𝟬𝟬𝟵. aquarium
Noa Nishimura se había alistado lo más linda que pudo. Se había vestido con un lindo vestido rosa, unas medias de Hello Kitty blancas, unos zapatos blancos y se puso un maquillaje básico, pero bastante llamativo debido al rubor.
Se habían citado en un parque, punto medio de ambos. Era sábado a mediodía, así que aún quedaba mucho tiempo por hacer y Noa había planeado que fueran a un acuario, ya que amaba a los animales y pensaba que era un sitio muy pacífico. Y Hinata le transmitía eso mismo.
Cuando llegó ahí, se sorprendió que Hinata ya hubiera llegado, puesto que Noa había llegado veinte minutos antes, lo cual la hizo sonreír enormemente. Se acercó a él y saltó hacía sus brazos con emoción, quedándose ahí varios segundos. Había descubierto el día anterior que Hinata había estado enamorado de ella desde segundo que comenzaron a convivir más, tras ella haber publicado una nota larga sobre el equipo de voleibol y su gran desempeño el año anterior; pero no había sido capaz de confesarse debido a que Noa tenía reciente la ruptura con su ex pareja.
—¡Ah, qué lindo te ves!~ —exclamó Noa, junta sus manos y cerrando los ojos de la emoción. Hinata la miró enternecido, y cuando ella se volvió a la posición original, la tomó de la mano con un rubor en su rostro.
—¿Qué haremos hoy?
—¡Iremos al acuario!
Hinata sonrió, ciertamente emocionado.
—¡Vamos!
Tomados de las manos se dirigieron a la parada de autobús más cercana, ya que era más fácil llegar así, siendo tan solo quince minutos arriba de este. Se pusieron a platicar de cosas graciosas sobre el día anterior, como que Yamaguchi casi lloraba al despedirse, que Tsukshima les había confesado que seguiría en el voleibol, o que Kageyama ya había sido seleccionado para un equipo en la sub-19. Noa confiaba en ellos, todos eran unas personas muy lindas (aunque eso era cuestionable), y esperaba que pudieran realizar lo que más les gustará en su vida.
Igualmente, Noa le contó sobre que estudiaría periodismo, y también le dio una noticia que nadie sabía.
—¡Abriré mi blog personal! —le contó con entusiasmo, en la parada del autobús—. Ya tengo la idea creativa, solo me falta ponerlo en práctica y conseguir una historia interesante para arrancar.
—¡Waaa, eso es genial, Nishimura! —él también parecía fascinado, lo cual la hizo ruborizarse un poco.
—Pero, no me digas Nishimura, dime Noa —pidió con una sonrisa algo tímida, tomándolo de la mano con más fuerza. Hinata se sorprendió de la propuesta, pero no dudo en aceptar.
—¡Llámame Shōyō!
—De acuerdo, Shōyō~ —soltó una risita, dándole un beso en la mejilla sin que él se lo esperara. Nuevamente, sus mejillas se encendieron, aunque no pudo decir algo más ya que el autobús había llegado y se dispusieron en subir en silencio.
No hablaron mucho en el camino, pero si compartieron varios comentarios acerca de lo lindo que estaba el día. Noa se sentía de ensueño. Nunca había experimentado un sentimiento tan bonito como el que tenía estando al lado de Hinata, incluso siendo su primera cita luego de dos años siendo amigos. Creía que él era una persona realmente única e interesante, y ya que no solían platicar anteriormente de sus vidas, se estaba poniendo al tanto de todo.
—Queríamos llegar a la final, pero no se pudo… —dijo Hinata, lamentándose, con un pequeño mohin en los labios. Ya se habían bajado del autobús y ahora se dirigían al acuario, a pocas calles. Noa no pudo evitar sentir que su corazón se apachurraba al oírlo.
—Pero ¡fueron geniales! Ví el partido, dieron todo de ustedes, así que no te preocupes. Vendrán más oportunidades para ustedes en el futuro —le sonrió con honestidad, girando su cabeza hacia él para que la viera—. Serán todas unas estrellas.
Hinata se miró sorprendido, pero muy feliz de oírla. Sus palabras eran reconfortantes y tenía tiempo de no oír halagos en persona de alguien que no fuera su equipo o Yachi, por lo que se sentía realmente cómodo de escucharlos de la chica que quería desde dos años atrás.
—¡Oh, oh, mira! ¡Un perrito!
Noa había señalado un perro que estaba en el porche de una casa por la que pasaron, dando ligeros saltitos de emoción. Hinata la admiró, sonriendo ladinamente y pensando que era muy adorable.
—Adorable —murmuró sin pensarlo. Noa se giró al oírlo, y asintió.
—El perrito es realmente adorable.
Hinata entonces se dio cuenta entonces de que lo había dicho en voz alta, y negó con la cabeza.
—Me referia a ti.
Noa lo miró expectante, sintiendo que sus mejillas ardían. No se lo había esperado, y por ello es que había sentido ese comentario tan puro y sincero, que solo pudo sonreír genuinamente.
—Tú también lo eres.
Pagaron sus entradas al acuario y entraron, emocionados. Cualquier persona que los viera creería dos cosas: que eran unos niños emocionados por su primera ida al acuario, o que eran una parejita muy enamorada. Y, tal vez eran ambos, porque denotaban tanto cariño el uno al otro con todos los detalles que pensarían que llevaban meses o años de estar juntos.
Podía deberse a que los dos de alguna forma se sentían como su primer amor el uno del otro, como si fueran los más felices de estar ahí sin importar cualquier cosa. Cosa que era cierta, porque Noa estaba dispuesta a ignorar que Hinata se iría al otro lado del mundo dentro de un mes, queriendo disfrutar al máximo el tiempo que tenían.
Sería un amor efímero, pero ella lo haría duradero en su corazón.
Llegando a la pecera del pez globo, Noa no pudo evitar emocionarse tanto al verlo ser delgadito y después enorme. Sus ojos brillaban tal cual una niña de diez años, algo que para Hinata no pasaba desapercibido, acompañándola en la aventura.
Pocas horas después, aún restándoles un cuarto del acuario, se sentaron para comer algo. Compraron comida en la cafetería del lugar, sentándose en una banca al fondo del lugar abierto. Tenían sus brazos pegados, Hinata con las piernas sueltas y Noa las había cruzado encima de la banca.
—Es mi primera vez en un acuario —le contó Hinata de pronto. Noa lo miró sorprendida, pero feliz de haberlo invitado.
—Eso es bueno, tendrás una linda experiencia conmigo —murmuró, un poco apenada, pero al final soltó una risita, girándose a verlo—. Yo venía cuando era muy pequeña con mi madre… pero ella murió y dejé de venir, me tenía recuerdos nostálgicos. Quería venir con alguien que quisiera para crear nuevos.
Ella lo contó como si no fuera nada, por lo que Hinata rápidamente se sorprendió de su confesión, mirándola con atención. Pudo ver que la gran sonrisa de Noa se curvo un poco para abajo, pero sus ojos seguían teniendo brillo. Él con su mano libre le tomó la suya, y volvió la mirada hacía el frente.
—Me alegra que ahora tengas un lindo recuerdo aquí conmigo… Cuando crezcamos hay que volver a venir a recordar este día.
—Me encantaría —sonrió Noa, bajando la mirada para ver sus manos juntas—. Hay que crear lindos recuerdos para atesorar los próximos años.
Ya que Hinata no sabía cuántos años estaría fueras, no le había dado un aproximado a Noa para no ilusionarla. Ella lo comprendía y aceptaba, ansiando su regreso.
Siguieron tomados de las manos hasta que terminaron de comer, y tras eso volvieron a ir al acuario a ver las zonas que restaban. No pasó tanto cuando ya habían visto a todos los peces y animales acuáticos, por lo que volvieron en autobús y se dirigieron al mismo parque, sentándose en unos columpios uno al otro. Estuvieron así varios minutos, no queriendo separarse del otro. Finalmente fue Noa la que habló:
—¿Qué haremos mañana?
—Tengo una idea… —él murmuró con las mejillas rosadas.
Noa asintió, emocionada. Sabía que cualquier cosa sería divertida con Hinata.
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