15: feliz día de tu muerte.
Savannah iba a matar a Alpha. O al menos, hacer el intento.
En eso pensó, mientras veía al hombre que yacía frente suya dormido, desnudo y exhausto sobre su cama, enredado en sábanas grisáceas que lo cubrían hasta la cadera. La vista con la que sus ojos se deleitaban era tan magnífica en todos los sentidos que resultaba contradictorio que aquello solo la hiciera aún más desgarradora, ocasionando que las primeras lágrimas se deslizaran en un martirizado silencio cayendo contra la almohada. Esta sería la última vez que vería a la persona que conquistó su corazón. La última vez que compartiría un maravilloso e íntimo momento con el ex Salvador que le enseñó lo que era amar, aún cuando sucedió de manera espontánea y nunca estuvo dentro de sus propósitos. La última vez que despertaría abrazada a la anatomía de al que muchos llamaron antagonista; pero que tan solo se trataba de un simple ser humano que, como todos, se vio obligado a atravesar y a cometer incontables barbaridades para sobrevivir y no perecer.
En eso pensó, cuando se alejó de su lado. Le dolía abandonarlo sin siquiera despedirse o decirle lo mucho que lo amaba; pero el de ojos verdes no iba a permitir que cometiera —al menos sin ningún tipo de ayuda— la negligencia que estaba a punto de llevar a cabo, y Savannah necesitaba deshacerse de la despiadada mujer que le había arrebatado casi todo sin involucrar a Negan.
Solo deseaba protegerlo porque él era lo único que aún persistía e importaba en medio de aquel atroz mundo que no conocía la misericordia. No podía soportar, mucho menos imaginar, perder a la razón por la cual todavía no se había dado por vencida. Incluso si eso significaba hacer un colosal sacrificio que le costaría su propia vida, Savannah siempre estaría dispuesta a pagar el alto precio que su inmolación conllevaba.
¿Qué sentido tenía la vida si no eras capaz de mantener a salvo a las personas más fundamentales y valiosas que formaban parte de ella?
Se hizo la pregunta cuando se detuvo a medio camino de su sigilosa huida, sosteniendo el pomo de la puerta color caoba para echar un último vistazo y pintar un retrato mental del hombre que supo, en todos los ámbitos existentes, hacerla feliz en medio de todas las limitaciones que les privaban de llevar una relación pública y normal —dentro de lo que cabe— como bien ella hubiese querido. Su corazón de enamorada empedernida le gritaba como un constante suplicio que corriera a sus brazos y lo besara tan fuerte hasta que ambos se quedaran sin aliento; pero con ganas de morir atrapados en semejante, apasionante e inigualable vicio de sus bocas bailando en aquellas excitantes llamas abrasadoras al mismo tiempo que sus anatomías se fundirían en una sola.
Alargar el momento para que sus pensamientos dieran rienda suelta al "qué pasaría si..." era su propio martirio masoquista.
Quizás estaba siendo descaradamente egoísta con Negan, quien le había confesado en una de las tantas noches de vívida pasión lo tan culpable que se sentía por darse cuenta de lo mucho que amaba a su Lucille cuando ella ya se encontraba en su lecho de muerte. De cómo la engañó con infinidades de mujeres y aún así lo perdonó cuando jamás mereció tal cosa. Y de cómo lo que ella le susurró momentos antes de fallecer fue: "¿Por qué elegiste quedarte con la enferma, Negan?"
Savannah le estaba arrebatando de una vil manera la oportunidad de un nuevo comienzo a su lado. El antiguo líder de los Salvadores solo necesitaba tiempo para sincerar aquellos sentimientos que permanecían ocultos con profundidad dentro de su ser. Necesitaba tiempo para reconocer de forma verbal que la quería o amaba, aún cuando sus gestos y acciones expresaban más de mil palabras y le demostraban a la joven pelirroja lo que él todavía no era capaz de decir ni tampoco admitir.
Negan ya no era tan fuerte como creía para soportar un nuevo arrebato. La necesitaba como el oxígeno para no ahogarse y una segunda pérdida no estaba dentro de sus más remotos deseos o proyectos. Los años en los que fue un despiadado sanguinario le habían pasado una inmensa factura. Estaba roto y agotado de ser un miserable ex tirano solitario que lo único que anhelaba era buscar refugio en los brazos de una persona que no se marchara.
Y ese refugio al que poder llamar hogar lo había descubierto en ella.
Pero eso... Savannah no lo sabía.
La pelirroja se obligó a ser valiente luego de dejar la habitación sin volver a mirar atrás. Se obligó a ser tenaz cuando la fragancia natural que desprendía la camiseta blanca que había tomado de su hombre —para llevar una parte de él consigo— intentó inquietarla y desestabilizarla. Se obligó a convencerse de que era capaz de poner fin a la injusticia que manejaba aquella cruel asesina psicópata.
No obstante, también fue perspicaz cuando, luego de bajar los últimos peldaños de la escalera, detectó una silueta que tomaba asiento en uno de los sofás individuales. Y fue suspicaz porque su mano se posó como mero instinto en el arma que yacía en su cinturilla al momento en el que la misma silueta se levantó y salió de entre la oscuridad para dar a conocer su identidad.
La dueña de sus pesadillas se hallaba a tan solo cinco pasos de su posición.
Savannah elevó la pistola hasta que el cañón tuvo como objetivo la cabeza de una Alpha que sonreía con su dedo índice rozando sus labios en señal de silencio.
—Grita o dispara y el hombre morirá. —susurró, con una siniestra diversión que aceleró de sobremanera los latidos de su contrincante.
El terror cruzó por las facciones de la muchacha ante la espeluznante revelación de Negan en peligro. Como si la vida no tuviese suficiente de ella, lo que tanto quería evitar ahora se volvía, una vez más, realidad. Bajó la guardia y su pulso tembló de solo imaginar que unos intrusos se hallaban en su habitación y que, por consecuente, la vida del hombre que amaba ahora pendía de un frágil hilo como si fuera un títere manejado por Alpha.
—Él no tiene nada que ver en esto. —Savannah murmuró, su voz rompiéndose cuando el nudo en su garganta se fue volviendo cada vez más doloroso—. No lo lastimes. H-haré lo que quieras.
La imparable villana acortó las distancias entre ambas y le arrebató con una pacífica y perturbadora calma el arma de fuego que sus manos sostenían. Había conseguido el efecto deseado por medio de su tajante y frívola amenaza: manipulación.
—Las emociones te hacen débil. —recordó Alpha, deslizando con una suave superficialidad sus dedos bañados con la sangre de todas sus víctimas contra el rostro de la pelirroja que retenía la respiración—. Y tú... eres tan débil como tu hermano. Debí deshacerme de ti ese mismo día; pero también logré aprender a que no deben quedar cabos sueltos.
Un primer disparo resonó en la segunda planta de la vivienda y todo el mundo de Savannah Carter se desmoronó por completo.
Otra de las personas que amaba acababa de sumarse a la lista de los que habían muerto por su culpa y ya no sabía cómo tolerarlo. Su respuesta fue inmediata, con un gruñido que expresó lo quebrantada y destruida que se sentía, se abalanzó contra la mujer que con todas sus entrañas detestaba.
Un segundo disparo resonó y el ardor del impacto a quemarropa paralizó cada músculo y cada célula que poseía Savannah. El mortífero abrazo que Alpha le proporcionaba, más la reciente y punzante herida, hizo que su cuerpo se contrajera de dolor.
—Feliz día de tu muerte, Savannah. —Esas se convirtieron en las últimas palabras que la líder de los Susurradores pronunció en el oído de la pelirroja antes de permitir que su anatomía se derrumbara para ser amortiguada contra el suelo en un rudo y seco golpe que hizo crujir todos sus huesos.
La dejó allí rodeada de oscuridad y soledad. Agonizando y luchando en un desesperado intento por llenar sus pulmones de aire mientras se ahogaba con su propia sangre que empezó a expulsar por la boca.
—¡Savannah! —Una grave voz que supo reconocer vociferó su nombre. Viendo caer a Negan de rodillas a su lado, nunca se imaginó poder sentir alivio en sus últimos minutos con vida.
Él estaba vivo. Había tomado por sorpresa a los dos hombres enmascarados que lo custodiaban y desató una batalla en donde salió victorioso.
—Joder, joder, joder. —La muchacha lo escuchó profanar blasfemias que contenían una incesante cantidad de maldiciones por ver a su niña en aquel estado que parecía irreversible. Rasgó parte de su camiseta para hacer presión a la herida en su estómago que brotaba sangre sin parar—. Hay que sacarte de aquí, cariño. Vamos a arreglarte, lo prometo.
Por muchas promesas que él le hiciera, Savannah pudo ver por primera vez el miedo que atravesaba sus orbes verdes y sabía que su final se acercaba.
Las manos le temblaron cuando intentó levantarla y ella chilló en agonía. Y su pechó se encogió cuando trató con lo último que le quedaba hablar para que se detuviera.
—N... Ne... Neg...
Que no pudiera pronunciar su nombre le desgarró el corazón en millones de pedazos. Que estuviera atravesando por semejante sufrimiento le desgarró el corazón en millones de pedazos. Que no tuviese la capacidad para auxiliarla y que ella no quisiera luchar por sobrevivir le desgarró el corazón en millones de pedazos.
—Mantén esos preciosos ojos abiertos para mí, amor. —suplicó cuando Rick Grimes irrumpió en la trágica escena y encargó casi de inmediato a Aaron Raleigh para que buscase al doctor Siddiq mientras que el líder de Alexandria, junto a tres personas más, revisaron el perímetro en búsqueda de Alpha o algún otro Susurrador infiltrado luego de que Negan les gritó quiénes habían sido los responsables—. Solo tienes que resistir un poco más, ¿si? La ayuda ya viene en camino.
Savannah sostuvo la mano de Negan hasta que su organismo colapsó y su corazón se paralizó. Para cuando Siddiq intervino, ya ella había fallecido en los brazos de la persona que amaba.
Su hora de muerte fue a las cuatro con cincuenta minutos de la mañana.
Negan acunó el cuerpo inerte contra su pecho, sollozando como un niño y balanceándola junto a él con suavidad. Sus ojos que una vez representaron el color del otoño jamás abandonaron los suyos incluso cuando estos se volvieron dos perlas vacías. Le cerró los párpados y le acarició el rostro con una dulzura que representaba negación.
—Rojiza... Por favor despierta, cariño. —imploró sobre su cabellera, empapándola con las lágrimas que sus ojos no dejaban de emanar—. Te amo, ¿me oyes, Savannah? Te amo jodidamente. Y no puedes... No puedes abandonarme. Te necesito tanto que ya no puedo vivir sin ti. Solo quiero que regreses, mi niña.
Negan, por segunda vez, se había enamorado de otra mujer justo cuando acababa de perderla.
—Lamento recién darme cuenta de que fuiste, eres y siempre serás el desgarre en mi corazón, Savannah Carter.
desde que empecé esta historia supe que el final que quería darle no sería feliz; pero no pensé que me encariñaría tanto con savannah y me dolería un mundo asesinarla y destruir el ship que construí.
de todas maneras, me disculpo de antemano si este no fue el final que esperaban o deseaban. sin embargo, yo me siento conforme con el resultado.
solo me queda decirles que aún falta el epílogo.
—vicioustwd.
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