𝟬𝟬𝟴. white day
Noa Nishimura había entregado sus chocolates junto a su pequeña nota el 14 de febrero, dejándolo en el compartimiento pequeño que había en su banca. Se sentía muy ansiosa, ¡quería que Hinata supiera que se trataba de ella, pero no podía! Le daría mucha vergüenza aquello, así que lo haría poco a poco.
Fue un mes continuo en el que le envío un par de notas, dejándolas en su casillero o también en su banca. Había visto a Hinata varias veces en los pasillos y habían platicado, sin decirle que era ella la que le enviaba las notas. Sin embargo, no podía descartar que él se veía diferente a las ocasiones anteriores en las que hablaban, y tenía la pequeña idea de que Hinata sospechaba de ella.
El equipo de voleibol del Karasuno había llegado a las semifinales del Torneo de Primavera a nivel nacional, perdiendo contra la Academia Itachiyama. Había visto a Hinata muy triste, pero feliz de haber llegado tan lejos y ella había sido muy feliz de escribir sobre el torneo en el periódico escolar, ya que sería la última vez que escribiría ahí.
Un día antes del 14 de marzo, el conocido White Day, Nao le envío su última carta, y en esta colocaba su nombre al final. Estaba decidida a escuchar su respuesta al día siguiente, aunque tenía mucho miedo de esta y todo el día estuvo con los nervios de punta. Evitó ver a Hinata ese día para que tal vez fuera una sorpresa. Debía confesar que había tenido mucho miedo de ser rechazada, aunque no le diría nada si así fuera el caso. Noa podía comprenderlo.
Tal vez era buena o mala idea que ese fuera el último día de clases, para posteriormente comenzar con su vida universitaria. Noa estudiaría periodismo en una universidad cerca de Miyagi, para poder trasladarse en tren sin problema alguno, así como varios de sus conocidos irían a distintas carreras. Se sentía a veces un poco extraña, ya que sería una nueva etapa y, aunque Noa fuera de las personas más extrovertidas del Karasuno, tenía un poco de miedo de volver a ser una desconocida.
Había llegado la hora del receso, y Noa fue a ver de reojo el aula donde solían estar los del club del periódico escolar. Había dejado este en manos de una chica de segundo año que era muy tímida, pero que al momento de tener que escribir una nota, se extendía tanto que sabía que podría con ese importante deber. Se sentía nostálgica de estar en ese pequeño lugar, ya que haber fundado el club fue una decisión arriesgada y difícil, y estaba orgullosa de que pudiera continuar.
Se sentó en un banco, apoyó su cabeza en una mesa y miró a la nada. Momentos como ese, donde todo era silencio, la ponían muy tranquila. Puso alarma en su teléfono para no olvidar a que hora debía volver a su aula, y se quedó dormida.
Cuando sonó su alarma, Noa se levantó abruptamente. Había olvidado que debía levantarse, ya que estaba soñando tan plácidamente que creyó era de noche de nuevo. Soltó un suspiro antes de levantarse, y dirigió su mirada una última vez había la mesa donde había apoyado su cabeza, descubriendo una nota junto a un regalo.
Los ojos de Noa se abrieron con sorpresa, y se tapó la boca con las manos de forma inconsciente. ¡Había sido correspondida! El regalo era grande, aunque a ella en realidad no le importaba eso, sino que sabía que el hecho de que Hinata le hubiera correspondido era genial. Una sonrisa adornó su rostro, abriendo el regalo con curiosidad. Se sorprendió que adentro había una camiseta del equipo de voleibol, con el número 5.
Era la camisa de Hinata.
Eso había sido una mayor sorpresa, por lo que agarró la carta para leerla. Estaba en un envoltorio blanco con un corazón rosa en una esquina, lo que la hizo ruborizarse. Al abrirla, la leyó:
«Nishimura, me encantaría corresponderte como se debe, pero no puedo. Lo siento… Te dejó este regalo como muestra de que me gustas, pero no puedo ofrecerte más» —Hinata Shōyō.
Ahora, en su rostro había una expresión muy confundida. Él le había dicho que la quería y le había regalado su camiseta, pero, ¿por qué le había dicho que no podía corresponderle? Era muy extraño.
Debía volver a su aula, así que guardó la nota dentro del regalo y fue rápido. Las clases pasaron con lentitud, y Noa no había podido prestarles atención, aunque no habían visto nada relevante y solo se habían dedicado en hacer un repaso general para su etapa universitaria. Se preguntaba por qué Hinata le dijo que no, ¿tal vez no quería comprometerse? Era extraño, debía admitirlo.
Y sí quería respuestas, las tendría.
Al finalizar el día ella decidió esperarlo afuera del edificio, ya habiéndose cambiado el calzado por última vez, con la mochila colgada a su hombro y sosteniendo el regalo con la mano derecha. Se había sentado en una banca, mirando con atención a las chicas que salían con regalos y muy contentas, en cambio otras tenían expresiones tristes; tal vez ellas no habían sido correspondidas.
Minutos después Hinata Shōyō salió por aquella puerta. Parecía indiferente a todo hasta que la vio sentada, detuvo su paso y su rostro se puso colorado.
—Hola, Hinata —lo saludó con la mano izquierda, levantándose de la banca y poniéndose frente a él. Inconscientemente ambos se habían alejado un poco de ahí, cerca de la banca y de un árbol que los tapaba con discreción.
—Hola… —Hinata se veía diferente, porque aunque sonreía, sus ojos no. Noa le sonrió con calidez antes de hablar.
—Quería… una explicación. Puedo entenderlo solo si la tengo.
Al parecer no era fácil para el muchacho, ya que se rascó el brazo con nerviosismo, evitando su mirada un par de segundos. Noa lo dejó pensar su respuesta, porque no le había dicho mentiras y aceptaría cualquier cosa que él le dijera. Solo quería la verdad.
—Me iré a Brasil el próximo mes y no sé cuándo volveré. No quería decirte que sí y dejarte tan rápido… No te lo mereces.
Claro, ella estaba muy sorprendida. Brasil estaba al otro lado del mundo, ¿cómo era eso posible?
—Iré a entrenar voleibol de playa —le explicó antes de que Noa pudiera decir algo. Entonces, eso tenía más se todo. Noa asintió, comprendiendo sus palabras.
De pronto, se le ocurrió una idea.
—¡Seamos pareja hasta que te vayas!
Hinata se ruborizó, pero no tuvo tiempo de decirle algo porque Noa saltó a abrazarlo sin más. Extrañamente, Noa nunca hubiera pensado que los brazos de Hinata eran tan cómodos y cálidos, por lo que se quedó ahí pocos minutos, disfrutando de su aroma y su presencia. Él era genial.
—¿Salimos mañana? —le propuso con una sonrisa al separarse, pero quedando muy cerca de él. Hinata asintió, sonríendole.
—Me encantaría.
Y Noa se enamoró aún más.
pd: sé que hinata no se va al instante que termina la preparatoria, pero es para fines de la historia :D
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