14: el adiós.
Los mechones de cabello rojizo adornaron el lavabo blanco mientras caían con brutalidad. Savannah parecía una muchacha desquiciada e irreconocible, bañada en un mar incesante de lágrimas que la hacían lucir como un completo desastre.
La cruda y fatídica visión de la cabeza zombificada de la que había sido su mejor amiga se convirtió en una sádica e inhumana imagen que jamás podría eliminar de su mente y que la acompañaría por el resto de su miserable vida.
Su pecho dolía tanto que deseaba arrancarse el corazón y hacerlo añicos con sus propias manos para cesar de alguna forma el constante e inquietante sufrimiento que obligada debía atravesar ante cada calamidad. Su pecho dolía tanto por el pensamiento de no haber tenido la oportunidad de siquiera enterrar el cuerpo de su hermana putativa, pues tal cosa también dejó de existir gracias a la verdugo sanguinaria que se encargó de destripar su cadaver y dárselo de comer —como si se tratase de un pedazo de carne— a las putrefactas criaturas que deambulaban por el tenebroso bosque.
Este mundo, por más retorcido que estuviese, jamás te prepararía para ver morir a la gente que amabas.
Cubierta de sangre y con su ahora melena recortada se arrinconó con sus rodillas abrazadas a su pecho en la tina vacía del baño que correspondía a su dormitorio. Estaba vestida, pero en realidad no le interesó asearse aunque su aspecto le causara nauseas. Solo quería desahogarse hasta más no poder. En estas últimas semanas había derramado tantas lágrimas que pensó que era una maldición que fueran como un suministro ilimitado.
El sentimiento de soledad la embargó y comprendió de la manera más ruda lo atemorizante que era. Necesitaba un abrazo, un consuelo. Que alguien le dijera que todo iba a estar bien aunque no fuera del todo cierto. Necesitaba que la comprendieran... pero nadie parecía hacerlo.
Solo se tenía a sí misma y a sus maquiavélicos pensamientos llenos de culpa y remordimiento que no paraban de atormentarla.
Matthew murió por tu culpa.
Victoria murió por tu culpa.
Todo es tu culpa por ser una maldita cobarde.
Cubrió sus oídos y cerró los ojos con fuerza intentando acallar las voces en su cabeza que buscaban enloquecerla. Sus uñas se enterraron como garras en su cuero cabelludo, hiriéndose de cualquier forma física para drenar la sensación que la estaba desgarrando por dentro. Profanó gritos de profundos lamentos hasta que su garganta quemó y su voz desapareció. Nadie pudo oírla, sin embargo. Todas las comunidades se hallaban en alerta máxima y no era la única persona que ese día perdió a alguien.
El enemigo había logrado instaurar el sentimiento postraumático de la paranoia. La gente temía por su vida y le exigían altas demandas al legendario Rick Grimes de que silenciaran a Los Susurradores antes de que fuese demasiado tarde.
(...)
Savannah perdió la noción del tiempo al permanecer horas en el mismo lugar y misma posición, con su mirada perdida en algún punto fijo entre los azulejos que decoraban las gélidas paredes. Una voz aclamó su nombre del otro lado; pero ella ni se inmutó ante la presencia de alguien más. Quienquiera que fuera, podía fácilmente invadir su privacidad ya que la cerradura no llevaba ningún seguro que lo detuviese.
La puerta se abrió con una lentitud misteriosa. Sin embargo, ni la enigmática persona que ahora la acompañaba, ni tampoco que se encontrara en silencio de pie a pocos pasos de ella, la animó a averiguar quién de los hipócritas —habiendo excepciones— a los que alguna vez llamó familia acababa de venir a comprobar su deplorable estado.
—Savannah...
Estaba delirando, ella pensó. Su dañada mente volvió a jugarle cruel y ahora imaginaba que aquel hombre se hallaba allí en ese momento. Que aquel mismo hombre se arrodilló a su lado y con las manos cálidas que poseía cubrió y acunó su rostro sucio, demacrado y desanimado.
—Abre los ojos. Mírame, cariño.
Cariño.
Savannah Carter miró los orbes verdes de Negan Blake. No estaba soñando, mucho menos alucinando. El hombre que vestía su atuendo de prisionero yacía, realmente, junto a ella. La pelirroja se inclinó hacia su tacto, disfrutando y aferrándose a lo reconfortante que se sentía aquel gesto.
La incógnita de cómo se había dado a la fuga —si se suponía que reforzaron la seguridad— arrugó las facciones de la mujer que no pronunciaba palabra alguna. Él lo notó, por supuesto. Retiró del bolsillo de su pantalón un pequeño papel que llevaba un escrito en tinta negra y letra corrida que Savannah supo reconocer.
Debajo de la bandeja de tu comida está la llave que abre la celda. Sabrás en que momento usarla e irás a hablar con Savannah. Y voy a prometerte una cosa, Negan. Si vuelves a lastimarla más de lo que ya está, voy a cortarte las bolas y dártelas de comer.
Vicky "La Víbora"
El plan de Victoria.
Las lágrimas saladas se deslizaron una vez más por las mejillas de la muchacha, con la diferencia de que ahora se encontraba un hombre que se encargó de limpiarlas con sus pulgares. Un hombre que se encargaría de cuidarla en medio de su duelo a pesar de las adversidades por las que ambos atravesaban.
—Vamos a limpiarte, rojiza. ¿Te parece bien?
Un extraño sentimiento se coló con profundidad en el pecho de Negan al verla asentir en aquel estado conmocionado mientras la ayudaba a despojarla de sus cochambrosas prendas de vestir a la par que abría el grifo para que el agua comenzara a llenar la bañera. La veía tan frágil que temía romperla en mil pedazos como una muñeca de porcelana con tan solo tocarla.
Savannah —ahora hallándose sumergida y desnuda en el agua; pero aún con su mentón apoyado sobre sus rodillas— observó fluir la sangre que tiñó de rojo el cristalino líquido vital para la vida. El escozor de las magulladuras se entremezclo con el suave trato que el antiguo Salvador empleó en ella, usando una pequeña esponja para eliminar cada rastro corporal de lo que había sucedido aquella funesta noche.
Negan rozó el corte que adornaba su droga favorita sintiéndose impotente. Un ser tan bondadoso no merecía atravesar por tanto dolor y pérdida; pero sabía lo jodido e injusto que resultaba ser el mundo para esa clase de gente. Era un recordatorio del por qué había dejado de tener empatía por las personas luego del fallecimiento de su esposa.
También era un recordatorio de que la pelirroja había roto ese caparazón y le importaba más de lo que deseaba admitir.
La levantó —con una toalla envuelta a su alrededor— al estilo nupcial para depositarla en su cama. La vistió con un camisón para recostarla sobre el colchón. La abrazó cuando ella le pidió que no se alejara. No la soltó cuando Savannah se aferró a él ocultando su rostro en su pecho y la besó en su corta cabellera cuando la escuchó sollozar.
La mujer de ojos mieles logró calmarse gracias a las ligeras caricias que los dedos de Negan le repartieron como si se hallara trazando constelaciones o pintando una obra de arte sobre su piel. Ninguno parecía poder conciliar el sueño o querer alejar la acogedora sensación de sus anatomías envueltas una con otra.
—¿Negan? —susurró por lo bajo la joven Carter, ganándose un sonido de la garganta del recién mencionado como respuesta de que tenía toda su atención— ¿Cómo es que nadie está buscándote?
—El idiota de Rick no eligió a la mejor y más leal persona para custodiar la celda. —explicó, su rasposa voz siendo amortiguada por los mechones pelirrojos—. Brandon usualmente permanece dormido toda la puta noche y ronca hasta por los cojones.
Savannah mordió la pared interna de su mejilla cuando una débil sonrisa trató de elevar las comisuras de sus labios. Fue muy efímero; pero el prisionero logró darse cuenta de que su comentario le había hecho un poco de gracia aunque no pudiese ver su rostro.
—¿Estás enojado... conmigo? —tartamudeó la pregunta aún cuando temía conocer la respuesta.
—¿Por qué lo estaría, cariño?
—Yo... le dije a Rick y todos se enteraron. —Pensó que aquello era lo correcto en el momento. Estaba enojada, y su juicio se nubló por la ira que la consumió ante lo que creía había sido una traición—. Lo lamento.
La conversación que llevó a cabo con Victoria DeVille horas antes de que ocurriera la desgracia también la ayudó a aclarar de una mejor manera el panorama.
—Savannah, el único imbécil que tiene la culpa aquí lo tienes frente a ti. Fui yo el que la cagó y soy yo el que debe de asumir la responsabilidad y disculparse, no tú. —Ella salió de su escondite, encarando al hombre hasta que sus rostros estuvieron a centímetros de distancia y sus narices rozaron.
—Te eché de menos. —admitió, tomando la iniciativa para unir sus labios en una lenta danza que hizo sonreír a Negan contra su boca.
Las temperaturas se elevaron cuando aquel inocente beso tomó un ritmo más descuidado y pecaminoso. La mano de Savannah ascendió por el pecho del hombre al que devoraba con tanta pasión y devoción hasta que sus dedos encontraron los mechones negros de su nuca que usó como estrategia para arrebatarle un ronco y perfecto gruñido.
Pero, con mucho pesar, fue Negan el que rompió la conexión única y excitante que ambos compartían entre fogosos besos que los hacían delirar.
—Niña... No creo que sea un buen momento. —razonó. Savannah estaba atravesando por una situación emocionalmente devastadora y quizás no pensaba con claridad debido a su desestabilidad mental.
—Por favor, Negan. —suplicó, mordiendo con una sensualidad abrasadora el labio inferior de su amante. Seduciéndolo con su suave ronroneo y los curiosos toques sobre la bronceada piel que se escondía dentro de la tela de aquel atuendo de recluso—. Hazme olvidar como solo tú sabes hacerlo.
Savannah Carter lo tenía engatusado como si le hubiese arrojado un encantamiento o alguna brujería. A este punto de la historia que compartían, era increíblemente aterrador el poder que ahora esa mujer podía tener sobre él... y viceversa.
—¿Estás segura?
Asintió.
El hombre realizó exactamente lo que ella quería. La hizo olvidar con sus ardientes besos. La hizo olvidar con su fascinante toque. La hizo olvidar haciéndole el amor de la manera más deliciosa, lenta y perfecta, entrelazándose hasta formar uno solo y alcanzar envueltos en una derrochadora pasión el punto más alto que los llevó al paraíso mismo.
Sin embargo, Negan jamás se percató de que aquello, en realidad, era más una despedida y que Savannah ya había tomado una decisión.
penúltimo capítulo de esta historia y aún sigo sin asimilar que ya está por llegar a su final. solo espero que lo que tengo preparado cumpla las expectativas.
antes de empezar, hice unos gráficos de negan y savannah que pueden encontrarlos en el capítulo llamado: tear in my heart. por si quieren ir y echarles un vistazo.
ahora sí...
quiero abrazar a savannah y protegerla de todo mal.
btw, vieron cuál era el plan de vicky... definition of deserved better: esa mujer.
la reconciliación entre negan y sav me tenía crying hearts.
y el final... alguna teoría? 😁
anyways, espero les haya gustado. recuerden votar y comentar <3
—vicioustwd.
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