Noa Nishimura era una de las chicas más extrovertidas de la preparatoria Karasuno, conocida por ser muy platicadora con todos, por su cabello rosa teñido, por ser la que escribía en el periódico escolar, y… por su ruptura en primer año con su ex pareja.

Como fiel creyente del amor, en donde su nombre significaba «amor» y había nacido un 14 de febrero, su primera relación con una chica había sido muy conocida en la preparatoria porque Noa la presumía en todos lados y estaba muy enamorada de ella, todos lo veían. Sin embargo, la vida no era color de rosa y su ex pareja la había engañado con una chica de otra escuela, dejando a Noa con el corazón roto.

Pero esto no había detenido a Noa de su búsqueda en el amor, solo que ahora era un poco más cautelosa con las personas que frecuentaba. ¡Quería amar y ser amada con la misma intensidad! Y aunque sabía que era muy difícil, esperaba pacientemente a que llegara la persona indicada.

Y eso fue cuando un día común y corriente.

Noa caminaba con una amplia sonrisa en su rostro, su cabello teñido de rosa era tan llamativo que los que no la conocían volteaban a verla en los pasillos o en los exteriores de la preparatoria. Llevaba varios artículos en las manos porque se dirigía hacia el aula del periódico escolar y planeaba comenzar a escribir lo de la siguiente semana, ya que anticipaba todo con tiempo. Lo que sí no se espero fue que un chico (que ella no conocía) pasará corriendo a su lado y la derribara, provocando que todas las hojas que llevaba en las manos se cayeran y se esparcieran por el suelo.

—No puede ser —murmuró Noa, pasando sus manos por su rostro abatida. Siempre solían sucederle cosas como esas por ser muy despistada, ¡pero el chico que la derribó se había ido sin más! Eso la tenía aún más molesta.

Comenzó a recoger varios papeles cercanos, pero había varios que se habían ido un poco más lejos. Varios alumnos pasaban y ninguno le ofreció su apoyo, provocando que Noa se sintiera de mal humor. Ella era la primera en ayudar a los que estaban en problemas y nadie parecía interesarse en hacerlo con su problema.

Suspiró, levantándose del suelo y yendo hacia el otro lado del pasillo para recoger uno de los papeles que restaban. Después de eso, cuando se giró, vio que había un muchacho de cabellos naranjas recogiendo los papeles que seguían en el suelo. El corazón de Noa se aceleró al verlo, sabía perfectamente quién era y eso la hizo ponerse un poco nerviosa.

—Hinata… —murmuró Noa con su rostro ruborizado, acercándose hacia él. El chico levantó la mirada y le sonrió.

—¡Nishimura! Vi que se te cayeron estos papeles y los recogí, toma —le extendió todos los que faltaban, por lo que Noa los tomó—. ¿Por qué nadie vino a ayudarte?

—Me pregunté lo mismo —suspiró, moviendo la cabeza hacia varios lados al ver que más personas pasaban de largo—. Pero supongo que no todos son como tú…

—¡Sabes que no hay problema! Estoy encantado de ayudarte —Hinata le sonrió ampliamente, provocando que su corazón se acelerará aún más—. Por cierto, Nishimura, ¿escribirás sobre el equipo de voleibol para la siguiente semana?

Noa entonces recordó que ellos habían pasado a las Nacionales, el último intento de ganarlas del Karasuno, ya que los de tercer año estaban a punto de graduarse, como ellos dos. El año anterior habían sido derrotados por el Dateko y se quedaron en ser los segundos de Miyagi, ahora habían logrado clasificar y eso era algo de admirar. Noa era fanática del club de voleibol y siempre escribía sobre ellos en el periódico.

—¡Por supuesto, Hinata! Estoy muy feliz por ustedes —le sonrió, sintiendo que sus nervios se iban un poco. Aunque, su corazón aún latía rápido, lo cuál Noa no sabía a qué se debía… o tal vez sí, pero no quería admitirlo.

—¡Genial! Entonces, nos vemos, Nishimura —él le sonrió nuevamente, despidiéndose con una mano de ella y corriendo hacia el final del pasillo. Seguro tenía entrenamiento.

—¡Adiós!

Cuando Noa se fue hacia el lado contrario del pasillo, de pronto sintió algo extraño en su interior. Era como si un zoológico hubiera entrado en su estómago y estuviera revolviéndole las entrañas. Sus mejillas se ruborizaron aún más y sus manos le temblaron levemente. ¿Acaso…? ¿Acaso había sido flechada por Hinata?

Se tapó la boca con sorpresa, sintiéndose cohibida ante ese sentimiento que creía que no volvería nuevamente tan pronto. Se dirigió hacia el aula del periódico para luego cerrar la puerta detrás de ella, sentándose en una silla y pensando en lo que recién había sucedido. Hinata era guapo, Noa lo sabía y siempre había sentido interés por aquel chico amante del voleibol que cada que la veía le sonría con calidez. Pero, evidentemente el sentirse flechada por él no se le había pasado por la mente jamás. Hasta ese momento.

Dentro de dos días sería 14 de febrero y su cumpleaños. ¿Sería buena idea enviarle un obsequio? No sabía si sería muy precipitado, pero quedaba un mes de clases y era ahora o nunca.

Sin más, ese día que llegó a su casa Noa hizo con sus propias manos un chocolate enorme en forma de corazón, y lo envolvió en una caja con mucha dedicación. Le puso adentro una pequeña nota.

«Para el chico con la sonrisa más grande» —N.N.

Esperaba que él pudiera intuir de quién se trataba, o al menos tener una idea. Noa era fanática de hacer detalles románticos y tenía dos años sin hacerlos desde que había terminado con su ex pareja, que sentía que se había oxidado un poco. ¿Qué más podía ser bueno…?

¡Notas!

Noa había leído un libro hace poco en el que la chica protagonista se declaraba con pequeñas notas de amor al chico que le gustaba. Debía admitir que en ese momento a Noa le pareció un poco cliché, pero consideraba una buena idea para conquistarlo poco a poco.

¡Enamoraría a Hinata Shōyō!

holiii, espero les guste el prólogo! después de subir el acto uno iré subiendo varias notas juntas, así que vean bien si actualizo más de uno, les quiero! <3