiese puesto en contra de ustedes. Incluso puedo notar que me mantienen vigilada la mayor parte del tiempo. Y entiendo, entiendo que ya no confíen en mí... Pero duele, ¿sabes? —Savannah limpió la triste, desilusionada y solitaria lágrima que se deslizó por su mejilla—. He oído las barbaridades que varios dicen de mí. Me han difamado diciendo que solo soy una puta que se abre de piernas ante el primer hombre que ve y...

—No tienes que continuar. —Los insultos eran bastante subidos de tono. A nadie le gustaría ser llamado de semejante manera—. También lo he escuchado.

—No crees eso de mí, ¿v-verdad? Sabes que jamás había estado con alguien... antes. —balbuceó.

—¿Tuviste relaciones sexuales con Negan? ¿Te arrebató la virginidad?

«La virginidad, inocencia, el corazón y mucho más...» Dijo en su fuero interior, apenada. Se había puesto colorada y el silencio fue lo que la delató.

—Lo siento. —No sabía la razón del por qué se disculpaba por aquello, del por qué sentía como si absolutamente todo estuviese mal; pero las palabras se habían escapado de sus labios al mismo tiempo que más lágrimas derramó.

—No eres una mala persona, Sav. Sé que jamás podrías serlo porque en realidad eres todo lo contrario. No tienes que disculparte por ser humana y cometer errores como cualquier otro. Tampoco tienes que disculparte por vivir por primera vez una experiencia de la que, en el fondo, no quieres ni puedes arrepentirte. —DeVille le brindó sutiles caricias a su sedosa melena roja que le transmitieron ese confort que con desespero buscaba y necesitaba—. Dime, ¿lo amas? —La muchacha mordió su labio con nerviosismo, pensando su respuesta y alargando la espera—. Está bien, Savannah. No voy a juzgarte. Nadie elige de quién se enamora.

La susodicha escondió aquellos orbes mieles al cerrar sus párpados por una brevedad de segundos, asintiendo a su mejor amiga al creer en sus conmovedoras palabras.

—Sí. Lo hago. —Por más que aseguraba negarlo, odiarlo o que empezaba a superarlo, no era cierto. El sentimiento no fue capaz de marchitarse de forma espontánea o mágica. Cada latido de su corazón aún le pertenecía—. Pero él... simplemente me usó.

—En teoría, nunca lo hizo. —Las cejas fruncidas de su amiga la alentaron a explicar con mayor claridad—. Quiero decir, tuvo la idea pero nunca lo hizo porque te lo confesó todo. Una persona que tenga intenciones maliciosas para contigo no va a decirte su plan antes de llevarlo a cabo. ¿Qué ganaría al perder todo lo que le costó ganar tu confianza? Mira, es un imbécil, de eso no hay duda, pero no es un idiota. Y no lo odio ni tampoco me agrada lo suficiente; sin embargo, sus actitudes demuestran que le importas. Quizás no te lo dijo directamente porque sé reconocer cuándo un hombre se oculta en la fachada de ser un tipo orgulloso, narcisista y ególatra frente los demás para fingir que nada le afecta, y Negan es uno de ellos. No quiere admitirlo porque está aterrado de que sus muros se caigan y todos vean que no es más que un miserable y quebrantado ser humano al que ya no le queda nada en este mundo.

» Conoces su historia. Estuvo con varias mujeres al mismo tiempo y las llamó esposas. Quizás también le gusta practicar la poligamia, no lo sé. —Savannah no descartaba esa posibilidad, estando al tanto de lo adicto que era el hombre al sexo—. Pero, además de eso, hubo algo que me quedó bastante claro y es que no solo lo hizo por follar o por inflarse el ego; a su vez, lo hizo para llenar el vacío de soledad que lo acechaba cada día.

—¿A dónde quieres llegar, Vic?

—Se dio cuenta de que solo le quedas tú. Perdió a su Santuario, su liderazgo, sus mujeres y sus hombres. Se dio cuenta de que eres la única capaz de preocuparse por él, de consolarlo e incluso, amarlo... Y no podía perderte a ti también.

La pelirroja anonadada había perdido la voz. No sabía en qué momento su amiga se había vuelto una gurú del amor; pero agradecía inmensamente recibir el punto de vista de otra persona que no la tratara como una traidora ni tampoco fuera ella misma. Agradecía inmensamente la suerte que la acompañó al momento en que conoció a Victoria DeVille.

La abrazó. Sus brazos que la rodeaban con una cariñosa fuerza le demostraban mediante aquella muestra de afecto el gran efecto y lo profundo que semejantes palabras se habían calado en su pecho.

—Gracias.

Victoria tarareó un sonido con su garganta, dándole a entender que no había de qué. Era su amiga después de todo, e iba a apoyarla en medio de sus errores.

—Eso no significa que él sea bueno para ti. Lo sabes, ¿cierto? —Savannah asintió, muy consciente de la desafortunada realidad.

El mismo Negan le había dicho algo similar:

"Sé que mereces a alguien que pueda darte el puto mundo y yo soy solo un hombre que hizo muchas mierdas jodidas en el pasado y está pagando las consecuencias pudriéndose bajo una condena perpetua."

—Lo sé. —aseguró—. Y ahora todo no es nada más que un completo caos porque pensé que decirle a Rick acerca de lo nuestro enmendaría las cosas, sin embargo... empeoró. Él en estos momentos debe de detestarme por joderlo todo.

Quizás el odio era lo mejor para ambos, ella pensó por un breve y efímero instante. No se resolverían sus problemas de la forma correcta; pero aunque le doliese, Negan la evitaría y con el pasar del tiempo se rompería cualquier vínculo que alguna vez existió.

Al menos, ella podría conservar los bonitos recuerdos de los meses que compartieron.

—Él no podría odiarte ni aunque quisiera. —aseguró, codeándola para darle ánimos.

Victoria tenía razón, así que descartó la anterior idea que cruzó su mente, o mejor dicho, la fábrica de películas. El hombre de ojos verdes no sería tan inmaduro en ese aspecto, pues siempre estaba dispuesto a dar la cara ante cualquier situación que se presentase y jamás haría la vista ciega u oídos sordos al respecto.

—No sé qué hacer.

Sus manos descansaban sobre su rostro mientras se preguntaba por qué su vida tenía que ser tan complicada, como si no le bastara el tener que soportar la infamia, masacre y pérdida que el nuevo mundo le proveía cada día. Ahora sufría por un amor contraproducente que, así mismo como le traía dificultades, también le otorgaba aquella felicidad que creyó olvidada y enterrada.

Negan era vida y muerte a la vez.

—Tengo un plan, Sav.

(...)

La mejor amiga de Savannah había logrado de convencer a su líder de permitir que la susodicha partiera junto a ellos hacia El Reino, lugar donde se llevaría a cabo la primera Feria que celebraría la unión consolidada entre las tres comunidades que conformaban este nuevo mundo.

El lugar desbordaba tanta dicha que se hallaba tan ajeno al deseo de muerte que acechaba dentro de los muros. El lugar desbordaba tanta dicha que, en primera instancia, nadie notó que Alpha ya había elegido a sus siguientes víctimas.

Nadie notó, hasta que fue demasiado tarde, que doce personas acababan de desaparecer:

Tara Chambler.

Tammy.

Eugene Porter.

Amber.

Gabriel Stokes.

Sherry.

Henry.

Enid.

Siddiq.

Ezekiel.

Victoria DeVille.

Savannah Carter.

Los mantenían cautivos atados de pies y manos en un desgastado y polvoriento granero iluminado por el cielo estrellado que, más pronto que tarde, no volverían a ver. El tiempo era oro para aquel grupo de supervivientes que no estaban dispuestos a dar su último respiro sin otorgar pelea. No podían desperdiciar ni un solo segundo en profanar llantos y lamentos que plantarían una descarada sonrisa en el rostro de sus enemigos.

No les darían tal satisfacción.

La fiesta de sangre comenzó cuando un pequeño grupo externo de exploradores que pertenecían al Reino los interceptó. Esa convirtiéndose en la oportunidad de luchar por sus vidas, Savannah y Victoria permanecieron una detrás de la otra, cubriéndose las espaldas así mismo como los demás formaron sus parejas.

El combate que se llevó a cabo fue tanto rudo como peligroso. Todos envueltos en adrenalina dieron y recibieron golpes que dejarían heridas como evidencia de lo sucedido aquella fatídica noche. Incluso personas de ambos bandos fueron asesinadas en batalla.

A la pelirroja la tomaron entre dos, e impulsándose con el hombre enmascarado que la sostenía por detrás, conectó una patada que dio de lleno al miembro viril del que se hallaba frente a ella. Privado de dolor, su mejor amiga aprovechó la oportunidad para cortarle la garganta. Y el que restaba, Savannah lo eliminó con un rápido movimiento que acabó con el cuchillo que había tomado como préstamo enterrado en su sien.

En ese preciso instante, en medio de todo el caos, DeVille notó una ventana emergente. No lo dudó más de dos veces, empujó a Carter contra la trampilla abierta que daba al exterior para así gritar: —¡Corre!

Savannah no quería dejar a nadie atrás. No quería abandonar a su mejor amiga a merced de esos animales. No obstante sus piernas parecieron cobrar vida propia para llevarla a algún lugar que la mantendría a salvo y advertirles a los demás.

Corrió como nunca antes a pesar de que Alpha le ordenó, con una sonrisa ladeada, a sus lacayos que no la siguieran. Corrió como nunca antes sin importar todos los rasguños y magulladuras que recibió de las ramas y raíces de los árboles con los cuales tropezaba sin cesar. Las heridas que escocían sobre su piel lucían como si acabara de enfrentarse a una bestia felina.

Pero la sangre, el agotamiento, el dolor físico y mental, nada de eso era primordial. Lo único que le importaba era llegar a tiempo y salvarlos.

El sol que indicaba un nuevo amanecer comenzó a salir al mismo tiempo que Savannah cayó de rodillas a los pies de Rick Grimes quien yacía en el portón de Alexandria, la comunidad que se halló más cerca del lugar donde los raptaron.

El aspecto de la mujer parecía sacado de una película dirigida por Quentin Tarantino o un libro escrito por Stephen King, donde la sangre también debería ser considerada protagonista de la trama. Ella balbuceó incoherencias incapaces de ser comprendidas y su líder junto a Daryl Dixon y Michonne que acababan de unirse a la terrorífica escena, intentaron calmar a la muchacha para que pudiera formular una oración elocuente.

—Fueron... Fueron ellos. Van a matarlos, Rick. —murmuró, el miedo instaurado en su voz mientras se aferraba con fuerza a la camisa del susodicho—. Tienen que ayudarlos.

Savannah los llevó hacia donde los mantenían en contra de sus voluntades. De camino, dieron con el paradero de un muy golpeado y semi-consciente Siddiq apoyado contra un árbol. La pelirroja tragó grueso, reteniendo las lágrimas que se acumulaban en sus ojos cristalizados. Aquello le recordó al traumante episodio que había vivido el día que su hermano fue asesinado.

Ese mismo mal presentimiento regresó.

Encontraron las estacas junto a las cabezas clavadas en ellas, y Savannah Carter se derrumbó sabiendo que había vuelto a perder a alguien a manos de Alpha.


feliz halloween, y'all ;)

—vicioustwd.

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